Tema 10: La renovación de la narrativa hispanoamericana en la

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Tema 10: La renovación de la narrativa hispanoamericana en la
segunda mitad del siglo XX. Gabriel García Márquez.
Ya desde comienzo de siglo, la novela hispanoamericana se había caracterizado por una
atención a lo peculiar americano:
 Su historia: tanto a los conflictos, dictaduras, golpes militares, revoluciones…
como a las transformaciones sociales, en particular las que derivan del desarrollo
de las ciudades y el consiguiente abandono de la tradicional vida rural.
Este tema va unido a una toma de partido, a una implicación social o política a
favor de una determinada posición, con cierta frecuencia de tono izquierdista y
revolucionario. En este sentido, la revolución cubana de Castro actuó como
catalizador, si bien con el tiempo, algunos de ellos se fueron distanciando de sus
posiciones iniciales.
 Su naturaleza: inmensa y grandiosa (selvas exuberantes, cordilleras inaccesibles,
ríos caudalosos) vista como una fuerza esencial y primaria con la que el hombre
establece una relación telúrica.
A mediados del siglo XX se produce un cambio en la novela hispanoamericana
propiciado, entre otras circunstancias, por la llegada de intelectuales y artistas europeos:
Además de los exiliados españoles, consecuencia de la guerra civil, se refugian en
América, huyendo de la segunda guerra mundial, otros europeos, como el francés André
Breton, uno de los fundadores del surrealismo. Este mismo motivo es la causa del
regreso de los escritores americanos que habían estado viviendo el auge de las
vanguardias en Europa de los años veinte y treinta.
Esto produce desde los años 40 y 50 una renovación estética caracterizada por:
 Utilización de diferentes procedimientos técnicos de novelistas europeos y
americanos (Joyce, Proust, Kafka, Faulkner): perspectivismo, introspección,
saltos cronológicos, contrapunto …)

Audacias estéticas de las vanguardias: experimentación con el lenguaje,
superposición de estilos o registros, distorsiones sintácticas, creación de
palabras, ausencia de signos de puntuación, lenguaje poético.
Y lo más característico:
 el Realismo mágico o lo Real maravilloso.
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Es decir, la presencia de lo fantástico, lo mítico, lo legendario, lo maravilloso, no como
huida de la realidad sino como un componente más de la realidad, como un medio para
profundizar más en ella ampliando los puntos de vista.
En el mundo recreado en estas novelas, desaparecen las fronteras entre la realidad y
la fantasía, entre la historia y el mito, entre lo maravilloso y lo real. Se admite que lo
mágico es consustancial con la naturaleza americana, a lo que contribuyen creencias
populares, de origen prehispánico y africano, admitidas por una gran parte de la
población y, en ese sentido, reales. Y a esta tradición viene a sumarse ahora la
influencia vanguardista para la que también lo mágico y sorprendente forma parte de la
vida.
Otras veces es el tratamiento alegórico, hiperbólico o poético de la trama, de los
sucesos, de los personajes, de los sentimientos, de los ambientes… lo que confiere un
tono legendario a la realidad cotidiana.
En los 60 se produce la difusión internacional de esta novela con el llamado “boom”.
Lo forman un grupo de autores de diversas edades, países, edades, ideologías pero con
una común identidad americana.
Son autores cosmopolitas a los que, unas veces el exilio político, otras, cargos
diplomáticos o labores culturales han llevado a distintos países por el mundo donde han
adquirido nuevos conocimientos o vivido distintas circunstancias. Por ejemplo, los
establecidos en España, se ven apoyados por editoriales, fundamentalmente catalanas,
(Carlos Barral, Plaza y Janés, Bruguera…) que crean premios y colecciones para ellos y
que difunden su obra. Lo que, por otra parte, ha hecho que, en ocasiones, se haya
criticado este “boom” como un producto de mercadotecnia, resultado de una campaña
publicitaria.
Autores representativos son el guatemalteco Miguel Ángel Asturias, Premio Nobel en
1967, autor de El señor presidente, novela de dictador en la línea del Tirano Banderas
de Valle, que luego seguirían el paraguayo Roa Bastos (Yo, el Supremo) o el
colombiano García Márquez (El otoño del patriarca); el cubano Alejo Carpentier, los
argentinos Jorge Luis Borges, autor de una novela metafísica e intelectual, Ernesto
Sábato y Julio Cortázar, los mejicanos Juan Rulfo y sus novelas de la revolución
mejicana: El llano en llamas, Pedro Páramo y Carlos Fuentes, el peruano Vargas Llosa,
premio Nobel en 2010 …
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GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ
Nació en Aracataca, Colombia, en 1928
García Márquez empezó su labor profesional en los años 50 compaginando periodismo
y literatura. De hecho tienen estructura y título periodísticos el temprano Relato de un
náufrago (1955) y el posterior Motivos de un secuestro (1996). Y, por supuesto,
Crónica de una muerte anunciada (1981), tantas veces parafraseado en los titulares de
noticias de prensa. Se trata de la crónica de un suceso reconstruido 27 años después del
hecho. Pero es también, y sobre todo, un texto literario, un relato en el que el autor
manifiesta su capacidad para contar, con ejemplos de realismo mágico donde realidad y
ensueño se entrelazan con premoniciones, caracterizado por la exuberancia del relato y
sus circunstancias; una narración fluida, llena de esplendor, sensualidad y violencia, con
poderosas metáforas en la que los episodios se van sucediendo y acumulando con
pasmosa facilidad.
La obra de Gabriel García Márquez se puede estructurar en torno a su obra principal,
Cien años de soledad, de tal forma que hasta su publicación en 1967 se puede hablar de
una fase de creación de un mundo narrativo, y a partir de entonces, de una fase de
repetición, desarrollo y profundización de ese mundo narrativo.
En la primera fase pues, una serie de novelas cortas van fraguando el lugar (Macondo) y
los personajes míticos de su gran obra: En La hojarasca, ha muerto un personaje
extraño, un antiguo médico odiado por el pueblo, y un viejo coronel retirado, para
cumplir una promesa, se ha empeñado en enterrarlo frente a la oposición de todo el
poblado y sus autoridades. Como en una tragedia griega –el libro lleva como lema una
cita de Antígona, que recuerda la prohibición de enterrar el cuerpo de Polinice– el viejo
coronel, su hija y su nieto van a cumplir con lo que consideran su deber. La acción,
compuesta por la descripción de los preparativos para el entierro –una media hora– y los
recuerdos de un cuarto de siglo de la historia de Macondo, se narra a través de los
pensamientos de estos tres personajes.
En El coronel no tiene quien le escriba, el protagonista, otro viejo coronel retirado y sin
recursos económicos va al puerto todos los viernes a esperar la llegada de la carta oficial que
le reconozca alguna pensión por los servicios prestados a la patria. Pero la carta no llega nunca.
Cien años de soledad es el título de su obra más significativa y también una de las más
leídas en castellano, después del Quijote: Es la historia de los Buendía, paralela a la
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construcción y destrucción de Macondo, (pueblo mítico que ya había aparecido en los
cuentos anteriores). Los nombres (Aureliano, José Arcadio…) y los caracteres de los
personajes se repiten a través del tiempo para subrayar el carácter cíclico y fatal de los
acontecimientos. En Cien años de soledad los relatos se enlazan unos con otros hasta
constituir un “cuento de cuentos”, “una gran saga americana” síntesis de todas las
características del “boom” de la novela latinoamericana de los sesenta. La naturaleza
grandiosa, los problemas sociales y políticos junto con otros humanos o existenciales, el
realismo mágico, es decir, la mezcla de lo natural y lo maravilloso, de lo histórico y lo
mítico. Incluso se invierten los conceptos, de forma que lo real (el hielo, el imán)
produce asombro a los protagonistas; mientras que lo maravilloso (que los niños nazcan
con cola de cerdo o que los muertos se paseen entre los vivos) se ve como algo natural
perfectamente posible. Y un narrador omnisciente y exuberante que lleva la historia a su
antojo para mezclar y recomponer lugares y momentos con anticipaciones, saltos en el
tiempo, diversos juegos de perspectivas temporales, anacronismos.
Macondo representa a Colombia y a toda Hispanoamérica. Su historia es la del
continente: el origen mítico, idílico, los primeros tiempos épicos, la colonización, el
desarrollo, las guerras civiles, los conflictos sociales, la decadencia, la represión y la
destrucción final que coincide con el desciframiento de unos manuscritos.
El tono del relato recuerda en muchas ocasiones el de los antiguos cuentos o mitos con
sus epítetos épicos, (Remedios la bella), profecías misteriosas que acaban cumpliéndose
fatalmente, pergaminos que hay que descifrar; en otras se llena de
resonancias
religiosas: se habla de la génesis o los orígenes, los descubrimientos, la travesía del
desierto (en este caso de la selva), el diluvio (que dura cuatro años, once meses y dos
días), las pestes (una extraña peste del insomnio y otra del olvido), el apocalipsis final.
O incluso como relato de caballerías con su mago Merlín en la figura del gitano
Melquiades que lleva al pueblo las portentosas invenciones mágicas de la ciudad, como
el hielo, y Macondo perdida en el espacio y en el tiempo como lo estaba en los libros de
caballerías el reino de Gaula.
La obra, que obtuvo un éxito inmediato, supuso la consagración definitiva de lo que se
llamó “boom” de la novela hispanoamericana y de García Márquez como narrador.
Otros títulos significativos son El otoño del patriarca, la aportación de García Márquez
a las llamadas novelas de dictador (1975) o El amor en los tiempos del cólera (1985). El
Premio Nobel en 1982 premió su “don de contar” y la calidad de su estilo.
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