I TEÓRICO: 3 FECHA: 19 DE ABRIL DE 2006 PROFESOR

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MATERIA (049): PSICOANÁLISIS FREUD - CÁTEDRA: I
TEÓRICO: 3
FECHA: 19 DE ABRIL DE 2006
PROFESOR: OSVALDO DELGADO
Hoy nos vamos a adentrar específicamente en las neuropsicosis de defensa. Vamos a
trabajar con tres textos, “Las neuropsicosis de defensa” de 1894, “Nuevas puntualizaciones
sobre las neuropsicosis de defensa” de 1896, y el “Manuscrito K”.
En el teórico de la semana próxima vamos a continuar el trabajo sobre estas
neuropsicosis de defensa con la correspondencia a Fliess: la Carta 52 y el escrito “Sobre la
psicoterapia de la histeria”.
El título mismo del primer texto que trabajaremos hoy se puede prestar a cierta confusión.
Cuando Freud se refiere a las neuropsicosis de defensa no lo hace exclusivamente para el
campo de la psicosis. Es el trabajo respecto a dos tipos clínicos de la neurosis: la neurosis
obsesiva y la neurosis histérica, y dos tipos clínicos del campo de la psicosis: la paranoia y
la melancolía. En ese momentos Freud aún lo agrupa de este modo, pero recuerden que el
tipo clínico que llamamos neurosis obsesiva e histeria pertenecen al campo de la neurosis y
no de las psicosis. Justamente vamos a ver la diferencia importantísima que hay entre el
ordenamiento del campo de la neurosis y el del campo de la psicosis.
Son textos estos iniciales de Freud. Lo que formula en esos textos y en ese manuscrito
es un avance enorme para poder pensar los tipos clínicos a lo largo de su obra y en la
actualidad. Cuestiones centrales en estos textos que es importante tenerlas en cuenta
cuando pensamos el campo de la psicosis y de la neurosis.
Freud produce un salto fundamental en relación con lo que le debe a sus maestros.
Incluso a esta suerte de maestro y par que era Breuer. Pero es el punto donde Freud ya se
separa, va mas allá de ellos e implica una construcción absolutamente nueva.
Primero tenemos que establecer una diferencia central. Freud arriba al trabajo de las
neuropsicosis de defensa al mismo tiempo que va desarrollando lo propio de la neurosis de
angustia. Entonces para un ordenamiento lo primero que debemos hacer es poner en
contrapunto neuropsicosis de defensa con neurosis de angustia. La neurosis de angustia es
un modo de padecimiento por ausencia de mecanismo psíquico. Se produce neurosis de
angustia cuando lo que Freud llama la tensión sexual orgánica –para nombrarla de ese
modo–, no accede a articularse con los representantes psíquicos. Hay un fracaso en la
articulación de los representantes psíquicos y esa cantidad. A esa cantidad, esa tensión
sexual orgánica –que Freud llamará de diferentes modos–, fracasa en su articulación con la
cadena de representantes psíquicos. Entonces la primera teoría de la angustia en Freud: la
transformación de una energía sexual que no se articula a los representantes psíquicos se
transforma en angustia. Veremos la importancia de esto.
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Freud hace descripciones para poder situar algo de esto pero hay que ir tomando los
contrapuntos que él mismo hace en el desarrollo. Incluso llega a comparar el estado de
angustia con un acto sexual por la agitación, la transpiración, etcétera, como si fuera una
metáfora del estado de angustia. Pero no se trata radicalmente de esto. Se trata de un
problema mayor que tiene que ver con que la constitución misma del sujeto para el
psicoanálisis: no todo el monto de afecto, la tensión irreductible, no todo se articula a los
representantes psíquicos. Hay algo que permanece sin articulación.
Entonces primer contrapunto: las neuropsicosis de defensa –tanto del tipo clínico de la
neurosis como de la psicosis– se diferencian de la neurosis de angustia.
A su vez Freud va a diferenciar a la neurosis de angustia como tal del estado de angustia.
El estado de angustia es un momento, por eso dirá que responde a un golpe en un
momento. De ese modo podemos encontrar estado de angustia en el marco mismo de las
neuropsicosis de defensa. Estas últimas en Freud son crónicas.
Entonces tenemos la diferencia neuropsicosis de defensa-neurosis de angustia marcando
esa diferencia entre las últimas y el estado de angustia. Para decirlo con palabras de la
actualidad el estado de angustia es por ejemplo es el ataque de pánico. Es un momento que
puede durar un día, una semana, un año pero no es crónico como el tipo clínico neurosis o
el tipo clínico psicosis.
¿Tanto la neurosis como la psicosis son crónicas? Lo vamos a ver en el curso del año,
pero adelantemos que se puede ser neurótico, psicótico o perverso. No hay otra posibilidad.
Ninguno de los que estamos aquí puede decir soy del cuarto tipo. Hay tres: neurosis –con
sus vertientes obsesiva compulsiva, histérica, fóbica, las tres grandes neurosis–; el campo
de la psicosis –esquizofrenia, paranoia, melancolía, psicosis maníaco-depresiva (bipolar),
neurastenia, etcétera–; y el campo de la perversión con sus vertientes. El campo de la
perversión tampoco es un campo unificado: hay sadismo, masoquismo, voyeurismo,
exhibicionismo, etcétera pero sí es crónica.
Luego retomaré el retorno de los representantes y de las voces en la psicosis.
Entonces ubicamos una primera diferenciación.
La segunda diferenciación ya dentro del campo de aquellos modos de padecimiento que
sí tiene relación y articulación con los representantes psíquicos. O es padecimiento por
ausencia de mecanismo psíquico, por ausencia de que la tensión sexual orgánica se articule
a un representante psíquico y se transforme en libido –dice Freud tempranamente. La libido
es esa tensión sexual o fuerza constante articulada a los representantes psíquicos, es un
nombre de la sexualidad articulada a los representantes psíquicos. La cuestión de la libido
se relaciona con las neuropsicosis de defensa pero en el campo de estas patologías de la
defensa hay una diferenciación interna: neurosis y psicosis.
Lo primero a tener en cuenta –lo voy a desarrollar hoy y la próxima la clase–, es la
defensa respecto a la representación inconciliable.
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El campo de la neurosis se define porque la defensa opera separando el representante
psíquico del monto de afecto. El representante psíquico es inconciliable para el yo porque –
diremos en principio– en su relación este representante psíquico con el monto de afecto
implica una tensión irreductible. Lo que hace la defensa en el campo de la neurosis es
separar el representante del monto de afecto. Es la operación de la defensa respecto de las
neurosis –obsesión, histeria y no toma hoy a propósito la fobia. En el marco de las neurosis,
la defensa opera separando el representante del monto de afecto. En la histeria el monto de
afecto toma el cuerpo, eso se llama conversión. En la neurosis obsesivas, ese monto de
afecto carga otra representación por desplazamiento.
Esto es un anticipo fundamental de lo que Freud desplegará mucho más tarde en el
“Hombre de las Ratas” especialmente respecto a la neurosis obsesiva y la sexualización de
los pensamientos. El obsesivo se satisface pensando.
En la neurosis en cualquiera de sus dos formas separa representación de monto de
afecto: en la histeria el monto de afecto toma el cuerpo –es la conversión histérica–, en la
neurosis obsesiva el monto de afecto se desplaza hacia otro representante psíquico
cualquiera en el sentido de otro.
Para el campo de la psicosis propiamente dicha la defensa opera expulsando del campo
de las representaciones a un mismo tiempo y unidas la representación y el monto de afecto.
Aquí trabaja fundamentalmente paranoia y melancolía desplegando más la paranoia, incluso
en 1896 hay un caso clínico fantástico. Entonces, la defensa opera no separando
representación de monto de afecto sino expulsando tanto la representación como a su
monto de afecto, fuera del campo de los representantes psíquicos.
Esto es fundamental para lo que trabajarán en Psicopatología y en Clínica de adultos,
porque el estatuto de esta expulsión va a dar cuenta de que no hay retorno de lo reprimido.
No sólo en la elaboración de Freud sino también en la de Lacan y posteriormente.
Cuando hay represión de una representación inconciliable hay retorno de lo reprimido, lo
reprimido retorna o como conversión o como pensamiento cargado en el campo de la
obsesión. En cambio, en la psicosis no hay retorno de lo reprimido porque no hubo
represión, ha sido expulsado. El retorno que se juega en este campo tendrá características
distintas. Lacan lo llama retorno en lo real, por eso se presenta el reproche.
Por ejemplo que en la neurosis obsesiva esta siempre presente, pero en la psicosis el
sujeto en lugar de reprocharse por sus modos de satisfacción desviados lo coloca por
proyección en otro: es el otro que lo acusa no es su propia instancia psíquica que lo acusa
que lo culpabiliza de un modo de satisfacción desviado. Es un dato fundamental ubicar si un
sujeto se reprocha, si se siente o no culpable por un modo de satisfacción, para establecer
un diagnóstico diferencial. En el campo de la paranoia no hay una mortificación por el
reproche sino que es otro el que lo acusa y alucina voces que le hablan también
acusatoriamente.
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Con esto marco el mapa de la cuestión. Vamos despacio, esto que voy diciendo también
les va a ordenar y facilitar la lectura. Pongan en contrapunto neurosis y psicosis; dentro de
las neurosis la obsesión y la histeria; la neuropsicosis y la neurosis de angustia.
Vamos a la cuestión nuclear de lo que quiero transmitir antes de comenzar con los textos
mismos. La fórmula canónica de la formación de las neuropsicosis que encontramos
fundamentalmente en el “Manuscrito K” (p.262). Con esa fórmula da cuenta de la trayectoria
de la enfermedad en las neurosis de represión en general.
Freud dice al final del texto del 1894 sobre “Las neuropsicosis...”:
“Por último, expondré en pocas palabras la representación auxiliar de la que me he servido en
esta exposición de las neurosis de defensa. Hela aquí: en las funciones psíquicas cabe
distinguir algo (monto de afecto, suma de excitación) que tiene todas las propiedades de una
cantidad –aunque no poseamos medio alguno para medirla–; algo que es susceptible de
aumento, disminución, desplazamiento y descarga, y se difunde por las huellas mnémicas de
las representaciones como lo haría una carga eléctrica por la superficie de los cuerpos.
Es posible utilizar esta hipótesis, que por lo demás ya está en la base de nuestra teoría de la
‘abreacción’, en el mismo sentido en que el físico emplea el supuesto del fluido eléctrico que
corre. Provisionalmente está justificada por su utilidad para resumir y explicar múltiples estados
psíquicos.” (p.61)
Es la misma formulación de la que les hablé en el teórico anterior en relación con lo que
Freud denomina una fuerza constante. Cuando hablamos de una fuerza constante y
llamamos a eso sexualidad no nos referimos a la genitalidad. Hay una definición distinta de
sexualidad en estado práctico que es el antecedente del concepto de pulsión, concepto que
define el campo propio del psicoanálisis: si quitamos el concepto pulsión el psicoanálisis se
desarma como construcción teórica. Es un concepto fundamental que está en los
fundamentos mismos de la invención del psicoanálisis.
Sin el concepto de pulsión se desarma todo, sin el concepto de pulsión no podemos
hablar de síntomas, de fallidos, de sueños, de vida amorosa, de efectos de masa, de
neurosis, de psicosis...
La fuente constante o la fuente independiente de desprendimiento de displacer anticipa
este concepto fundamental del psicoanálisis. Hay una fuente independiente de
desprendimiento de displacer. ¿Independiente de qué? Es un lugar de perturbación
independiente del principio de constancia y del principio del placer, de la tendencia al
equilibrio
homeostático
del
aparato,
de
las
representaciones
psíquicas,
de
los
acontecimientos traumáticos acontecidos. Es la hipótesis auxiliar dice Freud y auxiliar no
quiere decir que es secundaria sino todo lo contrario. Sin esa hipótesis él no hubiera podido
construir nada de lo que construyó en estos textos, porque es el núcleo mismo de toda la
cuestión.
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La defensa primaria, la secundaria, la que opera para la neurosis y la que opera para el
campo de la psicosis, la defensa y todo lo que se origina a partir de ella, los síntomas
primarios, los modos de retorno eso que ha sido reprimido por la defensa, el fracaso de la
defensa, los modos de fracaso en la medida que no es exitosa, el caso paradigmático de la
neurosis obsesiva: opera la defensa, separa representación de monto de afecto, el monto de
afecto carga otra representación, hay síntoma primario, el reproche con el recuerdo, retorna
lo reprimido, producción de síntomas, producción de síntomas secundarios, ceremoniales,
rituales, etc. no se termina de tramitar ese exceso de cantidad en el aparato psíquico, esto
insiste. La defensa fracasa.
La defensa y todo ese aparataje que le continúa que enumeraba recién, son respuesta a
la dimensión perturbante de esa fuerza constante, de esa fuente independiente de
desprendimiento de displacer. ¿Qué quiere decir respuesta? Es un intento vía los
representantes psíquicos para tratar lo perturbante de esa fuerza.
Como pueden ver en los textos, la represión de ese representante psíquico que entra en
contradicción forma lo que Freud llama grupo psíquico separado. ¿Separado de qué? De la
conciencia. Esa representación inconciliable–en las neurosis– es reprimida bajo el modo de
separar representante y monto de afecto produciendo ese grupo psíquico separado que es
el anticipo del concepto de inconsciente.
El inconsciente mismo en el campo de la neurosis es una respuesta. En relación con la
psicosis tomamos la que Freud toma como modelo que es la paranoia con su equivalente
que es la construcción delirante. El delirio en un psicótico es un intento particular de
articulación de esa fuerza constante con los representantes psíquicos.
Cuando Freud trabaje más adelante neurosis y psicosis va a situar para la psicosis un
primer momento de irrupción absoluta de esta fuente independiente de desprendimiento de
displacer y un segundo momento que llamará intento de curación, de autocuración por parte
del sujeto psicótico que es la construcción delirante. El psicótico se auto cura vía el delirio,
porque el delirio es una articulación entre lo que aquí estamos llamando fuente
independiente de desprendimiento de displacer y la cadena de representantes psíquicos.
El síntoma en los neurótico es una articulación de representantes y la fuente pulsional. Su
equivalente en la psicosis es la construcción delirante –entre otras formas–, quizá la más
lograda como auto curación.
El delirio del psicótico es una articulación diferente a la solución de la neurosis. Aquellos
que vayan a las Presentaciones de enfermos en el hospital Álvarez lo verán, se confrontarán
en las entrevistas con el valor que tiene la construcción delirante y cómo el analista que
realiza la entrevista no conmueve eso, no lo ataca; más bien trata de preservarlo porque vía
la construcción delirante ese sujeto ha tenido la posibilidad de hacer su vida digna, es el
punto donde se las ha arreglado por su cuenta. El psicótico no necesita a los analistas se las
arregla por su cuenta. Del mismo modo que los neuróticos no necesitan del analista para
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construir sus síntomas. Claro que después dentro del dispositivo analítico pasan otras cosas
con ese mismo síntoma pero vamos a decirlo así para empezar.
Entonces, si no existiera esa fuente independiente no habría motivo para la defensa, ni
para todo lo que ocurre a partir de ahí. Tenemos que partir de ahí porque presten atención a
algo que dice Freud: nos habla de experiencias sexuales prematuras traumáticas siempre a
partir de una persona mayor. En ese momento esa experiencia deja una marca pero no
aparece ahí el displacer. Luego de un momento que Freud llama latencia, en la pubertad se
produce un resurgimiento de las fuerzas de la sexualidad.
Lo importante aquí no es la cuestión de la latencia como tal –no se trata de ninguna
cuestión evolutiva ni de desarrollo– sino que se trata de una cuestión lógica. Hay un primer
momento donde acontece esto, luego viene un momento de impasse –sin ese momento de
impasse no se produciría ese enganche del segundo momento con el primero–; luego de la
pubertad. Quiero que quede claro que hablar de pubertad, de latencia, etcétera, son figuras
de las que Freud se vale para tratar de dar cuenta de una lógica no es que ocurra
evolutivamente. Freud hecha mano a figuras para tratar de darse cuenta él mismo y tratar de
explicar todo esto pero por sobre las figuras hay una lógica rigurosa. Luego de ese impasse,
de esa escansión, de esa interfase entre el acontecimiento traumático de la infancia y una
representación que pasa a ser inconciliable porque entra en conexión con la marca que dejó
el acontecimiento traumático –lo pueden ver en los casos clínicos que Freud trabaja y que
vamos a ver la clase que viene–, se produce el displacer, es en ese segundo tiempo que se
produce un displacer mayor que el que produjo en su momento.
Por dos razones: por ese salto temporal y por la fuente independiente de
desprendimiento de displacer se vuelve intolerable la representación.
¿Dónde nos queda, entonces, el acontecimiento traumático? Los pacientes le relatan que
han sido abusados o seducidos sexualmente. En la histeria en forma pasiva mientras que en
la neurosis obsesiva en un primer momento es pasivo y en un segundo momento –que es el
verdaderamente causal– él es el que realiza una acción sexual contra otro en la que obtiene
un placer en exceso, aparece entonces el reproche por haber realizado esa acción. Aunque
Freud está tratando de fundar la cuestión en el acontecimiento traumático, luego lo
despejará ya que se pregunta cómo es posible que todos le cuenten la misma historia: que
han sido abusados sexualmente en su niñez, etcétera, etcétera. Allí entrará el concepto de
fantasía. Dirá que no es real, que no sucedió pero que tiene verdad psíquica porque es una
construcción propia.
Entonces, ¿cuál es el valor de ese acontecimiento a la luz de los desarrollos de Freud?
¿Por qué todo se dispara de allí? Si no tuviera la hipótesis de que hay una fuente constante
de desprendimiento de displacer ¿cómo remitir a que todo surge de esos acontecimientos?
En verdad –más aún hoy en día– muy difícilmente los neuróticos cuando vienen a consulta
relatan que tal o cual modo de satisfacción sexual o elección amorosa está marcada por un
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momento contingente en su infancia. En general esto más bien lo encontramos en pacientes
homosexuales.
Saben que la homosexualidad no es una categoría clínica como estructura:
homosexualidad neurótica, perversa o psicótica. Que alguien que diga que es homosexual
no dice nada, no sabemos de qué se trata. Pero en general en su relato son los
homosexuales los que siempre ubican un supuesto lugar de causa de su orientación sexual
a partir de un acontecimiento: un tío, un primo mayor, un vecino que los inició. Un encuentro
contingente que fijo de una vez y para siempre su conducta sexual en la vida.
No hay que creer en esto porque es una novela, un sentido que el sujeto se trata de dar
acerca de por qué a hecho la elección que ha hecho, trata de darse un sentido.
Entonces ¿cuál es el valor estructural al que se refiere como acontecimiento sexual
prematuro traumático? Uno, que responderá posteriormente son las construcciones
fantasiosas de los pacientes como intento de dar cuenta de una contingencia en su vida
infantil que marcó un modo de satisfacción.
¿La representación es inconciliable con el yo por una cuestión moral? Freud dice en
estos mismos textos que la moral abreva en la fuente pulsional misma. Incluso recuerden
que el síntoma primario de escrupulosidad de la conciencia moral en la neurosis obsesiva es
un producto directo de la fuente de desprendimiento de displacer. La moral misma es un
modo de satisfacción pulsional. Les puede resultar extraño pero hay personas que se
satisfacen siendo escrupulosos moralmente, prolijos, ordenados, pulcros y se satisfacen. No
es una vida muy divertida estar satisfaciéndose en ser absolutamente escrupuloso. Pero hay
muchas personas que se satisfacen con eso. A la histeria le resulta un poco raro esto: cómo
es que pueden satisfacerse con eso y no con la parálisis de una mano o con un sueño
diurno, un sueño amoroso.
¿Por qué? Porque los síntomas que se producen efecto de la defensa hablan
desfiguradamente por desplazamiento, por conversión, etcétera. Hablan, gritan una verdad.
La verdad en esta época de un acontecimiento, es la verdad de que el sujeto tuvo
satisfacción en su niñez cuando le realizó tal acto sexual a alguien tal como se lo habían
hecho a él. Los síntomas hablan, gritan una verdad para ser escuchados. Los síntomas son
modos de gritar una verdad, de expresar una verdad aquí en esta época histórica
acontecida.
En ese gritar una verdad para ser escuchada hay un significado. Los ceremoniales,
rituales, conversiones, etcétera tienen un significado que no es una rareza. Es un texto
expresado de ese modo que contiene una verdad que se expresa desfiguradamente que
hay que escuchar porque es un texto a ser leído y descifrado.
En ese mismo gritar la verdad de que hay un significado inconsciente de eso que le
ocurre, en ese gritar la verdad hay una satisfacción. El sujeto se satisface con ambas cosas:
expresa una verdad que ha sido reprimida y como tal ha retornado. Siempre que hay
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represión hay retorno de lo reprimido, no hay represión sin retorno de lo reprimido, bajo las
formas desfiguradas. En ese retorno de lo reprimido se grita una verdad pero además de
una cuestión atinente a un significado en eso mismo hay una satisfacción: se satisface
gritando la verdad.
Por eso podemos encontrar que así como hay personas que se satisfacen con la
escrupulosidad de la conciencia moral hay personas que se satisfacen como abanderadas
de la verdad, la verdad de todas las cosas y que puede encarnar ella misma la verdad. Ser
la verdad es un modo de satisfacción.
Desde los que se satisfacen con la escrupulosidad de la conciencia moral les resulta raro.
Pueden entender que la verdad tiene alguna relación con la escrupulosidad, la conciencia
moral, pero no es exactamente, ya que incluso por la verdad pueden atentar contra la
escrupulosidad moral y para aquellos que se satisfacen con la escrupulosidad moral no hay
nada superior a la escrupulosidad de la conciencia moral, y más si se trata de una verdad
que hay que callar para mantener incólume ese modo de satisfacción.
Entonces, si aquellos sujetos que son abanderados de la verdad no entienden cómo
alguno puede no querer la verdad para satisfacerse con la escrupulosidad: todas las
historias de amor, las películas, las novelas, todo se trata de desencuentros en ese punto.
Freud en “Sobre la justificación de separar la neurastenia un determinado síndrome en
calidad de ‘neurosis de angustia’” (1894 /1895/) dice:
“El afecto –de angustia– es un estado en extremo pasajero, en tanto que la neurosis es crónica;
ello se debe a que la excitación exógena actúa como un golpe único y la endógena como una
fuerza constante.” (p.112)
Nos informa Strachey que esta referencia es una anticipación de lo que formulará veinte
años más tarde en “Pulsiones y destinos de pulsión” (1915).
La angustia como afecto es el resultado de la imposibilidad del pasaje de la excitación
sexual somática a la psique para transformarse en libido.
Por otra parte como fenómeno la angustia es pasajera. Pero la neurosis de angustia
revela que no toda la “excitación sexual somática” pasa a la psique y que puede coexistir
con las neuropsicosis (neurosis) de defensa. La neurosis de defensa es crónica, es una
respuesta a esa fuerza constante.
Esta fuerza constante que Freud presenta como hipótesis auxiliar y que llama fuente
independiente de desprendimiento de displacer en “Las neuropsicosis de defensa” (p.61). Es
independiente de la tendencia del aparato psíquico a la homeostasis, al equilibrio.
En este texto de 1894, en el “Manuscrito K” de 1895 y en “Nuevas puntualizaciones...” de
1896, Freud estudia las tres respuestas posibles a lo traumático de esa fuerza constante:
histeria, neurosis obsesiva, paranoia. Esas tres respuestas nombran la institución misma del
sujeto del psicoanálisis. Las dos primeras nombran el campo de la neurosis, la tercera al
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campo de la psicosis. Observamos a la defensa “tratando” a esa fuerza constante de modo
diverso. Por lo tanto tenemos varios problemas.
¿Lo traumático es la fuente independiente? ¿Lo traumático es el acontecimiento? ¿Qué
relación hay entre ambos? ¿Qué decide el tipo clínico: el trauma o la defensa? ¿Lo decide el
más o el menos de satisfacción? ¿Por qué el acontecimiento siempre es quedar a merced
de un adulto y no un semejante? ¿Cuál es el valor de la cuestión temporal respecto al valor
traumático? ¿Cuál es el valor de los dos tiempos y del período de latencia?
Tomemos como eje el “Manuscrito K”.
Freud habla de cuatro tipos como abreacción patológica:
1) De conflicto: histeria.
2) Del reproche: neurosis obsesiva.
3) De la motivación: paranoia.
Y agrega como cuarta:
4) Del duelo: demencia alucinatoria aguda.
Veamos los párrafos precisos:
Defensa normal al servicio de la ley de la constancia:
“Existe una tendencia defensiva normal, o sea, la repugnancia a guiar la energía psíquica de
suerte que genere displacer. Estas tendencias, que se entrama con las constelaciones más
fundamentales del mecanismo psíquico (ley de constancia), no pueden ser vuelta contra
percepciones, pues estas saben conquistarse atención (atestiguada por conciencia); sólo
cuenta contra recuerdo y representaciones de pensar.
Es inocua toda vez que se trate de representaciones que en su tiempo estuvieron enlazadas
con displacer, pero son incapaces de cobrar un displacer actual (diverso del recordado); y en
este caso, por otra parte, puede ser superada por un interés psíquico.” (pp.260-1)
Defensa nociva:
“En cambio, la inclinación de defensa se vuelve nociva cuando se dirige contra
representaciones que pueden desprender un displacer nuevo también siendo recuerdos, como
es el caso de las representaciones sexuales. Es que aquí se realiza la única posibilidad de que,
con efecto retardado (nachträglich), un recuerdo produzca un desprendimiento más intenso que
a su turno la vivencia correspondiente. Para ello sólo hace falta una cosa: que entre la vivencia
y su repetición en el recuerdo se interpole la pubertad, que tanto acrecienta el efecto del
despertar (de aquella).” (p.261)
Fórmula canónica:
“La trayectoria de la enfermedad en la neurosis de represión es en general siempre la misma.
1) La vivencia sexual (o la serie de ellas) prematura, traumática, que ha de reprimirse. 2) su
represión a raíz de una ocasión posterior que despierta su recuerdo, y así lleva a la formación
de un síntoma primario. 3) Un estadio de defensa lograda, que se asemeja a la salud salvo en
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la existencia del síntoma primario. 4) El estadio en que las representaciones reprimidas
retornan, y en la lucha entre éstas y el yo, forman síntomas nuevos, los de la enfermedad
propiamente dicha; o sea, un estadio de nivelación, de avasallamiento o de curación deforme.
Las diferencias principales entre las diversas neurosis se muestran en el modo en que las
representaciones reprimidas retornan; otras se muestran en el modo de la formación de
síntoma y del decurso. El carácter específico de las diversas neurosis resida, empero, en cómo
es llevada a cabo la represión.
El proceso más transparente es para mí el de la neurosis obsesiva, porque ha tomado mejor
noticia de él.” (pp.262-3)
Ahora bien, tenemos una representación inconciliable ¿con qué? ¿De dónde proviene el
displacer? ¿De la vergüenza? ¿De la moral? ¿Pero si es la misma fuente independiente la
que presta fuerza a la moral?
CONTRAPUNTO DE LOS TIPOS CLÍNICOS
• Neurosis obsesiva:
- una vivencia pasiva.
- una vivencia activa.
- recuerdo-displacer, reproche.
- represión del recuerdo y el reproche.
- resto: síntoma contrario. Escrupulosidad de la conciencia moral.
- Retorno de lo reprimido. Conciencia de culpa carente de contenido.
En el estudio de la enfermedad se producen síntomas nuevos a partir de la defensa
secundaria. Por lo tanto, el fracaso de la defensa implica que la compulsión es imposible de
solucionar, de tramitar.
a) Síntoma primario: escrupulosidad de la conciencia moral.
b) Síntomas de compromiso de la enfermedad: representaciones obsesivas o afectos
obsesivos.
c) Síntomas secundarios: duda, cavilación, ceremoniales.
¿Cómo opera la defensa? Separando representación de afecto, por desplazamiento, el
monto de afecto carga otra representación.
representante inconciliable → representante secundaria → representante cargada
monto de afecto
monto de afecto
monto de afecto
• Paranoia:
- Comienza como la neurosis obsesiva pero no se forma ningún reproche, es atribuido al
prójimo por proyección.
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- La desconfianza es el síntoma primario.
- No hay separación del representante psíquico y EL monto de afecto.
- El reproche denegado retorna alucinatoriamente.
- Se produce el “avasallamiento del yo” y la nueva respuesta es una formación delirante
protectora.
- El elemento que comanda la paranoia es el mecanismo proyectivo con desautorización
de la creencia en el reproche.
NEUROSIS OBSESIVA
PARANOIA
Autorreproche
Reproche
Defensa: separación del representante
Defensa: no se produce tal separación. Hay
psíquico y el monto de afecto.
ahorro del autorreproche por proyección. Es
decir, se lo desmiente, se lo desestima.
“Falso enlace” del monto de afecto a otro
“Enlace verdadero” No se produce grupo
representante.
psíquico separado.
Escrupulosidad como resto.
Acusación persecutoria, proveniente del
exterior.
• Histeria:
- Su mecanismo particular es que la separación de la representación psíquica y el monto
de afecto.
- El destino del monto de afecto no es “cargar” otra representación –como en la neurosis
obsesiva–, sino que toma el cuerpo: conversión como síntoma.
- La vivencia es pasiva.
- Al haber un inicial avasallamiento histérico del yo ¿qué implica una histeria de terror?
La correlación, entonces en la histeria es la siguiente:
Defensa → Síntoma
Avasallamiento → Ataque
La gran pregunta ¿qué es ese “avasallamiento del yo” en la histeria diferente al de la
psicosis? ¿Cuál será el futuro conceptual de este problema? ¿Qué obstáculos clínicos
implicará? Hasta el próximo miércoles.
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Bibliografía citada
Freud, S. (1894), “Las neuropsicosis de defensa (Ensayo de una teoría psicológica de la
histeria adquirida, de muchas fobias y representaciones obsesivas, y de ciertas psicosis
alucinatorias)”, en: Obras completas, tomo III, Buenos Aires: Amorrortu editores.
-------------- (1895 /1894/), “Sobre la justificación de separar de la neurastenia un
determinado síndrome en calidad de ‘neurosis de angustia’”, en: Obras completas, tomo III,
Buenos Aires: Amorrortu editores.
-------------- (1896), “Nuevas puntualizaciones sobre las neuropsicosis de defensa”, en:
Obras completas, tomo III, Buenos Aires: Amorrortu editores.
-------------- (1896), “Manuscrito K. Las neurosis de defensa. (Un cuento de Navidad)”, en:
Obras completas, tomo I, Buenos Aires: Amorrortu editores.
-------------- (1915), “Pulsiones y destinos de pulsión”, en: Obras completas, tomo XIV,
Buenos Aires: Amorrortu editores.
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