Karen Bennett. Hasta caer la noche

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Karen Bennett. Hasta caer la
noche
Por Anahí Más
“El género no es una genitalidad sino una sensibilidad”.
Marlene Wayar.
Karen Bennett es artista. Si tuviera que pedir un deseo no
dudaría en elegir su forma de morir y, así, culminar con una
vida en la que se pasó cumpliendo sus propios deseos. Una
realidad que costó muchos años de construcción y que hoy le
permitió puede disfrutar de una “feliz unión” entre su
identidad y su profesión donde ambas “tuvieron una flor de
cogida y quedaron enganchadxs para siempre”. Es un alma
“desnuda” que se comunica con otrxs; eso sí, es necesario que
estos otrxs también se “desnuden” para dejarse atravesar por
las sensaciones.
Docente,
músicx,
compositorx,
periodista,
formada
ideológicamente, pensante y crítica de un sistema que excluye,
impone roles y que, aunque nos quieran ilusionar con los
avances legislativos, no hace más que crear leyes y mecanismos
de inserción a un “sistema de control siniestro que llamamos
“sociedad civilizada”, ¿qué hay entonces frente a ello? para
Karen “la hipocresía es la pastilla que nos ayuda a sobrevivir
en el mundo opresivo que nos inventamos para nuestra propia
especie. La obligación de aferrarnos normas inhumanas para
sostener un sistema que nos escupe como fotocopias serviles,
sólo puede ser soportada, devolviendo la misma dosis de
hipocresía con la cual se nos forma”.
Activista de manera muy particular, observadora de la
profundidad de lxs otrxs, nos lo refleja cuando dice que “el
arte, por fortuna para lxs artistas, es un portal incomparable
para llegar al alma de las personas sin necesidad de
explicaciones” demostrándonos cómo el “ser artista” significa
-inevitablemente- hacer una exploración en el interior, una
búsqueda del propio ser.
Una entrevista que nos dejó frases dignas de grafittear en las
calles, difundirlas y de leerlas una y otra vez.
¿Cómo llegamos a la Karen Bennett que conocemos hoy?
En referencia a mi identidad de género, me tomó muchísimos
años construirla. Esto se debe a que ya estoy grandecitx y
vengo de una generación bisagra, la de los ochenta. Sería
demasiado largo de explicar los ires y venires de aprender a
quererme a mi mismx como lo hago ahora. Ciertamente, la feliz
unión entre mi verdadera identidad y mi profesión en algún
punto se cruzaron, tuvieron una flor de cogida y quedaron
enganchadxs para siempre. Ahí nació la criatura activista,
siempre estuvo, pero ahora se visibilizó. Mi percepción de mi
propio activismo no es políticamente LGBT, sino artísticamente
humana, desde una óptica trans, o mejor dicho desde mi
identidad trans.
¿Cómo fue tu formación intelectual y como artista?
En materia profesional, soy músicx, compositorx, guitarrista,
vocalista y letrista. Me dedico apasionadamente a esta forma
de arte desde que tengo 10 años. Mi formación en la música fue
tanto de manera autodidacta, como a través de estudios
formales. Hice mi carrera de músicx profesional en el SADEM
(Sindicato Argentino de Músicos). Siempre, de forma paralela,
formé bandas desde la década del ochenta hasta la actualidad.
En este momento estoy rearmando un proyecto de banda con
varias de mis viejas composiciones y nuevas también, que
espero tome forma para fines de año. Además acabo de rodar mi
primer videoclip con un equipo maravilloso, incluyendo lxs
chicxs de la banda.
¿Qué papel juega el arte en tu vida y de qué se nutre?
Juega un papel absolutamente fundamental en mi vida, por ser
el vehículo primordial de mi expresión humana. Es a través del
arte que mi vida y mi persona intentan abordar la belleza
humana que habita en todxs, no la estética, sino la esencial.
Aquella que excede el análisis autoperceptivo tan obligatorio
en otros territorios. El arte, por fortuna para lxs artistas,
es un portal incomparable para llegar al alma de las personas
sin necesidad de explicaciones. Porque es por medio del arte
que artista y audiencia nos ubicamos en un mismo plano. El
alma que se “desnuda” y se comunica con quien finalmente
entiende que también debe“desvestirse” para recibir.
Realizas entrevistas para el suplemento Soy y sos docente,
¿qué placeres o frustraciones te generó ponerte en esos roles?
Aprendí a que el concepto y nivel de “frustración” es
directamente proporcional al de “ilusión”. Aquellas ilusiones
previas que nos fijamos para un éxito usualmente pretencioso.
Cambié mi excesiva necesidad de esperar determinados logros,
en favor de disfrutar simplemente el hecho de hacer
determinada cosa. El simple placer de hacer algo que te
propones por mero deseo, constituye en sí mismo un placer. El
precio del éxito es una variable que nos fijamos de forma
anticipada, sobre condimentada, y me resulta tramposa, falsa y
abismal. Tanto la docencia como la de entrevistar o escribir
en un medio destinado a un colectivo ignorado en otros
ámbitos, son formas de expresión que en sí mismas son
placenteras porque fueron deseadas. Adoro ambas actividades.
De todos modos mi trabajo fuerte es en GATE (Global
ActionforTransEquality) que es una organización de activistas
trans operando a nivel internacional donde mi labor es como
asistente ejecutiva de Mauro Cabral, uno de los activistas
por la inclusión y derechos de identidades trans y personas
intersex más importantes de nuestro país. Felizmente puedo
decir que mi trabajo, de momento, está en sintonía con mi
identidad de género. No es poca cosa.
Son muy amigas con Susy. Contanos lo que para vos significa la
amistad y el amor y esta unión para la creación y el arte.
Nuestra relación con Susy es un acto de amor en todos los
sentidos que se te puedan ocurrir. Partiendo desde nuestras
mutuas identidades de género no normativas, tan similares y
tan distintas a la vez, al igual que nuestras herramientas
artísticas también tan parecidas y distintas a la vez. Aquello
en lo que nos parecemos es el lienzo para nuestra obra.
Aquello que nos diferencia son los pinceles y colores. Todo
junto conforma aquello en lo que creemos ambas. El lazo de
comunicación de almas. Ahí está nuestro cuadro. Nuestra obra…
Susy y yo nos valemos de distintas herramientas para un mismo
mensaje. A todo esto sumale un inmenso amor humano e imaginate
luego el resultado artístico.
“El género no es una genitalidad sino una sensibilidad”, dice
Marlene Wayar, ¿es esta sensibilidad la que te hizo artista?
Comparto esa reflexión en su totalidad, como me pasa
usualmente con el pensamiento filosófico de Marlene, a quien
adoro y admiro. Ahora bien, en esta ecuación que mencionás en
particular, se me hace muy difícil acertar, porque aun no
descubrí si va primero el huevo o la gallina. ¿Es el arte
aquello que me sensibiliza, o es mi sensibilidad la que me
acerca al arte como herramienta? Como fuere, para quedar bien
con ambas, te propongo un 50-50.
Sobre el matrimonio leí en tu facebook un texto que resumo
destacando lo siguiente “lo que realmente importa del
matrimonio hetero-homo-trans o interplanetario, es su
inevitable e inexorable futuro divorcio y su división de
bienes. Si no te aseguras eso, minga te vas a casar”. ¿Cuál es
tu postura frente a la ley de matrimonio igualitario antes y
después de su sanción? ¿Y sobre la ley de identidad de género?
El matrimonio entendido como entidad legal e institucional, es
una figura creada por el sistema para ejecutar una de sus
miles de tretas de control social. Todo aquello que puede
documentarse de forma registral, es una forma de detentar
control. Entonces el “matrimonio” se convierte en el enlace
humano y el “patrimonio” en su relación económica. Ambos deben
ser documentables y quedar registrados en sus fueros
correspondientes a los fines de generar las obligaciones y
responsabilidades socio-económicas que el sistema de consumo y
producción espera de la figura familiar. Todo esto se nos
vende como un cuento de hadas en la niñez, el cual sin sus
caricaturas, se convierte en un frío contrato de convivencia,
que en ningún momento habla de amor humano, sino de
responsabilidades conyugales y familiares. En mi diccionario
personal, el matrimonio igualitario es un derecho totalmente
necesario para que una comunidad antes privada de sus
derechos, pueda finalmente insertarse en el sistema de control
siniestro que llamamos “sociedad civilizada”.
La Ley de Identidad de género si bien también es un
requerimiento producto de un sistema opresivo, tenía mucho más
necesidad de validación que el otro, porque abarca necesidades
y derechos humanos infinitamente más urgentes que el del
matrimonio igualitario. Una persona sin su derecho a identidad
en ejercicio, con la consecuente marginación en materia de
salud y la educación, es un ser totalmente imposibilitado de
desarrollarse en plenitud.
En resumidas cuentas, nunca cuestioné ni al matrimonio
igualitario, ni a la ley de Identidad de género, sino a un
sistema que les exige para ser funcional, pero siendo ambas
necesarias la ley de identidad de género debió haber tenido
prioridad. Las razones del orden tienen que ver con el hecho
de que el colectivo con acceso legal y político a ambas no es
el trans, sino el gay-lésbico de clase media, para quien la
ley de matrimonio era de mayor interés en su agenda. Todo
vuelve a ser una prioridad de clases.
¿Qué criticarías de la tv y de la radio actual (incluido el
programa de Flor de la V) respecto a su rol en la construcción
de este mundo, imposición de roles sociales, y defensa de
intereses?
Desde la década menemista que abandoné la asiduidad de ver
canales de aire. Los miro de soslayo, cuando no tengo más
opción y con el estómago retorcido. Me produce náuseas la
alevosía con la cual se insulta el nivel de inteligencia de
lxs espectadorxs. Lo que es peor, para mi total desilusión, el
nivel de inteligencia del espectador promedio ha sabido caer
inexorablemente al nivel actual del lenguaje televisivo. Pero
volvemos al huevo y la gallina. ¿Cayó el nivel de la TV o cayó
el nivel de la audiencia? Vamos con un 50-50 nuevamente y
todxs contentxs. La TV es un supermercado enorme con alguna
que otra animación entre góndolas. Con la radio pasa algo
similar, en el mainstream al menos, pero aún encuentra alguna
supervivencia de emisoras más místicas e independientes. La
ley de medios tal vez logre mejorar este espantoso escenario
de medios monopólicos y corporativos.
En este sentido, Flor de la V. es un personaje televisivo
patético, la identidad de género de esta persona queda
totalmente sepultada bajo su horrenda diarrea normativa. No
hay diferencias conceptuales entre Flor de la V., Susana
Gimenez, Mirtha Legrand o Maru Botana. Pretender resaltar su
“identidad trans” como un avance progresista en los medios, es
tan falaz como citar a Margaret Thatcher como ejemplo de la
inclusión de la femineidad institucional. No hay diferencias
en ninguna de estas “femineidades” con respecto al poder
machista al cual rinden tributo.
¿Qué significa para este país que hoy exista un bachillerato
trans?
El Bachi es una balsa en pleno naufragio del barco de la
exclusión social. Es realmente un oasis en el desierto y un
espacio de enorme amor personal. Pero una mirada más crítica
me obliga a concluir en que la necesidad de la existencia del
bachi, es prueba irrefutable de la vigencia de la marginación
que sufren las identidades trans en los “establecimientos de
educación normal”. Con sinceridad brutal, -al margen de mi
vínculo amoroso con el Bachi y todo lo vinculado a él-, la
verdadera inclusión consiste en la pluralidad, la convivencia
y el respeto en las “escuelas estatales normales”. El modelo
de bachillerato popular es el modelo de educación ideal con el
cual debería funcionar el sistema educativo nacional.
Curiosamente, el bachi fue reconocido en la Legislatura
Porteña hace días, pero el dinero para su funcionamiento sigue
sin aparecer.
¿Cuál te parece la mayor hipocresía de nuestra sociedad
actual?
La hipocresía no tiene escalafones “mayor-menor”. Es un
concepto y se manifiesta en infinitos actos aparentemente
inofensivos. Se va adaptando de forma camaleónica a los
tiempos y escenarios que le tocan. Pero es siempre la misma
con otro disfraz. La hipocresía es predicar una cosa y
practicar otra. Ahora bien, todo ejercicio de poder debe
obligatoriamente incluir una retórica hipócrita para poder
llevarse a cabo. Es imposible una relación vertical de
gobierno a gobernado, aunque democrática, sin un discurso
hipócrita que la sostenga. La hipocresía es la pastilla que
nos ayuda a sobrevivir en el mundo opresivo que nos inventamos
para nuestra propia especie. La obligación de aferrarnos
normas inhumanas para sostener un sistema que nos escupe como
fotocopias serviles, sólo puede ser soportada, devolviendo la
misma dosis de hipocresía con la cual se nos forma. El sistema
nos hace creer que nos cuida como un padre y nosotxs le
hacemos creer que le obedecemos como su hijo, hasta que cae la
noche.
¿Qué buscas transmitir a través de tu cuerpo, de tu estética?
Antes de comprender mi visibilidad como un discurso político,
prima en mí el hecho de gustarme cuando me veo. Mi activismo
es mucho más ideológico que estético. Pero no salgo a hacer
activismo sin estar bien maquillada. Primero quiero verme
bellx (de acuerdo a mi propia calificación y juicio) y después
hablamos de identidad de género. Nunca me sentí mujer ni
hombre en el sentido cultural, político y social de estos
“departamentos”. Aceptar cualquiera de los dos me arrastraría
hasta extremos culturales que no quiero para mí. Desde luego
mi imagen está inspirada en otras femineidades y también se
encuentra sujeta a determinados parámetros culturales
normativos occidentales. Deconstruir el género a tal grado es
utópico en mi, porque además quiero disfrutar de mi vida. No
quiero convertirme en la mártir de ninguna causa. Mi activismo
es, con toda franqueza, un acto egoísta, de exigir mis propios
derechos, de vivir como quiero y de yapa, tener la empatía de
ayudar a otras personas a hacer lo mismo.
¿Quién es Karen Bennett?
Musicx,
compositorx,
guitarrista,
vocalista
y
letrista.
También es secretaria en GATE (Global ActionforTransEquality),
Colaboradora y traductora en el Suplemento SOY de Página/12 y
docente de inglés del Bachillerato Popular Trans “Mocha
Celis”.
Ph Nacho Miyashiro Photography
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