El curioso caso del general Mur y su yerno filipino

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San Lorenzo Diario del AltoAragón - Martes, 10 de agosto de 2010
El curioso caso
del general Mur y
su yerno filipino
Por Carlos BRAVO SUÁREZ
PROFESOR DEL I.E.S. BALTASAR
GRACIÁN DE GRAUS
H
ACE algún tiempo escribí en
este mismo diario un largo
artículo, publicado en dos entregas, sobre algunos de los personajes más ilustres que a lo largo de
la historia han nacido en la villa
ribagorzana de Graus. En él mencionaba, casi de pasada y sólo citándolo por su nombre, al militar
Esteban Mur Martínez, que vivió
entre la segunda mitad del siglo
XIX y la primera del XX y alcanzó
el grado de general.
Un tiempo más tarde me abrí
un blog donde colgué muchos artículos que había escrito hasta entonces y al que voy sumando los
que publico con regularidad en
este diario. Entre los primeros, figuraba el titulado “Algunos grausinos ilustres” al que me acabo de
referir. Hace cosa de un año, primero en este artículo y después en
el último añadido al blog en aquel
momento, encontré sendos comentarios del señor Victorino Manalo. El primero estaba escrito en
inglés y el segundo en un español
algo arcaico e inseguro. En ellos, el
señor Manalo me decía que escribía desde Filipinas y me solicitaba
amablemente la información de la
que yo dispusiera sobre el general
Mur Martínez, quien según afirmaba era su bisabuelo. Llevaba
tiempo buscando sin conseguirlo
noticias históricas sobre él y se lamentaba de que en su país mucha
documentación hubiera sido destruida durante la Segunda Guerra
Mundial. En ambos comentarios,
el señor Manalo dejaba su dirección de correo electrónico para
que yo pudiera ponerme en contacto con él.
Así lo hice, indicándole que
debía buscar entre mis papeles
las informaciones que tenía sobre el general Mur Martínez, cuya procedencia no recordaba en
ese momento, y que en cuanto las
encontrara se las enviaría sin dilación. En su respuesta, el señor
Victorino Manalo me proporcionaba los datos de los que él disponía sobre su bisabuelo. Me decía
que Leonor Mur, hija del general
grausino, se había casado en 1893
en Barcelona con su abuelo Felino
Cajucom, un filipino natural de la
provincia de Nueva Écija que había viajado a España formando
parte de un grupo de jóvenes nativos enviados a nuestro país para
realizar estudios. Hay que recordar que en aquella época las islas Filipinas eran todavía una de
nuestras últimas colonias de ultramar. Como es sabido, el lejano
archipiélago asiático y las posesiones americanas de Cuba y Puerto
Rico, únicos vestigios del gran imperio español, se perdieron definitivamente en el año 1898.
Al señor Manalo le parecía una
cosa maravillosa que un nativo filipino se hubiera casado con una
mujer española. La pareja, según
me decía, se había trasladado a Filipinas tras su matrimonio en Barcelona. Sin embargo, poco tiempo
después, entre 1896 y 1898, se
produjo la rebelión isleña contra
el dominio español. En esos años,
Felino Cajucom se convirtió en
uno de los generales del ejército
revolucionario filipino que lucharon contra las tropas españolas. Y
ahora llegaba la cuestión más importante para el señor Victorino
Manalo: según creían sus familiares era muy probable que el general Mur Martínez hubiera estado
en esos años en las Islas Filipinas
luchando contra los rebeldes. De
ser así, suegro y yerno habrían
combatido en bandos enfrentados
durante aquel violento conflicto.
Y eso era lo que él quería saber con
seguridad y para lo que reclamaba
mi ayuda y colaboración.
Tras recibir su interesantísimo
correo, me puse de inmediato a
buscar más a fondo entre mis papeles. Tal y como creía, encontré
información sobre el general Mur
Martínez en unos apuntes mecanografiados sobre la historia de
Graus que hacía unos años me
había facilitado el señor Juan José Arenas Gambón. El señor Arenas, con quien en aquel tiempo
establecí una relación intelectualmente muy fructífera, es nieto de
Marcelino Gambón, amigo y brillante discípulo de Joaquín Costa
y fundador y primer director de la
centenaria publicación escrita “El
Ribagorzano”. Desgraciadamente,
el señor Arenas es hoy un anciano
enfermo alejado de cualquier relación social, pero durante buena
parte de su vida ha sido un hombre estudioso y gran conocedor de
la historia de la villa de Graus. En
sus apuntes encontré algo más de
dos caras completas de un folio
dedicadas al general Esteban Mur
Martínez. Las leí con atención, las
escaneé y, por correo electrónico,
se las envié al señor Manalo.
En esas informaciones, en resumen, podía leerse que Esteban
Mur Martínez había nacido en
Los últimos de Filipinas
Graus a mediados del siglo XIX en
el seno de una familia humilde.
Como otros muchos en su tiempo,
entró en el ejército para intentar
mejorar su situación económica y
las escasas expectativas de futuro
que le ofrecía su pueblo natal. El
joven logró ir ascendiendo trabajosamente en el escalafón militar a
lo largo de su dilatada carrera. Fue
destinado primero a Cataluña y en
esa región participó en algunas escaramuzas contra la guerrilla carlista. Ingresó en el ejército colonial
y en 1879 fue enviado a Cuba donde ascendió a capitán. Regresó a
España en 1886 y fue destinado
nuevamente a Cataluña, lugar en
el que permaneció hasta 1896. En
este año fue enviado a Filipinas y
allí participó en la guerra que contra los rebeldes isleños acababa de
comenzar. Su destacado papel en
algunas acciones militares, que se
detallan en las notas citadas, le valió su ascenso a comandante. ¡Las
sospechas del señor Victorino Manalo quedaban por lo tanto confirmadas! Su bisabuelo y su abuelo,
suegro y yerno uno del otro, habían coincidido en el archipiélago filipino y habían luchado en los
dos bandos enfrentados en aquella guerra finisecular.
En los apuntes del señor Arenas se dice que el militar grausino
fue repatriado a España desde Filipinas por haber contraído una enfermedad en su larga estancia en
aquellas lejanas islas. Es de suponer que su vuelta a nuestro país
se produciría en 1898, coincidiendo prácticamente con el final del
conflicto y la derrota definitiva
del ejército español. Esteban Mur
fue destinado de nuevo a Cataluña, donde alternó estancias entre
Barcelona y Tarragona. Continuó
logrando sucesivos ascensos en el
escalafón militar y el 28 de junio
de 1928 fue nombrado general de
brigada de la primera reserva. Según se recoge en los citados apuntes, su permanencia en activo en
Esquela del general Mur Martínez en La Vanguardia
el ejército se prolongó durante
cuarenta y cinco años, dos meses
y dos días.
Por dos esquelas publicadas en
el diario “La Vanguardia”, que pude localizar en la hemeroteca digital de dicho periódico barcelonés,
sabemos que el general Mur Martínez murió en Barcelona el 24 de
enero de 1936. En esas notas necrológicas se cita a sus dos hijos
Ángel y Leonor y a sus hijos políticos Aurora Serra y Felino Cajucom.
Junto a los nombres de Leonor y
Felino se añade entre paréntesis
la palabra “ausentes”. La esposa
del general, Doña María Estaña de
Mur, había fallecido también en
Barcelona en junio de 1905.
Gracias a la hemeroteca digital
del citado diario catalán he podido
conocer también otros datos interesantes de la familia. En las notas
de sociedad del año 1893 se recogen la graduación de Leonor Mur
como concertista de piano en el
Liceo de Barcelona y la del joven
Felino Cajucom como nuevo licenciado en derecho. En diciembre de
ese mismo año se produjo la boda
entre ambos en la ciudad condal, a
la que siguió un viaje a París como
luna de miel. Ni el señor Victorino
Manalo ni yo hemos podido averiguar la fecha exacta de su traslado
a Filipinas, pero éste se produciría poco tiempo después, ya que
en 1896, cuando se inicia el levantamiento filipino contra la ocupación española, Felino Cajucom
Sarena es uno de sus más destacados cabecillas. La rebelión filipina
contra los españoles fue encabezada, como es sabido, por las clases más acomodadas de aquella
sociedad isleña.
Tras recibir las informaciones
sobre su bisabuelo, el señor Manalo me contestó muy agradecido
y satisfecho por tener la confirmación definitiva de que sus dos antepasados habían tomado parte en
la guerra filipina en los dos bandos enfrentados, como él y su fa-
Esquela de María Estaña de Mur en La Vanguardia
milia sospechaban desde hacía un
tiempo. En su correo de respuesta añadía otra información según
la cual sus padres creían que, en
pleno conflicto, el general Felino
Cajucom había tenido que pedir
permiso a su suegro para que las
tropas españolas dejaran pasar a
su mujer y a sus tres hijos que deseaban regresar a España.
Por otros contactos con el señor
Victorino Manalo he reconstruido
parte de la historia de su familia en
Filipinas. Después de vivir unos
años en Barcelona, en una casa de
la calle Muntaner, Leonor Mur de
Cajucom y sus tres hijos (Alfonso,
José y María) volvieron al archipiélago filipino tras la guerra contra España y la posterior invasión
estadounidense de las islas. De los
tres hijos de Felino y Leonor, Alfonso murió joven, José se casó
en Barcelona y María se casó, con
gran enfado de su padre, que intentó por todos los medios evitar
ese enlace, con un primo hermano suyo llamado Antonio Manalo.
De ese matrimonio nacieron seis
hijos: Felino, Elena, Antonio, Leonor, Basilio y María Julia. Todos se
casaron y tuvieron grandes familias, salvo Elena, que se convirtió
en monja franciscana. De los seis,
sólo Elena y María Julia siguen viviendo en la actualidad.
Basilio Manalo y Cajucom, padre de mi interlocutor Victorino
Manalo, fue un gran violinista y
un importante profesor de música en Filipinas. Realizó estudios
en Estados Unidos, fue profesor
en varias universidades filipinas,
violinista de la Orquesta Sinfónica
de Manila y director de la Orquesta Filarmónica de Filipinas. Murió
en 2008. Su hijo, el señor Victorino Manalo, ha sido hasta hace
poco tiempo director del Museo
Metropolitano de Manila, a cuya
gestión continúa ligado. Es licenciado en Humanidades y ha realizado estudios en Estados Unidos.
Es también un reputado escritor
de cuentos y ensayos que ha recibido diversos premios literarios en
su país.
De esta historia pueden extraerse al menos dos conclusiones: que
las nuevas tecnologías permiten a
veces los contactos más sorprendentes e insospechados y que la
vida de algunas personas puede
parecerse en ocasiones al argumento de una novela o una película. Como se dice con frecuencia, la
realidad puede llegar a superar a
la propia ficción. Así ocurrió en el
curioso caso del general Esteban
Mur Martínez y su yerno filipino
que acabamos de contar en estas
líneas.
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