Heraldo de Aragón l Lunes 30 de septiembre de 2013 l 55 CULTURA &OCIO Q uienes entran al Salón del Trono de los Reyes Católicos del palacio de la Aljafería salen gratamente sorprendidos por la belleza de su artesonado. Una techumbre de madera dorada y policromada que esconde muchas historias, como la de que se hizo con el oro traído por Cristóbal Colón de su primer viaje a América. El tiempo demostró que esa teoría, que sostenía el cronista Argensola en el siglo XVII, no era más que una leyenda, ya que el contrato de construcción da fe de que se realizó en el año 1493, por lo que no pudo ser, entre otras razones, por cuestión de tiempo, según recogían ya publicaciones de mediados del siglo XIX. Estudiosos e investigadores han avalado con documentos que la tesis de que el metal precioso indiano hubiera servido para enriquecer el artesonado de la Aljafería no se sostiene. Expertos en la historia de este singular edificio, hoy sede de las Cortes de Aragón, coinciden en que esa antigua afirmación no es cierta. José Antonio Armillas, profesor emérito de la Universidad de Zaragoza, que fue catedrático de Historia de América, es tajante en este sentido: «Es literalmente imposible. Colón, a su regreso, trajo información de que había oro». Tuvieron que transcurrir varios años para que se iniciase el comercio de este producto. «Científicamente ha quedado demostrado que no fue así, por su fecha de construcción». De hecho, existe un contrato, fechado el 23 de abril de 1493, que se guarda en el Archivo de Protocolos Notariales de Zaragoza, que refleja la adjudicación de la construcción de la techumbre de la entonces denominada Sala Nueva o Salón Dorado. Como recuerda Gonzalo Borrás, profesor emérito de Historia del Arte de Zaragoza y gran conocedor del palacio de la Aljafería, este contrato fue publicado por el profesor norteamericano Steven Jancke, «un investigador que estudiaba sobre todo la escultura del siglo XV en Aragón». Arte l Los cronistas del siglo XVII fabulaban con que el artesonado de la histórica sala del palacio de la Aljafería fue construido con metal precioso traído por Cristóbal Colón de su primer viaje a América. Una teoría rebatida luego, pero que sigue despertando curiosidad La leyenda del oro del Salón del Trono Contrato firmado en abril de 1493 El arqueólogo e historiador del arte Álvaro Cantos es uno de los guías que, diariamente, atiende a los visitantes que se acercan hasta este monumento zaragozano, que recibe anualmente a 200.000 turistas. Tal y como relata, ese texto permite conocer que, para construir la techumbre de este salón, el receptor de la Inquisición contrató a los maestros musulmanes Farax de Gali, director de la obra, Mahoma Palacio y Brahem Muferrich. «El documento habla de la techumbre, pero es posible que hicieran más». También recoge que debería estar terminada en julio. El sueldo total que recibirían por su trabajo sería de 8.000 sueldos, repartidos en tres pagos: 3.000 en el momento de firmar el contrato, 2.000 cuando estuviera asentado el cielo cubierto y 3.000 al concluir los trabajos. Bajo este artesonado se encuentra una galería con 82 ventanas y una «inscripción conmemorativa de la realización de la obra en el contexto de la victoria definitiva sobre el reino de Granada», fechada en 1492, como recoge Carmen Gómez Urdáñez, profesora de la Universidad de Zaragoza en el departamento de Historia del Arte, en un artículo publicado en el libro titulado ‘La Aljafería’. «Lo más curioso –menciona el profesor Borrás– es que se refiere a un hecho histórico ocurrido el año anterior. Esto es algo que solía ser frecuente en aquella época». Cronistas del siglo XVII La leyenda del oro indiano empleado en la techumbre del artesonado de la Aljafe- ría aparecía en el relato de Bartolomé Leonardo de Argensola, poeta e historiador del Siglo de Oro, nacido en Barbastro en 1562, que en 1615 fue nombrado cronista de la Diputación del Reino de Aragón, cargo que ocupaba su hermano hasta su muerte. Tres años después pasó a tomar posesión de la plaza de cronista mayor de la Corona de Aragón. En la primera parte de ‘Los Anales de Aragón’ se dice que «el rey Fernando ordenó que, con una parte del oro primero que Colón llevó de las Indias, fueran dorados los techos y artesonados de la Sala Real del palacio de la Aljafería, de Zaragoza». Esta teoría fue defendida, años después, en 1680, por Diego José Dormer, arcediano de Zaragoza, que también fue cronista oficial del Reino de Aragón. En 1846, el abogado Mariano Nogues, autor del libro ‘Descripción e historia del castillo de la Aljafería (sito extramuros de la ciudad de Zaragoza)’, escribe que «la riqueza de estos artesonados tiene un recuerdo histórico que aumenta la gloria de los aragoneses, por hallarse dorados, segun pretenden nuestros historiadores, con el primer oro que se trajo de la América». Sin embargo, como él mismo aclara en esa publicación, «aunque amante en estremo (sic) de las glorias aragonesas, no dejo de encontrar dificultad para creer, que con el primer oro venido de América se dorasen los salones de la Alfarería». Al mismo tiempo que señala que «su trabajo exigía largo tiempo: luego no pudo dorarse con el primer oro que trajo Colón, a no ser que se dorase despues». Además, según pone de manifiesto el guía Álvaro Cantos, «en ninguna inscripción de palacio se menciona este hecho». Existe otro documento, del 14 de octubre de 1493, en el que «dos de los artesanos mudéjares (contratados para la obra) reconocen haber recibido el dinero acordado y, por lo tanto, se da por finalizada la construcción de la techumbre, aunque hubiese terminado antes». Para José Antonio Armillas, este artesonado pudo haberse dorado con «oro africano que llegaba en las caravanas que atravesaban el desierto del Sáhara». Estudios e investigaciones Gonzalo Borrás, que fue catedrático de Historia del Arte Moderno y Contemporáneo en la Universidad de Zaragoza, apunta que en torno al artesonado del Salón del Trono de los Reyes Católicos hay un artículo, publicado por la profesora María José Cervera, profesora del Área de Estudios Árabes e Islámicos, que transcribió y tradujo los 100 nombres de Dios escritos en árabe en el reverso de los rosetones de la techumbre. Hasta ese escondido y recóndito lugar se puede acceder por la galería que recorre la parte superior. En ese mismo lugar «aparecieron, además, páginas del Corán que dejaron los maestros de obras y que se guardan en la biblioteca de las Cortes». «Es interesante destacar –afirma Borrás– que esta carpintería mudéjar combina temas de decoración cristiana con otros de tradición islamista». Y también es importante recordar, cuenta, que «esta techumbre se convirtió, a partir de ese momento, en modelo para palacios y casas nobles de Zaragoza. Algunos de estos ejemplos se han conservado, como el que existe en el palacio de Miguel Donlope (sede de la Real Maestranza de Caballería), y otros se trasladaron de sitio, como la que había en la casa de Gabriel Sánchez, que hoy está, en parte, en el palacio de Montemuzo, y en parte en el antiguo cuartel de Pontoneros. El Salón del Trono de la Aljafería conserva este espectacular artesonado. OLIVER DUCH E. PÉREZ BERIAIN