DliílO lEPüBltCliO-PiOGlESISTí DEU CALLE m `fjmm

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EL MÜEÍITO BESOCITAOO
. Leemos, sin terror tls ninguna clas3, eui El ímparcial:
«Pai-cTs ser gae ol proenrador dol Sr. jíontero
Ríos iia presentado tres q;i ¡reilas criminales contra lÍL i^vfs por los dtílitos do oaliiLiirúa é injuri»,
y han sido doraaniados en j licio do conciliación
. La Ünió'i Oainti-ca, El Mediodía y algiin otro periódico páralos mismos efectos.
Según se no« asegura, naesti'o respetable amigo
está resuelto á llevar ante los tribunales ú aquellos de nuestros colegas que, de un modo más ó
manos directo, imn reproducido ciertos extremos
de EL PAÍS, cotí motivo de la causa de la calle de
Fuencarral, porque entiende que es la única manara de que se puedan esclarecer los ¡lecíios y iiacer
efectiva la responsabilidad en que se íiaya podido
incurrir con aiTeglo al Código penal.
Ademán, el Sr. Montero Ríos se ha mostrado
•parte en las cítusas que contra E L PAÍS se siguen á
instancia del ministerio fiscal.»
Paree; mentira.
Parece mentira que Montero Ríos se atreva, cadáver y todo, á mavor cierta? cosas.
•• Pero cuando Dios quiero por iar n nn canonisia,
le tjaci conferenciar primero, con Mill-iu Astray, y
despu-.^s le vuelve loco de rciiiate. •
¿No comprendo el desgraciado Montero que lioy
no os ya el que sfllía, que su fuerza estaba oa la
presidencia dol Tribunal Supremo, de laqueluamos
tenido el honor iii3 precipitarlo, y que <3n oí momento pres.-Míto poiemos hablar d-i óí, !=in quís el
ministerio público nos exija tafíta'-> perífrasis como
antaño? ¿No se fijó en que iaa últimas pnletadas do
tierra qae arrojamos süibre su poc'"* glorioja S'M)I51tura, no provocaron ia denuncia ordinaria y en que
•EL PAÍS pasó y ropaaó por encima de su cuerpo
muerto,, sin. que nadie viniera, á intorrampirieí ¿No
adivina el por qa.; hombre tan .a.«tnto?
Píie.4 pofque no era ya presidente del Supremo.
'Nií se haga ilusioücs sobre el papel sallado el viejo leguleyo. Puede lialíer pjira todos. Xíl Gobierno,
que le.tie{ie por muerto; quixá jBor putrefacto, nos
.LizQ la cesión de.su cadáver.
'• ^ •
Y cabalmente entonces 'dejamcs do iiablar.do él.'
MoníeTO .!lío§, desdo aquel día, pasó al negociado
de las tumbas, y nosotros araamos el aire y ei sol» íS
¡Injuriar á Montero Río.?.' ;G alumniarle!
¿Tenemos nosotros la culpado qua Madrid, de gae
toda Kspaña se haya lijado en ese hombre, sin duda
ipor lo mucho que se destacaba f?a sitial, con ocasión de ver toda la justicia española agitada, desxarientada, tí'fímuía, buscando á los autores de un
crimen jiprrepdo, sin adelantar evidentemente un
.paso en SÚ3 í.avestigacioiifes?¿S'oerapr^»fíía-;teiaM
Tribunal Supremo, jofe de la justijjia, alio inspec.
tor de ella, ol Sr. rdontero Páosí¿Qud mucho que se
Slavaran en él todas las miradas?
' ¿Es culpa nuestra, aca^o, que MQHÍOI'O haya visi.tado la Cárcel-Modelo, y después de hablar con Várela encomendara al juez la incomunicación del hi-
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DliílO lEPüBltCliO-PiOGlESISTí
í'fraWssas!^
jo de la Borcino, por inspirarle sospechas vehemoutes su actituj y sus ex|>licasioae?? Si sospechó de
Varóla, preso custodiado poi- MiU.ítt,ia sospecha
de Millán se imponía: ¿y es cúpi nuestra también
que al día siguieate recibiera en au despache al señor Serrano, juez iutiiríno, y al .•íü'íp.'iclioso director
de iaj cárcel, confcreaciando deteuidameate con
eiios!"
¿Y es culpa nuestra acaso que los términos de esa
conferencia, transcritos por f?l Imparcia,'-oA iO áa
•agosto de labios del Sr. Montero Ríos, no ajustaran, en el concepto unánime de la opioión, con la
rigidez, con la severidad presumible en nft tan alto
magistrado? ¿Es culpa nuestra que la acción popular reclame su declaración ea juicio?
¡Injuria y calumnia! ¿Es calumniar acaso á Montero Ríos asegurar que era amigo de Millán?
¿Es injuria y calumnia pnbiicar las declaraciones
de Ramos Quereacia? ¿Es calumnia ó injuria sostcrner que el nombre de Fernando Blanco, inocente,
apareció en la c;lu^sa, lo misjno que pudo .aparecer
el nombre de otro inocente cualquiera, por ejem-pío, Kugenio .Montero? Pues ¡o repetimos. •
¿Es injuria hablar con mal disimulado desdén.del
hombro d.ál Louriz-in, de-l somi-i.-irista apóstata?
Pues no podemos remediarlo. Su nombro sale perpetuamente injuriado de loa punto.s de nuestra
pluma.
,íSi ci Bo respetar á Moatovo Ríos '3s íajuriarle,
nosotros no le respetamos.,
Si .«a piieio pcMar la dasconsideración política,
jurídica, etc.. que nos inspira, cada día que pasa
so no.? dibo coiiipuUr por quiíiiejiws años da cadena.
¿Lo quiere más claro Montero Ríos?
' Y a so defiende el ilustre cadáver.
•••:-'
Abandonaba la presidencia del Supremo para defenderse do éius enemigos... Sus enemigos éramos
nosotros.
...
Por lo pronto ae parapeta detrás do uua montaña
de papel do oficio. ¡De primera intención dispara
dó'co cáus3,3 criminales.'
¡Qaiéii sabe! Aunque ajenos á estas, feas lides,;pu^
diera ocurrir qucsé realizara lo que alparacer se
propone.
. , - . • , ;
Montero «entiende que es la única mañera de que
so puedan esclarecer los heciios y hacer efectiva
la responsabilidad on que se haya podido incurrir
con arreglo al Código penal.»
Pues como se consiguiera eso, nos daríamos por
.satisfechos.
»
La probable, lo seguro," áfn crtiKargí), es qije nos
condoueii, que Montero triunfe... Es un Napoleón
en materia de pedimentos.
Quiere decir que nos desíor.rarán de España por
unos dos tnil años.
Ca,?i no lo sentimos.
La verdad es que este paí.?, donde Montero Ríos
P
viejos y nuGVos, cuchillos de monte, hachas, mazas herradas y claveteadas. Algunos • llevaban dos huesos de muerto
puestos en forma de aspa. Atacaban dando grandes gritos; surgían repentinamente de todas parles, de ios bosques, de las
colinas, de las cuevas, de las cañadas, for| mando círculo a l r e d d o r del enemigo,
cayendo sobre él como el rayo, matando,
externainando y luego disolviéndose y
desapareciendo. Guando atravesaban una
población republicana cortaban el árbol
de la Libertad, le quemaban y bailaban
eu corro alrededor del i'uego. Todas sus
oxpedicione,? eran nocturnas, regla general del vondeaao: presentarse siempre
donde menos lo esperan. Caminaban quince leguas cu silencio sin dejar la menor
| huella de su pa-sq. Por ia nociic, despuós
de acordado entro los jefes y on congojo
de guerra el sitio donde habían de acomeíor por sorpresa á los destacamentos r e | publicauos, cargaban sus fusiles, mascullaban sus oraciones, se quitaban los zapatos y desalaban en largas colummas
por medio de los bosques, descalzos soAquel tiempo épico era cruai; las almas bro los brezos, sobre el musgo, sin ruido,
estaban poseídas de furor. Madama do sin pronunciar una palabra, casi sin í:'esLescure hacia expresame.Qta pasar su c a - pirar: marcha de gatos en las tinieblas.
ballo por los cuerpos de los republioanog
que habían caído en el combate, muertos
Vi
según ella decía, heridos como tal vez estaban. Algunas veces los hombres hicie^ i a i m a d e la tSei'ra se i.r»ns0ilté
ron traición á su causa; las mujeres j a íú hoDsbre.
más: la Fleury, actriz del teatro Francés,
so pasó de ía Rouario á Marat, pero por
La Vendée sublevada no puede calcularamor. Los capitanes oran por lo general se en menos de quinientas mil personas,
tan igiiorantes como los soldados; JM. de entre hombres, mujeres y nífios. Medio
Sapínaud no sabía ortografía, y para e s - millón de combatientes es el número c i cribir novM auriom de nolr? cofc'(ten- tado por Tuffla de la Rouarie.
dríamos por miestra parte)-escribía: nous
Los federalistas eran los auxiliares de
orions de notre canté. Los jefes se odia- aquella sublevación; la Vendée tuvo por
ban mutuamente; les capitanes del Ma- cómplice á ia Gironda. La Lozero enviaba
rais gritaban: «tabajo los del país alto!» al Bocage treinta mil hombres. Ocho d e Su caballería era poco numerosa y difícil partamentos se coaligaban, cinco en Brede allegar. Puysaye escribe: 7ife?/ hor/ibre taña y tres ea. Normandía. Bvreux, que
que ri-ie da de -/nuy buena gana sus dos hi- fraternizaba con G a ^ , r.staba representajos, y se enfria su entusiasmo si le p¿do do en la rebelión pop Chaumout, su alcaiuno de sus cálanos. Stis armas oran pér- de, y Gardembas unos de sus notables.
tigas, horquillas, hocos, guadafias, fusiles
Brissot en Moulins, Ghassan en Lyon, Ra
I p
«éffl4iMr#9
fué hasta hace poco tiempo mía institución, se está tólica, Sr. Iser», á causa de ia pnWicacián de on ^aftlcplo y
varios sueltos relativos ?! crimen de la calle de Fneñcaír&l, ei
pokiendo inljabitable.
^
,,
!to dejó de verifiearse por;¡no haber el juez comparecido S so
- — i ' I.. I...
'•——™.i~--.——-.«gb—.
;
'—i——
despacho á la hora citada.''
Ei juicio
uicio se ap!a¿ó
api.120 para el martes prrtüimo.a
Esperamos que á estas horas ftl .«¡oiíor' jueri del
• Géntindto las pre-, las CAM-, las'CÍO-, las nes.
Hospicio so habrá impuesto á sí mismo una bueua
'• hmtatm'm u'n periódifeode Granada:
B«Bih ta 6aplta^ se ha recoa&jnfrado la fuerza en los coárteles, multa.
5jmia¡ eompáñla y un oscaaclrdn de la Guardia ' civil ha salido
Gomo 30 la habría impuesto al demandado 5i éste
lio se safaBWRqué dirección.»
:
hubiera tenido la d.esgracia de hacer U que su aoConti-a la p « i a de un no se sabe adonde, no hay ñoría.
más: qa« un consuelo.
Gomo si M Siglo Futuro no tuviera bastante con
No saber á qué,
Eí Correo E-rpañol y todos ios metropr>IiUiüo,s de
la rostauracJóK, aüora se le pone enfrente la m.i«Y dice otro.periódico de Cartagena:
«En un ti-en especia! ha llegado -ísta mañana unoMe los.ba- mísima madre de D. Garlos, que era ya lo último
taüones del regimienííj de infantería de España, '
" ' ^ que podía ancedoi'le, después do haber merecido
los arañazos do ia Pardo.
• En eí ntíxto ha reñido el otro batallan.
E^a tarde ha marchado |á Valencia oi reglmiemo de Ma- La Fe publica anoche una carta dirigida poi' doH«r«a.» . . , . ' •
;i
ña María Beatriz, y en ella no llama al Sr. Nocedal
Paro, señor, ¿qué hace Jenaro Ala8 que tanto se más que «Jiaroto,» «lobo,» «calumniador,» «escriha reído con la movilización de los ejércitos france- tor ingrato,» /Kengaüador do personáis buenas,» y
ses é italianos?
al Manifiesto de la iwensa tradicionali'sta «libelo
, A-bien que Alas pertenece á los cuerpos especia- infame, que recuerda mucho el Coras,» cuyo conlea ,y éfstos no se ríen hoy.
tenido «es una mentira atroz.»
,.; Sa reirán mañana.
• -. .
Para comprfnder todo ol valor de este íonguaje,
\ El señor ministro de la Gobernación ha dirigido es preciso tcaer en cuenta que la dama que lo hael siguiente telegrama á los gobernadores de pro- bla está reclusa en el couvenío de Garmolitas de
Graz, y según Za Fe, «es una excelsa pr-incosa en
viüciá: *
«Miíiftíi 23'(6,30 í.)—Algunas disposiciones af'optadas en qnisn todos, papa.?, royos, emperadoroí, han conolos cuarteles por orden del capitán general de este distrito y cido y conocen, respetan y ndmiran \¡\ virtud ra.'iaFiíferentes á \% disciplina dé los mismos,"hafl servido dé pretex- na á !a santidad,»
tó para reiíeíonir!as.,"can tí'naoTes de alteracián del orden púDo que tiene.la lengua suelta;üamos tanta fe como
Wico. No esistiendo tales temores, puede V. S. negar en ab.so- la Fe,
lutocttaa.t» ipreoaue'ones.adoptadas se telegrafía por los coPero de ca.í'irtad no anda muy bien.
rresponsíiíes.»
^.á^M
ff iBueno!-=^4irán los gobernadores—se negará.
Y dopaso pondrán, como nuevo al Sr. Goyeneche.
,,Y el Sr. .Qayenecha tendrá que oir contra,el -señor
Moret,. quéie acusa de alarmista á sus afios,.-..-' =.. • •;
., .V aaí, con .esta feiiz concordia de los etemeatos
XttiftJSteriü^Sj'habréiaos llegado á aquella superior
poprlfir^cíón de fuerzas y á aquel justo equilibrio,
que pe, píopóso como ideal la gloriosa fórmula
Montero-Alonso Martínez.. . , '
.
'
(Continuación:)
' "'
'•
'- •" Ségito lá prensa' oficiosa, no- os' exacto qué se h a i4.<'5Consiaerando que este' crimen psrece es de
í^a" pensado' én adoptar náedidaií dé rigor cofitra los
parricidio j no de robo, con el de iiicendio del ca•pei^édícbs f ! » afecuten las ríiformas militares.
' • Vérdader«meíit9,, los temibles para^el GoMerao dáver de dofia Luciana Borcino, no sólo porque la
muerte-precedió al robo'de los yalores en Billetes
no'son los ^ a e las discuten.
que ta víctima llevaba, ó éiiardkla' consigo 'pasa
ÜSon'if» que las hacen. ' •
-••,••sustraerlos ai alcance y rapacidad de 'su projáo
' 9QT^B0.'L-a--EpQca'^ih& lo "fue se 'hace al apuntar hijo, 'sino porque el incendio del cadáver'demuescom'o=apiaata''ea ios sigiiieat'es páwafós:
•' '^
tra qué lo qué convenía hacer desáp&reoer era la
• «Porausentarse'breve tismpode su residencia el g'eneíal eloeu'ente
prueba del parricidio, que'réfelaban'y
•Boulanier, dice, con objeto de .trabajw sta candidatura para
dipiul^íS)^ Ja, Bípiiblifla francesa Ip sometió á nn consejo de d'enénoiftbaa' las heridas infei-irtas 4 doña Luciana
Boreiiío; T él íobo sin el paírícicífo exipoíiía A su
|uerra.'y fié ¡jájo df ba,ia,ea el Estado mayor..
,Encaá>biofiay en ^'E^pafia ".generales que hablan púWica- desnaturalizado hijo D. José Vázquez 'Vareta 4 'la
•ftenfé. centra'eT'GoBietno cóhsíitníd'o y, no salo no son objeto interdicción y desheredarían, cuyo téia'ópfné, á lo
dé niia meáidá's'eve'ra. Sino (jne, por el contrario, sé conferen- que se infiere, la causa determinante del parricidio,
'eiaéon.ellósjsé transige con stis imposiciones y aun se les sin el ciial, por más que pro'base legaímente Vawla
efrece.un pjiesfopaTa quepoT si mismos realicen sus planes. que DO había salido a i una sola vez, ni na momento
Todo lo cual po impide que los que tal hacen truenen contra
l»s ittipesicionés do la taerza armada y digan «no y otro día siquiera de la Gárcel, contra lo que' estaba viáñio
qne Jos problemas militares deien tener un carácter nacional sn madre los más de los "días,, quedando • con vida
doña Luciana, ate madre, aopodía ésta meaosd©
y-que et.ejército debe vivir apartado de la política.»
. .VaEde y conasa... Gassqia. . . . • , , •
n ' , eóiióeel' qxm ál ÍMnffuilfzarta'acaso su liJjo:y Millán
,'• Gomos •wa:an«Rti»os lAriff^a«, «!. p(»j¿di¿« .octn-SiMí? 'papa qoe-Mmítíem de c'riada", y ál disculparta Me.vador pMé' que se dé de baja ea el ejército ai ex go M roBo, éonociéndok tambián como Várela--y
Miliáíí ctfflocla'a'á ift Higinia, los dos ía baMal ten.miflistro de la Guerra. '= 'dido utt lazo para robarla; porque' su Mjo, y sólo ga
. ..^í BOíT gastan á nos&lroS íos conservadores.
hijo D, José era el que saMa cuándo ,sa áiadre'sa'cíí.'táaeleéíí.camo si tal cosa noticia» por el es- ba .fondos del Banco; que de noche se cerraba pt^p
dentro en su gabinete y dormitorio; que Ue-^ábá
tilo«Aunque el Juzgado municipal del Hospicio habla señalado consigo, cuando salía de casa, aquellos fondos y hapara las tres de la tarde de ayer el Juicio de conciliación de- bía salido acaso á misa y acababa de llegar á na.
mandando por el Sr. Montero Ríos ai director de ía ÍJnién Ca- casa doña Luciana el domingo 1." de Julio; y qtm
DEU
ME
CALLE m 'fjmm
"friftcto i8 saiteíola.
BLíOTgGA OE «isL ÍÜÍBJ,
ííapós que podían haber á las m,anos. Roger Mouliflierss llevaba un turbante y un
doiman que había tomado en el almacdn
de trajes del teatro de la Fleche; eí caballero de Beauvilliers llevalja una toga de
flfecai y Tin sombrero'de mujer eucima de
uu goíTO de lana: todos, sin embargo, llevaban banda y cíníurón blancos, y ios
grados so distinguías por los diversos
nudos. Stoñ'let tenía un nudo encarnado;
La Rochejacquelein lo llevaba n.'gro;
WÍTnpfén, semi-girondiao, que por lo de•más no salió nunca de Normandía, llevaba el broche do los carabots de Caen. Tenían en sus fllas mujeres, como madama
Lascnre, que despiíás fué madama de La
Rochejacquelein: Teresa de Moilion, queriiia de ia Rouario, !a cual quemó la lista
de los jefes de parroquia, madama de La
SochefoucanJó, íierraosa joven que sable
en mano reunía á ios campesinos alrededor do la gruesa torre del castillij do PuyRousseau; y aquella Antoniota Adams,
llamada el caballero Adams, tan valiente,
que hecha prisionera, se la fusiló en pie
por respeto á su valor.
é-wwsepens:
V, HUGO • - NOVENTA
Volver siu precaución entre los vivos
y desenterrarse inoportunamente, era
grave. Se corría el riesgo de hallarse de
improviso catre las piornas da uua co~
lum-na en raa:'cha. Selvas temible.?, lazos
do doble trampa, donde los azules no osaban entrar y de donde los blancoíi no se
atrevían á salir.
IV
Í J B v!)ia vaniiesiinia Imjo
tierra.
[•RES
ios
nes. Rompían todos log pueates, desmontaban todos los carros y iialialj^n medio
de comuiiÍGar.se todas la-í noticias y darse todos los avisos y órdenes.
Tenían estaciones de emisariog establacidas d-3 bosque en bosque, de aldea en aldea, de granja en graaja, de cabana ea
cabana, de matorral ea matorral.
Tal aldoauo, quo parecía estúpido,, pasaba por nníre el ünomigo Uevaado partes
y comuaicacione.? en el palo ea que se
apoyaiía, que estaba hueco.
Un antiguo coastitnyoute, llamado Bosíidoui íes proporcioaaba, para ir y venir
de un extroiao á otro da la Bretaña, pasaportes republicaaos dol uaavo modelo con
los nombres en blanco, doeu.meat.o.s de íos
cuales aquel traidor íoaía aiuehos legajos
.Rra imposible sorprondorloá. Puyssys d i ce (1): secretos coiramicadus ú más de cuor
Irocic.ñiosriV'l ind¿oídnos han sido guardados relia iosameiUe.
Parecía quo eí cuadrilátero formado ai
Sur por la línea quo va de las SaJiles á
Tlionars, al Este por ia línea do Thouar.s
á Saumup, y por el río de Thoué, ai Noria
por el Loi?'a, y al Oeste por ei Océano t e nía en mismo aparato nervioso, y que no
podía estremecerse un solo pauto de
aquel suelo sin quo todo él so estremocis}ra. Ea un abrir y cerrar los ojos corrísa
las noticias de Noirmoalier á Luzón, y el
campo do la Loué sabia en un momento
lo quo pasaba on ei campo de la Croix»
;\lorinoau, co.mo si las ave,'? fuesen las encargad.i.s de pasar lus :ivi.sos. Hocíie e s cribía el •/ mcsídor año liJ': no r,arece sino
qacücnen
leUgrafos.
Kstabaa divididos en claañss corao híx
Escocia; cada parroquia taala su crajiíán.
Mi psdre hizo agueíla guorra y por ©so
puado hablar do olla con eonocimionto de
causa.
Y
Los hombre.s en aquellas cavernas de
animales se aburrían. De uoch.e algunas
veces da^afiabaa el peligro y salíaa de
ellas pai'a bailar ea las landas inmediatas, ó bien rezaban para matar el tiempo.
Bourdoiíeau decm-, «todo el día nos íeaía
,luaa Ghüuaa coa ol rosario en la mano.»
Cuando llegaba la cstacióa en auo se
celebraba la fiesta llamada do la Gavilla,
era casi imposible impedir á ios natarr.les
del TSajo Maíae que salieran de aus escondrijos para asistir á la romería. Algunos
tenían ideas propias: Deays, llamado Corta-montes, se disfrazaba de mujer para ir
á Laval á ver una comedia, y luego volvía á esoondorso en su agujero.
Otras voces salían de repenLo para
arrostrar la muerto, dejando el calabozo
por el sepulcro.
Otras lovantabaa la tapa del pozo y e s cuchaban el ruido dol comJ)ato que resonaba á lo lejos, Riguícndo sus alternativas
con el oíuo ateat j . El fuego de los republicanos era regalar, el de los iXíalisías
gratjoado y dosparramado, y por estas señales se guiaban. Si eí fuego por pelotones cesaba súbitamente ora señal do quo
los .idealistas habían perdido la acción; si
el ñtogo desordenado continuaba y se alejaba era señal do que ia haliíau ganado.
Los blancos perseguían siempre á sus enomi^o»; los azules nunca, porque el país
estaba en contra suya.
Estos beligerantes subterráneos estaban I
Muchos no tenían más a m a <fu« íapica;
admirablemente informados da los movi- I pero abundaban las buoaas escopeta,?! de
mientos de aus contrarios. Nada raás r á pido j misterioso que sus comunicacio(i) Tujno 11 pág. 33.
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