AlonsoGiatti_Aspectos procesales de la aplicacion de la teoria de la

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ASPECTOS PROCESALES DE LA APLICACIÓN DE LA TEORÍA DE LA
INOPONIBILIDAD DE LA PERSONALIDAD JURÍDICA.
Por Juan Ignacio Alonso y Gustavo Javier Giatti
1. Breve repaso de la teoría de la inoponibilidad de la personalidad jurídica.
1.1. Personalidad jurídica de las sociedades.
Somos de la opinión que la personalidad jurídica propia y diferenciada de la sociedad
constituye una herramienta jurídica vital para el desarrollo económico del mundo moderno.1
Si no existiera ese recurso técnico, el progreso estaría limitado a los recursos propios de
cada persona individualmente. Esa persona, además, estaría asumiendo arriesgar todo su patrimonio
en cada empresa que decidiera acometer.
Así pues, el mundo no tendría la forma que hoy le conocemos si nuestra prosapia no hubiera
pergeñado la noción de la sociedad de responsabilidad limitada como soporte jurídico de la empresa
comercial.
A partir de esa idea verdaderamente motriz, las grandes empresas de la historia de la
civilización2 dejaron de responder a los dictados divinos de los soberanos de turno para convertirse
en el resultado del aporte de las ideas, capitales, y trabajo organizados por grupos de emprendedores
dispuestos a ir más allá de sus propias limitaciones personales, dando así lugar a grandes logros de
la humanidad, como lo fue, por ejemplo, el descubrimiento mismo del nuevo continente.
Hoy en día nadie discute que la creación de las sociedades anónimas como soporte jurídico
de la empresa, ha sido el nucleamiento que protagonizó el desarrollo capitalista de nuestro siglo.3
1
. Palacio sostiene que el mecanismo de la imputación normativa limitada a un patrimonio constituye una
técnica jurídica sofisticada y valiosa en cuanto facilita las inversiones de riesgo indispensable para generar
prosperidad y empleo (PALACIO, Lino A., Responsabilidad de los socios por multas laborales a la
sociedad: una peligrosa generalización, LL, 2002-C-1191).
2
. Agrega el autor citado en la nota 1, que si bien la limitación de responsabilidad aparece muy temprano en
el derecho, trátase de una creación íntimamente ligada con el desarrollo del capitalismo (PALACIO, Lino A.,
Responsabilidad de los socios ... , cit.).
3
. RANGUGNI, Diego E., Fianza y sociedad; ED, 181-330.
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Ese éxito de la sociedad comercial en tanto motor del desarrollo del mundo moderno, radica
en sus dos cualidades fundamentales: (i) la diferenciación entre la personalidad jurídica de la
sociedad y la de sus miembros; y (ii) la limitación de la responsabilidad de estos últimos.
Rolf Serick solía decir que las finalidades de la persona jurídica sólo podían alcanzarse con
una separación entre su personalidad y la de sus miembros, es decir entre el patrimonio de la
sociedad y el patrimonio de los mismos4.
Esas cualidades, que no son sino la esencia misma del fenómeno societario, fueron
receptados y consagrados por nuestro ordenamiento positivo.
Así, la personalidad jurídica de los entes ideales está regulada en el Libro I, Sección
Primera, Título I, del Código Civil.
En tanto que el art. 2º Ley 19.551 de sociedades comerciales puntualiza que la sociedad es
un sujeto de derecho con el alcance fijado en dicha ley.
En la exposición de motivos de esta última se sostiene que la sociedad constituye una
“realidad jurídica”, esto es, ni una ficción –reñida con la titularidad de un patrimonio y demás
atributos propios de la personalidad como el domicilio, el nombre, la capacidad–, ni una realidad
física, en pugna con una ciencia de valores; y que la ley reconoce como medio técnico para que un
grupo de individuos pueda realizar el acto lícito que se propone.
En síntesis, nuestro derecho recepta y legisla el fenómeno societario como una realidad
jurídica, es decir, como un recurso técnico destinado a permitir, dadas ciertas condiciones, la
imputación diferenciada responsabilidad, obligaciones y propiedad en el ejercicio de una actividad
lícita.
1.2. Cuándo y por qué la personalidad jurídica de la sociedad puede resultar inoponible a
terceros.
Ahora bien, esa imputación diferenciada de la actuación, propiedad y responsabilidad de la
sociedad, se encuentra condicionada a que su utilización se ajuste al fin para el cual la ley le
reconoce la personalidad jurídica propia.
4
. SERICK, Rolf, Apariencia y realidad en las sociedades mercantiles, Ed. Ariel, Barcelona.
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Esto nos introduce en el campo de aplicación de la teoría que se ha dado en llamar de la
“penetración, desestimación o inoponibilidad de la personalidad jurídica”, “corrimiento o
levantamiento del velo societario”, o “disregard of legal entity”, y que postula que el uso
meramente instrumental de las formas societarias cede ante la consideración de la realidad
económica y la supremacía del derecho objetivo, siendo en consecuencia lícito rasgar o levantar el
velo de la personería para penetrar en la verdad que se esconde tras él y hacer prevalecer la justicia
cuando se abusa de la personería jurídica pretendiendo utilizarla para fines no queridos por la ley.5
La teoría de la inoponibilidad de la personalidad jurídica tiene origen jurisprudencial,
naciendo como respuesta a la necesidad de desbaratar maniobras simulatorias o abusivas cometidas
al amparo de las formas jurídicas societarias.
Se buscaba impedir que la personalidad jurídica diferenciada de la sociedad se utilizara
como vehículo para una simulación en perjuicio de terceros, eludiendo obligaciones alimentarias,
hereditarias, de la sociedad conyugal, fiscales, laborales, etc..6
El fundamento de la teoría reposa en que la atribución de una personalidad diferenciada
constituye un recurso legal cuya función es posibilitar la concreción de intereses humanos
distinguidos por la ley, por eso es dable concluir que esa distinción sólo se mantendrá mientras no
exceda el marco de la normativa ideada según sus fines, o sean extraños a ellos, es decir, cuando la
sociedad se hubiera constituido para satisfacer fines o intereses que desbordan el que la normativa
reconoce como legítimos.7
Se predica que si se sostuviera a ultranza una suerte de valor absoluto (en realidad
inexistente) de las instituciones jurídicas, se correría el riesgo de crear escudos protectores de la
5
. C.Civ. y Com. San Isidro, Sala 2, setiembre 22, 1994; "Sánchez, Marta Susana y otra c. Vazquez, Raúl
Matías y otros".
6
. Así se había resuelto, por ejemplo, que “al hacer lugar al reclamo de los herederos del causante de
entrega de los bienes aportados por éste a una sociedad accionaria por un plazo de 99 años, no significa
que debe tenerse a la sociedad como nula, utilizándose en cambio la fórmula "como no escrita" de la ley,
para disponer la ineficacia-rectius: inoponibilidad del ente societario ante la situación de subversión de la
vocación legitimaria. Así, tal solución se complementa con el régimen que establece el art. 2 de la ley
19550 y su doctrina interpretativa” (CNCom., Sala A, Febrero 27 1978; ED, 79-350).
7
. CNCiv. S. D, diciembre 5-1997, "G. De P.E., M. R. C. G., A.; G., L. E. c. G. de la S., A.y G de la S., M.T.
c. G., A. M. Y otros"; LL 1998-F 439.
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ilicitud, haciendo caer el derecho en una profunda contradicción, o reduciendo su papel a un mero
conjunto de reglas de juego, vacías de contenido moral.8
Antes de recibir consagración legislativa en nuestro derecho positivo mediante el agregado
de un último párrafo al art. 54 de la Ley 19.550, la aplicación de la teoría de la inoponibilidad de la
personalidad jurídica encontraba fundamento normativo en el art. 2º del mismo cuerpo legal.
Se sostenía que según la exposición de motivos, dicha norma constituía una reglamentación
del derecho constitucional de asociarse con fines útiles, de modo tal que si faltase esa utilidad,
cesaría la ratio del permiso del uso del esquema societario.
A partir de la sanción de la ley 22.903, la teoría de la inoponibilidad de la personalidad
jurídica posee en nuestro ordenamiento jurídico una fórmula expresa y concreta, que prescribe:
"Inoponibilidad de la personalidad jurídica. La actuación de la sociedad que encubra la
consecución de fines extrasocietarios, constituya un mero recurso para violar la ley, el orden
público o la buena fe o para frustar derechos de terceros, se imputará directamente a los socios o a
los controlantes que la hicieron posible, quienes responderán solidaria e ilimitadamente por los
perjuicios causados".
De la lectura de la norma se colige que la inoponibilidad de la personalidad jurídica procede
cuando cierta actuación de la sociedad (i) encubra la consecución de fines extrasocietarios, o (ii)
constituya un mero recurso para violar la ley, el orden público o la buena fe o para frustrar derechos
de terceros.
En tales casos, dicha actuación se imputará directamente a los socios o a los controlantes
que la hicieron posible, de modo que la naturaleza y efectos de la misma podrá ser valorada como si
hubiera sido realizada directamente por el socio o controlante y no por la sociedad.
8
. “La sociedad es un sujeto de derecho con el alcance fijado por la LS: 2, en tanto no se violen las reglas
superiores del ordenamiento jurídico. Cuando el recurso técnico es utilizado para violar la ley, el orden
público y la buena fe, para frustrar derechos a terceros, o aún, simplemente para llevar adelante fines
extrasocietarios, surge la figura de la inoponibilidad de esa personalidad jurídica. Tratase de un recurso
excepcional, que debe quedar limitado a casos concretos, cuando a través de la personalidad jurídica se ha
buscado y logrado fines contrarios a la ley, y queda configurado un abuso de la personalidad jurídica de tal
entidad, que pueda llevar al resultado de equiparar a la sociedad con los socios. De esta manera, resulta
licito atravesar el velo de la personalidad y captar la autentica realidad que se oculta detrás de ella –es
decir a la persona física que tiene el efectivo ejercicio del poder de decisión-, con la finalidad de corregir el
fraude o neutralizar la desviación, toda vez que la sociedad configura un elemento que intenta cubrir la
responsabilidad patrimonial del verdadero responsable” (CNCom, Sala A, 24/3/00 “Mayeutica SRL c/
Entrepreneur SA s/ Sumario”).
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Y si de ello surgiera perjuicio para terceros, el socio o el controlante que la hizo posible, será
entonces responsable ilimitadamente por los daños ocasionados.
Esto significa que la inoponibilidad de la personalidad jurídica o el “corrimiento del velo
societario”, si se prefiere, se produce en dos campos: (i) el de la imputación diferenciada,
permitiéndose atribuir la actuación al socio o controlante en su propia persona; (ii) el de la
limitación de la responsabilidad, atribuyéndose responsabilidad solidaria e ilimitada a dicho socio o
controlante por los perjuicios causados.
Así pues, de la imputación de la actuación a la persona del socio surgirá si el acto resulta
violatorio de las reglas de la legítima hereditaria, o de las normas de la sociedad conyugal, o
esconde un acto en fraude a terceros o una simulación.
No obstante, tal imputación de la actuación de la sociedad al socio no necesariamente
importará privar de sus efectos propios al acto en cuestión (tanto con relación a la sociedad misma
como respecto de los terceros que intervinieron en el mismo).
Adviértase que la norma no establece la nulidad de esa actuación, sino tan sólo su
inoponibilidad respecto de aquellos a quienes por su intermedio se buscó perjudicar.
Por lo tanto, la determinación de las consecuencias de este orden deberá hacerse en cada
caso en concreto, y deberá adoptarse la solución que en menor medida afecte los legítimos derechos
adquiridos por terceros como consecuencia de dicha actuación.
Es que, en la práctica, al correrse el velo societario y aplicarse a la actuación las figuras
jurídicas que regulan el fraude, la simulación, etc., surgirán colisiones entre los derechos de los
terceros que contrataron con la sociedad y los afectados por la actuación realizada en su perjuicio.
En tales casos, habrá que estar a las soluciones que al respecto consagra el resto del
ordenamiento legal en cuanto a la protección de los derechos adquiridos por los terceros de buena fe
y a título oneroso (arts. 968 y 1051 bis del C. C., art. 58 LS, teoría de la apariencia, etc.), regla
impuesta precisamente en miras a resguardar la seguridad jurídica.
En definitiva, no debe perderse de vista que lo que persigue el instituto es, principalmente,
evitar que el socio eluda sus responsabilidades amparándose en las reglas de imputación
diferenciada de la personalidad jurídica societaria, impidiendo que actos simulados o fraudulentos
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en perjuicio de terceros terminen quedando sin sanción gracias a la utilización, aunque desviada, de
ese recurso legal.
1.3. Efectos de la desestimación de la personalidad jurídica.
Hemos afirmado que el ordenamiento jurídico (en el caso, el art. 2 de la LS) otorga a las
sociedades una personalidad jurídica diferenciada a los efectos de posibilitar los fines para los
cuales ella es reconocida, esto es, facilitar que un grupo de individuos se asocie libremente para
desarrollar una actividad lícita.
Por lo tanto bien puede decirse que la observancia de esos fines (al contrario que su uso
desviado) resulta condición sine qua non para la vigencia de los efectos de la personalidad jurídica.
Aún cuando sobre la base de lo precedentemente expuesto podría sostenerse que en caso de
constatarse un uso desviado de la sociedad cesarían todos los efectos de la personalidad jurídica,
ello no es así en nuestro derecho positivo, en el que el art. 54 in fine de la LS expresa y
especialmente reglamenta los efectos y alcances de la aplicación de esta teoría, limitándolos.
Obsérvese que la norma no consagra una “desestimación” de la personalidad, expresión que
resulta más apta para designar una denegación, desaprobación o rechazo total de la personalidad,
sino su inoponibilidad.
Y en nuestro derecho la inoponibilidad es una especie de ineficacia parcial, es decir, limitada
a ciertas personas o a ciertos efectos del acto o negocio jurídico. En la teoría de los hechos y
negocios jurídicos, el acto inoponible es válido y eficaz entre las partes, pero sus efectos son
inoponibles respecto de ciertos terceros.
Éste es el sentido, pues, con que debe interpretarse la inoponibilidad de la personalidad
jurídica que consagra el título del art. 54 in fine de la LS, y que queda completamente corroborado
por el contenido del texto legal.
En efecto, conforme la recta interpretación de la norma en cuestión, los efectos de la
personalidad jurídica de la sociedad, esto es, la imputación diferenciada de la actuación del ente y la
limitación de la responsabilidad de sus miembros, resultarán inoponibles a aquellos terceros
perjudicados por la actuación de la sociedad que encubra la consecución de fines extrasocietarios,
constituya un mero recurso para violar la ley, el orden público o la buena fe o para frustrar
derechos de terceros.
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En tales casos, la actuación de la sociedad, y por consiguiente, los efectos y
responsabilidades derivados de ella, resultarán imputables directamente a los socios o controlantes
que la hicieron posible, quienes no podrán oponer al damnificado el valladar de la personalidad
jurídica societaria.
Pero, reiteramos, los efectos de esta inoponibilidad se verifican únicamente con relación al
caso concreto, es decir, para quien resulta perjudicado por la actuación viciada de la sociedad.9
Fuera del caso concreto, la personalidad jurídica de la sociedad se mantiene incólume, pues
la aplicación del art. 54 de la LS no implica ni el desconocimiento in totum de la personalidad
jurídica, ni la fijación normativa de los límites de la misma (capacidad), sino simplemente la no
aplicación en el caso concreto del privilegio de la responsabilidad limitada.
De esta manera, la aplicación de la figura no constituirá por sí misma una causal de
disolución de la sociedad10, ni habrá de alterar el particular ordenamiento societario interno, salvo
que la imputación de la actuación viciada de la sociedad a los miembros que la hicieron posible
provoque, en los hechos, el desconocimiento de la calidad de socio de uno de sus integrantes o la
pérdida del capital social, lo cual, en tal caso, provocará la aplicación de otras normas del
ordenamiento societario, y no del art. 54 in fine de la LS.
Lo que el art. 54 in fine de la LS hace es facultar a prescindir del ropaje societario para que
la imputación de la actuación de la sociedad se haga en cabeza de sus miembros. Una vez efectuada
dicha imputación, la naturaleza y calificación del negocio, así como sus efectos y responsabilidades,
se regirán por lo que las demás normas del ordenamiento jurídico establezcan al respecto, lo cual,
como es lógico, podrá también deparar consecuencias tanto en el ámbito del funcionamiento interno
de la sociedad como en sus relaciones externas, por ejemplo sus acreedores.
A ello cabe agregar, por otra parte, que la aplicación del art. 54 in fine de la LS tampoco
significa que se desobligue a la sociedad, la que continuará atada al vínculo originario, aditándose
un nuevo obligado: el socio o controlante que hizo posible su actuación abusiva.
2. Naturaleza del proceso para desestimar la personalidad jurídica de un ente ideal.
9
. MOEREMANS, Daniel, Extensión de la responsabilidad del socio gerente por aplicación de la teoría de
la desestimación de la personalidad jurídica; LLNOA, 2001-553.
10
. OTAEGUI, Julio C., Inoponibilidad de la personalidad jurídica, en Anomalías Societarias, Ed.
Advocatus, p. 98, punto 1.
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Con este tema ingresamos en el objeto principal de este trabajo: los aspectos procesales
involucrados en la aplicación del art. 54 in fine de la LS.
Partimos de la base que, como antes afirmáramos, el art. 54 in fine de la LS constituye una
herramienta legal para extender al socio la responsabilidad por los daños provocados por un acto
formalmente imputable a la sociedad, cuando dicha actuación encubra la consecución de fines
extrasocietarios o constituya un mero recurso para violar la ley, el orden público, la buena fe o para
frustrar derechos de terceros.
Ahora bien, toda atribución de una responsabilidad por daños y perjuicios requiere la
verificación de una serie de condiciones de procedencia.
Así, el responsable del daño debe ser autor de una conducta antijurídica que le sea
reprochable en función de algún factor de atribución subjetivo (dolo, culpa) u objetivo (riesgo o
vicio de la cosa de la que se sirve, obligación de garantía, responsabilidad por el hecho de otro,
abuso de derecho, etc.), debiendo mediar entre la conducta y el daño una adecuada relación de
causalidad.
La prueba de dichos extremos, así como la de la inexistencia de los mismos, o de una causal
de exoneración de responsabilidad, requieren de un proceso judicial que permita la mayor amplitud
probatoria.
Se trata en todos los casos de probar acciones u omisiones para lo cual será necesario
recurrir a testigos, pericias, informes, etc.
Lo mismo ocurre cuando se afirme que cierta actuación de la sociedad encubre fines
extrasocietarios. En tal caso, previamente habrá que probar la efectiva ocurrencia del acto que se
reputa como tal y las circunstancias de hecho o marco fáctico en el cual fue realizado, para luego
confrontarlo con el objeto de la sociedad y su actividad, así como con otros elementos de hecho
cuya indagación requerirá echar mano a los más diversos medios probatorios.
Asimismo, si lo que se pretende es que cierta actuación de una sociedad constituye un “mero
recurso” para violar la ley, el orden público, la buena fe, o para frustrar derechos de terceros, habrá
que probar cuál es la simulación que supuestamente encierra esa actuación, así como el carácter de
acreedor o tercero perjudicado de quien promueve la acción. Y a nadie escapa que para probar el
carácter simulado de un acto será necesario recurrir a una serie de presunciones que, en la medida
que resulten serias, precisas y concordantes, podrán generar en el Juzgador la convicción de
encontrarse ante una meramente aparente actuación del ente, es decir, un “mero recurso”.
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Es decir que, como primera conclusión, consideramos que el proceso en el cual se debata la
inoponibilidad de cierta actuación de una persona jurídica debe ser aquél que brinde la mayor
amplitud probatoria.
Además, debe tratarse de un proceso en el cual se garantice el derecho de defensa en juicio
del demandado que consagra el art. 18 de la Constitución Nacional.
En la estructuración de nuestro sistema procesal, el juicio de conocimiento pleno es el que
mejor satisface estas garantías, ya que es el que permite el más completo y eficaz ejercicio del
derecho de defensa en juicio, tanto por la inexistencia de limitaciones en cuanto a la cantidad y tipo
de defensas proponibles como por la amplia gama de pruebas que pueden ser ofrecidas11.
Los demás tipos de proceso, constituyen excepciones al juicio de conocimiento, justificadas
por circunstancias que la ley considera aptas para limitar, según el caso, las instancias, plazos,
defensas o pruebas de las que las partes intentar valerse en juicio.
Así, el proceso ejecutivo se justifica en la celeridad del tráfico comercial y en que la
responsabilidad del deudor surge de un documento emanado de sí mismo (título ejecutivo) en el
cual consta, además, la medida exacta de su responsabilidad (deuda líquida o fácilmente liquidable).
En la ejecución de sentencia, la limitación de la excepciones oponibles se basa en que el
ejercicio pleno del derecho de defensa tuvo lugar justamente en el juicio en el cual dicha sentencia
fue dictada, constituyendo, este proceso de ejecución, no otra cosa que el medio para llevar adelante
el cumplimiento de la condena.
En el juicio sumarísimo, por su parte, se ventilan cuestiones litigiosas de escaso valor
económico, de sencilla dilucidación, o bien para enmarcar controversias de urgente tratamiento y
decisión (v. gr., interdicto de despojo, amparo de derechos constitucionales). Igualmente cabe
aclarar que en este tipo de procesos lo que se presenta es una abreviación de plazos y concentración
de los actos procesales, pero no una limitación a las defensas oponibles.
11
. “El proceso ordinario permite agotar la discusión y decisión del conflicto, sus características
primordiales residen en la minuciosidad de las formas, la mayor extensión temporal de los diversos períodos
o etapas que lo integran, y en el número de medios de impugnación que admite. Todo lo cual garantiza a las
partes las más amplias posibilidades para alegar y probar sus medios de ataque y de defensa.” (PALACIO,
Lino E., Derecho Procesal Civil, 2ª edición, Abeledo-Perrot, 1994, tomo I, pág. 309, nº 62).
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En tanto que por la vía incidental se encauzan aquellas cuestiones que no son autónomas
sino derivadas de otro proceso, y que por lo tanto no tienen entidad suficiente para dar lugar a un
juicio autónomo.
En nuestro régimen procesal en materia civil y comercial, las acciones tendientes a atribuir
una responsabilidad patrimonial tramitan por medio de un proceso de conocimiento pleno, ya sea a
través del juicio ordinario en el ámbito nacional,12 o mediante el proceso sumario en algunas
provincias.
Por otra parte, el art. 15 de la Ley 19.550 puntualiza que cuando en la ley se dispone o
autoriza la promoción de una acción judicial, ésta se sustanciará por procedimiento sumario, salvo
que se indique otro.
Esta norma, entiende la doctrina, es aplicable a toda acción judicial deducida como
consecuencia de divergencias suscitadas en la interpretación y aplicación de la normativa
societaria.13
Para Nissen, habiendo la ley indicado un tipo de proceso en concreto: el sumario, todas las
contiendas societarias deben ventilarse de acuerdo al “juicio sumario” legislado en los respectivos
códigos procesales. 14
Este era también el criterio seguido por la Cámara Comercial de la Capital Federal antes de
la reforma al Código Procesal Civil y Comercial de la Nación.15
En síntesis, tanto por aplicación de las reglas procesales generales que determinan los tipos
de proceso, como por las previstas en la misma Ley 19.550, arribamos a la conclusión de que la
acción judicial para atribuir responsabilidad patrimonial en los términos del art. 54 de la LS, debe
12
. Art. 319 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, modificado por la ley 25.488.
13
. VERON, Alberto Víctor, Sociedades Comerciales, Ed. Astrea, 3ª reimpresión, 1998, Tomo 1, pág. 111.
14
. NISSEN, Ricardo A., Algunas cuestiones derivadas del art. 15 de la ley 19.550, ED, 84-340.
15
. “La acción tendiente a desestimar la personalidad jurídica societaria deber ser instaurada por juicio
sumario, tal como lo prevé el art. 15 de la ley 19.550, lo cual no implica que resulten aplicables las
disposiciones procesales que reglan los juicios sumarios verdaderamente tales –v. gr. el llamado
“ejecutivo”-, sino que debe seguirse alguno de los trámites previstos para los procesos de conocimiento
pleno que suponga algún grado de abreviación”. (CNCom, Sala B, 6/6/96, “Chmea, David c/ Boeing
S.A.I.C e I. y otros”, ED. 173-34).
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tramitar por medio de un procedimiento de conocimiento pleno, ya se trate de un juicio sumario u
ordinario.
Forzoso es colegir, por ende, que el juicio ejecutivo no constituye una vía idónea para
debatir la existencia de una responsabilidad patrimonial causada en la presunta violación de la ley.
Tal atribución de responsabilidad se basa en hechos presuntamente violatorios de la ley, y no en un
documento emanado del deudor del cual surja una suma líquida y exigible.
En tal sentido, la sala C de la Cámara Nacional Comercial, rechazó una acción tendiente a
desestimar la personalidad jurídica societaria que se pretendió ejercer en el marco de un juicio
ejecutivo, en razón de que tal pretensión era ajena al ámbito propio del juicio ejecutivo.16
Tampoco constituye una vía apta el proceso de ejecución de una sentencia, como
lamentablemente suele verse en el ámbito del derecho laboral.
En efecto, a partir del año 1998, con el dictado del fallo “Duquelsy”17 por parte de la Sala III
de la Cámara Nacional del Trabajo, se ha venido reiterando un criterio jurisprudencial que autoriza
la extensión de la condena dictada en el juicio laboral respecto de la sociedad, a los directores de la
misma, bajo el argumento de que la contratación de personal “en negro” importa fraude laboral, y
ello da lugar, sin más, a la sanción prevista por el art. 54 in fine de la LS.18
Este criterio ha despertado muchas críticas19 y algunas aprobaciones20.
Por nuestra parte, adherimos a las críticas, ya que, por las razones que venimos exponiendo
en este capítulo, no creemos que el proceso de ejecución de sentencia garantice ni siquiera
16
. CNCom, Sala C, 16/8/78, “Mara M. c/ Terratur S.R.L. y otro”, Errepar Derecho Societario-BD 1-S
00230.
17
. “Duquelsy, Silvia c/Fuar S.A. y otros”, CNTrab., Sala III, 19.02.98.
18
. CNTrab., sala X, 27/08/2004,”Juárez, Carlos A. c. Cerámica El Aljibe S.R.L. y otro”; CJ Catamarca,
14/06/2002, “Vega, Hortencia c. Moyano, Jorge H. y/u otros”; CNTrab., sala VII, 28/06/2004, “Laguardia,
Mónica C. c. Tasula S.A. y otros”; CNTrab., sala III, 30/08/2000, “Chazarreta, César c. Fletes Lotto S.A. y
otros s/ despido”, entre muchos otros.
19
. Entre otros, PALACIO, Lino A., “Responsabilidad de los socios ... cit.; EMBID IRUJO –VARELA,
Personalidad jurídica, levantamiento del velo societario y práctica judicial reflexiones desde las dos orillas,
LL. 2000-B-, 1090; VARELA, Fernando, El corrimiento del velo societario –la interpretación a contrario
sensu del fallo Duquelsy c. Fuar, LL, 1990-D, 950.
20
. ARESE, César, Para que determinadas sentencias laborales no se conviertan en papeles mojados, LL,
2002-C-531; ARESE, César, Cuestiones probatorias y vía procesal responsabilizando a los administradores
societarios, LL, 2004-C-103; NISSEN, Ricardo A., Un magnífico fallo en materia de inoponibilidad de la
personalidad jurídica, LL, 1999-B-4.
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mínimamente el derecho de defensa en juicio de aquellos a quienes pretenda endilgárseles una
responsabilidad con base en el art. 54 in fine de la LS.
En efecto, como ya lo habíamos adelantado, la ejecución de sentencia es un proceso de
ejecución cuyo objeto consiste en una pretensión tendiente a hacer efectiva la sanción impuesta por
una sentencia de condena.21
En palabras de Arazi22, se trata de una etapa más del proceso en la cual se apunta a la
realización efectiva de la letra de la sentencia.
Por lo tanto, resulta obvio que la ejecución de la sentencia no puede dirigirse contra quien no
ha sido condenado en la misma, puesto que de otra manera no se estaría haciendo efectiva la letra
de la sentencia sino imponiendo una condena a quien no fue parte de proceso ni tuvo, por lo tanto,
posibilidad de ejercer su derecho de defensa en juicio.
Además, las excepciones que la ley ritual permite oponer en el proceso de ejecución de
sentencia se encuentran sumamente acotadas, precisamente en razón de que las defensas relativas al
derecho que reconoce la sentencia ya fueron o debieron haber sido interpuestas y ventiladas en el
pleito, y resueltas por la sentencia que precisamente se ejecuta.
Así, según el art. 506 del Código Procesal, las únicas defensas oponibles son las de (i)
falsedad de la ejecutoria, (ii) prescripción de la ejecutoria; (iii) pago, (iv) quita, espera o remisión.
Ninguna de estas defensas, lógicamente, podrá ser opuesta por aquél a quien se atribuye
responsabilidad sobre la base del art. 54 in fine de la LS, ya que a su respecto no existe ejecutoria de
la cual predicar falsedad ni prescripción, ni puede exigírsele que haya pagado una deuda que aún no
se sabe si tiene o no, o que se le hubiese otorgado un quita, espera o remisión.
Y si bien es cierto que la jurisprudencia ha admitido la procedencia de otras excepciones
adicionales a las previstas por la ley procesal, estas excepciones están también fundadas en la
existencia de una sentencia condenatoria en su contra.
Así, por ejemplo, se ha admitido la procedencia de la excepción de falta de legitimación
activa por no haber recaído pronunciamiento a favor del ejecutante23, o la de inhabilidad de título
21
. PALACIO, Lino E., Derecho ... ,cit., p. 210).
22
. ARAZI-ROJAS, Código procesal civil y comercial de la Nación, tomo II, pág. 608.
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por no encontrarse reunidos los recaudos establecidos en el art. 499 para que la sentencia sea
ejecutable24, como por ejemplo, no haber quedado ejecutoriado el fallo.
De modo que, según lo expuesto, si se pretendiera ejecutar contra uno de los socios la
condena dictada contra la sociedad, so color de lo dispuesto por el art. 54 in fine de la LS,
perfectamente cabría la interposición de una excepción de falta de legitimación pasiva, por no haber
sido dictada la sentencia contra el sujeto al cual se la pretende ejecutar.25
En el régimen procedimental laboral la situación no es distinta. Por el contrario, empeora.
En efecto, el art. 132 de la ley 18.345 establece que “consentida o ejecutoriada la sentencia,
el secretario del juzgado practicará liquidación y se intimará al deudor a que, en el plazo fijado en la
sentencia, pague su importe. Contra esta intimación sólo procederá la excepción de pago posterior a
la fecha de la sentencia definitiva.”
Como claramente se advierte, la única excepción oponible en este proceso es la de pago
documentado; y la intimación al pago sólo puede efectuarse, según dicha norma, al “deudor”, que
no puede ser otro que el que ha sido determinado como tal en la sentencia, y nunca un tercero ajeno
al pleito.
Sin embargo, prestigiosos autores como Nissen y Moeremans sostienen que la extensión de
una responsabilidad fundada en el art. 54 in fine de la LS es proponible en el marco del proceso de
ejecución de sentencias laboral, “en tanto y en cuanto los eventuales responsables de la actuación de
la sociedad puedan ser oídos”26, “otorgándoles al o los accionistas, el amplio ejercicio del derecho
de defensa.”27
23
. ARAZI – ROJAS, Código ..., cit., Tomo II, pág. 637.
24
. CNCiv., sala E, in re “Bruce, Oscar y otra c/Baldioli, Alberto A.”, LL, 1986-E-451.
25
. FALCÓN, E. M., Código Procesal Civil, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, t. III, p. 515, pto. 506.9.3. y
jurisprudencia allí citada). En el mismo sentido: CNCiv., Sala A, 11.09.80, ED, 91-757 y demás
jurisprudencia citada en MORELLO – SOSA – BERIZONCE , Códigos Procesales Civiles y Comerciales de
la Nación y de la Provincia de Buenos Aires, t. VI-A, p. 140.
26
. NISSEN, Ricardo A., Sobre el tribunal competente en la aplicación del art. 54 in fine de la ley 19.550 en
los juicios laborales (a propósito de un reciente fallo de la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de
Buenos Aires), LL, 2003-B-725.
27
. MOEREMANS, Daniel, Extensión de la responsabilidad del socio gerente por aplicación de la teoría de
la desestimación de la personalidad jurídica, LLNOA, 2001-553.
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Por nuestra parte creemos, con el respeto que nos merecen los citados autores, que eso no es
más que una expresión de deseos, ya que si la única excepción oponible es la de pago documentado
posterior a la sentencia, no advertimos de qué manera podrá el socio al que se le pretende extender
la condena recaída en sede laboral contra la sociedad, probar que la misma no constituye un mero
recurso para violar la ley, o que no persigue fines extrasocietarios, extremos que, según el texto
legal, ni siquiera podría alegar dado lo acotadísimo de los recursos defensivos con los que cuenta.
Intentar dilatar los límites del proceso de ejecución de sentencia para dar cabida a un
ejercicio pleno del derecho de defensa en juicio con lo que ello supone: defensas ilimitadas y
amplitud probatoria, importaría tanto como encauzar la situación en un proceso sui generis, de
reglas difusas y variables según el tribunal en que tramite, y con grave riesgo para ambas partes,
atento la falta de pautas procesales claras a las que atenerse.
Además, ¿para qué forzar la tramitación de una acción de responsabilidad fundada en el art.
54 in fine de la LS en el marco de la ejecución de sentencia, si para ello resulta imprescindible
ordinarizar dicho proceso?
Adherimos por lo tanto a la jurisprudencia28 y doctrina29 que propugnan que a fin de
investigar el fraude que se alega sobre una persona jurídica que no ha sido demandada se requiere la
iniciación de un proceso autónomo de conocimiento.
Y no se diga que los presupuestos de aplicación del art. 54 de la LS: actuación de la
sociedad que encubre fines extrasocietarios, o que constituye un mero recurso para violar la ley, el
orden público o la buena fe o para defraudar los derechos de terceros, se encuentran acreditados con
la sola existencia de los “pagos en negro”, o por el hecho de que la sociedad haya devenido
insolvente en el transcurso del proceso laboral.30
28
. CNTrab., Sala I, 15.11.96, “Villarroel Ochoa de Chungara, Bertha c. Textil Corea S.R.L. s. Despido”.
29
. PIROLO, Miguel A., Aspectos procesales de la responsabilidad solidaria, Revista de Derecho Laboral,
1001-1-397. ALVAREZ, Eduardo, El art. 54 de la Ley 19.550, Revista de Derecho Laboral, 1001-1-251.
30
. Es que como bien dice Palacio, “la sociedad en cuanto persona jurídica realiza una actividad económica
y en el decurso de dicha actividad puede ganar o perder dinero. La insolvencia en sí misma no habilita ‘per
se’ el allanamiento de la personalidad ni permite considerar la existencia de un abuso de la misma. En tal
orden de ideas, la circunstancia que una sociedad de los tipos que conllevan limitación de responsabilidad
se encuentre en impotencia patrimonial como consecuencia de su giro, aún cuando sus socios sean
solventes, no es en sí mismo indicativa que haya mediado un uso abusivo de la personalidad. Postular lo
contrario significaría borrar con el codo lo que se ha escrito con el puño en punto al valor del instituto de la
limitación de la responsabilidad como generador de inversiones de riesgo, con sus consecuentes efectos
sobre el empleo y el progreso” (PALACIO, Lino A., Responsabilidad ...cit.).
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Pues si bien creemos, como Nissen31, que la teoría de la inoponibilidad de la personalidad
jurídica no resulta únicamente aplicable a los casos en los que la sociedad sea meramente ficticia, es
decir, carente de toda actividad, o cuando ha sido derechamente constituida como un mero recurso
para violar la ley o los derechos de terceros,32 no pensamos, por el contrario, que pueda válidamente
sostenerse que el hecho que en el curso de su actividad regular y lícita la sociedad viole una norma
legal determinada, constituya un hecho que por sí mismo dé lugar a la aplicación de la teoría de la
inoponibilidad de la personalidad jurídica, como se pretende en algunas sentencias dictadas por
ciertas salas de la Cámara del Trabajo. Si así fuera, cada vez que una sociedad incumple una norma
legal cesarían tanto la imputación diferenciada de sus actos como la responsabilidad limitada de sus
socios, lo que terminaría por desvirtuar el régimen societario y con ello la utilización de las
sociedades comerciales.33
Postulamos, pues, que la “actuación” de la sociedad a la que se refiere el art. 54 in fine de la
LS, y que da lugar a la aplicación de la teoría de la inoponibilidad, es aquella que no tiene como
causa fin la satisfacción del interés social o el cumplimiento del objeto de la sociedad, sino que
persigue tan solo anteponer los efectos de la personalidad diferenciada de la sociedad para esconder
el acto de los efectos que la ley le atribuiría si hubiera sido formalmente ejercido por quien
verdaderamente se beneficia del mismo.
Se trata, a nuestro entender, de una actuación simulatoria y fraudulenta, en la cual la
sociedad no actúa realmente en su propio interés sino en el interés de su controlante, quien por su
parte persigue, a través de la actuación de la sociedad, evadir una prohibición legal que rige a su
respecto para de esa manera defraudar a la ley o perjudicar a terceros.
31
. “La constitución de una sociedad con fines ilegítimos encuentra expresa sanción en la nulidad de ente,
conforme lo prevén los arts. 18 y 19 de la ley 19.550 y 953 del Código Civil, mientras que y a diferencia de
aquellas situaciones, el art. 54 in fine de la ley 19.550 contiene sanciones diferentes y se aplica a cualquier
‘actuación’ de la sociedad.” (NISSEN, Ricardo A., Sobre el ... , cit.).
32
. Esta es la interpretación del art. 54 que propone Varela, en El corrimiento del velo societario. La
interpretación a contrario sensu del fallo ‘Duquelsy c. Fuar’, LL, 1999-D-950, y en Inoponibilidad de la
personalidad jurídica y un fallo con consecuencias ‘disvaliosas’, publicado en Doctrina Societaria y
Concursal, Nº 129, p. 101 y sgtes.
33
. “No podemos subsumir el desarrollo de esta teoría en una simple violación a la ley laboral, a través de
una contratación en negro por parte de una sociedad, pretendiendo con esto que los accionistas sean
solidariamente responsables por las deudas de la sociedad. Esta postura parece inaceptable dado el
desarrollo que esta teoría ha merecido y dada la aplicación que se ha efectuado de ella en otros
ordenamientos jurídicos” (EMBID IRUJO – VARELA, Personalidad jurídica ..., cit.).
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3. Legitimación activa y pasiva.
Liminarmente cuadra señalar que la legitimación para obrar procesalmente, determina quién
puede actuar como parte actora en un proceso determinado (legitimación activa) y frente a quien,
como demandado (legitimación pasiva).
De forma tal que existe falta de legitimación para obrar si no media coincidencia entre las
personas que efectivamente actúan en el proceso y aquellas a las cuales la ley habilita especialmente
para pretender o contradecir respecto de la materia sobre la cual versa el proceso.
En lo tocante al tema que nos ocupa, es por demás obvio que en toda acción que persigue la
inoponibilidad de la personalidad jurídica de una sociedad a los efectos de imputar la
responsabilidad de los socios o controlante que hicieron posible la actuación de la misma en
infracción al art. 54 in fine de la LS, se encuentran legitimados activamente todos los terceros y/o
acreedores de la sociedad o de los controlantes de la misma que resultaren damnificados por dicha
actuación.
En cambio, no se encuentra legitimada activamente la propia sociedad ni sus socios, pues la
norma está prevista como una sanción y no para beneficio de los socios que utilizaron abusivamente
a la sociedad.
En tal sentido, la Cámara Nacional Comercial, por su sala C, sostuvo con fecha 22 de
diciembre de 1998 in re “Simancas, María Angélica c/ Crosby, Ronald Kenneth y otro”, que “lo
que no parece suscitar ninguna hesitación es que la figura de la inoponibilidad del art. 54 de la
LSC regula supuestos de desestimación en protección de terceros, acreedores de la sociedad o de
los socios, y por consiguiente, no abarca –como principio– , la desestimación en beneficio de los
socios o de la propia sociedad.”34
34
. Agrega la sentencia que “así debe interpretarse, en razón de la propia noción de inoponibilidad que
alude al supuesto de ineficacia de un acto jurídico que siendo válido entre las partes, no produce efectos
respecto de determinadas personas ajenas a él, a quienes la ley los autoriza a comportarse como si el acto
no existiese (Llambías, J. J., Trat. Parte General, Nº 1878). En el caso del art. 54 cit., la actuación de la
sociedad será imputable a los socios a los controlantes que la hicieron posible, lo cual significa –como lo
explica Fargosi–, que la personalidad será inoponible respecto de los perjudicados, en tanto dicha norma
cierra un círculo de protección de los intereses de terceros.”. En el caso transcripto, la actora había
pretendido la desestimación de la personalidad jurídica de la sociedad de la que formaba parte alegando que
ella encubría en realidad un condominio de los bienes que integraban el acervo conyugal. El fallo in extenso
está publicado en ED, 184-248. En el mismo sentido puede verse el fallo de la sala A de la Cámara Nacional
Comercial, del 24/03/2004, in re “Faisan SAIC de Productos de Algodón y afines c. Exfin Exchange y
Financial Co. Trust Vaduz y otros”, en el que se sienta el mismo principio, con nota aprobatoria de Marcelo
A. Saleme Murad, quien al respecto afirma: “Nunca el descorrimiento del velo puede ser invocado por la
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En cuanto a la legitimación pasiva, es claro que esta compete tanto a la sociedad cuya
actuación se reputa realizada con fines extrasocietarios o como mero recurso para defraudar a la ley
o a terceros, así como a los socios o controlantes que hicieron posible dicha actuación.35
Cabe destacar que la noción de controlantes contenida en el art. 54 in fine de la LS
comprende tanto al controlante interno (ya sea éste de derecho como de hecho), como al controlante
externo o contractual.
Por lo tanto, siempre deberá demandarse a la sociedad y al socio y/o controlante, no
pudiéndose demandar exclusivamente a estos últimos.36
4. Competencia.
Por lo general, la acción que persigue la declaración de inoponibilidad prevista en el art. 54
in fine de la LS, será accesoria a una acción principal contra la sociedad o bien contra el socio de la
misma, al cual se pretende responsabilizar por las consecuencias de un acto que se pretendió
encubrir bajo la actuación de una persona jurídica.
En tales casos, la acción prevista por el art. 54 in fine de la ley 19.550 deberá acumularse a
la demanda promovida contra la sociedad por las consecuencias de la actuación.37
propia persona jurídica a quien le afecta, pues queda claro que el descorrimiento del velo societario reviste
las características de sanción. Resulta absolutamente torpe pretender que la personalidad pueda
desestimarse por el propio peticionante, persona jurídica, para obtener un beneficio.” Este comentario está
publicado en el Diario La Ley del 25 de junio de 2004, pág. 5.
35
. “Para la aplicación de la solución prevista por el art. 54 in fine de la ley 19.550 es necesario que la
imputación a los administradores, socios o controlantes de las consecuencias de la actuación social
reprochable, sea concretamente formulada, debiendo dirigirse dicha demanda contra aquellos sujetos, a los
fines de que puedan ejercer su derecho de defensa.” (NISSEN, Ricardo A., Sobre el tribunal ..., cit.).
36
. MOEREMANS, Daniel, Extensión de la responsabilidad ... , cit.. En sentido concordante se ha dicho que
“la ocurrencia al mecanismo de la inoponibilidad requiere, como presupuesto, que la sociedad con quien se
hubo jurídicamente realizado la correspondiente operación también haya sido demandada, pues para poder
extenderle a sus socios o controlantes la responsabilidad por sus actos requiere que por ellos se la condene,
lo que presupone su intervención como sujeto pasivo de la litis.” (CCiv.Com. San Martín, sala II,
02/09/1999, “I.T.P. Electrónica S. R. L. c. Signs Time S. R. L.”, LLBA 2000, 86; JA, 3/5/2000; ED 187,
177).
37
. NISSEN, Ricardo A., Sobre el tribunal competente...., cit.
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Estos nos lleva a la conclusión de que el Juez competente dependerá en cada caso de la
naturaleza de la acción principal a la cual acceda la acción de inoponibilidad.
Así, a modo de ejemplo, podemos mencionar que si la teoría de la inoponibilidad es
planteada en el marco de un juicio de “colación”, será competente la Justicia en lo Civil. En cambio,
si se tratara de un juicio de oposición de marca, tramitará ante el fuero Civil y Comercial Federal, y
así sucesivamente.
En síntesis, como dice Nissen, la aplicación de la solución prevista por esta norma no es
patrimonio exclusivo de justicia en lo comercial, sino que constituye un mecanismo al cual puede
acceder cualquier tercero perjudicado por una actuación de la sociedad que encubra38
Ahora bien, si en cambio la acción de inoponibilidad de la personalidad jurídica es deducida
como acción autónoma, con posterioridad al juicio en el cual se estableció la responsabilidad que a
través de dicha acción se pretende extender a los socios o controlantes de la sociedad, ésta sí deberá
tramitar, necesariamente, ante el fuero comercial, en razón de la naturaleza eminentemente
societaria de la acción.
Este es el criterio al que adscribe la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos
Aires, que en pronunciamiento de fecha 3 de octubre de 2001, sostuvo que “resulta competente la
justicia civil y comercial para entender en una acción deducida en el marco de la ejecución de una
sentencia de despido, por la cual se pretende la declaración de responsabilidad de los integrantes
de la sociedad de responsabilidad limitada demandada, ante el incumplimiento de la decisión
judicial citada, invocando abuso de derecho y fraude, toda vez que no se trata de ninguno de los
supuestos contemplados en el art. 2º de la ley 11.653.” 39
Así también lo entendió, al parecer, la sala F de la Cámara Nacional Civil en el juicio de
divorcio en el cual se había homologado un acuerdo de disolución de la sociedad conyugal, y uno
de los cónyuges pretendió luego, plantear, en dicho proceso, la inoponibilidad de la personalidad
jurídica de una sociedad a cuyo nombre estaban inscriptos algunos bienes que se alegaba
pertenecían en realidad de propiedad la sociedad conyugal.40
38
. NISSEN, Ricardo A., Sobre el tribunal...., cit.
39
. SCBA, 03.10.01., “Vera, Beatriz S. c. Ameduri, José V. y otros”, LL, 2003-B, pág. 726.
40
. CNCiv., Sala F, “Simancas de Crosby, María c. Crosby, Ronald Kenneth s. divorcio s. inc. de apelación”;
Res. 143.986.
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5. Carga de la prueba.
Ante todo cabe señalar que para la procedencia de la teoría de la inoponibilidad deben existir
–en principio– pruebas concluyentes respecto de las situaciones que el artículo 54 de la LSC
contempla a fin de prescindir de la personalidad jurídica.41
En cuanto a la carga de la prueba, se deben aplicar los principios generales en materia de
onus probandi, es decir el actor deberá demostrar que se presentan los requisitos exigidos por el art.
54 de la LSC, como así también tratándose de un tema de extensión de la responsabilidad, deberá
igualmente acreditar los perjuicios ocasionados.42
Además, en estos procesos la carga de probar que “la actuación de la sociedad encubre la
consecuencia de fines extrasocietarios, constituya un mero recurso para violar la ley, el orden
público o la buena fe o para frustar derechos de tercero” estará a cargo de quien lo afirme (arg. art.
377 CPCC43).
41
. “Si bien, en principio la persona jurídica esta configurada por personas físicas, es un ente diferenciado de
ellas y dotado de su propia personalidad. Por ende, para que sea aplicable la LS: 54 deben existir pruebas
concluyentes respecto de las situaciones excepcionales que dicho artículo contempla a fin de prescindir de la
personalidad jurídica” (CNCom, Sala A, 22/2/91, “Apalategui, Alberto c/ Sucesión D’Angelo, Roberto, s/
Ordinario s/ Incidente de liquidación”; ídem, CNCom, Sala C, 10/5/95, “Ferrari Vasco c/ Arlitonsa s/
Ordinario”). “Ante el planteo el a quo centra la demanda dentro de la prescripciones legales que reglamentan
la materia respecto a la desestimación de la personalidad societaria y el abuso del derecho (arts. 2 y 54,
L.S.C.). Precisamente, este último nos da las situaciones en que dicha desestimación resulta procedente: 1°
cuando encubra la realización de actos extrasocietarios y 2° cuando constituya un mero instrumento para
violar la ley, el orden público, la buena fe o para frustrar derechos de terceros. Ninguna de la pruebas
aportadas a los presupuestos logran demostrar, en forma concreta, alguna de las situaciones mencionadas. Ni
las testimoniales citadas por la actora, ni los informes de fs. 103 y 117, ni las instrumentales de fs. 102/110,
acreditan las mismas, por lo que los fundamentos dados por la aquo respecto a que no existe para violar la
ley, el orden público, la buena fe o para frustrar derechos de terceros” (CCivyCom Córdoba, 2° Nominación,
13/05/2002, “Heredia de Olazábal c. La Noria S.R.L. y otros”, DT 2002-B, 2171 – LLC 2002,1189 – IMP
2002-21, 179). “De la prueba producida no surge con la claridad necesaria que la figura societaria fuera
utilizada por lo demandados para defraudar los legítimos derechos que tenía el actor.” (CCiv, Sala E,
18/2/97, “Nizzo, Daniel A. c. Schafer, Juan T. y otros”, LL, 1998-A, 419 – DJ 1998-2, 844).
42
. MOEREMANS, Daniel, Extensión de la responsabilidad..., cit.
43
. Art. 377, Cpr: “Cada una de las partes deberá probar el presupuesto de hecho de la norma o normas que
invocare como fundamento de su pretensión, defensa o excepción”.
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Es decir que, como regla general, se debe aplicarse el principio rector en la materia, según el
cual no es el que niega quien debe probar, sino el que afirma: el onus probandi incumbe a quien
afirma y no a quien niega.44
Sin embargo, la rigidez de estos preceptos es reemplazada en la jurisprudencia por la
búsqueda de la solución justa según las circunstancias del caso concreto.
Es que, frente a la imposibilidad de una prueba directa o determinada que se presenta en
muchos casos, el juez debe ponderar esmeradamente el conjunto de las circunstancias anteriores,
concomitantes y posteriores del caso, y apreciarlo con soberana facultad para interpretar el
“animus”.45
Como acertadamente lo sostuvo la Sala I de la Cámara Civil y Comercial Federal, la
situación guarda sustancial analogía con la que se configura en supuestos de simulación, en cuya
hipótesis no se discute que los terceros comúnmente deben recurrir a la prueba de presunciones. Y
esa dificultad probatoria también ha sido destacada con referencia concreta a la aplicación de la
teoría de la penetración. De ahí que cuando por las circunstancias del caso o por la índole de los
hechos la prueba directa es imposible o extremadamente difícil, no se puede hacer incidir las
consecuencias que de allí derivan sobre la parte gravada con la carga de la prueba, de modo que en
esos casos adquiere pleno valor la de presunciones, medio que ha sido expresamente admitido por la
ley.46
Por lo tanto, en tales casos, y atento las cuestiones que se debaten, resultará aplicable la
denominada carga probatoria dinámica o el deber de cooperación47, que hacen que dicha carga
recaiga en quien se encuentre con aptitud y mayor comodidad para prestar su ayuda a esclarecer la
verdad.
Cabe destacar al respecto que la teoría de la carga probatoria dinámica o del principio de
solidaridad y colaboración postula que quien tiene la carga de probar es la parte que se encuentra en
44
. FENOCHIETTO, Carlos E., Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, 2ª edición, tomo 2, pág.
495,
45
. SC Tucumán, La Ley, 44-602.
46
. CNFedCivyCom, Sala I, 29/04/1983, “Llauró, Hnos. Propiedades, S. A. c. Llauró, Marcos J. y otro”, LL,
1983-D, 168.
47
. CNCiv, Sala E, 19/10/98, LL, 1999-B-174.
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mejores condiciones de hacerlo, doctrina que ha sido recogida por la Corte Suprema al decir que las
reglas que rigen la carga de la prueba deben ser apreciadas en función de la índole y características
del caso sometido a la decisión del órgano jurisdiccional, dada la necesidad de dar primacía –por
sobre la interpretación de las normas procesales – a la verdad jurídica objetiva, de modo que su
esclarecimiento no se vea perturbado por un excesivo rigor formal.48
Por lo tanto concluimos que en el caso de las acciones de inoponibilidad de la personalidad
jurídica, siempre la sociedad, o quienes la administran, se encontrarán en una mejor posición al
tener en su poder los libros, balances, contratos con terceros, etc., es decir, toda la documentación
idónea para probar que aquella realiza una actividad real, así como de qué forma el acto que
realizaron está enderezado a satisfacer el interés social a través del cumplimiento del objeto de la
sociedad, pues nadie mejor que la propia sociedad y sus socios controlantes para acreditar la
realidad del acto que se reputa aparente o en fraude a terceros.
48
. CSJN, 16-2-99, LL, 1999-C-136.
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