El POUM y el PSUC, dos caras -al final contrapuestas

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El POUM y el PSUC, dos caras -al final contrapuestas- de una misma propuesta
Extraído de Viento Sur
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Historia
El POUM y el PSUC, dos caras
-al final contrapuestas- de una
misma propuesta
- solo en la web -
Fecha de publicación en línea: Martes 12 de mayo de 2015
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El POUM y el PSUC, dos caras -al final contrapuestas- de una misma propuesta
En septiembre de este año se cumple el 80 aniversario de la creación del POUM/1; 10 meses después (julio del 36)
se constituyó el PSUC. Ambos surgieron del mismo proyecto... Luego todo cambió hasta extremos sorprendentes,
dando lugar a una historia que sigue viva y que conviene aclarar.
A mi juicio, este proceso de "unificación" no se puede explicar sin tener en cuenta al menos cinco factores claves en
la conformación del proyecto comunista:
1) el carácter del curso tomado por la revolución de 1917 después de la "guerra civil" que dejó a los
bolcheviques al borde del abismo;
2) la victoria consiguiente del aparato burocrático, sobre todo después de la muerte de Lenin;
3) el aislamiento de la revolución después del fracaso de las sucesivas tentativas revolucionarias europeas
entre 1918 y 1923,
4) la consiguiente "rusificación" del Komintern, la internacional que desde 1927 cambió sus objetivos por la
defensa incondicional de la política exterior del equipo dirigente del PCUS liderado por Stalin, y
5) las inconmensurables consecuencias de la línea llamada de "socialfascismo" según la cual la
socialdemocracia era "el enemigo principal", un desvarío trágico que permitió el ascenso inusitado del
fascismo, de la contrarrevolución.
Es en este contexto donde surge la propuesta de una Alianza Obrera cuya divisa es "antes Viena (donde la clase
obrera había resistido con las armas al fascismo) que Berlín". Animada especialmente por los comunistas
antiestalinistas, la Alianza consigue el apoyo, muy condicionado, de la izquierda largocaballerista y el apoyo
entusiasta de la juventud socialista, así como de los sindicatos de oposición de la CNT, del PCE y de otros grupos
menores. Será la hora del ¡Uniós Hermanos Proletarios! (¡UHP¡), que se plasma en la insurrección de la democracia
obrera asturiana y en los acontecimientos del 5 de octubre en Cataluña.
El fracaso de la Alianza Obrera fuera de Asturias vino a reafirmar el drama de las divisiones y enfrentamientos
dentro del movimiento obrero. La radicalización de la izquierda socialista no había convencido a la CNT, que se
mostró hostil a lo que entendía como una "maniobra marxista". La izquierda socialista, por su parte, no se tomó su
compromiso en serio, sus torpezas fueron múltiples. No obstante, la derrota obligó a todo el mundo a replantearse la
situación, de manera que la CNT inició la reintegración de los "trentistas" en su seno, mientras que la izquierda
socialista apostó por integrar a los "marxistas", en especial a bloquistas y trotskistas, una propuesta para nada
descabellada que, entre otras cosas, podría haber significado un PSOE catalán liderado por Joaquín Maurín y
Andreu Nin.
Desde un ángulo autónomo, la propuesta de unificar a los marxistas tuvo una especial relevancia en Cataluña, no en
vano estos habían demostrado que habían sido capaces de organizar una huelga general a pesar de la CNT y por lo
mismo, se abría la posibilidad de crear un partido obrero revolucionario complementario al sindicalismo que se había
mostrado insuficiente.
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Sobre esta base, el pequeño Partit Cátala Proletari (PCP) que se plantea la libertad nacional de Cataluña tomando
como referencia las ideas leninistas,convocó la primera reunión de los seis partidos marxistas de Cataluña el 3 de
febrero de 1935 para preparar la formación del partido socialista catalán, en base a la idea de que el sindicalismo
era insuficiente para avanzar. A esta reunión asistieron representantes de dicho partido, de la Unió Socialista de
Catalunya (USC), de la Federación Catalana del PSOE, del Partit Comunista Catalá (PCC), del BOC y de la
Izquierda Comunista que habían superado viejas divergencias trabajando codo con codo en la Alianza. Unió, el
partido de Joan Comorera, sostuvo esta vez la tesis de que antes de ir a la unificación de los seis grupos, debía
realizarse la fusión de los más afines; o sea, de los socialistas por un lado y de los comunistas por otro.
Anteriormente, esta misma formación había vuelto a entrar en negociaciones con el PSOE que se mostraba ahora
más abierto a la cuestión catalana buscando la unión sobre una base autónoma específica. Por ello, de momento,
se sometía a la línea general del PSOE, el cual seguía optando por la vieja táctica republicano-socialista y deseaba
aprovecharse de la tendencia unificadora de la base obrera, defendiendo la tesis de que la unidad debía realizarse
ingresando todos los demás partidos marxistas en el PSOE, como una manera de derrotar a la derecha.
Naturalmente los demás partidos se oponían a esta tesis y según Maurín, la experiencia histórica demostraba que
sólo tendría éxito la unificación si se creaba un nuevo partido que fuese, en Cataluña, la síntesis de todos sus
integrantes.
Por su parte, los comunistas se mantuvieron a la expectativa, condicionando su respuesta a la postura que adoptase
la directiva central del PCE. El PCP y el BOC lograron, a pesar de todo, un primer acuerdo en el que se reafirmaban
varios postulados de la Alianza Obrera como base de una futura unificación: la necesidad de desarrollar la corriente
socialista con independencia de cualquier partido burgués, la adopción doctrinal del marxismo revolucionario, la
necesidad de la instauración transitoria de la dictadura del proletariado, etc.
Sin embargo, el PCP aparte de ser el más pequeño y solamente tener influencia en Cataluña, era lógicamente el
más predispuesto a una unificación limitada a Cataluña, por lo tanto este acuerdo no tuvo mayor trascendencia
aunque sí revelaba cuál era el criterio dominante en aquel momento. En la segunda reunión (6 de abril de 1935) no
asistió la sección socialista, de manera que la USC se vio obligada a adoptar una posición de reserva. En cuanto al
PC, aceptó participar en la creación de un comité de enlace con la condición de que quedaran excluidos los
"trotskistas", lo que significó un serio obstáculo, pues los demás partidos consideraron esta propuesta incompatible
con el espíritu de unificación previsto. Sobre todo por parte del BOC que hasta entonces había sido tildado de
"trotskista enmascarado", como era propio en el PCE de la época.
Cuando todavía no habían terminado las negociaciones, el PCC propuso al BOC la unificación entra ambos al
margen de los demás, dada su común adhesión al comunismo. Este gesto mostraba una actitud más abierta que
antes al trabajo conjunto en la Alianza. El BOC se mantuvo en la idea de una unificación de todos los partidos
marxistas catalanes sin excepción. Más tarde, cuando se estaba sellando la fusión del BOC y la IC, el PCC volvió a
proponer al BOC la unión entre ambos, enviando también la invitación a las secciones locales de esta última
formación, cuya directiva contestó al PCC con dos cartas (el 15 y el 30 de junio de 1935), invitándolo a unirse al
POUM ya en marcha, propuesta que el PCC rechazó.
Hubo una tercera y última reunión (13 de abril de35) de los seis grupos marxistas catalanes para hallar una base de
acuerdo para su unificación. Los socialistas (PSOE y USC) defendieron la posición de que había que mantener y
reforzar la Alianza Obrera que agrupaba partidos y organizaciones sindicales, pero invitaban a los otros grupos
políticos a ingresar en el PSOE si querían de verdad un solo gran partido proletario. Una propuesta que Largo
Caballero entendía como una medida a reforzar el ala izquierda en su partido y que igualmente significaba una
apertura hacia un PSOE que asumiera la cuestión nacional catalana. Pero el BOC y el PCP insistieron en que se
trataba de lograr solamente la unificación en Cataluña, lo cual no era cierto en el primer caso.
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Llegó un momento en el que el proceso unificador inicial se mostró inviable, aunque no por diferencias
programáticas. El PC, la USC y la FC del PSOE afirmarían después que la causa de este fracaso radicó en la
pretensión del BOC de crear un nuevo partido, que se expandiera fuera de Cataluña, en oposición al PSOE y al
PCE. Pero el hecho fue que durante las conferencias que acaban de reseñarse, el BOC igual que el PCP rebatió
precisamente las objeciones socialistas y comunistas, argumentando que lo que se trataba de lograr era un partido
marxista unificado exclusivamente catalán. Es cierto que luego Maurín y Nin se reafirmaron en la necesidad de crear
un nuevo partido a escala del Estado español que desbancase al PSOE y al PCE, a los que consideraban
fracasados, pero no había sido ésta su postura en las conferencias de los cuatro primeros meses de 1935.
NI el BOC ni el reducido grupo trotskista catalán rompieron las negociaciones, pues éstas no tuvieron continuidad,
en gran parte, debido a las posiciones socialistas y comunistas. Si en abril la actitud del BOC hubiese sido tan
incompatible con la de los demás, el PCC no le hubiese propuesto la unión entre ambos. Tras la reunión del 13 de
abril, el PCP y el BOC siguieron por su cuenta las negociaciones, pero éstas no tardaron en fracasar debido a que el
BOC empezaba ya a sostener la tesis de un partido unificado no limitado a Cataluña. En julio de 1935 las
negociaciones entre la USC y el PSOE fracasaron una vez más y el partido de Comorera, ya sin trabas, respondió
afirmativamente a la propuesta del PCP de crear un comité de enlace entre ambos. El PCC no ingresó en este
comité de enlace hasta enero de 1936 y la FC del PSOE no participó plenamente hasta mayo. En junio de 1935,
según se ha indicado, el PCC propuso al BOC la fusión, con exclusión del grupo de Nin y Andrade, justamente con
el que el BOC había mostrado mayor afinidad en los últimos tiempos.
De hecho, antes de que se sellase esa unión, las posibilidades teóricas del BOC se ampliaron todavía más. En
agosto, Santiago Carrillo, entonces líder indiscutido de las Juventudes Socialistas, invitó desde Claridad al partido de
Maurín para reforzar la Alianza Obrera y la revolución proletaria española. Maurín respondió que, tal como estaba
organizado el PSOE, lo más importante era operar "una clarificación" leninista, y algo parecido declaró Juan
Andrade, sobre todo en las circunstancias contradictorias en que se hallaba. No obstante, una minoría del BOC no
consideraba tan descabellada la propuesta de Carrillo, como pronto podría verse.
También el grupo trotskista se había visto instado por Trotsky a ingresar en el PSOE con las banderas desplegadas,
como se haría por un tiempo en Francia (hasta que León Blum los expulsó siguiendo una exigencia del PCF). Como
su influencia real mínima, Trotsky preconizaba desde 1934 el ingreso en los partidos socialistas para radicalizar su
ala izquierda e influir más eficazmente en las masas trabajadoras. En el caso español, Trotsky no gozaba de la
misma información que tenía en Francia -donde mantenía correspondencia con los socialistas de izquierdas,
concretamente con Marceau Pîvert y Daniel Guérin-, ignoraba la evolución de Maurín (al que seguía tachando de
"bujarinista"), así como lo que había significado la Alianza Obrera.
Lo que sí dejó clara la nueva situación fue la existencia en el BOC de una minoría contraria a la denuncia del
estalinismo y que no se integró en el POUM. Entre los disidentes eran cuadros como Pere Ardiaca, Manuel
Rodríguez Salas (ambos convencidos estalinistas en 1937), Víctor Colomer, Vitorio Sala, Miguel Ferrer, Ángel
Estivill y Llibert Estartús, algunos de los cuales fueron contemplados como "trotskistas infiltrados" y acabaron
trágicamente. Algunos se integraron en el PSOE catalán, otros en el PCC, para finalmente encontrarse luego en el
PSUC.
Por su lado, Nin había afirmado en la revista Comunismo (septiembre de1934), la necesidad de mantener la
independencia orgánica de la vanguardia obrera, defendiendo el frente único pero sin confundirlo con un utilitarismo
circunstancial con "un conglomerado amorfo, condenado a romperse al primer contacto con la realidad". A pesar del
prestigio de algunos de sus líderes, la IC era un grupo muy pequeño, sobre todo en comparación con el BOC. Su
presencia se centraba en el núcleo madrileño y singularmente en la localidad extremeña de Llerena, donde había
conseguido ser hegemónico. Se les reconocía su alto nivel teórico, pero no era la teoría lo que más preocupaba
entre los trabajadores, muy reacios a escuchar críticas a la URSS de Stalin. Para Maurín se trataba ante todo de
consolidar un grupo dirigente que compartiría con Nin.
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Las relaciones de Nin con Trotsky se fueron tensando desde el momento en que este, trató infantilmente de
encontrar interlocutores más jóvenes y decididos que Nin al que atribuía (como sucedió en Francia con Alfred
Rosmer, una actitud "clásica", inadecuada para la audacia que exigía la coyuntura que se abría y que en Francia
encarnó durante un tiempo Raymond Molinier Lo cierto era que a finales de 1935, el recién creado POUM era el
partido marxista más numeroso de Cataluña, sumando unos 7 000 afiliados. En vísperas del golpe militar fascista, el
POUM declaraba que había alcanzado la cifra de 10 000 afiliados.
El avance del POUM estimuló al PCC a entrar en negociaciones con el comité de enlace de la USC y el PCP, lo que
aceleró las negociaciones. El 24 de noviembre de 1935, dicho comité organizó un mitin en el Price de Barcelona, en
el que intervino también el PCC como invitado. Desde el penal donde permanecía por su actuación en los hechos de
Octubre, Comorera escribió al consejo directivo de la USC instándolo a una rápida unión entre los diversos grupos.
Durante la primera quincena de enero, el PCC ingresó en el comité de enlace...
Mientras se suceden los encuentros la situación política se acelera. Desde finales de 1935 a principios de 1936, con
la disgregación de las derechas parlamentarías y el triunfo del Frente Popular, el movimiento obrero volvió a levantar
cabeza, y la base presionó cada vez más fuertemente a sus dirigentes en pro de la unidad de clase, del UHP. Pero
previamente se impuso, frente a las derechas, la coalición electoral con las izquierdas burguesas. La CNT y la
izquierda radical que había dado su apoyo a la insurrección de Asturias, que se habían manifestado contrarias a
cualquier clase de colaboración con la izquierda republicana burguesa acabaron por aceptar en enero de 1936 la
coalición electoral del Frente Popular.
De alguna manera, esta posición aparecía como la que siempre había mantenido la USC, y por ello desempeñó un
importante papel de enlace entre las izquierdas burguesas y las obreristas en Cataluña. Dada sus buenas relaciones
con ERC, el partido de Comorera logró cuatro candidatos dentro de la candidatura del Frente Popular, al lado de
seis de los demás partidos obreristas, entre ellos Maurín, en tanto que Nin fue vetado por el PCE.
El temor a un golpe contrarrevolucionario preventivo por un lado, así como el remordimiento por haber abandonado
a sus correligionarios asturianos en 1934 y la amarga experiencia de sus pasados fracasos insurrecciónales,
impulsaron a los dirigentes anarquistas de la CNT a reconocer al fin que ésta no podía por sí sola realizar la
revolución y se plantearon por primera vez en serio la necesidad de una alianza con la UGT de cara a una posible
futura unión. Esta vez se olvidaron de hacer campaña a favor de la abstención.
Por otra parte, era cada vez más evidente que las declaraciones cenetistas antielectorales y contra todo tipo de
partido político eran cada vez más inoperantes y retóricas, pues gran parte de la base confederal, con la aprobación
de sus dirigentes, había contribuido con su voto y sin poner condición alguna al triunfo de las candidaturas del
Frente Popular, candidaturas de mayoría burguesa. Ello ocurrió tanto en Cataluña como en el resto del Estado
español. La CNT estaba cambiando su práctica, negándose, sin embargo, a cambiar de teoría más allá de la opción
pestañista por crear el Partido Sindicalista al margen (pero no en contra) del proyecto marxista y de las reflexiones
de Joan Peiró sobre un Estado obrero basado en los sindicatos y en las comunas agrarias.
Constituido después de las jornadas de julio del 36 en Barcelona, el PSUC hará todavía un solemne llamamiento al
POUM para una unificación definitiva. En el tiempo que sigue, las diferencias apenas sí se hacen notar, parece
como sí el problema del "trotskismo" no hubiera evolucionado desde su primer momento. En Madrid, Dolores Ibárruri
contesta a una pregunta de Mika Etchébère que "ahora lo que se trata es de combatir juntos el fascismo". Todo se
oscureció cuando a finales del 36, Stalin dictaminó que el "trotskismo" ha dejado de ser una corriente del movimiento
obrero para convertirse en el núcleo central de la "quinta columna" dando lugar a una de los capítulos más
ignominioso de la historia del movimiento obrero internacional.
11/05/2015
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Notas
1/ A tal efecto la Fundació Andreu Nin tiene previstas unas jornadas sobre las mujeres del POUM para octubre en
Barcelona, así como un Ciclo de cine sobre el POUM en la Filmoteca de Barcelona que incluirá películas, debates y
una exposición de fotografías "poumistas" de Agustí Centelles.
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