La “Nueva Minoría” El programa de Bachelet

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LATERCERA Domingo 3 de noviembre de 2013
Opinión
Ley de TV Digital:
todo mal
Axel Buchheister
La “Nueva Minoría”
Jorge
Navarrete
Abogado
E
L PROYECTO de ley sobre televisión
digital fue aprovechado por la Concertación para establecer normas de
control de la televisión, que nada
tienen que ver con esa nueva tecnología, y que constituyen un grave
atentado a la libertad de expresión,
básicamente, porque los canales quedan obligados a
transmitir ciertos contenidos con un enfoque que es
impuesto por el Estado.
Tan cierto es lo anterior, que la totalidad de los
diputados de la UDI interpusieron un requerimiento
ante el Tribunal Constitucional para que declare la
inconstitucionalidad de diversos aspectos de su texto.
La pregunta que surge es ¿dónde estuvo el gobierno?
Porque si bien la tramitación de la iniciativa legal
comenzó durante la administración Bachelet, el
grueso de ella ha tenido lugar bajo la actual. Lo concreto es que La Moneda delegó la tramitación en la
subsecretaría sectorial, especialista en el espectro
radioeléctrico y otros aspectos técnicos, sin que haya
realizado ninguna gestión efectiva para defender la
libertad de expresión.
Pero ahora el gobierno quedó en un impasse un
tanto embarazoso, cuando el principal partido de la
coalición que lo apoya presentó el mentado requerimiento (¿no hubo ningún diputado de RN que le
interesara defender la libertad de expresión?). Y no
sólo queda complicado en términos de imagen, sino
que jurídicos y políticos, ya que el Tribunal Constitucional, conforme prescribe la ley, ha pedido al Ejecutivo su opinión sobre la acción constitucional
intentada por la UDI. El gobierno puede hacer tres
cosas: callar, lo que no ha sido la costumbre y sería
grave al debilitar la defensa de la libertad de
Transar la libertad de expresión para que
podamos ver con gran nitidez las imágenes
que nos quiere imponer el hermano mayor,
ciertamente constituye un fracaso.
expresión, principio clave en el ideario de la centroderecha; desestimar la inconstitucionalidad, lo que
sería peor y quitaría piso a la UDI (aunque tal vez esto
no le importe mucho); o afirmar la inconstitucionalidad. En este último caso, la reflexión obvia sería por
qué no defendió el punto antes y por qué no ha vetado
el proyecto de ley en razón de ello, estando vigente el
plazo para que el Presidente ejerza esta atribución.
El gobierno parece no tener ahora otra alternativa
que vetar el proyecto de ley, porque si adhiere a la
inconstitucionalidad sin ejercer sus atribuciones
para enderezarlo, en el Tribunal Constitucional
pudieran sentir que están tratando -con el debido
respeto- de “sacar la castaña con la mano del gato”.
Es evidente que si el gobierno hubiera cuestionado
de inmediato el texto despachado y anunciado un
veto, el requerimiento no habría sido interpuesto
mientras no se conociera su suerte en el Congreso,
trámite en que el Presidente tiene todas las de ganar
por el quórum exigido para que las cámaras insistan
en el proyecto inicialmente despachado. Con el veto
forzado habrá dos pugnas simultáneas sobre lo
mismo: una política en el Congreso y otra jurídica en
el tribunal, lo que hará muy incómodo para éste pronunciarse. Todo mal.
Tramitar exitosamente los proyectos de ley no consiste en colocar un tilde en el listado de aprobados y
proclamar una gestión eficiente. Transar la libertad
de expresión para que podamos ver con gran nitidez
las imágenes que nos quiere imponer el hermano
mayor, ciertamente constituye un fracaso.
Abogado
P
ESE A la notoria ausencia de
sondeos de opinión, los resultados de la última encuesta del Centro de Estudios Públicos sólo confirmaron la
tendencia que ya se había instalado
en la opinión pública. Más allá de los
números específicos, la única incógnita que resta por despejar es si habrá, o no, segunda vuelta electoral.
En este escenario, los desafíos
para la futura administración de
Bachelet son tan complejos como
evidentes. La alta generación de expectativas, la fragmentación de la
clase política dirigente, la desaceleración de nuestra economía, o una
ciudadanía más exigente, son sólo
algunas de las variables que deberán tenerse presentes para cumplir
con el objetivo de acometer un
buen gobierno.
Pero si las dificultades son enormes para los triunfadores, también
lo serán para quienes resulten derrotados. De todos ellos, el escenario más dramático es el que enfrenta la derecha, cuya votación podría
ser la peor desde que se recuperó la
democracia. De confirmarse la
magnitud de la tendencia, es probable que al interior de dicho sector
se verifique un cisma de proporciones, el que inevitablemente enfrentará a los dos proyectos que han luchado por monopolizar la hegemonía de la Alianza por Chile.
Es un hecho que una camada importante de dirigentes -Novoa, Longueira, Matthei, Lavín o Chadwick,
por nombrar a los más significativos- darán un paso al costado, cediendo a otros un mayor protagonismo e influencia. Algunos, como
el caso de Allamand o Golborne, decidirán su futuro en la elección senatorial del próximo 17 de noviembre, cuestión que será especialmente relevante para el personal
proyecto de volver a La Moneda que
ha insinuado Sebastián Piñera.
Con todo, hay un actor que ha
sido algo menospreciado hasta la
fecha y cuya mayor visibilidad también comenzará a notarse a partir
de los próximos comicios: me refiero a la nueva generación de dirigentes al interior de la derecha. Y
De confirmarse el estrepitoso
retroceso de la derecha, es probable que en su interior se verifique un cisma de proporciones, que enfrente a los dos proyectos que allí conviven.
aunque si por edad se tratara el gremialismo sigue contando con un
significativo número de diputados
y senadores que no superan los 50
años, lo más interesante pareciera
estar en aquel elenco que no ha
querido heredar las taras del pasado y, muy por el contrario, intentará construir su alternativa en confrontación con los viejos dogmas de
su familia política de referencia.
Los hijos de la derecha, y no lo
digo sólo en sentido metafórico, parecieran querer reivindicar una alternativa política que sepulte definitivamente los lastres históricos
que les han impedido desplegar su
mayor potencial, abrazando la causa de un liberalismo más igualitario, que no sólo pone el acento en la
libertad política y económica, sino
también en la justicia social.
¿Hay cabida para dicha pretensión en las huestes oficialistas?
Ciertamente que no, por lo que la
resolución de este conflicto será
turbulento y poco virtuoso. La
prueba de fuego que enfrenta la novísima camada de la derecha no
sólo consiste en mostrar coraje para
librar esta batalla, sino también en
reconocer cuando la convivencia se
haga insostenible y, todavía más difícil en ese instante, tener la honestidad política y moral para iniciar
su propia ruta, sin la comodidad de
los padrinos o subsidios que los han
cobijado hasta la fecha.
El programa de Bachelet
Ignacio
Walker
Presidente y
senador de la DC
P
ARTAMOS POR lo principal:
El programa ofrecido por Michelle Bachelet al país es una
hoja de ruta para el próximo
gobierno que nos interpreta y representa. Por los avances ya presentados
y por la forma en que fue construido,
ya sabíamos que éste sería una guía
responsable, confeccionada de manera participativa y que aborda cambios profundos. Ahora sabemos que
se trata de un plan de gobierno que
concita amplios consensos.
Es un documento que reafirma una
ruta coherente y sistemáticamente
profundizada por Michelle Bachelet
desde su regreso al país. Están señalados los tres cambios fundamentales
referidos a Constitución, educación y
tributación. Se trata de elementos
complementarios e insustituibles.
No se trata de un texto que deja en la
ambigüedad materias polémicas,
como por ejemplo el matrimonio
igualitario y el uso del mecanismo de
la Asamblea Constituyente. Creo que
el programa dice todo lo que se tiene
que decir a estas alturas.
El programa opta siempre por las
vías institucionales y por el debate
abierto y en profundidad de los temas en discusión: no podemos estar
más de acuerdo. Por eso el plan de
gobierno es realista y flexible; identifica como ningún otro las medidas
de corto y largo plazo que viabilizara sus propuestas centrales; recoge
las demandas ciudadanas y, al mismo tiempo, las canaliza adecuadamente a través de las instituciones
de la democracia.
Como presidente de la DC, me siento
orgulloso y satisfecho del aporte entregado por parte de nuestros militantes y simpatizantes. No voy a cometer
el error de pensar que hemos impuesto nuestros puntos de vista. Más bien
tenemos muchas razones para sentir
que planteamientos que hemos sostenido con fuerza por largo tiempo, han
sido recogidos.
Quien lo desee, lo puede comprobar
en los documentos programáticos de
la DC accesibles en la web o consultando las conclusiones de nuestro V
Congreso Ideológico. A modo de ejemplo, se puede constatar que ya estaba
Creemos que su programa de
gobierno entrega un aporte de
calidad para que la decisión
ciudadana se tome en conciencia.
Hoy disponemos de una hoja de
ruta conocida por todos y
representativa.
presente lo indispensable que resultaba una nueva Constitución; el modelo
democrático de relaciones laborales y
el reconocimiento efectivo del derecho de los trabajadores a la negociación colectiva; la necesidad de establecer las bases de un sistema de seguridad nuevo y la pertinencia de una
AFP estatal; el papel protagónico que
han de tener las “mipymes” en la estrategia de desarrollo; la gratuidad de
la educación para quien lo necesita y
el perfeccionamiento del uso de los
fondos públicos; y otros aspectos no
menos actuales como el tratamiento
prudencial del delicado tema del
aborto terapéutico.
Por todas estas razones, la DC no se
ve a sí misma como una fuerza contenedora de los cambios, sino como una
fuerza de vanguardia, que se juega
por la equidad bajo un enfoque humanizador, de inspiración cristiana.
Nos importa la velocidad de los cambios, pero más nos importa el rumbo
y la orientación al bien común.
Entramos en la etapa final de la
campaña. Los programas están presentados. Los debates presidenciales
ya están hechos. Ahora les toca a los
ciudadanos decidir y dirimir.
Creemos que este programa entrega
un aporte de calidad para que la decisión ciudadana se tome en conciencia.
Hoy disponemos de una hoja de ruta
conocida por todos y representativa
de los que seremos más este 17 de noviembre con Michelle Bachelet.
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