Ciro el Grande en la Profecía Bíblica

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CIRO EL GRANDE EN LA PROFECÍA BÍBLICA
Ciro el Grande en la Profecía Bíblica
“que dice de Ciro: Es mi pastor, y cumplirá todo lo que yo quiero, al decir a Jerusalén: Serás
edificada; y al templo: Serás fundado” (Is. 44:28).
“Así dice Jehová a su ungido, a Ciro, al cual tomé yo por su mano derecha, para sujetar
naciones delante de él y desatar lomos de reyes; para abrir delante de él puertas, y las
puertas no se cerrarán” (Is. 45:1).
Una de las profecías más asombrosas de la Biblia es la que hace referencia directa a
Ciro II el Grande, y que fue registrada por el profeta Isaías en su libro. Ciro, fue el fundador
del Imperio Persa. Sus conquistas se extendieron sobre Media, Lidia y Babilonia, desde el
mar Mediterráneo hasta la cordillera del Hindu Kush, creando así el mayor imperio conocido
hasta ese momento. El imperio fundado por Ciro mantuvo su existencia durante más de
doscientos años, hasta su conquista final por Alejandro Magno (332 a. C.). Según el
historiador Heródoto, Ciro era hijo de Cambises I.
“Al tomar Babilonia, quedó establecido el segundo gran imperio gentil de Daniel. Ya
mucho antes de su nacimiento hallamos una profecía referente a él (Is. 44:28; 45:1). Al
acabar los 70 años del cautiverio, como lo había profetizado Jeremías (Jer. 25:12; 29:10),
Dios movió el espíritu de Ciro, y se decretó la reconstrucción de la casa de Jehová Dios de
Israel, dándose permiso a los cautivos para que volvieran a Jerusalén. También fueron
devueltos los vasos sagrados que habían sido llevados de Jerusalén a Babilonia. Éste fue
llamado el primer año de Ciro, cuando empezó a reinar en solitario sobre Babilonia (Esd.
1:1-11; 2 Cr. 36:22, 23). Esto sería alrededor del año 536 a.C., habiendo empezado los 70
años de la cautividad de Judá el 606 a.C. Ciro murió en batalla en el año 530 a.C., y su
tumba existe en Pasargada, en el moderno Irán” (Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado, VilaEscuain).
Isaías se refiere a Ciro como “pastor” y “ungido” de Jehová, providencialmente
designado como instrumento en las manos de Dios para facilitar el plan divino. Tal cosa es
señalada específicamente en la parte final del libro de Isaías, en la sección que tiene que ver
con las promesas de liberación y restauración, donde hay varias menciones y alusiones a
Ciro y su obra (41:2-5; 41:25; 43:14; 44:28; 45:1; 45:13; 46:11; 48:14-15). A través de
la pluma de Isaías, Dios anuncia que levantará un libertador de entre los gentiles. Luego,
especifica por nombre a dicho libertador. Entonces, Ciro es señalado por Isaías unos 150
años antes de su llegada al trono.
Según la Escritura, Jehová nombró a Ciro para llevar a cabo “todo lo que yo quiero, al
decir a Jerusalén: Serás edificada; y al templo: Serás fundado” (Is. 44:28). El decreto de
Ciro lo podemos leer en 2 Crónicas 36:22-23 y Esdras 1:1-4. También debemos aprender
que todo lo que Dios haría mediante Ciro lo haría “Por amor de mi siervo Jacob, y de Israel
mi escogido” (Is. 45:4) y para que todo el mundo supiese que “Yo soy Jehová, y ninguno
más hay; no hay Dios fuera de mí… para que se sepa desde el nacimiento del sol, y hasta
donde se pone, que no hay más que yo; yo Jehová, y ninguno más que yo” (Is. 45:5-7).
Dios guió a éste monarca pagano “para sujetar naciones delante de él y desatar
lomos de reyes; para abrir delante de él puertas” (Is. 45:1). Jehová iría delante de Ciro
enderezando “los lugares torcidos” y quebrantando “puertas de bronce” y “cerrojos de
hierro” (Is. 45:2). Todo esto para facilitar el regreso de los judíos a su patria, la
reconstrucción de Jerusalén y el templo, y en última instancia, la venida de Cristo nuestro
real Salvador.
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Por Josué Hernández
www.JosueEvangelista.com
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CIRO EL GRANDE EN LA PROFECÍA BÍBLICA
Sorprendentemente, éste monarca que realizaría tantas nobles tareas en el
engranaje divino, no conocería a Jehová ni aprobaría sus caminos (Is. 45:4-5). Ciro, el
pagano, inconscientemente sería instrumento en las manos de Dios.
Isaías profetizó “en días de Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías, reyes de Judá” (Is. 1:1).
Por lo tanto, su ministerio se desarrolló en la última parte del siglo VIII A.C. (740-701).
Como ya dijimos, la profecía respecto a Ciro fue redactada por Isaías unos 150 años antes
de que Ciro realizara todo lo que de él se profetizó. Aquí tenemos una muestra más de la
eterna capacidad omnisciente de nuestro Dios “el cual da vida a los muertos, y llama las
cosas que no son, como si fuesen” (Rom. 4:17).
La profecía que redactó Isaías acerca de Ciro, ha motivado a los críticos escépticos a
afirmar que tal porción del libro de Isaías es una adición posterior, afirmando incluso que el
libro de Isaías en realidad tiene dos o más autores. Sin embargo tales afirmaciones sólo son
necesarias para los incrédulos, no para quienes creen firmemente en la revelación y la
inspiración verbal de las Escrituras (2 Tim. 3:16-17; 2 Ped. 1:20-21). Bien sabemos que
“todas las cosas son posibles para Dios” (Mar. 10:27).
Contra las afirmaciones de los incrédulos, tenemos la seguridad que la propia
Escritura nos da, con toda la evidencia interna y externa de su inspiración. Además, antes
de los capítulos 44 y 45, Isaías ya había hecho una alusión directa a Ciro, cuando escribió:
“Del norte levanté a uno, y vendrá; del nacimiento del sol invocará mi nombre; y pisoteará
príncipes como lodo, y como pisa el barro el alfarero” (Is. 41:25). Luego, el profeta dejó
bien claro que la misión de Ciro no era un asunto de especulación, sino de verdadera
profecía.
Isaías escribió: “¿Quién ha declarado esto desde el principio, para que lo sepamos;
desde lo antiguo, para que digamos: Es verdad? Al contrario, no hubo ni uno que declarase;
no, no hubo quien predijese; no, no hubo quien oyese siquiera vuestros dichos” (Is. 41:26,
VM). En este último versículo tenemos un fiel reflejo del escepticismo de los incrédulos de
hoy respecto a las profecías de Isaías.
Un detalle interesante nos brinda el historiador judío, Flavio Josefo. Él cuenta que los
judíos en el exilio de Babilonia mostraron a Ciro las profecías de la Escritura respecto a su
papel en el plan de Jehová, lo cual motivó al gobernante a cumplir lo que de él estaba
escrito: “Ciro lo leyó, y admirado de la inspiración divina, ansió cumplir lo que estaba
escrito. Reunió a los más ilustres judíos que se encontraban en Babilonia, y les dijo que los
facultaba para que regresaran a su patria y reedificaran tanto Jerusalén como el Templo de
Dios; además quería ayudarlos, y escribiría a los jefes y sátrapas de las regiones vecinas a
la de los judíos, que les entregaran oro y plata para la construcción del Templo y ganado
para los sacrificios” (Antigüedades de los Judíos 11.1.2).
Las excavaciones realizadas en Babilonia por el arqueólogo asirio-británico Hormuz
Rassam (1879) llevaron al descubrimiento de una pieza cilíndrica de arcilla, conocida como
el Cilindro de Ciro. En dicha pieza, está contenida una maravillosa confirmación histórica de
la narrativa bíblica anunciada por Isaías.
Sin duda, la profecía predictiva es una prueba convincente del origen divino de las
Sagradas Escrituras. Para más información de éste punto, también puede consultar las obras
“Profecías cumplidas por Cristo”.
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Por Josué Hernández
www.JosueEvangelista.com
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