Los testimonios orales nos han permitido reconstruir fenómenos

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 octubre‐diciembre, 2011
Tortura y represión hacia la mujer durante el Batistato Jorge Eduardo Gutiérrez Bourricaudy Los testimonios orales nos han permitido reconstruir fenómenos determinados dentro de nuestra
historia, posibilitando el rescate de una memoria histórica sobre la cual no se tiene abundante
evidencia tangible, llenando incluso aquellos vacíos existentes dentro de nuestra historiografía. Para
numerosos investigadores el valor de las fuentes orales tan polémicas por estos tiempos, más allá de
la subjetividad que la caracteriza, radica en la capacidad de la misma de reflejar y relacionar los
hechos con el contexto histórico. Es por ellos que relacionar la entrevista, con los estudios de género
no solo le brinda una riqueza inestimable a la investigación sino que posibilita una mayor
comprensión del fenómeno.
Los hechos y el contexto histórico
El reloj marcaba más menos las dos de la madrugada en el apartamento 201 de la calle paseo entre 27
y 29, se podía respirar el ajetreo conspirativo en aquel lugar que daba albergue y refugio. De repente
el rechinar de gomas en el asfalto anunciaba la llegada del peligro, tres mujeres eran sorprendidas por
numerosos agentes de la policía.
Ramón Calviño Insua, un hombre que tiempo atrás había pertenecido al movimiento 26 de julio pero
que al caer preso en la 5ta estación le vendió su alma a Esteban Ventura, y que según cuentan delató
a gran parte del clandestinaje de La Habana, ahora ejercía su represión.[1] Calviño hombre de una
gran estatura y fortaleza física, junto a otros, se abrió paso rompiendo la puerta y penetrando en el
tranquilo lugar.
La casa se encontraba habitada únicamente por tres mujeres, los agentes al entrar las agarraron por
los cabellos. M ercedita, Angelita e Hidelisa, esta última con solo 17 años, fue desnudada y
maltratada brutalmente. Le fueron arrancadas la ropa que llevaban
sin conciencia de su corta edad, la joven sangrante por las incesantes
patadas que se les propinaban no logra siquiera contener la orina, y
mediante una endemoniada coacción física era interrogada.
-Yo soy empleada de Angelita-, era su única respuesta, (Angelita era
la mayor de las tres mujeres, ya por aquel entonces tenía 48 años)
-Descarada- le gritaba Rafelito Salgado (un Chivato que había sido
compañero de lucha y que ahora pertenecía a las filas de Ventura) el
conocía de las labores revolucionaria de esta joven.
Todo sucedía muy rápidamente, Hidelisa tirada en suelo era
interrogada bajo maltrato físico, sin embargo su mirada logra escapar
al otro extremo de la sala, su percepción visualiza una antesala de lo
que les depararían los días venideros, a M ercedita con sus 26 años la estaban violando en una butaca
79 de la sala de la casa, mientras otros tiraban y registraban todo, no duró mucho tiempo cuando
encontraron alrededor de 400 balas calibre 45.
-¿Y que es esto descarada?- le decían a Hidelisa golpeándola con los saquitos en la cabeza.
Fue entonces sacada por el teniente Sánchez (no era cubano, considerado el segundo de Ventura,) y
por Calviño de la casa hasta el carro de este último, quien sin abrir la puerta del mismo introduce a
empujones a la joven por una ventanilla. Era prácticamente una niña y se encontraba desnuda
completamente, solo cubierta en sus senos por su larga cabellera, la adolescente fue llevada a la 9na
estación a solo unas escasas cuadras de allí.
En la oficina de Ventura, a donde fue llevada por el teniente Sánchez, le preguntan por M achaco,
sobrenombre con el que era conocido comúnmente Ángel Ameijeiras. La pregunta se torna
reiterativa.
-¿Tu conoces a Machaco?- insisten. La joven niega callada, entonces acuden a otro recurso, le traen
a Tony, como comúnmente era conocido José Antonio Fernández, quien ya bastante magullado por
los golpes es trasladado a la oficina y parado frente a ella.
-Ella es mi novia, pero ella no tiene nada que ver con el movimiento.- le decía Tony con voz firme y
segura a Ventura.
M as tarde aún sin poder sacarle una sola confesión, la joven es llevada a la verdadera oficina de
Ventura, quien luego de quitarse el saco blanco de Dril 100 le habla cariñosamente.
-Mira mi niña, habla, dime lo que sabes- sentado en su cómodo asiento saca un fajo de billetes de
una gaveta que advertía tener abundante dinero.
-Tú me lo cuentas todo y yo te mando para España inmediatamente, y nadie se entera de nada.- Pero
sucede lo insólito, de algún modo en un descuido, la joven logra acceder a la pistola del Hombre del
traje blanco, Ventura asustado se lanza hacia atrás del asiento pegando su espalda en la pared, no sin
antes haber avisado por un interruptor a sus hombres, la pistola, una 45 americana, tenía el seguro
puesto, no se logra ejecutar el disparo, e inmediatamente entran numerosos hombres y la desarman a
golpes. Ventura intenta reponerse del susto.
-Háganle de todo menos matarla.- Era la orden del celebre criminal. Ya para entonces la joven era
llevada al cuarto de torturas.
Hidelisa fue violada varias veces, el desmayo se apoderaba en numerosas ocasiones de la joven
desnuda y llena de sangre, quien luego de tanto maltrato físico fue trasladada a un sótano grande
donde encerraban a los presos, allí pudo encontrar muchos de sus conocidos en las mismas o perores
circunstancias, desalentados, esperando lo peor y sin saber cual sería el desenlace de cada cual.
Siempre hubo quien le brindó a la hermosa muchacha algo de abrigo para tapar su desnudes.
M ientras Hidelisa estaba declarada como desaparecida, se encontraba presa y era el número 33 de los
prisioneros, el mismo número con que casualmente se les llamaba a los chivatos, pues 33 pesos eran
lo que les pagaban por sus delaciones.
Sus 32 compañeros de encierro -todos hombres- trataban de no mirarla para mitigar su vergüenza. A
su llegada, alguien le dio una camisa para que se cubriera, pero los esbirros la destrozaron y se
llevaron al que se había atrevido a protegerla. Nadie volvió a verlo.[2]
80 Por esos días a Esteban Ventura lo habían ascendido a comandante, y resulta algo asombroso pues en
solo dos años fue ascendido de capitán a comandante y luego de estos sucesos prácticamente en un
acto seguido, a coronel de la Policía Nacional batistiana y establecido, como cuartel general para sus
fechorías, la 5ta y 9na estación de la policía en la Habana.[3]
Una de esas noches fue sacada de su encierro a golpes, seguía desnuda pues así la querían, la
montaron nuevamente en un carro que luego se trasladaría al Cementerio, el automóvil entra por la
entrada trasera de Colón, M irabal manejaba, Vergara y Pantoja también se encontraban en el carro y
en la oscuridad inmensa de la noche la sacan a del vehículo y entre amenazas la tiran sobre una
tumba.
Una pistola es rastrillada.
-Corre hija de puta, corre- le dicen con el arma en la mano.
-Corre que los muertos no sienten- sin embargo ella rendida en el suelo lloraba sin moverse, llena de
temor y de debilidad, pensando que hasta aquí había llegado. Pero tal inmovilidad sorprende a sus
agresores quien insólitamente la devuelven al carro no sin darle otra tunda de golpes en el transcurso
del viaje.
Al 5to o 6to día de encierro y torturas fue llevada por Pantoja y por M irabal al SIM , cada instante
pensando que sería el último se orina en el carro, este último con sus características de hombre
abusivo le propina otra de las frecuentes tandas de golpes por ensuciar su auto.
En el SIM logra ver a Angelita, M ercedita, Josefina, M aría una negra de 60 años quien más tarde va a
ser trasladada por M enocal a otro sitio, y muchísimas otras mujeres al lado del cuarto de torturas. Por
esos días el SIM era dirigido por Irenaldo García, hijo del conocido y sanguinario Pilar García
asesino de los asaltantes del cuartel Goicuria.
Ya en el SIM , se pudo bañar, alguien le ofreció algunas prendas que la lograban vestir a medias. Las
tres de paseo, así es como eran llamadas ella y sus amigas allí, fueron llevadas a un cuarto donde se
encontraba un cura, quien les habló de las gestiones que se estaban haciendo para su salida, aunque
no se sabía exactamente si iban para la cárcel o para donde irían. De todas, Hidelisa era la única
menor de edad, 17 años y ya era una luchadora revolucionaria que había sufrido los desmanes de las
torturas. El cura les promete que ya nadie las va a golpear más, les brinda una toalla a cada una, a la
par de un cepillo, pasta, un jaboncito y un peso.
En el SIM , el Teniente Pérez Linares las interroga nuevamente, ante la negativa de las mujeres de
firmar algún documento que las vinculara con las actividades revolucionarias, el mismo pide que
saquen a las otras y que dejen solo a la chiquitica, a Hidelisa, a quien tiran en un buró propinándole
galletas y golpes.
M ás tarde es trasladada nuevamente a la 9na estación de policía por una gestión de la abogada
M argarita Aniceto, comúnmente conocida por los revolucionarios como M argot, ya que la misma era
quien buscaba de estación en estación a los revolucionarios para hacer gestiones y poder salvarlos de
una muerte segura.
81 Estos hechos ocurridos en 1958 fueron narrados
por una combatiente clandestina que militaba en
el movimiento 26 de julio en la lucha contra la
tiranía Batistiana, en una entrevista realizada por
los Investigadores M arilú Uralde Cancio y Jorge
Eduardo Gutiérrez del Instituto de Historia de
Cuba a Hidelisa Esperón Lozano, el 10 de
Febrero del 2011, otros datos como trayectoria
de algunos de los mencionados fueron tomados
de
numerosas
fuentes
historiográficas
consultadas, así como de una entrevista que
tiempo atrás le fuera realizada por la periodista
Alina M artínez Triay, publicada en el Periódico
Trabajadores, y en la cual quedaba expresado:
Tal vez algunos asocien esta historia a un serial televisivo sobre la lucha clandestina puesto en
pantalla hace algunos años, y es que el personaje protagónico femenino se inspiró en las dramáticas
experiencias de Hidelisa Esperón Lozano, compañera de luchas de Ángel M achaco Ameijeiras,
entonces jefe de acción del M ovimiento 26 de Julio en la capital, y novia de su segundo, José
Antonio Fernández (Tony).[4]
El enfoque de género
Los estudios de género nacidos con el siglo XX, hoy día han adquirido una gran relevancia por
constituir una herramienta útil de análisis, teniendo en cuenta que esta temática asume la metodología
cualitativa de manera preferente, donde algunas herramientas como las historias de vida han sido un
aporte a estas metodologías.
Sin embargo como limitante se le puede señalar el hecho de que mayormente se han dedicados a los
escenarios actuales, que nuevamente constituyen de un gran interés para los investigadores sociales
de estos tiempos, fundamentalmente sociólogos, descuidando otros contextos no tan actuales que
también deben ser analizados desde estos nuevos códigos y perspectivas transdiciplinarias.
A través del género podemos percibir como se establecían las relaciones sociales diferenciadas entre
los sexos, así como también las relaciones de poder existentes entre ellos, donde el uso de la
violencia, en este caso la violencia de género, relegaba a la mujer al superficial papel de hembra,
potenciando solo lo biológico, mientras que la masculinidad en una posición hegemónica respondía a
los mandatos de fuerza y virilidad.
“La diferencia biológica se constituyó en desigualdad y discriminación en las practicas culturales,
políticas, económicas, sociales y en el quehacer cotidiano”.[5]
Realizar el enfoque de género de la información obtenida en una entrevista que aborda la temática de
la lucha clandestina, resulta todo un reto para los investigadores de este tipo de estudios, sin
embargo, si analizamos cada detalle de la información que se nos brinda, nos podemos percatar que
la sexualidad en si misma ya constituía un factor muy influyente a la hora de ejercer la tortura en la
década del 50. Este tipo de enfoque nos resulta una herramienta muy útil para comprender una serie
de parámetros manejados por los cuerpos represivos, los cuales a través de la tortura no solo dañaban
el orden social y ciudadano establecido, sino que también dañaban la integridad física de la persona
según el sexo de la misma.
82 La violación de la sexualidad, ejercida como una variante de tortura, rompía con ciertos cánones
tradicionales que marcaban a la sociedad y a la mujer en particular por 1958, pues si tenemos en
cuenta el contexto, por aquel entonces la sociedad era sumamente conservadora.
La década del 50 del siglo XX se va a caracterizar por ser una sociedad que se encontraba regida por
el hegemónico mandato de los cuerpos represivos de la dictadura, el SIM , el BRAC, el Buró de
Investigaciones con sus cuartos de torturas forrados de corcho.[6]
Es por ello que se hace inminente un estudio que refleje la manera en que se estructuraban y
sostenían las relaciones entre los cuerpos represivos y los individuos de acuerdo a la orientación y
definición sexual de cada quien.
El marxista italiano del siglo XX, Antonio Gramsci, planteaba un presupuesto de gran valor que nos
permite conectar los estudios de género con esta temática que estamos abordando por constituir una
herramienta teórica de gran valía, la definición de Hegemonía Cultural, a raíz de la cual Gramsci
explica como ciertos grupos mantienen el poder desde las construcciones culturales que han forjado.
Así controlan el campo psicológico a partir no solo de instituciones y estructuras, sino de reglas y
normas que los propios controlados preservan y reproducen.[7]
En este caso podemos decir que los batistianos encargados de la tortura, hombres en su totalidad,
pues se desconoce de la existencia de alguna mujer que fuera participe y ejecutora de tal martirio,
ejercían una posición hegemónica desde el punto de vista institucional, amparados por su uniforme o
por el cuerpo policiaco al que representaba.
Estos cuerpos represivos que constituían los ejecutores de las diversas variantes de torturas
existentes, en las cuales jugaba un peso esencial la sexualidad de la persona, le brindaban una gran
impunidad a estos esbirros quienes, a raíz de las relaciones de género que ellos establecían con sus
victimarios, definían entonces el tipo de tortura que iban a emplear.
Las torturas constituían un acto impuesto e involuntario, que a su vez resultaban totalmente
diferenciadas en el caso de hombres en relación con el de mujeres. Con estas últimas eran utilizados
métodos que violentaban su integridad física, era característico la Tortura Sexual, pues no se conocen
casos de hombres violados, sin embargo son escasas las mujeres de la lucha clandestina de la década
de 1950, de las que sufrieron prisión y que fueron torturadas, que escaparan a este tipo de
tratamiento. Contra el hombre ejercían torturas físicas de las más descabelladas: le sacaban las uñas,
les perforaban las encías, les pinchaban los ojos con punzones; se han relatado incluso casos en los
que fueron utilizados sopletes en los genitales masculinos. A todo este tipo de vejámenes estaban
dedicados hombres que torturaban hombres.[8]
Sin embargo, en el caso de los hombres que torturaban mujeres, la definición y sexualidad de la
persona entraba en escena; las torturas habituales en las mujeres eran las violaciones constantes y
descabelladas, en la mayoría de los casos la mujer las sufría bajo un estado de inconciencia, pues
muchas caían en desmayo por la gran cantidad de hombres que participaban de aquello tan horrendo.
Se le metían objetos en la boca con formas de órganos sexuales masculinos, se les mantenían
desnudas prácticamente toda la estancia en los calabozos, como por ejemplo en el caso de Hidelisa
que desde su detención en aquel apartamento 201 de la calle paseo entre 27 y 29, fue llevada
completamente desnuda hasta la 9na estación, y así la mantuvieron durante muchísimos días.
Aunque las teorías de género promueven la idea de que la persona no se determina por el sexo con el
que nace y que puede escoger el género con el cual desea vivir,[9] y escogen esta línea como centro
de debate en sus estudios, la teoría de género también plantea la urgencia de entender la manera en
83 que se estructuran y sostienen las relaciones entre los individuos sexuados.[10]
Reseña Biográfica
-Hidelisa Esperón Lozano: nace un 22 de diciembre
de 1940. Actuó como mensajera al constituir el
contacto entre los presos y sus familiares: les llevaba
comida a los presos del Príncipe desde sus 16 años.
M ilita en el movimiento 26 de julio en la lucha
clandestina, también pertenece al Directorio
Revolucionario y al Frente Cívico de M ujeres
M artianas. En la clandestinidad trabajó con Aldo
Vera, y colaboró con Sergio González López (el
curita) en las labores revolucionarias. M ilitaba en la
comandancia con M achaco Ameijeiras y José
Antonio Fernández Domínguez (Tony, quien era el
segundo jefe de acción y sabotaje de la Habana y novio de Hidelisa).
Notas
[1] Antonio García, Pedro: “Girón, Visión de los vencidos” Revista Bohemia, 28 de abril de 2006.
[2] M artínez Triay, Alina: “Vivir para ver la victoria”, Periódico Trabajadores, 2 de enero.
[3] “Las M emorias de Liborio, La Republica de los años 50” Editora Política, La Habana, 2005, p.
12.
[4] M artínez Triay, Alina: “Vivir para ver la victoria”, Periódico Trabajadores, 2 de enero.
[5] M oya Richard, Isabel: “Género y Comunicación” Publicación de la Red Internacional de M ujeres
de la Comunicación, Editora Ameco (Asociación Española de M ujeres Profesionales de los M edios
de Comunicación) M adrid, julio 2010, No. 12, p. 23.
[6] M olina, Gabriel: “Aquella Polémica en M iami” Periódico Granma, viernes 11 de febrero del
2011, p.9.
[7] Revista Amor y Vida, Arquidiócesis de la Habana, 3er trimestre, 2010, p. 11.
[8] Comentarios de interés
-Orlando Piedra, pertenecía a la logia masónica que ella visitaba, y de la cual ella fue expulsada
posteriormente.
-Teniente Linares, del SIM .
-HiginioVergara (uno de los hombres de Ventura, asesino que luego de la revolución se escondió y
84 no es cogido hasta los años 70; este participó en el asesinato de M arcelo Salado.
-Peñate (Jefe de la 9na estación situada en la calle Zapata, subordinado a Ventura que era jefe de
Distrito, pero según dicen este no tenía nada que ver con Ventura, ¿debe ser porque no era un
asesino?
-Ramón Rivero M artínez (conocido como Riverito, era un confidente de Ventura infiltrado en el
mov-26-julio)
-Rodolfo de Jesús Hernández Falcón (Rudy) otro confidente de Ventura, inicialmente pertenecía a las
filas revolucionarias a la cual traiciona para luego pasarse al grupo de los batistianos; posteriormente
es llevado a juicio y fusilado.
-Armando Rivas Cabeza (Jefe de grupo de varias celulas del M ov-26-julio, fue apresado por un
chivatazo del Riverito).
-“La Sierra, el exilio con dignidad” definición popular entre los clandestinos de la Habana.
-Delio Gómez Ochoa: era el delegado de Fidel en el llano, a este más tarde Fidel le da la tarea de
fundar el 4to frente oriental “Simón Bolívar”.
-Algunas armas del Directorio venían de los Auténticos.
-Alfaro (M ulato Alto), Caro (negro) eran algunos de los torturadores.
-Ofelia era una de las carceleras, ya que se conocen tres mujeres dedicadas a este oficio, entre las
cuales se encontraba Julia Serjant (blanca, rubia, según dicen muy linda, maestra de profesión,
aunque terrible; por su actitud déspota hacia los revolucionarios fue condenada a 10 años).
-Lutgardo M artín Pérez M olina nace un 1-nov-1910, sus hijos Eugenia Pérez Rodríguez y Roberto
M artín Pérez.
-Carlos III 902 apto. 4to, 2do piso, esq. Espada. Vivía Silvia Isora M aimo Hernández querida de
Salas Cañizares, con el cual tiene una hija llamada Eloisa Salas M aimo, la cual se va de Cuba en la
Operación Peter Pan; cuando muere Salas Cañizares Silvia Isora sostiene relaciones con Ventura,
mucho después esta decide ir a los Estados Unidos y va a ver a su hija quien no la reconoce como su
madre, y luego al ir a ver a Ventura este también la desprecia.
-Álvaro Angueira Suares (9na estación, asesinó al Chiqui, Carlos Hernández Fernández)
-Rafael Llanes (9na estación)
[9] “Revista Amor y Vida”, Arquidiócesis de la Habana, 3er trimestre 2010, p. 11.
[10] M oya Richard, Isabel: “Género y Comunicación” Publicación de la Red Internacional de
M ujeres de la Comunicación, Editora Ameco (Asociación Española de M ujeres Profesionales de los
M edios de Comunicación) M adrid, julio 2010, No. 12, p. 17.
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