El segundo enemigo del cristiano es el mundo

La Guerra Espiritual
El segundo enemigo del cristiano es el mundo
La Palabra nos revela que en el mundo opera una fuerza que nos seduce y nos
lleva al pecado. Esta fuerza oscurece los sentidos espirituales,
para que no
conozcamos la voluntad de Dios para nuestra vida (1Co 2:12).
(1Co 2:12) Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el
Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha
concedido,
El mundo es un enemigo activo del cristiano y de Dios. Cuando la Palabra nos
dice que no amemos al mundo y sus pasiones, no se refiere a la creación de Dios,
a las maravillas del mundo, el sistema ecológico, la naturaleza, etc., sino al
sistema filosófico organizado que tiene su origen en satanás y no en Dios.
En el griego hay dos palabras que se refieren al mundo: Aion y kosmos, que
intercambiablemente son utilizadas para referirse al sistema organizado de
satanás. Este sistema ha penetrado en la cultura, las diversiones y todas las cosas
controladas por el príncipe de este siglo (Ef 2:2)
(Ef 2:2) en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente
de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que
ahora opera en los hijos de desobediencia,
Desde que satanás ataco a la primera pareja en el huerto del Edén, él acertó un
flechazo contra el intelecto de la humanidad, continuamente nos vive diciendo que:
“no es cierto que Dios les ama, que es bueno, ustedes pueden ser como
Dios”. Este sistema de pensamiento ha elevado al ser humano a creerse que
puede ser igual a Dios, a este sistema de pensamiento se le conoce con el
nombre de humanismo, donde el hombre es el centro del universo.
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Los humanistas creen que en la política, la economía, sicología, la ciencia y otros
medios van a encontrar la solución de sus problemas, dejando a un lado el
consejo de Dios. Este sistema satánico es el espíritu de este mundo que rechaza
a Dios (Rom 1:21-23)
Rm 1:21 Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni
le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio
corazón fue entenebrecido.
22) Profesando ser sabios, se hicieron necios,
23) y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen
de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles.
24) Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las
concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus
propios cuerpos,
25) ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando
culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos.
Amén.
La palabra aion comprende una lista de frases como: «la condición de este
mundo»; RVR, RVR77: «la corriente de este mundo»; VM: «el uso de este
siglo»; Besson: «la era de este mundo»). La palabra kosmos se usa con más
frecuencia en el sentido limitado de seres humanos.
El mundo que Dios hizo para que manifestara su gloria, se encuentra ahora en
rebelión contra Él.
La Biblia nos enseña que por la transgresión de un hombre, el pecado ha entrado
en el mundo (Ro. 5.18), con consecuencias universales. A partir de ese momento
el mundo está desorganizado y dominado por fuerzas demoniacas (1 Jn. 5.19).
(1Jn 5:19) Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el
maligno.
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Con mucha frecuencia en el Nuevo Testamento, y particularmente en los escritos
joaninos, la palabra kosmos tiene un significado siniestro. No es el mundo como
Dios quiso que fuese, sino “este mundo” opuesto a Dios, que sigue su propia
sabiduría y vive a la luz de su propia razón (1 Co. 1.21), sin reconocer a la Fuente
de toda verdadera vida e iluminación (Jn. 1.10).
Hay dos características dominantes de “este mundo”:
 El orgullo, nacido de la negativa del hombre a reconocer su estado de
criatura y su dependencia del Creador, que lo lleva a obrar como si él
mismo fuese el señor y dador de la vida;
 La codicia, que lo lleva a desear y poseer todo lo que resulta atractivo a
sus sentidos físicos (1 Jn. 2.16). Además, como el hombre tiende, en
efecto, a adorar aquello que atesora, dicha codicia es idolatría (Col. 3.5).
El espíritu propio que ha penetrado en el mundo, controla la razón y el
entendimiento humano. El hombre está esclavizado a los elementos que
conforman el mundo (Col. 2.20). Este espíritu lleva al entronizamiento de algo que
no es Dios como objeto supremo de los intereses y afectos del mismo. Los
placeres y las ocupaciones, no necesariamente son malos en sí mismos, se
transforman en algo malo cuando se les presta una atención totalmente
excluyente, dejando a un lado la voluntad de Dios.
Col 2:20 Pues si habéis muerto con Cristo en cuanto a los rudimentos del
mundo, ¿por qué, como si vivieseis en el mundo, os sometéis a preceptos
21) tales como: No manejes, ni gustes, ni aun toques
22) (en conformidad a mandamientos y doctrinas de hombres), cosas que
todas se destruyen con el uso?
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Esta energía no puede ser vencida, por fuerzas humanas, solo las personas que
han nacido de nuevo tienen la capacidad de obtener victoria sobre el mundo, a
través de la fe (1 Jn. 5.4-5)
(1Jn 5:4 VKADOSH) todos los que tienen a YAHWEH por Padre, han
vencido al mundo. Y esto es lo que victoriosamente vence al mundo: nuestra
confianza.
5) ¿Quién vence al mundo, sino el que cree que Yahshúa es el Hijo de
YAHWEH?
El hombre que ha llegado a experimentar el amor superior hacia Dios, y hacia
Cristo y sus hermanos, tiene que abandonar el amor inferior hacia todo aquello
que está contaminado con el espíritu del mundo, porque la amistad del mundo es
enemistad con Dios (Stg. 4.4-6).
Stg 4:4 ¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es
enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo,
se constituye enemigo de Dios.
5) ¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que él ha hecho morar
en nosotros nos anhela celosamente?
6) Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y
da gracia a los humildes.
La soberbia nos arrastra hacia las garras del mundo, pero la Palabra de Dios nos
revela que Dios nos da mayor gracia, cuando nosotros decidimos andar en el
Espíritu, Dios nos da la capacidad de resistir la influencia de este mundo y el
asedio de Satanás.
Jesús, en su última oración en el aposento alto, no oró por el mundo, sino por
aquellos que el Padre le había dado y que estaban en este mundo. Mediante ese
“regalo”, esos hombres a quienes Jesús describió como “los que le fueron dados”,
dejaron de tener las características del mundo; y Jesús oró que fuesen guardados
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de sus malignas influencias (Jn. 17.9), porque sabía que después de su partida
ellos iban a tener que soportar el impacto del odio del mundo, que hasta ese
momento estaba dirigido casi exclusivamente contra él.
Como el Cristo resucitado y ascendido sigue limitando su intercesión a los que se
acercan a Dios por medio de él (He. 7.25); y sigue manifestándose, no al mundo,
sino a los suyos que están en el mundo (Jn. 14.22).
El espíritu que gobierna el mundo está enfocado en atribular a los hijos de Dios,
vemos en el libro de los salmos como Dios nos revela esta verdad (Sal 73:12),
confirmada por Jesús posteriormente (Jn 17:14).
(Sal 73:12) He aquí estos impíos, Sin ser turbados del mundo(olám),
alcanzaron riquezas.
(Jn 17:14) Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no
son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
El mundo sigue siendo el mundo de Dios, aun cuando por el momento esté
sometido al maligno. Al final, “la verdadera hermosura de la tierra será
restaurada”; y, una vez que todo el mal haya sido destruido y los hijos de Dios
sean manifestados, toda la creación será “liberada de la esclavitud de corrupción,
a la libertad gloriosa de los hijos de Dios” (Ro. 8:20-21). Entonces Dios será “todo
en todos” (1 Co. 15.28).
Rm 8:20 Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia
voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza;
21) porque también la creación misma será libertada de la esclavitud
de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.
(Jn 16:33) Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el
mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.
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