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D O M I N G O 16 D E D I C I E M B R E D E 2 0 1 2 | L a E s t r e l l a | Pa n a m á
TENDENCIAS POLÍTICAS EN AMÉRICA LATINA
El fascismo y movimientos
populistas de la derecha
El término fascismo se transforma en la actualidad en una especie de fundamento quintaesencial
para definir a todos los movimientos totalitarios y autocráticos de la época
CARLOS CASTRO
[email protected]
DOCENTE UNIVERSITARIO
Se ha mencionado que los
nuevos movimientos populistas del “péndulo de la
derecha” en América Latina
—entre los cuales se incluye
a Panamá—, en contraposición al llamado “socialismo del siglo XXI” son, genéricamente, movimientos
afines al Neo-fascismo. Dado que, como diría Saussure,
no es cierto que “las palabras y sus significados se
las lleva el viento”, sino que
las mismas son, de hecho,
inductores que impulsan la
acción práctica; por lo que
deberíamos atenernos a las
posibles consecuencias de
estos etiquetamientos, partiendo de lo que las palabras
fascismo o neo fascismo pudieran significar.
SIGNIFICADO DE
LA PALABRA FASCISMO
Aparentemente la experiencia histórica incubada durante la primera mitad del
siglo XX y que se configura
como nazi-fascismo y franquismo, se ha constituido en
una especie de arquetipo
para definir todas las formas
posteriores de totalitarismo,
particularmente los de derecha, que se
dan a partir
de esa experiencia. El
término fascismo
se
transforma
así, en una
especie de
fundamento
quintaesencial para definir a todos
los
movimientos totalitarios y
autocráticos. Siguiendo a Umberto Eco (2008), el término es
una suerte de sinécdoque,
de pars pro toto, que permite extender o alterar en
cierta manera el significado
original de la palabra al designarla solo por algunas de
sus partes y extenderla a
otras realidades.
Ocurre sin embargo, que
salvo en la experiencia histórica
del
nazi-fascismo-franquismo, ninguno de
los movimientos totalitarios
y autocráticos de derecha
que le han sucedido, incluso
los más reaccionarios, se autodefinen, en este momento, como fascistas (a diferencia de otras opciones políticas como la izquierda y el
neoliberalismo, que sí se autodefinen
abiertamente
desde sus posiciones ideológicas). La razón no hay
que buscarla exclusivamente en el estigma. La explicación es mucho más
sencilla.
permeado por la retórica de
la imagen y del sonido (Roland Barthes, 1964). Para
Eco el fascismo italiano no
“tenía una filosofía propia:
tenía tan solo una retórica”.
Según Stanley Paine (1997)
su contenido esencial podría resumirse como el de
un conjunto de “ideas vagas
y confusas”.
En fin, es muy difícil identificar un corpus teórico o
conjunto sistemático de
ideas que podamos denominar fascismo. En el mejor
de los casos los rasgos sobresalientes de este fenómeno político solo pueden
hacerse visibles, dentro de
su confusión e incoherencia,
a través de sus negaciones,
resentimientos u odios: anticomunismo, antiliberalismo, antisemitismo; sin ninguna apelación a valores positivos o proactivos sobre la
justicia, la libertad o la democracia. El fascista se reconoce en sus actos no en lo
que piensa.
LA RETÓRICA FASCISTA
El poder persuasivo de la
agresiva retórica fascista
descansa precisamente en
ese carácter
confuso y
nebuloso. La
coherencia
del discurso
fascista deriva de sus negaciones en
el marco de
un discurso
que explota,
provechosamente, los
odios, miedos y frustraciones
colectivas.
De hecho, el
fascismo ha
sido una excelente maquinaria para organizar los
miedos y resentimientos,
“locura colectiva” (Payne,
1997), como se demostró en
el uso mediático que hizo
Hitler de las frustraciones
derivadas del humillante
Tratado de Versalles. Esta
fue precisamente una de las
claves del éxito momentáneo del fascismo en la Alemania Nazi.
En este sentido, su poder de
penetración, sobre todo a
través de la retórica verbal,
de la imagen y del sonido, es
mayor que el de las elitistas
manifestaciones ideológicas
de los movimientos políticos orgánicos (izquierdistas y/o neoliberales). En
plena época de redes sociales, y de revolución informática, su poder es realmente explosivo y sus efectos potencialmente destructivos.
Foto: Archivo | La Estrella
FASCISIMO. En su momento Adolfo Hitler de Alemania y Benito Mussolini de Italia fueron los máximos exponentes del fascismo.
Para Umberto
Eco, el
fascismo
italiano no
tenía una
filosofía propia:
sólo retórica.
ALGUNAS RASGOS ACTUALES
EL IDEARIO FASCISTA
Resulta que lo que pudiéramos denominar el “ideario fascista”, de hecho, es un
conjunto nebuloso de ideas
recubiertas por una confusa
capa de contradicciones e
incoherencias organizadas,
no en torno a una ideología
o a un sistema de ideas
políticas y filosóficas coherentes, sino alrededor de un
discurso persuasivo o arte
del bene dicendi no solo oral
y escrito, sino cada vez mas
Esta penetración se vehiculiza a través de la apelación a lo irracional y emocional-afectivo, el culto a la
acción por la acción en oposición a la razón, xenofobia,
obsesión ritualista por el orden y la disciplina, rechazo a
los sistemas democráticos/parlamentarios, negación de los partidos políticos,
culto al léxico pobre y a una
sintaxis elemental que limita
el razonamiento critico, lenguaje confrontacional e in-
Foto: Archivo | La Estrella
MÉTODO. El fascismo ha sido una excelente maquinaria para organizar los miedos y resentimientos.
Foto: Archivo | La Estrella
ACCIONAR. A través de los años, el fascismo, se convirtió en una manera de generar histeria colectiva.
sultante, estado de guerra y
confrontación permanente,
intolerancia religiosa, culto
reverencial al pasado, fascinación con la idea de la
conspiración permanente,
temor a la diferencia (antifeminismo, anti intelectualismo), rechazo al espíritu
crítico y al cuestionamiento,
etcétera.
Sin embargo los rasgos que
acabamos de reseñar son
apenas las manifestaciones
exteriores del fenómeno. Por
sí mismas, ninguna de estas
expresiones define ni el surgimiento ni el desarrollo ulterior del fenómeno. La simple presencia de uno o varios
de estos atributos no es su-
ficiente para certificar la
existencia del fenómeno fascista. De hecho, las manifestaciones señaladas registran solo la memoria histórica del fascismo y de los
totalitarismos de derecha
hasta el momento actual, pero las posibilidades de surgimiento de expresiones inéditas e inconcebibles del fenómeno fascista, están infinitamente abiertas hacia el
futuro.
La tradición positivista nos
ha llevado a convertir estos
rasgos externos en paradigmas teóricos, con lo cual se
hace difícil identificar el fascismo a tiempo, con todas las
consecuencias que esto im-
plica. Definitivamente la referencia al pasado fascista
del siglo XX y sus particularidades, resulta insuficiente para entender la
emergencia de movimientos
neofascistas y/o de las diversas modalidades que asumen hoy los totalitarismos y
populismos de derecha. Proceder de esa manera sería,
adicionalmente, asumir una
postura reduccionista, unilineal, unicausal y mecánica.
PARA IDENTIFICAR EL
FASCISMO ACTUAL
La metodología correcta
para identificar el fenómeno
es reconocer la fuente de los
odios y miedos colectivos en
un momento histórico determinado. Dado que toda
sociedad acumula odios y
temores colectivos, esto no
supone que el fascismo sea
inevitable. Ocurre simplemente, que el fascismo es
una opción, pero una opción
perversa ya que asume la
manipulación mediática como método fundamental de
gobierno.
En lo que a nuestra realidad política concierne, convendría preguntarse simplemente ¿Estamos en condiciones de identificar, a tiempo, esos odios y frustraciones
o esperamos a ver si es verdad que llegará el lobo?
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