Transbrasileño (capaz de encontrar sus raíces las partes obscuras

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November 21, 2014 | LATIN AMERICA @ES | PERSPECTIVES @ES
Narrativas comunes
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BY SANTIAGO GARCÍA NAVARRO
Manifestantes en la Avenida Presidente Vargas en el centro de Río de Janeiro, 20 de Junio del 2013. Foto: Santiago García
Navarro
Trans­brasileño (capaz de encontrar sus raíces las partes
obscuras del país); trans­continental (puede imaginar un
destino común con el resto de América); y el trans­mundo
(deja su propia plataforma continental y se hace parte del
resto del mundo) —esta es la imagen de Brasil que los
textos de Oswald de Andrade siempre han evocado en mi
mente. Según su noción de ‘iluminación antropofágica’1, el
encuentro con los otros sucede mucho antes de la
interacción consciente; nace como una variación microfísica
del cuerpo en la que los otros ya están adentro de uno y
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Manifestantes en la Avenida Presidente
Vargas en el centro de Río de Janeiro,
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uno está ya adentro de los ellos. Siguiendo su lectura, la
negación de esa constitución afectiva y las políticas sobre el
contorno —imposible traspasar sin el consentimiento del
otro sustancial—, recaen en un sujeto que que es producto
subordinado por la matriz latinoamericana colonial: por la
luz del cristianismo, por la razón cartesiana y por la
economía capitalista. En este contexto, la antropofagia es
la mise en monde de un sujeto capaz de devorar esa matriz
y al hacerlo, emanciparse y, al mismo tiempo, emancipar al
enemigo.
20 de Junio del 2013. Foto: Santiago
García Navarro
Considerando que los textos de Andrade lo explican
Manifestantes en la Avenida Presidente
Vargas en el centro de Río de Janeiro,
básicamente como si Europa fuera devorada por Brasil, su
20 de Junio del 2013. Foto: Santiago
postura puede interpretarse como un movimiento anti­
García Navarro
brasilinizador. Leerlo de acuerdo con los términos del
Manifiesto de1928, la frase —”gente perezosa del atlas
mundial de Brasil”— anhela la transmutación de Brasil a la manera del mundo; a
diferencia de aquellas interpretaciones que lo entienden como un mundo propio,
autosuficiente y eternamente devorarse y devorar todo aquello euro/estado­unidense).
2.1. En las semanas anteriores al día de la manifestación en Río de Janeiro el 17 de junio
de 2013, yo estaba ocupado por comprender la razón precisa que pudiera explicar por
qué los brasileños carecen de interés en cuanto al resto de América Latina. Preguntando
a distintas personas llegué a la raíz del problema; noté inmediatamente que enunciaban
sus respuestas como si fueran autómatas, sin cuerpo, sin rastro alguno de subjetividad;
su gramática reveló un discurso oculto.
De acuerdo con una de las respuestas más comunes, la falta de interés respondía a “la
dimensión continental de Brasil.” Estaba claro que este argumento no llegaba al fondo de
las cosas; lo único que hacía era conofirmar su auto­referencialidad; manteniéndolo ciego
ante las características singulares del resto del continente. La segunda frase que escuché
muchas veces —”cada región de Brasil es un Brasil diferente”— reforzó las condiciones de
la anterior, gestando un efecto completamente opuesto a la diversidad —vivir
maravillados ante su propia riqueza (étnica, paisajística y cultural)— implicaba que la
magnitud del país era suficiente para contener la diversidad necesaria para conformar
una vida colectiva. Una tercera respuesta aseguraba que el obstáculo provenía de una
diferencia lingüística, que causó que “los países de habla­hispana de América”, como
diría Cabrera Infante, son capaces de establecer una relación más fuerte entre ellos —lo
que no sucede con Brasil. Para contrarrestar este argumento, propondría nuevas
respuestas; por ejemplo, que la relación cultural entre Bolivia y su vecino, Paraguay, es
casi inexistente; o que Brasil tiene vínculos infinítamente más fuertes con Francia que
con Angola.
Así fue como me imaginé el proceso de negación o inversión de aquella serie de
respuestas comunes: Brasil no tiene una dimensión continental; las diferencias regionales
de Brasil son menos significativas que sus semejanzas; para un brasileño, el Castellano
es la lengua más fácil para aprender. Reunidas y reformuladas estas frases cambian
ostensiblemente la imagen del país. Sin el peso de ‘lo brasileño’, parece más fácil
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atravesar la dimensión de todo el continente.
2.2. En la segunda y más grande manifestación —sucedida el 20 de junio de 2013, la
frase más repetida imaginaba lo imposible: “¡No habrá Copa del Mundo!”. Fue en medio
de la marcha cuando me di cuenta de la solidaridad entre este mecanismo de
desactivación y lo que yo había estado intentando encontrar al invertir las frases; incluso
empecé a preguntarme si mi inquietud había sido provocada por aquellos distantes
estremecimientos iniciales del movimiento social, antes de su total irrupción el 17 de
junio.
3. En el discurso que pronunció el 20 de junio, la presidenta Dilma Roussef declaró que
Brasil sería el país anfitrión de la Copa del Mundo en 2014, y pidió a la ciudadanía que
recibiera con hospitalidad a los visitantes. Uno de sus argumentos recordaba que Brasil
había participado en todas las Copas del Mundo realizadas a la fecha; sumando el hecho
de que Brasil había ganado cinco veces la Copa y por ende, el reconocimiento mundial. El
segundo argumento apealaba al “alma” y a la “forma de vida” brasileña, tratando de
reafirmar ese germen insaciable de ‘lo brasileño’ el vasto depósito de narrativas comunes
que constituyen la mitología nacional. Al hacer un llamado a la identidad para salvar la
Copa del Mundo, la participación de Brasil en el mega­evento se anunció como una
decisión tomada por la gente para/por su propio beneficio —velando la estrategia de la
FIFA (como sucede con cualquier cosorcio transnacional que tiene un acuerdo con el
poder político y el uso de la infraestructura del Estado, además de los beneficios que
genera en su entorno para su beneficio particular).
4. Atravesando el espectro político, los comentaristas destacaron la ausencia casi
absoluta de banderas partidistas en las protestas; como también, la omnipresencia de la
bandera nacional. Algunas voces clamando —”¡Soy brasileño!”—convirtieron esa frase en
el lema discursivo central que se escuchaba en las calles. Sin embargo, lejos está de ser
evidente qué quería decir ‘ser brasileño’ en aquellas circunstancias. Sólo una cosa era
segura, que Brasil sin la Copa del Mundo era una noticia radical. El hecho que algunos
fanáticos brasileños en las semifinales de la Copa Confederaciones contra Uruguay el 26
de junio de 2013, sostuvieron carteles con las palabras: “Debo tener esta Copa Mundial”
acentúa la inconsistencia de ‘lo brasileño’ en esos momentos. Tanto su definición como
su modo de inserción en el capital transnacional fueron directamente disputados entre la
gente en una atmósfera sumamente volátil. El sentir nacional ya no era sublime.
El lema “¡No habrá Copa del Mundo!” parecía infiltrarse —donde y cuando la identificación
con los códigos nacionales todavía tenía sentido— como posibilidad de lograr lo imposible
en cuanto a la conformación de una comunidad. “¡No habrá Copa del Mundo!” era negar
la asociación entre la alegría del fútbol y la lógica del beneficio. Por ejemplo, podía
implicar el abandono de aquellos vínculos afectivos utilizados como mercancía en el
mercado transnacional. Por lo tanto, negando lo innegable —la esencia del ser común—
habría de desatar y enfrentar aquello que hasta entonces había sido absolutamente
negado. Entre los acontecimientos de junio, el más significativo fue la negación de las
imposibilidades brasileñas. El desafío abierto en las calles era pensar lo inconcebible y
actuar función de aquello impensable.
5. Las manifestaciones más explícitas y sistemáticas creadas por “renegados” (“fora”) en
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Brasil durante el transcurso de los últimos 20 años han sido los grafismos de los
pixadores (grafiteros) inscritos sobre los muros de las ciudades más importantes del país.
El poder de ese fenómeno —que ya no es tan expansivo como cuando apareció al inicio
de la década de 1990— se basa en algo peculiar: la extranjería de los nacionales.
La ilegibilidad de la escritura de los pixadores es la misma que la ilegibilidad del riesgo
que conlleva su escritura (ser golpeado por la policía, o morir por caerse de un edificio);
tal como la ilegibilidad de la violencia contra edificios públicos y privados. Como vándalos
o como artistas (mucho más que como habitantes de barrios paupérrimos) los pixadores
participan en la vida urbana como espectros, extendiendo un miedo difuso, menos
vinculado con el daño a la propiedad que con generar una amenaza ubicua ante algo
desconocido entre quienes viven en esos edificios —precisiamente porque las acciones de
los pixadores eluden cualquier forma de interpretación. Sería menos inquietante si fueran
criminales; un grupo de artistas tout court; o como esos vagabundos que se representan
en el carnaval, y en las noticias policiales.
Los textos y el contexto de los pixadores permanecen ocultos detrás de un velo. La
extranjería y la ilegibilidad se enlazan: primero, los resultados de las acciones de los
pixadores son tan ilegibles para el brasileño como cualquier código extranjero. Aquí, la
nacionalidad y el lugar de origen se funden en uno, a tal grado que la naturaleza de la
procedencia relativiza el valor subjetivo de la nacionalidad: todos son extranjeros y como
tal son considerados, sin distinciones. Pero la extranjería y la ilegibilidad también se
entrecruzan cuando se considera que los pixadores no pertenecen a ningún lugar.
Escriben en un portugués que hacen críptico por su contenido, tipografía y naturaleza
fragmentaria; se hacen visibles en sitios fuera de sus barrios —en un museo, o sobre
algún muro con uso autorizado (como “arte urbano”). En su condición radical como
extranjeros, la forma en la que se hacen visibles reafirma su deseo por no ser integrados.
6. Hoy en día, el tema de “las masas” es un extranjero en su propia casa, escribe Paolo
Virno, porque las comunidades sólidas que eran el remedio ante la imprevisibilidad y la
contingencia del mundo ya no existen: “aquellos que no se sienten en casa apelarán a las
narrativas comúnes para poder seguir adelante y protegerse; por ejemplo, las categorías
generales del intelecto lingüístico, así, los extranjeros son siempre pensadores”. (Virno,
30) En esta situación, de acuerdo con Virno, aparecen fenómenos lingüísticos atípicos
que son específicos de estas comunidades insustanciales contemporáneas, incluyendo el
reemplazo de formas específicas del lenguaje hablado (es el topoi idioi de Aristóteles:
modos de hablar, vocabularios, repertorios temáticos y formas de argumentación de uso
exclusivo entre círculos sociales específicos, como en un club o un partido político), por
lugares comunes (topoi koinoi o las “formas lógicas y lingüísticas de carácter general”).
Enfrentados a la percepción inmediata y permanente de la inestabilidad global, el hombre
contemporáneo comprende que debe responder produciendo un discurso circunstancial
muy flexible. Sin embargo, para asegurar la comunicación entre todos los miembros de
una comunidad carente de rasgos distintivos es necesario hacer uso de topoi koinoi —lo
único inmediatamente común como forma de comunicación.
“Ellos afloran en la superficie como una caja de herramientas de inmediata utilidad. ¿Qué
otra cosa son los lugares comunes sino el núcleo fundamental de la ‘vida de la mente’?
[…] la ‘vida de la mente’ deviene en sí misma pública, ya que, al no disponer más de
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códigos ético­comunicativos ‘especiales’, sectoriales, se recurre a categorías generales
para manejarse en las más variadas situaciones. El no ‘sentirse en la propia casa’ y la
preeminencia de los ‘lugares comunes’ van de la mano. El intelecto como tal, el intelecto
puro, deviene la brújula concreta”. (Virno, 28)
Tal vez, los pixadores prefiguraban la composición de nuevas subjetividades en Brasil. No
sólo porque la producción de pensamiento creada por esos ‘extranjeros permanentes’ es
ya un fenómeno universal; también por la condición espectral de esa subjectivización. La
naturaleza espectral del ‘extranjero permanente’ es clara en ciudades como São Paulo —
epicentro del levantamiento iniciado por Movimento do Passe Livre (Movimiento de paso
libre)— en protesta contra el aumento de veinte centavos al costo del boleto de autobús
urbano.
Las marchas del 17 y 20 de junio en varias ciudades de todo el país dispersaron esa
naturaleza espectral. Mientras que la dominación del apparata como condición cotidiana
le concedió al gobierno una libertad de acción casi ilimitada, a los brasileños se les
entregaba la conciencia sobre la existencia de ese apparata. Esa fue probablemente la
expresión más clara de un pensamiento extranjero entre los habitantes locales; y esta
nueva evidente extranjería quebró la “dimensión continental de Brasil”.
7. Relacionando los sucesos de la semana del 17 de junio con acontecimientos
contemporáneos en otros países, Giuseppe Cocco reflexiona:
“La base social de esa producción de subjetividades es la nueva forma de trabajo que
caracteriza al capitalismo cognoscitivo. Las redes que protestan y se forman en las calles
de Madrid, Lisboa, Roma, Atenas, Estambul, Nueva York —y ahora en todas las ciudades
brasileñas— están compuestas por un trabajo inmaterial: estudiantes, universitarios,
jóvenes sin trabajo, inmigrantes, personas con escazos recursos, pueblos indígenas […]
es decir, una composición heterogénea del trabajo metropolitano.[…] ¡Un movimiento en
contra de veinte centavos! De tal manera se hace evidente que ese ‘poco’ en realidad es
‘mucho’. ¿Por qué? Porque el transporte y los servicios públicos en general son
estratégicos para el trabajo metropolitano. […] Los trabajadores en la planta de Ford
lucharon para reducir la proporción de tiempo integrado como ganancia en los coches
que ellos producían; los trabajadores inmateriales de las metropolis trastocan los lemas
publicitarios de un fabricante de automóviles (Vem Pra Rua) (Ven a la calle) para darle
un nuevo significado a la publicidad de producción que ya circulaba. Los trabajadores de
la planta de Ford lucharon contra el trabajo. Trabajadores inmateriales que luchan en el
campo de la producción de subjetividad. Los trabajadores de la planta Ford pelearon en
contra de esa forma de trabajo. Los trabajadores inmateriales lo hacen en el campo de la
producción de subjetividades. La subjetividad es producible y genera valor e ingresos al
estar en circulación.”
El trabajo inmaterial al que Cocco se refiere está basado en la ‘vida de la mente’ de
Virno, es la instantaneidad de lo público, ya también global. Considerando que los
métodos de circulación, funcionamiento y fabricación están incesantemente acelerando e
hipervinculando, los acontecimientos de junio de 2013 en Brasil también deberían
entenderse como una apertura masiva a las corrientes globalizadas. En ese sentido la
consigna: “¡No habrá Copa del Mundo!” fue un mensaje directo de Brasil al mundo
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hablado en topoi koinoi (que hace que los mensajes que son inmediatamente
reproductibles lo sean no sólo por su inmediata legibilidad, sino también porque son
capturados inmediatamente por los sistemas de transmisión).
8. Hay una confrontación potencial entre dos tipos de narrativa común: los topoi koinoi
(que son en sí mismos discutibles, como una guía indispensable del pos­fordismo), y las
narrativas comunes de la imaginación nacional que se mantiene apresada. Parece haber
una lógica recíproca entre estas desubjetivaciones: mientras mayor sea la pérdida de la
nación vista como un comunidad sólida; más serán invocadas las narrativas comúnes que
imaginariamente reafirman el poder protector de la nación.
Los estereotipos sobre ‘lo brasileño’ son imágenes que se fosilizan en el lenguaje
hablado. Topoi koinoi, al contrario, constituye facultades lingüísticas comunicativas
funcionales entre las especies, equivalentes a la composición de un general intellect
(intelecto general) (Virno, 35). Los estereotipos de ‘lo brasileño’ sólo pueden introducirse
en este general intellect con un efecto restrictivo, al grado de regresarnos a las
imposibilidades de la nación (como una filial de capital transnacional), incapaz de
contribuir con una comunidad que trabaja en la colectivización de sentidos comunes.
Ahora, conforme sea más fácil desmontar las narrativas comunes de ‘lo brasileño’, se
vuelven más eficaces. De hecho, son las imposibilidades repetidas “dispositivamente” las
que constituyen el sistema autoreferencial. El dispositivo también hace el inconcebible
‘concebible’; la inversión de esta lógica desarma el dispositivo.
9. Incluso hoy, ‘lo brasileño’ surge de un triángulo formado por Brasil, Estados Unidos y
Europa occidental. Pero entre las corrientes globales, esta identificación ya no es
estructural. Sin embargo, permanece como mayoría y tiende a evadir otras formas de
identificación. Si Brasil siente que es imposible abrirse al resto de América Latina, es
porque esto todavía se alimenta (y no antropofágicamente) de aquello que concibe como
superior. Y esto evita la igualdad, con la finalidad de mantener la ilusión de superioridad
ante aquello que irremediablemente permanecen como sus afines. Mientras tanto, Brasil
ya había sido penetrado por el capital transnacional, en junio fue penetrado por las
protestas.
10. Brasil experimenta restricciones múltiples en torno a la no­especificidad y la
hibridación en sus fronteras con los países hispano­americanos (siendo Brasil el territorio
de la hibridación —otra narrativa común formulada en los principales centros urbanos
como efecto de una modernidad que únicamente fue urbana). Para ser capaz de conferir
la realidad del otro, las fronteras recurren al topoi koinoi, creando un lenguaje sin
identidad —el portunhol— adoptado entre varias lenguas nativas. La experiencia
fronteriza no garantiza la apertura de Brasil a sus vecinos, pero se ofrece como un
ejemplo de lo que existe fuera del ideal de ‘lo brasileño’, abriendo un espacio potencial
para un “Brasil trans­brasileño”.
11. El carácter espectral de los pixadores deriva de un exterior que percibimos
débilmente desde el interior, con sentimientos encontrados. Pero este exterior es una
emancipación tan precaria, parcial e intercambiable como cualquiera. Como los
pixadores, pero a la vez de una manera bastante singular, la emancipación de los
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miembros de la nueva clase media brasileña, o de los desempleados y los marginados, es
una construcción fabricada en medio de una tormenta. Todos podemos pasar de
espectros a héroes en cualquier momento (y, aunque con mayor dificultad, de héroes a
espectros). Nuestra carencia de refugio es, de forma simultánea, el lugar donde reside
nuestro poder y nuestra impotencia.
Pero los pixadores son también aquellos que no recurren al topoi koinoi. Ellos introducen
una escritura privada en las calles, que inmediatamente se hace pública por su mutismo
ostensible. Al evitar los topoi koinoi, muestran la imposibilidad de establecer un diálogo
con los brasileños, convirtiéndose en dispositivos de una xenofobia interior. Mientras
permanece muda, su escritura habla, indicando la manera en que lo común es saqueado.
No habla por sí misma, sino por la gráfica, produciendo un desplazamiento semántico
inesperado. Su ser ilegible no tiene nada que ver con aquello que no puede ser
comunicado, sino que se refiere a lo que deliberadamente no es transmitido. Al
experimentar su exclusión de la conversación, el lector público se da cuenta de que es a
él o a ella a quien se dirigen. En esta interrupción de la comunicación, el uso de paredes
públicas como soporte profundiza la seriedad del mensaje, estableciendo la oposición
entre la legalidad de la propiedad y la ilegalidad de la acusación.
12. Según Virno, Aristóteles distingue tres topoi koinoi: la relación entre más y menos; la
oposición de contrarios; y la categoría de reciprocidad (“si soy su padre, él es mi hijo”).
Antes del poder de los pixadores para afirmar su visibilidad en una ciudad privatizada,
uno de los métodos frecuentes utilizado es la deconstrucción de la gramática del
portugués brasileño por medio de la violencia dirigida al contrario —segundo topoi koinoi
Aristotélico— como en este ejemplo: “El mayor problema brasileño es su división
histórica en dos clases sociales. O no.”
La inclusión del contrario en su propia argumentación sostiene, veladamente, la
equivalencia ontológica de los opuestos. No es una salida del código binario; es, en
cambio, la anulación del diferencial —decir “o no” anula todo lo “alienado” (“fora”) en los
términos propuestos por la persona que lo usa para asegurar la totalidad discursiva. Si el
topoi koinoi comparte la misma estructura del lenguaje y la equidad común que da lugar
a la diferencia, en el uso de “o no”, la violencia contra lo común está en la voz del orador
cuando ordena silencio a la audiencia. Aquel que dice “o no”, no acepta al extranjero ni la
extranjería como tal. Su decir divide el espacio lingüístico entre los que tienen derecho a
la palabra y los que no.
13. “Los brasileños no protestan en las calles” —proclama otra narrativa común. Pero en
junio de 2013 los brasileños lo hicieron, y los nuevos discursos de ‘lo brasileño’ entraron
en conflicto con nuevos manifestantes. En pocos años la vulgarización del dicho:
“Gentileza gera gentileza” (Bondad genera bondad) del popular artista Profeta Gentileza,
solamente contribuyó en reafirmar el mito de la “cordialidad de ‘lo brasileño’”;
introduciendo miedo —a la confrontación y al consenso por mandato— entre las
posibilidades de disidencia. En las marchas de junio con frecuencia se escuchaba la nueva
versión, “Protesto gera mudanças” (Protestar genera cambios), que no eliminó el dicho
original, sino que utilizó su forma, tono y espíritu para articular una nueva frase. Y ello
no implicaba la negación de la bondad, en realidad, la reforzó como anticipo del presente
y sus desafíos.
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14. Hoy, conlucida de la Copa del Mundo, en un contexto político controlado de manera
paranoica por quienes tienen el poder —mientras que el hombre común enfrenta
tremendas dificultades por ocupar las calles; como por intervenir los medios de
comunicación, los discursos, y en la forma en que esos discursos son percibidos y
diseminados— se necesita un nuevo enfoque y reflexión.
Referencias
Guillermo Cabrera Infante, Vidas para leerlas (Madrid: Alfaguara, 1998).
Giuseppe Cocco y Patricia Facchin, “Revuelta brasileña: entrevista a Giuseppe Cocco” en
Lobo Suelto (Buenos Aires: 23 de junio, 2013) traducido del portugés por Santiago
García Navarro. http://www.anarquiacoronada.blogspot.com.br/#!
Paolo Virno, Gramática de la multitud. Para un análisis de las formas de vida
contemporánea (Buenos Aires: Colihue, 2003).
1. Consultar, entre otros escritos de Oswald de Andrade, “Manifesto da poesia Pau­Brasil” (Manifesto de poesía
Pau­Brasil), (1924); “Manifesto antropófago” (Manifiesto antropófago), (1928); “A Crise da Filosofia
Messiânica” (Crisis de la filosofía mesiánica), (1950); y “Um Aspecto Antropofágico da Cultura Brasileira: O
Homem Cordial” (Un aspecto antropofágico de la cultura brasileña: el hombre cordial), (1950). ↩
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primeros años del siglo XXI, y qué papel podría
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