durante el prenoviciado

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DIREZIONE GENERALE OPERE DON BOSCO
Via della Pisana 1111 – 00163 ROMA
Dicasterio para la Formación
AUTOBIOGRAFÍA
COMO MEDIO DE FORMACIÓN Y DISCERNIMIENTO
DURANTE EL PRENOVICIADO
Hablando de la formación humana, la Ratio afirma: “Sólo una personalidad equilibrada,
fuerte y libre, que sabe integrar los diversos aspectos de su persona en un todo armónico, puede
sostener el camino de identificación vocacional y hacerse capaz de vivir con serenidad y plenitud la
consagración religiosa” (FSDB 57). Es importante saber gestionar el propio mundo interior: las
emociones y los afectos, los valores y las motivaciones, los temores y las reacciones, los
condicionamientos y las debilidades, las experiencias positivas y negativas.
La Ratio presenta luego la importancia del conocimiento de sí: la persona “reflexiona sobre
su experiencia, sobre sus valores y límites; aprende a aceptarse; cultiva la confianza en sí mismo y
en sus posibilidades; es capaz de conocer y de valorizar el tejido de la propia historia en la óptica
del plan de la salvación; sabe que Dios tiene un proyecto sobre él, lo acoge y se confía a Él con
valor” (FSDB 62).
Conocerse y hacerse conocer son elementos necesarios en el proceso de formación inicial.
Hay diversos medios para obtener este conocimiento; uno de ellos es la autobiografía1, que debe ser
utilizada juntamente con otros medios, como el contacto personal, que es el más importante, el
coloquio, las jornadas de retiro, las evaluaciones psicológicas. La autobiografía es como una
fotografía que revela mucho de una persona, pero no todo. Es útil tanto para la reflexión sobre uno
mismo como para la manifestación al guía.
La formación salesiana comienza en el prenoviciado, que es una verdadera fase formativa y
que hoy está siendo, cada vez más, un momento fundamental, orgánico e intenso y no sólo una
etapa propedéutica, ocasional y fragmentada. Desde el comienzo del camino formativo es necesario
orientar la experiencia de la dirección espiritual; la autobiografía es una ayuda para este fin. Don
Bosco consideraba de suma importancia la relación con el guía espiritual desde los primeros pasos,
como hizo él con Don Calosso: “Me puse en sus manos. Me di a conocer a él tal como era. Le
manifestaba con naturalidad mis deseos, mis pensamientos y mis acciones. Esto le agradó mucho,
porque así me podía guiar con más conocimiento de la realidad en lo espiritual y en lo temporal”.
Importancia de la narrativa
¿Por qué es importante la autobiografía? Su importancia proviene del hecho de que, por
medio de la narración, se llega más fácilmente a la comprensión de sí, de los demás, del mundo, de
Dios. En ámbito cristiano pensamos en las narraciones de la Sagrada Escritura, de las “confesiones”
de los místicos, de las hagiografías. En la vida religiosa pensamos en el espíritu del Instituto que se
transmite a través de la narración, especialmente la del fundador; hoy “se forma narrando”.
1
Estas notas han sido escritas a partir de una conferencia de Sor Mary Pat Garvin, en Roma, en febrero de 2004 y de su
artículo “La autobiografía en el discernimiento de vocación” en Vita Consacrata 38 (2002) 497-508. Las dos han sido
reelaboradas e integradas en nuestra metodología formativa salesiana.
1
La narrativa es un modo de comunicación transcultural. Se viste de diversas prendas:
conversaciones, retratos, filmes, artículos, novelas, vidrieras, danzas,... De hecho estamos rodeados
de numerosas formas narrativas. La teología y especialmente la psicología, que están interesadas en
nuestras esperanzas, en nuestros sueños, en nuestras motivaciones, recurren con gran frecuencia a la
narrativa.
Nosotros somos narradores; en el relato buscamos el sentido del tiempo que hemos vivido y
el sentido de nuestro futuro. Incluso cuando puede parecer que nuestra narración se refiere a los
demás, en realidad está hablando de nosotros mismos. El relato es siempre manifestación y
revelación de la persona.
Conocimiento de la persona
¿Qué pensamos encontrar en la autobiografía? No simplemente los hechos que se refieren a
la persona: ¿cuántos hermanos y hermanas tiene? ¿dónde ha estudiado?... Estos hechos son
importantes, pero pueden ser conocidos de otros modos. En ella, en cambio, se trata de comprender
a la persona: ¿cuál es el sentido de su vida? ¿cómo ha llegado a la puerta de nuestra casa? ¿cómo
percibe su identidad?
La autobiografía nos hace percibir las diversas opciones de la persona, sus dificultades, sus
reacciones, su identidad. Todo esto es comprendido desde su punto de vista y desde su interior.
Puede suceder que la persona no nos haya dicho todo; pero lo que ha dicho es único y precioso.
Interesante es comprender sobre todo la opción vocacional, su origen, sus primeros pasos, sus
motivaciones.
Hay culturas que no estimulan a hablar de sí; por otra parte, la asunción de la identidad
carismática requiere la manifestación de sí al propio guía. La autobiografía no puede limitarse a la
reflexión sobre uno mismo; sino, aun respetando la cultura y con gradualidad, hará falta hacer
comprender que el hablar de sí es necesario. Efectivamente, uno no puede conocerse sin hacerse
conocer; no se puede acoger el don de la vocación sin la disponibilidad para hacerse acompañar.
Momento justo para la autobiografía
La autobiografía es útil para la doble finalidad de conocerse y de hacerse conocer. Si el
sujeto encuentra difícil hacerse conocer, no se puede pedir la autobiografía demasiado pronto. Cada
guía espiritual sabe que es muy importante escoger el momento justo, para introducir una nueva
tarea, o para hacer descubrir una nueva capacidad. Es preciso también tener en cuenta que la propia
relación con la persona es primaria, respecto de la misma autobiografía. No se puede, pues, dar una
regla válida para todos.
Hay Institutos que exigen la autobiografía al comienzo del proceso de discernimiento, es
decir, poco después del primer contacto con el candidato; serviría para aportar informaciones sobre
la familia, la escuela, el trabajo,...; de por sí, éste no es el objetivo de la autobiografía. Otros
Institutos la exigen hacia el final del prenoviciado, es decir, antes de que se haga la petición de
entrar en el noviciado, o hacia el final del noviciado, es decir, antes de que se haga la petición de
admisión a la primera profesión.
Parece que el tiempo más indicado es hacia la mitad del prenoviciado o del noviciado,
cuando con frecuencia el candidato se está interrogando a sí mismo y está buscando el sentido de la
propia vida. A primera vista, esto puede parecer un momento difícil para sugerir la autobiografía,
pero precisamente en tal situación puede ser un medio para definir el camino que se debe tomar. A
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mitad del camino hay más confianza y se tiene tiempo para discernir, antes de cualquier petición de
admisión.
Según nuestra Ratio, parecería preferible proponer la experiencia de la autobiografía durante
el prenoviciado, que es la fase en que el conocerse y el hacerse conocer tienen una acentuación
típica. El prenovicio, en efecto, “con apertura y valor afronta su pasado y no tiene temor de hablar
de sí mismo y de su propia familia. Aprende a reflexionar sobre su propia conducta, sobre las
experiencias, sobre las razones de sus opciones y sobre el propio modo de pensar. Se le ayuda a
descubrir sus motivaciones no conscientes y a distinguir entre los deseos y las verdaderas
motivaciones. Esta aproximación sincera y profunda de sí constituye una primera base para el
discernimiento” (FSDB 334).
Tal proceso, iniciado durante el prenoviciado, requiere ser completado en el noviciado: “el
novicio profundiza el conocimiento y la aceptación de sí, cultiva el dominio de sí y la templanza,
consolida la capacidad de opciones motivadas” (FSDB 359). Conviene notar que algunos de
nuestros prenoviciados no están aún en condiciones de realizar un camino serio del candidato acerca
del “conocerse y hacerse conocer”; por esto, la autobiografía se deja para la fase del noviciado.
Instrucciones para la autobiografía
¿Cómo se pide que se haga la autobiografía? ¿Qué instrucciones se deben dar para su
formulación escrita? El tipo de instrucciones que se ofrezcan influirá mucho en lo que luego se
escribirá.
Como primera cosa, es mejor dar las instrucciones por escrito. Se pueden dar instrucciones
detalladas como éstas: “Prepara una breve autobiografía. Pon en ella lo que piensas que han sido los
influjos más significativos en tu vida, por ejemplo la familia, el currículo de los estudios, las
relaciones y las amistades, las experiencias en el trabajo, etc.”. Como respuesta se recibirá con toda
probabilidad un escrito bien hecho, estructurado en orden cronológico, pero sin mucha originalidad,
porque la persona ha respondido a una lista de preguntas, o seguido una lista de cosas. En este caso,
será más difícil penetrar debajo de la superficie.
En cambio, se pueden dar instrucciones menos estructuradas, un poco vagas, no muy claras,
como por ejemplo: “Prepara una autobiografía. ¿Cuáles han sido, según tu parecer, las relaciones y
los acontecimientos más importantes en tu vida hasta hoy? La amplitud de la autobiografía depende
de ti, pero deberías tratar de incluir los aspectos que consideres más significativos para tu vida”.
Como respuesta es probable que se reciba un escrito más personal: la autobiografía podría ser más
corta, pero en ella se encontraría más fácilmente lo que la persona quiere comunicar, y, por lo tanto,
elementos más interesantes.
Es siempre útil preguntar si la persona ha escrito una autobiografía precedentemente. Si la
respuesta fuera positiva, entonces se podría ulteriormente preguntar si la persona tiene todavía una
copia de la autobiografía. Si la respuesta fuera también afirmativa, ésta sería una indicación que la
autobiografía era para ella algo importante. En caso de respuesta negativa, el dato no tendría mayor
importancia.
¿Qué hacer si una persona se niega a escribir la autobiografía? Este rechazo es ya en sí
mismo una información. Quiere decir que no es el momento justo para pedir la autobiografía: la
persona no se siente todavía a gusto para un ejercicio semejante de compartir su experiencia vivida.
Por lo tanto, evítese el juzgar negativamente el rechazo; sígase en cambio trabajando con la
persona. Si la autobiografía es algo exigido por el proceso formativo, hay que motivar a la persona
y ayudarla a cumplir este requisito.
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El no sentirse capaz de comunicar la autobiografía puede ofrecer también otra información.
A veces, detrás de la falta de disponibilidad para hablar de sí mismo, se puede encontrar la voluntad
de no afrontarse a sí mismo o, peor aún, la voluntad de esconderse. También en este caso no ha
habido todavía maduración y, por tanto, es preciso tener paciencia. La disponibilidad para la
apertura es signo de que se ha iniciado un serio discernimiento y camino espiritual; expresa la
conciencia de que la vocación es un camino de acogida del don de Dios, que se realiza también por
medio de las sugerencias y las propuestas del guía espiritual.
Lectura de la autobiografía
Cuando el guía espiritual recibe una autobiografía, lo primero que se debe hacer es leerla por
completo para tener una idea general; luego se pasa a considerar las indicaciones que sirven para
delinear la personalidad del individuo. Es un hecho que una autobiografía contiene mucho más de lo
que aparece en lo escrito. Por eso, se debe saber ya, desde el principio, lo que se quiere encontrar en
la autobiografía; si no se tiene la mínima idea, no se encontrará nada importante.
Entre las diversas cosas a las que hay que prestar atención, está ante todo la estructura de la
autobiografía. Partiendo de una hoja de papel blanco o de una pantalla vacía en el ordenador, el
individuo debe hacer las propias opciones de qué y cómo quiere describir su propia historia.
Entonces el lector puede evaluar si, por ejemplo, el escrito se presenta lógico o confuso; ésta es una
información.
El tono de la autobiografía puede revelar los sentimientos y las actitudes de la persona ante
los diversos acontecimientos de la vida, como puede ser la muerte de un padre, o una desgracia
inesperada. Se puede llegar a saber, por ejemplo, si el individuo es habitualmente optimista, o si
demuestra signos de buen equilibrio. El tono pone de manifiesto el estado de ánimo respecto de
hechos importantes.
Buscando el punto focal, se puede llegar a conocer si el individuo permanece bloqueado en
su pasado, si se concentra en el presente, si no se confronta con el presente ni con el pasado, y mira
sólo al futuro, si tiene miedo del futuro. Son importantes las cosas escritas, pero también lo son las
no escritas; suscita interrogantes el encontrar algunos temas tratados y otros pasados en silencio.
De enorme importancia para evaluar la madurez emocional, por ejemplo, es la descripción
de las emociones, tanto las presentes como las ausentes, el modo de expresar la alegría y de
reaccionar ante el sufrimiento. Se puede notar alguna reacción o bloqueo.
Por fin, de la descripción de las relaciones se pueden obtener algunas indicaciones acerca de
la capacidad del individuo para vivir en comunidad: ¿qué relaciones aparecen en la autobiografía o
con qué profundidad?, ¿qué relaciones se han omitido?, ¿hay amistades?, ¿se alude a relaciones
difíciles?
Ante esta riqueza de información, el guía espiritual debe preguntarse si todo esto
corresponde al conocimiento que ha tenido hasta ahora de la persona; si ha podido ver explicaciones
o confirmaciones a sus observaciones; si se ha encontrado con algunas disonancias que requieren
esclarecimiento. Así se puede llegar a un conocimiento más adecuado de la persona, o se está en
condiciones de ayudarla mejor.
Diálogo sobre la autobiografía
Después de la lectura parece útil que el lector interrogue al autor de la autobiografía sobre su
experiencia al redactar el escrito: si, por ejemplo, ha sido un ejercicio difícil, un momento de
autodescubrimiento, un medio para crecer en el conocimiento de sí,... Es también útil la
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reformulación oral de algún aspecto y el volver a ver algunos temas en vista de los pasos del camino
que debe seguir.
Se puede invitar a la persona a explorar todavía más en profundidad, particularmente en un
retiro, lo que ha escrito en su autobiografía. Esto se hace especialmente cuando la autobiografía es
demasiado breve o da poca información. En este caso, después de haber dejado pasar un poco de
tiempo, se invita a la persona a revisar su escrito en clima de oración y a hablar con Dios de sus
experiencias contadas y no contadas, de sus emociones expresadas y no expresadas, de sus
relaciones.
La autobiografía es un momento del conocimiento de sí que tiene necesidad de ser integrado
en el resto del camino, para un ulterior conocimiento de sí y para un progresivo hacerse conocer,
para la búsqueda de las experiencias que integrar en la propia vida y para el proceso de
discernimiento.
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Hay algunos prenoviciados que hacen con fruto esta práctica de la autobiografía y que tienen
experiencia de cómo trabajar. Resulta útil entonces hacer un intercambio de experiencias entre los
encargados de los prenoviciados dentro de la Región: también el Dicasterio recibiría con gusto
alguna aportación de experiencias a este propósito. Los prenoviciados que trabajan ya también con
el proyecto personal de vida, encuentran una sinergia y una aportación útil en la experiencia de la
autobiografía.
Roma, 1 de mayo de 2004
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