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VIERNES 6
21’30 h.
LA BARRERA INVISIBLE
Día del Cine Club
(1947)
EE.UU.
118 min.
Título Orig.- Gentleman’s agreement. Director.- Elia Kazan. Argumento.- La novela
homónima de Laura Z. Hobson. Guión.- Moss Hart. Fotografía.- Arthur Miller (B/N).
Montaje.- Harmon Jones. Música.- Alfred Newman. Productor.- Darryl F. Zanuck.
Producción.- 20th Century Fox. Intérpretes.- Gregory Peck (Philip Green), Dorothy
McGuire (Kathy Lacey), John Garfield (Dave Goldman), Celeste Holm (Anne Dettrey),
Anne Revere (sra. Green), June Havoc (Elaine Wales), Albert Dekker (John Minifree),
Dean Stockwell (Tommy Green), Sam Jaffe (prof. Liebermann). v.o.s.e.
3 Oscars:
Película, Director y Actriz de reparto (Celeste Holm).
5 candidaturas:
Actor principal (Gregory Peck), Actriz principal (Dorothy McGuire), Actriz de reparto
(Anne Revere), Guión adaptado y Montaje.
Música de sala:
El diario de Anna Frank (The diary of Anne Frank, 1959) de George Stevens
Banda sonora original compuesta por Alfred Newman
Tras El justiciero, Darryl F. Zanuck confía a Kazan, de un modo un tanto
imprevisible, la dirección de la película estrella de la Fox para ese año, LA BARRERA
INVISIBLE. Zanuck quería un equipo especial para esta producción, por lo que
contrató a Moss Hart, prestigioso autor teatral, para escribir el guión. Kazan era bastante
novel en Hollywood, pero sus dos películas con la Fox habían ido bien y aportaba
además el toque liberal neoyorquino que necesitaba una producción de ese tipo. La
historia de denuncia del antisemitismo existente entre gente ordinaria era relativamente
atrevida para la época, aunque se situaba dentro de una temática antirracista cultivada
con éxito en el teatro y en el cine de estos años de la posguerra, como ya se vio con la
pieza teatral Deep Are the Roots.1 Por lo demás, el filme contaba con suficientes
elementos para asegurar su gancho entre el gran público: basado en un best-seller
publicado ese mismo año, escrito por Laura Hobson; con la presencia de un reparto
conocido (Gregory Peck, Dorothy McGuire y John Garfield); con un conflicto social
engarzado en una historia de amor y ambientada en entornas adinerados, con todo el
glamour que eso aportaba a personajes y escenarios.
LA BARRERA INVISIBLE fue producida personalmente por Zanuck, con un
presupuesto elevado, y no faltó ningún elemento que mostrase con claridad el sello de
1
El tema de los prejuicios contra los judíos se puso de moda en Hollywood de un modo un tanto
imprevisible en 1947. En ese año, Samuel Goldwyn comenzó a trabajar en una historia titulada Earth and
High Heaven; MGM anunció la producción de East River; la productora independiente King Brothers
anunció la producción de la obra de Arthur Miller, Focus; la Fox estaba produciendo LA BARRERA
INVISIBLE; y RKO se lanzó a producir con rapidez Encrucijada de odios (Crossfire), logrando estrenarla antes que el filme de la Fox. Estas dos últimas películas obtuvieron un buen resultado económico,
pero al mismo tiempo produjeron más o menos directamente la retirada de los otros proyectos.
un gran estudio respaldando su producción, como el mismo Kazan recuerda:
“Fue una producción modélica de un gran estudio, perfecta en su especie, lo
que significa que no tiene rostro, sólo caras, las que aparecen en una fotografía de
grupo: son las caras de Darryl Zanuck y de los jefes de los departamentos de la
Twentieth Century-Fox”.
Y añade:
“una vez que el guión estuvo preparado, Darryl y yo satisfechos, Moss contento
( ... ), cualquiera de los treinta directores de los que disponía el estudio podría haber
hecho un trabajo tan bueno como el mío”
LA BARRERA INVISIBLE pertenece a la primera etapa del cine de Elia
Kazan donde presenta un común denominador caracterizado por la centralidad temática
de las cuestiones sociales, en la línea del pensamiento liberal reformista propio de este
tipo de películas en Hollywood. Esta orientación del trabajo de Kazan se encuadra
dentro de un género menor, el de los “filmes de problemas sociales” (social problem
films), que en el Hollywood clásico experimentó un cierto auge tras finalizar la Segunda
Guerra Mundial.
Su propia estructura es prototípica de ese contexto genérico. La película nos
presenta un tema social -en este caso el antisemitismo-, entretejido con una historia de
amor, que de algún modo suaviza los planteamientos más didactistas que aporta la película en su vertiente reformista social. Pero frente a los elementos más estereotipados,
hay que señalar que LA BARRERA INVISIBLE cuenta con el mérito de haber tratado
sobre los prejuicios antisemitas de un modo bastante más directo que su contemporánea
Encrucijada de odios. Mientras que esta última caracteriza al personaje antisemita
como alguien neurótico, LA BARRERA INVISIBLE sitúa estos problemas entre gente
normal de la sociedad norteamericana. El cambio de enfoque, quizá poco relevante para
una mirada contemporánea, contenía su apuesta social, en la medida en que situaba los
prejuicios negativos en personajes muy cercanos al público ordinario que contempló
aquella película en el año de su estreno.
Cuatro décadas más tarde Kazan resumirá con clarividencia en su autobiografía
esta dialéctica entre méritos y deméritos en LA BARRERA INVISIBLE:
“Nuestra película era un ejemplo perfecto de los filmes liberales de entonces. Y
funcionó. Elegida por los críticos, alabada por los formadores de opinión, fue un éxito
de taquilla y provocó numerosas declaraciones sobre la mayoría de edad del cine. ( ... )
Pero ahora el filme rara vez es repuesto y por lo general se considera que se desliza
por la superficie de un asunto que necesitaba de un tratamiento más profundo. Carece
de aquello que le habría permitido tener efectos duraderos: la experiencia íntima de
alguien que hubiese pasado por esa experiencia amarga y humillante”.
Texto (extractos):
Efrén Cuevas, Elia Kazan, Cátedra, 2000
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