TRABAJO COOPERATIVO SOBRE EL CONCILIO VATICANO II (RELIGIÓN 4ºESO) Objetivos: 1. Comprender la importancia que supuso el Concilio Vaticano II para la renovación de la Iglesia cristiana 2. Diferenciar algunos de los elementos más importantes del CVII (puntos de renovación de la Iglesia) 3. Situar los personajes más importantes del CVII 4. Saber nombrar los principales documentos que fueron publicados como resultado del Concilio y su tema principal (4 Constituciones) Trabajo a desarrolla: Teniendo en cuenta los objetivos del tema deberéis desarrollar un display donde dejéis toda esta información clara para posibles lectores. Se presentará un display por grupo Contáis con 3 sesiones: 19, 21 y 26 de mayo para realizar el trabajo, siendo la última sesión la de entrega del trabajo. Como grupo cooperativo deberéis repartiros los siguientes roles: - Coordinador del grupo (lleva el ritmo de la tarea y se encarga de que todos sus compañeros hayan comprendido bien la tarea general y el posible reparto de tareas) Responsable del tiempo. Distribuye los tiempos que han de usarse en el trabajo y se encarga de que el grupo sea consciente y lleva a cabo el trabajo en el tiempo indicado Páginas de las que podéis obtener información: - http://es.catholic.net/op/articulos/48282/tema-2-documentos-del-concilio-vaticanoii.html APUNTES RESUMEN SOBRE EL CONCILIO VATICANO II En este trabajo vamos a realizar un recopilación de los elementos más importantes del Concilio ecuménico del siglo XX convocado por el Papa Juan XXIII. Para esto tendremos que hacer referencia a los conflictos que la iglesia esta pasando, el fin de la guerra fría, y a los antecedentes que arrastraban los cristianos de la época. Empezaremos por la definición del concilio ecuménico y su finalidad. Un concilio ecuménico es un movimiento religioso que busca el acercamiento y la unión entre la Iglesia católica y las iglesias cristianas separadas de ella. El concilio Vaticano II fue convocado por el Papa Juan XXIII, con la finalidad de poner al día los temas más importantes de la iglesia. Los antecedentes del concilio Vaticano II Los efectos de la segunda Guerra Mundial habían cambiado el mundo. La alianza de los vencedores del Eje empezaban a descomponerse. Hay una falta de entendimiento entre los Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia, que son democracias, y la Unión Soviética, que es una dictadura comunista. La URRS tiene su poder en la Europa del Este donde el cristianismo vive en un estado de opresión. La falta de comunicación con el mundo libre, crea entre los dos bloques (Este y Oeste) el llamado Telón de Acero, así se llamó durante la Guerra Fría a la línea de separación que dividía a Europa en dos bloques ideológicos y militares: el bloque occidental y el bloque comunista; y con la tensión y la desconfianza desembocan en la Guerra Fría. En occidente, los cristianos pasaban por un una nueva ideología surgida de la Guerra Fría, mostrando un avanzado materialismo y secularismo, que se oponían a la vida cristiana y tratan de cambiar sus costumbres. Las mayores alegrías del Papa provenían, sin embargo, del impulso al apostolado de los laicos representado por nuevas instituciones de la Iglesia, como por ejemplo, el Opus Dei y los institutos seculares; y el desarrollo de otras ya existentes, como la acción Católica. Juan XXIII El Concilio Lo dirigieron dos Papas: Juan XXIII y Pablo VI. Pablo VI El 28 de octubre de 1958 fue elegido Papa el patriarca de Venecia, Angelo Giuseppe Roncalli, una personalidad muy distinta a Pio XII. Tenia 77 años de edad, lo cual hico pensar que sería un Papa de transición. No fue así. El 25 de enero de 1959 sorprendió al mundo entero con una audaz iniciativa: convocar un concilio ecuménico con el objetivo de renovar la vida la iglesia y adaptar la disciplina de la eclesiástica a las condiciones de nuestro tiempo. El concilio Vaticano II celebró su primera reunión, con 2.540 padres conciliares, en la basílica de San Pedro; el 11 de octubre de 1962, y la última el 8 de diciembre de 1965. En total, duró algo más de tres años. La gran preocupación de Juan XXIII fue la renovación de la vida de la Iglesia, su puesta al día. Pero también dio un gran aliento al ecumenismo, crean un Secretariado para la Unidad de los Cristinos que inició intensos contactos entre la Iglesia ortodoxa y los líderes protestantes. Asimismo fomentó el diálogo con los judíos y otras confesiones religiosas. Su interés por temas sociales, la paz y la cooperación internacional, le llevó a escribir diversas encíclicas, entre las que destacan las tituladas “Pacem In Terris y Mater et Magistra”. En ambos documentos del Santo Padre insiste en los derechos y los deberes correspondiente y los deberes correspondientes que se derivan de la dignidad del hombre como criatura de Dios y son muestra de la “catolicidad” de la Iglesia que busca un sincero acercamiento al espíritu religioso de todos los hombres, resultando de la acción real del amor a Cristo y a los hombres. Pablo VI, Giovanni Battista Montini, sucedió a Juan XXIII en 1963. Tenía 66 años. Se hizo cargo del Concilio Vaticano desde su segunda sesión. El concilio trazó durante esta segunda sesión un importante programa de renovación cristiana que plasmó en sus documentos especialmente en sus cuatro Constituciones: sobre la Iglesia, la Sagrada escritura, la Liturgia y la Iglesia del mundo actual. Anuncio y la preparación de los trabajos conciliares El 25 enero 1959 Juan XXIII comunicó su designio de convocar un Concilio ecuménico. Al mismo tiempo pedía a los cardenales todas las sugerencias que les pareciesen oportunas para llevar a la práctica ese proyecto. El 17 mayo 1959 Juan XXIII constituyó la Pontificia Comisión Antepreparatoria del Concilio, presidida por el cardenal Tardini y compuesta por los Asesores y Secretarios de los Dicasterios de la Curia Romana. Juan XXIII quiso que la Comisión Antepreparatoria consultase a todos los obispos del mundo para conocer con más detalle qué argumentos convendría tratar. La misma invitación se extendió más tarde a las Universidades Católicas, Facultades de Teología y Dicasterios de la Curia romana. El 77% de los interpelados enviaron respuesta. Este material fue catalogado por la Comisión Antepreparatoria, que extractó varios millares de proposiciones en las que se condensaban, en pocas palabras, las propuestas formuladas. La convocatoria oficial. Cuando los trabajos preparatorios comenzaban a dar fruto, Juan XXIII convocó oficialmente el Concilio Vaticano II. La bula Humanae salutis lleva fecha del 25 diciembre 1961; en ella el Papa traza un breve cuadro de la situación del mundo, envuelto en guerras y apartado de Dios, y de la vitalidad perenne de la Iglesia. Después de resumir las etapas preparatorias, Juan XXIII convocaba «para el próximo año 1962 él ecuménico y general Concilio, que se celebrará en la Basílica Vaticana, en días que serán fijados según la oportunidad que la Providencia nos hará conocer». El Concilio llevaría el nombre de Vaticano II, como se había decidido ya en 1959, a pesar que el Concilio Vaticano I nunca se llegó a clausurar a causa de la guerra franco-prusiana, en 1870. Los objetivos del Concilio En la bula Humanae salutis, Juan XXIII fijaba tres objetivos fundamentales: dar una demostración de la vitalidad de la Iglesia en los tiempos actuales, favorecer la unidad de los cristianos separados de Roma, y ofrecer al mundo una ocasión de alcanzar la paz. En el discurso de apertura Juan XXIII afirmaba claramente la índole pastoral de esta Asamblea de obispos: «siempre se opuso la Iglesia a los errores, y frecuentemente los condenó con la máxima severidad. En nuestros tiempos, sin embargo, la Esposa de Cristo prefiere usar de la medicina de la misericordia más que de la severidad...». Este carácter tan propio del Vaticano II se refleja en todos sus documentos (no hay ninguna definición solemne), y fue luego reafirmado explícitamente por la Comisión teológica a la hora de exponer la calificación de las constituciones, decretos y declaraciones emanados por el Concilio. Documentos del Concilio La Constitución dogmática Lumen gentium es el documento más importante emanado por el Concilio, y enlaza con la exposición doctrinal sobre la Iglesia iniciada por el Vaticano I en la Const. Pastor aeternus. La Constitución dogmática Dei Verbum, sobre la divina revelación trata de la Revelación en sí misma y su transmisión, la inspiración de la Escritura, su interpretación, las características del Antiguo y Nuevo Testamento y el papel de la Biblia en la vida de la Iglesia. La principal aportación de este documento es subrayar la estrecha unidad que existe entre Escritura, Tradición y Magisterio de la Iglesia. La Constitución Sacrosanctum Concilium, sobre la Liturgia, dicta los principios generales en que se debe basar toda renovación litúrgica. La Constitución pastoral Gaudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual, consta de dos partes. La primera es una exposición de la doctrina católica sobre la dignidad de la persona, la colectividad humana, el trabajo y la misión de la Iglesia en el mundo contemporáneo. En la segunda parte se enuncian los principios que deben regir algunas cuestiones concretas: dignidad del matrimonio y de la familia, la cultura, la vida económico-social, la comunidad política y la promoción de la paz Los demás documentos conciliares -a excepción del Decreto Inter mirifica sobre los medios de comunicación social, que enlaza con la Gaudium et spes- desarrollan la doctrina de la Lumen gentium en algunos puntos particulares: el Decreto Christus Dominus, sobre el oficio pastoral de los Obispos; el Presbyterorum ordinis, sobre el ministerio y vida de los presbíteros; el Optatam totius, sobre la formación sacerdotal; el Perfectae caritatis, sobre la renovación de la vida religiosa; el Apostolicam actuositatem, sobre el apostolado -de los laicos; el Orientalium Ecclesiarum, sobre las Iglesias orientales católicas; el Ad gentes, sobre la actividad misionera de la Iglesia; el Unitatis redintegratio, sobre el ecumenismo; la Declaración Dignitatis humanae, sobre el derecho de la persona y de las comunidades a la libertad social y civil en materia religiosa; la Gravissimum educationis, sobre la educación cristiana de la juventud, y la Nostra aetate, sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas. Clausura del Concilio La ceremonia de clausura del Vaticano II tuvo lugar en la mañana del 8 de diciembre, festividad de la Inmaculada Concepción, con una solemne Misa celebrada por el Papa en la Plaza de San Pedro. Después fueron leídos los mensajes del Concilio a diversas categorías de personas. El acto terminó con la lectura del breve In Spiritu Sancto, con el que se clausuraba el Concilio ecuménico Vaticano II.