TEMA 3 LIBERALISMO Y NACIONALISMO (1789-1870) 1.- LA REVOLUCIÓN FRANCESA (1789-1799).2.- NAPOLEÓN BONAPARTE (1799-1814).3.- LA EUROPA DE LA RESTAURACIÓN (NO) 4.- LAS REVOLUCIONES LIBERALES (1820-48).5.- LA CONSTRUCCIÓN DE LOS ESTADOS NACIONALES.- 1.- LA REVOLUCIÓN FRANCESA (1789-1799).En 1789 se inició la Revolución francesa que puso fin al Antiguo Régimen, abriendo las puertas a una nueva sociedad de carácter liberal. 1.1.- LAS CAUSAS DE LA REVOLUCIÓN.En la Francia de finales del XVIII, amplios sectores sociales deseaban cambios profundos. A lo largo del siglo se había producido una subida de los precios y un auge de los negocios y la industria. La burguesía conseguía elevados beneficios económicos, pero su progreso topaba con las reglamentaciones que interferían el libre comercio y la libre producción. Además, la ordenación estamental y los privilegios de sangre le impedían acceder al poder político. Animados por las nuevas ideas ilustradas, los burgueses reclamaban cambios políticos que acabasen con el intervencionismo estatal, los privilegios aristocráticos y el absolutismo. Frente a la burguesía, una poderosa aristocracia se aferraba al viejo modelo feudal. Los privilegiados veían con preocupación como el alza de precios perjudicaba a quienes, como ellos, vivían de rentas fijas y se esforzaban por consolidar y aumentar sus privilegios, oponiéndose ferozmente a cualquier intento de cambio. En este contexto, una grave crisis económica acabó de complicar la situación. Por un lado, las condiciones de vida del campesinado se vieron agravadas por el aumento de las cargas feudales como reacción de los señores a la disminución de sus ingresos. Además, las malas cosechas de la década de 1780 abocaron a la miseria a miles de familias y las protestas se multiplicaron. En la ciudad, el alza de los precios agrarios comportó la carestía de los productos básicos, provocando el hambre y el malestar del pueblo. Por otro lado, una crisis industrial en 1786, originada en parte por la apertura del mercado francés la concurrencia inglesa, trajo consigo el cierre de muchos talleres y fábricas y acentúo el paro entre los trabajadores. Las huelgas y los motines se incrementaron en vísperas de la revolución. Finalmente, las finanzas reales estaban en una situación de déficit crónico debido, sobre todo, a que la aristocracia no pagaba impuestos y el Tercer Estado cargaba con todos los tributos. Cuando la participación de Francia en la guerra de independencia de EE.UU. (1776-1783, Tratado de Versalles) aumentó los gastos, la hacienda francesa entró en bancarrota. 1 1.2.- LA CONVOCATORIA DE ESTADOS GENERALES.Calonne, ministro de Luis XVI, propuso la contribución de la nobleza al pago de impuestos como única medida para aliviar la situación. La nobleza se opuso radicalmente a las diversas peticiones de pago, alegando que sólo los Estados Generales podían aprobar nuevas cargas fiscales. La rebelión nobiliaria provocó una grave crisis política y obligó al monarca Luis XVI, en 1788, a convocar los Estados Generales para el mes de mayo de 1789. La situación de descontento general en Francia explica la intensa agitación política que se produjo para elegir a los representantes de cada estamento y para elaborar los denominados Cuadernos de Quejas, que recogían las peticiones al rey. Todos los cuadernos mostraban el descontento con la monarquía, pero los del Tercer Estado, además, incorporaban aspiraciones como la supresión de los derechos feudales o la abolición de privilegios, y propuestas revolucionarias como una Constitución, la soberanía de la nación y las libertades políticas. Durante el invierno y la primavera de 1788-89, los sectores más ilustrados de la burguesía obtuvieron su primera reivindicación: contar en los Estados Generales con el mismo número de representantes que la nobleza y el clero juntos. Esto era esencial para el desarrollo de una estrategia en la que los diputados del Tercer Estado se presentarían como los legítimos representantes de la nación francesa. 1.3.- LA RUPTURA DE JULIO DE 1789.Los Estados Generales se abrieron en Versalles el 5 de mayo de 1789. Las reuniones y deliberaciones se hacían, según la tradición, de forma separada por estamentos (nobleza, clero y Tercer Estado), y cada estamento tenía un único voto. La nobleza y el clero estaban seguros de imponer su voluntad, pero inmediatamente los representantes del Tercer Estado reclamaron la reunión conjunta de los estamentos y el voto por persona. Sólo así podrían hacer valer su número. El rey y los privilegiados se negaron a tal pretensión y las sesiones de los Estados Generales se suspendieron. Los representantes del Tercer Estado, en claro desafío a Luis XVI, se reunieron el 20 de junio en un pabellón de París, el Jeu de Paume, se constituyeron en Asamblea Nacional y juraron no abandonar el lugar sin haber dotado a la nación de una Constitución que garantizase sus derechos. Con la adhesión de una parte del clero y de una minoría nobiliaria (Lafayette), llevaron la agitación a la calle, y con el apoyo popular, abrieron paso a la revolución. El monarca cedió a las demandas y los Estados Generales se transformaron en Asamblea Nacional Constituyente el 9 de julio. La llegada de unos 20.000 soldados a París alimentó la idea de una intervención militar para acabar con la Asamblea. Los diputados llamaron a la movilización, que culminó el 14 de julio con el asalto a la prisión de la Bastilla, símbolo del absolutismo. En París y en muchos lugares de Francia, los revolucionarios formaron cuerpos armados de defensa, la llamada Guardia Nacional. Estas acciones consagraban la irrupción de las masas en el proceso revolucionario y suponían una ruptura con el absolutismo. Las noticias de lo sucedido en París se propagaron por el campo francés y una verdadera revuelta antiseñorial, con episodios muy violentos, se extendió por toda Francia (Gran Miedo). Los campesinos se negaban a pagar las rentas y pedían el reparto de la tierra, atacaban castillos e incendiaban casas, campos y archivos señoriales. Asimismo, exigían el control de los productos de primera necesidad y el castigo de los especuladores y los funcionarios corruptos. 1.4.- LA ASAMBLEA NACIONAL CONSTITUYENTE (1789-1791).Los diputados de la Asamblea Nacional Constituyente tenían que legislar para abolir el Antiguo Régimen, pero también debían satisfacer a una población que defendía la 2 revolución con las armas y que, por primera vez, era protagonista de los cambios políticos. En primer lugar, se procedió a la abolición jurídica del feudalismo (decretos de 4 y 11 de agosto). Los estamentos, la servidumbre personal, los diezmos, las rentas y la justicia señoriales fueron suprimidos, si bien los campesinos debieron pagar una indemnización a los antiguos señores. En segundo lugar, se aprobó la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano (26 de agosto 1789), que otorgaba a los franceses la condición de ciudadanos libres e iguales ante la ley, dotados de derechos naturales, políticos y de propiedad. Reconocía el derecho a la resistencia contra la opresión y estableció la soberanía de la nación, como expresión de la voluntad general. Igualmente, se inició la redacción de una Constitución, que fue aprobada en septiembre de 1791. El texto constitucional definía una monarquía constitucional, basada en la división de poderes: el ejecutivo, en manos del rey, el legislativo, desempeñado por la Asamblea, y el judicial, gratuito y ejercido por jueces electos. Se mantuvo el derecho a veto del rey, que le permitía bloquear leyes, y se estableció el sufragio censitario e indirecto, que limitaba la participación a los ciudadanos activos (unos 4,5 millones), definidos por un determinado nivel de renta. Se impuso una nueva división territorial (83 departamentos), se abolieron las aduanas interiores y se estableció la libertad de comercio. Se declaró a todos los ciudadanos iguales ante la fiscalidad y se aumentaron los impuestos directos sobre las fortunas y propiedades. Se garantizó la libertad de empresa y se prohibieron los gremios y cualquier asociación de empresarios o de trabajadores (Ley de Le Chapelier). Para resolver el déficit financiero, se llevó a cabo una desamortización (expropiación y venta de los bienes de la Iglesia) y, en contrapartida, el Estado aseguró el mantenimiento del culto y el clero. También se separó la Iglesia del Estado y autorizó el divorcio. Una Constitución Civil del Clero (1790) impuso el juramento constitucional a los eclesiásticos y provocó la división entre los sacerdotes refractarios (que se negaban a jurar la Constitución) y los constitucionalistas. 1.5.- LA RADICALIZACIÓN DE LA REVOLUCIÓN: LA CAÍDA DE LA MONARQUÍA (1791-1792).El proceso revolucionario tuvo que hacer frente a la oposición de los antiguos privilegiados, contrarios a las reformas. Los nobles emigrados al extranjero y los eclesiásticos refractarios alentaban la intervención de las potencias europeas para restablecer el Antiguo Régimen, especialmente de Austria, país de origen de la reina María Antonieta. Además, el frente patriótico, que en 1789 impulsó la creación de la Asamblea Nacional, empezó a dividirse. Un grupo formado por los monárquicos liberales y la burguesía propietaria (constitucionalistas) intentaba frenar las conspiraciones los absolutistas y, al mismo tiempo, las demandas más revolucionarias. Para ellos, la revolución había conseguido, con las reformas de 1791, todos sus objetivos. Medidas como el derecho a veto del rey, la obligación de rescatar los derechos feudales y el sufragio censitario mostraban la voluntad de este sector moderado de respetar la monarquía, el derecho a la propiedad e impedir el acceso a la política de los sectores populares. Pero otro sector más radical de la burguesía reclamaba una organización más democrática de la vida política y reformas de tipo económico que beneficiase a los más desfavorecidos. En junio de 1791, un hecho vino a agravar la situación. La familia real intentó fugarse de Francia para reunirse con las tropas austriacas e iniciar la invasión del país, pero fue descubierta en Varennes y enviada de vuelta a París. La difusión de la noticia desprestigió la monarquía ante el pueblo y radicalizó a los sectores más revolucionarios. En octubre de 1791, una vez elaborada la Constitución, se eligió a los diputados del nuevo parlamento o Asamblea Legislativa. Muchos de los nuevos diputados formaban parte de clubes o 3 sociedades: a la derecha, el Club de los Feuillants; y a la izquierda, el de los Girondinos (Condorcet), el de los Jacobinos (Robespierre, Saint-Just) y el de los Cordeliers (Hébert, Desmoulins). Ante la actitud reacia de la monarquía, los grupos más radicales empezaron a reclamar la república. El 20 de abril de 1792, la Asamblea decidió declarar la guerra a Austria, considerada el foco de la contrarrevolución. Las primeras acciones bélicas fueron desastrosas para los franceses, cuya oficialidad, formada básicamente por nobles, se pasó al enemigo. La amenaza de las tropas austriacas, dirigidas por Brunswick, sobre París, y la complicidad del monarca con el enemigo exasperaron los ánimos. Los sans-culottes de París (artesanos, pequeños propietarios, tenderos, asalariados…) y los batallones de ciudadanos armados, que desde las provincias acudieron a defender la capital, exigieron la abolición de la monarquía. La insurrección estalló el 10 de agosto de 1792 con el asalto a las Tullerías, donde estaba refugiada la familia real. El triunfo popular significó el arresto del rey la convocatoria de elecciones por sufragio universal masculino. 1.6.- LA CONVENCIÓN NACIONAL: UNA REPÚBLICA DEMOCRÁTICA (1792-1795).La nueva Asamblea, ahora llamada Convención Nacional, se formó el 20 de septiembre de 1792, el día de la batalla de Valmy, que supuso la primera victoria del nuevo ejército republicano contra los absolutistas europeos. Su primera medida fue la abolición de la monarquía y la proclamación de la república. La Convención girondina.El gobierno estaba en manos de los girondinos, quienes adoptaron posiciones moderadas que disgustaron a las masas populares. En la Convención, una serie de problemas fueron enfrentando a los girondinos con los montañeses (jacobinos, cordeliers, etc.), convertidos en la voz de los más radicales. En medio, numerosos diputados (la Llanura) apoyaban a una u otra opción. El primer problema era qué hacer con el rey Luis XVI. Los girondinos eran partidarios de castigarlo por traición pero no querían procesarlo hasta que no acabara la guerra, temerosos de que su condena a muerte diera un carácter muy radical a la revolución. Los jacobinos querían procesarlo y la presión popular (sans-culottes) obligó a juzgarlo y condenarlo: Luis XVI fue guillotinado (21/01/1793) y María Antonieta, algunos meses después. La ejecución del monarca acentuó las divisiones en la Convención y dio impulso a una coalición europea antirrevolucionaria (Austria, Prusia, España, Holanda e Inglaterra). Para frenar a los ejércitos coaligados, la convención realizó nuevas levas obligatorias. La situación se agravó con la insurrección campesina del departamento de la Vendée, provocada por el hambre y las nuevas levas. Iniciada durante la primavera de 1793, fue animada por los curas refractarios y los nobles, que impulsaron la formación de un ejército realista. Mientras, en París, los sans-culottes reclamaban reformas sociales y económicas igualitarias ante la falta de alimentos, el acaparamiento y la especulación. Pero el gobierno girondino se negaba a tomar medidas. Los jacobinos creyeron que había llegado el momento de dar un golpe de timón y de llevar a cabo una experiencia nueva de gobierno social y democrático. La Convención jacobina: el Terror.En los últimos días de mayo y primeros de junio de 1793, con el apoyo de los sans-culottes en las calles, los jacobinos arrestaron y ejecutaron a algunos de los principales dirigentes girondinos e inauguraron la etapa de la Convención jacobina, la más radical de la Revolución. Aprobaron una nueva Constitución (1793) que estableció la soberanía popular y el sufragio universal masculino. Amparándose en la excepcionalidad de las circunstancia (guerra, contrarrevolución, etc.) establecieron un gobierno revolucionario, que suspendió las garantías constitucionales e inició una política conocida como el Terror, cuyo objetivo principal era acabar 4 con los enemigos interiores y exteriores de la Revolución y satisfacer a los sectores populares más radicalizados. El Comité de Salvación Pública, controlado por Robespierre, concentró todos los poderes y tomó medidas excepcionales: detenciones, juicios expeditivos y ejecución de numerosos sospechosos de actitudes contrarias al proceso revolucionario, reorganización del ejército y segunda leva en masa. También se implantaron una serie de reformas sociales pedidas por los sans-culottes: redistribución de la propiedad agraria, precio máximo de los artículos de primera necesidad, castigo a los especuladores, abolición de la feudalidad y salarios mínimos. Además, se tomaron una serie de medidas para cambiar la sociedad francesa: se estableció la educación primaria con carácter gratuito y obligatorio (Ley Pelettier), se aprobó el establecimiento de un nuevo calendario, que marcaba el inicio de la república (1792) como el año I de una nueva era, y se inició un proceso de descristianización, que impulsó festividades laicas y estableció el culto a la razón. A principios de 1794 parecía que la república se había salvado: el ejército vencía al enemigo exterior y la población era auxiliada en sus necesidades. Sin embargo, los más radicales (enragés) reclamaban todavía mayor igualdad, mientras que amplias capas de la burguesía moderada deseaban poner fin a las reformas jacobinas. Ante las críticas, Robespierre y sus fieles (Saint-Just, Couthon) se aislaron y eliminaron a sus adversarios a la derecha o a la izquierda practicando una sangrienta represión. Todos sus enemigos se unieron y consiguieron detenerlos y ejecutarlos el 10 Termidor del año II (28/07/1794). 1.7.- LA REPÚBLICA BURGUESA (1795-1799).Tras la caída de los jacobinos se inició la tercera etapa de la Convención, que supuso el desmantelamiento de la legislación jacobina y el inicio de un lento proceso que situó a la burguesía conservadora como la gran beneficiaria de la revolución. Se aprobó una nueva Constitución (1795) que restableció el sufragio censitario, definió un nuevo poder ejecutivo, el Directorio, y estableció un legislativo dividido en dos cámaras, el Consejo de Ancianos y el Consejo de los Quinientos, de carácter muy conservador. El Directorio reprimió con dureza las revueltas populares dirigidas por los sectores más izquierdistas (sans-culottes y jacobinos), que defendían la continuidad de la revolución. Adquirió relevancia la Conspiración de lo iguales, protagonizada por Babeuf, que pretendía establecer una sociedad igualitaria. La conspiración fue abortada y sus dirigentes, ejecutados. El Directorio también tuvo que enfrentarse a la reorganización del movimiento realista. El mayor éxito de esta etapa fue la política exterior. La guerra contra las coaliciones europeas era favorable a Francia, sus fronteras se extendían hacia el Rin y Saboya, y su ejército gozaba de gran prestigio. Ante las tensiones sociales, la inestabilidad y los problemas económicos, la burguesía empezó a pensar en el ejército como la única posibilidad de mantener el orden social, consolidar las conquistas en el exterior y defender, al mismo tiempo, los principios revolucionarios de 1791. El 18 Brumario (9 de noviembre de 1799), Napoleón Bonaparte, protagonizó un golpe de Estado y accedió al poder, clausurando definitivamente la revolución e iniciando el Consulado. 2.- NAPOLEÓN BONAPARTE (1799-1814).Con la llegada de Napoleón se puso fin a la Revolución, aunque dejó claro su intención de asentar los principios de 1791 (régimen liberal con predominio de los propietarios). 2.1.- LA FRANCIA DE NAPOLEÓN BONAPARTE.- 5 En los inicios del Consulado, Napoleón compartió el poder con otros dos cónsules (triunvirato), pero en 1802 se declaró cónsul único y vitalicio. El Consulado se dotó de una nueva Constitución que establecía un ejecutivo fuerte, limitaba el sufragio a los más ricos y anulaba la Declaración de Derechos. En esos años, Napoleón acabó con las protestas populares y reprimió el jacobinismo y las tendencias democráticas. También integró a los realistas en el régimen con medidas como el retorno de los emigrados y el restablecimiento del culto católico a través de un Concordato. Napoleón fue progresivamente acumulando el poder en sus manos hasta que en 1804 hizo coronarse emperador. Una vez establecido un férreo control sobre el orden público, Napoleón abordó la creación de nuevas instituciones y una serie de reformas que consolidasen los principios de 1791. En primer lugar elaboró un Código Civil (1804), un Código de Comercio (1807) y un Código Penal (1810) que sancionaban la igualdad ante la ley, el derecho de propiedad, la libertad individual, de conciencia y de trabajo, y el libre acceso a los cargos públicos. En segundo lugar, realizó una centralización administrativa, mediante prefectos, representantes del jefe del Estado en los departamentos que se encargaban de aplicar las disposiciones del gobierno. Finalmente, desarrolló la enseñanza pública y la uniformización lingüística. 2.2.- EL DOMINIO DE EUROPA.La acción exterior fue el otro gran componente de la etapa napoleónica. Tras su coronación como emperador y la estabilización en el interior, Napoleón emprendió una política de conquistas y consiguió dominar Europa desde el río Elba hasta la Península ibérica. Pretendía crear un Imperio con el centro en Francia e implantar las instituciones revolucionarias en los territorios ocupados, quebrando así los regímenes absolutistas. Su condición de invasor, el uso de la fuerza y la explotación económica de los territorios conquistados generaron fuertes resistencias, no sólo por parte del absolutismo sino también de liberales que oponían un sentimiento nacionalista al ocupante. El dominio francés sobre Europa alcanzó su cénit en 1812. A partir de ese momento, el fracaso en Rusia, las dificultades en España y la formación de una gran coalición europea (1813) provocaron el declive de Napoleón. La ocupación de París por las fuerzas coaligadas, en 1814, comportó la destitución de Bonaparte y el restablecimiento de los Borbones, en la persona de Luis XVIII. Napoleón fue confinado en la isla de Elba, pero el descontento popular tras la restauración del absolutismo favoreció su efímero retorno (“Cien Días”). Fue definitivamente derrotado por las potencias coaligadas en la batalla de Waterloo (1815) y confinado en la isla de Santa Elena. 3.- LA EUROPA DE LA RESTAURACIÓN.- (NO) Tras la derrota de Napoleón, se inició la Restauración la cual duraría hasta 1848. Fue un sistema político diseñado por las potencias vencedoras con el objetivo de restablecer el absolutismo e impedir el surgimiento de nuevos movimientos revolucionarios. 3.1.- EL SISTEMA DE LA RESTAURACIÓN: EL CONGRESO DE VIENA.Las grandes potencias se reunieron en el Congreso de Viena (1814-15) bajo el patrocinio del canciller austriaco Metternich, el gran inspirador de los principios de la Restauración. El objetivo fundamental era volver a la situación anterior a la Revolución francesa y acabar con los principios de soberanía nacional y de constitucionalismo. El retorno al absolutismo se fundamentó en el rechazo de la Revolución y en el legitimismo, que reconocía el derecho de los monarcas hereditarios, derrocados por Napoleón, a recuperar su trono. En algunos países, ante la imposibilidad de retornar totalmente al absolutismo, tuvieron que hacerse ciertas concesiones para atraer a la burguesía partidaria de reformas. Así, en Francia, Luis XVIII 6 promulgó una Carta otorgada, que reconocía algunos derechos políticos y el funcionamiento de dos cámaras con unas limitadas atribuciones. En el Imperio austriaco, en Rusia y en España, la Restauración supuso el pleno restablecimiento del Antiguo Régimen, mientras que en Gran Bretaña se mantuvo el sistema parlamentario. 3.2.- LA REORDENACIÓN DEL MAPA EUROPEO.En el Congreso de Viena se remodelaron las fronteras de Europa en función de los intereses de las potencias vencedoras, sin tener en cuenta las aspiraciones nacionales de los pueblos. El objetivo era equilibrar las fuerzas de las grandes potencias mediante el reparto de los restos del Imperio napoleónico y de las zonas de influencia en el mundo. Los grandes beneficiarios fueron los imperios ruso y austriaco, y el reino de Prusia. Gran Bretaña mantuvo su hegemonía marítima y Francia volvió a las fronteras anteriores a 1789. Además, se asentaron los dos principios que iban a regir la política internacional: por un lado, la celebración de congresos para arbitrar soluciones ante posible alteraciones del equilibrio territorial; por otro, el derecho de intervención de los países amenazados por una revolución liberal, ejercido por el ejército de la Santa Alianza, formada por Prusia, Rusia y Austria. 4.- LAS REVOLUCIONES LIBERALES (1820-48).4.1.- LAS REVOLUCIONES DE 1820 Y 1830.Durante la Restauración, los liberales pasaron a la clandestinidad y se organizaron en sociedades secretas. Los masones eran el grupo más importante, aunque existieron otros como los carbonarios italianos o los decembristas rusos. Estas sociedades, formadas por comerciantes, estudiantes, intelectuales y profesionales liberales, se consideraban herederas de la Ilustración y la Revolución francesa, y preconizaban la insurrección contra el absolutismo. Tenían influencia fundamentalmente en las ciudades y confiaban en que el pueblo se incorporaría al levantamiento una vez iniciado. Esta estrategia caracterizó la oleada revolucionaria que se produjo entre 1820 y 1824, y que provocó una primera quiebra, aunque temporal, del sistema de la Restauración. El triunfo en España y, poco después, en Portugal, Nápoles y el Piamonte, abrió un corto período liberal que fue sofocado por las fuerzas absolutistas. En el caso de España y de los Estados italianos, se produjo la intervención directa de la Santa Alianza (1823). La represión fue muy dura; muchos liberales fueron detenidos o ejecutado, y otros marcharon al exilio. Una segunda oleada revolucionaria se produjo entre 1829 y 1839. Esta vez, la intervención popular favoreció la derrota del poder aristocrático en Europa occidental. La revolución se inició en Francia en 1830 y significó el derrocamiento de los Borbones y la implantación de una monarquía constitucional, con Luis Felipe de Orleans. Su influencia se expandió fuera de las fronteras francesas y comportó la independencia de Bélgica, alterando por primera vez el mapa establecido en 1815. En Polonia, un movimiento de independencia política y nacional fue aplastado por el ejército ruso. A finales de la década de 1830, el absolutismo fue desapareciendo de Europa occidental y se impuso un liberalismo moderado cuyo referente era la Constitución francesa de 1791. Así, se consolidó el dominio de la gran burguesía propietaria y de una aristocracia que mantenía su poder económico a cambio de renunciar a sus privilegios estamentales. Se estaba forjando una élite liberal moderada, que monopolizaba la acción política y marginaba a la pequeña y mediana burguesía pero, sobre todo, a las clases populares. Por ello los liberales moderados defendían el sufragio censitario y limitaron el ejercicio de las libertades: así, por ejemplo, las asociaciones obreras quedaban prohibidas. 4.2.- LA EXPERIENCIA DEMOCRÁTICA Y SOCIAL: 1848.7 Una nueva revolución, en 1848, puso fin definitivamente al sistema de la Restauración. Hay que buscar las causas en la insuficiencia de las reformas de 1830 y en el malestar generado por el desarrollo del capitalismo, que se traducía en el deterioro de las condiciones de vida del artesanado y los obreros. Esta nueva oleada revolucionaria adquirió una gran diversidad de formas y contenidos. En Europa oriental, excepto en Rusia, comportó la abolición del feudalismo, mientras que, en Europa occidental, abrió las puertas a los nuevos ideales democráticos, que defendían la soberanía popular y el sufragio universal masculino frente al censitario vigente hasta entonces. La revolución se inició en París cuando, en febrero de 1848, el gobierno de Luis Felipe de Orleans restringió las libertades (derecho de reunión, libertad de prensa…). El movimiento insurreccional culminó con el asalto al Palacio Real, la huida del rey y la proclamación de la República. Se formó un gobierno provisional con la participación de republicanos, socialistas y radicales que impulsó un programa de reformas políticas y sociales: sufragio universal masculino, supresión de la esclavitud, abolición de la pena de muerte e intervención del Estado en la vida económica con el fin de garantizar el derecho al trabajo de los parados (creación de los Talleres Nacionales). Se celebraron elecciones con sufragio universal masculino cuyo resultado dio lugar a la formación de un nuevo gobierno de republicanos moderados, que procedió al cierre de los Talleres Nacionales y a la liquidación de las reformas sociales que se habían iniciado. La respuesta se produjo en forma de una insurrección popular en junio de 1848, que se convirtió en un enfrentamiento entre la burguesía y el proletariado. La rebelión fue aplastada con la intervención del ejército y la represión fue muy dura: 1.500 fusilados y 25.000 detenidos. La burguesía se cohesionó alrededor de un nuevo gobierno fuerte, que garantizase el funcionamiento de un régimen liberal frente a las aspiraciones populares. En diciembre, el acceso de Luis Napoleón Bonaparte, Napoleón III, al poder respondió a estas necesidades y culminó con la proclamación del Segundo Imperio (1851). El impacto de la revolución de París fue inmediato y se extendió por Europa: el Imperio austriaco se transformó en monarquía constitucional y la servidumbre fue abolida. Sólo en Rusia permanecieron las estructuras señoriales. En definitiva, en 1848 se completó la revolución burguesa y se inició el protagonismo de las fuerzas sociales populares. Todo ello planteó nuevos horizontes políticos y anunció la evolución del liberalismo hacia la democracia. 5.- LA CONSTRUCCIÓN DE LOS ESTADOS NACIONALES.La implantación de sistemas liberales estuvo acompañada de la formación de Estadonación y de la emergencia de movimientos nacionalistas que, arropados por ideologías diversas, pretendían hacer coincidir las fronteras de los Estados con las naciones. 5.1.- NACIÓN Y MOVIMIENTOS NACIONALISTAS.-(NO) La formación de los Estados-nación de buena parte de Europa occidental se había iniciado con la configuración de Estados unitarios en los siglos XVII y XVIII. Después, la Revolución Industrial planteó la necesidad de articular los mercados nacionales con la desaparición de las aduanas interiores, la unificación de pesos y medidas y la promulgación de códigos de comercio. Por último, la revolución liberal estimuló el desarrollo del concepto de nación. El pensamiento liberal, heredero de la Revolución francesa, la definía como un conjunto de ciudadanos ligados por una historia, una lengua y una cultura comunes, pero, sobre todo, por la voluntad de vivir juntos y regirse por las mismas leyes e instituciones. Otras corrientes de pensamiento, planteadas por los filósofos alemanes de finales de siglo XVIII, 8 definieron la nación como un alma espiritual, inmutable y eterna, que se manifestaba en una lengua y una cultura, y que iba más allá del deseo individual o la voluntad de los ciudadanos. En algunos países (Portugal, Dinamarca…), las naciones se correspondían con la frontera política de los Estados y los procesos de afirmación nacional e realizaron al mismo tiempo que los de la revolución liberal. En otros (España, Francia y Gran Bretaña), el nuevo Estado liberal incorporaba diversas nacionalidades político-culturales, y se llevó a cabo un proceso más o menos conflictivo de uniformización y creación de símbolos unitarios de identidad. En Europa central y oriental, el desajuste entre fronteras políticas y comunidades nacionales era mucho más grave. Por un lado, alemanes e italianos se hallaban divididos entre diversas entidades políticas, y los nacionalistas deseaban unir en un solo Estado todos los territorios. Por otro, los imperios austriaco y turco sometían a diversas comunidades nacionales (polacos, húngaros, checos y griegos). Así, el objetivo de los movimientos nacionalistas era la independencia o autonomía de sus naciones respecto de un poder político extranjero. 5.2.- LOS PRIMEROS MOVIMIENTOS NACIONALISTAS (1820-30).-(NO) El mapa europeo definido en el Congreso de Viena fijaba la existencia de seis Estados, tres imperios y más de treinta comunidades culturales sin Estado, entre las que destacaban la alemana y la italiana. En el contexto de las revoluciones liberales, y basándose en el derecho de los pueblos frente al derecho de los monarcas, se iniciaron las primeras revueltas nacionalistas con el fin de conseguir la independencia nacional y construir un Estado propio. Antes de 1848, las más importantes fueron las de Grecia y Bélgica. En Grecia, sometida al Imperio turco, en 1820 se inició una insurrección independentista de contenido liberal, que recogía las aspiraciones nacionalista y el rechazo de la población al dominio político, cultural, religioso y económico que ejercían los turcos. Delegados de toda Grecia se reunieron en el Congreso de Epidauro (1822) para proclamar la independencia, que no fue aceptada por los turcos hasta 1829. La ayuda de Francia, Gran Bretaña y Rusia fue decisiva y obedeció no sólo a sus simpatías con los rebeldes sino también a su interés por debilitar al Imperio otomano y conseguir la libre circulación por el Bósforo. Bélgica se independizó de los Países Bajos tras un proceso de guerra civil que llevó al enfrentamiento con los holandeses. Se formó un gobierno provisional (1831), que fue reconocido por las grandes potencias occidentales y que, gracias a la ayuda militar francesa, se impuso al ejército holandés. La monarquía constitucional belga fue reconocida por Holanda en 1839. 5.3.- LA “PRIMAVERA DE LOS PUEBLOS”.-(NO) La revolución de 1848 tuvo un importante contenido nacionalista en los países del Imperio austriaco, una entidad absolutista en la que la minoría austriaca monopolizaba el poder y dominaba a las demás comunidades. En este contexto, el resurgimiento nacionalista se desarrolló de forma paralela a la agitación liberal y pronto derivó en reivindicaciones nacionalistas. De este modo, la revolución de 1848 alumbró una “primavera de los pueblos” de amplitud desconocida hasta la fecha. La insurrección se inició en Viena (marzo de 1848) y provocó la caída de Metternich, la elección de una Asamblea Constituyente mediante sufragio universal y la abdicación del emperador. Pero también comportó la emergencia de movimientos nacionalistas en Praga, Polonia y Croacia, que reclamaban el reconocimiento a su identidad, el respeto a la diversidad lingüística y cultural y la igualdad de derechos entre los distintos pueblos. En la Lombardía italiana, la insurrección reclamó la retirada de los austriacos 9 mientras que en Venecia se llegó a proclamar república. En Hungría se proclamó la independencia, iniciándose una guerra con Austria, que no la aceptó. Si bien todos estos movimientos fueron derrotados, el Imperio austriaco se vio obligado a introducir reformas. Se estableció un sistema liberal moderado, basado en el sufragio censitario, y aunque se restableció la unidad territorial, la continua presión de los movimientos nacionalistas consiguió algunas reivindicaciones culturales y provocó una modificación de la estructura del Imperio. En 1867, se convirtió en una monarquía dual, con dos Estados, Austria y Hungría, unidos sólo por la persona de Francisco José, emperador de Austria y rey de Hungría. Esta situación se mantuvo hasta la I Guerra Mundial. 5.4.- LA UNIFICACIÓN DE ITALIA.-(SI) En 1815, Italia estaba dividida en Estados desiguales en tamaño e importancia y algunas zonas (la Lombardía y el Véneto) estaban bajo el dominio austriaco. Las ideas de nación y soberanías habían divulgado desde la invasión napoleónica, y se habían mantenido durante la Restauración en minoritarias sociedades secretas. En la década de 1830 se formó un movimiento de afirmación nacional, el Risorgimento, que tuvo una primera expresión política en la estrategia de unificación propugnada por Giuseppe Mazzini y su organización, la Joven Italia. Ésta planteaba la creación de una república democrática, unitaria y laica, a la que se llegaría mediante una insurrección popular. El fracaso de los intentos revolucionarios de 1848-49 significó la continuidad del dominio de Austria, de la fragmentación política y de los regímenes absolutistas. Sólo en el Piamonte se consolidó un Estado constitucional, bajo la monarquía de los Saboya. Su jefe de gobierno, Cavour, fue el impulsor de una estrategia moderada para la unificación. No sería la insurrección popular sino la consolidación del Piamonte como un Estado fuerte, moderno e industrializado, capaz de poseer un ejército y una diplomacia, lo que permitiría la unificación. Sin embargo, la unidad italiana resultaría de la complementariedad de ambas estrategias, aunque la monarquía de Víctor Manuel II de Saboya fue la principal beneficiaria. Por un lado, Cavour consiguió, con la ayuda francesa, derrotar a los austriacos (1859), anexionar la Lombardía y, poco después, los Estados centrales (1860). A la acción militar se añadió la diplomática, que supuso la cesión de Niza y Saboya a Francia, a cambio del reconocimiento del nuevo reino de Italia. Pero, por otro lado, un republicano mazziniano, Giuseppe Garibaldi, emprendió la conquista del sur (reino de las Dos Sicilias) con un ejército muy reducido que consiguió el apoyo popular para liquidar el régimen borbónico. Para no dividir el movimiento nacionalista, Garibaldi renunció a la perspectiva republicana y cedió a Víctor Manuel II las conquistas realizadas, reconociéndole como rey de Italia (1861). La unidad se completó con la anexión del Véneto (1866) tras derrotar a los austriacos, y la conquista de los Estados Pontificios (1870) a pesar de la oposición del Papa, que quedó recluido en el Estado del Vaticano. El nuevo Estado tuvo que enfrentar a tres grandes problemas: la hostilidad del Papado; el contraste entre un norte industrializado y un sur agrario y atrasado, y el carácter incompleto de la unidad, ya que Istria y Trento permanecieron bajo dominio austriaco. 5.5.- LA UNIFICACIÓN DE ALEMANIA.-(SI) Desde finales del XVIII, los componentes culturales del nacionalismo alemán quedaron establecido por los filósofos Herder y Fichte, y fueron reforzados con el romanticismo. La afirmación de la existencia de un ser propio del pueblo alemán convivió con la presencia de núcleo liberales y democráticos que reclamaban la construcción de una nación basada en la voluntad de los ciudadanos. Con estas bases ideológicas se inició un proceso que conduciría a la formación del Estado-nación alemán. 10 El Congreso de Viena había establecido la Confederación germánica, que aglutinaba 39 Estados, con la presencia de dos poderosas potencias, el reino de Prusia y el Imperio austriaco. El primer paso hacia la unificación fue la creación del Zollverein o Unión Aduanera (1834), que estableció un mercado de libre circulación comercial formado por 26 millones de personas. En el Zollverein se integró Prusia, pero no Austria, y empezó a evidenciarse que sería Prusia el Estado que dirigiría el proceso unificador. Durante la revolución de 1848, los sectores liberales y democráticos consiguieron formar un Parlamento en Frankfurt, con representantes de los distintos Estados elegidos por sufragio universal, que ofreció la corona de la posible Alemania unificada al rey de Prusia, Federico Guillermo IV. Pero la monarquía prusiana rechazó la oferta y cualquier vía democrática hacia la unificación e impuso la estrategia del canciller Otto von Bismarck (1862): Prusia dirigiría la unificación a partir de su supremacía económica y militar. Esta estrategia comportó una primera guerra con Dinamarca (1864), por lo que se anexionó los ducados de Schleswig y Holstein, y otra contra Austria, a la que derrotó en 1866. Por último, una guerra contra Francia (1870-71) permitió cohesionar los Estados germánicos contra un enemigo común, al que derrotó en Sedán. La victoria militar culminó con la proclamación del Segundo Reich y de Guillermo I como emperador (1871). La unidad se tradujo en una estructura confederal con el dominio de Prusia, que imprimió una ideología conservadora y militarista al nuevo Estado. Asimismo, la unificación dejó por resolver dos importantes cuestiones: la dualidad religiosa entre el luteranismo del norte y el catolicismo del sur, y el carácter inacabado de la unificación al no integrar a los alemanes de Austria, frustrando la consecución de la Gran Alemania. 11