Descargar archivo

TEMA 2: LA ÉPOCA DE LAS REVOLUCIONES
2.2: LA REVOLUCIÓN FRANCESA
2.2.2 El Reinado del Terror
Idea principal: Los radicales franceses usaron el terror para hacer cumplir sus reformas.
Enfoque de la lectura: ¿Alguna vez has oído la expresión “el fin justifica los medios”? En otras palabras, si
tu objetivo es bueno, ¿es correcto hacer cualquier cosa, incluso quebrantar la ley o lastimar a las personas,
para alcanzar ese objetivo? ¿Qué opinas?
Muchos de los radicales que formaron la Convención Nacional, el nuevo gobierno de Francia,
pertenecían al club de los Jacobinos. Esta era una gran red de grupos políticos franceses. Se los
llamaban Jacobinos porque se reunían en el convento de San Jacobo de París. Una vez en el poder,
los Jacobinos se dividieron en dos grupos.
La lucha por el poder
En la Convención, los delegados debatían sobre el futuro de la revolución. Un grupo de los
Jacobinos era el de los Girondinos, que provenía de la Gironda, una región del sudoeste de Francia.
Los Girondinos creían que la revolución había ido demasiado lejos. Deseaban proteger los intereses
de la clase media.
Del otro lado del pasillo se encontraba el grupo de los Jacobinos que se pronunciaba a favor de más
cambios. Sus miembros eran conocidos como la Montaña porque se sentaban en los bancos
elevados en la parte trasera de la sala. Los líderes de este grupo, como Georges-Jacques Danton y
Jean-Paul Marat, se consideraban la voz del pueblo y los defensores de la revolución.
La Montaña pronto controló la Convención. Usó su poder para deshacerse del rey anterior. A fines
de 1792, Luis fue juzgado y se lo encontró culpable de ayudar a los enemigos de Francia. Un mes
más tarde, Luis fue decapitado en la guillotina, una nueva máquina diseñada para ejecutar
rápidamente a la gente. La ejecución de Luis atemorizó a otros gobernantes europeos. A principios
de 1793, Gran Bretaña, España, los Países Bajos y Cerdeña se unieron a Austria y Prusia en la
guerra contra Francia.
¿Quién era Robespierre?
Poco después de la ejecución del rey, la Convención Nacional formó el Comité de Seguridad
Pública para gobernar el país. Este nuevo cuerpo rápidamente cayó bajo el poder de un abogado
llamado Maximiliano Robespierre.
El Comité tomó medidas drásticas para terminar los crecientes disturbios en Francia. Los tribunales
revolucionarios sentenciaron a morir en la guillotina a todos los que, en su opinión, no eran leales a
la revolución. Esto incluyó a Girondinos, clero, nobles y también a mujeres y niños. En total,
murieron unas 40,000 personas, entre ellas la reina María Antonieta. Este período pasó a ser
conocido como el Reinado del Terror.
Durante este tiempo, Robespierre trató de crear una “República de la Virtud”. Pensaba que la
revolución debía inspirar a la población a ser buenos ciudadanos. Bajo la conducción de
Robespierre, el Comité abrió nuevas escuelas, enseñó nuevas técnicas de labranza a los campesinos
y trabajó para controlar los precios. Robespierre también creó una nueva religión que adoraba a un
“Ser Supremo”. Sin embargo, este intento por reemplazar la fe católica tradicional de Francia no fue
duradero.
Con Francia bajo la amenaza de otros países, el Comité decidió formar un nuevo ejército. Exigió a
todos los solteros de entre 18 y 25 años que se alistaran. Con esta nueva fuerza de casi un millón de
soldados, Francia pudo hacer retroceder a los invasores extranjeros. Las victorias militares dieron
gran confianza a los generales revolucionarios. Pronto iban a adquirir importancia en la política
francesa.
A medida que disminuía el temor a las invasiones extranjeras, el pueblo francés comenzaba a
hastiarse de las muertes y deseaba terminar el Reinado del Terror. Cuando Robespierre se negó, los
líderes del gobierno lo hicieron ejecutar. Después de la caída de Robespierre, los líderes moderados
de la clase media crearon un nuevo gobierno encabezado por un consejo de cinco miembros. Este
consejo, llamado Directorio, se dedicó a remediar la escasez de alimentos, el alza de los precios, la
quiebra del gobierno y los ataques de otros países. Ya en 1799, el Directorio había perdido gran
parte del apoyo de los ciudadanos. El pueblo francés comenzó a buscar un líder fuerte que pudiera
restaurar el orden.