© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito. Capítulo 628 Consideraciones generales y evaluación & e628-1 La otalgia se suele asociar con inflamaciones del oído externo o medio, pero puede ser un dolor reflejo de trastornos de los dientes, de la articulación temporomandibular o de la faringe. En los lactantes, el que éstos se tiren o se froten un oído junto con dificultad para dormir e irritabilidad general, en especial cuando se asocia con fiebre, pueden ser los únicos signos del dolor de oídos. Si solamente se tiran de los oídos no es una indicación diagnóstica de enfermedad otológica. La otorrea purulenta es un signo de otitis externa, otitis media (OM) con perforación de la membrana timpánica (MT), supuración del oído medio a través de un tubo transtimpánico permeable o, en pocas ocasiones, por un seno de una hendidura branquial. El exudado sanguinolento puede deberse a inflamación aguda o crónica (por lo general, con presencia de tejido de granulación y/o un tubo de drenaje), traumatismo, neoplasia, la presencia de un cuerpo extraño o a la existencia de discrasias sanguíneas. Una secreción clara sugiere una perforación de la MT con derrame seroso en el oído medio o, menos frecuentemente, una fístula de líquido cefalorraquídeo a través de un defecto (congénito o traumático) en el conducto auditivo externo o en el oído medio. La pérdida de audición (hipoacusia) está causada por enfermedades del oído externo o medio (hipoacusia de conducción) o por patologías del oído interno, de estructuras retrococleares o de las vías auditivas centrales (hipoacusia neurosensorial). La causa más frecuente de hipoacusia en los niños es la OM. La hinchazón en la zona del oído suele deberse a inflamación (otitis externa, pericondritis, mastoiditis), a traumatismos (hematoma), a la presencia de quistes benignos o a una neoplasia. El vértigo es un tipo específico de mareo, que se define como toda ilusión o sensación de movimiento. El mareo hace referencia a una alteración de la orientación en el espacio y es menos específico que el vértigo. Éste es un síntoma poco frecuente en los niños; a menudo es necesario preguntar directamente tanto al niño como a los padres acerca del equilibrio, ya que no es una información que ofrezcan de manera espontánea. La causa más frecuente de mareo en los niños pequeños es una enfermedad de la trompa de Eustaquio-oído medio, aunque el vértigo verdadero también puede deberse a una laberintitis, a la existencia de una fístula perilinfática entre el oído interno y el medio causada por un traumatismo o por un defecto congénito del oído interno, un colesteatoma de la mastoides o del oído medio, una neuronitis vestibular, un vértigo paroxístico benigno, enfermedad de Ménière o enfermedad del sistema nervioso central. Los niños mayores pueden describir una sensación de que la habitación gira a su alrededor; los niños pequeños pueden manifestar el desequilibrio sólo mediante caídas al suelo, traspiés al andar o torpeza de movimientos. El nistagmo puede ser unidireccional, horizontal o espasmódico. Su origen es vestibular y suele asociarse con el vértigo. Los acúfenos pocas veces se describen espontáneamente por los niños, pero son frecuentes, en especial en los pacientes con una alteración de la trompa de Eustaquio-oído medio, o en los que presentan hipoacusia neurosensorial. Los niños suelen describir esta afección si se les pregunta por ella de forma directa, incluidas la lateralidad y la calidad del ruido. EXPLORACIÓN FÍSICA Una exploración completa, prestando especial atención a la cabeza y al cuello, puede poner de manifiesto la presencia de un trastorno que predisponga o se asocie con enfermedades del oído en los niños. El aspecto facial y las características del habla pueden dar pistas en cuanto a la existencia de una posible anomalía del oído o de la audición. Muchas de las anomalías craneofaciales, como la fisura palatina, la disostosis mandibulofacial (síndrome de Treacher Collins) y la trisomía 21 (síndrome de Down), se asocian a trastornos del oído y de la trompa de Eustaquio. La respiración bucal y la hiponasalidad pueden indicar una obstrucción intra o posnasal. La hipernasalidad es un signo de incompetencia velofaríngea. La exploración de la cavidad bucofaríngea puede revelar la presencia de una fisura palatina o de una hendidura submucosa (generalmente asociada a una úvula bífida), las cuales predisponen a la OM con derrame. Un tumor nasofaríngeo con obstrucción nasal y de la trompa de Eustaquio puede asociarse con una OM. La posición del paciente para la exploración del oído, la nariz y la faringe depende de su edad, la capacidad de colaboración, el entorno de la consulta y la preferencia del médico. Se puede examinar al niño en una camilla de exploración o en el regazo de sus padres. La presencia de uno de los padres o de un ayudante suele ser necesaria para impedir que el niño se mueva y facilitar la exploración (fig. 628-1). El uso de una mesa de exploración puede ser deseable para los niños algo más mayores pero que no colaboran, o al realizar ciertos procedimientos tales como exploraciones con microscopio o timpanocentesis. Se puede envolver al niño con una sábana o utilizar una tabla de estilo bebé indio para minimizar los movimientos. La exploración en el regazo de sus padres es adecuada y preferible en la mayoría de los lactantes y de los niños pequeños; un progenitor puede ayudar sujetando con una mano los brazos y las muñecas del niño cruzados sobre el propio abdomen de éste y con la otra la cabeza contra su propio pecho y, en caso necesario, puede sujetar las piernas del niño entre sus rodillas. Para evitar traumatismos en el oído del niño por posibles movimientos de éste, se debe apoyar firmemente la mano con la que se sostiene el otoscopio contra la cabeza o la cara del niño, de manera que el aparato se mueva a la vez que la cabeza. La tracción de la oreja del niño hacia arriba y hacia afuera permite que el conducto auditivo externo esté más recto, lo que posibilita una mejor visualización y exposición del tímpano. En la exploración del oído se deben examinar primero el pabellón auricular y el conducto auditivo externo, en busca de algún signo de infección que más tarde pueda ser de utilidad al evaluar las complicaciones de la OM. Por ejemplo, una otitis externa puede deberse a una OM aguda secretora, mientras que una inflamación del área retroauricular puede indicar la presencia de una periostitis o de un absceso subperióstico procedente de las celdillas mastoideas. Debe anotarse la existencia, o no, de apéndices u orificios en [(Figura_1)TD$IG] PARÁLISIS FACIAL El nervio facial puede estar dehiscente a lo largo de su recorrido por el oído medio hasta en un 50% de los pacientes. Las infecciones que cursan con inflamación local (más frecuente en la OM aguda) pueden ocasionar una parálisis transitoria del mismo, que también puede aparecer por enfermedad de Lyme, colesteatomas, parálisis de Bell, síndrome de Ramsay Hunt (herpes zóster ótico), fracturas, neoplasias o infección del hueso temporal. La parálisis facial congénita puede deberse a un traumatismo obstétrico o a una anomalía congénita del VII nervio craneal, a un síndrome como el de Moebius o el CHARGE (coloboma, defectos cardíacos [del inglés, heart], atresia de coanas, retraso del crecimiento, hipoplasia genital y anomalías del oído [del inglés, ear]), o puede asociarse con otras anomalías de los nervios craneales y con alteraciones craneofaciales. Figura 628-1 Métodos de inmovilización de un niño pequeño para la exploración y para intervenciones como la timpanocentesis o la miringotomía. (De Bluestone CD, Klein JO: Otitis media in infants and children, 2.a ed., Filadelfia, 1995, WB Saunders, pág. 91.) e628-2 & Parte XXX El oído la piel de la zona preauricular, ya que los niños que los presentan suelen tener una mayor incidencia de hipoacusia neurosensorial; los apéndices auriculares pueden causar una infección crónica. El cerumen es una secreción protectora, ceruminosa e hidrófoba que recubre el conducto auditivo externo y que puede interferir en la exploración del oído. La extracción del cerumen suele realizarse con un cabezal quirúrgico del otoscopio, que permite el paso de un asa de alambre o de una cureta roma bajo control visual directo. Otros métodos son la irrigación cuidadosa del conducto auditivo externo con agua templada (irrigar sólo si la MT está intacta) o la instilación de una solución diluida de agua oxigenada en el conducto auditivo externo (también sólo con una MT intacta) durante unos minutos para reblandecer la cera y facilitar así su extracción mediante succión o irrigación. Algunos de los preparados comerciales (condensado de oleato del polipéptido de trolamina) pueden producir dermatitis en el conducto auditivo externo si se emplean de forma prolongada, y sólo deben usarse bajo supervisión médica. La inflamación del conducto auditivo externo acompañada de dolor a menudo indica la existencia de otitis externa. Entre las anomalías del conducto auditivo externo se encuentran la estenosis (frecuente en niños con trisomía 21), las exostosis óseas, la otorrea y la presencia de cuerpos extraños. El colesteatoma del oído medio se puede manifestar en el conducto auditivo externo mediante un drenaje intermitente de un líquido fétido, asociado en ocasiones con la presencia de detritus de color blanco; el colesteatoma del conducto auditivo externo puede aparecer como una masa en forma de perla blanca en la piel del conducto. La presencia de detritos blancuzcos o grises en el conducto sugiere la existencia de una otitis externa fúngica. El conducto externo del recién nacido está lleno de vérnix caseosa, de consistencia blanda y de color amarillento pálido, que suele desaparecer poco después del nacimiento. La MT y su movilidad se valoran mejor mediante el uso de un otoscopio neumático. La MT normal se encuentra en posición neutra; una MT abombada puede deberse a un aumento de presión de aire en el oído medio, con o sin la existencia de pus o derrame a ese nivel; en caso de tímpano abombado la visión del martillo y del annulus puede ser difícil. La retracción de la MT suele indicar presiones negativas en el oído medio, aunque también puede deberse a una enfermedad previa del oído medio con fijación de los huesecillos, de los ligamentos de éstos o de la MT. Cuando hay retracción, el martillo es más prominente y el yunque puede verse mejor por detrás del martillo. La MT normal tiene un aspecto de papel encerado de color plateado-grisáceo (fig. 628-2). Cuando es de color blanco o amarillento puede indicar la existencia de un derrame en el oído medio. Una MT enrojecida como único síntoma puede no representar ninguna enfermedad, ya que es posible que los vasos sanguíneos estén congestionados como consecuencia de llanto, estornudos o por sonarse la nariz. La MT normal es translúcida, y permite ver a su través los puntos de referencia del oído medio: yunque, promontorio, nicho de la ventana redonda y, a menudo, el nervio cuerda del tímpano. Cuando existe un derrame en el oído medio, se puede observar un nivel hidroaéreo o la presencia de burbujas a través del tímpano (v. fig. 628-2). La imposibilidad de visualizar las estructuras del oído medio indica la existencia de un tímpano opaco, por lo general a causa de un engrosamiento del mismo, de un derrame del oído medio, o de ambas cosas. La evaluación del reflejo luminoso no suele ser útil, puesto que el oído medio que presenta derrame refleja la luz igual que el normal. La movilidad de la MT es un parámetro útil para evaluar la presión en el oído medio y la presencia o ausencia de líquido en él (v. fig. 628-2). Para realizar una otoscopia neumática con éxito se debe usar un espéculo del tamaño adecuado para conseguir un buen cierre del conducto auditivo externo y permitir el movimiento de aire en el mismo. Un anillo de goma alrededor de la punta del espéculo puede ser de utilidad a la hora de conseguir un cierre más hermético del conducto auditivo externo. La presión normal en el oído medio se refleja en una posición neutra de la MT, así como en su respuesta tanto a la presión negativa como a la positiva con movimientos bruscos de la MT. La retracción del tímpano se produce con más frecuencia como respuesta a una presión negativa en el oído medio; incluso cuando ésta es moderada no se observa retracción al aplicar una presión positiva en el conducto auditivo externo (v. fig. 628-1). Sin embargo, la presión negativa que se origina al soltar el anillo de goma del otoscopio neumático puede dar lugar a que la MT vuelva a su posición neutra. La retracción timpánica puede aparecer tanto cuando hay líquido en el oído medio como cuando no lo hay, y si este líquido está mezclado con aire el tímpano puede conservar parte [(Figura_2)TD$IG] Figura 628-2 A-F, Exploración otoscópica de los trastornos frecuentes del oído medio. (De Bluestone CD, Klein JO: Otitis media in infants and children, 3.a ed., Filadelfia, 2001, WB Saunders, pág. 131.) Capítulo 628 Consideraciones generales y evaluación & e628-3 © ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito. de su movilidad. Es más difícil que se produzca un movimiento hacia fuera de la MT cuando existe una marcada presión negativa en el oído medio o derrame en el mismo. La MT abombada se mueve en respuesta a la aplicación de presión positiva, pero no de presión negativa, si la presión en el oído medio es positiva. El abombamiento de la MT con una presión positiva en el oído medio sin derrame es frecuente en los lactantes más pequeños que lloran durante la exploración otoscópica, en los lactantes mayores y niños que tienen la nariz obstruida, y en los estadios iniciales de la OM aguda. Cuando el sistema de celdillas mastoideas del oído medio está ocupado por derrame y el aire existente en éstas es escaso o nulo, la movilidad de la MT se ve muy limitada o no existe en respuesta tanto a la presión positiva como a la negativa. La timpanocentesis, o aspiración del oído medio, es el método definitivo para comprobar la presencia y el tipo de derrame existente en el oído medio. Se realiza introduciendo, a través de la parte inferior de la MT, una aguja de punción lumbar del calibre 18 conectada a una jeringa o a un sistema de recogida (fig. 628-3). Antes de la timpanocentesis y de la toma de cultivos del aspirado del oído medio se debe proceder a tomar muestras de cultivo del conducto auditivo externo y a la limpieza con alcohol; en primer lugar se toman cultivos del conducto externo, que son útiles para determinar si los microorganismos que aparecen en las muestras del oído medio son contaminantes procedentes del oído externo o si se trata de verdaderos patógenos. Entre otros estudios diagnósticos adicionales del oído y de la función auditiva se incluyen la evaluación audiométrica, la audiometría de impedancia (timpanometría), la reflectometría acústica y las pruebas específicas de la función de la trompa de Eustaquio. Los estudios de diagnóstico por imagen, que incluyen la TC y la RM, a menudo aportan más información sobre las posibles anomalías anatómicas y la extensión del proceso inflamatorio o neoplásico. La evaluación específica de la funcionalidad laberíntica debe realizarse en la valoración de niños en quienes se sospeche la existencia de un trastorno vestibular (cap. 633). [(Figura_3)TD$IG] Figura 628-3 La timpanocentesis puede realizarse con una aguja acoplada a una jeringuilla de tuberculina (izquierda) o mediante un dispositivo tipo colector de Alden-Senturia (Storz Instrument Co, San Luis). (De Bluestone CD, Klein JO: Otitis media in infants and children, 2.a ed., Filadelfia, 1995, WB Saunders, pág. 127.) BIBLIOGRAFÍA Johnson KC: Audiologic assessment of children with suspected hearing loss, Otolaryngol Clin North Am 35:711-732, 2002. McDivitt K: The pediatric tympanic membrane: see it, describe it, treat it, ORL Head Neck Nurs 21:14-17, 2003. Neilan RE, Roland PS: Otalgia, Med Clin North Am 94:961-971, 2010. Rothman R, Owens T, Simel DL: Does this child have acute otitis media? JAMA 290:1633-1640, 2003. Shaikh N, Hoberman A, Kaleida PH, et al: Videos in clinical medicine. 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