La guerra tiene cercadas las comunidades negras e

Anuncio
INFORME ESPECIAL
20 de mayo de 2005
La guerra tiene cercadas las comunidades negras e indígenas
del Atrato
Por: Jesús Emerio Torres Pérez
Ni la muerte de 119
civiles el 2 de mayo del
2002 en la iglesia de
Bojayá en una absurda
masacre de las FARC
luego
de
un
enfrentamiento con los
paramilitares,
ni
las
alertas
tempranas
gritadas a los cuatro
vientos por diferentes
organizaciones sociales
locales,
regionales,
nacionales
e
internacionales, ni la
intervención
y
los
comunicados públicos de
organismos de control
como la Procuraduría
General de la Nación y la
Defensoría del Pueblo, ni los clamores constantes, dolorosos y explícitos de las
comunidades negras e indígenas para que cese el cerco y el confinamiento a que las tienen
sometidas los actores armados ilegales y las propias fuerzas militares, ni la evidente crisis
humanitaria y alimentaria a que están sometidas miles de personas en el Alto, Medio y Bajo
Atrato, ni dos cartas públicas dirigidas al Presidente de la República, Alvaro Uribe Vélez, han
logrado parar la escalada de violencia, amenazas, miedo y desesperanza que viven los
habitantes de Bojayá y de las comunidades que ocupan los territorios a orillas del Río Atrato
y sus quebradas afluentes.
No bastó la muerte de 119 inocentes para que cesara la violencia; por el contrario, después
de 3 años de ocurridos los lamentables hechos, la guerra, la violencia y las amenazas crecen
inexorablemente. Es contradictorio, pero es real. Así lo denuncian muchas personas y
organizaciones que participaron de la Minga Inter-etnica por la Defensa del Territorio Negro e
Indígena entre el 26 de abril y el 3 de mayo de 2005. Así lo demuestra la realidad.
También es evidente el abandono estatal y el olvido a que están sometidas estas
comunidades, no desde ahora, sino desde muchos años atrás. Por eso el obispo de la
Diócesis de Quibdo, Monseñor Fidel León Cadavid, afirma que “Constatamos con tristeza
que el conflicto se ha agrandado en todo el Chocó, que hay presencia masiva de “paras” y
guerrilleros y que se ha incrementado el número de efectivos de las fuerzas armadas. Esto
hace que sea explosiva la situación en muchos lugares por la cercanía de los contendientes,
es el caso de Bojayá, en este municipio hay una arremetida paramilitar que viene desde el
norte y ha ido avanzando con la pretensión de desalojar a la guerrilla del territorio donde ha
estado posesionada. Esa es la triste afirmación que tenemos que hacer: a tres años de la
masacre de Bojayá en este momento la situación mucho más difícil. En aquel entonces hubo
un alto número de muertos, pero la magnitud de la desorganización y los problemas sociales
no fue tanta como se está viviendo ahora. En este momento no hay muertos pero sí una gran
crisis humanitaria porque hay desplazamientos internos y más de 3 mil indígenas en una
precaria situación; también hay un número mayor de efectivos de los grupos armados
ilegales, lo que quiere decir que el panorama es más complicado. Después de tres años en
lugar de las cosas haber avanzado, el clima de miedo, tensión y peligro es mayor y no se
vislumbran soluciones en el corto plazo”.
No para el drama de los desplazados
La situación se agrava más debido
al desplazamiento masivo de
personas y a la fuerte presión que
ejercen los “Paras” (Bloque Elmer
Cárdenas), la guerrilla (Frente 57
de las FARC) y los militares sobre
las comunidades que, o se niegan
a desplazarse o no tienen para
donde irse. Es así como desde
hace tres meses se desplazaron
hasta Bellavista, Vigía del Fuerte y
Quibdó más de 2000 personas
que huyen de la violencia, los
enfrentamientos y las amenazas
de los actores de la guerra. Estas
personas
pertenecen
a
las
comunidades de Corazón de
Jesús, Caimanero, La Loma, Cuía,
Piedra Candela y Pogue. Pero hay
más, directivos del Consejo
Comunitario Mayor de la AciaCocomacia, afirman que “después de ocurrida la masacre de Bojayá han sido desplazadas
más de 7.000 personas, incluso, hay comunidades que han retornado a sus territorios y
luego se han vuelto a desplazar”.
Aunque el mismo panorama se vislumbró en cada uno de los informes de las comisiones que
visitaron las diferentes comunidades, el de la Comisión 4: río Chucué y Pichicora,
comunidades La Loma, Lana, Guayabal y Pichicora es contundente e ilustrativo. Dicen que
“en nuestra visita pudimos constatar que hay crisis humanitaria y violación permanente de los
derechos humanos y del Derecho Internacional Humanitario. Por ejemplo, la comunidad de
La Loma, compuesta por cerca de 700 afrodescendientes que se encuentran desplazados en
Bellavista, razón por la cual el pueblo se encuentra totalmente abandonado. Las casas están
saqueadas y puertas, ventas y paredes violentadas. Existen evidencias de que las viviendas
2
fueron penetradas arbitrariamente ya que las pertenencias dejadas por los habitantes
estaban regadas por el piso. Los bienes comunitarios fueron robados y otros destruidos. Un
oficial del ejército, que en el momento de la visita se hallaba en la comunidad junto con otros
soldados, informó que todo era culpa del frente paramilitar “Elmer Cárdenas”, que hace
presencia en la zona. Dijo que el 70% de las casas fueron saqueadas y que es muy difícil el
regreso de la comunidad porque para el ejército es muy complicado ofrecerles la protección
que requieren. Para la comisión resulta paradójico que el ejército haga presencia en el río
sólo después de que la comunidad se ha desplazado por temor a las agresiones del grupo
paramilitar “Elmer Cárdenas”.
Todas las denuncias e informes sobre el desplazamiento en esta región del país son
corroboradas por la Procuraduría General de la Nación, en una directriz emitida el pasado
jueves 21 de abril. En dicho informe el órgano de control recuerda una serie de
desplazamientos masivos que se han presentado en los últimos años:
•
Octubre del 2003, se desplazó la comunidad negra de Carrillo hacía Bocas de Napipí
•
El 28 de febrero de 2003 se desplazaron 32 hogares indígenas integrados por 159
personas, de Playita a Egoroquera.
•
El 20 de marzo comenzó el desplazamiento de 159 personas de Playita, 88 de
Egoroquera y 305 de Unión Baquiaza.
•
El 26 de marzo se desplazaron 177 indígenas de Playita, 305 de Unión Baquiaza y 88
de Egoroquera a Opogadó.
•
El 29 de marzo se desplazaron 280 indígenas de Unión Cuití y 380 de Hojas Blancas
al corregimiento Lomas de Bojayá.
•
La comunidad de Truandó, 180 personas entre indígenas, negros, chinapos y
antioqueños se desplazaron hacía la comunidad indígena de quebrada Puchel. -En febrero
de este año se desplazaron 1.700 personas a Bojayá.
•
350 personas, entre ellas 120 niños, permanecen en medio de la presencia de grupos
armados irregulares en la comunidad de Pogue, de donde se les pidió desplazarse hasta
Bellavista.
•
El 27 de marzo se desplazó la comunidad indígena de Puerto Antioquia hasta la
comunidad de Namboa.
•
A pesar de la presencia de la fuerza pública, en enero del año anterior se presentaron
desplazamientos en las cuencas de los ríos Iguamiandó y Curparadó.
•
El 28 de septiembre del 2003 se produjo el desplazamiento dentro del territorio
colectivo de todos sus pobladores.
•
El 8 de marzo del 2004 se presentaron varios desplazamientos interveredales y se
denunciaron secuestros y asesinatos de la comunidad.
Aún hoy los desplazamientos continúan. En los últimos días se ha informado del éxodo
masivo de 1.200 campesinos que huyeron desde la zona rural de Beté, cabecera municipal
de Medio Atrato, y Tadó hacia Quibdó, al parecer por presión de las FARC. Mientras sigue el
drama humanitario, las soluciones gubernamentales que se prometieron luego del suceso
fatal del 2 de mayo de hace 3 años en Bojayá, están enredadas en trámites burocráticos, o
en premeditados y concientes olvidos, por lo que la reubicación de este Municipio aún no se
inicia, como es el deseo y el pedido de las comunidades que habitan en esta localidad
chocoana.
3
Los que no se desplazan están confinados
En los últimos tiempos se viene dando en el
país un fenómeno muy preocupante: el de
las comunidades y pueblos confinados; o
sea, aquellas que no se les permite salir de
sus territorios o deciden resistir en ellos,
pero que sufren amenazas, bloqueos de
alimentos, no pueden recibir asistencia
humanitaria, se paraliza el transporte y se
prohíbe la libre circulación, entre otros. Por
ejemplo, algunos municipios y veredas del
Oriente
Antioqueño
padecen
estas
violaciones al DIH. Según la organización
no gubernamental, CODHES, en 270
municipios colombianos se ha presentado la
práctica
del
confinamiento
de
las
comunidades en sus territorios.
En los últimos meses, y aún hoy permanece
y se acrecienta el fenómeno,
fueron
confinadas en el Municipio de Bojayá cerca
de 24 comunidades indígenas Embera,
conformadas por 3.200 personas. A ellas
los grupos armados tampoco les permiten la
libre movilización, ni la pesca ni la caza ni la
búsqueda de alimentos y las mujeres
siempre tienen que salir acompañadas por
temor a ser violadas. O tienen que soportar
la “visita” constante de los grupos ilegales,
así como la restricción del paso de
alimentos por parte de la fuerza pública y
los paramilitares que sólo permite mercados
por familia por valor de $30.000 ó $50.000,
porque “de esta cifra en adelante es comida
para
los
guerrilleros”,
expresaron
integrantes del Foro Inter-étnico Solidaridad
Chocó.
Foto: Julio Cesar Herrera
Muchos siguen resistiendo a pesar del miedo y la zozobra y se niegan a convivir con los
armados. Así lo afirma el reconocido líder indígena, Jorge Areiza Lama*, quien expresa que
“los armados no son gente civil y nosotros hemos convivido más de 500 años con los negros
y nunca los vimos con armas encima, pero ahora los vemos porque han llegado de otros
lugares fuera del Chocó. Aunque tenemos miedo nos seguimos negando a vivir con los
armados. Nos humillan de una u otra forma y nos dicen que con las armas nos van a corregir
pero nosotros no somos torcidos, los torcidos son ellos y no estamos en territorio ajeno ni en
4
la casa de ellos; estamos en nuestro propio territorio y son ellos los que se nos están
metiendo allí. De nuestro territorio tampoco pensamos salir, así nos maten”.
Agrega que tienen problemas muy graves porque “antiguamente realizábamos nuestras
actividades laborales, culturales y religiosas con tranquilidad y actualmente no lo podemos
hacer con libertad. Hace casi 5 años que estamos padeciendo esta situación”.
Explica que todo es por causa de la violencia que los tiene cercados, “ya que todas estas
actividades las hacíamos en diferentes comunidades y ya el desplazamiento hasta ellas es
muy complicado, casi imposible. Compartíamos y le enseñábamos a los niños, a las niñas, a
las mujeres y a los jóvenes todo lo relacionado con nuestra cultura y formas de vida, pero ya
eso es muy peligroso. Cuándo hacemos algún desplazamiento los actores armados nos
detienen para interrogarnos con preguntas como: para dónde van, quiénes son, quién los
patrocina. Las mujeres no nos acompañan, por ejemplo, a actividades artísticas por miedo a
lo que les pueda pasar.”
El líder indígena expresa que la cacería, la pesca y la recolección de alimentos está muy
restringida, por lo que la situación alimentaria es bastante compleja porque en las
comunidades se nota una gran escasez de alimentos, sobre todo del plátano porque, a parte
de que grupos como la guerrilla y los “paras” lo están consumiendo, también destruyen las
matas de este producto. “Estamos aguantando mucha hambre”, sostiene.
Para acabar de ajustar, los actores armados ilegales han saqueado en varias oportunidades
las tiendas comunitarias, por lo que se han ido cerrando paulatinamente este tipo de
establecimientos, como ocurrió recientemente en el corregimiento Puerto Antioquia.
En conversaciones que tuvimos con las comunidades negras e indígenas, manifestaron que
la libre movilización y realización de sus actividades tradicionales está muy restringida
porque los armados han manifestado que a determinada hora no responden por la seguridad
de nadie, esta situación se presenta, sobre todo, entre las 6:00 p.m y las 6:00 a.m; aunque a
otras horas tampoco existe mucha garantía ya que los retenes militares y los de los “paras”
influyen directamente en sus actividades cotidianas.
Estas denuncias también fueron confirmadas por el Obispo de la Diócesis de Quibdo, Fidel
León Cadavid, quien explicó que, precisamente, la crisis humanitaria y alimentaria de los
negros y los indígenas se debía al confinamiento de las comunidades. “A eso me refiero
cuando habló de una crisis humanitaria grande. Algunas comunidades se han desplazado y,
sobre todo las comunidades indígenas, se ven abocadas a permanecer en sus territorios
sufriendo todo tipo de presiones y sin libertad de acción. Algunas, por ejemplo, han
expresado que no quieren seguir desplazándose de un lugar a otro porque están cansadas
de estar como gitanos. Dichas comunidades optaron por permanecer y resistir aún en medio
de tanta zozobra. Ellas están como presos en su propio territorio porque sienten miedo de
salir a sus lugares de trabajo, a pescar, a cazar y la crisis alimentaria es complicada”.
Jorge Areiza Lama denuncia que los actores armados se meten en sus resguardos y ellos se
tienen que desplazar a otros lugares. “Primero llegó la guerrilla, y aunque no nos calificaron
de paramilitares, nos quitaron la comida; luego llegaron los paramilitares y nos consideraron
5
guerrilleros porque los estábamos alimentando, todo hizo que tuviéramos que cambiar de
territorio y construir nuestras viviendas en otro lado”
Frente al drama del confinamiento, la Comisión No 4 denunció que en las comunidades
indígenas de Lana, Peñita, Guayabal y Pichicora, “verificamos que hay un total de 83 familias
y 473 habitantes que se encuentran en situación de confinamiento permanente por las
amenazas de los actores armados. Allí hacen presencia integrantes de las FARC
desconociendo la autonomía indígena que prohíbe la presencia de armados en sus
territorios. Así mismo, la guerrilla ha impuesto sus normas desconociendo el reglamento de
las comunidades, ha restringido su libre movilización y se ha apoderado arbitrariamente de
sus cultivos y alimentos. También existe mucho temor porque los “paras” les expresaron que
para ellos no existen distancias y que van a llegar a todas las comunidades. Temen por
agresiones directas del grupo “Elmer Cárdenas” y por posibles enfrentamientos contra la
guerrilla. Los “Paras” y el ejército constantemente están presionando a las comunidades para
que entreguen información sobre la guerrilla y colaboren con ellos. Ante la negativa de los
indígenas de involucrarse en el conflicto han sido objeto de amenazas, tratos crueles,
degradantes y de torturas”.
En cuanto a otros servicios sociales básicos como salud, educación, cultura, deporte y
recreación, al Estado se le olvidó su prestación. En este sentido es altamente preocupante la
salud de estas comunidades ya que, según denuncias de ellas mismas, en los últimos
tiempos sólo han recibido atención de la Organización Médicos del Mundo, porque las
instituciones gubernamentales no han vuelto a realizar brigadas de salud. Además, desplazar
a los enfermos hasta la cabecera municipal de Bellavista es toda una odisea por la gran
cantidad de retenes a lo largo del río, tanto del ejército como de los paramilitares.
Megaproyectos que no generan bienestar
Uno de los temas más preocupantes en toda la región chocoana es el de la tala de madera y
los megaproyectos que se están ejecutando o se piensan implementar en el futuro, porque
se han convertido en elementos desestabilizadores en la región. Tanto los “paras” como la
guerrilla incurren en esta práctica indiscriminada por lo que existe una creciente
preocupación en las comunidades. Además, porque los actores armados obligan a los
indígenas y a los negros a talar la madera contra su voluntad, violentando sus prácticas y su
tradición cultural.
Los megaproyectos han encontrado una especial resistencia porque, en lugar de desarrollo
han llevado violencia, desplazamiento y dolor a las comunidades. Marcelo Arias López*,
integrante de un Consejo Comunitario del Medio Atrato, dice que “la experiencia nos indica
que los megaproyectos no contemplan la compra de terrenos, por lo que el único mecanismo
que tiene el Estado para hacerse a esas tierras es a través del desalojo o del enfrentamiento
entre los grupos armados ilegales para que las comunidades tengan que desplazarse a otros
lugares”.
Entre tanto, el Foro Inter.-étnico Solidaridad Chocó, denunció que les han irrespetado sus
derechos porque existen muchos megaproyectos en marcha para la región y no les han
consultado nada. Por ejemplo, expresan, en el río Curbaradó han pasado cosas graves con
el megaproyecto de palma aceitera porque ha causado desplazamiento, asesinatos y
6
utilización de la tierra por parte de actores armados. “Hay carreteras diseñadas para el Bajo
Atrato, un proyecto para el sector del Arracacho que, en nuestro concepto, es una iniciativa
asesina porque allí se cultivan peces como el bocachico y si se adelanta el proyecto nosotros
perdemos esta fuente alimenticia”.
Aseguran que esas iniciativas han atraído más grupos armados; “no sabemos quién diseñó
esos megaproyectos y dicho diseño está hecho para que nosotros ni siquiera sirvamos como
trabajadores. Tenemos claro que a nuestro departamento le tienen los ojos puestos y no es
para el bien de los chocoanos sino para apoderarse de nuestro territorio, nuestra riqueza y
nuestra biodiversidad. Lo peor que nos ha pasado es vivir en un territorio rico que se
convertirá en nuestra pobreza. No nos oponemos al desarrollo, pero queremos un desarrollo
en el que nosotros intervengamos activamente de acuerdo a nuestra cultura y costumbres”.
El Obispo de la Diócesis de Quibdo también terció en el tema. Monseñor Fidel León Cadavid
expresó ha sido claro que el desplazamiento de pobladores de Urabá hacia el Chocó es por
culpa del megaproyecto de la Palma Aceitera. La violencia, las masacres y el terror hacen
que la gente se tenga que volar y huir de su territorio, que ahora están sembrados de palma.
Esto hace parte de un gran proyecto de aceite. Por ejemplo todo lo que está pasando por el
río Opogadó, Municipio de Bojayá, lo entendemos de esta manera, ya que los paramilitares
están avanzando y pretenden amenazar a la gente para que despejen, porque están
implementando en gran medida la tala de madera. De todas formas esto responde a
intereses muy grandes”.
La Defensoría del Pueblo también conceptúo sobre el tema. Un funcionario de esta entidad
explicó en el Foro en la iglesia de Bojayá que “frente a los megaproyectos, que en lugar de
llevar desarrollo, prosperidad y empleo a las comunidades se han convertido en un elemento
desestabilizador y generador de desplazamiento, amenazas y pobreza, como la siembra de
palma aceitera, la ocupación de terrenos para la ganadería, así como la tala indiscriminada
de madera, la institución hizo una investigación al respecto y tomó la decisión de realizar en
los próximos días una Audiencia Nacional Defensorial con el fin de exigirle a las entidades
que prestan dinero a las empresas que ejecutan los megaproyectos que paren la entrega de
créditos y que el Gobierno asuma la responsabilidad de cuidar y proteger los bienes de las
comunidades cuando haya desplazamiento. La Audiencia apunta a salirle al paso a los
megaproyectos para que los territorios colectivos y los resguardos indígenas sean
protegidos.”
Carta a Uribe
A pesar de lo delicado de la situación hay muchas personas y entidades locales, regionales,
nacionales e internacionales acompañando a estas comunidades en su dolor y su miedo. Y
este oscuro panorama llevó a las Diócesis de Quibdo, Apartadó, Istmina-Tadó y al Foro Interétnico Solidaridad Chocó, a suscribir una carta abierta al presidente Alvaro Uribe Vélez, (la
segunda de este tipo. La primera fue enviada el 24 de abril de 2004) en la que le manifiestan
que “constatamos con gran pesar que la situación de las comunidades, en vez de mejorar,
ha empeorado”. En la misiva se muestran en desacuerdo con tantos retenes militares a lo
largo del Atrato porque esto dificulta la movilización de la población civil, mientras que “los
paramilitares se siguen moviendo con total libertad”.
7
También le piden al Presidente Uribe que “ordene una investigación rigurosa contra aquellos
funcionarios, quienes con sus actitudes de tolerancia, connivencia y complicidad con los
paramilitares son responsables de que se esté socavando la legitimidad del Estado en la
región del Atrato y piden acciones concretas e inmediatas, para que los derechos
ancestrales, reconocidos por el poder legislativo y que son violentados, sean defendidos
eficazmente por el poder ejecutivo. También para que cesen inmediatamente todas las
irregularidades denunciadas una y otra vez a lo largo de los últimos años y que la fuerza
pública actúe conforme al mandato constitucional y legal”.
Por su parte las entidades del Estado como la Red de Solidaridad Social, en cabeza de su
director, Everardo Murillo, reconocieron que la entidad tiene un atraso en sus tareas de 6
años, todo por culpa de la violencia y el conflicto armado. “Hay comunidades que están
esperando hace mucho más tiempo que ésta. Trataremos de aumentar en el transcurso del
año nuestro presupuesto para desatrazarnos de todo, incluidas las obras para Bojayá y para
que el nuevo pueblo tenga acueducto, alcantarillado y luz eléctrica las 24 horas.
Igualmente, prometió que Red seguirá acompañando a estas comunidades y ofrecerá ayuda
a los desplazados para su pronto retorno cuando las condiciones de seguridad lo permitan.
Entre tanto Carlos Franco, de la Oficina de DD.HH de la Vicepresidencia de la República, dijo
que el problema real es la presencia de actores armados en toda la zona, por lo que pidió
que las comunidades, en asocio con la comunidad internacional, y exijan la salida de estos
actores, sean quienes sean, “porque afectan nuestros derechos”. Propuso en mecanismo de
seguimiento cada dos meses con funcionarios del Alto Gobierno, que se desplacen hasta la
zona con el fin de evaluar las condiciones de los desplazados, los planes para su retorno, las
actuaciones de la fuerza pública y evaluar las condiciones de vida de las comunidades.
Apoyo internacional
Los voceros internacionales también analizaron el tema. Es el caso del delegado de la oficina
de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas en Colombia, Michael Fruhling, quien
recordó las 27 recomendaciones hechas a Colombia en el informe anual, que de nuevo han
sido aceptadas y convertidas en compromisos por el Gobierno Nacional. “Estos son
compromisos solemnes que hay que cumplir, no sólo en Bogotá, sino en todos los rincones
del país. Hay compromisos que tienen que ver con protección y prevención, que son
directamente aplicables a la situación que ustedes están viviendo en Bojayá y el resto del
Chocó. Hay recomendaciones, para transformar en compromisos, que tienen que ver con el
conflicto armado interno colombiano, ese que están padeciendo a diario y con el que se
irrespeta el DIH. Igualmente, es inaceptable, según las denuncias que se han hecho aquí, las
actuaciones de la fuerza pública. El Gobierno tiene que tomar las medidas pertinentes para
evitar la impunidad que ustedes están padeciendo”.
Igualmente, la Organización Internacional para las Migraciones, OIM, reconoció que hay una
crisis humanitaria muy fuerte y problemas estructurales de fondo, por lo que sus voceros
pidieron montar una estrategia institucional y comunitaria para neutralizar a los violentos y
acabar con la actitud permisiva de algunas entidades del Estado. Abogó por gobiernos
regionales y territoriales fuertes y el montaje de un plan de acción conjunto, así como una
intervención integral y concertada.
8
Que dicen los organismos de control
Delegados de la Defensoría del Pueblo indicaron que esta entidad ha presentado informes
de riesgo sobre la situación en el municipio de Bojayá, pero que dichos informes llegan a un
comité central que evalúa si existe merito suficiente para expedir las alertas tempranas.
“Desafortunadamente no ha habido consecuencias entre los informes de riesgo de la
Defensoría y la declaración de las alertas tempranas del comité interinstitucional”.
Se informó, así mismo, que el Defensor del Pueblo ya solicitó una reunión del Comité
Interinstitucional de Alertas Tempranas “para que explique por qué, a pesar de tantos
informes de riesgo por la presencia de actores armados y de ocupación de los territorios en
la zona, el Comité no ha declarado las alertas”.
Pero, tal vez el pronunciamiento más fuerte por parte de una entidad del Estado frente a la
preocupante situación que vive el Chocó en general, y Bojayá en particular, la hizo el pasado
jueves 21 de abril el procurador general de la nación, Edgardo Maya Villazón.
El jefe del Ministerio Público reconoce que la situación de orden público en el Alto, Medio y
Bajo Atrato es de extrema gravedad y cada día, y desde hace varios años, en lugar de
mejorar se agrava más, lo cual pone a las comunidades negras e indígenas en condición de
máxima vulnerabilidad.
En el pronunciamiento se indica que “sobre esta situación la Procuraduría emitió una
directiva en el 2002 y adelanta procesos disciplinarios por presunta violación de los derechos
fundamentales de los pobladores, ha presentado informes y requerimientos, mantiene
presencia y hace seguimiento en la zona, adelanta procesos disciplinarios por la tala
indiscriminada de bosques nativos y el posible despojo por parte de compañías aceitera de
que están siendo víctimas las comunidades protegidas con los títulos colectivos de sus
tierras, sin que hasta el momento estas medidas hayan logrado evitar la sistemática violación
de derechos de esas comunidades”.
Maya Villazón también recuerda que se han lanzado alertas tempranas por parte de la
Procuraduría, la Comisión Interamericana de DD.HH, la Defensoría del Pueblo, el Comité
Departamental de Desplazamiento del Chocó, la Corte Interamericana de DD.HH, las
Agencias del Sistema de Naciones Unidas, la Diócesis de Quibdo y numerosas
organizaciones sociales nacionales e internacionales, reclamando seguridad efectiva para la
zona por parte de la fuerza pública sin que se haya logrado detener el peligro en que se
encuentran estas comunidades.
Por todo lo anterior, el Procurador le pide al Presidente Uribe que “imparta órdenes al
Ministerio de la Defensa para que se diseñe y ejecute un plan de seguridad para conjurar
peligros de las comunidades de la zona. El Comité Interinstitucional de Alertas Tempranas
deberá presentar a este despacho, de manera urgente e inmediata, un informe detallado
precisando la respuesta de la fuerza pública a todos los informes de riesgo y alertas
lanzados en la zona desde el mes de abril del 2002 y deberá precisar por qué, pese a la
existencia de alertas tempranas, la fuerza pública no garantiza la seguridad en la zona. El
Consejo Nacional de Atención al Desplazamiento deberá presentar un plan de atención
9
efectivo a la población desplazada y a las de peligro de desplazamiento y el Presidente
deberá presentar un cronograma claro, verificable y viable sobre la reubicación de la
cabecera municipal de Bojayá”.
Peticiones generales
Las visitas a las comunidades y el foro dejaron unas conclusiones que fueron plasmadas en
un informe general y apoyado por todas las organizaciones que hicieron parte de la Minga
Inter-étnica.
Responsabilizan al Estado colombiano continuar profundizando la condición de marginación,
olvido y empobrecimiento de los habitantes de la región y señalan la falta de cumplimiento en
derechos básicos como la educación, la salud, la vivienda y la alimentación, y que la
generalizada emergencia alimentaria afecta e impide el adecuado desarrollo de todas las
personas.
También denuncian la presencia y abusos de miembros de la FARC-EP en la región, así
como la “situación de connivencia y tolerancia de la fuerza pública con el Bloque Elmer
Cárdenas de las Autodefensas Campesinas de Colombia. De igual forma se constatan las
actitudes de omisión frente al accionar de este grupo, que han sido ampliamente
denunciadas en los comunicados emitidos por las organizaciones sociales de la región, por
diversos informes oficiales de organismos de control del Estado y por organismos
internacionales. Es evidente por parte de la fuerza pública la flagrante infracción al Derecho
Internacional Humanitario en tanto no se respetan los principios de distinción, limitación y
proporcionalidad”.
En el informe se específica que infringiendo las normas del Derecho Internacional
Humanitario todos los actores armados han entrado y ocupado lugares comunitarios,
señalando y presionando a la población civil para que participe en el conflicto armado y actué
como informante”.
El texto final no sólo se ocupa de las denuncias, también contiene propuestas claras y
contundentes, se propone, entre otras cosas que el Estado colombiano muestre resultados
concretos en el desmonte de la estructura económica, política y militar del Bloque Elmer
Cárdenas y que informe de las acciones realizadas como respuesta a las recomendaciones
de organismos internacionales como la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas
para los Derechos Humanos, el ACNUR e incluso organismos del propio Estado como la
Procuraduría y la Defensoría del Pueblo.
Se le pide al Sistema de Naciones Unidas que convoque al G-24 para presentar la situación
de Bojayá, que la fuerza pública, en desarrollo de sus funciones, garantice las condiciones
de seguridad para el retorno y el normal desarrollo de los proyectos de vida de las
comunidades afrodescendientes e indígenas en la región y que actúe con transparencia y
responsabilidad y “termine su reconocida connivencia y tolerancia con los paramilitares”.
Se propone la suspensión temporalmente del corte y la comercialización de madera en la
zona hasta tanto no se normalice la situación de orden público la Red de Solidaridad Social
asuma y agilice con urgencia las condiciones para un pronto retorno teniendo en cuenta los
10
principios rectores de voluntariedad, dignidad y seguridad, para las comunidades
desplazadas. Se organizará una movilización, de manera inicial a la ciudad de Medellín y/o
Buenaventura, en reclamo del respeto del territorio, la vida de los pobladores tradicionales, y
la solidaridad con los muchos procesos de resistencia en todo el Pacífico.
También le pidieron a la Fuerza Pública se abstenga de hacer declaraciones estigmatizantes
contra las comunidades indígenas del municipio de Bojayá sindicándolas de pertenecer en
su totalidad a la insurgencia y respaldaron la "Segunda Carta Abierta al Presidente de la
República", suscrita por las diócesis de Istmina, Quibdo y Apartadó y el Foro Interétnico
Solidaridad Chocó; y exige una consideración y respuesta pronta y pública a la misma por
parte del gobierno nacional.
El diagnóstico está hecho, la crisis humanitaria es evidente, los abusos de la guerrilla, los
paras y el ejército son innegables, las peticiones son concretas, el panorama para las
comunidades del alto, medio y bajo Atrato es altamente preocupante, el confinamiento y
desplazamiento es real y la alerta temprana está planteada, esperemos que se tomen las
medidas integrales pertinentes para solucionar los problemas que padecen las comunidades
negras e indígenas en esta región del país y que el Gobierno Nacional y los colombianos no
tengamos que lamentarnos mañana porque murieron otras 119 personas, como las de
Bojayá hace tres años.
*LOS NOMBRES DE LAS FUENTES FUERON CAMBIADOS POR MOTIVOS DE SEGURIDAD.
11
Teléfonos (571) 2884377 – 2885794 ● Fax 2852035 ● Calle 33 # 6-94, Piso 12 ● Bogotá, DC – Colombia ● http://www.pcslatin.org
Descargar