Planificación urbana en Roma

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A través de su historia, los cesares romanos fomentaron la construcción de grandes obras, como reflejo de su
poderío político y militar, así como su afán de eternidad que quedaba de manifiesto en colosales
construcciones que permitían gozar de una gran calidad de vida a los ciudadanos, y poner así de manifiesto
todo el poder que albergaba este gran imperio tanto a ellos, como a sus enemigos. De este modo, La constante
expansión del imperio romano, llevaba a cabo por los cesares a lugares donde no se conocía la vida urbana
obligó a la creación de ciudades de nueva planta, lo que potenció el desarrollo de una teoría y práctica
urbanísticas complejas. Así, las necesidades de comunicación, de abastecimiento y de dotación de
infraestructuras potenciaron la ingeniería.. Hubo un gran desarrollo urbano que se prolongó por mucho tiempo
en el imperio, donde la ciudad era de gran y vital importancia y las exigencias de los ciudadanos se satisfacían
con construcciones de máxima funcionalidad. Así, las ciudades podían desarrollarse a partir de núcleos
anteriores, de campamentos militares o de asentamientos de colonias de veteranos.
Generalmente, el trazado de las ciudades tendía a ser geométrico y el recinto urbano se partía en cuatro a
partir de un eje longitudinal y otro transversal ( cardo y decumano), donde en el cruce de ambos se situaba el
foro. El recinto se amurallaba y se abrían puertas a los extremos de las vías principales.
Pero las ciudades romanas fueron creciendo, al igual que el imperio, gracias a la atinada labor en campañas
militares y políticas de los emperadores, dándose gran importancia a la vida en ciudad, lo que provocó la
creación de gran número de espacios públicos, generalmente entorno al foro ( centro de la vida ciudadana).
Nació así, las termas, anfiteatros, teatros, basílicas, los circos... Pero conjunto a todo este desarrollo de
espacios de recreación, también viene un importantísimo desarrollo en el aspecto que hace que una ciudad
funcione, y se pueda desarrollar. De este modo, surge toda una infraestructura de puentes, alcantarillados y
acueductos.
Mientras Roma no fue más que un pequeño estado dentro del Lacio, su fuente de obtención de agua fue el río
Tiber, pero a finales del siglo lV a.c., cuando los romanos luchaban en la Segunda Guerra Semita, se
encontraron con que necesitaban urgentemente un suministro alternativo. Quizá esto se debiere a que el Tiber
ya no era suficiente para una población cada vez más grande, por lo que recurrieron al sistema de conducción
de aguas tanto para el uso público como para el privado.
Los acueductos romanos, se distinguieron por una particular perfección técnica, donde tomaban el agua de un
manantial, generalmente de montaña, la recogían en una amplia piscina y la encauzaban con la presión
necesaria, obtenida gracias a la pendiente del canal.
La función que cumplían los acueductos era abastecer baños públicos, fuentes públicas, depósitos, en fin
administrar agua potable a la ciudad, llevando un volumen de agua canaliza impresionante ( pensemos en la
época histórica que nos encontramos y el desarrollo urbano monumental realizado por los romanos ), que
alcanzaba al millón y medio de m3 aproximadamente diarios, donde la mínima parte era destinada al uso de
las viviendas privadas.
Los acueductos eran levantados por series de arcos, de hasta 32 mts de altura. La mayoría de los acueductos
llegaban a Roma a una considerable altura sobre el nivel del valle, a fin de aprovisionar los barrios señoriales
de las cimas de las colinas. Estos puentes de agua, permitían demarcar el camino de acceso a las ciudades,
pero también hubo un intento de ocultarlos bajo tierra, ya que los romanos temían ser envenenados por sus
enemigos.
Particularmente me llama mucho la atención el grado de capacidad de observación de la naturaleza de los
romanos, en cierto modo parecida al proceso de análisis de terreno de los arquitectos de hoy en día antes de
diseñar, ya que la metodología que seguían al construir los acueductos, era sobre todo basada en la
observación de esta, de la vegetación, de las características del terreno tanto en su configuración, pendientes,
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humedad... De este modo, la circulación que seguía el agua, se hacía aprovechando las pendientes naturales, y
consiguiendo la inclinación necesaria para la conducción y circulación del agua hacia una represa, (algo que
parece lógico hoy en día pero no me atrevería a asegurar si lo sería en esa fecha para otras civilizaciones sin
esa visión de ir más allá tan profunda como la de los romanos), la cual tenía tres soluciones: podía ser a través
de un canal cubierto de mampostería, por tuberías de plomo o tuberías de cerámicas. Cuando llegaba el agua a
la ciudad, esta se recogía en un depósito, el cual era de gran tamaño y el cual muchas veces podía estar
enterrado. Dentro de este depósito, se realizaba la distribución del agua en tres canales: el de las fuentes
públicas, el de las termas y el de uso privado.
En tanto a su estructura y materialidad, muchas veces los ingenieros decidían utilizar en las arcadas la técnica
de sentada en seco, también llamada aparejo de hueso, es decir, utilizaban la piedra limpia sin ningún tipo de
argamasa. Esto implicaba un trabajo depurado en cada uno de los sillares, cuyas juntas debían acoplarse
perfectamente para poder ejercer la presión necesaria que permitiese ir levantando la obra sin mas elemento de
unión que la propia presión de un sillar sobre otro. Esta técnica me resulta particularmente interesante en la
construcción de los arcos, donde cada una de las piedras es imprescindible para el conjunto general del
puente, ya que si se quitase solo una de ellas, se podría generar un desmoronamiento progresivo de los
restantes arcos, con lo que se destruiría completamente el puente que sostiene el acueducto.
Por otra parte, para las represas que debían contener el agua, se utilizó la piedra que podía ser de longitud
variable y de unos cincuenta centímetros de ancho.
Los acueductos podían ser elevados a tal altura, que dejaban un gran vacío entre el suelo y su sistema
propiamente tal, el cual era interrumpido por los pilares de un sistema de arcos ubicados en forma
equidistante, los cuales debían soportar todo el peso del sistema. Lamentablemente, quedaba así un gran
número de espacios residuales debajo de estos, lo que muchas veces debe de haber entorpecido el desarrollo
urbano posterior del imperio.
En tanto a su volumetría, los acueductos se imponen al espectador en sus tres dimensiones: altura fuera de la
escala humana, longitud que llega a ser verdaderamente colosal en alineaciones de kilómetros, llegándose a
construir un total de 500 kms de estas magníficas construcciones, y que además por su espesor llega a dar un
gran alarde. Podemos decir así, que morfológicamente los acueductos eran interminables construcciones
longitudinales, cuyo corazón era el canal, que tenía el tamaño de una puerta de una casa mas o menos.
El canal estaba cubierto con un arco arriba, para proteger el agua del sol, aunque había también otro motivo ya
mencionado para mantenerlo cubierto, y este era que hacía más difícil al enemigo cortar el sumnistro de agua
o envenenarla. Así, los techos de los acueductos se dividían en 3 tipologías principales: uno formado por una
piedra o dintel plano, otro compuesto por dos piedras iguales apoyadas una contra otra formando un arco
apuntado o un arco de medio punto. De este modo, el arco en la construcción es uno de los caracteres típicos
de los romanos, y en los acueductos representaba ahorro y economía en la construcción, sin disminuir la
solidez, aparte de las grandes ventajas a la estética que brindaban.
Constructivamente hablando, la inclinación de los acueductos era variable; pero según últimas apreciaciones
hechas por históricos y arqueólogos, esta podía variar desde 1 pie por 100 hasta 1 pie por 5000. Si la
pendiente de la diferencia de nivel en relación con la distancia entre el punto de arranque era muy grande, se
lograba atenuarlo procurando un mayor curso al conducto, y en vez de prolongar sin interrupción el conducto
hasta la ciudad, en ciertos trechos se emplazaba otro conducto en un plano inferior, que tenía menos
inclinación que el primero; ambos conductos se reunían por medio de gradas o por un pozo circular.
Para finalizar, y concluyendo, podemos decir que la construcción de los acueductos fue una obra de gran
complejidad debido a las múltiples tareas que tenían que efectuarse., y para los romanos, que buscaban en la
monumentalidad de sus obras un cauce eficaz a su obstinada voluntad de imposición de poder, fue el
acueducto uno de sus logros más perfectos, el cual respondió meramente a dos razones: a la muestra de
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poderío de los cesares que debían mostrarse gloriosos y llevadores a cabo de un gran imperio con grandes
avances tecnológicos y urbanos para la época, y por otra parte al afán expansionista, que obligó llevar a cabo
nuevos e ingeniosos sistemas del construir ciudades, las cuales más tarde con el crecimiento demográfico se
vieron en la necesidad inminente de brindar servicios de agua potable a los ciudadanos debido al agotamiento
del agua del Tiber.
Su organización dependía directamente del emperador, quien ostentaba el título de curator viarium, y en el
proceso de obra, se hacían minuciosos estudios del tereno, cotas, pendientes, calidad de suelos... a cargo de
personas especializadas como el librator, que vendría a ser el topógrafo de hoy en día.
Finalmente, como estudiante de arquitectura, no puedo dejar de referirme a que estos viaductos, logran una
estrecha relación con el entorno geográfico, donde se incorporan como parte del paisaje y que fueron
imprescindibles para un asentamiento y para todo el desarrollo urbanístico de las ciudades del imperio
romano.
Universidad del Desarrollo− Concepción.
Ensayo Planificación Urbana.
Desarrollo Urbano de los Cesares.
Fecha: 22 de Abril 2002.
Fotografías.
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