Las edades de Amaranta y las Morias griegas: Volver a

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Las edades de Amaranta y las
Morias griegas: Volver a Cien años
de soledad
Cien años de soledad, es una novela que me fascina, en
realidad leerla y releerla se me convierte en una
obligación, pero también volver a ella es un placer. Pocas
lecturas me dejan una sensación de satisfacción, admiración
y sorpresa como esta. Yo me siento en “casa” al llegar a
las páginas de Márquez. Lo “maravilloso” no me resulta nunca
inverosímil, no sólo por la maestría de la narración, sino,
además, porque he crecido con historias así de mágicas o
maravillosas, porque oigo a las señoras que dejan un vaso de
agua en la mesa de noche para que el dr. Moreno Cañas las
visite y las cure o escucho como el abuelo o la abuela
muerta de alguien se apareció en algún lado, etc. La
realidad de nuestros familias, en las que siempre hay una
anciana con cien años y que ya no sale de la casa y que todo
el mundo olvida, no es muy distinta de mucho de lo que se
relata en Cien años de soledad, no obstante, como señala
Juan José del Rey Poveda: “La hipérbole, por lo tanto, es un
elemento literario fundamental para García Márquez. Es el
reflejo de un mundo ficcional en el que todo es posible.
También es una forma de acabar con un realismo trasnochado,
copia de lo “real” del mundo físico”.
Si bien es cierto, varios de los acontecimientos narrados no
me parecen ajenos, tampoco, me es necesario buscarlos en la
realidad con puntos y señales, porque ya fueron tocados por
la ficción literaria que les da otra magnitud. Muchos de los
relatos de nuestros abuelos, tienen este carácter
hiperbólico, pero sucede lo mismo, al narrarlos los recrean
basados en su versión, en su memoria, pero, sobre todo, en
su imaginación.
García Márquez logra retomar no sólo los relatos más
asombrosos de un pueblo (país o continente) también
reelabora muchos de los mitos de la literatura griega y de
la literatura universal.Marta Rivera de la Cruz lo expone en
el artículo Intertexto, autotexto. La importancia de la
repetición en la obra de Gabriel García Márquez, aunque la
autora, concluye que es más importante el fenómeno
intratextual que el intertextual en este autor, considero,
que muchos de los personajes de Márquez se inspiran en la
mitología, pero no sólo en la griega o romana, también, en
la mitología cristiana.
De acuerdo con lo que plantea el deconstruccionismo: no
existe un objeto de reconocimiento estable, con una
identidad ya predispuesta e instalado en un lugar
originario. Lo que prevalece antes que la identidad estable
y original resulta ser un sistema de diferenciación que
constantemente desplaza una identidad en otra identidad, y
así sucesivamente.
Así es como los personajes se crean a partir de
alusiones clásicas, pero también, se diluyen en el autotexto
y se transforman en personajes desdoblados de la novela. Es
el caso de
Amaranta, personaje sobre el cual recae mi
atención esta vez y que me parece está inspirado en las
Moiras griegas, al respecto de las Moiras explica PérezRioja: “Son tres hermanas y simbolizan los tres actos de la
existencia humana: nacer, vivir y morir. Cloto, la más
joven, vestida de azul claro, con una corona de siete
estrellas y una rueca que desciende del cielo a la tierra,
hila los destinos humanos; Láquesis, vestida de rosa, devana
poniendo el hilo en el huso; y Átropos, la más vieja, lleva
una balanza, un rollo escrito o un reloj y es la que corta
sin piedad el hilo de la vida de cada mortal.”
Las características de estas diosas se distinguen en los
rasgos de Amaranta de acuerdo con su edad: (refiriéndose a
Meme) “Parecía más bien una segunda versión de Amaranta,
cuando esta no conocía a la amargura y andaba alborotando la
casa con sus pasos de baile, a los doce, a los catorce años,
antes de que la pasión secreta por Pietro Crespi torciera
definitivamente el rumbo de su corazón.”
El resto de su juventud, Amaranta se dedica a tejer, igual
que Láquesis y cito varios pasajes: “Los martes, después del
almuerzo, mientras ella bordaba en el corredor”. “Y bordó
una docena de pañuelos con sus iniciales para el día de su
cumpleaños”. “Amaranta no se impacientó. Mientras conversaba
con los amigas que todas las tardes iban a bordar o tejer en
el corridor.” “Permanecían en el corredor sofocado por el
orégano y las rosas, él leyendo y ella tejiendo”. “Amaranta
bordaba su interminable mortaja.”
Amaranta pasa su vida tejiendo en el corredor, pero también
tiene otras funciones: impedir el matrimonio entre Pietro y
Rebeca, también es ella la culpable de la muerte de Remedios
y logra que sus sentencias se cumplan, la mayoría de las
veces, excepto la muerte de Rebeca.
Cuando envejece anuncia su muerte y decide llevar una caja
con cartas al más allá. Envejecida Amaranta recuerda a
Átropos: “De no ser por los pómulos endurecidos y la falta
de algunos dientes habría parecido mucho menos vieja de lo
que era en realidad.” “Tejió sus largas trenzas y se las
enrolló sobre las orejas, como la muerte le había dicho que
debía estar en el ataúd. Luego le pidió a Úrsula un espejo,
y por primera vez en más de cuarenta años vio su rostro
devastado por la edad y el martirio, y se sorprendió de
cuánto se parecía a la imagen mental que tenía de sí misma.”
Amaranta decide llevar cartas al “otro mundo”, ella está en
relación con la Muerte, la ve y teje junto a ella. La visión
de Amaranta de la muerte, es que llegará a una suerte de
Hades, como Ulises, allí hablará con los muertos y les dará
los recados de los vivos.
Amaranta trabaja con la muerte en el corredor, la ve, le
ayuda a la Muerte a “ensartar las agujas”, definitivamente,
este personaje, nos recuerda a las Moiras, pero no sólo eso,
el personaje de Amaranta también podría estar inspirado en
un arcano del tarot, como lo explica Viviana Fernández: “El
personaje de Cien años de soledad que encarna el arcano de
La Papisa y que refiere al arquetipo es Amaranta Buendía,
pero ella vive los aspectos negativos.(…) Esta mujer
impenetrable, fría, insensible, se mantiene virgen; pura de
cuerpo ya que no puede serlo de corazón”. De acuerdo con el
tarot y para los autores J. Sharman-Burke y Liz Greene las
características de la Papisa son: “La Papisa tiene un alto
rango dentro de la serie del tarot; está sentada ante dos
columnas, que simbolizan el templo de la sabiduría, y tiene
en sus manos un libro abierto; pero los conocimientos que se
guardan en el templo son secretos, y la Papisa no los
divulgará. El arcano lleva el número dos, es la dualidad, la
madre celestial, cuya sabiduría profunda alberga en el
subconsciente. Simboliza el aspecto femenino de la
Divinidad.Arquetipo: La madre celestial.Características:
Intuición, sabiduría, reserva de secretos y emociones,
virginidad. Expresiones negativas: Frialdad, egoísmo”.
Amaranta también guarda el destino de los 17 Aurelianos,
destino como dirección y nombre, igual que ellos, está
marcada por la cruz de la soledad: “Amaranta parecía llevar
en la frente la cruz de ceniza de la virginidad.”
También se la puede relacionar con Perséfone de quien se
dice: “Ella era además la terrible Reina de los muertos,
cuyo nombre no era seguro pronunciar en voz alta y a la que
se referían como «La Doncella»”.
Es importante señalar que Pietro Crespi se suicida cuando ya
no puede soportar el desprecio de Amaranta, este personaje,
que también podría relacionarse con las Valkirias, por
guardar su virginidad y por como la recuerda Aureliano José:
“Había huido de ella tratando de aniquilar su recuerdo no
sólo con la distancia, sino con un encarnizamiento que sus
compañeros de armas calificaban de temeridad, pero mientras
más revolcaba su imagen en el muladar de la guerra, más la
guerra se le parecía a Amaranta.”
Me interesa señalar como Amaranta, es varias metáforas,
como su identidad se desplaza en otras identidades
mitológicas o arquetípicas.
Como explica María Ana Rago: “El lenguaje es el espacio en
el que se configura un cierto modo de ser de las cosas, un
orden posible que se da a partir de múltiples condiciones de
posibilidad de las cosas.”
Si bien es cierto como menciona Rago: “Macondo es un pueblo
construido a través de la palabra” es la palabra la que teje
los destinos y la que corta el hilo de narración para dar
fin al universo construido. Amaranta es una metáfora no de
uno, sino de varios personajes mtológicos, pero es también
metáfora de muchas mujeres.
En la literatura es la palabra la que crea y recrea a los
personajes y los acerca a mitos y arquetipos, pero también,
los asemeja a seres humanos de carne y hueso, que repiten
los eternos conflictos humanos.
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