Si te caes, levántate - Predicando el evangelio

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SI TE CAES, LEVÁNTATE
David Barragán Cruz
Si te caes, levántate. Cuantas veces, escuchamos esta frase de parte de nuestros padres,
cuándo estamos pequeños, cuándo apenas éramos unos niños y aún más grandes. Siendo el deseo
de nuestros padres, que nos mantuviéramos de pie firmes cómo todos unos victoriosos. Si te
caes, levántate. Estas Palabras, para usted y para muchos puede que tengan poco valor, pero si
reflexionamos en ellas, déjeme le digo que estas Palabras tienen un significado muy profundo.
En primer lugar, porque nos las dicen nuestros seres queridos, ellos son nuestros primeros
educadores los que nos guían, y están al pendiente de nuestra formación, para saber cómo
conducirnos correctamente en la vida. Para ser hombres y mujeres de bien, en una sociedad que
está más y más en decadencia, por haberse perdido los valores y lo más importante por haber
quitado de sus vidas a Dios. También, nuestros seres queridos de alguna manera nos aconsejaron
en lo espiritual, aunque muchos de ellos no conocieron a Dios, cómo debe de ser. Sin embargo
nos inculcaron una fe para creer en Dios, aunque no fue lo más correcto, pero esto nos ayudó
para encontrar y estar en la verdad. Ahora esta frase, se la repetimos a nuestros hijos desde
pequeños, si te caes, levántate. Ya que no vamos a permitir que nuestros hijos se queden
estancados, y fracasen en sus intentos de logar sus metas en sus vidas, que son lo más importante
para ellos, después de Dios. Porque sabemos que en nuestra vida cómo Cristianos, primero está
Dios. Ya que Él es quién prospera nuestro camino, (Salmo 119:105). Porque sus metas son las
que los van a motivar a triunfar en la vida, algunos decidirán servirle a Dios y otros, diferentes
trabajos pero siempre con el conocimiento de Dios. Quizá más tarde decidan servir al Señor,
también cómo predicadores, (Proverbios 22:6).
Cuándo recién conocemos al Señor en ocasiones, mientras llega el crecimiento espiritual,
algunos sufrimos caídas. Y estas caídas son también porque estamos madurando en las cosas del
Señor, esto nos duele mucho pero es un proceso. Algunos podrán hacerlo bien desde el principio
que entregan su vida al Señor, pero a otros les costará más esfuerzo. Para todo aquel que pasa por
este proceso, existe una grande salvación que es Dios. El Señor no deja al justo caído,
(Proverbios 24:16). Estas cosas pasan porque el mundo todavía está muy a flor de piel en nuestro
ser. Cómo humanos estamos expuestos a las caídas y no estamos exentos, aunque seamos
Cristianos, (1 Pedro 3:21), pero el deseo de agradar a Dios y el sacrificio de Su Hijo es lo que
nos motiva a ser perseverantes, (Mateo 24:13). Esto lo entendía muy bien el Apóstol Pedro, ya
que él por su carácter rudo e impulsivo, por su oficio de pescador y sus hábitos en el mundo de
persona ruda, batalló mucho para poder dominar su carácter, por tal motivo el Señor Jesús tuvo
que reprenderlo varias veces. Sus caídas que tuvo, fueron varias y difíciles; éstas le causaron un
gran dolor y arrepentimiento. Una de las veces que cayó el Apóstol Pedro fue, cuando le faltó fe,
(Mateo 14:28-31), muchas veces los temores a lo desconocido nos hace dudar, perdiendo la
confianza en lo que hemos creído. Esto hace, que nos quedemos solos con nuestros
pensamientos, que en nada nos pueden ayudar ya que en ocasiones nuestro pensamiento es
destructivo. Llegando a la desesperación, a la desesperanza y perdiendo en algunos casos la fe,
éste fue el caso del Apóstol Pedro, después de que los discípulos vieron al Señor Jesús andar
sobre el mar. Confundiéndolo con un fantasma, ellos entonces empezaron a dar voces de miedo,
entonces el Señor Jesús les habló para animarlos, y al escuchar Pedro que era el Señor se animó
mucho y le dijo que lo llevara con Él, luego Pedro caminó sobre el mar. Yendo Pedro hacia el
Señor sopló el viento, y teniendo miedo, comenzó a hundirse. Entonces clamó al Señor, para que
lo librara de la muerte. Y tomándolo de la mano, Jesús le dice ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué
dudaste? La duda es un factor negativo, que cuándo tiene cabida en nuestra mente hace estragos
en nuestra vida. Se pierde la tranquilidad, la paz, y sobre todo la fe. Dios quiera que nunca sea
nuestro caso. Que nunca pasemos por tal situación, y si así fuera recordemos que el Señor nunca
nos desampara, Él estará siempre con nosotros, (Mateo 28:20; Hebreos 13:5; Juan 14:18,23).
Porque esto es lo que nos ha prometido.
Al Apóstol también le faltó entendimiento para comprender las Palabras del Señor. Cuándo
le dice en, (Mateo 15:15) delante de los escribas y fariseos que llegaron al Señor Jesús, para
hablar acerca de las tradiciones que no tienen ningún valor espiritual porque están sólo en el
corazón del hombre y no en el de Dios. Y le decían con ganas de hacerlo caer, por qué tus
discípulos no tienen la debida precaución de lavarse las manos antes de comer los alimentos,
para que así, cumplan con lo dicho por los ancianos y que guarden las tradiciones y anden
ordenadamente. Esto para los judíos era de mucha importancia ya que le daban más valor que a
la misma ley. Porque la ley la quebrantaban, y por esta falta de responsabilidad de los judíos. El
Señor les responde con otra pregunta, y les dice; por qué ustedes no cumplen con la ley que Dios
les ha dado por medio de Moisés, allá en el Monte Sinaí, (Éxodo 31:18). Y por esta razón, estos
judíos estaban pasando por alto, el honrar a sus padres con los bienes que los hijos poseían.
Porque los ancianos y demás guías espirituales, les enseñaban cómo doctrina, que todo aquello
con qué podían recompensarlos, era ofrenda para Dios. Quedando así desamparados, sin
retribución alguna para los padres, de esta manera quedaba anulado el mandamiento de Dios por
sus tradiciones. Por esto el Señor los reprende diciéndoles hipócritas. Mientras tanto, enseñaba a
la multitud lo que en realidad hace daño o contamina al hombre, y que no es lo que come sino lo
que sale de dentro de él, eso es lo que contamina al hombre, esto no lo entendía Pedro ni los
otros Apóstoles. Hasta esos momentos todavía no tenían el entendimiento ejercitado, para
conocer la Palabra del Señor, que es muy importante saber el mensaje o el significado de cada
Palabra que nos habla Dios. Para cumplirla y practicarla en nuestro diario vivir, y también
compartirla enseñándola en toda su pureza (Tito 2:1). Los apóstoles la entendieron después,
cuando el Señor obró en ellos (Lucas 24:45). De igual manera pasó con la Iglesia primitiva con
los primeros Cristianos, ellos perseveraban en todas las cosas que Dios les había mandado, aun
con las persecuciones que sufrieron, y que las soportaron muchas veces hasta la muerte. Estos
Cristianos entendían todos los acontecimientos que estaban pasando, y lo aceptaban porque ellos
entendían (2 da Pedro 3:1). Así, también en este tiempo presente nosotros, para conocer la
Palabra y saberla en toda su pureza. Entonces, es necesario pasar por un proceso de aprendizaje
constante y persistente, sólo de esta manera, podemos tener nuestros sentidos ejercitados para
poder discernir bien la Palabra de Dios. Si nosotros llegamos a estos niveles, ciertamente el
Señor nos ha abierto el entendimiento, porque el velo de la ignorancia se nos ha quitado (2 da de
Corintios 3:16).
El apóstol Pedro a veces no ponía la mirada en las cosas de Dios, si no en las de los
hombres. Por esta causa el Señor Jesús le llama Satanás y le dice que para el mismo le era
tropiezo (Mateo 16:22 – 23). Y todo esto sucedió porque el apóstol quiso ayudar al Señor,
motivándolo a que desistiera ir a Jerusalén, y así, no padecer lo que ya les había comentado que
iba a sufrir. El Señor Jesús, sabiendo de ante mano que esa no era la voluntad del Padre celestial,
le dice Palabras duras al Apóstol, que tuvo que aceptarles. En esta ocasión podemos ver que la
intención del Apóstol era buena, desde el punto de vista humano, y hasta se le podía agradecer al
Apóstol por la atención que tuvo con el Señor Jesús. Sólo que estaba siendo estorbo para los
planes de Dios, que se tenían que cumplir de acuerdo a su voluntad. Ya que para esto Dios envío
a Su Hijo para que la cumpliera, (Juan 4:34). De ésta enseñanza podemos aprender cosas de
mucha importancia. Por ejemplo no ser estorbo para los planes de Dios, que se tienen que seguir
cumpliendo hasta el cumplimiento de los tiempos. En todo caso debemos ser colaboradores
cómo siervos del Señor, y ser parte de esos planes para cumplirlos, y no aparecer cómo personas
que sólo estorban. Siendo así, correríamos el riesgo de recibir terribles amonestaciones, que para
nosotros sería que el Señor nos destituya de Su presencia, y nos mande al castigo eterno. Por
ninguna razón caigamos en semejante situación, y que nunca sea éste nuestro caso. Sería mejor
que trabajemos y que nos esforcemos, y así poder cooperar en los planes de Dios, trabajando en
favor de nuestra salvación y nuestros seres queridos, cómo también de todo aquel que es nuestro
prójimo.
En esta ocasión, el Apóstol Pedro negaría al Señor Jesús, (Mateo 26:31-35). Aún, con la
confesión que le hizo, diciendo, si otros tienen el valor de abandonarte Señor, yo jamás lo haría,
muchas veces el hombre actúa sin pensar las cosas dos o tres veces, y no toma en cuenta las
consecuencias de lo que se dice, y nuestras Palabras nos comprometen en gran manera, quedando
la persona avergonzada. Porque no respeta ni cumple con lo que dice. Lo importante es lo que
aprendemos, que es el propósito de la Escritura, Ella nos enseña lo correcto lo que es bueno para
nuestra vida. De cómo podemos ser mejores, y sobre todo ser responsables de nuestros actos, y
de lo que decimos. Reconsideremos lo que le sucedió al Apóstol Pedro, que cuándo el Señor
Jesús le dice: Ustedes me abandonarán esta noche sólo que estas Palabras dichas por el Señor
eran conforme a la profecía que tendría cumplimiento en Su persona. Y sigue el Señor hablando,
ahora con Palabras que tienen mayor interés, porque habla de Su resurrección. La cual a la
verdad se cumplió. Después que el Señor Jesús murió y fue sepultado y resucitó al tercer día
según las Escrituras, (1 Co. 15:4). El gran problema del Apóstol Pedro fue que habló antes de
tiempo, esto sucede regularmente en las personas que tienen que pasar vergüenzas, cómo lo
veremos más adelante. El caso aquí, es que siguió hablando cómo se ve después que el Señor
Jesús, les asegura que lo que decía así iba a suceder, y lo dice, ahora con Palabras más difíciles
de que se cumplan de qué el Apóstol lo abandonaría. Ya que le dice, “antes que el gallo cante,
me negarás”. Las Palabras que dice el Señor son entendibles y claras. Pero el Apóstol no las
entendió sino que todo lo complicó, porque algo tan fácil de entender resultó para él un problema
que tuvo que aguantar. Ahora el Apóstol le dice que si es necesario moriría con Él, muchas veces
la persona, por querer dar solución a un problema lo puede complicar más. Así, pasa con todo ser
humano en ocasiones lo fácil se convierte en algo difícil, ahora, nosotros cómo Iglesia nos van a
ser de mucha ayuda, para tomar nuestras buenas decisiones, y dejar que la Palabra de Dios nos
guíe y enseñe, para actuar sabiamente y no sentirnos unos expertos en el discernimiento del bien
y del mal, y pensar que estamos por encima de las Escrituras. Hermanos, no nos hagamos
maestros muchos de nosotros, recordemos que con ésta actitud de orgullo y vanidad. Sino,
corregimos nuestras acciones, seremos juzgados más estrictamente, (Santiago 3:1). Así que,
actuemos con mucha sabiduría cuando decidamos acerca de las Escrituras, o de algún punto
doctrinal específico, por lo cual antes de emitir un juicio debemos estar seguros que cumpliremos
con nuestro compromiso. Siendo analíticos y examinando bien las cosas, por lo que se pueda
presentar cómo riesgos peligrosos, y sólo por no analizar bien las cosas que decimos. Así que,
cuando vayamos a tomar decisiones sobre algún tema en general, lo hagamos de la mejor manera
de que estamos usando bien la Palabra de Dios, para no caer en errores, (2Timoteo 2:15). Y no
actuar impetuosamente cómo persona irresponsable, para no arrepentirse después. Con ideas y
pensamientos humanos que no tienen ningún valor para nuestra vida espiritual, porque si este
fuera el caso y actuaremos sin responsabilidad sólo nos daría esta actitud problemas. Las cuales
nos arrastrarán a lo más profundo de la desesperación provocando muerte espiritual. Seamos
pues precavidos con lo que nos dice la Escritura, y dejar que ella nos guíe sólo así sabremos
cómo actuar antes de pronunciar Palabra. Y no lamentarnos como le sucedió al Apóstol cómo lo
estamos viendo, y que las Santas Escrituras nos revelan las cosas que todos nosotros debemos
saber y hacer. Para no estar especulando con nuestra fe, porque lo que dice la Palabra de Dios se
cumple, el ser humano muchas veces dice y no hace, esta es una gran verdad, ya que la
naturaleza del hombre es inconstante, actúa al ay se va, y dice luego, las cosas se corrigen y se
acomodan por sí solas. Así que, una vez más nos damos cuenta que lo que el hombre pueda decir
siempre quedará en segundo término lo que cuenta y tiene valor es sólo la Palabra de Dios. Que
se confirma cómo lo vemos en seguida, donde se ve cómo los discípulos del Señor al ver el
peligro que se acercaba lo abandonaron dejándolo sólo, (Mateo 26:56). Pero Él no estaba sólo el
Padre celestial estaba con Él, (Juan 16:32). Amigos y hermanos las Escrituras tienen su
cumplimiento, acerca de lo que los profetas escribieron con mucha anticipación. Por esto,
nosotros confiamos en ellas y también por la seguridad que en ellas encontramos por eso nuestra
fe es firme y estable no nos movemos de lo que ya hemos creído sabiendo que estamos en la
verdad, (2 Timoteo 1:12). Sigamos analizando las caídas del Apóstol Pedro. Porque
efectivamente en los versículos siguientes vamos a mirar cómo él negó al Señor Jesús.
Ésta es la siguiente vez que Pedro niega al Señor. Después que lo tomaron preso, para
juzgarlo y condenarlo a muerte, en una cruz muriendo injustamente por nosotros los pecadores,
(Santiago 5:6). Y Pedro lo seguía de lejos llegando hasta donde tenían al Señor Jesús. Para hacer
juicio injusto delante de Él, y cómo el Apóstol no pudo mantenerse encubierto por mucho tiempo
porque algunas personas que estaban en el mismo lugar lo pusieron en evidencia reconociéndolo.
Viendo que había sido descubierto y no pudiendo esconderse más empezó a injuriar y a maldecir
jurando que él no conocía al Señor Jesús. Para el Apóstol era muy difícil que le creyeran, aún
con todo lo que había dicho a favor de él, en esos momentos. Porque le dicen que su forma de
hablar lo delata, esto lo llevó a recordar las Palabras que el Señor Jesús le dijo. “Antes que cante
el gallo, me negarás tres veces”. Después salió de aquel lugar y lloró con amargura, (Mateo
26:69-75). Qué momento más difícil, para él, tener que soportar el peso de la culpa, angustia y
desesperación. Por éste hecho él entendió que había traicionado al Señor, a su Maestro al que
hacía unas horas le había prometido que con Él iría hasta la muerte. Ahora tenía que vivir con
esta acción en su conciencia el resto de su vida. Más el Señor le pasó esto por alto, para él nada
estaba perdido, la traición que el Apóstol Pedro hizo al Señor había sucedido para que la profecía
se cumpliera. Pues el Profeta había dicho esto acerca del Hijo de Dios, (Zacarías 13:7). Esta
situación que tuvo que soportar el Apóstol, la hubiera podido evitar, pero estaba escrito que
sucedería. “Escrito está” (Mateo 26:31), todo lo que es profecía acerca de la vida del Salvador
del mundo tiene que cumplirse, es por eso esta situación abrumadora para el Apóstol Pedro. Pero
sin embargo, el medio hermano del Señor Jesús ahora nos ensena a nosotros a través de la Biblia
en, (Santiago 1:19), por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para
hablar. Con esta enseñanza en la Biblia tenemos una lección práctica para nuestros tiempos. Nos
ayuda a contenernos en nuestro ímpetu, para que no pasemos por esta experiencia. La cual si
nosotros ahora negamos al Señor, él nos negara también en el día postreros, (Mateo 10:33). Por
eso es necesario estudiar muy bien las Escrituras, a fondo a fin de conocer cuál es la
consecuencia de caer en la semejanza de lo que Pedro hizo. Porque para el Apóstol no tuvo una
consecuencia fatídica, puesto que esto para él fue lo que estaba escrito. Pero hoy en día para
nosotros negar al Señor Jesús es una consecuencia de muerte espiritual. Como siervos de Cristo
debemos ser muy cuidadosos de nuestra salvación y cumplir todos los mandamientos que el
Señor nos dejó. Esto lo hace todo Cristiano que verdaderamente ama a Dios y el sacrificio de
nuestro amado Salvador. Así que, de esta manera demostramos que somos amigos del Señor,
(Juan 14:15; 15:14). Nosotros tenemos a toda costa que evitar caer en el error, porque puede
afectar nuestra relación con el Señor Jesús y poner en peligro nuestra salvación. Al grado de
poder perderla. Como Cristianos debemos de marcar la diferencia y actuar con mucha madurez
espiritual, y recodar que somos siervos del Señor, y que para su servicio nos llamó, (Colosenses
3:23).
Ahora veremos al apóstol Pedro, pretendiendo reprender al Señor Jesús cuando él les
comienza a decir a Sus Apóstoles, que el Hijo del hombre tendría que sufrir muchas cosas
terribles y ser rechazado por los judíos, (Marcos 8:31). En esta ocasión lo que animo al Apóstol,
para corregir al Hijo de Dios es la forma en que él les explica la manera de cómo le iban a
suceder las cosas, las cuales le provocarían la muerte. Esto es muy terrible para ellos y actuando
con amor fraternal, como quien protege a un hermano mayor, lo quiere librar del peligro de la
muerte. Ya que el Apóstol no había entendido porque era tan necesario que el Señor muriera en
la cruz, (2Corintios 5:21). El Apóstol quiso dar protección y seguridad a la vida del Señor, pero
esto no estaba en sus manos porque Dios ya había determinado su fin, para esto nació para Salvar
al mundo de sus pecados, (Mateo 1:21). Porque el veía las cosas desde el punto de vista humano,
pero Dios tiene sus propósitos y Sus pensamientos no son nuestros pensamientos, (Isaías 55:8).
Y es que efectivamente lo dicho por Cristo era de acuerdo a lo que estaba escrito de El por los
profetas y que tenían cumplimiento. Por esto Jesús le dice al Apóstol Pedro delante de sus
compañeros apártate de mí Satanás, (Marcos 8:33). El Apóstol no tenía derecho de intervenir en
los asuntos del Señor Jesús. Estas cosas solo le pertenecen a Él y se las compartía a ellos porque
era parte de su entrenamiento y capacitación, ya que ellos serían los que continuarían con su
obra. Muchas veces la persona se deja llevar por sus sentimientos, poniendo su corazón por
delante que llega a sentir compasión por aquellas personas que sufren por diversas circunstancias
de la vida. Este fue el sentir del Apóstol Pedro hacia el Señor Jesús.
El Apóstol Pedro pensó que estaba dando un buen consejo al Señor Jesús, y a veces somos
así nosotros. Pensamos que hacemos bien en dar algún consejo al hermano, cuando se acerca y
nos dice fíjese hermano que tengo mucho trabajo y ahora me están ofreciendo tiempo extra, pero
es en domingo y lo estoy pensando, ya que no voy a poder venir al servicio a Dios. Y le decimos
al hermano, o está bien hermano aproveche ya ve que luego no hay trabajo, es una bendición.
Este es un mal que le estamos causando al hermano ya que se está dañando su fidelidad y este es
un mandamiento, (Mateo 18:7). Al contrario, de decirle es bueno que lo esté pensando ya que es
un peligro no tener madurez espiritual. Si usted lo está pensando quiere decirme esto a mí, que
usted entiende que no está bien dejar de Adorar a Dios por unos cuantos dólares. Ya que nuestra
salvación aunque no nos cuesta nada efectivo, puesto que las cosas más importantes en la vida no
las podemos pagar con nada porque no tienen precio ya que su valor es incalculable, nosotros no
lo podemos cuantificar en dólares ya que la salvación de nuestra alma es por la sangre preciosa
de nuestro Señor Jesucristo. Lo que tenemos que hacer es ser fieles y esta es la única forma que
tenemos de agradecerle a Dios todo lo que ha hecho por nosotros los pecadores, (Proverbios 1:7;
Romanos 12:1; Filipenses 4:6).
La autoridad y bendiciones que encontramos en la Escritura son las que nos motivan a seguir
siempre firmes en el camino del Señor, a pesar de las tribulaciones y problemas de todo tipo que
en la vida nos acontecen, cuando nos sentimos caídos por el sufrimiento de una enfermedad
terminal, nos desmoralizamos, como que nuestra fe se debilita y se nos oscurece nuestro
panorama de la vida, pero en lugar de que esto nos acontezca. Lo que debemos hacer es orar a
Dios para que nos de la salida, esto es algo que en muchos casos sucede, pero para que esto
suceda tenemos que demostrar mucha FE al Señor orar a Dios con mucho fervor. Creyendo
realmente que Dios nos puede dar la salud, (Santiago 1:6-7). Y no estar caídos por pensar que
Dios no escucha nuestra oración. Cuándo tenemos una fe incrédula, el Dios que profesamos amar
no se complace de nosotros. Y no se complace porque ve nuestra poca fe, entonces téngalo por
seguro que aunque usted ore mucho a Dios, Él no contestará su oración. Tenemos que
levantarnos, no estar caídos. Esto sólo lo logrará aquel que tenga una Fe firme y fuerte, (2Pedro
1:1).
Cuándo el Señor Jesús, lava los pies a los Apóstoles. Pedro le dice: ¿Tú me lavas los pies?
(Juan 13:6). Y es que efectivamente Jesús estaba dispuesto a mostrar un ejemplo de humildad.
Ante sus discípulos para que una vez que hayan sido instruidos, ellos hicieran lo mismo unos a
otros y para con todos. Estas cosas así sucedieron cuando el Señor estaba celebrando, una de las
fiestas de la pascua con sus discípulos, entonces levantándose de la cena porque estaban
comiendo, hizo todos los preparativos para realizar esta acción. Que estaba a punto de llevar a
cabo delante de todos ellos, de lavar sus pies, y al llegar el turno para el Apóstol Pedro, éste le
dice, le dice con mucho ímpetu ya que era su principal característica de ser el primero siempre en
responder. O expresar alguna inconformidad. Según su pensamiento. Pedro caía vez, tras vez,
por su carácter impetuoso e impulsivo, entonces el Señor pacientemente lo enseñaba, le ayudaba
a entender las cosas. Así ahora a nosotros nos da la lección el Señor, de que así como Él siendo
el Hijo de Dios, (Mateo 20:28), sirvió en este mundo a todo aquel necesitado que se acercó a Él
solicitando Su ayuda. Nosotros también debemos ser Cristianos útiles en la viña de nuestro
Señor, que cuando nuestros hermanos estén en una necesidad y nos solicitan nuestro apoyo;
nosotros con amor y mucha solicitud les ayudemos. Porque ésta es la voluntad de nuestro Dios.
Ya que al hacer ésto estamos demostrando que amamos a Dios y a nuestros hermanos,
(Colosenses 3:14). Lo bueno de estas enseñanzas es que tenemos las Sagradas Escrituras, en las
cuáles aprendemos a hacer la voluntad de nuestro Dios. Y cómo Sus servidores debemos
aprovechar todas las oportunidades, para practicar la humildad. Que no se nos olvide que la
Palabra de Dios nos enseña en, (1 Pedro 5:5-6). Sí, queremos ser exaltados por la poderosa mano
de Dios, tenemos siempre que actuar con humildad. Cristo nos dejó éste excelente ejemplo, (1
Pedro 2:21).
Nuevamente vemos a Pedro caído y nuevamente también el Señor le dará una enseñanza,
(Juan 18:10). Vemos la infinita paciencia del Señor con Sus Apóstoles enseñándoles. Pero no
sólo su paciencia es para con ellos sino también para con nosotros, ya que también nosotros
caemos y el Señor nos levanta. Con paciencia, con amor y con Su sabiduría nos enseña. Que no
tenemos que vivir con la espada desenvainada, para estar siempre a la defensiva. Cómo le pasaba
a Pedro. Porque cuándo tiempo antes de que tomaran prisionero al Señor Jesús, para ser juzgado
injustamente y condenado a la muerte crucificándolo en una cruz por manos de los inicuos,
(Hechos 2:23). Pedro usó su espada para herir al siervo del sumo sacerdote Caifás, el cual se
llamaba Malco. Esta no es la actitud correcta de un discípulo de Cristo, por eso el Señor lo
reprende nuevamente. Y le dice, vuelve tu espada a su lugar, (Mateo 26:52). ¿Acaso piensas que
no puedo orar a mi Padre?, (Mateo 26:53), aquí aprendemos nosotros que no tenemos que tener
estas actitudes con nuestro prójimo, ya que el Señor reprobó lo que el Apóstol hizo. Tampoco
nosotros debemos tener reacciones impulsivas que se hacen sin pensar en las consecuencias. Tal
vez las hacemos en la congregación o en nuestro hogar o en nuestro trabajo. Recordemos que
cómo hijos de Dios tenemos que ser luz al mundo, (Mateo 5:14-16).
Sí, te caes, levántate. Como Cristianos que somos no debemos quedarnos caídos en el
pecado ya que esto es lo que quiere el adversario, el Diablo, de los hijos de Dios. La aplicación
espiritual para nuestra vida es la siguiente. Que ante el peligro del pecado debemos actuar con
mucha sabiduría. Para saber qué camino tomar. Tomar la mejor decisión, consultar la Biblia ya
que la Palabra de Dios tiene una enseñanza para cada situación de nuestra vida. El Señor Jesús
nos da un consejo, (Mateo 10:16, he aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed
pues prudentes como serpientes, y sencillos como palomas). Esto quiere decir, que el Cristiano
ante el peligro del pecado o el peligro de ser perjudicado por alguien más debe ser prudente.
Alejándose para no salir perjudicado ante una situación comprometedora, por ejemplo.
Alejándose de la inminente tentación del pecado, por ejemplo lo que hizo José, cuándo la mujer
de Potifar lo perseguía, (Génesis 39:7-9), José no sólo se alejó de la tentación de la mujer, sino
que se alejó de la tentación que Satanás el león rugiente le puso delante de sus ojos, la mujer tal
vez era exquisita en belleza y su anatomía perfecta, pero José dijo cómo haría yo este grande mal
pecando contra Dios. José primeramente no quiso perjudicar a su prójimo, conocía los
mandamientos y los guardaba, (Juan 14:15). Después dijo yo temo a Dios, (Proverbios 1:7). José
no quiso perder su relación con Dios, pues era hombre entendido y temeroso, (2Timoteo 1:12).
Así qué, si estás caído, levántate. Porque Dios es tu fuerza, Dios es tu Roca, (Efesios 6:10; 1
Corintios 10:4). Tengamos siempre presente en nuestra mente que el Señor está a nuestro lado
cómo poderoso gigante, (Jeremías 20:11). Recordemos que debemos actuar con mucha madurez
espiritual, para no ser avergonzados, como le pasaba al Apóstol Pedro. Porque la Escritura dice,
pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra
milicia no son carnales, sino poderosas en Dios, (2 Corintios 10:3,4).
Sí, te caes, levántate. El Señor, quiere confirmar y estar seguro de que la preparación del
Apóstol Pedro es óptima, por eso le pregunta tres veces, Pedro ¿me amas más que a éstos? el
Apóstol le contesta que si lo ama, el Señor le dice: apacienta mis corderos. La segunda vez Pedro
¿me amas? Si Señor tu sabes que te amo, apacienta mis ovejas. La tercera vez Pedro ¿me amas?
Pedro se entristeció de qué por tercera vez el Señor le preguntara lo mismo. Pero Jesús quería
qué Pedro estuviera muy seguro de lo que decía, ya que en otras veces el Apóstol cayó en
pecado. Aquí cabe decir, que la tristeza que Pedro sintió fue por todas las deficiencias en sus
caídas anteriores. Y que le hicieron sentirse mal en lo moral y espiritual, ya que llegaron a su
mente los momentos de sus caídas. Pero en todas éstas, el Señor le ayudó, le enseñó y lo
fortaleció en su proceso de madurez. Por sus actitudes, que desde el punto de vista de Pedro eran
buenas, eran positivas, pero para el Señor en nada le ayudaban. Antes eran grandes obstáculos
para su ministerio y obra y esto no lo entendía Pedro. Ya que su capacitación y adiestramiento no
terminaba todavía, sino más adelante. Así que, la insistencia del Hijo de Dios con Pedro, de que
si le ama era para que entendiera que las cosas de aquí en adelante eran más serias y requerían
más responsabilidad de ellos, ya que su Maestro sería quitado de ellos. Esta es una enseñanza
muy relevante para nosotros, de qué si amamos al Señor, tenemos que amar todo lo que es suyo y
las almas de nuestros hermanos son del Señor. Por tanto, si dañamos a un hermano con Palabra
mala o actitud mala, el Señor nos dará castigo por esto. Por lo cual, debemos de tener mucho
cuidado de cómo nos conducimos en la Iglesia y en todo lugar, (1Timoteo 3:15; Efesios 4:13).
Sí, te caes, levántate. En el Evangelio según, (Juan 21:21), dice de la siguiente manera.
Cuando Pedro vio que el Apóstol amado les seguía, dijo al Señor Jesús, ¿Qué de éste? ¿Qué
vemos en esta actitud de Pedro? ¿Qué denota este comentario? ¿Será que Pedro tiene un corazón
egoísta? ¿Qué sólo quiere el amor del Señor para él? Éste no debió de ser el comentario del
Apóstol, ya que había andado varios años con Jesús, aquí vemos claramente celos. Pedro tenía
celos de que Jesús amara a otros. El Apóstol todavía no entendía el mandamiento que el Señor ya
les había dado, (Juan 13:34), Juan el discípulo amado, les seguía a discreción, ningún mal estaba
haciendo con esto. Ya que ni siquiera se ve en el diálogo que los interrumpa. Y es triste ver que
así, nos pasa a nosotros los Cristianos, en algunas situaciones así somos nosotros cuándo estamos
reunidos con la Iglesia. Queremos acaparar la atención de todos nuestros hermanos, no dejando
que los demás hablen, u opinen, a veces hasta la Palabra se la quitamos de la boca al hermano
que quiere involucrarse en la plática y no le permitimos convivir con los demás. Esto es un
pecado de orgullo, vanidad y soberbia. Que no nos suceda cómo el Señor le dijo a Pedro. ¿Qué a
ti? Una vez más avergonzado. Si quiero que él quede hasta que yo venga, aquí el Señor está
exaltando al amado. A causa de la soberbia de Pedro. Esto fue lo que sacó Pedro por no pensar
dos veces cómo decir bien las cosas. Aprendemos muchas lecciones prácticas de los hechos que
le sucedían a Pedro. Hermanos, hay que tener cuidado de nuestras acciones en la viña del Señor
para que no seamos avergonzados, (Mateo 23:12). Lo que tenemos que recordar es que el
Apóstol estaba en un proceso de aprendizaje, y que él era un hombre rudo y del vulgo sin
educación secular, (Hechos 2:7). Nosotros gracias a la providencia de Dios ya tenemos la Palabra
de Dios que es la Biblia. La cual nos exhorta y nos enseña cómo conducirnos correctamente
delante de nuestros hermanos y de Dios. Todas estas cosas que le sucedieron a Pedro, por su
ímpetu, carácter fuerte o por querer sobresalir de los demás Apóstoles cualquiera que sea el caso
particular del Apóstol, y que siempre el Señor tuvo Palabras para exhortarlo, animarlo y sobre
todo enseñarlo. Éste era el objetivo del Señor Jesús, porque no siempre Él estaría con ellos.
Porque al Señor le quedaba poco tiempo. Y para el Apóstol era de gran provecho la enseñanza
del Señor, puesto que ellos serían los encargados de predicar el Evangelio. Ellos tendrían esta
gran responsabilidad, es por eso la preocupación del Señor en no dejarle pasar al Apóstol
ninguno de sus errores.
Sí, te caes, levántate. Lamentablemente, es esta ocasión es el Apóstol Pablo quien reprende
al Apóstol Pedro, (Gálatas 2:11-15). Pero cuando Pedro vino a Antioquía, le resistí cara a cara,
porque era de condenar. Porque Pedro se hacía el disimulado entre los judíos con los gentiles,
pues tenía miedo de que los judíos vieran su comunión con los gentiles. Y esto es una hipocresía.
Por eso la postura dura del Apóstol Pablo ante el Apóstol Pedro, ya que le amaba y su salvación
también estaba en peligro. Otro peligro que ve aquí el Apóstol Pablo, es que el Apóstol Pedro
con esta hipocresía está arrastrando a otros hermanos. Los cuáles lo imitan en este su pecado. La
hipocresía es algo que el Señor Jesús condenó mucho en la tierra, (Gálatas 5:9), el Señor les
enseña en una ocasión que el pecado de la hipocresía, es cómo la levadura que siendo poca leuda
toda la masa. Y comparó la actitud de los fariseos con ésta levadura. Porque ellos enseñaban
cosas buenas al pueblo y no sólo eso sino que les exigían una carga pesada y ni ellos mismos
eran capaces de hacer lo que decían. Por la hipocresía de los fariseos el Señor les dice a los
discípulos y a Su audiencia, hagan lo que ellos dicen pero no hagan conforme sus obras porque
dicen y no hacen, (Mateo 23:3). Nosotros los Cristianos tenemos que tomar este ejemplo de los
fariseos y del Apóstol Pedro para no hacer conforme lo que ellos hicieron. Porque dice el
Apóstol Pablo esto es de condenar, no es posible que siendo Apóstol, Pedro haga este pecado. Y
así, nosotros no es posible que siendo Cristianos y también hijos de Dios hagamos cómo ellos
que cayeron en el pecado de la hipocresía. Porque nuestra salvación depende de alejarnos del
pecado de la hipocresía y de guardar todos los mandamientos de Dios, (Romanos 13:9-10).
En todas estas caídas del Apóstol Pedro, y que las tenemos registradas en la Biblia, son
lecciones prácticas para cada uno de nosotros. Y lo primero que aprendemos de cada una de estas
lecciones, es que se pudo levantar el Apóstol Pedro y con esto reconoció que estaba mal. El
Apóstol Pedro a pesar de sus caídas se arrepintió de corazón sincero. Este es un ejemplo para
nosotros de que debemos ser de un corazón sincero y si estamos haciendo mal las cosas en la
viña del Señor debemos arrepentirnos cómo hizo el Apóstol Pedro, (Hechos 8:22). El Apóstol se
llena de fe y de fortaleza lo cual le ayudó a mantenerse firme en la obra del Señor. Y arrepentido
se pone a trabajar con mucho ánimo y firmeza. Se expone a muchos peligros por cumplir con la
encomienda que le dejó el Señor. Y no le interesa que su vida esté en peligro muchas veces. Y
ahora si cumple lo que le había prometido al Señor, cuándo le dijo que moriría por Él, (Mateo
26:35). Todo esto pasó con el objetivo de pulir su carácter, para servir en la obra del Señor cómo
Él nos lo ha mandado.
Esto es lo agradable de cada uno de los creyentes, que el Señor estará con nosotros, Él nunca
nos dejará caídos, aún en los tiempos más difíciles que puedan presentarse en nuestras vidas.
Sino que pondrá en nosotros un espíritu de lucha para levantarnos, (Salmo 55:22). Y Pedro ahora
fortalecido en su fe y bien convencido de lo que había creído, se llena de valor y cumple con lo
encomendado, (Mateo 28:19). Por el Señor que a través de su vida en el ministerio Pedro trabaja
tenazmente ya sin ninguna caída. Seguramente no le fue fácil al Apóstol, porque los judíos y
gobernantes también lo persiguieron cómo al Señor Jesús. Y sobre todo tuvo que luchar contra su
propio ser para nunca más caer y salir triunfador en todas estas luchas, (Filipenses 4:13; 2
Corintios 2:14). Para nosotros el triunfo del Apóstol sobre el pecado, es una manifestación del
poder de nuestro Señor Jesucristo, en su sangre preciosa que nos salva de los pecados, (Hechos
20:28; 1Corintios 6:19,20). Y si, el Apóstol pudo con todas las pruebas que se le presentaron en
toda su carrera cristiana, demostrándolo hasta la muerte, porque el Señor estuvo con él. (Hechos
18:10). Nosotros también podemos con nuestras pruebas y salir triunfantes, que para esto nos
llamó el Señor, (Romanos 8:37). No podemos fallar no podemos retroceder volviéndonos hacia
atrás, ya que no seríamos aptos para el reino de Dios, (Lucas 9:62). Ya que como dice el Señor
Jesús, cualquiera que poniendo la mano en el arado y mira hacia atrás no es digno de mí, con
esto nos dice el Señor que cuando nosotros encontramos la salvación en Él. Él debe de ser
primero en nuestra vida ya que Él está con nosotros en todo lo que emprendemos. Y también nos
libra de todos los peligros si nosotros ponemos en oración todo lo que necesitamos ya que nos ha
prometido que todo lo que pidamos al Padre en Su nombre lo hará, (Juan 14:13-14). Pero para
que esto suceda tenemos que creer que Él verdaderamente puede ayudarnos, (Mateo 8:2-3).
Tenemos que ser Cristianos que creemos en el poder del Señor como intercesor nuestro ante
nuestro Padre Celestial como lo hizo el leproso, cuando le dijo Señor, si quieres, puedes
limpiarme. Entonces el Señor extendiendo la mano le tocó, diciendo: Quiero sé limpio. Y al
instante su lepra desapareció. El leproso estuvo seguro que el Señor podría limpiarlo, y no dudo
por eso recibió lo que necesitaba. Su fe en el Señor fue fuerte, firme y no incrédula. En ocasiones
cómo Cristianos, nuestra fe no es firme, ni fuerte. Sino incrédula por eso no recibimos
contestación a nuestra oración a la necesidad que tenemos, (Santiago 1:6,7).
Jesús condena la incredulidad, (Marcos 9:14-27), de sus discípulos, por no poder echar fuera
al espíritu mudo. Nosotros cuando pedimos y no creemos, es por eso que no recibimos lo que
necesitamos, tenemos que creer con todo nuestro corazón que podemos recibir si creemos. Y no
cómo le sucedió al padre del muchacho mudo, cuando le dice al Señor, si puedes hacer algo, ten
misericordia de nosotros, y ayúdanos. Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es
posible. Y muchas veces triste es esto, pero el Cristiano no cree que es posible recibir las
bendiciones que nuestro Dios nos ha prometido, por medio de Su Hijo. Y nuestra incredulidad
viene a ser más fuerte que nuestra fe. Pero este hombre reaccionó al reto del Señor, y clamó y
dijo: Creo; ayuda mi incredulidad. Cuando el Señor vio la fe de este hombre, entonces sanó a su
hijo. Si nuestra situación es cómo la de este hombre, tenemos que orar mucho para que el Señor
nos de la fe necesaria para creer y no dudar. Para llegar a un nivel de fe fuerte y firme es
necesario leer, escudriñar y entender la Escritura. Solamente así, conociendo todas las grandes
maravillas que el Señor ha hecho en este mundo, nosotros tendremos una fe que mueve
montañas. Tenemos que crecer en la gracia y conocimiento, (2 Pedro 3:18), porque crecer en la
gracia es creer en el Hijo de Dios, y crecer en el conocimiento es, estar interesados en el estudio
de la Palabra de Dios. Dada a nosotros por medio de nuestro Señor Jesucristo, (Juan 7:16,17).
La oración es la que tiene el poder de que nosotros obtengamos todo lo que necesitamos,
pero esta oración tiene que ir acompañada de obediencia a Dios. Tiene que estar acompañada de
fe, de confianza, de sujeción y de amor y reverencia, y tiene que ser echa a Dios en el Nombre de
Su Hijo Jesucristo. Tenemos que estar dedicados a la oración con todo nuestro ser, (Juan
16:23,26). El Señor en el libro de Jeremías nos invita a que tenemos que clamar a Él y nos
responderá, (Jeremías 33:3).
El Apóstol Pedro es el prototipo del Cristiano, que a pesar de todas sus caídas que sufrió en
lo que va creciendo en su madurez espiritual tiene caídas pero se levanta. Este es el Cristiano que
agrada a Dios que aunque cae, se levanta, Dios ve su esfuerzo en tratar por todos los medios de
serle fiel, y le ayuda en su esfuerzo, El Señor se agrada de los que se esfuerzan en cambiar su
carácter arrebatado, su carácter impulsivo, su carácter indómito, así como le sucedió al Apóstol
Pedro, el proceso no es fácil pero tenemos que estar constantemente luchando por alcanzar el ser
un Cristiano genuino como le sucedió al Apóstol Pedro. Que a pesar de sus caídas aprendió de
estas y alcanzo su madurez espiritual, llegando a dar su vida por el Evangelio del Señor
Jesucristo. Ya que ellos todo el tiempo estaban exponiendo sus vidas por el Evangelio, (Romanos
8:36,37). Tenemos mucho que aprender de este Apóstol, que a pesar de que cayó una y otra vez
nunca perdió el enfoque, porque siempre reaccionó positivamente a la exhortación del Señor
Jesús, y del Apóstol Pablo quienes fueron los que estuvieron allí para ayudarlo en su madurez
espiritual. Y una vez restaurado en su totalidad, siguió su camino fielmente, (Efesios 4:11-13).
Este tiene que ser nuestro anhelo, querer alcanzar ser un varón perfecto, a la medida de la
estatura de la plenitud de CRISTO.
Bibliografía
Calcada. Leticia, Diccionario Ilustrado Holman (Nashville, Tn: B&H Publishing Group, 2008).
Diccionario esencial de la lengua española (Pequeño Larousse).
Nelson, Thomas, Concordancia de la Biblia (Nashville, Tn: Caribe Inc. 2002).
Holman Bible Publishers, Reina Valera 1960 (Nashville, Tn: Holman Bible Publishers 2009).
Compendio Manual de la Biblia RVR – 1960 (Miami FL: editorial vida, 2004).
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