Página | 64 Artículo Original El auxilio y el comprender del ser enfermo en el Servicio de Enfermería del Hospital Manuel Belgrano Fernando Marzano Licenciado en Psicología. Coordinador del área de inter consulta de salud mental del Hospital Zonal General de Agudos Gral. Manuel Belgrano. Docente en la cátedra de Psiquiatría de la Unidad Docente Hospitalaria del Hospital Gral.Manuel Belgrano. Miembro del capítulo de Apsa: interconsulta y medicina de enlace. Resumen Puede repensarse la figura del enfermero como aquel que solo recibe las indicaciones dadas por el médico tratante o los dispositivos hospitalarios, desconociéndose que el paciente emplaza su subjetividad en la relación de ayudas y solicitudes, cobijándose en la tarea asistencial del personal de enfermería como una suerte de garante y eficacia del tratamiento. Considerar en estos encuentros con el servicio de salud mental, las respuestas afectivas que implican a todo aquel que se ocupe del semejante, que se fundan en cualidades intrínsecas con disposiciones anímicas que la labor de asistencia pone en juego. Teniendo en cuenta la crisis social y poder revisar las condiciones laborales en la actividad de enfermería que da muestras de la exigencia y labor del enfermero en nuestro Hospital Manuel Belgrano. Palabras claves: hospital, enfermería, crisis social, angustia, palabra Summary Nurse´s concept can be redefined as that who only receives the instructions of the doctor or the hospital devices not taking into account that the patient requires the nurse’s subjectivity as regards assistance and requests. The patient usually looks for shelter in the assistance provided by the nursing staff as the guarantor of treatment efficiency. The affective responses of all those who follow a service career should be considered in these encounters with the mental health service since such responses are based on intrinsic qualities with the emotional disposition that the assistance work puts at stake. Taking into account the social crisis, we should review the working conditions of the nursing activity. Our hospital, Manuel Belgrano shows the high demands and the work performed by the nurses. Key words: hospital, nursing, social crisis, anguish, word Resumo É possível repensar o papel do enfermeiro como aquele que só recebe as indicações dadas pelo médico tratante ou os dispositivos hospitalares, desconhecendo que o paciente localiza sua subjetividade na relação de ajudas e requerimentos, amparando-se na tarefa assistencial do pessoal de enfermaria como um modo de garantir a eficiência do tratamento. Considerar nesses encontros com o serviço de saúde mental, as respostas afetivas que implicam a todo aquele que se ocupe do semelhante, que se funda em qualidades intrínsecas com disposições anímicas que a tarefa de assistência coloca em jogo. Levando em consideração a crise social e poder revisar as condições de trabalho na atividade de enfermaria que oferece mostras da exigência e trabalho do enfermeiro em nosso Hospital Manuel Belgrano. Palavras chaves: hospital, enfermaria, crise social, angústia, palavra Página | 65 El servicio de Enfermería del Hospital, como toda actividad relativa a la asistencia, desarrolla sus tareas con encomiable voluntad de atención y cuidado de pacientes internados y ambulatorios. A partir del mes de marzo del año 2012, este conjunto de trabajadores de la salud planteó la necesidad de encontrar un espacio de reflexión acerca de su labor. Hacía tiempo manifestaban interés en revisar las condiciones laborales y la marcha de la tarea asistencial y solicitaban mantener encuentros de reflexión con el servicio de salud mental del hospital. El pedido fue atendido. Así surgió un espacio creado para la reflexión y la escucha de lo que acontece a los enfermeros. Pretende ser el sitio mismo donde el enfermero pueda reconstruir su posición profesional y encontrar o reencontrar el tesón para seguir dando respuesta a las múltiples demandas que le son requeridas. Que ellos enfermen por su labor es un observable clínico que se pudo constatar y tiene estricta relación con la angustia en su trabajo. La mirada práctica no alcanza a visualizar el compromiso sensible del personal frente a la asistencia del enfermo. La distancia necesaria ante la angustia del trabajo muchas veces es insuficiente como recurso para protegerse de la impotencia que genera la tarea diaria en el Hospital. Decimos impotencia, término certero que habla, las más de las veces, del particular sentimiento que el enfermero o la enfermera en la misma asistencia encuentran el obstáculo mayor del fracaso de las terapéuticas, o en la emergencia de asistir a cuadros graves. Ellos se ven confrontados con esta realidad a la que diariamente su labor los enfrenta. En este escenario, podemos observar una verdadera lucha del trabajo en enfermería. Una de las cuestiones centrales con las que tienen que lidiar es con la multiplicidad de tareas, que a veces, por escaso personal y por la intensidad de las mismas se acumulan. De este modo, la práctica cotidiana se ve sobrecargada, tal como se dice comúnmente “no dan abasto”. El enfermero cuenta con un registro de signos y una observación clínicamente precisa que ayuda a la hora de evaluar al paciente. Esas palabras del enfermero, previas al encuentro con el paciente amplían la observación de quien realiza la consulta. Su trabajo no solo consiste entonces en la asistencia al enfermo, sino además son quienes con- tactan con los familiares, los que reciben sus reclamos, sus quejas, sus demandas. Además suelen ser interrogados numerosas veces por el estado de salud de los pacientes y no hay duda de que no dejan de percibir las emociones particulares, a veces dolorosas o desgarradoras de los familiares de los enfermos. No se pueden permitir ninguna ansiedad, buscan neutralizar su angustia y la sensibilidad que sostienen multiplicando su tarea. Muchas veces, se encuentran con el horror de la automatización de la práctica que da la apariencia de insensibilidad frente a su quehacer. Nada más ajeno, porque están sujetos a respuestas íntimas, a respuestas propias de su cuerpo, no sólo debido al cansancio de una labor de exigencia, sino porque el destino de sus emociones alcanza a lo íntimo de su ser. Nos hemos reunido muchas veces y hemos escuchado sus manifestaciones. Ellos mismos se han preocupado en elaborar lo que les pasa, sus dolores, sus emociones, sus problemáticas. Han podido hablar de sus experiencias y de su práctica que debe estar sujeta a elogio, no solo por lo incansable que se muestra, sino también por lo que deben enfrentar en su labor. Una vez más, son ellos quienes administran, controlan y alertan sobre las carencias y las falencias de insumos, debiendo lidiar con lo insuficiente que suelen resultar. Quiérase o no el personal de enfermería es testigo eficaz de la marcha y funcionamiento y de la historia del Hospital y puede dar cuenta de los pasos, de las vicisitudes, de los acontecimientos políticos- sanitarios que aquejan, aquejaron y aquejarán a la asistencia pública. Sería bueno escucharlos en relación a cuál es el testimonio real y eficaz de un desarrollo genuino para la tarea de enfermería. Ramón Carrillo pensaba al Hospital como una estructura de integración formal de las prácticas. Solventando esto, de alguna manera, en la mirada no solo puesta en el trabajo con el paciente sino además en la puesta en valor de la tarea del profesional a cargo para darles también el necesario resguardo, cuidado y reconocimiento a su trabajo. No basta con el reconocimiento, si ellos son partícipes también de una lucha incansable para sostener la salud pública de la Argentina. Hay una evidencia cierta del imaginario del Hospital público que Página | 66 procede de otra época, de la década del sesenta. Esta referencia se ha desajustado con el paso del tiempo frente a los avatares de la implementación de políticas sanitarias que escasamente satisfacen las necesidades de la población hospitalaria. Decididamente carecieron del impulso y el sostén, mediante recursos y personal, en una declinación de las bondades del Hospital público de aquella época. Tales bondades, sólo se solventan por el espíritu de los profesionales que no ha cambiado, sigue siendo el mismo. Uno puede preguntarse cuál es el fundamento, ya no samaritano en sí mismo, sino el fundamento de una alta condición sanitaria en el que las cualidades profesionales, el esmero y la dedicación de los profesionales de la salud está por encima de las condiciones que le asisten al ámbito donde desarrollan su tarea. Frente a un contexto de fuerte deterioro y crisis social, la tarea del enfermero está atravesada, también, por la conflictiva que subyace a esta compleja realidad. Se encuentra a diario sin insumos y con condiciones de un sistema hospitalario poco favorable, como la sobrecarga de trabajo, el escaso personal, las bajas remuneraciones y sumado a esto la gran dificultad que se les plantea en la utilización del transporte: el tiempo dedicado para llegar a su jornada laboral, el alto costo económico que representa necesitar más de un medio de transporte para acercarse a su lugar de trabajo y las malas condiciones de los mismos. Toda esa carga incide en su desempeño, cuestiones que hay que tener en cuenta en relación a la mirada y la observación sobre la performance profesional de los empleados en el sistema sanitario del Hospital. Evidentemente, la comunidad ha cambiado, y con ella podemos percibir una aguda fragmentación y descomposición social. El paciente muchas veces se muestra díscolo y no es receptable en términos de auxilio y anhelo. Generalmente nos encontramos con un paciente violentado, dañado por algunos vicios o con personalidades muy propias de este tiempo, donde se destaca la agresividad y la pérdida elemental del trato decoroso al profesional que lo asiste. También nuestro hospital recibe pacientes con patologías del lenguaje, dificultades comprensivas y limitaciones intelectuales. No es infrecuente la amenaza, por lo cual puede haber profesionales que trabajen con miedo, con temor. Encontramos a diario en la crónica policial la denuncia de hechos de violencia en el interior de los hospitales, puede señalarse, entonces, como una modalidad a estos acontecimiento propios de estos tiempos digámoslo, de hace veinte años por lo menos. Es preciso volver a la pregunta que se realizaba Ramón Carrillo de qué es un hospital. Hace cincuenta años “destacaba la impronta del sentido social, los métodos de acción e interrogaba acerca de si la inauguración por sí sola era la manera de avanzar o progresar, sin pensar que se trata de un recinto que alberga el sufrimiento humano. Afirmaba que el Hospital es el producto de un esfuerzo de sentido social y la asistencia que reclama el necesitado es un derecho”. Si el conjunto de trabajadores puede hablar de lo que les pasa, pues entonces puede reconstruirse en algún sentido el campo de sus ideales. Son esos elementos que favorecen su posición en la tarea que desempeñan. Procurar un efecto de mejora, en el cuidado y la mirada fundamentalmente hacia el padeciente, sujeto enfermo que acude al hospital en condiciones básicamente extremas por las características socioculturales del ámbito en el cual está situado el hospital. Es importante destacar que es la institución quién colabora y ayuda a que puedan realizarse estos encuentros, favoreciendo en mucho la disponibilidad de horarios para que puedan concurrir todos aquellos que estén interesados, así como también brindando un lugar como es el salón de reuniones. La frecuencia de trabajo en nuestras reuniones se fija en cada encuentro con cada servicio. De este modo acordamos las fechas de las próximas reuniones, donde pueden adelantarse o posponerse, no en mucho tiempo, en función de las exigencias y las necesidades laborales que surgen en lo cotidiano. Uno de los resultados que se puede comenzar a definir al transcurrir estos encuentros, desde el año anterior a este, es que en la tarea del enfermero se ha desplazado la queja a otra función, habiendo una suerte de reconocimiento en el valor de la palabra. Podemos decir con medido entusiasmo que la mirada al padecimiento ha cambiado. Las evoluciones de los pacientes y los fracasos comienzan a ser el tema cuando dicen o hablan a propósito de su labor. Indudablemente podemos dar cuenta que Página | 67 mejora el encuentro del personal de enfermería con los pacientes en el Hospital, una mejora sustancial. Entonces podemos observar que, progresivamente retorna la mirada del enfermero hacia el sufrimiento del paciente. Es necesario un reconocimiento institucional a este efecto, no porque sea obligatorio que sean respetuosos, sino porque efectivamente se recompone la instancia laboral en la cual la dignidad de cada sujeto en su labor, en su tarea cotidiana, recupera su valor en sí, como es asistir al que sufre, asistir al enfermo y a la vez asistir al profesional que se hace cargo de la conducción de un tratamiento. Debemos decirlo: “no es poco lo que hacen”. Diremos entonces, que cuando las personas comienzan a reflexionar sobre sus cosas, sus vidas, sus asuntos, sus trabajos, surge en ellas interrogantes que los sorprenden, promueven e incluso angustian. Otro resultado para destacar es que en los encuentros casuales en los pasillos del hospital, los enfermeros solicitan breves entrevistas para dar cuenta de lo que les pasa, dándole valor a la palabra y a las intervenciones realizadas. La apertura de estos espacios, fuera de lo cotidiano, les otorga la posibilidad de expresar preocupaciones laborales y poder construir desde su deseo íntimo la excelencia de su trabajo, mejorando al máximo las condiciones de satisfacer a pleno las necesidades de un ser que sufre. Es evidente que hay una intención de mantener una mirada muy atenta por parte de las autoridades del Hospital en darle al personal de enfermería la dignidad y el reconocimiento que tal vez en otra época había declinado. Pues bien, puede hablarse de crisis en la salud pública pero en el interior del hospital los trabajadores de la salud, los enfermeros en este caso, continúan con su tarea y trabajan resistiendo en muchos casos la automatización de la misma. Silenciosos, tal como ese icono que los muestra con el dedo índice llamando al silencio, es lo que los hace muchas veces callar y no gritar la desdicha de una práctica, que más de una vez fracasa por negligencias de los planes sanitarios. Es bueno que hablen, es bueno que nos cuenten a nosotros, terapeutas, cual es su sentir, cual es su pensamiento, que es lo que les pasa en su entendimiento, que siempre es más listo que lo que uno supone en su práctica activa. Porque saben mirar, saben escuchar, más de una vez son los que alertan sobre un estado de cosas que la mirada clínica, la mirada médica, la mirada profesional no alcanza, no llega. Son los cercanos y próximos al enfermo, son los prójimos calificados, en el auxilio y en la comprensión del ser enfermo. Bibliografía 1. 2. Maristella Svampa. La sociedad excluyente Taurus 2005. Petit Michéle.Lecturas: del espacio íntimo al espacio público.F.CE.2008. 3. Ramón Carrillo. Teoría del Hospital-1951-. Obras completas I. Eudeba. Buenos Aires. 4. La redacción del trabajo fue sobre la base en las notas y transcripciones durante la tarea misma con el personal de enfermería. 5. egistro observacional realizado en el campo laboral del enfermero. 6. Maristella Svampa. La sociedad excluyente. Taurus 2005. 7. Michele Petit .Lecturas: del espacio íntimo al espacio público.F.CE.2008. 8. Ramón Carrillo. Teoría del Hospital-1951-. Obras completas I. Eudeba. Buenos Aires. 9. Trabajo realizado en el Hospital Zonal de agudos Manuel Belgrano del partido de San Martín, Pcia. de Buenos Aires. Director del Hospital: Dr. Francisco Attaguile. Jefe de Servicio de Salud Mental: Dr. Juan Carlos Papich. 10. La redacción del trabajo fue sobre la base en las notas y transcripciones durante la tarea misma con el personal de enfermería. 11. Registro observacional realizado en el campo laboral del enfermero.