30 LATERCERA Domingo 3 de noviembre de 2013 Opinión Ley de TV Digital: todo mal Axel Buchheister La “Nueva Minoría” Jorge Navarrete Abogado E L PROYECTO de ley sobre televisión digital fue aprovechado por la Concertación para establecer normas de control de la televisión, que nada tienen que ver con esa nueva tecnología, y que constituyen un grave atentado a la libertad de expresión, básicamente, porque los canales quedan obligados a transmitir ciertos contenidos con un enfoque que es impuesto por el Estado. Tan cierto es lo anterior, que la totalidad de los diputados de la UDI interpusieron un requerimiento ante el Tribunal Constitucional para que declare la inconstitucionalidad de diversos aspectos de su texto. La pregunta que surge es ¿dónde estuvo el gobierno? Porque si bien la tramitación de la iniciativa legal comenzó durante la administración Bachelet, el grueso de ella ha tenido lugar bajo la actual. Lo concreto es que La Moneda delegó la tramitación en la subsecretaría sectorial, especialista en el espectro radioeléctrico y otros aspectos técnicos, sin que haya realizado ninguna gestión efectiva para defender la libertad de expresión. Pero ahora el gobierno quedó en un impasse un tanto embarazoso, cuando el principal partido de la coalición que lo apoya presentó el mentado requerimiento (¿no hubo ningún diputado de RN que le interesara defender la libertad de expresión?). Y no sólo queda complicado en términos de imagen, sino que jurídicos y políticos, ya que el Tribunal Constitucional, conforme prescribe la ley, ha pedido al Ejecutivo su opinión sobre la acción constitucional intentada por la UDI. El gobierno puede hacer tres cosas: callar, lo que no ha sido la costumbre y sería grave al debilitar la defensa de la libertad de Transar la libertad de expresión para que podamos ver con gran nitidez las imágenes que nos quiere imponer el hermano mayor, ciertamente constituye un fracaso. expresión, principio clave en el ideario de la centroderecha; desestimar la inconstitucionalidad, lo que sería peor y quitaría piso a la UDI (aunque tal vez esto no le importe mucho); o afirmar la inconstitucionalidad. En este último caso, la reflexión obvia sería por qué no defendió el punto antes y por qué no ha vetado el proyecto de ley en razón de ello, estando vigente el plazo para que el Presidente ejerza esta atribución. El gobierno parece no tener ahora otra alternativa que vetar el proyecto de ley, porque si adhiere a la inconstitucionalidad sin ejercer sus atribuciones para enderezarlo, en el Tribunal Constitucional pudieran sentir que están tratando -con el debido respeto- de “sacar la castaña con la mano del gato”. Es evidente que si el gobierno hubiera cuestionado de inmediato el texto despachado y anunciado un veto, el requerimiento no habría sido interpuesto mientras no se conociera su suerte en el Congreso, trámite en que el Presidente tiene todas las de ganar por el quórum exigido para que las cámaras insistan en el proyecto inicialmente despachado. Con el veto forzado habrá dos pugnas simultáneas sobre lo mismo: una política en el Congreso y otra jurídica en el tribunal, lo que hará muy incómodo para éste pronunciarse. Todo mal. Tramitar exitosamente los proyectos de ley no consiste en colocar un tilde en el listado de aprobados y proclamar una gestión eficiente. Transar la libertad de expresión para que podamos ver con gran nitidez las imágenes que nos quiere imponer el hermano mayor, ciertamente constituye un fracaso. Abogado P ESE A la notoria ausencia de sondeos de opinión, los resultados de la última encuesta del Centro de Estudios Públicos sólo confirmaron la tendencia que ya se había instalado en la opinión pública. Más allá de los números específicos, la única incógnita que resta por despejar es si habrá, o no, segunda vuelta electoral. En este escenario, los desafíos para la futura administración de Bachelet son tan complejos como evidentes. La alta generación de expectativas, la fragmentación de la clase política dirigente, la desaceleración de nuestra economía, o una ciudadanía más exigente, son sólo algunas de las variables que deberán tenerse presentes para cumplir con el objetivo de acometer un buen gobierno. Pero si las dificultades son enormes para los triunfadores, también lo serán para quienes resulten derrotados. De todos ellos, el escenario más dramático es el que enfrenta la derecha, cuya votación podría ser la peor desde que se recuperó la democracia. De confirmarse la magnitud de la tendencia, es probable que al interior de dicho sector se verifique un cisma de proporciones, el que inevitablemente enfrentará a los dos proyectos que han luchado por monopolizar la hegemonía de la Alianza por Chile. Es un hecho que una camada importante de dirigentes -Novoa, Longueira, Matthei, Lavín o Chadwick, por nombrar a los más significativos- darán un paso al costado, cediendo a otros un mayor protagonismo e influencia. Algunos, como el caso de Allamand o Golborne, decidirán su futuro en la elección senatorial del próximo 17 de noviembre, cuestión que será especialmente relevante para el personal proyecto de volver a La Moneda que ha insinuado Sebastián Piñera. Con todo, hay un actor que ha sido algo menospreciado hasta la fecha y cuya mayor visibilidad también comenzará a notarse a partir de los próximos comicios: me refiero a la nueva generación de dirigentes al interior de la derecha. Y De confirmarse el estrepitoso retroceso de la derecha, es probable que en su interior se verifique un cisma de proporciones, que enfrente a los dos proyectos que allí conviven. aunque si por edad se tratara el gremialismo sigue contando con un significativo número de diputados y senadores que no superan los 50 años, lo más interesante pareciera estar en aquel elenco que no ha querido heredar las taras del pasado y, muy por el contrario, intentará construir su alternativa en confrontación con los viejos dogmas de su familia política de referencia. Los hijos de la derecha, y no lo digo sólo en sentido metafórico, parecieran querer reivindicar una alternativa política que sepulte definitivamente los lastres históricos que les han impedido desplegar su mayor potencial, abrazando la causa de un liberalismo más igualitario, que no sólo pone el acento en la libertad política y económica, sino también en la justicia social. ¿Hay cabida para dicha pretensión en las huestes oficialistas? Ciertamente que no, por lo que la resolución de este conflicto será turbulento y poco virtuoso. La prueba de fuego que enfrenta la novísima camada de la derecha no sólo consiste en mostrar coraje para librar esta batalla, sino también en reconocer cuando la convivencia se haga insostenible y, todavía más difícil en ese instante, tener la honestidad política y moral para iniciar su propia ruta, sin la comodidad de los padrinos o subsidios que los han cobijado hasta la fecha. El programa de Bachelet Ignacio Walker Presidente y senador de la DC P ARTAMOS POR lo principal: El programa ofrecido por Michelle Bachelet al país es una hoja de ruta para el próximo gobierno que nos interpreta y representa. Por los avances ya presentados y por la forma en que fue construido, ya sabíamos que éste sería una guía responsable, confeccionada de manera participativa y que aborda cambios profundos. Ahora sabemos que se trata de un plan de gobierno que concita amplios consensos. Es un documento que reafirma una ruta coherente y sistemáticamente profundizada por Michelle Bachelet desde su regreso al país. Están señalados los tres cambios fundamentales referidos a Constitución, educación y tributación. Se trata de elementos complementarios e insustituibles. No se trata de un texto que deja en la ambigüedad materias polémicas, como por ejemplo el matrimonio igualitario y el uso del mecanismo de la Asamblea Constituyente. Creo que el programa dice todo lo que se tiene que decir a estas alturas. El programa opta siempre por las vías institucionales y por el debate abierto y en profundidad de los temas en discusión: no podemos estar más de acuerdo. Por eso el plan de gobierno es realista y flexible; identifica como ningún otro las medidas de corto y largo plazo que viabilizara sus propuestas centrales; recoge las demandas ciudadanas y, al mismo tiempo, las canaliza adecuadamente a través de las instituciones de la democracia. Como presidente de la DC, me siento orgulloso y satisfecho del aporte entregado por parte de nuestros militantes y simpatizantes. No voy a cometer el error de pensar que hemos impuesto nuestros puntos de vista. Más bien tenemos muchas razones para sentir que planteamientos que hemos sostenido con fuerza por largo tiempo, han sido recogidos. Quien lo desee, lo puede comprobar en los documentos programáticos de la DC accesibles en la web o consultando las conclusiones de nuestro V Congreso Ideológico. A modo de ejemplo, se puede constatar que ya estaba Creemos que su programa de gobierno entrega un aporte de calidad para que la decisión ciudadana se tome en conciencia. Hoy disponemos de una hoja de ruta conocida por todos y representativa. presente lo indispensable que resultaba una nueva Constitución; el modelo democrático de relaciones laborales y el reconocimiento efectivo del derecho de los trabajadores a la negociación colectiva; la necesidad de establecer las bases de un sistema de seguridad nuevo y la pertinencia de una AFP estatal; el papel protagónico que han de tener las “mipymes” en la estrategia de desarrollo; la gratuidad de la educación para quien lo necesita y el perfeccionamiento del uso de los fondos públicos; y otros aspectos no menos actuales como el tratamiento prudencial del delicado tema del aborto terapéutico. Por todas estas razones, la DC no se ve a sí misma como una fuerza contenedora de los cambios, sino como una fuerza de vanguardia, que se juega por la equidad bajo un enfoque humanizador, de inspiración cristiana. Nos importa la velocidad de los cambios, pero más nos importa el rumbo y la orientación al bien común. Entramos en la etapa final de la campaña. Los programas están presentados. Los debates presidenciales ya están hechos. Ahora les toca a los ciudadanos decidir y dirimir. Creemos que este programa entrega un aporte de calidad para que la decisión ciudadana se tome en conciencia. Hoy disponemos de una hoja de ruta conocida por todos y representativa de los que seremos más este 17 de noviembre con Michelle Bachelet.