LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN SOCIAL EN LOS DOCUMENTOS ECLESIALES SOBRE EDUCACION (Selección de párrafos) Pbro. Walter Moschetti (*) Introducción La omnipresencia de los medios de comunicación en nuestra sociedad y su poderoso influjo sobre nuestra cultura, hacen que no pueda reducirse el proceso educativo al ámbito exclusivo de la escuela y la familia. Una adecuada utilización de los medios de comunicación y de otros adelantos técnicos, no solamente como instrumentos didácticos, sino, sobre todo, como vehículos amplificadores en múltiples dimensiones educativas es de absoluta necesidad. Existe la idea generalizada de que los medios son meros pasatiempos, para ser “consumidos” en momentos de ocio o de entretenimiento. Esto se une al escaso grado de exigencia requerida para su recepción, suscitando en el espectador actitudes de pasividad y un cierto complaciente conformismo. Se subraya que sus conocimientos son superficiales, efímeros, sensacionalistas y, no pocas veces, caóticos. Todo esto lleva a los educadores, ya sean maestros, catedráticos, sacerdotes o padres de familia, a mirar con un profundo dejo de desconfianza y recelo a los medios de comunicación como instrumentos y vehículos de valores realmente formativos. Sin embargo, con meras críticas negativas no vamos a quebrar el dominio cada vez más poderoso de los instrumentos de la comunicación social. Cada día son más numerosos los pedagogos que perciben a los medios de comunicación (y sobre todo a la televisión) como una verdadera “escuela paralela”. Debemos descubrir la naturaleza educacional que ellos poseen, más allá de las características gravemente negativas con las que actualmente se nos presenta. Vemos que, sobre todo en los países del tercer mundo, proyecta modelos de vida y pautas de comportamientos que están en abierta contradicción con lo que, lo más sano de nuestra sociedad, entiende por verdadera educación. En los últimos tiempos la Iglesia ha considerado a estos medios no como simples “subsidios”, sino como instrumentos necesarios para la pastoral. Por ello veremos que el tema está presente en muchos documentos eclesiales sobre educación católica, obra de auténtico apostolado, que en medio de un mundo secularizado, ha de profundizar su significación y su razón de ser. La escuela católica es una acción, un instrumento de evangelización. Entra plenamente en la misión salvífica de la Iglesia, en las exigencias de la educación en la fe. Las realidades y las circunstancias de nuestro tiempo, ponen a nuestro alcance los maravillosos inventos de la técnica, dones de Dios, para realizar nuestra tarea evangelizadora. Estaríamos en deuda con el Señor si no utilizásemos eficazmente estos medios para el apostolado. 1. Documentos del Concilio Vaticano II y Encíclicas En la encíclica DIVINI ILLIUS MAGISTRI del Papa Pío XI, sobre la Educación Cristiana de la Juventud (1929), aunque no menciona directamente a los instrumentos de la comunicación social, reconoce que la educación es obra necesariamente social, no solitaria, y que, para obtener una educación perfecta, es de suma importancia velar para que las condiciones de todo lo que rodea al educando, durante el período de su formulación, es decir, el conjunto de todas las circunstancias que suele denominarse “ambiente”, corresponda bien al fin que se pretende. El documento hace una mención específica de los medios de comunicación en el capítulo IV, abordando el tema del mundo y sus peligros, exhortando a una vigilancia cuidadosa de los libros impíos o licenciosos que conducen a los jóvenes al naufragio moral y religioso, de los espectáculos del cinematógrafo y las audiciones radiofónicas. “Estos medios potentísimos de divulgación, que pueden servir, si van recogidos por sanos principios, de grande utilidad para la instrucción y educación, se subordinan desgraciadamente muchas veces al incentivo de las malas pasiones y a la avidez de la ganancia. San Agustín se lamentaba al ver la pasión que arrastraba aun a los cristianos de su tiempo a los espectáculos del circo y cuenta con viveza dramática la perversión, felizmente pasajera, de su alumno y amigo Alipio. ¡Cuántos extravíos juveniles, a causa de los espectáculos de hoy día, sin contar las malvadas lecturas, tienen que llorar ahora, los padres y educadores!” (Cap. VI, 2) Considerando la importancia de la educación en la vida del hombre y su influjo cada vez mayor en el progreso social contemporáneo, el Concilio Vaticano II dio a conocer en 1965 la declaración GRAVISSIMUN EDUCATIONIS MOMENTUM. Luego de hablar sobre el derecho universal a la educación, y de la educación cristiana en particular, al pormenorizar los medios para educación cristiana, señala que el primero de ellos es la instrucción cristiana que ilumina y robustece la fe, anima la vida con el espíritu de Cristo, lleva a una consciente y activa participación del misterio litúrgico y alienta a una acción apostólica. Afirma a continuación: “…La Iglesia aprecia mucho y busca penetrar de su espíritu y dignificar también los demás medios, que pertenecen al común patrimonio de la humanidad, y contribuyen gradualmente a cultivar las almas y a formar hombres, como son los medios de comunicación social, los múltiples grupos culturales y deportivos, las asociaciones de jóvenes y, sobre todo, las escuelas” (n.4) Fue la Exhortación Apostólica EVANGELII NUNTIANDI de Pablo VI (1975) quien expuso con claridad el compromiso evangelizador de la Iglesia, que impulsa a una adhesión vital y comunitaria de la fe que requiere el anuncio explícito y el testimonio de vida para impregnar de los valores del Evangelio la cultura. En el capítulo IV, señalando los medios de evangelización, expone la necesaria utilización de los medios de comunicación social en estos términos: “En nuestro siglo influenciado por los medios de comunicación social, el primer anuncio, la catequesis o el ulterior ahondamiento de la fe, no pueden prescindir de esos medios, como hemos dicho antes. Puestos al servicio del Evangelio, ellos ofrecen la posibilidad de extender casi sin límites el campo de audición de la Palabra de Dios, haciendo llegar la Buena Nueva a millones de personas. La Iglesia se sentiría culpable ante Dios si no empleara esos poderosos medios, que la inteligencia humana perfecciona cada vez más. Con ellos la Iglesia “pregona sobre los terrados” el mensaje del que es depositaria. En ellos encuentra una versión moderna y eficaz del “púlpito”. Gracias a ellos puede hablar a las masas. Sin embargo, el empleo de los medios de comunicación social en la evangelización supone casi un desafío: el mensaje evangélico deberá, sí, llegar a través de ellos, a las muchedumbres, pero con capacidad para penetrar en las conciencias, para posarse en el corazón de cada hombre en particular, con todo lo que éste tiene se singular y personal, y con capacidad para suscitar a favor suyo una adhesión y un compromiso verdaderamente personales” (n.45) Evangelii Nuntiandi recuerda que la Iglesia entera es misionera, que le incumbe, por mandato divino ir por todo el mundo y anunciar el Evangelio a toda criatura. La riqueza y la belleza de esta evangelización está en la diversidad de servicios realizados en la unidad de la misma misión. Refiriéndose a los seglares en particular, como agentes de evangelización, enseña: “El campo propio de su actividad evangelizadora es el mundo vasto y complejo de la política, de los social, de la economía, y también de la cultura, de las ciencias y de las artes, de la vida internacional, de los medios de comunicación de masas, así como otras realidades abiertas a la evangelización, como el amor, la familia, la educación de los niños y jóvenes, el trabajo profesional, el sufrimiento, etc.” (cap. VI n.70). En todos estos ambientes de la humanidad la Iglesia ha de llevar la Buena Nueva y, con su influjo, transformar desde dentro, renovar a la misma humanidad. En 1979, CATECHESI TRADENDAE, la exhortación apostólica de Juan Pablo II sobre la catequesis en nuestro tiempo, habla de la transmisión de los contenidos de la fe con métodos pedagógicos adaptados. Métodos y lenguajes que sean verdaderamente instrumentos para comunicar la totalidad de la Palabra de Dios. Abordando el tema de los métodos y medios de la catequesis, comienza señalando que desde la enseñanza oral de los apóstoles la catequesis no ha cesado de buscar los métodos y los medios más apropiados a su misión. Afirma el Papa: “Me vienen espontáneamente al pensamiento las grandes posibilidades que ofrecen los medios de comunicación social y los medios de comunicación de grupos: televisión, radio, prensa, discos, cintas grabadas, todo lo audio-visual. Los esfuerzos realizados en estos campos son de tal alcance que pueden alimentar las más grandes esperanzas. La experiencia demuestra, por ejemplo, la resonancia de una enseñanza radiofónica o televisiva, cuando sabe unir una apreciable expresión estética con una rigurosa fidelidad al Magisterio. La Iglesia tiene hoy muchas ocasiones de tratar estos problemas –incluidas las jornadas mundiales de comunicación social-, sin que sea necesario extenderse aquí sobre ello, no obstante su capital importancia” (cap. VI n.46). 2. Documentos de la Sagrada Congregación para la Educación Católica Situándose en la línea de la declaración conciliar Gravissium Educattionis, la Sagrada Congregación para la Educación Católica expone en su documento LA ESCUELA CATOLICA (1977) una reflexión relativa a la misma, al ver que ésta va adquiriendo cada día una mayor importancia en la Iglesia. Señala que la escuela católica entra de lleno en la misión salvífica de la Iglesia y particularmente en la exigencia de la educación a la fe. Intenta arraigar el Evangelio de Jesucristo en la conciencia y la vida de los jóvenes, teniendo en cuenta los condicionamientos culturales de hoy. Desde aquí se define su proyecto educativo. No hay en el documento una referencia explícita a los medios de comunicación social, pero podemos leer entre líneas la referencia a los mismos cuando, por ejemplo, se habla del pluralismo cultural, manifestado especialmente a través de los medios masivos, caja de resonancia de la cultura. El empeño educativo será en esta realidad pluricultural la formación de personalidades fuertes, capaces de resistir al relativismo debilitante, y de vivir coherentemente las exigencias cristianas. El documento reconoce que la acción educativa de la escuela católica, que tiende a lograr una síntesis entre fe y cultura y entre fe y vida, se desarrolla junto con otras instituciones educativas, existiendo también muchas otras esferas sociales que constituyen, de múltiples formas, una fuente de información y de participación cultural. “Frente a esta ‘escuela paralela’, se impone la presencia activa de la escuela que, mediante una educación sistemática y crítica, prepare a los jóvenes a un autocontrol que los capacite para hacer opciones libres y conscientes frente a los mensajes que le presentan los medios de comunicación social. Es necesario enseñarles a someter tales mensajes a un juicio crítico personal, a ordenarlos en buenas síntesis y a integrarlos en su cultura humana y cristiana”. (n.48) En 1982 sale el documento EL LAICO CATOLICO TESTIGO DE LA FE EN LA ESCUELA, señalando el llamado al apostolado del laico que ha de ordenar, según Dios, los asuntos temporales, ponderando de manera especial la función evangelizadora del educador. Refiriéndose a la función social insustituible de la escuela, dice: “La importancia creciendo del entorno y de los instrumentos de la comunicación social, con sus contradictorias y a veces nocivas influencias, la extensión continua del ámbito cultural, la cada vez más completa y necesaria preparación para la vida profesional, de día en día más diversificada y especializada, y la consiguiente incapacidad progresiva de la familia para afrontar por sí solo todos esos graves problemas y exigencias, hace cada vez más necesaria la escuela” (cap. 1 n.13) En el segundo capítulo se menciona la necesidad del educador de prestar una atención constante al entorno socio-cultural, económico y político de la escuela, tanto al más inmediato del barrio o zona donde la escuela se halla enclavada, como al contexto regional y nacional, “que muchas veces, a través de los medios de comunicación social, ejercen tanta o mayor influencia en aquél. Sólo ese seguimiento de la realidad global inmediata, nacional e internacional le proporcionará los datos precisos para salir al paso de las necesidades actuales de formación de sus alumnos e intentar prepararlos para el mundo futuro que intuye” (n.35) Las ORIENTACIONES EDUCATIVAS SOBRE EL AMOR HUMANO (1983) –Pautas de educación sexual-, luego de señalar algunos principios fundamentales de la concepción cristiana de la sexualidad, dedica en el capítulo II tres puntos para hablar de la responsabilidad en la educación para el uso de los instrumentos de comunicación social: “En el mundo actual los instrumentos de la comunicación social, con su irrupción arrolladores y fuerza de sugestión, ejercen sobre los jóvenes y los menores, en general y sobre todo el campo de la educación sexual, una continua y condicionante obra de información y de amaestramiento bastante más incisiva que aquella propia de la familia. Juan Pablo II ha indicado la situación en la que vienen a encontrarse los niños frente a los instrumentos de comunicación social: ‘Fascinados y privados de defensas ante el mundo y ante los adultos, los niños están naturalmente dispuestos a acoger lo que se les ofrece, ya se trate del bien o del mal… Los niños se sienten atraídos por la ‘pequeña pantalla’ y por la ‘pantalla grande’: siguen todos los gestos que aparecen en ellas y perciben, antes o mejor que cualquier otra persona, las emociones y sentimientos consiguientes’. Hay que destacar, además, que por la misma evolución tecnológica se hace menos fácil el realizar oportunamente el necesario control. De aquí la urgencia, aun con miras a una recta educación sexual, de que los destinatarios, sobre todo los jóvenes, procuren acostumbrarse a ser moderados y disciplinados en el uso de estos instrumentos; pongan, además, empeño en entender bien lo oído, visto y leído; dialoguen con los educadores y peritos en la materia y aprendan a formar recto juicio. En defensa de los derechos del niño en este campo, Juan Pablo II estimula la conciencia de todos los cristianos responsables, en particular de los padres y de los operadores de los medios de comunicación social, para que no escondan, bajo pretexto de neutralidad o de respeto por el espontáneo desarrollo del niño, lo que en realidad constituye un comportamiento de preocupante desinterés. Las autoridades civiles tienen peculiares deberes en esta materia en razón del bien común, el cual exige que un reglamento jurídico de los instrumentos de comunicación social proteja la moralidad pública, en particular del mundo juvenil, especialmente en lo que concierne a revistas, filmes, programas radio-televisivos, exposiciones, espectáculos y publicidad”. (nn.66-68) La Sagrada Congregación para la Educación Católica, lanzó en 1986 el documento: ORIENTACIONES SOBRE LA FORMACION DE LOS FUTUROS SACERDOTES PARA EL USO DE LOS INSTRUMENTOS DE LA COMUNICACIÓN SOCIAL. “El influjo siempre más vasto y profundo que en estos últimos decenios están ejerciendo los instrumentos de la comunicación social en casi todos los aspectos, los sectores y las relaciones de la sociedad, creando en ella nuevos problemas, ha inducido al Magisterio a multiplicar las enseñanzas y normas, para tutela y provecho, no sólo de los fieles y de todo hombre de buena voluntad, sino también de cuantos en el mundo de hoy, están llamados a ejercer el sacerdocio ministerial. En conformidad con estas orientaciones oficiales de la Iglesia, también esta Congregación, desde 1970, disponía en la Ratio fundamentalis institutionis sacerdotalis-después de haber proporcionado indicaciones generales sobre los problemas de los instrumentos de la comunicación social-que en los Seminarios fueran formados los futuros sacerdotes para el recto uso de los mismos, con la triple finalidad: "que puedan valerse por sí mismos y formar a los fieles en lo referente a estos medios, y utilizarlos eficazmente en el apostolado"; y el año siguiente, la Instrucción Pastoral Communio et progressio recalcaba este programa, anotando: "Para que no estén completamente alejados de las realidades de la vida y asuman sin preparación la tarea apostólica, los futuros sacerdotes y los religiosos y religiosas, durante su formación en Seminarios y Colegios, han de estudiar la influencia de estos medios de comunicación sobre la sociedad humana y aprender su uso técnico. Esta preparación es parte de su formación integral". (Intr. n. 4) En 1988 la Sagrada Congregación para la Educación Católica da orientaciones para la reflexión y revisión de la DIMENSION RELIGIOSA DE LA EDUCACION EN LA ESCUELA CATOLICA. Hablando allí, de los jóvenes ante la dimensión religiosa de la vida, hace referencia al gran número de escuelas católicas que se encuentran en aquellas partes del mundo donde se producen actualmente profundos cambios de mentalidad y de vida: áreas urbanas e industrializadas. “…Se caracterizan por la amplia disponibilidad de bienes de consumo, múltiples oportunidades de estudio, complejos sistemas de comunicación. Los jóvenes están en contacto con los ‘Massmedia’ desde los primeros años de su vida. Escuchan opiniones de todo género. Se les informa precozmente de todo”. (n.8) A continuación señala la carencia de puntos de referencia religiosa y moral. 3. Documentos varios sobre educación El MENSAJE A LOS COLEGIOS CATOLICOS de la Comisión Episcopal de Educación (Buenos Aires, 1968) trata de la misión salvífica de la escuela católica y las consecuencias de ésta para la pastoral educativa, señalando que a la par que se abre como conviene al progreso actual, educará a sus alumnos para conseguir eficazmente el bien de la ciudad terrestre y los preparará para servir a la difusión del Reino de Dios, a fin de que, con el ejercicio de una vida ejemplar y apostólica, sean como el fermento salvador que penetre de espíritu cristiano la mentalidad y las costumbres, las leyes y las estructuras de la comunidad humana. Sin hacer mención explícita de los medios de comunicación, éstos estarían incluidos en aquella técnica que ha de ser juzgada a la luz de los últimos tiempos: “Si nuestra educación quiere ser vital y profunda ha de estar iluminada por la realidad escatológica de Cristo y conducir al encuentro personal y definitivo con El (…) Toda nuestra acción educativa se proyecta así en perspectiva de porvenir. El mundo del saber, del trabajo, de la técnica es juzgado a la luz de los tiempos postreros”. (p 2 pto.3) El documento de MEDELLIN (1968) en el capítulo referido a la educación, puntualizando las características de la educación en América Latina, presenta como una preocupación nueva la educación asistemática de creciente importancia: “medios de comunicación social, movimientos juveniles y cuanto contribuye a la creación de una cierta cultura popular y al aumento de deseo de cambio” (n.5) Medellín afirma que la educación latinoamericana está llamada a dar una respuesta al reto del presente y del futuro, para nuestro continente, para liberar a nuestros hombres de las servidumbres culturales, sociales, económicas y políticas que se oponen a nuestro desarrollo. En la Declaración del Episcopado Argentino de abril de 1969, los obispos afirmaban: “El Episcopado Argentino estima necesario que los establecimientos educativos católicos lleguen a las zonas periféricas y marginales, sin abandonar las actuales obras, con especiales facilidades para la niñez y la adolescencia; que el acceso a todos los niveles de la enseñanza sea allanado a las clases menos favorecidas económicamente, lo cual se cumple ya en muchos casos de manera ejemplar y digna de elogio; y que se preste especial atención a la enseñanza asistemática a través de los medios de comunicación social, de los movimientos juveniles y de cuanto contribuya a la creación de una cierta cultura popular” En los párrafos referidos a la educación, el DOCUMENTO DE PUEBLA (1979), luego de recordar que para la Iglesia educar al hombre es parte integrante de su misión evangelizadora, hace una observación de la situación, con estas expresiones: “La labor educativa se desenvuelve entre nosotros en una situación de cambio socio-cultural, caracterizada por la secularización de la cultura, influida por los medios masivos de comunicación y marcada por el desarrollo económico cuantitativo…” (n.1014) “La creciente demanda educativa de diversa índole plantea también a la Iglesia nuevos retos, no sólo en el campo de la educación convencional (colegios y universidades), sino también en otros: educación de adultos, educación a distancia, noformal, asistemática, estrechamente ligada al notable desarrollo de los medios modernos de comunicación social y, finalmente las amplias posibilidades que ofrece la educación permanente” (n.1018) Como urgencias pastorales en el campo de la educación señala la necesidad de “promover la educación popular (educación informal) para revitalizar nuestra cultura popular, alentando ensayos que por medio de la imagen y el sonido hagan creativamente manifiestos los valores y símbolos hondamente cristianos de la cultura latinoamericana” (n.1047) El 2 de junio de 1980, el Papa Juan Pablo II en un discurso ante la UNESCO abordó el problema de los medios de comunicación social: “Esta soberanía que existe y que tiene su origen en la cultura propia de la nación y de la sociedad, en la primacía de la familia en la acción educativa y, por fin, en la dignidad personal de todo hombre, debe permanecer como el criterio fundamental en la manera de tratar este problema importante para la humanidad de hoy, que es el problema de los medios de comunicación social (de la información vinculada a ellos y también de lo que se llama la ‘cultura de masas’). Dado que estos medios son los medios ‘sociales’ de la comunicación, no pueden ser medio de dominación sobre los otros, tanto por parte de los agentes del poder político, como de las potencias financieras que imponen su programa y su modelo. Deben tener en cuenta la cultura de la nación y su historia. Deben respetar la responsabilidad de la familia en el campo de la educación. Deben tener en cuenta el bien del hombre, su dignidad. No pueden estar sometidos al criterio del interés, de lo sensacional o del éxito inmediato, sino que, teniendo en cuenta las exigencias de la ética, deben servir a la construcción de una vida ‘más humana’”. (n.16) En los textos referidos al tema educativo del documento IGLESIA Y COMUNIDAD NACIONAL (1981), luego de plantear los problemas educaciones presentes en la cultura y señalar la tarea educadora de la escuela, como la institución educativa más importante, se sostiene con muy sólidos fundamentos, el derecho de todos los hombres ala educación que incluye el derecho a la educación de todo el hombre (formación integral). “Estas notas distintivas de la educación según el pensamiento de la Iglesia, que aquí parece oportuno recordar, deben verse hoy, además, en el marco de una sociedad caracterizada por la pluralidad de ideas, valores, modos de pensar y opinar” (n.157) En el documento EDUCACION Y PROYECTO DE VIDA del Equipo Episcopal de Catequesis (1985) se aborda el tema de la educación por considerarla el camino más eficaz para la renovación seria y profunda de la vida social y política. El documento recuerda que además de la escuela, la familia, los pastores, psicólogos, trabajadores sociales, etc., “no menor responsabilidad educativa tienen, de hecho, los agentes de los medios de comunicación social, a quienes se dirige también dicho documento por su mayor gravitación en el clima cultural del pueblo y, sobre todo, por su influencias plasmadora en la mente y el corazón de las nuevas generaciones”. (3, pto.7) En el capítulo I, “La verdad sobre el hombre, imagen directriz de la educación” se habla de la tare de educar como empeño de ayudar al hombre a lograr su plenitud, partiendo de una adecuada concepción del hombre como persona en comunidad de personas. “Esclarecer y justificar esta imagen resulta tanto más imperioso e imprescindible para educar en el mundo de hoy cuanto que, a través de los diversos medios de impacto cultural, se promueven modelos fuertemente atractivos, pero que alejan al hombre de su ser y su quehacer esenciales. Tales concepciones del hombre convierten la educación en manipulaciones de diverso signo, o le proponen al hombre visiones positivistas que lo cierran a la trascendencia, lo reducen a categorías de eficiencia y rentabilidad y sólo le ofrecen como meta el egoísmo del placer y el poder”. (n.1) Dentro de los fines de la educación que plantea el documento, se señalan metas de madurez que son la identidad y el sentido del hombre. Entre otras, puntualiza: “Correlativamente, resulta indispensable tener el marco de referencia de una cosmovisión congruente a la luz de la cual surjan claras y rectas convicciones respecto al sentido, valor y uso del poder, de las posesiones, el dinero, la fama, el éxito, el sexo, el ocio, la publicidad, los medios de comunicación social, etc.” (n.34) Educación y Proyecto de Vida afirma que la educación que suprime el juicio crítico, que no despierta el sano sentido crítico, no es verdadera educación, sino amaestramiento, domesticación y abuso del dominio de unos sobre otros, ya que “se advierten nuevas situaciones creadas por los adelantos de la ciencia y de la técnica que ponen sobre el tapete del debate público cuestiones referentes a la vida humana, sobre la cual no se puede opinar con tanto ligereza como suelen hacerlo muchos medios de comunicación social que, lejos de tener un propósito educativo, siembran indiscriminadamente las más falaces ideas sobre contraconcepción, aborto, eutanasia y suicidio” (cf. n.45) Cuando el documento hace una revisión y replanteo de la escuela católica argentina en el contexto nacional, reconoce el positivo esfuerzo de renovación en la línea del Concilio Vaticano II que se ha realizado, e invita proseguir, sobre todo en algunos puntos importantes. Uno de ellos: “Desarrollar grupos entendidos en medios de comunicación de masas para potenciar su posibilidad educativa” Entre las opciones y prioridades señaladas en el capítulo 3, se reconoce a la educación católica como aquella que ha de iluminar a los laicos en sus responsabilidades específicas. “En efecto toca a ellos la transformación de las estructuras sociales para que imperen el amor y la justicia entre todos los hombres según el designio de Dios. Son los laicos quienes han de llevar el espíritu evangélico a las actividades políticas, económicas, sindicales, etc.” (cf. n. 168) Conclusión Con este trabajo espero haber presentado los párrafos más significativos sobre la realidad de los medios de comunicación social en los documentos del Magisterio de la Iglesia sobre educación. Desde hace tiempo la Iglesia tiene presente el poderoso impacto social de los instrumentos de la comunicación, entendidos muchas veces como “la escuela paralela”. De allí que no puede prescindirse de ellos al hablar sobre educación. En primer lugar son los docentes quienes deben tener presente que los alumnos de hoy tienen intereses visuales mucho más desarrollados que los de hace unos años atrás y son mucho más concientes de las ideas y de los acontecimientos extra-familiares y extra-escolares. El niño y el joven de hoy son moldeados por los medios de comunicación, sienten marcada predilección por la imagen, por lo lineal, por lo fragmentario, por lo vivencial, por lo inmediato…y difícilmente toleran el ambiente del aula tradicional, muy jerarquizada, formalista y falsamente intelectualizada. Es indispensable tener presente esto a la hora de pensar un proyecto educativo en la escuela. Es necesario llegar a la mutua colaboración y complementación venciendo el conflicto existente entre educación y medios de comunicación social. La escuela es la institución que más podría aprovechar las enormes posibilidades que le brindan los medios de comunicación social. Si examináramos la fuente de conocimiento de los niños y los jóvenes, veríamos que ni la familia ni la escuela saldrían vencedoras. Los medios de comunicación social han entrado en abierta competencia con la escuela y con la familia tradicional y hay que convertir esa competencia en mutua colaboración. Por otro lado, es muy de lamentar que los medios no hayan sabido tampoco asumir ese rol educador. Soy conciente de que el tema merecería una mayor amplitud y profundización. Sin embargo me han parecido suficientes los elementos propuestos en el presente trabajo, en términos de una visión de conjunto y como punto de partida para un análisis, una discusión y una reflexión posteriores sobre la relación entre educación y medios de comunicación social. Bibliografía utilizada -CONSUDEC:“Documentos del Magisterio de la Iglesia sobre Educación Católica”, editorial Claretiana, Buenos Aires, 1990. -ORSINI-IRIARTE: “Realidad y Medios de Comunicación”, Ediciones Dabar, México, 1994. -CELAM: “Hacia una teología de la comunicación”, DECOS-CELAM, 1998. (*) Delegado Episcopal para las comunicaciones sociales del Arzobispado de Rosario.