Los enemigos del cristiano La carne (enemigo uno)

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La Guerra Espiritual
Los enemigos del cristiano
El cristiano tiene tres enemigos, con los cuales debe combatir diariamente:
1)
Nuestra propia carne
2)
El mundo
3)
Satanás
La carne (enemigo uno)
La Palabra nos revela que dentro de nosotros opera una fuerza que nos conduce
al pecado y a la muerte (Ro 7:14; 17-23).
(Rm 7:14) Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal,
vendido al pecado.
17) De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que
mora en mí.
18) Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el
querer el bien está en mí, pero no el hacerlo.
19) Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.
20) Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en
mí.
21) Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en
mí.
22) Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios;
23) pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi
mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.
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En nuestro interior traemos a un traidor, una fuerza poderosa que la Biblia llama la
“ley del pecado”.
Rm 8:7 Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios;
porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden;
(Rm 8:7 VKadosh) Porque la mente controlada por la vieja naturaleza es
hostil a YAHWEH, porque no se somete a la Toráh de YAHWEH, en verdad, no
puede.
Hay dos palabras en el griego que significan carne: una es sóma, que se refiere a
nuestro cuerpo y la otra es sarx, la cual se refiere a la vieja naturaleza del hombre.
Analizando la palabra carne (sarx) o la vieja naturaleza del hombre encontramos
lo siguiente:
1) Es el elemento más débil de la naturaleza humana (Mt. 26:41);
(Mat 26:41) Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la
verdad está dispuesto, pero la carne es débil.
(Mat 26:41 VKadosh) Permanezcan despiertos y oren que no sean puestos
a prueba; el ruaj en verdad es ávido, pero la naturaleza humana es débil."
2) Es la parte donde se asienta el pecado del hombre (1 Jn. 2:16).
(1 Jn. 2:16) Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los
deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre,
sino del mundo.
(1Jn 2:16) porque todas las cosas del mundo: los deseos de la vieja
naturaleza, los deseos de los ojos, y las pretensiones de la vida, no son del
Padre, sino del mundo.
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La ley del pecado no está en el cuerpo o en los huesos, sino que está ubicada en
la carne.
Partiendo de lo anterior podemos definir la palabra carne como la capacidad
espiritual con la cual nacemos, que trabaja en nosotros las 24 horas del día, como
bien lo dice el salmista (Sal 51:3).
(Sal 51:3) Porque yo reconozco mis rebeliones, Y mi pecado está siempre
delante de mí.
Todos nacemos con este pecado Sal 51:5, heredamos la naturaleza pecaminosa
llevada de una generación a otra por la sangre de Adam. Sólo Jesús entro al
mundo sin pecado, y nadie puede quitar este pecado con el cual nacemos, sino la
sangre de Jesucristo (Jn 1:29).
La Biblia hace una distinción de dos tipos de individuos, uno cuya naturaleza es
carnal o sensual, controlado por los sentidos animales o por la naturaleza humana
(Ro. 7:5) y otro que tiene vida espiritual (1 Co. 2:14,15).
(Ro. 7:5) Porque mientras estábamos en la carne, las pasiones
pecaminosas que eran por la ley obraban en nuestros miembros llevando
fruto para muerte.
(1 Co. 2:14,15) Pero el hombre natural no percibe las cosas que son
del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender,
porque se han de discernir espiritualmente.
15) En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado
de nadie.
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El hombre carnal vive satisfaciendo los deseos engañosos producidos por el
pecado (Ef. 2:3).
(Ef 2:3) entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en
los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los
pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los
demás.
El que ocupa su mente en las cosas de la carne (Ro. 8:5), no puede agradar a
Dios (Ro. 8:9). Quien siembra para la carne segará corrupción, obteniendo como
fruto la muerte (Ro. 7:5); sus deseos pueden convertirse en pasiones.
7:5) Porque mientras estábamos en la carne, las pasiones
pecaminosas que eran por la ley obraban en nuestros miembros
llevando fruto para muerte.
(Rm
El ser humando por naturaleza se considera bueno, sin embargo, la Palabra nos
dice otra cosa. Para tener una mejor idea de lo que somos sin Dios el Señor nos
dejó en Romanos 3:10-14 una radiografía de lo que es el hombre separado de
Cristo.
Rm 3:10 Como está escrito: No hay justo, ni aun uno;
11) No hay quien entienda. No hay quien busque a Dios.
12) Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo
bueno, no hay ni siquiera uno.
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Por qué la gente toma,
fuma y se daña su propio
cuerpo?
Porque la naturaleza del hombre es autodestructiva, sin Cristo el ser humano está
condenado a destruirse a sí mismo.
Características de las personas sin Cristo:
En Ef. 4:17-19, se enumeran una serie de características de la condición del
hombre antes de conocer a Cristo.
Ef 4:17 Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los
otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente,
18) teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios
por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón;
19) los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la
lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza.
1) Vanos, vidas carente de sentido
2) Entendimiento oscurecido, entenebrecido, viven en oscuridad.
3) Son ignorantes de la vida de Dios, Pilato le pregunto a Cristo
¿Qué es la verdad? Y cuando hubo dicho esto salió sin esperar la
respuesta.
4) Perdieron la sensibilidad,
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Cuando conocemos al Señor Jesús, Él nos da un corazón de carne para que
seamos sensibles, por eso podemos llorar y regocijarnos ante Su presencia. Esta
sensibilidad es la que nos permite tener empatía con las demás personas (Ro
12:15).
Cómo batallar
contra este enemigo
que tenemos
dentro?
Algunas de las obras de la carne mencionadas en la Palabra son: la envidia,
enemistades, pleitos, celos, enojos, rivalidades, disensiones, sectarismos,
borracheras, impureza, sensualidad, etc., las cuales combaten contra el alma,
llegando a reprimir el espíritu.
(1 P.2:11) Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os
abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma,
12) manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para
que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios
en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras.
Continuamente nos enfrentaremos a dos impulsos, los de la carne y los del
Espíritu. Debemos discernir de dónde provienen nuestros pensamientos,
intenciones y deseos, y si son de la carne debemos rechazarlos. La batalla por
anular la carne no se ganará mediante un acuerdo o consentimiento, tenemos que
aniquilarla por El Espíritu.
Gá 5:24 Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus
pasiones y deseos.
Gá 5:16 Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la
carne.
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Cristo venció la ley del pecado, cuando se hizo pecado por nosotros, sin pecar, y
murió en la cruz. Esta ley queda sin efecto cuando en la cruz dijo: “consumado
es”, nosotros debemos crucificar nuestra carne con sus pasiones y deseos
andando en el Espíritu.
(Jn 3:30) Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe.
(Rm 7:4) Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley
mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó de los
muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios.
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