«LA ANTORCHA EXTINGUIDA», LA BOHEMIA Y LA DISIDENCIA

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«LA ANTORCHA EXTINGUIDA», LA BOHEMIA Y LA DISIDENCIA SEXUAL
EN ESPAÑA,
PRINCIPIOS DEL SIGLO XX
«THE UNUT TORCH>>, BOHEMIA AND SEXUAl DlSSlDENCE /N SPAN AT ?HE TURN OF ?HE
TWENTIEM CENiURY
Richard Cleminson
University of Leeds
RESUMEN
Este artículo breve explora los limites de la Bohemia y sus posibles conexiones con la disidencia sexual.
Argumenta que los linderos borrosos de la Bohemia se ven refleiados en prácticas y discursos sexuales
transgresivos en España y en otros países hacia el fin de siglo y principios del siglo XX. Empleando la
noción de Foucault de la «problematización» activa de la subjetividad, el artículo explora como figuras
literarias de distinto tipo se situaban en un mundo cambiante, forzaban las fronteras de la transgresión
sexual y se imaginaron otras formas de vivir las sexualidades como una práctica que forjaría nuevos
tipos de relaciones entre los seres humanos.
Palabras clave: disidencia sexual, Bohemia, homosexualidad, subietividad.
ABSTRACT
This short article explores the limits of Bohemia and its possible connections with sexual dissidence. It
argues that the blurred limits of Bohemia are reflected in transgressive sexual discourses and practices
in Spain and other countries around the fin de siecle and in the early twentieth century. Using Foucault's
idea of the active «problematization» of subjectivity the article explores how literary figures of different
iypes situated themselves in a changing world, pushed the boundaries of sexual transgression and
saw other ways of living out sexualities as a practice that would help forge new types of relationships
between human beings.
K e y w o r d s : sexual dissidence, Bohemia, homosexuality, subjectivity.
SUMARIO:
-Conexiones con la disidencia sexual.
-Prácticas y transgresión sexual. -«Problematización
activan
e >
de la subjetividad. - Las fronteras de la transgresión sexual y otras formas de vivir.
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Carmen: I'amour est enfant de Boheme
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Weininger, 2005: 2 7
Empiezo por contar una anécdota. Un amigo anglo-peruano me cuenta de un
acontecimiento acaecido en una visita reciente a Perú con su pareja. Sentados en un café en
el barrio cosmopolita de Barranco, Lima, zona de la ciudad que tiene una larga asociación
con la vida bohemia, una turista peruana, habiendo hecho sus propias pesquisas acerca
de lo que un visitante con ojo avizor pudiera encontrar en este renombrado barrio y con
guía cogida firmemente en la mano, se acerca a mis amigos y les pregunta con marcada
anticipación no ausenta de cierta timidez, «,+Son Ustedes bohemios?» Mis colegas, algo
sorprendidos pero sin poder disfrazar por completo su estupor teñido de hilaridad, contestan
«No, nosotros no somos». Por muy chistoso que este encuentro pueda resultar, nos obliga a
pensar sobre lo sustancioso o efímero de las identidades y también, de más interés para el
tema de estas Jornadas, en la dificultad de identificar quiénes son los bohemios, de dónde
vienen y qué significaban o significan.
sSerá que existen bohemios en el barrio de Barranco en Lima? $erá que tenemos
que ir a Montmartre o al Barrio Latino de París para poder ver los herederos de los y las que
llevaban este nombre antaño? Preguntas de este tipo nos hacen pensar obligatoriamente
en la genealogía de los «bohemios», en la posible relación entre estos sitios y las gentes
que podemos encontrar en ellos y los bohemios que se han analizado en estas Jornadas
que poblaron el final del siglo XIX y principios del XX. sCuáles eran, en pocas palabras, las
subjetividades que permitían que se pudieran denominar y autodenominar ciertos personajes
«bohemios» en un momento dado? 2Qué circunstancias promoverían la existencia de estas
personas?
Parece que la propia noción de Bohemia, el lugar de donde puede derivarse la
denominación «bohemio», constituye una topografía algo difusa, difícil de especificar. Según
el escritor francés Henri Murger en su Scknes de la Vie de Bohkme de 1849:
La Bohemia está limitada al Norte por la esperanza, el trabaio y la alegría; al Sur, por la
necesidad y el valor, y al Oeste y al Este, por la calumnia y el hospital. Son bohemios todos
aquellos que, arrastrados por una vocación obstinada, entran en el Arte sin otros medios de
existencia que el mismo Arte y tienen el ingenio siempre en guardia, porque su ambición les
arrastra constantemente al asalto del porvenir. Su lucha por la existencia es una obra de genio,
un problema cotidiano. [Dicenta, 1976: 13; Baldick, 1961).
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Es importante notar que los linderos de la Bohemia como forma identificable de la
vida sólo se establecen -a pesar de su indefinición- con cierta claridad en el siglo XIX. En
los años 1830 a 1840, comenzando en Francia, la «Boh&me» dio su primera aparición en
este sentido. El nuevo vocablo, según Seigel, tomaba su inspiración de la palabra francesa
común por Gitano, «bohémien», que identificaba erróneamente la provincia de Bohemia,
ahora parte de la República Checa, como la patria de los Gitanos (Seigel, 1999: 5). Para
Murger, sin embargo, era precisa una distinción más. Una cosa era el país propiamente
dicho -la Boh6me- y oIra cosa el espacio vital de la Boheme, escrito, según el mismo autor
«con acento graves (Baldick, 1961: XII), en alusión a su pobreza material y, tal vez en la
mente de este autor, moral.
Las nuevas identidades, entonces y ahora, que se plasman con características
supuestamente fijas y esenciales, se erigen en parte como función del poder que los exalta
como diferentes de las otras, reforzando la ilusión de la otredad en un tablado variopinto de
subietividades modernas. La subjetividad, no obstante, aunque creada en unas relaciones
de poder, y de acuerdo con ciertas condiciones sociales, políticas y económicas, parece
dejar más margen de maniobra que la identidad asumida -la primera invita a una práctica
más reflexiva o voluntaria que permite el cambio en las relaciones sociales (Varela, 2006),
aunque no es el equivalente de la categoría del «individuo», que «se asocia con aquella
forma de conciencia por la que nos autocomprendemos como seres únicos y singulares»
(Vázquez García, 2005: 23); las subietividades son, en las palabras de Michel Foucault,
«problematizaciones» que tienen que ver con la moral y la ética (Foucault, 2005: 1-33;
Schürmann, 1986: 296-297). Una problematización en este sentido está relacionada con
...un conjunto de prácticas que tuvieron ciertamente una importancia considerable en nuestras
sociedades: es lo que ~odríamosllamar «las artes de la existencia». Por ellas hay que entender
las prácticas sensaias ;.voluntarias por las que los hombres no sólo se fiian regla\ de conducta,
sino que buscan transformarse a sí mismos, modificarse en su ser singular y hacer de su vida
una obra que presenta ciertos valores estéticos y responde a ciertos criterios de estilo (Foucault,
2005: 9).
sSería exagerado calificar así, de acuerdo con esta argumentación de Foucault,
los bohemios con su «arte de la existencia», su «práctica sensata y voluntarian, buscando a
«transformarse a sí mismos»? N o se puede negar que ciertos bohemios intentaron vivir de
otra manera que la mayoría de la sociedad de su momento, mediante prácticas «alternativas»
de vivencia, relaciones sociales, convicción política, producción artística o literaria o
prácticas sexuales (Wilson, 2000). Estas «problematizaciones~>
o creaciokes distintas en el
comportamiento diario y hasta sexual crearían más que una mera transgresión -estas figuras
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no estaban dedicadas a transgredir, en su mayoria, ociosamente sino para ayudar a crear
una oposición tangible a las prácticas cotidianas de clases sociales despreciadas o juzgadas
como retrógradas o conservadoras, sobre todo la burguesia.
En el caso de Francia, o más concretamente París, lo bohemio y lo burgués se atraerían
o se repelerían como polos positivo y negativo. La bohemia se levanta a medida que la
burguesía se va consolidando. La burguesía miraba hacia los comportamientos clásicos y la
vieja aristocracia; la bohemia, aunque en algunos casos extraída de esta misma clase como
oposición interna externalizada, se asociaba con las formas culturales que se designaban
separadas de la academia y del clasicismo (Seigel, 1999: 8). Se asociaba, de esta manera,
tanto la disconformidad como la juventud con la bohemia (Ibídem: 19).
Por otra parte, en Rusia, un conglomerado de «bohemios soviéticos», «flappers»,
jóvenes que bailaban el foxtrot, que se vestían de acuerdo con la última moda y que escuchaban
la música jan, representaba la llegada de un modelo de consumo occidental capitalista. En
la capital soviética Moscú, el término bohemio se asociaba primero con la vida nocturna de
la calle Tverskaia a finales del período de la guerra civil y el comienzo de la Nueva Política
Económica (lbídem 1 18-119). En vez de ser antídoto u opositor a la burguesia, sin embargo,
la bohemia rusa adoptaba tradiciones de salón establecidas en la Rusia prerrevolucionaria
(Gorsuch, 2000: 1 19), constituyendo una subjetividad y práctica formadas en oposición a, o
por lo menos, en tensión con las políticas oficiales.
Mientras la Nueva Política Económica relajaba las restricciones sobre el comercio
privado, suspendía las confiscaciones de productos agrícolas en el campo y creaba un
mercado más <<libre>>
para aunar la reconstrucción en el período de postguerra civil e intentaba
crear «una revolución cultural en las relaciones sociales, en la vida cotidiana (incluyendo
los comportamientos, la vestimenta, el lenguaje y en la higiene social), en el ocio y en las
actividades de recreación además de en las relaciones de género», tales medidas exigían
ser complacientes con formas de ocio «no-comunistas», por ejemplo, el baile, la moda y la
frecuentación a los restaurantes (Gorsuch, 2000: 8-9).
La nueva apertura creó asimismo problemas de control y gobierno para los nuevos
poderes bolcheviques; squé pasaba si la juventud no respondía como debía en el forjamiento
del «hombre nuevo» y la «mujer nueva» brindada por la Unión Soviética (Gorsuch, 2000: l)?
Para finales de 1926, los jóvenes que bebían, que no acataban los reglamentos sociales o que
no pagaban sus suscripciones a asociaciones políticas fueron etiquetados de xdelincuentesn;
la sexta parte de los hombres en la cárcel estaba ahí por delincuencia y la mayoría de ellos
tendrían menos de 25 años (Gorsuch, 2000: 2). Esta situación provocó intentos de contención,
estableciéndose proyectos y análisis de la vida familiar, de escuela, de ocio y de la cultura
de la calle, por parte de científicos sociales y psicólogos soviéticos (Gorsuch,2000:3) de
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acuerdo con una estrategia de contención y control social técnico.
Estas contradicciones, tensiones y problemas de gestión de las nuevas modas resultaron
igualmente problemáticas en España a finales del siglo XIX y principios del XX (Vázquez &
Cleminson, 2003). Mientras la asociación entre España y la Bohemia podría arraigarse en
el siglo XVII, inmersa en las actuaciones de los españoles contra los holandeses y el intento
de sucesión de Bohemia de las manos españolas en 1620, (Polisensky, 1991; Kamen, 2003:
3 15-317), nosotros nos centramos ahora en unos pequeños estudios de tiempos más recientes
que creemos muestran el-tipo de problematización aludida por Foucault, en especial en
cuanto a la sexualidad. En España los artistas, literatos y poetas que asumirían su papel como bohemios
querían dejar claro que esta subjetividad no era una broma, algo llevado a fruición con
ligereza. A pesar de que el país de la bohemia no tenía ni frontera ni exigía pasaporte, Julio
Camba, escribiendo desde París, opinaba que era necesario distinguir entre los verdaderos
bohemios y los que no lo eran: «El "barrio latino" está lleno de bohemios auténticos y
falsificados [...] Lo malo que tiene actualmente el "barrio latino" es la bohemia falsificada.
iDesconfiad de las imitaciones!)) (Dicenta, 1976: 16). Lo mismo, por lo visto, ocurría en
el barrio latino de Madrid. Por esta razón, Ernesto Bark elaboró con Aleiandro Sawa un
«Reglamento» de la «Santa Bohemia», un manifiesto de 1913, justamente para delimitar
bien qué era la bohemia y quién cabía dentro (Dicenta, 1976: 17-18). Según Emilio Carrere,
en su Retablillo grotesco y sentimental:
Ya sabemos que la bohemia no es la vagancia, ni el perfil verdadero del artista bohemio
consiste en la vestimenta. Es un arranque de independencia espiritual, de inadaptación a los
ambientes ramplones y antiestéticos [...] un ansia juvenil de gozar y sufrir la vida a pleno
pulmón, en la alegre e imprevisora libertad del arroyo (Dicenta, 1976: 20).
La Bohemia estaría ~oblada,por lo tanto, de figuras artísticas, literarias, antiburguesas, pero mantendrían sus ambigüedades; serían personaies claroscuros, difíciles de
definir con exactitud que poblaban los espacios de la ciudad en una «política del espacio
social» insurgente. De amplia cabida, tendría entre sus rangos los desamparados o exiliados
de las normas societarias y, en especial, sexuales. En España la bohemia estaría asociada
además con ideologías radicales como el anarquismo -ciertas figuras anarquizantes
reivindicarían la bohemia, la bisexualidad y la revolución social como Pedro Luis de Gálvez
quien celebra su sexualidad disidente en su poema «Antinoo» (Mira, 1999: 358; iñiguez,
2001 : 245-246). Las subjetividades sexuales, en formación por estas fechas, se asomaban
y daban su «premier crin; la bisexualidad y la homosexualidad eran opciones cada vez más
visibles (para la figura del «dandy» y su ambigüedad sexual, ver Mira, 2000).
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Lo visible/invisible en el contexto de la ambigüedad o disidencia sexual se ve en
dos novelas con títulos similares pero provenientes de países distintos, separadas por poco
más de diez años. En 1935 Eduardo Zamacois publica su l a antorcha apagada, y en 1924
la escritora inglesa, Radclyffe Hall, ~ u b l i c asu The Unlit lamp [La antorcha [o lámpara] no
encendida). Las dos novelas evocan el espectro de la homosexualidad, la primera la masculina
y la segunda la femenina y la confusión o movilidad de roles sexuales y de género. La idea
de un personaie sin iluminación, apagado o no encendido, viviendo a media luz, escondido
y torturado, remitía a la idea sexológica y psicoanalítica de pérdida, de falta de utilidad
(en términos reproductivos) en los «invertidos» u homosexuales masculinos y femeninos. Si
el alineamiento entre cuerpo, deseo y sexualidad no correspondía a marcos establecidos
de acuerdo con requisitos que purgaban todo material ofensivo para una heterosexualidad
correcta, la persona resultante era explicada como desviada o invertida, un ser sucedáneo,
ficticio o medio (des)compuesto.
En la novela de Zamacois, nos encontramos con el torturado personaie de Mario
Hidalgo Quiiano, un homosexual casado con una muier heterosexual, que desde la infancia
no se sabía s i era niño o niña (Zamacois, 1935: 1 1; Mira, 2004: 200-201). Aprendemos
que le gustaban más los «toros» que las muchachas (Ibidem: 12), que «El placer místico de
sufrir le trajo un estremecimiento exquisito» (Ibídem: 25), que gusta de iugar a ser madre,
que le llaman marica (Ibidem: 62), que tiene un complejo de Edipo o «madrefalía» (Ibidem:
27) y que es un verdadero intersexual, al estilo de los catalogados en la taxonomía de
Marañón (Ibídem: 239; Marañón, 1972). Mario se da cuenta de su «inutilidad» para la
raza humana al contemplar un cuadro pintado de una escena griega en que un muchacho
desnudo pasa una antorcha encendida a otro efebo que le espera en una carrera, y olvidando
la «hermosura sexual [pasó a] reflexionar en la exégesis de aquella antorcha, de la que todos
estaban pendientes» (Ibídem: 55): el abuelo le explica que «esos muchachos que ves ahí
representan las distintas generaciones que, semejante a los eslabones de una cadena, van
formando la historia de la Humanidad» (Ibídem: 55) -una historia y una humanidad de las
que evidentemente Mario Hidalgo, descendiente sin distinciones, sin estirpe, estaría excluido.
Con embriaguez de patetismo, Mario pregunta «sY si la antorcha se apagase?» (Ibídem: 55),
exploración que merece el contundente «No puede apagarse [...] o, mejor dicho, no debe
apagarse, porque la especie humana desaparecería. La antorcha extinta simboliza la muerte,
la esterilidad, la infecundidad.. .» (Ibídem: 55-56). Cualquier identidad homosexual para los
años en que Zamacois publicó su novela y Radclyffe Hall la suya estaba todavía en forma
embrionaria, a pesar, de otras representaciones literarias anteriores (Hernández Catá, 1929;
Cleminson, 2006). Evidentemente, la cortina de hierro del franquismo arremetió contra estas
expresiones, coincidiendo con el desfase de la bohemia propiamente dicha. Novelas como El
pozo de la soledad de Radclyffe Hall tendrían que esperar algunos años más para aparecer
en castellano, publicándose una traducción en Buenos Aires y no en España, en 1955.
Todavía en Buenos Aires, en un año sorprendentemente anterior a la producción
de las varias novelas arriba mencionadas, José González Castillo escribe su obra de teatro
los Invertidos, estrenada en 1914 y representada por la Compañía Podestá - Ballerini.
Esta obra produjo airadas reacciones resultando en su suspensión después de su noventa
representación. Posicionándose en los linderos entre la decencia, la obscenidad y el afán por
la defensa de la moral y el trato científico del tema, el autor reclamaba que era necesario en
su literatura realista r e f e h e «a ese vicio» (González Castillo, 1957: solapa). Para 1914,
sin embargo, la identidad de estos sujetos era todavía de difícil precisión. Relatando el
caso de un informe médico sobre un asesino, dos de los protagonistas, Julián y Petrona
expresan, por una parte, su fascinación (Julián), con las nuevas teorías contenidas en el
informe originalmente redactado por su padre, el Dr. Florez, que el hiio está copiando y, por
otra parte, su perplejidad (Petrona), con las nuevas denominaciones por algo muy viejo. La
conversación va así:
PETFNA. - [...] &Y pá qué es ese informe?...
JULIAN. - Un informe médico sobre un asesino...
PETRONA. eSí?... &Algún loco?...
JULIÁN. - N o... Peor que eso... un hermafrodita... &Usted sabe lo que es un hermafrodita?
(Leyendo) Un acaso de inversión sexual con anestesia congénita».
PETRONA. Qué sé yo. .. Si no me habla en cristiano no le v' y a entender ...
JULIÁN. - Pues un... cómo le diré... un individuo que es la vez hombre y muier...
PETRONA. - iAh! ... Un manflora... ¡bah! ... Los médicos y los procuradores siempre le han de
inventar nombres raros a las cosas más sencillas ... En mis tiempos se les llamaban mariquita,
no más, o maricón, que es más claro ... Pá que tantos términos... ¡YO he conocido más de
cien! ...(Gonzólez Castillo, 1957: 10).
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Tal ambigüedad sexual y proliferación de términos sería más corriente en la España
de los años 20. N o llegaría a la «transformación sexual» o transexualidad de Crlando en la
novela de Virginia Woolf, que tampoco se publicó en su fecha en España -más temprano
en Buenos Aires, otra vez (Woolf, 1937), pero si, como ha detallado Nerea Aresti en estas
Jornadas, hubo problematizaciones del sexo y de la sexualidad en España entre ciertas
mujeres y se establecía una asociación entre otras prácticas sexuales y la bohemia en este
periodo.
Está bien documentado el mundo bohemio del cuplé en España a principios del siglo
XX (Salaün, 1990). Uno de los personaies más conocidos de este mundo era el novelistacupletista Alvaro Retana, una figura que ha merecido bastante atención en los últimos años
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(Salaün, 1990; De Villena, 1992; De Villena, 1999; Cruz Casado, 2001 ; Cleminson &
Vázquez García, 2000; Cleminson & Vázquez García, 2006). En su novela de 1933, A
Sodoma en tren botijo, Retana, en estilo parecido a González Castillo, ataca la censura
que le acusa de aprobar el comportamiento de los caracteres de sus novelas; la mera
presentación, protesta el autor, del vicio no significa que uno lo aprueba, aunque sabemos
que Retana está sonriendo al lector y burlándose de la moral al decirlo. Sería imposible, el
autor prosigue, subestimar el peligro supuesto para los jóvenes por parte del «tercer sexo».
En el curso de la novela, sin embargo, poco a poco, como en un tren lento, el protagonista,
Nemesio, un mozo de clase alta almeriense, se escapa de su tierra natal para inmiscuirse
en el mundo de la homosexualidad aristocrática en Madrid. Aquí, encuentra un mundo de
fiestas de cócteles, un mundo en que los hombres tienen a la vez «queridos» y «queridas»;
se habla de los que «son así» y que pertenecen al «tercer sexo». Retana es un ejemplo de
carácter que, gozando y aprovechando de la ambigüedad sexual del momento, el mundo
del cuplé y la distensión de las normas de género y de ocio, paradóiicamente en el período
de una dictadura y luego durante la Segunda República, logra abogar por una subjetividad
que rechaza los esencialismos del sexo y de la sexualidad. En sus novelas reina a menudo
una bisexualidad campante y sin problemas; hasta cierto punto podemos conceder que es
un posicionamiento ético, una problematización del mundo en que le tocó vivir y de la
sexualidad predominantemente heterosexual del momento.
Un último ejemplo, nos servirá como pincelada final de este mundo de ambigüedad
sexual que hemos sugerido, mantenía sus lazos con un mundo ampliamente definido como
«bohemio». El literato Rafael Cansinos-Assens publica en 1920 una sorprendente tesis que
sugiere que las diferencias entre los sexos proceden a la disolución mediante la cópula;
las características de los hombres y de las muieres se funden y se cruzan (Cansinos-Assens,
1920). La homosexualidad se entiende como deseo de superar el antagonismo de los sexos,
un anhelo a la dualidad armónica o superada, simbolizada por el ángel, el andrógino o
el hermafrodita «vagos seres ambiguos», o «seres asexuados~(Ibídem: 161). Estos seres,
el resultado de una «desencialización» de los sexos, se conformarán artísticamente como
expresión de una vida foriada por la existencia: ~Andróginosy hermafroditas, tienen una
realidad decorativa y antes pertenecen a la estética que a la biología» (Ibídem: 165). Son
seres que ponen en funciones una chresis, o uso de los placeres, estética y a la vez ética
(Foucault, 2005: 56-58). Tal estado de las cosas un día desembocaría en un horizonte de
disolución sexual de la que aprobarían muchos bohemios: «Acaso la Humanidad futura va
a reposar de sus luchas genésicas en un cándido estado de hibridismo, y van a triunfar los
serenos andróginos, y va a perpetuarse con un sentido plácido el efímero abrazo de las
cópulas» (lhídem: 236-237).
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Recibido el 26 de mayo de 2006
Aceptado el 4 de iunio de 2006
BlBLlD [1139-1219(2007)10:51-60]
Dossiers Feministes,
10,2007,5 140.
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