LA FE CONFIRMA LA LEY APÓSTOL DOCTOR JOSÉ LUIS DE JES

Anuncio
LA FE CONFIRMA LA LEY
APÓSTOL DOCTOR JOSÉ LUIS DE JESÚS MIRANDA
JESUCRISTO HOMBRE
10 de octubre de 2012
Bueno, vamos a comenzar con Romanos capítulo 3, verso 31.
Vamos para Roma, un viajecito a Roma. Los que Roma ocultó, lo que el Papa no
conoce, lo que los sacerdotes no conocen, lo vamos a hablar hoy. Pablo se lo dijo en
Roma, pero lo mataron allí -no queremos eso, queremos muerte.
Mira lo que dice:
“¿Luego por la fe invalidamos la ley?”
¿En cuántas maneras?
“En ninguna manera, sino que, qué, confirmamos la ley.”
Oye, estamos hablando de la ley de Moisés. Eso nadie pudo cumplirlo. Y, Pablo –
hablando de la ley de Moisés- dice: “eso es un ministerio de muerte, de maldición y de
condenación”. Nadie pudo cumplirlo.
Entonces, ahora, por fe en Jesucristo, en ese sacrificio que tomó lugar, tú aprecias eso
y dices que ya tú confirmaste la ley, la cumpliste.
Hay gente que está tratando de cumplir la ley. Tú no estás tratando, tú ya la cumpliste.
Porque la fe en Jesucristo lo que hace es que lo que hizo Jesús en la cruz, todo el
sacrificio que él hizo allí te es imputado a ti gratuitamente sobre tu cuenta. O sea, tu
cuenta estaba vacía y él te hizo un depósito –ok, ahora tu cuenta está llena-.
Tú no lo logras por tus obras, pero por fe, él muere y te coloca a ti en esa muerte: “Uno
murió y luego, todos morimos con él”.
¿Pero, cómo que confirmamos la ley? Eso es difícil cumplir la ley.
Y, fíjate si la ley es difícil que Santiago, de la circuncisión –hablando de la ley, dice: “Si
tú cumplieres toda la ley y violares la ley en un punto, te haces culpable por toda.”
O sea, tú llevas 65 años y alguien tomando nota –llevo 65 años y no he fallado, wow,
tremendo, 65 años-.
Y, de momento viene un niño y te dice: ¡Mentiroso!
Y le das una bofetada, ahí se te cayeron todos los 65 años.
Mira lo difícil que es la ley. Ahora, dice que si tú te metes por la fe, tú confirmas la ley,
la cumpliste.
¿Por qué tú la cumples?
Vamos a ver en Romanos capítulo 7, verso 17. Mira lo que dice:
“De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí.
Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien;
porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo.
Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.
Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí.
Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí.
Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios;
pero veo otra ley en mis miembros que se rebela contra la ley de mi mente,
y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.
¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?
Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro.
Así que, yo mismo… esto es un trabajo personal tuyo,
con la mente sirvo a la ley de Dios, pero si te metes en carne a dónde terminas,
en la ley del pecado.”
¿Tú sabes por qué los evangélicos y los católicos nos critican a nosotros cuando
decimos que no hay pecado?
Porque ellos le sirven a Dios con la carne, y con la carne, ellos ven pecado. –No, no,
eso es imposible-, pero es porque están en carne.
Ahora, en la mente, tú le sirves a Dios con el espíritu y honras lo que Cristo hizo –no,
no hay pecado.
Ahora, ¿por qué por fe tú confirmas toda la ley de Moisés? Porque en sí, cuando tú
eres un elegido, tú eres un escogido, en tu interior, a ti no te gusta lo malo. Dice: “No
matarás”. ¿Quién quiere matar? Si tú te buscas los 10 mandamientos, tú estás a favor
de ellos: “No matarás. No hurtarás. No cometerás adulterio”. Un sinnúmero de cosas,
“no desearás la mujer de tu prójimo”. ¿Cómo vas a hacer eso? Si esa es la mujer de tu
prójimo.
En otras palabras, que en sí, en tu mente, tú quiere cumplirlo. Ahora, algunos de
nosotros hemos cometido eso mismo que en nuestra mente no queremos. Pero, qué
sucede, que como Cristo te colocó a ti –muerto a la ley del pecado-, aunque lo
cometas, Dios no te ve fallándole a la ley. El hombre te ve, el prójimo te ve, pero en
cuanto a Dios se refiere, él dice –no, ya yo lo coloqué muerto al pecado, libre de la leyy en sí no la violas, tú confirmas la ley porque el desear el bien está en ti.
Por eso es que Pablo dice “en el hombre interior, yo me deleito”, el problema es esto
que está aquí, la carne. Y, como éste es el problema, la carne, Dios le hizo provisión a
esto para que no te juzgues conforme a la carne.
Mira lo que dice Romanos 6:14.
Vamos a seguir con eso. Porque es que hay gente que está atada, tienen unas
culpabilidades tremendas, pero es que no saben defenderse, porque no conocen estas
leyes.
Mira, esta mujer que me escribe con su testimonio, entendió. ¿Por qué entendió?
Porque ‘she hit bottom’, ella estaba en el fondo. No había solución, -qué hago-, y de
momento, entendió la palabra y la palabra la libertó, y está reinando.
Fíjate, que el entender, ahí es que está el poder. No es en lo que tú haces es en
entender. Cuando tú entiendes, en la mente tuya hay unas provisiones, hay una de
sabiduría escondida en la mente tuya, que cuando tú estás en paz con Dios y estás en
paz con el evangelio, la mente comienza a tirarte provisión. Y de momento tú dices –
Oye, tan mal que yo me sentía la semana pasada, qué me pasó. Oye, yo como que
tengo nuevos ánimos-, y eso sale de la mente. Eso no sale de ningún otro lado. Ah, y
no es que Dios te lo envía –mira, aquí tienes una ayudita-. No, eso ya está en ti. Él no
está enviando nada, eso está integrado en ti.
Tú no necesitas ayuda, tú lo que necesitas es tú mismo, con la mente, le sirves a la ley
de Dios. Está en ti. La provisión está en ti. A ti nadie te tiene que ayudar. Y menos, tú
decir: -Papá Dios, ayúdame.
-Estás loco, muchacho. Con todo lo que te ayudé. Te hice un tesoro, sácalo del tesoro.
Dios no está ayudando a nadie. Por eso, esas procesiones que hacen en la Calle 8,
buscando la liberación de Cuba y los mexicanos allá con la Guadalupe, acá con la
Caridad del Cobre, en Puerto Rico con la Virgen del Pozo. Y todos tienen una patrona
que y que les va a ayudar. ¡Eso es mentira!
Dios no ayuda a nadie. Dios, mira, Dios ayudó (se coloca la Biblia sobre su mente). Por
eso es que dice que tú estás completo en Él. Tú estás completo. Lo que pasa es que
es aquí, en la mente. Tú tienes que sacar la provisión de tu mente.
Mira lo que dice Romanos 6:14.
“Porque el pecado ya no puede ser señor tuyo..., mira,
“Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros;
pues no estáis bajo la ley, sino bajo, qué, la gracia.”
Ves, en gracia, el pecado no puede ser señor tuyo, aunque falles, aunque cometas
exactamente lo que dice el mandamiento que no debes hacer. Para Dios, él dice: –No,
para mí está perfecto. Yo lo perfeccioné.
-Pero, ¿y eso que le pasó?
-Eso que lo resuelva él allá abajo. Que aprenda de eso. Eso es un horno con el que él
está bregando ahí. Que aprenda. Que saque provisión de la mente.
Que no esté buscando con un sicólogo –mira, ayúdame.
-¿Cuál es tu caso?
-No, que yo esto….
Olvídate de eso. Mira, oye la palabra, la fe viene por el oír y en ti está la provisión. En ti
está la provisión para andar en sanidad. Dios no te va a enviar una sanidad.
-Papá Dios, envíame una sanidad.
No, no, eso está en tu mente. Tú te rebuscas ahí, en las paredes. Ahí hay unos
huequitos en las paredes, ábrelos. Ahí hay unos ‘safe deposit boxes’, (caja de
seguridad), ábrelos, ‘unlock’, abre eso para que tú veas que ahí hay provisión, ya está
en ti. (Aplausos)
Diga: YO ESTOY COMPLETO.
No te falta nada, lo que tú necesitas es que te alumbren, la luz del evangelio. Bueno, de
ahí es que te va a salir la transformación del cuerpo. Va a llegar el momento que tu
cuerpo no va a aguantar más. A mí me va a pasar eso, va a llegar un momento en que
la revelación ahí será tanta, y de momento, de mí mismo y sale la nueva creación.
(Aplausos)
Diga: YO ESTOY COMPLETO. PUEDO REINAR EN VIDA EN TODA
CIRCUNSTANCIA. NO HAY PROBLEMA, NO HAY SITUACIÓN QUE YO NO PUEDA
VENCER PORQUE TENGO LA PROVISIÓN. (Aplausos)
Mira lo que dice Romanos 8, verso 1 al 3:
“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús,
los que no andan conforme a la carne…”
O sea, si tú estás tratando de cumplir la ley y hacerlo con tus fuerzas estás andando
conforme a la carne.
“…sino conforme al Espíritu.”
¿Y, cómo es andar conforme al Espíritu? Creyendo. Creyendo que está hecho.
Dice:
“Porque la ley del Espíritu, de qué, de vida en Cristo Jesús, me va a librar,
me ha librado de, cuál ley, de la ley del pecado y de la muerte.”
¿Y, no fue Pablo el que dijo: No soy yo, es el pecado que mora en mí? ¿Verdad, que
el pecado es el que te hace daño a ti?
Pues, dice ahí que la ley del Espíritu de vida ya te libró de ese pecado que te fastidiaba
y de la muerte.
Fíjate lo que dice:
“Porque lo que era imposible para la ley…”
La ley no podía. ¿Por qué?
“… por cuanto era débil por la carne…”
Por eso, esa gente que están tratando de cumplir la ley está en apostasía. Todas las
religiones que no nos entienden a nosotros es porque no están andando por fe. Tú no
ves que ellos están en apostasía. El Señor lo dijo: “Hallará fe. Cuando el Señor venga
por segunda vez, ¿va a hallar fe?” No. Yo lo que hallé fue apostasía. Todo el mundo
está en apostasía. Los evangélicos están en apostasía.
No estoy menospreciándoles, yo quisiera que estuvieran al lado de acá. “Pasemos al
otro lado”, dijo una vez, Jesús. Yo quisiera que estuvieran al lado de acá disfrutando de
este reino tan lindo, pero como ellos no oyen, son tardos en el oír, pues ellos van a sus
misas, a sus misas evangélicas, a sus misas católicas, a sus misas pentecostales. Y
ahí están en un esfuerzo -hay que pagar el precio, muchacho, que el diablo está suelto,
mira, el pecado. Cristo está a las puertas, muchacho, una miradita y te quedas-.
Imagínate, están en pura chuleta. Tratando ellos de cumplir el cristianismo.
Pero, si te lo dice ahí: “Lo que era imposible para la ley”. La ley no podía. La misma ley
de Dios ni uno pudo, ni uno. Tuvo Cristo que venir –esto es trabajo mío, sólo yo puedo
hacer esto. Esto sólo lo puedo hacer yo, pero lo voy a hacer por ellos-.
Ahí es que está la blasfemia, porque entonces, ellos están tratando de cumplir lo que
Cristo ya cumplió, haciéndole afrenta al espíritu de gracia. Esos evangélicos, que tú ves
todos los domingos por ahí con una Biblia –Dios te bendiga, varón. Dios te guarde-. Y,
tú lo ves con su Biblia, y es gente bien vestidita y gente preciosa y de calibre, tú sabes,
de buen comportamiento, y de moral buena, marido de una sola mujer, los hijos
tranquilos, pero en apostasía. No les vale de nada, porque están haciéndole afrenta al
espíritu de gracia. Están diciendo –no Señor, mira, tú pon un cincuenta por ciento que
yo pongo la otra mitad.
Es como cuando tú sales a comer con alguien y le dices –no, yo pongo la mitad, vamos
a hacer un ‘serrucho’-, y tú, quizás, ni puedas, no tienes ni el dinero y el otro tiene un
montón. Y te dice: -No, déjame. Yo te invite-. Pero tú, por el orgullo –no, va a decir que
yo soy un aprovechado-. Y, le respondes: -No, no, olvídate, yo pongo la mitad-, y
después no tienes ni para gasolina, muchacho, por el orgullo.
Pues, así están todas las religiones del mundo: Católicos, Mormones, Pentecostales,
Evangélicos; todos están pagando su préstamo. O sea, que Cristo no pagó la hipoteca
completa. Cristo lo que hizo fue lo que hacen los bancos hoy, que tú pones un 10% y
después te quedas con unas letras así por 20 años pagando, y nunca terminas. Tú
estas pagándola 20 años y preguntas: –Cuánto debo.
-Bueno, se añadió como 2,000 dólares-, después de llevar 20 años pagando, los
intereses.
Y, a ellos les encanta. Entonces, cuando le decimos acá: -Mira, en Creciendo en
Gracia, el mortgage (la hipoteca) está pago.
-No, eso es muy fácil, algo malo está pasando ahí-, es la respuesta.
Te dicen: -¿Que está todo pago?
-Mira, tú estás bendecido, estás completo, no te falta nada. Tú tienes ángeles a tu
servicio.
-¿Cómo?
-No hay condenación. La salvación no se pierde. Cristo lo hizo todo. Su yugo es fácil y
ligero de llevar.
-¿Cóoomo? No, no, no, no, no. Ahí hay algo malo. En esa iglesia hay algo malo.
Por eso el profeta dijo: “Esta pueblo a lo malo le llaman bueno y a lo bueno le llaman
malo”. Y, nosotros aquí, mira, reinando, amando a nuestro Señor. (Aplausos)
Yo estaba en una tienda, esta semana, que yo siempre voy a esa tienda por años, pero
la señora esta vez se me quedó mirando, y parece que miró para el brazo y dijo: -Ahhh,
oiga, usted se me parece a uno que sale ahí por televisión.
Y, yo le dije: -Sí, yo sé quién tú dices, tengo mucho parecido a él.
Y, entonces, me dice: -Pero, dicen que no lo dejan entrar a Guatemala, que no lo dejan
entrar aquí y allá.
Entonces, yo le dije: -Y, se están perdiendo una bendición. Porque mira, ¿tú me
conoces a mí, hace años que yo vengo aquí, verdad?
-Sí, sí. No, usted es una persona tranquila.
-Pues, él fue el que me ayudó, el ‘anticristo’ ese. (Aplausos)
-Pero, ¿y qué es eso?
Entonces, yo tenía un tratadito y se lo di, pero ahí estaba la foto mía. Se lo doblé del
otro lado para que no la viera y le dije: -Mira, lee eso con calma que te va a hacer bien.
-Ah, pero si ese es usted.
-Yo soy. Léelo que vas a entender.
Ya no me puedo esconder, muchacho.
Pero, esto es fácil. ¿Por qué tú complicarlo?
-No, que es que aquí hay gente que tiene más fe que otros.
No. Es una medida de fe.
-No, que aquel tiene más tesoro que yo.
No. Aquí a todos se nos dio el tesoro.
-No, que es que él nació en un hogar tranquilo y yo nací en un hogar de problemas.
Tienes otro privilegio.
Yo también, ese es mi grande privilegio. A mí me critican que yo fui adicto a droga, que
yo esto, que yo aquello, que yo robé, y yo lo digo. ¿Por qué? Porque yo tuve un
hermoso privilegio de poder entender a los que pasan por eso, porque yo estuve ahí. Si
Dios llega a escoger a una persona que fuera de un hogarcito bien tranquilito, sabrá
Dios, me afectaba el llamado, porque no tenía ejercicio en los sentidos.
Tú no tienes que avergonzarte por lo que te pasó a ti. Después de todo no fuiste ni tú,
fue el pecado que moraba en ti, la ignorancia. Acaba de perdonarte. (Aplausos)
Acaba de perdonarte y recíbete. Recíbete, entra en gloria, amado mío, amada mía. Dite
tú mismo, en el espejo, háblate: Qué bella estás. Ámate un poquito, si no te amas a ti,
cómo vas a amar a otros. Si no te puedes amar a ti, vas a tener problema con todo el
mundo.
Entonces, qué dice el verso 3.
“Porque lo que era… ¿difícil?…imposible para la ley,
por cuanto era débil por la carne,
Dios, enviándose él mismo, ese es el código, enviando a su Hijo
en semejanza de, qué, de carne de pecado y a causa del pecado…”
¿Qué hizo?
“…condenó, a quién, al pecado,
en dónde, en la carne.”
¿Y, tú eres un pecador?
-No.
Entonces, no lo condenó. Cada vez que tú dices que hay pecado, tú estás diciendo –
Cristo no condenó nada-. El pecado está condenado. Él murió para condenarlo.
¿Tú sabes lo que es una condena?
Preso. Y sin salida. Eso es una perpetua, que si la llegas a cumplir te la renuevan. Es
renovable.
¿Tú te crees que Papá Dios te va a hallar en pecado a ti? Es contradecirse él mismo,
entonces Él no tiene palabra.
-Apóstol, pero esas palabras tienen grande peso, porque usted está diciendo que la
congregación de allá abajo tiene que cerrar.
Debe cerrar. Usted no ve que ese es un engañador. Ese pastor bonito, que tiene el
coro bien lindo, y el curita allá el domingo dando la misa…, eso es un bandido. Ese es
un criminal de almas.
¿Por qué tú crees que Pablo, cuando habló de los apóstoles dijo: Los de la circuncisión
trastornan casas enteras? Mire, esta niña, del testimonio que les leí, estaba
trastornada.
Y, después esas familias evangélicas –demonio, demonio de alcohol.
-Pues, sácame el demonio, si tengo. Sácamelo.
Eso no sale. Para ellos todo es demonio.
Oye, Cristo murió, Jesús de Nazaret, y condenó al pecado en tu misma carne. Es como
una vacuna. ¿Verdad? Yo no tengo mucho conocimiento, pero dicen que una vacuna la
hacen del mismo germen, hacen un anticuerpo de eso mismo y entonces, te lo inyectan
y estás exento a que venga el germen sobre ti.
Eso es lo que hacen con tu bebé en la escuela y aun cuando pequeño desde que nace.
¿Cuántas vacunas le dan a un niño ahora? Y, tú con una pena -ay, ay, ay-. Pero tú
sabes que le viene bien, porque cuando viene el germen buscando niños por ahí, ve a
tu niño y dice –no lo puedo tocar porque está vacunado-.
Es como en el viejo pacto, te recuerdas, que el ángel de la muerte venía y cuando veía
el que tenía sangre en el dintel de la puerta decía –ahí no te metas que eso está
marcado, cobertura, ahí hay cobertura-.
Y, hoy tú vives en Miami y la gente está por ahí quejándose –muchacho, esto está
malo-, y tú allá –reino en vida.
-No, que esto aquí, muchacho, los precios se dispararon, la gasolina…
-No recibo eso. Yo digo que sigo hacia adelante. Todo está bien conmigo, porque yo
tengo cobertura. Yo soy diferente a todos los demás. (Aplausos)
Tú eres diferente. Diga: Yo soy diferente. A mí, hay que respetarme. Las
enfermedades me tienen que respetar. Yo estoy vacunado con la vida de Jesús.
Yo estoy completo, conmigo no se juega. Yo soy especial familia de la tierra, un
pueblo como jamás hubo delante de la faz de la tierra. ¡ABBA PADRE! (Aplausos)
Esto no es religión, esto es vida. Y después dicen que ustedes son y que unos
fanáticos, que yo y que les lavo el cerebro. Y bien lavado, bien lavado que hay que
lavárselo. (Aplausos)
¡Ojalá te lo lavara a ti también que me estás viendo. Déjate lavarte para que vivas, para
que reines! (Ovación)
Y, después comenten el error de decirle a la congregación –mira, tengan cuidado con
esa gente, que son peligrosos-.
Y ellos dicen: -Oye, yo quisiera saber cuál es el peligro-, y cuando empiezan a oír dicen
–muchacho, por aquí hay camino- y terminan aquí.
Y, le dicen: Mira, te endemonió el tipo. ¿Tú te pusiste a oírlo? Eso es demonio, se te
mete por ahí, por el oído.
¿Demonio? Que vengan a ver si esto es demonio. Esto es vida. Oye, y sin hacer nada,
porque todo está hecho. El regalo de Papá son “buenas nuevas”.
¿Y, qué son buenas nuevas? Cosas agradables. Dice –haré una obra en vuestros días,
obra que nadie la creerá si tú se la contaras-. ¡ABBA PADRE! (Aplausos)
Ah, y dicen: -No, es que él no conoce teología. Es que él no entiende las leyes de
hermenéutica.
Y, ellos con sus leyes de hermenéutica, los miembros están así dormidos, todos
aburridos. Se van allí los domingos a dormir. Y acá es -la hermenéutica no está, pero
está la vida de Jesús. (Aplausos)
¡Pobrecitos! Lo que dan es pena. ¿Verdad que sí? Y, después, con Jesús de Nazaret
hasta la coronilla.
Romanos 3: 21 y 22.
“Pero ahora…”
Eso es que cuando tú lo entiendes se te cumplió el “ahora”. Eso se escribió hace
muchos años, pero eso está ahí escrito: “ahora”. ¿Cuándo es ahora? Ahora. Si tú lo
entiendes es ahora. Si tú no lo habías entendido y dices ahora –mira, entendí-, pues es
ahora.
Ese es en el tiempo donde el tiempo es un rudimento. Ahí estamos hablando en el
eterno presente de Dios, que Dios no tiene calendario. En esa vida que viene los
almanaques no hacen falta, porque es eternamente y para siempre. Donde no hay que
contarte cumpleaños. Todos los días es un cumpleaños.
“Pero ahora,
aparte de la ley, la pusieron aparte,
se ha manifestado la justicia de Dios, lo que es justo para Dios,
testificada por la ley, fíjate que la ley misma hablaba de esto,
testificada por la ley y por los profetas…”
La ley y los profetas hablaron de esto que yo estoy hablando.
Que la gente dice: -No, que él no estudia toda la Escritura completa.
Pero, si la misma Escritura y los profetas hablaron de esto que estamos hablando.
Mira el otro verso.
“…la justicia de Dios por medio de la fe en, quién, Jesucristo,
para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia.”
-Pastor, ¿y qué tengo que hacer?
-Creer.
-¿Pero, tengo que pasar al frente a arrepentirme de pecado?
-No hay pecado.
-¿Tengo que pedir perdón?
-Ya estás perdonado.
-¿Pero, qué es lo que hay que hacer?
-Creer.
-¿Y, qué es lo que hay que creer?
-Que está hecho. Que estás completo. Que estás bendecido.
-Ah, pues, yo me hago parte de esto ahora mismo.
-Pues, te recibo. Entra.
Ah, eso sí, tiene que creer en mí. Si te caigo mal, te…
Como dicen en Puerto Rico, “estás chavao”. En Puerto Rico dicen: -Ea rayo, estás
chavao. Ea rayo, estas chavao.
Aquí tienes que creer y el que te da esto soy yo, y yo no te puedo decir otra cosa. Si no
crees en mí, mira, te colgaste, sigue con tu hermoso evangelio, que yo no lo quiero ni
regalado. Jajajaj. ¡ABBA PADRE!
Oye, se me habrá quedado un hermoso verso.
Romanos 10: 1 al 4, y con eso terminamos.
“Hermanos, ciertamente el anhelo de mi corazón,
y mi oración a Dios por, los judíos, por Israel, es para, qué, es para salvación.
“Porque, mire, yo les doy testimonio de que tienen celo de Dios,
pero no conforme a ciencia.”
Oye, ¿tú has visto a esos pentecostales por ahí –Jehová-? Y, tú los ves por ahí –mira,
que el diablo, escapa, que el infierno-.
Tienen un celo, pero no hay ciencia, mira y que hablando de diablo a esta hora, con un
atraso de dos mil años, hablando del infierno, hablando del basurero que había allá en
Jerusalén. Hoy hay basureros más elegantes. Para qué hablar del infierno, habla del
basurero moderno, que hasta te recogen la basura ahora con un ‘truck’. Viene un ‘truck’
(camión) y te la engancha así y la vacía, y no tienes ni que tocarla.
Estos evangélicos dan pena, oíste. Mira, yo no me meto a una iglesia de esas, mejor te
envío a ‘South Beach’, el viernes en la noche. Mejor te envío ahí que meterte a una
iglesia de esas, porque ahí te dañan la cabeza.
Las iglesias de hoy son un peligro, deben cerrar todas. Bueno, yo voy a tratar, poquito
a poco ahí voy. Mientras usted siga viniendo para acá, menos quedan allá. Por eso
estamos creciendo.
Oye, hay gente que son bien necias -así hablaba Pablo- estoy imitando a mi Apóstol.
Son bien necias y estúpidas, porque Pablo también dice -son necios y estúpidos-. Ellos
no se dan cuenta que ellos hablan mal de nosotros y nos llaman anticristos, pero ellos
no se dan cuenta que siguen llegando por miles, y siguen llegando y siguen llegando, y
siguen llegando.
-Oye, qué tendrán esa gente. ¿Qué, que serán brutos y yo soy el único inteligente?
No, ellos dirán: -Ellos (Creciendo en Gracia) son unos brutos, esa gente no piensa, el
inteligente soy yo que me quedo acá fastidiado.
Y nosotros acá reinando. ¿No les llama la atención eso?
Seguimos leyendo. Romanos 10: 3.
“Porque ignorando la justicia de Dios,…”
Ahí es que está el problema. Ese fue el problema de los judíos.
“…ignorando la justicia de Dios, que es por fe,
y procurando establecer la suya propia, que es la ley de Moisés,
no se han sujetado a la justicia de Dios; porque el fin de la ley es Cristo,…”
¿Cómo tú vas a seguir mirando a la ley, si Cristo le puso fin? Por eso es que si tú te
metes por fe, cumples la ley completa, se te imputa a tu cuenta: -Este hombre cumplió
la ley a cabalidad.
¿Tú sabes lo que es eso? Que nadie pudo hacer eso. Sólo Cristo pudo hacer eso, y él
te lo pone a tu cuenta. Y cuando revisan tus archivos:
-¿Oye, cómo está tu estado de cuenta?
Los ángeles dicen: -¡Wow! perfecto para siempre con una sola ofrenda. Oye, ¡no tiene
ni un pecado registrado! Con ese cuerpo que tiene puesto y no hay un pecado.
Espérate, aquí hay una conexión muy grande. A este hombre aquí, le borraron las
deudas.
El que murió dijo, -cómo fue que dijo- “Consumado es”. La cuenta te quedó salda.
Eso es como si tú debieras mucho dinero, ¡hello!, y de momento llamas a pedir un
estado de cuenta:
-Oye, sácame un informe de crédito, a ver cómo está.
Y de momento te encuentran -oye, perfecto, tienes un ‘score’ (registro) de mil puntos.
Pues, en el ámbito espiritual así es que tú estás: ¡Limpiecito! Mira, en ti no hay ni
chispa de condenación. Mira, Papá Dios contigo, imagínate, si habla cara a cara
contigo, de tan bien que te ve. ¡Te ve perfecto! (Aplausos).
Romanos 10:4.
“…porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree.
Porque de la justicia que es por la ley Moisés escribe así:
El hombre que haga, es lo contrario a creer, eso es obra,
el hombre que haga estas cosas, vivirá por ellas”.
Imagínate, no llegas nunca. Es como montarte en una escalera de esas del aeropuerto,
al revés, y estás tarde para el vuelo. Se te fue el vuelo, hermano. Se te fue el tren.
Tú te acuerdas del cuento del hombre que se apareció allá en el cielo -cuando partió
por un accidente y cuando fue ahí, él era cristino aquí abajo, era pentecostal de pura
cepa- y entonces, cuando llegó al cielo, apareció un ángel y le dijo:
-¿Para dónde tú vas?
-Bueno, yo soy cristiano. Yo vengo de una iglesia que, mira, yo no fumo, yo no bebo…
Y entonces, le dice el ángel: -Pero, lee ahí lo que dice.
Y entonces decía -“Para entrar al cielo se necesitas mil puntos”.
Y, entonces, el tipo dijo: -¿Mil puntos?
-Ok, dime, ¿que tú hacías allá como cristiano?
-Pues, mira, yo no bebía.
-Tienes un punto.
-Eh, yo no fumaba.
-Tienes dos puntos.
-Yo, ah, yo diezmaba en la iglesia, daba mis diezmos y ofrendas.
-Cuatro puntitos, si diezmabas y ofrendabas, cuatro puntos. ¿Y qué más hacías?
-Bueno yo iba a los hospitales los sábados, me iba a visitar, daba trataditos.
-Seis puntos. ¿Y cómo tú te portabas con tus hijos?
-No, yo con mis hijos me llevaba con ellos, me porté bien, con mi esposa también.
Marido de una sola mujer…
-¿Cuántos me faltan?
-Novecientos noventa (990).
-¿Qué más tú hacías?
Porque, recuerda que el hombre que haga estas cosas, vivirá por ellas. Entonces, lo
estaban probando para ver. No era de Creciendo en Gracia, ciertamente. Era
pentecostal, imagínate, de pura cepa, de los buenos, de esos de fuego, fuego
pentecostal. De esos, de los buenos que hay por ahí, de esos bien dedicados, de esos
que no van al cine, no juegan pelota…
-Oye, ¿y qué más tú hacías?
-Bueno, yo ayuno. Todas las semanas yo hago un ayuno de un día.
-Ok, 11 puntos.
¡Muchacho!, y el hombre comenzó a meter paquetes, ya tenía como 18 puntitos,
mintiendo ya, comenzó a meter paquetes.
Hasta que el hombre empezó a sudar y dijo: -¡Uum! parece que yo aquí no voy a poder
entrar. Esto está malo. ¡Anda! Y que ya no puedo echar para atrás porque ya estoy
aquí. Y le dijo al ángel:
-Oye, entonces uno aquí sólo puede entrar por la gracia de Dios.
-Mil puntos, entra, por la gracia, por fe.
Vamos a estar en pié y vamos a cantar
Descargar