El Administrador Sagaz - Iglesia Presbiteriana en Levittown

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El Administrador Sagaz
Escrito por Rvdo. Jorge Daniel Zijlstra Arduin
Viernes 24 de Septiembre de 2010 19:21 -
Jesús contó muchas parábolas, pero sin dudas la que hoy leímos es de las más interesantes
de analizar y de las más complejas de asumir. Diversas traducciones de la Biblia titulan el texto
de maneras diferentes y le dan distintos énfasis. La Reina Valera del 60 y del 95, así como la
Biblia de las Américas, resume la historia como la de "El Mayordomo Infiel". Versiones más
modernas como la Traducción en Lenguaje Actual le llama la parábola de "El Empleado
Astuto". Las hermosas y confiables versiones Bíblicas NVI y La Biblia de Nuestro Pueblo, Biblia
del Peregrino, en esta misma línea, llaman al relato la "Parábola del Administrador Astuto". La
predicación de hoy la hemos titulado "El Administrador Sagaz".
Hay una diferencia de énfasis en cada uno de los títulos, una cosa es hablar de administrador o
de mayordomo y otra de empleado. Un énfasis es hablar de astucia o sagacidad y otra de
infidelidad o maldad. Sin embargo, en todos los casos es una parábola que trata de la manera
en que administramos la vida y los recursos materiales, en especial el dinero que en griego se
dice "mamônas".
Mamônas aparece "sólo tres veces en el NT y dos de esas veces en el texto de esta
mañana(Mt 6:24; Lc 16:9,11). Hay algún consenso en que se relaciona con el verbo AâMaN,
estar firme, duradero, (Köhler y Baumgartner 2001 I:63; Coenen IV:109). En tal caso, el sentido
base sería "aquello en lo que se puede confiar" (Bonnard 1976:146; BalzSch II:146). Colin
Brown añade una segunda dimensión, "lo que le es confiado a uno" (NIDNTT II:837a; cf.
Fitzmyer 1985 II:1109). En ambos casos, "Mamón" se derivaría de la misma raíz que "Amén".
(¡Interesante! El adorador del dinero dice "Amén" a los bienes materiales; el creyente fiel dice "Amén" a su entrega incondicional sólo a Dios. Tomado de Juan Stam, "¿Es posible ser idólatra
sin darse cuenta?".
Me gustaría antes de compartirles algunas ideas, que sé que serán de bendición para sus
vidas, hacer un breve repaso al texto y ver de qué se trata la historia.
I. TODOS SOMOS MAYORDOMOS
En primer lugar la parábola trata de un Señor, muy rico, que tenía un mayordomo encargado de
administrar los bienes de su Señor. Con esta parábola Jesús busca graficar claramente nuestro
papel en la vida y ante los bienes materiales bajo nuestro cuidado. Jesús deja muy claro, antes
que nada, que cada uno de nosotros somos administradores, no dueños, de todo lo que pasa
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por nuestras manos. La idea central es que nada nos pertenece, que todo es de Dios y que,
como administradores, deberemos llegado el momento, rendir cuentas. El dueño y Señor es
Dios y nosotros debemos tener siempre presente que todo lo que tenemos y somos, en
realidad, es de Él.
II. HAY DOS TIPOS DE MAYORDOMO: EL INFIEL Y EL GENEROSO
El relato cuenta que a oídos del Señor llegó la queja y las acusaciones de que el administrador
estaba derrochando los bienes a su cuidado. Me resultó muy interesante buscar el significado
de la palabra "derrochar". Derrochar tiene que ver, en su definición más habitual, con
despilfarrar o malgastar las posesiones, es decir con mal-usar aquello que tenemos y somos.
De muchas formas el ser humano derrocha su vida y sus posesiones de diversas maneras.
Pero yo no se si usted se había dado cuenta, pero hay otro sentido, muy diferente, de la
palabra derrochar y es la segunda acepción de la palabra en el Diccionario. Derrochar también
tiene que ver con "usar excesivamente algo que se tiene". Es como cuando decimos que
"Fulano derrocha alegría". En este sentido el énfasis es diferente porque estaríamos hablando
de una actitud de desapego, de desprendimiento de lo material. Estaríamos pensando en una
actitud de "derroche" del dinero, pero no como mal uso, sino como generosidad. "Derrochó" el
dinero a todos los que lo necesitaban.
Si miramos la historia completa de la parábola podríamos ver que quizás entonces la acusación
que calló sobre el mayordomo, tenía que ver con el uso generoso de los bienes que habían
sido puesto bajo su cuidado. Y de hecho esto sería muy novedoso y cuestionable para los que
rodeaban a aquel Señor, pues muchos "señores" no usan el dinero y las riquezas para servir,
para ayudar, etc., sino sólo para ganar más, sin importar quien sufra en el camino o cuáles
sean los costos. Algunos comentaristas dicen que quizás allí está la razón del elogio que recibe
el administrador luego de ser observado por el Señor. De todas formas el relato no revela si la
acusación fue o no cierta.
III. LOS BIENES MAL ADMINISTRADOS PUEDEN TRAERNOS MUCHOS MALES
Lo importante es que la parábola describe y descubre la manera en que las personas
comprendemos, o no, que solo somos administradores y que deberemos rendir cuentas ante
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Dios por la manera en que usamos lo que Él nos ha dado. Sería muy importante, entonces,
cuestionarnos en qué medida -todos nosotros- somos buenos o malos administradores;
generosos o derrochadores, centrados en nosotros o atentos a los demás y a al Dueño, y en
qué medida somos sagaces, como se le elogió a aquel personaje bíblico, o despreocupados
respecto a las consecuencias que traerá el "cómo" administramos los bienes y las posesiones.
Fíjense que los bienes pueden ser males, si no somos claros en para qué los tenemos y
las posesiones pueden ser quienes nos posean y nos destruyan, si no recordamos que
todo lo que somos y tenemos debe estar al servicio y para la gloria de Dios.
Por esto debemos ser sagaces, precavidos y cuidadosos.La confesión de fe de nuestra iglesia
parte del principio de que "no nos pertenecemos a nosotros mismos, pertenecemos a Dios".
Somos sus administradores y deberemos dar cuenta si actuamos como si la vida y lo que
tenemos es nuestro, o si actuamos sabiendo que es de Dios y, por tanto, debe estar puesto a
su servicio y a la consecución de sus proyectos.
Hay cristianos a quienes parece costarles mucho creer de veras que todo cuanto tienen y son,
le pertenece a Dios. Cuentan que un próspero labriego oyó un domingo la predicación del
obispo Hughes sobre este mismo tema. Insistió luego en llevar al obispo a almorzar a su casa,
después de lo cual salieron a recorrer el campo, y el hombre le dijo: "Todo esto eran malezas,
que nada producían. Con mi duro trabajo de años he conseguido convertirlo en lo que usted
ahora ve. ¿Cómo puede decirme que esto no me pertenece?" Rápidamente el Dr. Hughes le
contestó: "¿Puede repetirme la pregunta dentro de cien años, por favor?" "¡Las mortajas no
tienen alforjas!". (Carlos T. Gattinoni)
IV. BIEN ADMINISTRAMOS CUANDO DAMOS Y NOS DAMOS
La sagacidad es por definición: capacidad de previsión, astucia y prudencia. Una persona
sagaz, como aquel administrador, es una persona capaz de prever y prevenir las cosas que
van a suceder y hacerlo de modo
prudente
.
Cuando nosotros miramos la historia por primera vez nos parece que aquel administrador era
bastante corrupto. Miramos la historia y vemos que ante la posibilidad de ser sacado de su
puesto y de su responsabilidad, el mayordomo rápidamente planea cómo buscar resguardo y
seguridad para su futuro. El relato nos rebela su estrategia: el administrador llama a los que le
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debían al Señor y les hace una propuesta, aparente y alegadamente, indecorosa. Llamó al
que le debía cien barriles y le dijo, "toma tu cuenta, siéntate pronto y corrige el pagaré...escribe
cincuenta". Y al que le debía cien medidas de trigo, lo mismo. "Toma tu cuenta, escribe que
sólo debes ochenta".
¿Le está quitando el dinero a su Señor? ¿Son ciertas entonces las acusaciones de que mal
administraba y mal usaba los bienes confiados en sus manos? Creo que no. Los mayordomos
en tiempos de Jesús no tenía salario, y las ganancias de su trabajo provenía de las
"comisiones", muchas veces excesivas, que el administrador imponían a aquellos a quienes les
prestaba. Claro hacía y deshacía, pero con los bienes de su Señor. Pero es cierto que el
mayordomo podía, en toda legalidad, sacar una ganancia en esa transacción y por tanto tener
su comisión.
Así es que seguramente el "descuento" que les va haciendo a cada uno de los deudores, para
asegurarse el futuro, es bajando o dejando de cobrar su legítima comisión y por tanto no es
una acción de infidelidad.
Por esa acción es elogiado por el rico Señor, no por mal administrar sino por bien prever que lo
que cuenta para una vida con futuro no es el dinero acumulado, sino las acciones justas,
buenas y generosas que realizamos hacia nuestros semejantes en el desempeño de nuestra
tarea como administrador de los bienes de nuestro Señor. El dinero es útil solo en la medida
que sirve para servir y para dar honor al dueño de Todo y de todos. Por eso decimos que bien
administramos cuando damos y nos damos, el secreto está en la generosidad y en la
conciencia de quién es el Dueño y Señor.
La historia desafía a los creyentes, como mayordomos de los bienes del Señor. a ser
previsores y generosos en nuestra administración de lo que tenemos y somos, preparándonos
para el día en que el Dueño nos pida las cuentas y nos diga, en las palabras que Jesús usó:
¿Qué es esto que oigo de ti? Da cuenta de tu mayordomía, porque ya no podrás ser
mayordomo.
CONCLUSIONES
Y para un buen resultado de esa "auditoría de nuestra vida" Jesús nos da unas pistas claras
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sobre las características que tienen los buenos mayordomos.
1) El buen mayordomo debe ser sagaz, prudentes y claros a la hora de prevenir en dónde le
encontrará el futuro y con qué tesoros. ¿Tesoros materiales o tesoros celestiales? ¿Cuál será
nuestro capital principal al ocaso nuestra vida? ¿Qué es lo que perdura?
2) El buen mayordomo debe ser honrado, tanto con Dios como con sus semejantes y usar lo
material que está bajo su cuidado para ayuda y proveer vida y bienestar no sólo para uno
mismo, sino para los demás. Es la imagen de los deudores que recibieron de manos del
mayordomo la "ayudita" para que les bajen los costos de la vida. Ser honrado con Dios además
es no quitarle a Dios, lo que siempre ha sido de Él, y esto incluye obviamente la utilización del
dinero para adelantar los proyectos el Reino.
3) Tener siempre en cuenta que lo que cuentan no son los tesoros que podamos acumular,
sino el asegurar nuestra segura entrada en el Reino de Dios. Porque lo importante es que
cuando lo material pase, tenemos que tener segura entrada en las "moradas eternas". ¿Si no
somos fieles ¡Hacia el Señor! en la administración de las cosas materiales, cómo pensar en
que Él nos de lo verdadero, lo que dura por siempre, la vida eterna en su reino?".
4) Hay, entonces, que ser fieles al Señor, es decir a amarle solo a Él, y ser fieles en lo poco o
en lo mucho que administramos, teniendo presente el asunto central "Si en lo que no nos
pertenece no somos fieles, no se nos dará lo que es nuestro" en Cristo Jesús.
Y la conclusión por tanto es clara: "Ningún siervo puede servir a dos señores, porque odiará al
uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las
riquezas".
Henry Drummond se dirigía a sus estudiantes de teología con palabras que nos vienen bien a
todos: "No sean anfibios viviendo ahora en el Reino de Dios, y luego en el de las cosas... No
toquen el cristianismo si no están dispuestos a buscar el reino de los cielos primero. Les
prometo que si procuran el Reino en segundo lugar tendrán una existencia miserable".
Lamentablemente esto es lo que ha hecho nuestra sociedad contemporánea y dentro de ella
innumerables cristianos. Buscaron primero las cosas y recién luego el Reino (eso si les quedó
tiempo y gusto luego de gastarse tras lo material). Por eso estamos como estamos. (Gattinoni)
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5) Y es que la vida no se divide en partes. Si pertenecemos a Cristo le pertenecemos siempre
y en todo.
Debemos ser de Él en toda circunstancia
o en ninguna. No podemos separar nuestra vida en estancos en algunos de los cuales se
reconoce el señorío de Cristo y en otros no. La vida es indivisa. Y Dios espera que nuestro
amor, nuestro esfuerzo y nuestra dedicación sea por completo hacia Él pues todo lo que somos
y tenemos es de Él todos los días, pensar diferente sería idolatría.
"Orígenes, el antiguo padre de la iglesia, captó con profunda percepción la esencia de esta
idolatría: "Dios sabe muy bien, -escribió-, qué es lo que uno ama con todo su corazón y alma y
fuerza; eso para esa persona es Dios. Que cada uno de nosotros se examine ahora, y
silenciosamente en su propio corazón decida cuál es la llama de amor que principalmente y
sobre todo está encendida dentro de su ser". (Stam)
Permítanme terminar el mensaje de hoy con una ilustración de la cual pueden tomar las tres
últimas recomendaciones del mensaje de esta mañana respecto a las posesiones. Se cuenta
que Juan Wesley, fundador de las Iglesias Metodistas, llegó a una de sus comunidades, cuyas
finanzas se habían deteriorado notablemente. Reunida la congregación, ocupaba uno de los
primeros asientos un señor bien alimentado y muy expresivo, el cual siguió atentamente la
predicación.
Wesley mencionó su primer punto de esta manera: "Gana todo lo que puedas". Tan
entusiasmado estaba el susodicho señor que de pronto exclamó: "¡Magnífico! ¡Amén!"
Imperturbable
Wesley siguió a su segundo punto: "Ahorra todo lo que puedas" y el hombre desbordando
entusiasmo gritó: "¡Mejor todavía!"
Con calma prosiguió el predicador con su tercer punto: "¡Da todo lo que puedas!" Al oír esto
se le decayó el ánimo al parroquiano que exclamó entonces: "¡Yo sabía que Mr. Wesley iba a
arruinar su sermón!"
Sin embargo, el predicador sabía lo que estaba diciendo; y de ello dio ejemplo constante por la
generosidad con que desparramó sus haberes a lo largo de su vida haciendo bien.
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Recordemos siempre aquella palabra de Jesús (una bienaventuranza que no citan los
evangelios, pero que recogió el apóstol Pablo en su predicación, según se consigna en el libro
de los Hechos):
"Mayor felicidad hay en dar que en recibir". (Gattinoni)
Jorge Daniel Zijlstra Arduin
(Citas de "Breviario del dador alegre" de Carlos T. Gattinoni y de "¿Se puede ser idólatra sin
darse cuenta?" Juan Stam)
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