Los tres emperadores de origen hispano

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LOS TRES EMPERADORES DE ORIGEN HISPANO
TRAJANO (98-117 d. de J.C.) era un español romanizado, cuyo padre ya había sido cónsul. Su administración fue respetuosa para con los
derechos republicanos.
Las muestras de consideración que prodigó al Senado halagaron a
esta asamblea, sin que ello dificultase el curso de su propio programa
político.
Trajano disminuyó la cuantía de los impuestos, creó una especie de
caja agrícola y familiar, la Institución alimentaria, que prestaba dinero a
los cultivadores y aseguraba la educación de los hijos de las familias
pobres, y finalmente, reformó la justicia (suprimió la delación e impuso la prohibición de condenar
a un acusado si se carecía de pruebas).
Como todos los emperadores ilustres, a pesar de su preocupación por la economía, tuvo el prurito de edificar: le debemos el Foro de Trajano (construido por el arquitecto Apolodoro de Damasco),
notable por su columna de mármol blanco de 40 metros de altura, llamada la Columna Trajana. En
todo el Imperio se emprendieron grandes obras: puentes, canales, monumentos, etc.
Anexionó la Dacia, al norte del Danubio, durante el transcurso de dos campañas (101-102 y
105-106 d. de J.C.). La región, cuyos habitantes fueron casi todos exterminados, fue repoblada por
colonos romanos (corresponde a la actual Rumania). En Oriente, Trajano ocupó Armenia (guerra
contra los partos). Durante una de estas campañas de Asia Menor, murió repentinamente (el año
117 d. de J.C.).
I.E.S. “TRIANA”. SEVILLA.
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Los Emperadores de origen hispano 1
Publio Elio Adriano, llamado oficialmente César Trajano ADRIANO Augusto, nació en Itálica
en el año 76. Durante los años de su mandato imperial en Roma se caracterizó por su manía constructora; apenas hay ciudad, según testimonio de los antiguos, que no exhiba algún ejemplo de ello.
Adriano sucedió a Trajano en el año 117. Opuesto al Senado, al que respetó pero al que apartó
de la dirección de los asuntos estables, confió puestos importantes a los caballeros y agrupó a su
alrededor a los principales de ellos en un Consejo del Príncipe, en el cual participaban también algunos juristas (en particular Salvio Juliano).
Dedicó gran parte de su reinado a viajar para conocer las necesidades de sus súbditos: consciente
del peligro de una administración demasiado burocrática, Adriano se desplazó constantemente a
través de todo el Imperio para verificar su buen funcionamiento. Su paso estuvo jalonado por la
construcción de nuevas ciudades, acueductos, templos, bibliotecas, teatros y carreteras. Entre los
más famosos monumentos que nos ha legado figuran el Panteón, el templo de Venus y Roma y su
propio mausoleo, el actual Castel Sant'Angelo de Roma, junto con el puente por el que se accedía a
él, el Pons Aelius. Se construyó una gran villa en Tibur (Tívoli), que ha sido una rica fuente de tesoros artísticos. También corresponden a su mandato las reconstrucciones de las ciudades de Atenas y
Jerusalén, esta última arrasada por las tropas romanas a raíz de una sublevación judía. Adriano
cambió el nombre a la ciudad reconstruida y prohibió a los judíos vivir en ella. Su actitud hacia el
cristianismo era tolerante en tanto que respetara el orden establecido.
Pero acaso la construcción más espectacular de su reinado fue la Muralla de Adriano, edificada
en Inglaterra para contrarrestar los ataques de los pueblos del norte de la isla. Esta obra militar se
extendía a lo largo de 120 km desde Wallsend hasta Solvay Firth. Toda ella se construyó en piedra
y estaba bordeada por un ancho foso y una cadena de fortalezas.
El fin del reinado no fue muy tranquilo. Adriano se retiró a su villa de Tibur, cerca de Roma. Los
senadores conspiraban y, en 138 d. de J.C., cuando murió el emperador, se hizo necesaria toda la
energía de Antonino -su hijo adoptivo- para imponerse al Senado.
Se dice que Adriano murió con un poema dirigido a su alma en los labios, “Animula, vagula,
blandula.” (“Almita errante, dulce…”). Sus restantes obras, que incluyen discursos, cartas y una
autobiografía, se han perdido.
I.E.S. “TRIANA”. SEVILLA.
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Los Emperadores de origen hispano 2
TEODOSIO (346-395). Nació en Cauca (Coca). Intentó frenar la invasión de los visigodos; al
no poder derrotarlos, acabó por asignarles tierras en Tracia. Fue un cristiano devoto y tuvo un trato
duro con los herejes. En el 391, tal vez por influencia de S. Ambrosio, puso fin a todas las formas
de paganismo en el imperio, alcanzando así el cristianismo la categoría de religión oficial del Estado. A su muerte, el imperio, dividido en Oriente y Occidente, pasó a manos de sus hijos: Arcadio
heredó el imperio de Oriente y estableció la capital en Bizancio (Constantinopla), y Honorio el de
Occidente con capital en Roma.
DISCO DE TEODOSIO
Nº de inventario: 338 Dimensiones: 0,74 m. diámetro
Cronología: Años 338-410 d. C.
Procedencia: El original, de plata sobredorada, apareció en Almendralejo
(Badajoz) y se guarda en la Real Academia de la Historia.
Reproducción en hierro, de un hermoso disco, un Missorium, que nos muestra
la escena de una entrega de credenciales o Gobierno de una provincia, a un
alto magistrado imperial por el emperador Teodosio I, durante la celebración
de sus Decenalias en el año 338 d.C. Para otros autores sería sin embargo
Teodosio II y la fecha posterior, en el 410 d.C. Alrededor del disco aparece una
inscripción con el nombre de Teodosio, pero con algunos caracteres muy borrosos, por lo que son posibles las conjeturas.
Disco de Teodosio
I.E.S. “TRIANA”. SEVILLA.
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