espacios de participación en la escuela: desde la

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ESPACIOS DE PARTICIPACIÓN EN LA ESCUELA:
DESDE LA REFLEXIÓN A LA ACCIÓN.
Gabriela Fernández M.
Guido Guerrero S.
RESUMEN
El proceso de descentralización desarrollado en el sistema educativo, busca favorecer y hacer posible
un trabajo colectivo en las escuelas. Mediante un estilo de gestión en donde las personas sean consideradas
con todas sus potencialidades y carencias, teniendo espacios a través de una gestión escolar participativa, en
donde se analice el verdadero rol que debe tener una escuela en el futuro.
Sin duda alguna, el tema de la participación en dicho sistema es muy sensible y presenta serias dificultades en
el momento de querer aplicarlo en los establecimientos educacionales, los cuales se resisten "a entregar
espacios de participación" a los diferentes actores que conviven en ellos, demostrando que lo dicho en el
discurso no se hace efectivo en la práctica.
Este documento no pretende hacer un estudio exhaustivo sobre el concepto de participación sino más
bien dar algunos elementos sobre cómo ésta es entendida y vivenciada por distintos actores ce la comunidad
educativa, haciendo distinciones en lo vivencial, instrumental y el valor que tiene en sí misma. Además, ubica
la participación en un espacio educativo y la relaciona con la dinámica del poder. En un segundo punto, se ve a
la escuela como referente de la comunidad, definiendo el concepto de participación específicamente aplicado a
educación. También en este punto se consideran las expectativas de directivos, docentes, padres y apoderados,
alumnos, comunidad escolar y entorno y de los municipios. Los comentarios que se rescatan de las
percepciones de estos actores sobre la participación en el sector municipal, fueron recopilados de las
experiencias obtenidas en los últimos dos años en diversas asesorías para elaborar Planes Comunales de
Educación (Casablanca, Cerro Navia y Talcahuano). Como último punto están los comentarios finales, que
resumen lo que se piensa, se dice y de lo que efectivamente se hace de la participación.
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I.
ANTECEDENTES GENERALES
Los numerosos cambios efectuados en la administración de nuestro país, realizados en el marco de la
modernización del Estado, se han vinculado directamente con el proceso de descentralización administrativa y
desconcentración financiera. Estos se han traducido paulatinamente en la formulación, operación y evaluación
de programas sociales que consolidan un modelo de desarrollo que incorpora cada vez más la variable
participativa (Mideplan, 1996).
La importancia que en este momento el gobierno le da al tema de la participación se desprende de las
alusiones que se hacen a ésta en el discurso oficial sobre el tema de la superación de la pobreza y la igualdad
de oportunidades. Así, por ejemplo, en el Programa de Superación de la Pobreza, junto con buscar el logro de
políticas sociales eficaces, oportunas y personalizadas mediante el fomento de la coordinación, la
descentralización, la eficiencia y eficacia y la modernización de la gestión pública, se destaca la necesidad de
aumentar los niveles y espacios de participación.
"Tanto o más importante que los recursos que se puedan destinar o que los buenos programas que se
puedan diseñar, es la posibilidad de desatar las energías sociales que harán que dichos recursos y
programas se utilicen de la mejor manera, potenciando los recursos disponibles con aportes
participativos, tanto de la propia comunidad beneficiaria como de terceros" (Programa de Superación
de la Pobreza, 1995: 9).
Dentro de la lógica del discurso oficial, "la existencia de los gobiernos regionales y locales, articulados
en función de un tipo de administración de fuerte signo participativo, ha permitido dotar de mayor eficacia a la
implementación de políticas sociales, al canalizar las demandas identificadas y priorizadas por la propia
comunidad, de tal forma de mejorar la asignación de recursos de la administración pública y vincular las
estrategias de superación de la pobreza a la realidad concreta de cada entidad territorial" (Mideplan, 1996: 111
12) .
Sin embargo, aún cuando la variable participación se ha ido incorporando efectivamente en el discurso público
y político y de algunas de las instancias de gobierno de participación social (como son el FOSIS o el
SERNAM), esta práctica no ha logrado consolidarse en los hechos. Los niveles de participación en la vida
comunitaria no son muy altos. Mientras algunos hablan de una crisis de participación a nivel nacional, otros
dicen que lo que ocurre es que han cambiado las pautas de participación.
Un aspecto central en el tema de la participación son las diversas instancias a través de los cuales ésta
se manifiesta, tales como la familia, las organizaciones, los partidos políticos, los movimientos religiosos,
culturales o sociales. Estos espacios permiten ejercer el poder de actuar y transformar el mundo en el cual se
está viviendo.
El desarrollo de la participación como base generadora que sirve para conocer y poner en práctica
1
Citando a Riverso Eduardo. "Participación y organizaciones sociales", en "Modernización y
Participación Social", Ministerio Secretaría General de Gobierno, División de Organizaciones Sociales,
1993.
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normas y actitudes, además de vivir valores y compartirlos, permite que una sociedad promueva la democracia
en las relaciones cotidianas. Esto se expresa en el respeto por las opiniones, incluidas las de las minorías, y en
la interacción con otros.
La participación no existe por sí misma y para generarla se debe considerar que a las personas les
interesa conocer para qué y cómo se desarrollará este proceso. Es común que surjan resistencias ante las
responsabilidades que implica para el sujeto que participa el hecho de hacerlo, tales como el tiempo que se
debe dedicar y los compromisos que se deben asumir. En este sentido, es lógico que se pongan en la balanza
dichas responsabilidades versus las ventajas comparativas de tomar parte activa en tal o cual actividad.
Ante la interrogante ¿por qué participar? podemos remitirnos al tema de "la descentralización de
estructuras en las organizaciones". Este proceso, que de acuerdo a algunos autores (Blake, R., 1991) favorece
la participación, podría ayudar a responder en forma rápida a las demandas locales, motivando a las personas
creativas y privilegiando la cooperación por sobre la competencia y el excesivo protagonismo en dichas
organizaciones.
Considerando todo este marco general, centrémonos ahora en el ámbito donde profundizará el
presente documento, vale decir, en cuán efectivos son los espacios de participación que brindan los
establecimientos educacionales del sistema municipal de educación.
La participación en el sistema educacional es sin duda alguna un tema muy sensible, presentando serias
dificultades a nivel de establecimientos educacionales. En la gran mayoría de éstos, el proceso de reflexión
acerca de las reconocidas ventajas de la participación no va acompañado de acciones concretas, tales como la
apertura de espacios de real participación en la toma de decisiones al interior de escuelas y liceos o el respaldo
de la dirección de los establecimientos a las iniciativas que surgen por parte de docentes, apoderados o
alumnos.
1.1
¿Qué entendemos por participación?
Si bien el término "participación" es muy utilizado, tal como lo vimos en el punto anterior, puede tener
significados muy distintos. Por esta razón, antes de adentrarnos en ver lo que ocurre con la participación
específicamente en la escuela, es necesario clarificar lo que entendemos cuando utilizamos este término e
introducir algunas distinciones generales.
Más allá de cualquier definición y tomando algunas formas en que comúnmente es usado el concepto,
la participación puede asociarse a un instrumento, un medio, una determinada estructura, un conjunto de
técnicas o un objetivo a alcanzar por determinado grupo de personas. Dentro de esta diversidad de formas de
entender la participación, lo que realmente otorga un sentido a todo lo anterior, es que ésta es una manera de
entender las relaciones humanas, un esquema vital, un modo de percibir y sentir, es una manera de entender y
solucionar los problemas y los conflictos (Pascual, R: 38).
Algunas interpretaciones han reducido a la participación a expresiones como: la habilidad discursiva
del sujeto, la abierta presencia en organizaciones sociales o la actuación en el ámbito de la política.
Perspectivas como éstas y otras similares son las que, en cierta medida, han impedido hacer visible el hecho
que todo sujeto participa con énfasis distintos en diversas esferas de actividad.
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Siguiendo este criterio, podemos armar tipologías de clasificación. Un primer criterio se refiere al
grado de involucramiento activo, al ámbito y nivel de participación. Aquí, podemos distinguir tres
escenarios no excluyentes entre sí.
a) Participación vivencial: se refiere a aquella persona que no está incorporada a ninguna organización
social y que sólo participa espontáneamente mediante vínculos propios de la vida cotidiana en el barrio
(compra en los negocios locales, se relaciona con ciertos vecinos, etc.).
b) Participación instrumental: se refiere a aquella persona que ve la participación como un medio, con
poco interés en crear organizaciones y si las hay no se comprometen con ellas, salvo para votar. Se
tiende a delegar el poder en los dirigentes.
c) Participación como valor en sí misma: se refiere a aquella persona que se involucra consciente y
efectivamente en la resolución de problemas que afectan su calidad de vida.
En esta primera distinción, la participación es enfocada desde la perspectiva del individuo.
Un segundo posible criterio consiste en diferenciar entre un mayor o menor grado de poder logrado
por la participación. Vicente Espinoza (Flamey, G. Manuscrito 1994: 13), distingue tres modelos de
participación.
a) Autoritario: supone que las personas se movilizan en torno a programas definidos por los técnicos,
en la medida que se les informa de ellos.
b) De "desarrollo comunitario": parte de la premisa de que los sectores pobres son incapaces de
generar acciones de desarrollo. Por lo tanto, la participación es promovida desde fuera, a través de
programas impulsados desde el Estado.
c) De participación sustantiva: los sectores populares se involucran en la construcción de un proyecto,
es decir, participan en la determinación de objetivos, procedimientos, prioridades, etc.
Podemos concluir diciendo que existe cierto consenso en que la participación social se refiere a la
intervención de los miembros de un grupo u organización en las decisiones o acciones que los afectan.
En resumen, ya sea desde la actitud personal del individuo que participa o desde el modo de relación
que éste adopte hacia el grupo o la comunidad, a lo menos existen tres elementos esenciales en esta
participación, en los que coinciden diversos autores. Estos serán los elementos que, en este caso, tomaremos
para entender la idea de "participación":
1º
2º
3º
Se trata de una acción colectiva,
Se ejerce en el ámbito de lo público, e
Involucra algún grado de organización.
Desde otro punto de vista, podemos decir que la participación es una de las características que se
requiere para un desarrollo autosostenido y un crecimiento equitativo. En el enfoque del desarrollo local, en
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la medida que las personas sean partícipes de su propio desarrollo podrán actuar autónomamente cuando
ya no sea posible el apoyo externo (tanto del Estado actuando por medio de Ministerios y Servicios Públicos,
así como también del apoyo externo que puedan dar organismos privados y ONG).
Sin embargo, en Chile se dificulta en gran medida la participación. Por ambas partes -vale decir, tanto
para los sujetos que podrían participar, como para los encargados de abrir instancias y espacios de
participación- hace falta una "educación para la participación".
Como antecedente, durante 1994 se realizó en Santiago un estudio a cargo de Mideplan sobre el tema
2
de la participación de las personas en los programas sociales . El estudio arrojó como resultado que no hay un
criterio único que se maneje a nivel de los distintos Ministerios Sociales para entender la participación y, por lo
tanto, tampoco se incorpora a los programas de igual modo. El estudio también concluye que es la misma
estructura desde donde se implementan los programas la que dificulta la participación.
Efectuando un análisis desde las personas, ocurre que cuando se abren espacios de participación
aquellas no siempre saben cómo aprovecharlos, o no cuentan con los conocimientos como para acceder a ellos
(en esta última categoría se encuentran problemas de desinformación y de falta de herramientas técnicas, a
veces necesarias para participar, por ejemplo para elaborar proyectos de diversa índole).
Como se observa, la participación desde un punto de vista ideológico y axiológico se presenta como
un cierto enigma que no se termina de captar en su totalidad, siendo ésta una necesidad sentida a lo largo de
toda la historia de las ciencias sociales que hayan tomado como centro tanto las comunidades en general,
como las organizaciones en particular.
1.2 La participación como espacio educativo
En este contexto, la participación puede concebirse como un mecanismo para que las personas se
involucren en los procesos de toma de decisiones e implementación de acciones. Para que los espacios de
participación sean efectivos se requiere, por un lado, que éstos estén al alcance de las personas y, por el otro,
que apunten a los aspectos que a éstas les interesan. A su vez, el aprovechar los espacios de participación pasa
por contar con un grado de compromiso y motivación que movilice a las personas a tomar parte del proceso o
actividad a la que se les está invitando a participar.
Creemos que si se dan estas condiciones (espacios al alcance de las personas y temas que son de
interés de las mismas) se puede encontrar en los espacios de participación una instancia de aprendizaje: en la
medida que me involucro y tomo parte, incorporo nuevos modos de mirar las cosas, reconozco nuevas formas
de hacer y tengo la posibilidad de proponer y crear.
A pesar de ello, la práctica participativa en el sistema educativo en general no es satisfactoria. No se
dice que la participación sea mala, o que no tenga que haber participación, sino que las expectativas que en
2
Mideplan,"Participación de la comunidad en el desarrollo social. Logros y proyecciones".
Citado por Gabriela Fernández en "Superación de la Pobreza y Educación: Una mirada desde lo local",
Revista Ultima Década Nº5 Agosto 1996, Cidpa, Viña del Mar.
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ella se depositan no se cumplen.
A nuestro juicio, la baja participación tiene elementos causales en ambas partes: faltan instancias
efectivas de participación, así como falta motivación y compromiso por participar. Este es el motivo que hace
necesario "educar para la participación" y entregar herramientas para generar espacios de aprendizaje y
creación.
En el tema de la participación aplicada al ámbito de la escuela, la disonancia que existe entre la teoría y
la práctica, según R. Pascual (:39 - 40) puede deberse a:
1.2.3.4.5.6.7.-
Sentimiento de pérdida de tiempo,
Actitudes personales negativas (carencia de sentido grupal, no cooperación),
Falta de asunción de responsabilidades (participación entendida más como derecho que como
obligación),
Desconocimiento técnico de lo que supone la práctica educativa,
Carencia de experiencia en la participación,
Falta de liderazgo en los directivos y
Estructura motivacional inadecuada en las unidades educativas.
Según el autor, la participación no es solamente una técnica o una estructura concreta organizativa,
sino que es una cultura. Al parecer, la raíz del enigma y lo escasamente aprehensible y complicado de la
participación radica en esa cultura, y a esto mismo se deben los éxitos y fracasos de ella. Un gran riesgo que
existe comúnmente en las instituciones es pasar por alto el hondo sentido que la participación tiene en las
personas involucradas y entenderla sencillamente como tecnología.
La participación, al ser introducida en las instituciones, supone en muchos casos un verdadero choque
cultural, puesto que ésta exige un cambio que afecta a estamentos de modos muy profundos. En la práctica,
estos cambios se ven dificultados puesto que entran en juego poderes contrapuestos muy difíciles de articular.
1.3
Participación Social y Poder
Ambos conceptos parecen apuntar a realidades difícilmente reconciliables entre sí, por lo menos en la
práctica social. Nos parece que en el contexto de la escuela, esta pugna tiene como centro la figura del
Director y su relación con los demás estamentos. Al respecto, consideramos muy pertinentes los comentarios
de Gabriel Gyarmati en su artículo "Reflexiones teóricas y metodológicas en torno a la participación" (Flamey,
G., Manuscrito 1994: 4).
i.
Poder como competencia técnica
"La experiencia enseña que uno de los métodos más seguros y socorridos de sofocar, aislar y
desactivar los problemas que podrían amagar la posición y los intereses de las elites dominantes
consiste en definirlos como 'asuntos técnicos'. Cuando un asunto se define como técnico se evita tener
que explicitar los factores ideológicos y políticos que subyacen las decisiones que se tomen en torno a
él".
ii.
Poder como ejercicio de influencias
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"También se ejerce poder, a menudo en forma decisiva, cuando el conflicto no se hace visible, cuando
su existencia se hace poco aparente incluso para algunos de los grupos o sectores sociales
directamente envueltos en él. En tales casos, el poder se manifiesta no por medio de la imposición de
la voluntad de otros, sino en la capacidad de influir en la percepción de la realidad de los demás, de
moldear su voluntad, sus valores y aspiraciones, suprimiendo directamente la oposición".
iii.
Poder como manipulación de la voluntad del otro
"Se puede ejercer poder sobre una persona obligándola a hacer algo en contra de su deseo, pero
también se puede ejercer poder sobre ella influyendo o moldeando sus deseos. En efecto, se podría
afirmar que la manera suprema y más insidiosa de ejercer el poder es conseguir que los demás tengan
los deseos que uno quiere que ellos tengan - es decir, asegurar su obediencia y docilidad controlando
sus pensamientos y deseos".
"Dentro de esta última categoría de poder se ubica la 'participación dependiente', que no es sino otra
forma de alienación; existe cuando 'las únicas relaciones que tiene un hombre (con la sociedad) son
aquellas que le son cedidas por la clase dirigente y que son compatibles con su propio sistema de
dominación... La nuestra es una sociedad alienada no porque reduce la gente a la miseria o porque
impone políticas restrictivas, sino porque manipula e impone conformismo (A. Touraine)".
II.
LA ESCUELA3 COMO REFERENTE DE LA COMUNIDAD
En los últimos años, ha comenzado a aparecer como elemento destacable en la formulación de las
políticas educativas el diseño de un nuevo estilo de gestión escolar, centrado en el fortalecimiento de las
relaciones de la escuela con su entorno social inmediato. Este nuevo estilo de gestión se propone -al menos a
nivel de definición y declaración de buenas intenciones- aceptar a todos y a cada uno de los actores, y
ofrecerles un espacio para que participen activamente de ella.
La escuela, vista así, promete ser el corazón del sistema educativo y la organización que actúe como
referente social más cercano en los temas educacionales de la comunidad.
Una escuela autónoma en los aspectos administrativos, financieros y pedagógicos, con capacidad de
acercarse a su comunidad y de realizar sus necesidades educacionales, pasará a constituirse en la unidad
educativa que lidere los procesos de formación de niños y jóvenes.
No cabe duda que la descripción antes mencionada dista mucho de la realidad de nuestras escuelas, las
cuales tienden a no brindar espacios que motiven el intercambio de experiencias concretas, reales y en forma
libre. No se dan condiciones para que las personas ejerzan su derecho a expresarse y ser escuchado, además,
no se establecen contrastes ni pareceres y menos se llega a elaborar consensuadamente las decisiones.
Esta realidad mostrada por nuestras escuelas, está lejos de lo que se espera de ellas. A pesar de los
grandes esfuerzos que se han realizado, aún no se responde a los requerimientos de las personas a las cuales
3
Se habla de Escuela como concepto genérico para hacer referencia a los diferentes
establecimientos educacionales.
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está dirigido, no está garantizanda en forma alguna eficiencia en la gestión, y lo que agraba aún más la
situación, es lo distante que se encuentra el cumplimiento del compromiso adquirido de generar cambios e
innovaciones significativas en el sistema educativo.
Por desgracia, muchas de las escuelas no han logrado identificar con claridad dónde radica la raíz del
problema de no alcanzar grados óptimos de participación, culpando a factores externos y buscando soluciones
inadecuadas. A nuestro parecer, el problema no está en preguntarse si es o no es necesaria la participación,
sino en considerar el sustrato psicológico y social que habita en los grupos existentes actualmente en las
unidades educativas a los cuales irán dirigidos los esfuerzos por integrarlos activamente en los procesos de los
establecimientos. La escuela se enfrenta a la difícil tarea de dar un sentido cultural como comunidad escolar a
una variada gama de organizaciones que ya por su propia realidad constituyen mundos subculturales distintos.
2.1
El concepto de participación en Educación
La participación puede ser definida como "la parte de poder o de influencia ejercida por los
subordinados en una organización y considerada como legítima por ellos mismos y por sus superiores"
(Sánchez de Horcajo, J.J., 1979: 17). De esta primera definición llama la atención que se excluye a aquellos
actores que no son subordinados. Inmediatamente nos preguntamos en qué momento se rompe la cadena de
subordinación, por ejemplo ¿a quién está subordinado un Alcalde? ¿un Director de escuela está subordinado al
Jefe del Daem o Corporación, al Alcalde o al Ministerio de Educación?
Ante esta situación de ambigüedad hemos tomado una segunda definición referida al sector
Educación, que dice que la participación puede entenderse como "el poder real de tomar parte activa en la
elaboración y desarrollo del proceso educativo, tanto a nivel microsocial como macrosocial, de todos los que
intervienen en (éste)" (op. cit.: 18):
*
*
*
*
*
*
*
personal directivo,
personal docente,
padres y apoderados,
alumnos,
representantes de la comunidad local,
representantes de los Municipios y
el gobierno, a través del Ministerio de Educación.
De este modo, en el ámbito educacional podemos preguntarnos acerca del grado y tipo de
participación que tienen las personas y asociaciones de la sociedad civil más directamente involucradas con el
sistema escolar, en la formulación y desarrollo de las políticas, programas y servicios educacionales. Así
mismo, podemos pensar en los distintos niveles que intervienen en las políticas públicas: un nivel macro
(políticas educacionales propiamente tales, con alcance nacional), un nivel intermedio (programas específicos
de carácter local o regional) y un nivel micro (lo que ocurra en la escuela). La naturaleza de la participación
será diferente en cada uno de estos niveles.
El nivel macro, corresponde al gobierno central representado principalmente a través del Ministerio de
Educación y, en los casos que corresponda, por otros ministerios y organismos de carácter social como la
División de Organizaciones Sociales de la Subsecretaría General de Gobierno y las Subsecretarías de
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Desarrollo Regional. A este nivel se elaboran y se coordina la implementación de las políticas educacionales
nacionales. Así también, de este nivel emanarán las innovaciones y cambios tales como la Reforma
Educacional anunciada para los próximos años y los programas pilotos de mejoramiento educativo.
El nivel intermedio, en este caso tiene que ver principalmente con los Municipios, en especial las
Corporaciones o Departamentos Administrativos de Educación Municipal, los cuales están encargados de la
administración de la educación municipal comunal. No obstante lo anterior, habría que decir que el gobierno
local en su conjunto (municipio) y no sólo los Daem y Corporaciones tienen incidencia en la marcha de la
educación en la comuna.
El grado de participación a este nivel intermedio estará subordinado a la supervisión del Mineduc a
través de las Secreduc y Deprov respectivas, en lo referido al cumplimiento de las normativas vigentes. Quizá
los niveles con cierta autonomía vendrían en el modo de administración de los recursos, los que de por sí son
muy reducidos.
Como nivel micro o local estamos entendiendo a los establecimientos educacionales y los distintos
actores que en ellos interactúan. De acuerdo a nuestra concepción, cuando hablamos de comunidad escolar o
comunidad educativa hacemos referencia a directivos, docentes, alumnos y padres y apoderados. Estos se
consideran los estamentos directamente vinculados al quehacer educativo y que, por lo tanto, tienen algún
nivel de ingerencia en los procesos que ocurren en la escuela. No queda tan claro por el momento, aunque
generalmente también se incluye, el personal no docente y de servicios menores. En este caso, no los hemos
incluido por no contar por el momento con información suficiente.
También relacionado con este nivel local, pero dejándolo fuera de la comunidad escolar, podemos
considerar el contexto institucional y vecinal en el cual se encuentra inserta la escuela como organización. En
particular estamos hablando de organizaciones comunitarias, empresarios y otras instituciones que tengan
relación con el funcionamiento de la escuela.
En definitiva, podemos decir que todos estos actores son interdependientes, por consiguiente, cada
uno de éstos no tiene sentido propio sino en función del conjunto. Es la integración de estos grupos la que da
sentido a la institución escolar. Para ello, debe existir un proceso educativo y de socialización en la
participación.
1.-
El proceso educativo debe empezar por la formación. Todos los estamentos de la comunidad escolar
deberían conocer al menos el significado de la participación, las condiciones técnicas, temporales y
psicológicas para su éxito, las dificultades que hay que vencer, lo que exige de los participantes, para
qué vale y para qué no vale.
2.-
Los niveles de participación van en estrecha relación con la socialización de los valores comunes de la
comunidad escolar a través de convivencias en las que se discuta e intercambien los puntos de vista,
sentimientos y vivencias, lo que debería ser la misión y razón de la escuela, sus consecuencias e
incidencias para todos los que libremente quieran asistir.
3.-
Es necesario dotar de sentido a la práctica participativa del día a día, interiorizando el significado de la
convivencia, del respeto mutuo, de la solución de problemas en forma conjunta y de la creación de un
clima de confianza al interior de la comunidad educativa.
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2.2
Consideraciones sobre la participación en el ámbito de la escuela
i. .i.
El objetivo de la participación es la constitución y la acción de la comunidad educativa.
Ciertamente, entre los elementos necesarios para poder hablar de "comunidad" está el contar con
características propias y compartidas, que den un sentido de identidad y pertenencia. En relación a
esto, es la participación la que permite potenciar la escuela como espacio de encuentro e interacción.
Y es este accionar colectivo en torno a un objetivo común lo que lleva a diferentes estamentos a
identificarse con lo que estamos llamando comunidad escolar. De este modo podemos entender que la
participación, como un fin en sí misma, puede ser un medio al servicio de la edificación de la
comunidad escolar.
ii.
La búsqueda del bien común no significa que se descuiden los intereses particulares y específicos de
los grupos.
No obstante lo dicho en el punto anterior, el conformar una comunidad definida en torno a la
búsqueda de un objetivo común (en este caso el aprendizaje de los niños) no es contradictorio con
distinguir grupos con intereses distintos. En este punto es necesario considerar que en la comunidad
educativa se produce un encuentro de actores y sujetos diferentes, cuyo punto de distinción entre uno
y otro es la movilización por un objetivo propio. Y es justamente este conjunto de intereses y puntos
de vista distintos lo que constituye la mayor riqueza de la participación.
Hoy existe una tendencia, especialmente entre los padres, de postular a una mayor participación
dentro de la unidad educativa. El quehacer de esta unidad debe realizarse por la acción concertada de todos
los miembros de la comunidad escolar y para ello el mejor clima es el de la participación.
Frente a esto, cabe preguntarse ¿En qué medida se ha tenido éxito? ¿Qué ha generado la participación
entre el alumnado, el profesorado, las familias y el entorno? ¿Qué dificultades han surgido? ¿Se han
transformado las relaciones al interior de la institución escolar?
Si pensamos en los espacios de participación que se han ido generando en el ámbito educacional,
podemos decir que desde el nivel central se han creado a lo menos dos instancias oficiales de participación
4
relevantes para la gestión escolar : a nivel municipal los PADEM (Planes Anuales de Desarrollo Educativo
Municipal), que existen desde 1995 donde participan padres, alumnos, profesores y organizaciones sociales, y
que en algunos casos se están constituyendo como instancias de participación activa en el diseño de la política
comunal de educación.
En segundo lugar, a nivel provincial se crearon los Consejos Provinciales de Educación, de carácter
consultivo, presididos por el Jefe del Departamento correspondiente del Ministerio de Educación. Lo integran
representantes de las municipalidades, de sostenedores de establecimientos particulares, apoderados y
4
Apuntes de la I Conferencia de Participación Ciudadana 1996 - 1997. Flacso, Chile. Comisión
Educación, expositor Hernán Courand.
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docentes. Estos consejos, sin embargo, no han logrado funcionar. Existe consenso de que, en la mayoría de los
casos, sigue siendo aún muy reducida la participación de la comunidad local en la gestión educacional del
municipio.
Otro ejemplo de espacio para la participación, en este caso para los docentes, son los Programas de
Mejoramiento Educativo. Los PME son programas que existen desde 1992 en las escuelas básicas y
actualmente extendiéndose a la enseñanza media, destinados al desarrollo de una práctica colectiva de trabajo
entre los docentes, que consiste en la elaboración de un proyecto que permita mejorar el aprendizaje de los
alumnos.
Pero, antes de profundizar sobre el espacio de participación que ha asumido o que podría asumir cada
uno de los actores vinculados al quehacer educativo, debemos pensar que en el ámbito de la Educación la
participación puede enfocarse desde puntos de vista muy diversos. Así por ejemplo, podemos hablar de
metodologías participativas dentro de la sala de clases, tema directamente relacionado con los aspectos del
aprendizaje de los alumnos. También se menciona la participación en lo relacionado con el financiamiento de la
escuela y aparece, entre otros, el tema del financiamiento compartido. Entre los espacios de participación en la
planificación educacional, como fue mencionado en el punto anterior, se encuentra el PADEM y los PME. En
aspectos relativos a la administración y gestión de los establecimientos educacionales, aparecen experiencias
de conformación de Equipos de Gestión Escolar. Y así como el Centro de Alumnos se define como un
espacio formal de participación que pretende canalizar las inquietudes de los alumnos de las más diversas
índoles, también hay instancias de participación en los Centros de Padres y Apoderados, en los Consejos de
Profesores a nivel de establecimiento y en los Consejos de Directores a nivel comunal (cuando éstos existen).
Una primera distinción que cabe hacer como consecuencia de la multiplicidad de enfoques que se
pueden dar al tema, es entre los espacios formales y los informales de participación. Vale decir, entre aquella
participación a través de grupos organizados y reconocidos por el resto y la participación a nivel individual.
En este caso, no profundizaremos mayormente en el tema de la participación en la sala de clases ni en
el uso de metodologías activo participativas. Más bien nos centraremos en los aspectos que, por un lado,
tienen que ver con la integración de diferentes actores de la comunidad escolar, y por otro lado, muy
relacionado con lo anterior, con los espacios de participación y la forma en que repercuten en estos los
modelos de gestión educativa escolar. No debemos olvidar que nuestro ámbito de referencia siempre es la
Educación Municipal.
Aún cuando podemos dar algunas pistas de los espacios potenciales de participación para cada uno de
los actores involucrados, también sabemos que hay aspectos del tema de la participación que son idealizados
en la teoría, pero en la práctica reaparecen ya matizados por las condicionantes de la realidad comunal. Por
este motivo, hemos considerado interesante incluir también algunos comentarios que rescatan percepciones
que tienen profesores, alumnos, padres y apoderados sobre la participación de ellos mismos en distintos
aspectos de la educación municipal de sus establecimientos. Los antecedentes han sido recopilados de
experiencias que hemos realizado como equipo durante los últimos dos años y corresponden a datos de las
5
siguientes fuentes :
5
En la información que se presenta a continuación se hará referencia a estas fuentes,
mencionando si es una opinión de los docentes, alumnos o padres y apoderados, y precediendo la
información con el nombre de la comuna correspondiente. Las fuentes provienen de tres experiencias
¡Error!Marcador no definido.
a) Expectativas de distintos actores sobre la Educación Municipal de la comuna de Talcahuano. Encuestas
aplicadas en proyecto "Mejoramiento de la Gestión y Planificación en Educación" (PROFIM), 1996
(Convenio Codesin Octava - Cide).
b) Encuestas de opinión y focus group. Plan Comunal de Educación Municipal de Cerro Navia "Una
herramienta para superar la calidad de vida", 1996 (Asesoría Cide).
c) Expectativas acerca del sistema educacional de Casablanca. Plan Comunal de Educación Municipal de
Casablanca: "Un camino hacia el futuro", 1995 (Asesoría Cide).
i)
De los docentes directivos
Debiéramos partir entendiendo que dentro de la escuela el rol del Director podría definirse como el
encargado de la administración general del establecimiento y el responsable por el cumplimiento de los
objetivos que éste tenga. Y en relación a este rol de administrador, podríamos pensar qué espacios de
participación se comparten con otros estamentos.
En ocasiones, se pudiera decir que la administración escolar participativa es una panacea para los
ánimos bajos y la baja calidad de los resultados en las unidades educativas. Sin embargo, ésta no es adecuada
para cualquier tipo de organización. Para que la administración escolar participativa funcione debe existir un
momento propicio de participación, los temas deben ser relevantes y atingentes a los intereses del
establecimiento educacional y a los de toda su comunidad. A su vez, estos actores que conforman la
comunidad escolar deben tener la capacidad para poder participar, es decir, que posean ciertos conocimientos
técnicos y habilidades para la comunicación de los mismos. No obstante lo anterior, la gestión de la escuela
debe apoyar e incentivar la participación de los diferentes actores que en ella interactúan.
La cultura organizacional involucra todas las "presunciones y creencias" que comparten los miembros
de la organización y que son respuestas que el grupo ha aprendido, ante sus problemas de subsistencia en el
medio externo y ante sus problemas de integración interna (Pascual, R., : 42). Estas presunciones y creencias
pueden reforzar, tanto positiva como negativamente, la participación al interior de la organización, en este
caso, la escuela. Y considerando que los cambios en la cultura organizacional son procesos complejos y
lentos, debemos partir promoviendo cambios sobre los modos de gestionar la educación municipal, al nivel de
los establecimiento educacionales como de los DAEM o Corporaciones.
En nuestra opinión, existen muchas razones para que la dirección comparta el privilegio de tomar las
decisiones con los docentes. La participación permite que aquellos que saben más contribuyan aportando ideas
o generando estrategias para incrementar la eficacia y eficiencia en la solución de problemas. Además,
aumenta el compromiso con las decisiones, puesto que los docentes y demás actores sentirán que en esa
decisión fue considerada su opinión; esto les ofrecerá recompensas personales haciendo que su quehacer sea
más interesante y por ende, tenga más sentido. Es importante señalar que el uso de la participación no es una
de asesoría realizada por los profesionales del Área Gestión del CIDE.
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garantía para mejorar rendimientos, pero sí puede ser beneficiosa en condiciones adecuadas.
6
En este punto es interesante considerar al Equipo de Gestión Escolar como un espacio de encuentro e
interacción de actores. Este equipo es un grupo que se desenvuelve con cierto grado de autonomía y bajo la
conducción del director de la escuela. Se reúne con regularidad para estudiar diversos problemas que debe
enfrentar la institución, investigar las causas, recomendar soluciones y tomar medidas para corregirlos. Los
Equipos de Gestión convocan a los docentes y a la comunidad para que asuman mayor protagonismo en la
toma de decisiones sobre la educación que se quiere para los niños y jóvenes.
La administración escolar participativa busca favorecer y hacer posible la puesta en marcha de un
trabajo colectivo, interactivo y paulatinamente más autónomo entre los docentes, directivos, padres, alumnos y
comunidad en general. Una administración escolar participativa, analiza la posición de su organización escolar
mediante un pensamiento creativo y estratégico que le permita proyectarla hacia el futuro.
Es más, las percepciones que se tiene de los directores de escuela son variadas. Muchos piensan
(docentes, apoderados y alumnos) que no dan importancia ni enfatizan el rendimiento académico de los
alumnos, además que no crean una atmósfera institucional de orden y tranquilidad para que se pueda trabajar
en condiciones dignas, favoreciendo un clima adecuado para el aprendizaje.
Otra de las percepciones negativas es que los directores no están informados de la materia que se trata
en las respectivas asignaturas y cursos, dejando todo en manos de los Jefes de UTP o de profesores
encargados. Desconocen los niveles de rendimiento de los alumnos, lo que conlleva no apoyar a los docentes
con los alumnos de bajo rendimiento, negando así la posibilidad de brindar facilidades para la capacitación y
perfeccionamiento docente. De lo anterior se desprende la negación a crear instancias de intercambio de
experiencias que le permitan a los docentes compartir experiencias exitosas y aprender unos de otros,
desconociendo las evaluaciones externas de rendimiento como el SIMCE y PAA como fuente de información
para planificar acciones de mejoramiento.
Hay que tener presente que, en la práctica, la administración escolar participativa no se realiza de
"forma pura". En los establecimientos educacionales los Directivos se resisten a delegar o compartir las
decisiones. En cierta medida se continúa captando las ideas de los docentes respecto a problemas que surgen
en la organización escolar y poder así incluirlos en el proceso de toma de decisiones, sin embargo, los
directores conservan todo o casi todo el control sobre las decisiones finales.
ii)
De los docentes
Este actor constituye una de las piezas claves que dinamizan y hacen viva la participación en la
escuela. Además, deben actuar como nexos integradores de los distintos organismos que integran la
comunidad escolar, por lo cual la participación del profesorado tiene dos dimensiones. Su actuación no es
estrictamente técnica, pues además ésta requiere ser respaldada por fuertes convicciones morales. Y ello en
razón a diversas consideraciones.
6
Ver "Manual para Equipos de Gestión Escolar. Formación, desarrollo y consolidación del
trabajo en equipo en la escuela". Astudillo, E. y otros. Mineduc - PUC - CIDE. Santiago, 1996.
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1º
La actividad docente tiene carácter de un servicio público que implica una relación de confianza entre
la persona sobre la que recae la acción y quién la dispensa.
2º
El desempeño con los alumnos/as y los padres y apoderados exige nuevamente abrirse a la
participación.
3º
La acción docente recae en un grupo humano, ante el cual el profesor proyecta un "modelo de
comportamiento".
Como se observa, entre el profesorado existen ámbitos participativos muy amplios, que vienen
definidos tanto por el carácter de servicio de su función, como por el desempeño técnico de su papel.
De acuerdo a la opinión de los propios docentes, en la práctica éstos tienen una participación activa, lo
que se demuestra en los aportes que ellos hacen para la elaboración y ejecución de todas las actividades de la
escuela. No obstante lo anterior, también hay quienes opinan que participan muy poco y sólo lo hacen en lo
propio a su función docente, argumentando para esto que no pueden dedicar tanta energía a la escuela (Cerro
Navia).
Claramente, algunos profesores abrazarán entusiastamente las nuevas instancias de participación y
demandarán más espacios. Reconocerán que el proceso que están viviendo los faculta en formas nunca antes
disponibles para ellos. Otros se asustarán o desconfiarán de los motivos de la administración para
incorporarlos en actividades donde nunca antes se habían sentido considerados. Es más, otros rechazarán toda
oferta de participación porque no quieren ser molestados tomando decisiones más allá de los muros de sus
salas de clases.
7
Según el Estatuto Docente , los profesionales de la educación tendrán derecho a participar, con
carácter consultivo, en el diagnóstico, planeamiento, ejecución y evaluación de las actividades de la unidad
educativa correspondiente y de las relaciones de ésta con la comunidad. De la misma manera, tendrán derecho
a ser consultados en los procesos de proposición de políticas educacionales en los distintos niveles del sistema.
Por otra parte, los consejos de profesores y otros organismos equivalentes en los estamentos
educacionales tendrán carácter consultivo, expresarán la opinión profesional de sus integrantes. Sin embargo,
podrán tener carácter resolutivo en materias técnico-pedagógicas en conformidad al proyecto educativo del
establecimiento y su reglamento interno.
Algunas de las principales decisiones en las que debieran participar los profesores son:
- Fijación de normas disciplinarias y de conducta.
- Cambios de alumnos a otros cursos.
- Definir calendarios de pruebas.
- Programar y realizar actividades extraprogramáticas.
- Manejo de las relaciones con la comunidad.
7
Estatuto Docente, Párrafo III, art. 14 y 15.
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- Definición de políticas respecto a la atención de apoderados.
- Tratar temas en reuniones de padres y apoderados.
- Tratamiento de asignaturas.
- Evaluación y seguimiento del rendimiento por asignaturas.
- Definición de estrategias de optimización del tiempo de enseñanza.
- Proponer mecanismos para incrementar los resultados académicos.
- Proponer mecanismos para mejorar la asistencia de alumnos y evitar deserciones.
- Plantear estrategias para disminuir el ausentismo de los profesores.
- Proponer modos de reoganizar los reemplazos cuando faltan profesores.
- Idear sistemas para incentivar el trabajo de los profesores.
- Búsqueda de fuentes alternativas de recursos.
- Diseño y gestión de proyectos de mejoramiento educativo.
- Diseñar e implementar los proyectos educativos institucionales, en conjunto con otros actores.
Sin embargo, entre los docentes se refleja descontento por no poder participar tanto como ellos
quisieran. Esto se explica por diversos motivos: trabajo en doble jornada que no les permite estar más tiempo
en la escuela, escasez de profesores para llevar a cabo las actividades extraprogramáticas u otro tipo de
actividad que implique compromiso de los profesores con la escuela (Cerro Navia). Mencionan también un
sueldo que no es estimulante para el desarrollo de la labor educativa y otras razones, como las trabas
administrativas (Talcahuano) que presentan tanto los Daem, Corporaciones o los mismos directores.
Los profesores evalúan además que uno de los grandes impedimentos para realizar su labor más
eficientemente es la falta de colaboración de los padres y apoderados.
De la lectura de estas demandas y otras que aquí no se mencionan, pero que aparecen a la luz pública
en las últimas movilizaciones del gremio, se desprende la necesidad de reforzar el carácter escolar cooperativo
y participativo que debiera adoptar la escuela frente a la función docente en nuestro sistema educacional y vice
versa.
iii)
De los padres y apoderados
Los padres y apoderados son una pieza clave para integrar la comunidad a la escuela. Su organización
permite dinamizar la participación, pudiendo ser una ayuda inestimable para concretar los proyectos
educativos institucionales.
El mejoramiento escolar tiene una oportunidad más grande de tener éxito cuando los padres y
apoderados son participantes activos en el proceso. Los padres y apoderados son un actor importante dentro
del quehacer de la comunidad escolar. Y tal como ocurre con la mayoría de los actores de nuestra sociedad, la
participación y organización de éstos es algo que tiene bastantes dificultades.
8
¿Cuál es el terreno propio de los padres y apoderados?
8
Para este punto se ha tomado lo planteado en el documento de apoyo "El rol del Centro de
Padres y Apoderados" preparado por CIDE para talleres con CPA en 1996.
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Pensando en como debiera ser la participación de los padres y apoderados, creemos que su aporte propio se
sitúa en el campo de la educación de los niños y niñas. Los padres son los responsables de la educación de sus
hijos y solicitan el apoyo de la escuela, sin perder la última responsabilidad en esta importante tarea. Los
padres harán aportes al proyecto educativo del establecimiento. Este proyecto educativo incluye una visión de
la sociedad, del ser humano y de la relación entre jóvenes y adultos. Esto quiere decir que los padres tratarán
de responder, desde su punto de vista, preguntas tan cruciales como qué tipo de persona quiere formar la
escuela, qué visión de sociedad está presente en la educación, cuáles son los valores que están presentes en el
proceso educativo, ¿cómo vemos la educación valórica? ¿queremos transmitir nuestros propios valores, o
preferimos capacitar a los jóvenes para hacer una elección personal y responsable de sus propios valores? ¿qué
importancia da la escuela a la formación cultural o a la educación física? Los padres podrán hacer aportes
significativos en estos temas de fondo, lo cual se traducirá, posteriormente, en proyectos educativos
específicos (que pueden formar parte del PADEM en el caso de las escuelas municipalizadas), en las
actividades extracurriculares o en los contenidos transversales.
La participación de los apoderados en la escuela se da principalmente a través del Centro General de
Padres y Apoderados y en las reuniones de curso. Con mucha menos intensidad la participación es a través de
las actividades extraescolares, o de las Escuelas para Padres, cuando éstas se realizan (Cerro Navia Talcahuano).
Efectivamente, en lo formal, su principal modo de organización al interior de la escuela es el Centro
General de Padres y Apoderados, y en consecuencia, las Directivas de los subcentros y los representantes al
Consejo. Estas instancias son el nexo oficial entre la Dirección de la escuela y las familias de los alumnos
respectivos. De ahí la gran importancia que tiene involucrarlos en el proceso educativo.
El Centro de Padres y Apoderados es una organización voluntaria, focalizada, propositiva y resolutiva
que funciona al interior de un establecimiento educacional. Examinemos lo que significa cada uno de estos
términos:
a) es una organización voluntaria: en principio nadie está obligado a participar en ella, por lo tanto no
puede haber ningún tipo de sanción legal ni exclusión de ningún tipo por no participar en el Centro de Padres y
Apoderados.
b) es una organización focalizada: no está abierta a todos los miembros de la comunidad local sino
sólo a aquellos que cumplen el requisito de ser padres o apoderados de un alumno o alumna del
establecimiento.
c) es una organización propositiva: su objetivo es proponer ideas que vayan en beneficio de los hijos y
de las hijas de las personas que en ella participan.
d) es una organización resolutiva: su objetivo es llevar a cabo acciones concretas que incidan
positivamente en la calidad de la educación que reciben los niños.
A partir de estas características podemos explicar mejor el motivo de existencia de los Centros de
Padres y Apoderados: se trata de reunir y hacer sentir la voz de los padres, frente al resto de la comunidad
escolar, en todo lo que puede influir en la educación de los niños.
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Obviamente, los padres y apoderados tienen derecho a comunicar su parecer, pero también deben
reconocer y tener en cuenta que existe un poder central en la escuela representado por el director y por el
Departamento de Educación Municipal del que depende el establecimiento. Por eso, es importante establecer
que los padres y apoderados tienen derecho a ser escuchados y a proponer respecto de la educación de sus
hijos, pero que no tienen la verdad absoluta y que en último término las decisiones las toma el director.
Sin embargo, como ya sabemos, la participación, en sentido amplio, no siempre va acompañada de
organización formal, por lo tanto debemos considerar que los espacios de participación de los padres y
apoderados al interior de la escuela también se dan a nivel individual. Así, la conversación directa entre
profesores y apoderados puede considerarse un modo de participación, en el sentido de que tal apoderado se
está involucrando en el proceso educativo de su hijo.
Las razones por las cuales los profesores creen que, en general, la participación de los padres es
deficiente, aluden a la idea del interés y el compromiso. Los profesores perciben que los padres no se interesan
en los logros del niño, que no hay compromiso con su educación y que éstos consideran que la labor de
educar es sólo de la escuela.
Por otra parte, también dicen que la participación no es adecuada debido a los numerosos problemas
con que las familias de los menores se encuentran a diario (Cerro Navia).
En concordancia con la opinión de los docentes, los propios apoderados reconocen que en general la
participación de ellos es bastante baja, pero a su vez señalan que muchos padres viven en condiciones de
pobreza y esto es motivo para entender que no participen. Pensando en estas familias el trabajo de motivación
debiera ser mucho más fuerte (Cerro Navia).
Por su parte, hay padres que apoyan al máximo toda acción iniciada desde la escuela, lo que se
manifiesta en la preocupación por la enseñanza que ellos reciben asistiendo a las reuniones y colaborando en
toda gestión de mejoramiento de la infraestructura y problemas de la escuela en general. Sin embargo, hay
otros que no asisten a las reuniones, no vienen cuando son llamados por el colegio y no cancelan las cuotas
por dificultades económicas. Una razón que se repite para no colaborar, es la exigencia de cumplir en sus
trabajos, lo que les impide asistir a las reuniones (Talcahuano).
Tomando en consideración todos estos elementos, en lugar de desconfiar de las intervenciones de los
padres y de temerles, la escuela tiene como misión el apoyarlos e impulsarlos. Con ellos se debe contar para
suprimir la "división" entre la familia, el entorno y la escuela. Si antes las escuelas se esforzaban en mantener a
los padres y apoderados distantes del funcionamiento de la misma, ahora, por el contrario, deben promover el
acercamiento y la participación, acogiendo de buen grado las sugerencias e incluso las críticas.
¿Qué ventajas tiene la existencia del Centro de Padres y Apoderados?
Pensamos que al reunir las acciones individuales se llega a una gran acción colectiva. Los padres y
apoderados pueden comunicarse con el director del colegio y con los profesores de manera individual, y de
hecho lo hacen. Esto es válido y necesario, porque cada niño y cada familia tiene intereses y problemas
particulares. Sin embargo, este tipo de comunicación tiene limitaciones, puesto que ocurre que los niños y las
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familias comparten los mismos problemas y tienen las mismas peticiones y demandas a la autoridad del
colegio. Así, al realizar estas gestiones de manera individual muchas veces se pierde fuerza y tiempo, es decir
tal acción pasa a ser ineficaz, sobre todo si se le compara con el mismo tipo de situación manejada
colectivamente.
Desde el punto de vista de los directores de los establecimientos puede ocurrir lo mismo.
Independientemente de recibir de manera individual a los apoderados, resulta mucho más cómodo y eficaz
dialogar con un colectivo que le presenta problemas y demandas comunes.
En resumen nos interesa reafirmar aquí las siguientes ideas:
a) la existencia del Centro de Padres y Apoderados no invalida el contacto individual que cada
apoderado crea necesario con la dirección de la escuela;
b) sin embargo, es bueno dejar tales contactos individuales para aquellos problemas que efectivamente
son específicos a un niño y a una familia, y que tenemos la certeza que no son compartidos por otros;
c) por lo anterior, el Centro de Padres y Apoderados no es solamente una organización en que los
apoderados se puedan sentir cómodos, participar y opinar sobre el establecimiento, sino que puede ser además
eficiente en el planteamiento y resolución de problemas frente a la dirección.
Las escuelas son responsables por la adquisición del alumno de un mínimo de competencias y
habilidades básicas. Y como ya ha quedado claro con los comentarios de los docentes y los propios alumnos,
sin la participación de los padres en la vida de la escuela, éstas no podrán entregar un servicio educativo de
calidad, que es el objetivo último en una materia tan vital como es la educación pública.
Los problemas aparecen cuando los padres están ya sea sobre-comprometidos o pococomprometidos. En un lado están los padres que están listos para tomar el poder de la conducción de la
escuela (padres más temidos en las escuelas), y en el otro extremo están los padres que no entrarán a la
escuela aún cuando sus hijos estén en serios problemas (padres de quienes las escuelas se quejan).
Por otro lado, en relación a la participación de los padres en los aprendizajes, éstos señalan que se
sienten incapaces de ayudar a sus hijos en los estudios. La mayor parte de ellos considera que les es difícil
apoyar a sus hijos en las diferentes materias por desconocimiento, dificultad que aumenta cuando los niños
llegan a cursos superiores (Cerro Navia - Casablanca).
Sin embargo, no sienten que sea necesario el contar con instancias como la Escuela para Padres, no
hay interés y si se realizan van siempre los mismos. Los padres de los hijos que más lo necesitan jamás han ido
y jamás van a ir (Casablanca).
Una manera de contar con el apoyo de los padres es a través de los grupos existentes al interior de las
escuelas, mediante acciones como las siguientes:
*
*
*
lograr ampliar estos grupos como sea posible
sensibilizar sobre el concepto de mejoramiento escolar
facilitar espacios físicos para reuniones
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*
asesorar en temas importantes y relevantes para ellos (educar la demanda)
Obtener el compromiso de los padres puede no ser fácil; hay que insistir en ello invitándolos, junto con
los demás miembros de la comunidad, a ayudar a establecer una planificación participativa.
Los profesores dicen que la participación de los padres y apoderados al interior del establecimiento
puede mejorar y a ellos les gustaría que esta mejoría se manifestara en un mayor compromiso con la educación
de su pupilo y, por ende, una mayor integración a la escuela. Al respecto, habría que decir que entre las
recomendaciones para mejorar la calidad de la educación de sus establecimientos se menciona la participación
de los padres (Talcahuano). No hay duda que el interés de los alumnos y la familia en la labor educativa influye
en alcanzar los objetivos de los aprendizajes (Casablanca).
Respecto a cómo mejorar la participación de los padres y apoderados, los profesores mencionan, por
un lado, el aumentar el tiempo de atención a los apoderados y, por el otro, crear actividades motivadoras.
Efectivamente, los padres y apoderados señalan que es difícil interesarse en la escuela si en ella no se hacen
cosas entretenidas, o si no se hacen muchas actividades y las que se hacen están mal organizadas. Ellos creen
que no hay interés (Cerro Navia - Talcahuano).
Para cerrar este punto, queremos hacer las siguientes recomendaciones generales para el buen
desempeño del Centro de Padres y Apoderados como instancia de participación al interior de las escuelas:
1º
El Centro de Padres y Apoderados debe funcionar en un clima de transparencia y de información
abierta: todos los apoderados del establecimiento deben sentirse invitados a participar en el CPA,
independientemente de que su motivación o de que efectivamente acudan a las reuniones. Para evitar
malentendidos las convocatorias deben ser claras y precisas en lo que respecta a lugar, horarios y
temas a tratar.
2º
El Centro de Padres y Apoderados debe funcionar en base a la generación democrática de su directiva
y de sus decisiones: las personas que integran la directiva deben ser elegidas por la mayoría de la
asamblea y deben especificar el período, es decir la fecha de término de su mandato. Asimismo, las
decisiones generales deben ser votadas por la asamblea, reconociendo que la directiva tiene derecho a
tomar ciertas decisiones específicas y a representar al conjunto.
3º
El Centro de Padres debe establecer los límites de su acción: un Centro de Padres y Apoderados no es
una organización que sirva para solucionar cualquier problema al interior de la escuela. Por ello resulta
muy positivo definir un marco de actividades y temas a abordar, es decir reconocer qué tipo de
problemas se van a tratar y qué tipo de problemas se van a excluir de la acción del CPA. Sólo así se
llegará a una acción más concreta y eficiente en beneficio de los niños y de las familias.
iv)
De los alumnos
En general, los alumnos manifiestan el deseo de participar, pero muchas veces no saben cómo hacerlo
y esa incertidumbre aumenta, contrariamente a lo que cabría esperar a medida que su madurez social se
supone mayor. Queda claro que no basta con generar espacios de participación para que realmente se
participe. El valor de la participación se ha de aprender.
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En opinión de los profesores, entre los alumnos existe participación, pero no es constante ni de todos.
En esto inciden numerosas limitaciones tales como el medio sociocultural, carencias económicas (Cerro
Navia) o el hecho particular de vivir en sectores rurales, más alejados de los centros de actividad (Casablanca).
Algunos profesores opinan que la participación de los alumnos es adecuada porque participan en
clases y en todo lo que la escuela ofrece. Con esto queda claro que la participación de los alumnos es
entendida por el profesorado en términos de las actividades extraprogramáticas y de las instancias de fiesta u
otras actividades similares que provienen de iniciativa de la escuela y no del alumnado. No se considera lo que
son las propias iniciativas de los alumnos, lo que ellos proponen o las instancias de organización que ellos
poseen (Cerro Navia).
Aún más restringida que la interpretación que le dieron los docentes, los alumnos se refirieron a su
propia participación limitándose a lo que ocurre dentro del aula.
Según los propios alumnos, los aspectos que inciden en que haya un mayor o menor nivel de
participación tienen que ver con la relación profesor - alumno y con las metodologías de enseñanza. Dentro de
esto se considera negativo para la participación el trabajar siempre con el mismo grupo reducido de alumnos,
marginando a aquellos que no participan por timidez, vergüenza, temor a equivocarse y temor a las burlas que
harán de ellos sus compañeros. Otras veces no se participa, porque no se da la oportunidad para hacerlo
(Talcahuano).
Por otra parte, también repercute en el nivel de participación el poco interés que despiertan en los
alumnos las materias tratadas en clases. De acuerdo a sus opiniones, con excepción de las actividades
extraescolares, en donde la participación es mejor, en general las actividades no son motivadoras.
Entre los criterios que permiten hablar de un buen nivel de participación de los alumnos, los docentes
mencionan asistencia, motivación y participación en la planificación de actividades.
Por otro lado, tanto los profesores como los padres y apoderados dicen que la participación de los
alumnos en el establecimiento puede mejorar, especialmente en aspectos como rendimiento escolar,
actividades extraescolares e identidad con la escuela (Talcahuano).
Tomando este último punto, suele ocurrir que un gran número de alumnos asume la "libertad de ..."
pero no su "libertad para...". Quieren discutir, pero no responsabilizarse de llevar las decisiones a la práctica. Y
en esto la escuela debe tener una función educativa clara: dotar a los alumnos de instrumentos de análisis y
organizar la convivencia no sólo bajo la forma de una "tecnología" participativa en la que sólo se discute, sino
con un sentido profundo de ésta, creando una "cultura" de participación en la que también se gobierna. Para
lograr esto se necesita:
1º
Crear una auténtica "cultura participativa" entre los estamentos que componen la comunidad
educativa, entendiendo ésta como un ambiente en donde la participación es común y deseada.
2º
Introducir la vida participativa desde el inicio de la vida escolar y en el contexto más cercano, la sala
de clases.
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3º
Buscar los mecanismos adecuados para entregar las distintas unidades que conforman un centro de
enseñanza en ese proyecto común.
4º
Asignar responsabilidades y enseñarles a asumirlas.
5º
Diseñar modelos de convivencia que permitan una auténtica igualdad participativa.
6º
Apoyar la creación de Centros de Alumnos ya que su incorporación como organismos legítimos de la
comunidad escolar, permite reconocer y aceptar la cultura juvenil dentro de los proyectos educativos
institucionales.
En palabras de los propios alumnos, la participación de éstos podría mejorar si se tomaran las
siguientes consideraciones:
1º
Hacer clases más prácticas y participativas, que interesen a los alumnos, y ofrecer nuevas actividades.
2º
Aumentar el apoyo por parte del profesorado y mejorar la relación profesor - alumno mediante un
incremento en el diálogo entre ambos.
3º
Dar más oportunidades reales de participación, respetando y estimulando a los que sí participan.
v)
De la comunidad escolar y su entorno
Para que una escuela exista, se requieren una serie de legitimaciones previas y posteriores a su
existencia física, que le dan continuidad social en la comunidad. De la legitimidad ganada por los padres entre
la población depende en parte el apoyo y disposición de los padres hacia ella (Aguilar, C., 1995: 133).
La comunidad local alimenta las instituciones locales, influye en ellas al enmarcarlas en su entorno
geográfico y social y al considerarlas como parte de su desarrollo y actividad. La institución escolar, por su
parte, vive en el seno de la comunidad escolar local y está arraigada en ella. Todos los actores del proceso
educativo realizan a diario un trabajo, traen y llevan mutuas influencias en y con la comunidad local.
La presencia y la interacción de la escuela y la comunidad local es un principio clave del proceso
educacional. La sociedad viene a la escuela y ésta sale a la sociedad, no sólo de manera ocasional en los
momentos importantes de la comunidad, sino de manera permanente y habitual: en las relaciones familiares, en
la vida profesional y laboral, en la vida del barrio o municipio, en las empresas y fábricas locales, en las
actividades culturales, organizaciones y servicios asistenciales, etc.
Aún dando por sentada lo positiva que potencialmente es la integración y participación de los
representantes de la comunidad local en la gestión escolar, no es fácil determinar la forma y condiciones de la
misma. Algunos principios que pueden ser incorporados a las unidades educativas son:
1º
La labor educativa de la escuela debe abarcar actividades y contenidos que le ayuden a participar lo
más activamente posible en los esfuerzos generales de la comunidad local, para adoptar decisiones
acerca de sus necesidades y resolver problemas.
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2º
La escuela surge en la comunidad y en principio tiene todas las características de su medio; por
consiguiente, la eleva a un plano más alto y por la influencia recíproca influye en la comunidad de la
que surge.
3º
El objeto de vincular la escuela con la comunidad local reside en permitirle participar en la solución de
problemas, dificultades y tareas.
vi)
De los Municipios
Los municipios administran los establecimientos educacionales a través de Departamentos Municipales
o mediante Corporaciones de derecho privado. En cualquier caso, se trata de una gestión "centralizada" en la
medida que la unidad de administración es el conjunto de los establecimientos educacionales de la comuna.
Esta administración centralizada es relevante para entender el rol que le cabe a los distintos actores
municipales en la gestión del servicio educativo. En relación a este aspecto es que aparece como elemento
decisor el equipo humano que está detrás de la prestación del servicio educativo, tanto en la administración
propia del sector Educación como en el resto del municipio.
La insuficiencia de recursos financieros con que cuentan ciertos municipios para enfrentar los grandes
desafíos, puede suplirse en parte por un recurso humano plenamente incorporado a la comunidad.
La voluntad política del Municipio es un elemento clave para alcanzar una situación social donde la
participación sea central.
Hay diversas medidas que la autoridad local puede introducir para promover efectivamente este valor,
por ejemplo:
*
*
*
*
Cambiar la manera tradicional para relacionarse con los miembros de su comunidad
Abandonar el temor a favorecer la participación social, asumiendo los riesgos que todo proceso de
cambio genera
Definir claramente los ámbitos de participación social
Situar en su justo lugar a los diferentes actores comunitarios, adoptando una actitud de confianza en
las personas.
Resumiendo, para que la participación sea real, se requiere el cumplimiento de ciertas condiciones,
entre las cuales destacamos:
*
Una delegación de las decisiones en la asignación de recursos,
*
Capacitación adecuada para que el uso de los recursos sea eficiente, y
*
Una democratización de la información.
La concreción de esta nueva relación Estado - sociedad civil a través de estrategias participativas,
dinámicas y activas, tiene resonancia en el marco formal que circunscribe dicha relación: la existencia de
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espacios participativos y su inserción en la estructura institucional, abre la posibilidad de que la comunidad
organizada coadyuve con los ejecutores institucionales en la realización del diseño e implementación de las
políticas sociales (Mideplan, 1996: 14).
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III.
COMENTARIOS FINALES
No cabe duda que en educación vienen tiempos de cambio. En la búsqueda de mejores resultados en
los aprendizajes de los niños, ha aparecido como un elemento indiscutible la necesidad de incorporar cada vez
más integralmente a distintos actores de la sociedad. En los puntos desarrollados en este documento hemos
evidenciado la presencia potencial y real que le cabe a aquellos más ligados al funcionamiento del sistema
educacional municipal en su conjunto y de los establecimientos educacionales en particular. A estos actores los
hemos reconocido como los estamentos que conforman lo que llamamos comunidad educativa.
"El replanteo de las relaciones Estado - sociedad - sistema educativo, propio de las recientes políticas
regionales, asigna a la participación social un papel proponderante. En ese discurso, la participación se
vincula y fortalece con la concurrencia de otras dimensiones incluídas en el modelo que ilumina las
políticas" (Ezpeleta, J., 1995: 1).
Vemos que la tarea de administración y gestión de la educación no puede seguirse concentrando en
unos pocos niveles superiores de la jerarquía decisional. Muy por el contrario, la necesidad de conformar
equipos de trabajo y abrir nuevos espacios de participación es una necesidad real y sentida por la comunidad
educativa en su conjunto. Y en esta tema es necesario tener una discusión a fondo sobre los efectos de la
descentralización y el proyecto de dar mayor autonomía a las unidades educativas.
"La participación social, que en primer término involucra a los padres, se presume portadora de demandas que
exigirán a la escuela actualización, calidad y adecuación da las modernas necesidades productivas.
Simultáneamente, se presume como elemento dinamizador de la identidad y gestión local de las
escuelas, factores comprometidos tanto en su autonomía como en el proyecto descentralizador"
(Ezpeleta, J., 1995: 1).
La participación, como elemento constituyente de las políticas públicas en educación, conduce necesariamente
a la descentralización educacional.
"Desde los organismos centrales estatales se delegan poderes, tanto de gestión y de administración
educacional como de desarrollo curricular, a los organismos intermedios y de base de la comunidad"
(Magendzo, A. y Mena, M., 1994: 3).
Al respecto, recordemos que el traspaso de la educación a los municipios a principios de la década de
los 80 tenía como objetivo central producir un mejoramiento en la eficiencia del servicio educativo, ya que los
distintos análisis efectuados previos a la descentralización del sistema, evaluaban negativamente los resultados
del sistema centralizado.
Después de 16 años del traspaso, los resultados no son alentadores y fundamentalmente las causas
para los fracasos se centran en los problemas de financiamiento que tiene el sector, los cuales afectan
notoriamente la gestión del servicio. Paralelamente, existe un efecto negativo asociado a la gestión que
realizan del servicio los distintos municipios, que agrava los problemas del mismo.
Al hablar de estilos de gestión para educación nos referimos al modo en que una Municipalidad diseña
y aplica estrategias concretas que resulten en el logro de los objetivos. Tanto el diseño como la aplicación de
estrategias requiere de los siguientes elementos básicos: la efectiva toma de decisiones en los distintos niveles
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de la estructura municipal, el manejo adecuado de los recursos, la planificación, la articulación y coordinación
entre actores, el liderazgo, la información y la existencia de procesos de evaluación y control que permitan
corregir el rumbo.
Relacionando lo anterior con nuestro tema, que es la participación, nos damos cuenta que no existe
una verdadera coordinación entre los espacios de participación que se abren en los niveles micro (la escuela)
con las decisiones que se están tomando en el nivel intermedio (el Municipio), y menos aún con lo que ocurre
en el nivel macro (el Ministerio).
"La concepción estratégica del modelo acentúa la necesidad y la potencialidad de trabajar con 'la
diferencia'. Es decir, reconocer la existencia de puntos de partida y caminos diversos en un
movimiento colectivo que apunta a los mismos objetivos. La incorporación, en cierto nivel, del
principio diferenciador explica la función compensadora asignada al Estado. Función cuya importancia
es equivalente a la nueva participación social a promover: en teoría son complementarias y se
equilibrarían mutuamente" (Ezpeleta, J., 1995: 1).
De lo anterior se desprende que la participación, especialmente de actores tales como los padres y
apoderados, tiene un significado y una forma de concretarse diferente, según el nivel desde el cual lo estemos
enfocando. Así, la participación promocionada desde el Estado (en un intento por cumplir una acción
compensatoria o por otro motivo distinto) no siempre coincide con las expectativas que tienen lo afectados.
Los espacios de participación que no surgen desde las personas difícilmente logran consolidarse y legitimarse.
No así, los que surgen por iniciativa de la propia gente, como un modo de hacer frente a las necesidades por
ellos sentidas.
Desde la óptica del Estado y la perspectiva descentralizadora de las políticas públicas, con una gestión más
participativa por un lado se tiende a fortalecer la unidad y el compromiso nacional mediante consensos básicos
y , por el otro, se estimula y da lugar al desplazamiento de la capacidad de toma de decisiones.
Estos dos procesos permiten que en materia de políticas públicas en educación se pueden identificar
distintos niveles, a los cuales hacíamos mención en los párrafos anteriores. De acuerdo a esto, podemos
considerar como el nivel inferior al "institucional" o de las escuelas. Las decisiones tomadas en este nivel "si
bien se ubican en el plano 'privado' son 'públicas' en la medida que... hay que dar cuenta y responder
responsablemente de ellas frente a agentes públicos: los padres, los alumnos, los pares, etc." (Magendzo, A. y
Mena, M, 1994: 4).
Ciertamente, la desarticulación existente entre estos diferentes niveles repercute en los modos de
relacionarse con la escuela. En nuestra experiencia con diferentes comunas del país hemos observado que es
común encontrar grupos de apoderados y docentes que, queriendo participar, sienten que no han sido
considerados por el Director y Jefe del Daem o Corporación de Educación.
Tal como se menciona en el desarrollo del documento, es necesario educar para la participación.
"La conquista de un gobierno democrático que se preocupe de los derechos humanos y de la justicia
para todos, es sólo el comienzo de un largo camino hacia reencontrarnos, como país, con los valores,
las actitudes y conductas sociales que dan vida a la democracia. Construir democráticamente órdenes
sociales implica un continuo proceso hacia lograr conocimientos, habilidades, actitudes y valores para
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participar en conversaciones, negociaciones, creaciones y discusiones, en un clima de respecto,
valoración de la diferencia y de la justicia. Ser un país democrático implica educar para esta forma de
vida que significa democracia" (Magendzo, A. y Mena, M., 1994: 1).
Sin embargo y pese a este panorama que pareciera ser tan desalentador, en las escuelas actualmente
también encontramos diferentes manifestaciones de participación, ya sea formal o informal, por parte de
docentes, alumnos y apoderados. Son estos espacios los que deben potenciarse y coordinarse para ser
realmente incidentes en las decisiones educativas.
Como se dijo en los capítulos anteriores, no basta con abrir espacios para que la participación en la
escuela sea efectiva. En primer lugar, los espacios ofrecidos deben ser significativos para los sujetos
involucrados. En este sentido, los aspectos subjetivos, propios de grupos de personas que interactúan, deben
ser inevitablemente considerados. Las percepciones, los valores y los modos de ver el mundo repercutirán en
la forma y la intensidad en que los padres, los profesores o los alumnos se involucren y comprometan en el
quehacer de la escuela.
En segundo lugar, las personas a las cuales se está invitando a participar deben contar con las
herramientas e información necesaria para poder hacerlo. Un ejemplo que aparece mencionado en el punto
referido a las percepciones de los padres y apoderados es la dificultad que ellos manifiestan tener para apoyar a
sus hijos en los estudios.
Ambos aspectos influyen directamente en cuán efectivos o menos efectivos son los intentos por
involucrar a las personas.
El contexto nacional anuncia una actitud favorable hacia la incorporación activa de sujetos que, hasta
el momento, se han limitado a participar individualmente o que definitivamente han estado excluidos o
automarginados. Los cambios que se acercan con la implementación de la Reforma Educativa también hacen
evidente la necesidad de replantear los roles que cada uno de estos actores está desarrollando en relación al
cumplimiento del objetivo final que es la educación.
Es imprescindible entonces que los establecimientos educacionales realmente sean sistemas sociales
abiertos a la comunidad, que las escuelas brinden espacios efectivos y reales a sus diferentes agentes
educativos en la toma de decisiones y en la gestión educativa en general. Esto implica un cambio profundo en
la vida escolar, tanto de los alumnos como de los profesores y las familias, con implicancias educativas y
sociales de la mayor trascendencia.
Nos parece además que la verdadera intencionalidad de concretar una gestión participativa, debiera
ponerse de manifiesto en la forma de organización interna de la escuela. La visión convencional de una
autoridad única debe ser reemplazada paulatinamente por una concepción que permita la incorporación de
representantes de los distintos estamentos en la tarea de dirigir la escuela.
Para que los espacios de participación que se abren a nivel de escuela sean reales, la formulación de los
programas y políticas educacionales también debe hacerse participativamente. La ilusión de estar participando
desaparece rápida e incluso definitivamente cuando quienes lo hacen perciben que sus opiniones no han sido
consideradas en lo más mínimo.
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Además, pensando específicamente en lo que ocurre en la escuela, debemos tener presente que cada
uno de los sujetos llamados a participar puede asumir modos diferentes para tomar parte en estos cambios. La
participación y las relaciones que se establecen en las unidades educativas pueden ser individuales (el caso del
apoderado que se relaciona con el profesor para averiguar sobre el rendimiento de su pupilo), grupales o como
estamento (a través del Centro de Padres y Apoderados, del Centro de Alumnos o del Consejo de Profesores).
Finalmente, no basta con una gestión participativa, sino que ésta debe abarcar también a la función
docente, a las relaciones profesor-alumno, con el objeto de hacer realidad una nueva cultura que se desea crear
en las escuelas y para la sociedad. La sala de clases es el lugar más apto para iniciar la cultura del respeto, del
compartir, de vivir armónicamente nuestras legítimas diferencias, de poder relacionar un presente de sana
convivencia con un futuro de tolerancia.
La participación es una necesidad expresada y sentida por todo ser humano en la perspectiva de
sentirse parte de algo que dé sentido a su vida. Construir junto a otros la propia historia.
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VI.
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