Respuestas Ricardo Gil Lavedra

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VOCES DE CANDIDATOS/AS A DIPUTADOS Y SENADORES
La política de drogas en la agenda electoral
Una iniciativa de la asociación civil Intercambios para que candidatos/as hagan conocer a
la población sus propuestas sobre las políticas de drogas que necesita la Argentina.
Le proponemos dar a conocer su posición sobre proyectos de ley que atienden al tema
drogas: la reforma de la ley de estupefacientes 23.737 y la creación del Plan Integral para
el Abordaje de los Consumos Problemáticos:
LEY DE ESTUPEFACIENTES
1. En caso de resultar electo, ¿apoyaría la sanción de una ley de drogas que no penalice
la tenencia para consumo personal? (marque con una cruz su respuesta)
SI __X__
NO____
2. ¿Por qué?
Creo que pueden apuntarse varias razones por las cuales no estoy de acuerdo con la
penalización de la tenencia de drogas para consumo personal, y por las cuales, de hecho,
mantengo en Diputados un proyecto que entre otras cosas la despenaliza. Pero me parece
que pueden resumirse en dos grandes motivos: el primero y principal, el respeto por la
autonomía de la voluntad de las personas. Y el segundo, y subsidiario, la verdadera falta
de efectividad de una medida como esta para cumplir alguno de los fines que se esgrimen
para mantenerla (como combatir el narcotráfico y el comercio de drogas o defender a la
salud pública o a la sociedad de la degeneración).
El tema de la tenencia para consumo personal se discute desde hace muchísimo tiempo,
tanto a nivel social como a nivel jurídico. La discusión siempre giró, gira y girará, en torno a
cuáles son los límites de la autonomía de las personas y de sus acciones privadas. Y no
sólo tiene que ver con discutir el alcance del artículo 19 de la Constitución Nacional, que
dice que “las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden y a
la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, están sólo reservadas a Dios, y exentas de la
autoridad de los magistrados”. Tiene que ver con cómo entendemos a la libertad dentro de
nuestra sociedad, cómo entendemos al hombre, cómo entendemos el Estado que
queremos, y cómo concebimos a la tolerancia, a la igualdad, y a la dignidad humana.
Quienes sostienen la penalización, que de hecho ha sido la regla desde que apareció el
delito en 1926 hasta hoy, argumentan que la elección de algunas personas de consumir
drogas afecta a la sociedad como un todo, ya sea porque afecta a la salud pública, ya sea
porque no condice con el ideal de virtud que tiene la sociedad. Algunos son más
perfeccionistas (existe un modelo de “buen hombre” u “hombre virtuoso” y el Estado tiene
que imponerlo); otros más paternalistas (dicen que hay que defender la salud de las
personas incluso a costa de sus propias decisiones); y otros, más que nada, ven a la
penalización del consumo y a su castigo como una defensa de la sociedad para
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mantenerse sana y que no se propague la toxicomanía, y relacionan el consumo con la
comisión de delitos y la destrucción de la ética y los valores.
Yo entiendo que ninguno de esos argumentos es convincente, si bien algunos son
atendibles (como el interés por proteger la salud del individuo o la salud pública). En gran
medida, todos ellos suponen que puede justificarse de algún modo el que se nieguen
determinadas decisiones a algunos, o se le impongan determinados sacrificios sin su
consentimiento, para que aquello beneficie a una mayoría. Yo no estoy de acuerdo con
que esta justificación sea plausible. No puede negarse la dignidad y la autonomía a alguien
a la fuerza con el argumento de que eso beneficiará a muchos otros. No puede procurarse
el bienestar de la sociedad sobre la base de eliminar el bienestar de los individuos.
Ese, de hecho, es el principio que subyace tras la existencia de los derechos como
límites a las decisiones y deseos de las mayorías, y es la piedra angular de nuestro
sistema democrático. Y este principio es claro: el Estado debe garantizar la libertad a cada
hombre para llevar adelante el plan de vida que escoja, aún cuando no responda a los
deseos o las preferencias de la mayoría, siempre y cuando no dañe a terceros. Y el dañar
a terceros no implica el mero hecho de no responder a los estándares de excelencia,
virtud, moral o expectativas de los otros.
Esto es lo que a nivel jurídico terminó afirmando la Corte Suprema de Justicia en “Arriola”
hace cuatro años, después de un largo camino que empezó con el fallo “Colavini” en 1978
(que convalidó la penalización), “Bazterrica” y “Capalbo” en 1986 (la declaró
inconstitucional) y “Montalvo” en 1990 (la convalidó de nuevo). Reconoció que el Estado
no puede juzgar las decisiones de los individuos ni qué escojan para sus vidas, a menos
que eso lesione a otros individuos, porque el Estado tiene el deber de tratar a todos sus
habitantes con el mismo respeto, y no imponer a unos lo que la mayoría prefiere.
Por otra parte, además del respeto de la autonomía de la voluntad de los individuos,
están los datos de la realidad que muestran que esta penalización de la tenencia para
consumo personal de estupefacientes no ha disuadido el consumo (lo que algunos
sostenían como modo de lograr evitar las adicciones) ni ha podido ayudar a la lucha
contra el narcotráfico. Por el contrario, el narcotráfico ha tenido una escala de crecimiento
enorme en las últimas décadas y continúa en ascenso, y eso se puede ver en los informes
de las Naciones Unidas y otros organismos internacionales.
Del mismo modo, imponer una sanción penal es especialmente disvalioso para intentar
hacer que determinadas personas cuiden de su salud o hacer frente a la adicción de
alguien. Esto, por una parte, asume que toda persona que consume estupefacientes es un
drogadicto o tiene un problema, lo cual de ningún modo es así. La adicción es una
problemática gravísima, que requiere toda la ayuda necesaria, y no es un ejercicio de su
autonomía: justamente, es una compulsión irrefrenable que va más allá de su voluntad. Y
para tratar una adicción o ayudar a superarla, creo que a todos se nos ocurren pocas
cosas menos efectivas que meter a alguien en la cárcel o someterlo al sistema penal.
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Tratar a un adicto como un criminal en vez de como una persona que necesita auxilio es
humillante, le aplasta la dignidad, y lo desprotege por completo.
PROGRAMA NACIONAL DE ATENCIÓN INTEGRAL PARA USUARIOS DE DROGAS
1. ¿El proyecto que propone la creación del Plan Integral para el Abordaje de los
Consumos Problemáticos, y que cuenta con media sanción de Diputados, debe ser
convertido en ley?
SI __X__
NO____
2. Si su respuesta fue afirmativa: ¿Debe ser ratificado tal cual lo remitió Diputados o debe
sufrir alguna modificación? En tal caso, ¿qué debería modificarse?
Debe salir tal cual está, como votamos el 14 de noviembre del año pasado, excepto por
su artículo 1 (al cual, en esa oportunidad, me opuse). Tal como quedó en la media sanción
de Diputados, este artículo dispone que se cree “el Plan Integral para el Abordaje de los
Consumos Problemáticos (Plan IACOP), cuya autoridad de aplicación será la que
determine el Poder Ejecutivo Nacional”.
Que considere que el artículo debe ser modificado va más allá del hecho de que elegir
cuál es la autoridad de aplicación es una facultad del Congreso, no del Poder Ejecutivo,
que es un tema constitucional. Creo que dejar eso indeterminado y sujeto a una decisión
posterior, respecto de un plan tan importante como uno que ofrece atención integral como
éste para personas con problemas, es grave.
Si uno mira el articulado, la relevancia que tiene la autoridad de aplicación para el Plan
es enorme. Esto hace que el asunto no sea un mero detalle librado a la decisión del Poder
Ejecutivo Nacional, sino algo que puede significar un escollo para su implementación
rápida y efectiva. Como dijimos en su momento, en ocasión del dictamen, entendemos que
una ley compleja y articulada como esta requiere la definición de la autoridad de aplicación
para el cumplimiento adecuado para el cual fue pensada.
Creo que el artículo 1º debe modificarse para aclarar, desde la ley, cuál es esa autoridad.
Nosotros, en el proyecto que habíamos presentado desde la UCR creando este Plan,
habíamos definido directamente a la SEDRONAR y al Ministerio de Salud de modo
conjunto como autoridades de aplicación. Sigo pensando que son las autoridades que
corresponden para un plan como éste.
3. Si su respuesta fue negativa: ¿Por qué no considera adecuado el proyecto? ¿Qué
propone en su reemplazo?
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El plazo para recibir sus respuestas es el próximo lunes 22 de Julio de 2013.
Por consultas y aclaraciones sobre las preguntas: (011) 4954 7272 - Horacio Torres (15 6794 6315),
Enviar las respuestas al correo: [email protected]
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