Discurso de Despedida de Luis Carlos

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DISCURSO DE DESPEDIDA DEL INSTITUTO
Buenos días a todos:
- Sr. Consejero, Sr. Director General, familiares y amigos todos:
- Preparar estas palabras me ha resultado difícil, a pesar de que todos esos años me he
encargado de los discursos de despedida de los compañeros que se iban jubilando,
pero no es lo mismo cuando el que se despide eres precisamente tú: qué decir en un
momento como éste, lleno de emociones, recuerdos y rodeado de tanta gente que
me quiere y que me ha acompañado en distintos momentos de mi historia
profesional, toda ella aquí, en Marcilla.
CAPÍTULO DE AGRADECIMIENTOS:
- La única palabra que surge espontánea es la de gracias, muchas gracias por tantas
muestras de aprecio y cariño:
A quienes habéis organizado todos estos actos y habéis conseguido que tanta gente:
profesores de distintas épocas, alumnos, exalumnos, personal no docente,
ayuntamiento y representantes municipales de los pueblos vecinos, haya dedicado
una mañana de sábado para hacerme este homenaje. Aprecio mucho el esfuerzo que
habéis hecho todos por estar aquí. Esta celebración de hoy me desborda y pasa por
mi mente y mi corazón como un auténtico tsunami de olas gigantescas de detalles y
cariño. Espero digerirlo y saborearlo tranquilamente en casa cuando vea las fotos,
vídeos y todo lo que estoy recibiendo a lo largo de este día.
- Gracias a mis alumnos; ya recibí dos caricias de los alumnos de 2º de Bachiller, una en
Santo Tomás con una emotiva carta, banda de director de honor y ( esto ya no se con
qué intención) la de mister profesor, y la otra en la fiesta de despedida del pasado 26
de Mayo, con otra carta llena de reconocimiento y aprecio.
- Gracias también a todos los compañeros profesores y profesoras por vuestro apoyo en
los 28 años que he estado en la Dirección; siempre que me he presentado he querido
saber si contaba con el apoyo de una amplia mayoría para continuar; gracias por
vuestra profesionalidad, demostrada de un modo especial en tiempos difíciles de
cambios o de crisis.
- Gracias, de un modo especial, a todos los que me habéis acompañado en el Equipo
directivo, en las distintas épocas de estos años como director: Jesús Varea, José Angel
Larumbe, Gabriel Larraya, Jesús Zalacáin, Teresa Puig, Conchita, Vicente Durán, Jesús
Ukar, Julias (Urra y Ricarte, Gabriel, José Luis Menéndez, Javier Velasco, Javier Anero,
Alberto García, Alberto Urrutia, Elena Zurbano, Teresa López, Rafa Pastor, Maite
Jiménez, Juana Moreno, Asun Garde, Pepe Carrasco, Mariví Cortés y Marisa Fonseca,
la nueva directora .
- Quiero agradecer a los miembros de la Junta de la APYMA su trabajo, cercanía y apoyo
al Instituto; gracias a ellos hemos podido abordar la renovación y mejora de los
equipamientos informáticos, se han encargado del servicio del transporte, han
organizado charlas formativas para las familias y han estado ahí en los desembarcos
del Instituto en los pueblos.
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Gracias a todo el personal no docente, que facilitáis los medios y las condiciones para
que podamos desarrollar nuestras clases dignamente, y por atender a alumnos y
familias con amabilidad y gran profesionalidad. Gracias también por el calor humano
que nos brindáis, porque siempre es un placer dirigirse a vosotros.
Un recuerdo también para los directores anteriores: José Luis Ciriza, Pedro Reyero,
Enrique Iriso y Fermín Villanueva, con los que compartí muchas cosas y de quienes
aprendí lo necesario para lanzarme a la dirección del Instituto.
Gracias al Ayuntamiento de Marcilla, a los representantes actuales y anteriores,
porque hemos mantenido siempre una línea de continua colaboración que ha dado
muchos frutos; no hay más que ver dónde se celebra este acto. Este pañuelo que me
impusisteis el año 2006 lo guardo con mucho cariño porque representa el
reconocimiento de todo un pueblo.
Gracias también a los ayuntamientos del resto de localidades de nuestros alumnos,
por colaborar también en los desembarcos y en los trabajos sociales para alumnos.
Por último, un agradecimiento a todas las instituciones, ONGs, grupos culturales y a
todos los que habéis colaborado con el Instituto.
Ha sido para mí un honor representar a un Instituto que ha trabajado por atender a
todos y cada uno de sus alumnos con imaginación y flexibilidad, de modo que todos
pudieran progresar en la medida de sus posibilidades, que se ha preocupado por
mantener una buena convivencia entre todos, de tal manera que no supone ningún
problema que nuestro alumnado proceda de distintos pueblos y de más de 20 países,
a un Centro que también ha fomentado valores como la solidaridad con el Tercer
Mundo y con los desfavorecidos de éste, mediante los Proyectos de Solidaridad que
ininterrumpidamente hemos mantenido desde que Vicente Durán y Fernando Murgui
los implantaran.
- ALGUNOS RECUERDOS Y ANÉCDOTAS:
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Se me agolpan los recuerdos, los de mis primeros años en el Instituto, cuando éramos
poco más de 20 profesores, un conserje que con su uniforme parecía un coronel, y
cuando los profesores, incluso en algunos casos los alumnos, fumaban en clase.
Hemos recordado en la Misa a las personas que nos han ido abandonando en estos
años; por su estrecha vinculación con el Instituto, ya que vivió muchos años en él con
su familia, quiero tener un recuerdo especial por Quique.
Como a los alumnos nos ocurre que recordamos también aquellas vivencias que se
salen de la actividad ordinaria: esos viajes a Barcelona con Luis Antoñanzas o Luis
Basarte, a Madrid con Vicente o Viky, Valencia con Jesús Ukar y Maite o Italia con
Julia Urra y mi esposa. Las trastadas de los chicos por las noches, como aquella vez
que abrí un armario para ver si había alguien escondido y apareció mi hijo Carlos
agazapado. O los ronquidos que me grabó en Valencia Jesús Ukar para estrenar
aquella grabadora que compró en el Corte Inglés, o aquella vez en el metro de Madrid
que, con abrigo, paraguas y con fuerte voz de mando hice señas a los 50 alumnos que
se bajaron por error en una parada, para que subieran inmediatamente a los vagones;
debió resultar tan convincente que también subieron asustadas varias señoras
pensando que ocurría algo.
Muchos exalumnos recordarán el minuto de descanso, que era más una
estrategia psicológica que un descanso real, pues era justo el tiempo que tardaba en
borrar la pizarra. O el día de mi cumpleaños en el que dedicaba los 10 últimos
minutos a contar algún chiste que llevaba apuntado en una libreta y en el que no
podía faltar el famoso chiste de la oreja. Algunos alumnos lo escucharon 4 años
seguidos.
También recuerdo a un exalumno que me dijo que no pudo hacer el examen
porque había muerto su abuela y años más tarde me confesó que aún seguía viva.
¡Qué imaginación le echaban algunos!.
- MIRANDO AL FUTURO:
- Todo este curso he estado fijándome en el calendario, no precisamente para que
avanzara más de lo que ya lo hace, sino con cierta melancolía de ver que se iba
terminando una etapa que ha dado mucho sentido a mi vida, que me ha ocupado casi
todo el tiempo, y con un cierto miedo al vacío, a no sentirme útil de ahora en
adelante.
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Cada vez que me he encontrado con compañeros ya jubilados me insisten en que no
me preocupe, que a lo bueno se acostumbra uno pronto y que apenas les queda
tiempo para nada; eso espero, pero el jueves, al dar mi última clase les comenté a mis
alumnos que una de las razones principales por las que me da pena terminar es
porque ya no daré más clases a alumnos como ellos, porque ha sido un placer ser su
profesor. Como les dije a los alumnos y padres el otro día, esa ha sido siempre mi gran
vocación: he procurado transmitir los conocimientos de mi materia con
profesionalidad, pero teniendo en cuenta que nos dirigimos a personas y que es
preciso conectar afectivamente con ellas; en mis primeros años aprendí que cada
chico o chica tiene que sentir que le miras de un modo especial, como si fuera para ti
la persona más importante de la clase.
- Empecé como novio, me casé, tuve hijos que después fueron alumnos y termino con
una nieta que me va a llenar buena parte de mi tiempo libre.
- Al terminar el acto de despedida de 2º de Bachiller, en el aperitivo, algunos padres me
dieron algunas pautas para mi jubilación: cómprese un terreno en el campo, me dijo
uno, hágase una cabaña y refúgiese allí, porque en casa somos como un colchón en
medio del pasillo, vamos, un estorbo; otra persona me dijo que mi nuevo oficio iba a
ser el de corredor de bolsa: ve con la bolsa de la compra a Eroski o a la tienda de
abajo a subir el pan. Sea como fuere este verano tendré que ir pensando a qué me
voy a dedicar de aquí en adelante. Por supuesto que estaré disponible para echar una
mano en el Instituto, si hago falta, y que les acompañaré a algunas excursiones que
me apetecía realizar pero que no me venía bien hacerlo por las tareas de dirección.
- Sí que me gustaría ver a mis dos hijos, que parece que han heredado la vocación
docente, tener la oportunidad de desarrollarla, porque es importante trabajar en
aquello que crees que te va a hacer feliz.
- Lo que deseo y espero es que los que vais a continuar en el Instituto reméis todos con
el mismo rumbo, apoyéis a quienes van a asumir las responsabilidades de la dirección,
y la petición la hago también extensiva a los miembros de la APYMA, al Ayuntamiento
de Marcilla y a los del entorno, así como a todas las organizaciones, instituciones,
ONG y particulares que colaboráis con el Instituto desde hace años. Nuestra razón de
ser es muy importante: tenemos encomendada la educación de nuestros jóvenes; en
esa tarea tenemos que estar todos unidos.
Marisa, te paso el testigo y sé que lo vas a llevar con entrega y dignidad y que con
tu carácter abierto y dialogante sabrás ganarte el aprecio y el apoyo de todos.
- Finalmente deciros que estaré cerca, que no podré pasar sin hacer visitas al Instituto y
a Marcilla, mi segundo pueblo, porque una parte importante de mi mente y de mi
corazón se quedan aquí. Un abrazo.
Luis Carlos Díaz
Marcilla, a 14 de Junio de 2014
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