Alcázar Real - Liberto López de la Franca

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EL DÍA
Ciudad Real Local
REPORTAJE
HISTÓRICO
José López de la Franca
DOMINGO 5 DE MARZO, 2006
“A Su Alteza Real el Infante de España don Leandro Alfonso de Borbón Ruiz Austria,
descendiente directo de los reyes de Castilla, que en tiempos pasados habitaron nuestro
Real Alcázar, dando sentido y poder regio a nuestra amadísima siempre Ciudad Real.”
EL DÍA
EL DÍA
Imagen del interior del Real Alcázar en el año 1934 y a la derecha una fotografía de la reconstrucción que se llevó a cabo tras el hundimiento.
El Real Alcázar de Ciudad Real (I)
Llamado
impropiamente
Torreón del Alcázar
(1255-2006)
H
an sido muchos ciudadrealeños los que
me han pedido parecer respecto a los
recientes hallazgos
arqueológicos encontrados en los terrenos donde
estuvo ubicado en su día el Alcázar Real de Ciudad Real. Ante esta
continua petición de opinión he
creído necesario elaborar un articulo referente a la historia de nuestro Alcázar Real, desde su origen
hasta su total casi desaparición de
la escena patrimonial-histórica de
Ciudad Real.
La aparición de estos restos arqueológicos en la zona de nuestro
Alcázar Real no es nueva, incluso
en el año 1991 se encontraron
unos pasillos cruzados entre sí, con
dirección Alcázar Real-Convento
de Franciscanos, donde hoy se encuentra la Residencia Universitaria Santo Tomás de Villanueva.
Respecto a estos túneles ya dio
varios toques de atención –como
siempre- a las autoridades ciudadrealeñas, nuestro firme defensor
de Ciudad Real, Manuel López Camarena. El primer director del diario La Tribuna, pugnó por la cons e rvación total de las galerías descubiertas. En este caso y circunstancia solo se logró conseguir salvar un corto tramo del túnel, pues
al parecer fue sacrificado en gran
parte el mismo, al cimentarse el
edificio de Urbazo.
Pero lo cierto y verdad, que con
este nuevo descubrimiento; tanto
del muro, cuevas y pasillos, bajo
la desaparecida edificación de
nuestro Alcázar Real, nos demuestra una vez más, que la historia nos alcanza. Lo mismo que
en Granada o en Valencia, se antepone el Patrimonio y la Historia,
a los negocios inmobiliarios y a los
vaivenes políticos. Los políticos antepondrán -como siempre lo hicieron en esta capital-, los negocios privados inmobiliarios, y los
caprichos de partido, a la cultura,
el saber, la ciencia el patrimonio y
a la propia historia. Historia no
solo de los ciudadrealeños, si no
también de todos los españoles.
Por lo tanto, es mi firme propósito con estas líneas revindicar
la total conservación de estos restos, cueste lo que cueste, y sacrificándose todo interés particular co-
locándose muy por encima siempre el interés general de todos los
ciudadrealeños.
El Alcázar Real era un edificio
con un origen altomedieval fuertemente vinculado a la presencia
islámica en la Península. Es por
ello que se hace necesaria una breve introducción encaminada a exponer las características de estas
construcciones que, con el paso
del tiempo, se destinarán a albergar a la Monarquía Hispánica, institución que no dudará en adaptarlas a sus muy diferentes necesidades residenciales y representativas.
En todos los casos, como he dicho, el origen se remontaría a los
años de dominación islámica, sin
olvidar que en gran parte de los
Alcázares Reales se han documentado vestigios arqueológicos
relativos a la huella romana anterior.
ALCÁZA REAL
Era un edificio con
un origen
altomedieval
vinculado a la
presencia islámica
Pero será por tanto la cultura islámica la que conforme en su mayor parte los perfiles de estos edificios. En la mayoría de los casos
como es el Alcázar Real de Ciudad
Real, la arquitectura desplegada
tendrán como primera visión la
defensiva, finalidad que implicaría la elección de enclaves elevados –patente en Segovia, Madrid,
Toledo y Ciudad Real- . Será este
carácter nítidamente militar el que
dé sentido en un principio a estas
fábricas. Posteriormente, que duda
cabe que gracias a los cada vez más
prolongados periodos de relajación del conflicto entre árabes y
cristianos, el matiz militar daría
paso a una progresiva incorporación de elementos civiles, lo que
se hace evidente de manera especial en los Alcázares de Sevilla.
Pero los tumultuosos años bajomedievales, plagados de conflictos entre la nobleza y la corona, obligarán al mantenimiento
de una estructura defensiva sólida. Serán estas construcciones de
líneas claramente castrenses, con
sus potentes y gruesos muros fortalecidos con compactos torreones cada cierto trecho, las que serán ocupadas por la nueva casa
reinante de los Trastámara.
No obstante, será durante el gobierno de dicha dinastía a lo lar-
go del belicoso siglo XV cuando
se den nuevos pasos hacia una tímida reintroducción de elementos civiles en estos viejos caserones. Es ahora cuando se realizan
obras de alhajamiento de los espacios internos de las viejas fortalezas, teniendo especial importancia las llevadas a cabo en los Alcázares de Madrid y Segovia. En
ambos casos, siempre manteniendo su carácter general de castillo, se introducirán cambios de
importancia con la creación de
amplios salones representativos
decorados con mayor lujo, cuya
influencia en las arquitecturas desarrolladas por los reyes de la dinastía de los Austrias será fundamental. De este modo, será a lo
largo de esta centuria cuando se
completen las planimerías de los
edificios y se avance especialmente
en la reforma de los interiores, generalizándose las decoraciones
murales con zócalos de azulejería
junto a ricas y elaboradas yeserías, cerrándose las salas más importantes o las cajas de las escaleras principales con artesonados y
alfarjes de tradición mudéjar.
Sin embargo el reinado de los
Reyes Católicos no será sino una
continuación de esta política edilicia, ahora compatible con una
acentuación del interés por las re-
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Local Ciudad Real 15
DOMINGO 5 DE MARZO, 2006
Alfonso X mandó edificar el Alcázar de Ciudad Real
EL DÍA
EL DÍA
Este era el aspecto que presentaba la zona tras el hundimiento.
DATOS DEL CRONISTA
...”la mansión real
era un verdadero
castillo señorial, con
sus fuertes murallas,
torres de trecho...”
Una de las puertas de acceso exterior.
sidencias reales unidas a complejos monásticos y, en lo estilístico,
con una vacilante introducción
de los motivos ornamentales del
nuevo repertorio renacentista.
El Alcázar Real de Ciudad Real,
lo manda edificar el Rey Alfonso
X. Las obras de construcción se
prolongaron durante muchos
años; pero aun así -según historiadores-, estaba ya habilitado
como residencia regia, en el reinado del Rey Sabio.
Historiadores de prestigio
como Ramírez de Arellano nos
dice; “es el mal llamado torre ó
torreón del alcázar”, aportando
los siguientes datos importantes;
“según Hervás, que en 1455 dio
Enrique IV en dote á su mujer, D
ª. Juana de Portugal, la villa de Villa Real; dejando a esta señora
como recuerdo de su señorío la
torre del alcázar, que mandó edificar en el sitio que ocupaban unas
casas que había junto á él... y que
compró para esto en 1473; y suponemos que el Sr. Hervás al hablar así, no se refiere al resto de
construcción en que nos ocupamos, sino á una torre que habrá
desaparecido como el edificio entero á que se agregaba en la indicada fecha. Muévenos á esto en
primer lugar el conocimiento que
tenemos de las dotes de ilustración del Sr. Hervás, al que por el
simple examen de lo que queda
no se le pudo ocultar que el llamado torreón, ni lo es, ni lo ha
sido nunca, ni es otra cosa que un
trozo de muralla en donde hay
una puerta que ni aún puede decirse que fuera la principal del palacio. Además de esto, si D.ª Juana de Portugal la hubiese construido, hubiera puesto en ella sus
armas y no las de castilla y León
que aún puede descubrir cualquier persona que las busque minuciosa y detenidamente. Desechando esta idea por completo,
es por lo que hemos dicho que la
portada y no torre del alcázar, es
lo más antiguo que en Ciudad
Real ha quedado....De aquella primitiva construcción procede el
arco, construido por canteros mo-
riscos y que no tiene artísticamente nada de notable... El trozo
es lo siguiente: en un lienzo de la
antigua muralla del alcázar que
en época muy reciente ha sido cortado por uno y otro lado y reparado con sillaretes de piedra caliza para que su destrucción primera no llegara á acabamiento y
ruina, se abre una puerta de arco
apuntado con un ancho dobelaje de sillares colocados de plano,
y este dovelaje por su parte exterior, presenta una media caña de
sencillísima ornamentación. En
este bocel, á una altura como de
medio metro de sus arranques, se
ven unos deteriorados salientes,
y á distancia igual de la clave, hay
otros salientes, ya convertidos en
informe masa por la acción de los
tiempos, pero no tan deteriorados que no se vea claramente dibujado en uno de los interiores,
al lado derecho del espectador,
una castilla, y se venga en conocimiento de que la otra debía estar
del otro lado y dos cabezas de leones junto a la clave, signos he-
ráldicos de los blasones de D.
Alonso el sabio.... Con esto terminaríamos el estudio de la portada si no tuviéramos que decir
que la construcción está hecha
por moros mudéjares, los cuales
para que no quedara duda, dejaron sus marcas en la construcción,
señalando los sillares con triángulos y letras, y muchos de ellos
con el signo cabalístico de los mahometanos ó sean los dos triángulos entrelazados en forma de
estrella de seis puntas, en los cuales no falta más que el nombre de
Allah para ser iguales á los que se
observan en infinitas construcciones muslímicas y hasta en los
ochavos morunos con que los marroquíes pagaron á España gran
parte de la indemnización de guerra por nuestra gloriosa campaña de África de 1859”. Hasta aquí
la visión histórico artística del eminente historiador Rafael Ramírez
de Arellano.
El sabio y elocuente Cronista
Oficial de Ciudad Real profesor
Emilio Bernabeu, en un articulo publicado en los años treinta
en el diario ciudadrealeño Vida
Manchega, nos da un testimonio
importantísimo; “De gran extensión y perfectamente fortificada, como la hemos conocido
aún no hace muchos años, la
mansión real era un verdadero
castillo señorial, con sus fuertes
murallas, torres de trecho para
defenderlas de los ataques enemigos, debiendo en su tiempo
haber estado todos los regios aposentos soberbiamente decorados
por aquellos alarifes mudéjares
que tan preciados monumentos
hicieron”.
Respecto a los hechos históricos que sucedieron en el Real Alcázar de Ciudad Real, sobresale
la muerte del Infante de la Cerda, acaecida en el año de 1275.
Dicen los historiadores que al
darse cuenta de su inminente
muerte, llamó a D. Juan Núñez,
y le rogó mucho que trabajara,
para que al morir Alfonso X se
declarara Rey de Castilla, a su
hijo, el Infante don Alonso de la
Cerda. Según las Partidas, tenía
derecho y debía ser así.
El Infante D. Sancho, más tarde Sancho IV, segundogénito del
Rey Alfonso X, al tener noticias
de la enfermedad de su hermano, vino a Villa Real, y en el Alcázar, con el apoyo del poderoso Señor de Vizcaya D. Lope Díaz
de Haro, se presentó y proclamó como heredero de la Corona de Castilla. Y aquí comenzó la
rebelión del Infante D. Sancho
contra su egregio padre el Rey
Alfonso.
Años después el Rey Alfonso
XI concedió varias Cédulas relacionadas con el Alcázar Real. En
1344 Alfonso XI recibe en el Alcázar a los embajadores que el
Rey de Marruecos le envió en reconocimiento por haberle devuelto a las dos hijas que había
cogido en la batalla de Tarifa.
También este monarca en su segundo año de reinado, concertó en el regio edificio las opiniones de los procuradores y del Arzobispo de Sevilla y del obispo
de Córdoba para designar tutor
del rey, pues no llegaba a los tres
años de edad al infante don Pedro. Ciertamente pocos saben
que el Rey Alfonso XI hizo en el
Alcázar Real de Villa Real, el importantisisimo documento legislativo y jurídico titulado como
“ El ordenamiento de Villa Real
de 1346”, fecha en la que reunió
Cortes en el Alcázar Real.
Menéndez Pidal da como dato
importante de nuestro Alcázar
Real en Villa Real, lo siguiente;
“..en el año de 1405 finó en el Alcázar de Villa Real, la exiliada
Reina de Portugal doña Leonor
de Telles y Meneses, asistida por
su hija la Reina de Castilla doña
Beatriz de Portugal. La difunta
Reina fue trasladada con honores de reina a su ultima morada
desde el Alcázar hasta el Real
Convento de Nuestra Señora de
la Merced, junto al nicho de su
hijo el malogrado Infante de Portugal. La Reina Beatriz vivió ya
viuda en este Alcázar, hasta que
falleció en él. Era esta Reina castellana Señora de Villarreal, por
decisión de su esposo Juan I de
Castilla”.
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REPORTAJE
HISTÓRICO
José López de la Franca
EL DÍA
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“A Su Alteza Real el Infante de España don Leandro Alfonso de Borbón Ruiz Austria,
descendiente directo de los reyes de castilla, que en tiempos pasados habitaron nuestro
Real Alcázar, dando sentido y poder regio a nuestra amadísima siempre Ciudad Real.”
El Real Alcázar de Ciudad Real (II)
LAURENT
n el mes de abril del
año de 1431, permaneció durante tiempo
en nuestra capital el
Rey Juan II, y estando
el monarca en su Alcázar “en martes 24 días del mes de
abril, quando a la hora de vísperas, hizo terremoto que cayeron
algunas almenas del Alcázar e muchas tejas, e abriose una pared en
el Monasterio de San Francisco,
e cayeron dos piedras de la bóveda de la Capilla de la Iglesia de
San Pedro. El Rey estaba durmiendo, e como sintió el terremoto, salió a muy gran prisa al patio del Alcázar e donde al campo”.
Precisamente en el siglo XV, los
ciudadrealeños se declararon partidarios de la Reina Isabel y después de una serie de incidencias,
como el juramento que prestaron
los calatravos y los Magnates de la
Ciudad, en la Iglesia de Santo Domingo, el Maestre de Calatrava,
D. Rodrigo Téllez de Girón se apoderó de Ciudad Real y se estableció en el Real Alcázar; los vecinos
acudieron a los Reyes Católicos
exponiendo la situación y éstos
enviaron al Conde de Cabra y a
D. Rodrigo de Manrique que consiguieron expulsar al Maestre calatravo.
lígono, fue José Lomas Recuero.
En los años cincuenta, mas concretamente en 1954 se desató la
polémica ante el estado ruinoso
del último resto del palacio real.
Se trataba de una de sus puertas
de acceso al recinto palaciego. Salvadora iniciativa encabezada una
vez más por don Julián Alonso Rodríguez, y don Emilio Bernabeu
Nobalvos, quienes con valentía y
sin paños calientes, ponían “las
peras al cuarto” a las autoridades
de Ciudad Real, por su despreocupación, insensibilidad y apatía
para con el patrimonio de Ciudad Real. Incluso se barajó un hipotético traslado de la puerta del
Alcázar Real “piedra a piedra”
hasta el parque de Gasset. Julián
Alonso así nos lo cuenta y nos dice
además; “Cogí en esa ocasión una
pequeña bomba volcánica de las
empotradas en los estratos donde se abren las recién cegadas viejas cuevas del Alcázar y guardo,
como una reliquia, esa “piedra
calcinada”, que la llamó uno. Si
la elegancia espiritual de mi tierra, en feliz coincidencia con la
del mundo nunca olvidado Paco
Herencia –tronchada por su prematura muerte- formara algún
día un museo sentimental, íntimo y local, a él, donaría ese trozo
de la actividad ígnea del Campo
de Calatrava en épocas anteriores al advenimiento de la Humanidad. Le pondría una breve leyenda, y la concluiría así: “Año
1954, en el cual perecieron, porque las lodaron las cuevas del Alcázar. Iría acompañada de la fo-
CRONISTA ALONSO
AÑO 1954
“El actual arco ha
llegado a nuestros
días gracias al
Marqués de
Villamediana”
En los cincuenta se
desató la polémica
sobre el estado
ruinoso del último
resto del palacio
Los Reyes Católicos, Fernando
e Isabel, también residieron en el
Alcázar y en el año 1475 hicieron
donación del mismo a Fernando
de Cervera, natural de Ciudad
Real y otorgándole el titulo de
“Aposentador de Sus Altezas”.
Con el pretexto de que era “para
su mejor sostenimiento y defensa”, por lo que desde entonces
pasó nuestro Real Alcázar a ser
propiedad particular.
El cronista Alonso nos aporta
un dato trascendente: “El actual
arco ha llegado a nuestros días
gracias al Marqués de Villamediana, que hace más de un siglo,
debido a su estado ruinoso, y a sus
expensas, fortificó la puerta que
amenazaba derrumbarse”.
Los últimos propietarios de los
terrenos y ruinas del Real Alcázar
de Ciudad Real fueron el Marqués
de Villamediana, luego Dimas
García del Moral, Evelio Coronado Palop, la familia Ontañón
y el ultimo propietaria antes de
su expropiación para hacer el po-
tografía que “patas arriba” , reprodujo LANZA en mis ultimas
cuartillas... pero, entonces, iría
del derecho. Es mala. No fui diestro fotógrafo, pero es la única existente de esos antros por donde
pupularon envidias, traiciones,
abnegaciones, miedos, crueldades, heroísmos, alegrías, renunciamientos...!la vida!, en suma, de
un buen periodo de nuestro pasado... ¡clausurado con tierra! Enterrado.” También Alonso Rodríguez nos da cuenta en su libro;
“Excursión por el Norte de la provincia de Ciudad Real” en su pág.
8, respecto a las referidas cuevas
del Alcázar Real; “Ocasión habrá
de visitarlo y hablar de ello. Solo
adelantaremos ahora, que los productos eruptivos, en forma de cenizas y bombas de diversos tamaños, podían observarse incluidos
en los estratos horizontales, donde están labradas las cuevas cegadas hace poco, del arruinado
alcázar ciudadrealeño elevado en
tiempos próximos del Alfonso X,
Llamado
impropiamente
Torreón del Alcázar
(1255-2006)
E
Restos del Torreón del Alcázar, hacia 1860.
EL DÍA
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En el año 1962 se hundió por desidia y por sorpresa la puerta del Real Alcázar
EDUARDO MATOS
Reconstrucción de la puerta de acceso al Alcázar Real (1974).
y del cual solo queda un torreón,
recientemente salvado de demolición y declarado por el Estado
castillo histórico, incluyéndolo
en el Patrimonio Artístico Nacional. Famosas y amplias cuevas, colmadas de leyendas y cargadas de
historia, cuyas paredes adornaban, con elegante belleza natural, los finos estratos, horizontales, diversamente teñidos y cuyo
techo, plano, corresponde a la sup e rficie limitante de dos de ellos”.
Durante ese tiempo hubo una
autentica cruzada en pro de salvar a toda consta los restos del Alcázar Real. Aunque en tiempos
del Obispo-Prior Piñera interv iniera este prelado directamente
para que no se perdiera tan singular monumento. Al parecer al
Consistorio municipal poco importaba el Alcázar y sus ruinas, así
como la Puerta de Alarcos. Fue
don Luis Delgado Merchán,
quien reiteradas veces publicó en
prensa y escribió cartas incluso a
la Real Academia de la Historia,
pidiendo intervención directa
para salvar los restos del Alcázar
y otros muchos de la capital manchega.. Todo fue silencio y promesas, hasta que súbitamente fallecía el joven canónigo e historiador defensor del patrimonio.
Sería por el año 1925 cuando intervino ante las autoridades el
prestigioso Obispo-Prior de las
Órdenes Militares Españolas Narciso de Estenaga y Echevarría, uno de los más descomunales historiadores hispanos- quien intento por todos los medios frenar
su derribo. Al fin y con un nuevo
propietario de los terrenos del Alcázar Real, -don Dimas García del
Moral- la situación pudo sostenerse. Aún así los alcaldes no die-
AÑOS CINCUENTA
LOS RESTOS
Durante ese tiempo
hubo una auténtica
cruzada en pro de
salvar a toda costa
los restos del Alcázar
Don José Lomas
Recuero y don
Eduardo Matos
fueron los artífices
de la recuperación
ron solución alguna, incluso pidiéndolo los propios obispos-priores, así como los catedráticos e historiadores de la capital.
Cuenta José María Martínez Val
en un articulo de época lo siguiente; “Recuerdo la penosa impresión de descuido que tubo por
ejemplo el Marqués de Lozoya,
cuando en su visita a Ciudad Real,
invitado por el Instituto de Estudios Manchegos que me honro
en dirigir, lo llevamos a ver el Torreón”. Incluso el catedrático Emilio Bernabeu nos narra elegantemente en un articulo publicado
el 9 de diciembre de 1954 en el
diario Lanza; “No uno sino varios
llamamientos tengo publicados
recientemente a las autoridades
provinciales y locales sobre el mismo asunto y no hace muchos meses, que tuve el honor de acompañar como académico de la Historia y más bien como cicerone,
al excelentísimo señor doctor don
José María del Moral, Gobernador Civil y al ilustre Alcalde de
esta población don Antonio Ballester, para admirar la venerable
portada del que fue Alcázar.” También haría lo mismo años después
el profesor Carlos López Bustos,
acompañando al profesor Azcárate Ristori. Secundando estas visitas el profesor Francisco Pérez
Fernández y algunos historiado-
res, grandes amantes de nuestro
Ciudad Real.
La verdad fue muy distinta y
nada se hizo por parte de las autoridades por salvar los venerables restos del Alcázar Real, hasta que dos personajes trascendentes entonces de Ciudad Real,
acometieran la empresa de salvarlo definitivamente. Fue don
José Lomas Recuero –ultimo propietario del arco y los terrenos- y
don Eduardo Matos Barrio, los artífices de la recuperación. Matos
fotografió minuciosamente desde varios de sus ángulos el edificio arqueológico. Impresionando tres instantáneas nítidas y perfectas, ampliándolas a gran tamaño. Se numeraron las piedras
una por una. Es decir, tanto el arco
como sus vértices laterales y traseros. De igual forma se hizo en
las fotografías tomadas artísticamente por el profesor Matos.
Todo estaba ya preparado para su
desmontaje y restauración cuando el 1 de enero de 1962, a consecuencia de las persistentes lluvias, el ultimo resto del Alcázar
Real se vino abajo. Se hundió parcialmente. La impresión que hizo
a los historiadores y defensores
del Alcázar Real fue desoladora.
Si bien es verdad que se le ahorró
ese disgusto al profesor Bernabeu, pues falleció en 1958. Alon-
so montó en cólera, culpando directamente a las autoridades municipales y provinciales por la situación, calificándola de “grave y
estúpida” por el constante abandono de tan trascendente resto
arqueológico. De inmediato,
Pepe Lomas y Eduardo Matos int e rvinieron para recuperar las piedras siendo trasladas mediante carros y puestas en lugar seguro. Pasaría más de una década hasta su
parcial reconstrucción, efectuada sin ningún rigor y no utilizando las fotografías con los sillares
numerados, efectuadas magistralmente por el humanista
Eduardo Matos. Incluso creo por
referencias de Paco Pérez, sobraron piedras las cuales nadie sabe
hoy de su paradero. Parte de la
ojiva y de los sillares fueron reemplazados por nueva cantería,
efectuada con un supremo mal
gusto, no respetando la uniformidad del monumento en su fábrica de piedra caliza, e imponiendo en su lugar piedra de distinta naturaleza como es la de novelda. Puede decirse también que
se añadieron elementos arquitectónicos inexistentes. Con el
agravante, que no fueron colocados como le era propio y legitimo junto a la ojiva, los escudos de
Castilla y de León. En consecuencia es un monumento falsamente reconstruido y terminado,
similar caso a la puerta del Convento de las Madres Dominicas
de Altagracia.
En 1980 nuestro historiador
don Hermenegildo Gómez Moreno, publicó un articulo advirtiendo seriamente de la posibilidad de hallar restos arqueológicos importantes, al proyectarse
un aparcamiento en la parte pos-
terior o trasera de dicho monumento. Nadie le escuchó. Repetidas ocasiones el profesor Gómez Moreno, me decía en su casa,
-cuando en las largas tardes de invierno cambiábamos impresiones sobre Ciudad Real, su historia y su patrimonio-, acerca de la
conveniencia de hacer catas arqueológicas, en busca de las cuevas y pasillos del Alcázar Real. Algunos jóvenes licenciados en Historia, tomaban al anciano historiador de Ciudad Real, por un
iluso o por un nostálgico de viejas glorias. Incluso yo desde años
he defendido las teorías de Alonso, Bernabeu, y Gómez Moreno,
y lo más que he logrado es la indiferencia. ¡Ese es el pago que
dan nuestros políticos mediocres
a los que amamos, defendemos,
sentimos y servimos a nuestra
amada siempre Ciudad de Reyes!
Hasta el socavón abierto como
herida, en las entrañas donde se
soportó por largos siglos el Real
Alcázar, hemos desfilado los “ciudadrealitos” -como yo cariñosamente califico a mis amigos- a peregrinar al encuentro con nuestra historia; Emilio Martín Aguirre, Jesús León Navarro, Alfredo
Miguel Muñoz Espadas, Alberto
Carnicer Mena, Antonio García
Hidalgo Fernández-Caballero, y
otros tantos. Solo nos cabe el deseo como jóvenes y como ciudadrealeños, que la cordura, la razón y la inteligencia, sean lo suficientemente fuertes, para que
se respeten estos restos arqueológicos, y prime el interés histórico, patrimonial y general del
pueblo más que el económico
particular y el político circunstancial.
Ahora cuando la noticia del
hallazgo arqueológico nos irrumpió en el mes de enero, como
ocurrió aquel primero de enero
de 1962, cuando se hundió por
desidia y por sorpresa la puerta
de acceso al Alcázar Real. Debemos preguntarnos si lodarán o
destruirán las cuevas, pasillos y
restos de nuestro Alcázar regio,
como ya se hizo en 1954.
Y como muestra de respeto hacia quienes levantaron la voz por
su defensa, diremos como Alonso; “Que nuestros aldabonazos
certeros y sonoros y eruditos y sagaces, despierten a dormidos y
estimulen a indolentes, y el bien
y el honor de mi tierra sea contigo –se refería al profesor Agostini- . Sobre los que en Ciudad Real
nacimos si no sabemos cumplir
nuestras obligaciones con el pasado y fuimos culpables “caiga la
suerte adversa” como, con encantador clasicismo, se deseaba
Hipócrates, en su juramento a los
dioses, si era perjuro a su profesión médica”.
¡Salvemos y conservemos los
restos arqueológicos del Real Alcázar de Ciudad Real! , ¡No dejemos perder nuestras señas de
identidad, manteniendo en pie
nuestro honor y nuestra historia
como defienden otras capitales
de provincia del Estado Español!
Y con sentimiento de orgullo y
muestras de agradecimiento a los
reyes que nos dieron nombre, los
cuales nos protegieron y fueron
nuestra mas firme raíz y razón en
la existencia de esta anciana y vieja ciudad, mil veces Leal y enteramente Noble. Llamada en Castilla, en España y al mundo entero con ímpetu y gloria; CIUDAD REAL a la historia única y
sola.
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