Laicidad, un principio constitucional

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Memoria
Fomentando el Conocimiento de las
Libertades Laicas
Seminario Internacional
2007
Sistematización:
Lic. Sandra Aliaga Bruch
Edición:
Teresa Lanza
Gloria Tapia
Diagramación:
Moira Machicado
Impresión:
Imprenta Acertijo Telf. 2-458194
La presente publicación es posible gracias al apoyo de:
UNIFEM Región Andina, PNUD Bolivia, Embajada de España en Bolivia y Agencia Española de Cooperación Internacional
Índice
Consideraciones Preliminares
Objetivos
4
La Laicidad es el Cimiento de un Estado Democrático
8
Teresa Lanza, Directora Ejecutiva de Católicas por el Derecho a Decidir/Bolivia
Una Constitución Política de los Derechos Humanos
9
Ximena Dávalos Saravia, Defensora del Pueblo de Chuquisaca
Conferencias Magistrales:
¿Laicidades?
12
Roberto Blancarte Pimentel
Laicidad, un principio constitucional
20
Marco Antonio Huaco Palomino
Igualdad para todos, más allá de la fe
30
Roberto Arriada Lorea
Estado laico favorece a Iglesia Católica
36
José Luís Baptista
Libertad de conciencia: un derecho humano
40
Rosario Baptista
Laicidad y secularización en clave intercultural y de género
44
Josef Estermann
En defensa de los derechos sexuales y reproductivos
50
Yuri Puello Orozco
Laicidad, más allá de la democracia y la politización
54
Gloria Ardaya
Cosmovisión Andina frente a Estados monoculturales
58
Fernando Huanacuni Mamani
Hacer de los Derechos Humanos una Realidad
61
Discurso de Cierre Tania Nava, Capítulo Boliviano de Derechos Humanos
Apuntes Biográficos de las y los Expositores
62
Consideraciones
Preliminares
La Asamblea Constituyente aborda temas vitales como la transformación de las relaciones
CDD/BOL propone
un Estado laico que
permita construir
una sociedad justa,
progresista y
solidaria, dotada de
instituciones
públicas imparciales,
garantes de la
dignidad de las
personas y de los
derechos humanos
entre el Estado y la sociedad. En esa reflexión, una diversidad significativa de grupos y
sectores sociales, pueblos indígenas y partidos políticos, se han manifestado a favor de
que Bolivia se constituya en un Estado laico, que garantice la plena libertad religiosa sin
otorgar privilegios a ninguna Iglesia.
Por todo ello, desde 2004, CDD/BOL viene impulsando y fortaleciendo un movimiento
para considerar, debatir y reformar el Artículo 3º de la actual Constitución Política del
Estado: "El Estado reconoce y sostiene la religión católica, apostólica y romana..."
CDD/BOL propone un Estado laico que permita construir una sociedad justa, progresista
y solidaria, dotada de instituciones públicas imparciales, garantes de la dignidad de las
personas y de los derechos humanos. Propone un Estado que asegure a hombres y mujeres
la libertad de pensamiento y de expresión, así como la igualdad de todas las personas ante
la ley, sin distinción de clase, edad, sexo, religión, filiación política, origen étnico, opción
sexual o cultural.
CDD/BOL está comprometida fundamentalmente con la movilización social como
instrumento de defensa de un Estado laico, al considerar que sólo así podrá impulsar el
reconocimiento y ejercicio pleno de los derechos sexuales y derechos reproductivos,
especialmente los derechos de las mujeres. Esta propuesta fue presentada, discutida y
enriquecida por las redes internacionales, nacionales, departamentales y/o locales a las
que CDD/BOL pertenece. Junto a los movimientos feministas y sociales, Católicas por
el Derecho a Decidir/Bolivia se fortaleció en la búsqueda de la incorporación del tema
de Estado laico en la agenda de la Asamblea Constituyente.
4
Como parte de las jornadas de movilización en favor de los derechos humanos en la nueva
Constitución Política del Estado, CDD/BOL invitó a Roberto Blancarte Pimentel de México,
Marco Huaco Palomino de Perú, Roberto Arriada Lorea de Brasil, Josef Estermann de Suiza
radicado en Bolivia, Yuri Puello Orozco de Colombia y; José Luís Baptista, Rosario Baptista,
Gloria Ardaya y Fernando Huanacuni de Bolivia como expositores al Seminario Internacional
"Fomentando el conocimiento de las libertades laicas", cuyos objetivos fueron:
Objetivo General
Promover un espacio de reflexión y argumentación sobre el rol de las religiones en el
Estado y su influencia en las políticas públicas.
Objetivos Específicos
Develar la negativa influencia de posiciones fundamentalistas en las políticas del Estado
que limitan el ejercicio de las libertades ciudadanas, especialmente el de las mujeres
en nuestro país.
Promover la laicidad del Estado boliviano para garantizar la vigencia de los derechos
sexuales y derechos reproductivos.
Contribuir a que los y las asambleístas adquieran mayores conocimientos sobre Estado laico.
Difundir argumentos sólidos a través de la participación de prestigiosos académicos de
América Latina para contribuir al debate sobre la laicidad del Estado.
En cuanto al temario, las primeras dos exposiciones de Roberto Blancarte y Marco Huaco
ahondaron en las definiciones de laicidad y su relación constitucional con el Estado de
Derecho. José Luís Baptista, Roberto Arriada y Rosario Baptista nos permitieron entender
la institucionalización y materialización de este concepto, y los problemas actuales de su
falta de aplicación o de los problemas que va teniendo el Estado respecto de él. Finalmente,
Josef Estermann, Yuri Puello, Gloria Ardaya y Fernando Huanacuni se refirieron a hechos
concretos desde lo social, a partir de lo cual se analizó los efectos positivos de instituir
un Estado laico y los beneficios que pudiera tener una transformación de esta naturaleza.
CDD/BOL está
comprometida
fundamentalmente
con la movilización
social como
instrumento de
defensa de un Estado
laico, al considerar
que sólo así podrá
impulsar el
reconocimiento y
ejercicio pleno de los
derechos sexuales y
derechos
reproductivos,
especialmente los
derechos de las
mujeres.
Dos encuentros con la misma temática y objetivos fueron realizados: uno en la ciudad
de La Paz el 18 de abril de 2007, destinado a estudiantes y organizaciones sociales; y otro
5
en la ciudad de Sucre el 19 de abril, destinado a Asambleístas. Todo esto fue posible
gracias al apoyo y el auspicio de:
Católicas por
Derecho a Decidir
(CDD/BOL) es una
organización de
mujeres católicas
que promueve
los derechos de
las mujeres,
especialmente los
que se refieren a la
sexualidad y a la
reproducción
humana.
Colegio Mexiquense (México)
Universidad San Francisco Xavier
Capítulo Boliviano de Derechos Humanos
Instituto Superior Ecuménico Andino de Teología (ISEAT)
Defensoría del Pueblo
Católicas por el Derecho a Decidir / Bolivia
Carrera de Derecho, Universidad Mayor de San Andrés
Colegio de Abogados de La Paz
Catholics For a Free Choice
CIDES-UMSA
Movimiento de Mujeres Presentes en la Historia
UNIFEM
Embajada de España en Bolivia - Agencia Española de Cooperación Internacional
PNUD
Católicas por el Derecho a Decidir
Católicas por Derecho a Decidir (CDD/BOL) es una organización de mujeres católicas
que promueve los derechos de las mujeres, especialmente los que se refieren a la sexualidad
y a la reproducción humana. Trabaja para posibilitar cambios sostenibles en las políticas
públicas y programas a fin de garantizar el respeto, reconocimiento y ejercicio de los
derechos sexuales y derechos reproductivos en todos los niveles de la sociedad. Busca
una sociedad con equidad y justicia de género, que respete especialmente los derechos
humanos de las mujeres; donde no exista discriminación basada en género, edad, condición
social o identidad sexual y en la que el ejercicio de la ciudadanía esté garantizado sin
oposiciones de orden político, religioso, homofóbico, misógino o fundamentalista.
A nivel internacional, CDD/BOL forma parte de la Red Latinoamericana de Católicas
por el Derecho a Decidir, la Red de Salud de las Mujeres Latinoamericanas y del Caribe,
el Consorcio Latinoamericano de Anticoncepción de Emergencia, la Red Latinoamericana
y Caribeña de Jóvenes por los Derechos Sexuales y Derechos Reproductivos, AWID,
REDWIM y “Catholic Voice”. Se vincula con el movimiento feminista y de mujeres y
participa en las campañas regionales e internacionales.
A nivel nacional, es miembro activo de la "Articulación de Mujeres por la Equidad y
la Igualdad" (AMUPEI), red de seguimiento a la Plataforma de Acción de Beijing; el
"Espacio ¡El Cairo va!", red de seguimiento al Programa de Acción de El Cairo, Campaña
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28 de Septiembre, la Convención por los Derechos Sexuales y Reproductivos, el Capítulo
Boliviano de Derechos Humanos y la Comunidad de Derechos Humanos.
A través de sus cuatro áreas de trabajo (Políticas Públicas; Capacitación y Educación;
Comunicación y Medios y el Área de Jóvenes interactúa con instancias técnicas de
género del Gobierno Prefectural y del Gobierno Municipal de La Paz, "Mesa Nacional
de Vigilancia de los Derechos Sexuales y Derechos Reproductivos" y la "Red de
Prevención de Atención a la Violencia Intrafamiliar y Violenci Sexual", entre otros
colectivos y movimientos.
Con ellos, impulsa el cumplimiento de los mandatos de las mencionadas campañas y
convenciones a la luz de sus principios y visión.
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La Laicidad es el Cimiento
de un Estado Democrático
Fragmento del discurso inaugural - La Paz
"Cuando se adoptan los principios religiosos como políticas públicas, éstas no sólo
afectan a los católicos y católicas. Cada ciudadano está sujeto a tales leyes sin importar
su fe o sus valores."
Presidenta de Catholics for a Free Choice
“La religión es la ley de la conciencia. Toda ley sobre ella se anula porque imponiendo la necesidad
al deber, quita el mérito a la fe, que es la base de la Religión. Los preceptos
y los dogmas sagrados son útiles, luminosos y de evidencia metafísica; todos debemos
profesarlos, mas este deber es moral, no político.”
Simón Bolívar
Adquirir nuevos conocimiento, discutir diferentes puntos de vista, analizar diversos elementos de juicio y
sobre todo, con la mente y el corazón abiertos a los cambios que buscamos en el marco de la Asamblea
Constituyente…Éste es el objetivo que nos ha motivado a realizar el Seminario Internacional “Fomentando
el conocimiento de las libertades laicas”. Son momentos de hacer historia en Bolivia, enfrentando grandes
desafíos y responsabilidades y queremos aportar para que esa historia sea benévola con todas y todos.
Hemos buscado a las personas más idóneas para aprender de ellas, para adquirir herramientas y conocimientos
que nos permitan llevar adelante un debate fundamentado, basado en conocimientos teóricos, sociológicos,
filosóficos, antropológicos y políticos; para contribuir como ciudadanos y ciudadanas comprometidas con
los derechos humanos a que nuestra Asamblea Constituyente escriba la nueva Constitución Política del Estado
con los instrumentos más adecuados y en un marco democrático, lejos de posiciones mezquinas, radicales
o fundamentalistas.
Como ciudadana boliviana y como mujer, comparto las palabras de Marta Lamas, una extraordinaria feminista
mexicana, reafirmando que estoy convencida que si la laicidad es el cimiento de un Estado democrático que
tiene la obligación de ofrecer igualdad a las personas a partir del principio de soberanía popular y de la libre
determinación de las y los individuos, y que articula la convivencia sobre la base de la tolerancia y del respeto
a la diferencia, entonces, como ciudadana boliviana y como mujer, me felicito por ser parte de esta iniciativa.
Teresa Lanza
Directora Ejecutiva CDD/BOL
8
Una Constitución Política
de los Derechos Humanos
Fragmento del discurso inaugural - Sucre
Al iniciar el encuentro en Sucre el 19 de abril, Ximena Dávalos, Defensora del Pueblo en Chuquisaca,
manifestó:
La sociedad civil y las y los constituyentes deben tomar conciencia de la importancia de constitucionalizar
los derechos humanos. Además de existir una comisión en la Asamblea Constituyente dedicada a redactar
la parte dogmática referente a los derechos, deberes y garantías, principios y fundamentos de los derechos
humanos, se debe impregnar a todas las comisiones de esta visión para que nuestra nueva Constitución -en
toda su sistemática, en todas sus partes- sea construida para favorecer el ejercicio de los derechos humanos.
Estas jornadas han adquirido tanta fuerza por la importancia de los derechos humanos. Por eso tantas
instituciones han venido de todo el país para reunirse en Sucre. Éste es un momento vital para decirles a
nuestros hermanos constituyentes que habemos muchas personas, muchas instituciones, que esperamos que
esta nueva Carta Magna tenga una mayor igualdad, mayor equidad, mayor inclusión, mayor justicia, que sea
la Constitución Política de los derechos humanos.
En ese sentido, nos toca analizar temas muy sensibles, que tienen mucho que ver con Estados democráticos
que se basan en la independencia de sus instituciones, en la claridad de sus roles. Debemos debatir y analizar
principios tan importantes como el ejercicio de la libertad, el ejercicio de la igualdad, los límites... Reconocemos
que muchas veces la falta de información nos hace prejuiciosos con algunos temas por eso es necesario que
las propuestas y el debate estén dentro del marco de los derechos humanos que son universales.
Este tiempo constituyente -además de darnos una nueva Constitución Política del Estado como resultado finalha provocado una serie de escenarios en los cuales las y los bolivianos estamos aprendiendo a discutir, a
debatir, a reconocer nuestras diferencias como parte de nuestra riqueza, como un potencial. Este proceso
de información y de reflexión en democracia ha permitido que todos nosotros, desde diferentes campos,
expresemos nuestras opiniones. Por eso esperamos una Carta Magna que represente a todas las bolivianas
y bolivianos y considero como Defensora del Pueblo del Departamento de Chuquisaca que el tema que nos
convoca necesita ser objeto de un debate amplio, profundo y respetuoso.
Gracias
9
10
Conferencias
Magistrales
Conferencias Magistrales
¿Laicidades?
Roberto Blancarte Pimentel
El Estado laico es el
que mejor garantiza
las libertades y
derechos de los
ciudadanos,
comenzando por las
libertades de
religión. La primera
libertad de religión
es la libertad de creer
en lo que uno quiera
o de no creer en
nada, y de practicar
de acuerdo a esas
creencias.
Existen distintos prejuicios sobre el Estado laico o, sencillamente, confusión e ignorancia
sobre lo que significa. Por ello, quisiera comenzar explicando lo que no es para luego
tratar de explicar lo que sí es.
El Estado laico no es el Estado confesional; es decir, no obedece a una o varias iglesias,
a una o varias religiones, del cual sus políticas públicas y su legislación vienen precisamente
de algún grupo confesional o religioso. El Estado laico no es anticlerical o antirreligioso.
En la tradición latinoamericana, estamos acostumbrados a verlo como anticlerical, que
está en contra de las iglesias o contra las religiones. La verdad es que tendríamos que
admitir que en la historia de América Latina -en términos generales y en muchas ocasionesel Estado laico fue muy combativo por razones históricas y específicas, particularmente
por la necesidad de luchar contra el poder hegemónico o monopólico de una iglesia que
estaba ligada a él. En la necesidad de separarse, hubo una vertiente anticlerical muy
combativa. En todo caso, yo diría que eso es más laicismo que laicidad. Para ser
verdaderamente un Estado laico, necesita ser más laico que laicista; es decir, necesita tener
una perspectiva mucho más liberal, más abierta acerca de su papel
.
Las libertades religiosas -y otras libertades que nosotros llamamos libertades en general,
como las de expresión, de comercio, de religión- no existieron en tanto los Estados
confesionales estaban establecidos. El Estado laico es el que mejor garantiza las libertades
y derechos de los ciudadanos, comenzando por las libertades de religión. La primera
libertad de religión es la libertad de creer en lo que uno quiera o de no creer en nada, y
de practicar de acuerdo a esas creencias. En la historia, particularmente del mundo
occidental, no hubo Estados confesionales que hayan permitido estas libertades; es cuando
se establece lo que llamamos Estado laico que se van garantizando y estableciendo.
Un instrumento jurídico-político necesario
Este tipo de Estado es una cosa muy sencilla. Es un instrumento político-jurídico del cual
nos hemos dotado en las sociedades modernas para manejar mejor la pluralidad, para
12
vivir mejor en convivencia pacífica y para que en ese entendimiento y tolerancia, se pueda
respetar los derechos y las libertades de todos los ciudadanos. En América Latina hemos
alcanzado muchas veces la igualdad, decimos que todos somos iguales pero resulta que
luego hay algunos más iguales que otros. Obviamente esto no garantiza la igualdad, ni
que todos tengamos los mismos derechos y libertades. El Estado laico es un instrumento
jurídico-político que fuimos inventando y perfeccionando a lo largo de estos últimos tres
o cuatro siglos, para responder mejor a las necesidades de una sociedad cada vez más
plural, más consciente de la pluralidad, y que requiere mecanismos políticos y jurídicos
que permitan a los ciudadanos vivir en esa convivencia.
Me imagino que muchas veces -sobretodo cuando hay un público joven- no se dan cuenta
o no entienden bien qué es esto de la laicidad. Suena a algo muy aburrido, estas nociones
son un poco engorrosas. Yo explico el Estado laico a través de las libertades cotidianas,
aquéllas que gozamos todos los días, libertades que podemos perder si no se establece
este tipo de Estado. Por ejemplo, en muchos países no existe la libertad de ir al cine a ver
un película porque alguna organización religiosa dicta qué es lo que se puede ver y qué
no. Así nos quitan la libertad para decidir. El Estado laico establece los mecanismos para
que no haya una organización religiosa o filosófica que nos impida decidir por nuestra
cuenta si queremos ir a ver esa película. Permite a los ciudadanos ir a ver una exposición
de pintura que puede parecer una herejía o algún tipo de blasfemia. Posibilita a cada quien
la libertad para decidir de acuerdo a su conciencia, criterios culturales, trayectoria, ética
y moral. Tiene que ver con que las católicas, o mujeres de cualquier religión, puedan
decidir tomarse una pastilla anticonceptiva, tan sencillo como el derecho a tomársela, y
por supuesto el acceso a esa pastilla, a que se la vendan en una farmacia o en un hospital
público, independientemente de que haya alguna iglesia o agrupación religiosa que no
quiera que se venda.
...definimos laicidad
como un régimen
social de
convivencia, cuyas
instituciones
políticas ya no están
legitimadas por lo
sagrado o por lo
religioso sino por la
soberanía popular.
El Estado laico garantiza que los que no están de acuerdo con esa posición, o los que no
creen en esa religión, o los que no creen en nada, tengan el derecho a decidir por su
propia voluntad, de acuerdo a lo que su conciencia les diga. Esto tiene que ver con
decisiones cotidianas, con libertades cotidianas de las cuales gozamos y que a veces damos
por sentadas, pero que necesitamos reafirmar en lo que nosotros llamamos el Estado laico
para que puedan seguir existiendo, para que puedan seguir siendo garantizadas.
Algunos especialistas -obviamente esto no es dogma por lo que pueden estar o no de
acuerdo definimos laicidad como un régimen social de convivencia, cuyas instituciones
políticas ya no están legitimadas por lo sagrado o por lo religioso sino por la soberanía
popular. Esto significa que en el curso de la historia, sobretodo en el mundo occidental,
nos dimos cuenta que necesitábamos un instrumento que nos permitiera vivir a todos
pacíficamente. Hubo una época en la que todos supuestamente pensábamos igual. Fue
13
Conferencias Magistrales
antes del siglo XVI, cuando en Europa -en términos de religión por ejemplo- todo el mundo
estaba obligado a creer en lo mismo.
Pluralidad, ¡qué riqueza!
Tenemos derecho a
pensar distinto, a
votar por un partido
político distinto, a
ser indígenas,
mestizos, blancos, de
distinta etnia
estando en un
mismo territorio con
los mismos derechos.
Tenemos derecho a
tener preferencias
sexuales distintas y
ser iguales ante la ley.
14
Cuando empezó la incidencia religiosa y algunos pudieron escapar por razones políticas
o históricas de ese control, empezaron las guerras. Fue entonces que se evidenció la
necesidad de un instrumento para que dos personas que creían cosas distintas o que
pertenecían a iglesias distintas pudieran convivir en el mismo territorio. En el camino,
surgió algo mucho más complejo: la historia del reconocimiento de nuestra pluralidad,
del reconocimiento de que todos somos iguales y al mismo tiempo, diferentes; y que aun
así podemos y debemos ser iguales ante la ley. Todos tenemos derecho a ser diferentes
si queremos. Tenemos derecho a pensar distinto, a votar por un partido político distinto,
a ser indígenas, mestizos, blancos, de distinta etnia estando en un mismo territorio con
los mismos derechos. Tenemos derecho a tener preferencias sexuales distintas y ser iguales
ante la ley.
Tenemos derecho a tener religiones distintas y ser iguales en la sociedad. La garantía del
reconocimiento de las libertades sirve para poder entender que somos diferentes. El Estado
laico garantiza sobretodo el derecho a la diferencia y a ser tratados sin discriminación,
como iguales pero con el derecho a pensar y a ser distintos.
Obviamente esto suena muy fácil, pero la historia de nuestra vida política ha sido
complicada. No todas las personas están dispuestas a aceptar esto, a que pensemos distinto,
a que tengamos opciones diferentes. Uno tiende a pensar que la pluralidad puede ser
problemática. Lo digo por México, aunque sé que América Latina en general comparte
muchas cosas. En un programa de televisión en La Paz, el entrevistador muy amablemente
nos preguntó "Con esto de que hay muchas sectas y religiones, ¿no hay cada vez más
problemas?". Yo me quedé pensando y le contesté: "En Chiapas, el Estado donde hay más
protestantes y evangélicos en México, hay una enorme pluralidad y muchas veces en
efecto se pensó que el problema era la pluralidad. Pero el problema era que estábamos
acostumbrados -por lo menos en México- a tener una sola religión, a votar por un solo
partido político, a que supuestamente todos éramos mestizos, y eso obviamente hacía
muy difícil que alguien diga 'oiga yo no soy mestizo, soy indígena y tengo los mismos
derechos que ustedes'." Es decir, que nosotros por la forma en que nos hemos desarrollado
como naciones, tendemos a ver algo general como lo mejor y la pluralidad como un
problema, cuando en realidad no hay nada más enriquecedor que la pluralidad. Seríamos
muy aburridos si todos creyéramos en la misma religión, votáramos por el mismo partido.
Sería muy fácil, pero en realidad no existe ninguna parte en el mundo donde todos crean
lo mismo.
Ahora, el punto es que la laicidad no es algo que esté hecho de un día para otro o que
se haya creado por una persona y hay que respetarla. Es un mecanismo, un instrumento
jurídicopolítico, que nos hemos ido dando para poder vivir en esta convivencia. Esto
quiere decir que de la misma manera que la democracia, la laicidad no es algo acabado,
definitivo, sino algo que tenemos que construir todos los días. No es algo que ya esté
dicho, que ya sepamos cómo es y que haya sólo una forma de vivir en convivencia pacífica.
Cada uno de nuestros pueblos ha ido perfeccionando ese sistema que al igual que la
democracia, es un horizonte al cual nos dirigimos pero nunca llegamos. Hay que seguir
dirigiéndolo porque se puede perfeccionar. Todos los días hay nuevos retos para este
instrumento de convivencia pacífica y plural, a los cuales tenemos que responder de
manera muy creativa.
La laicidad muchas veces se confunde con otras cuestiones parecidas pero que no son
exactamente lo mismo. Por ejemplo, la laicidad se parece mucho a la separación entre
el Estado y la Iglesia, o al respeto a los derechos humanos, o a la tolerancia, pero que no
es eso. Nos dimos cuenta que hay Constituciones que dicen que sus países son Estados
laicos pero en la práctica no lo son, u otros que ni siquiera conocen esa noción y que sin
embargo son laicos. Hay países que en aras de construir un Estado laico han ido sacralizando
al propio Estado y han construido fórmulas estatales que en el fondo tampoco han servido
mucho para la libertad. Por lo tanto, hay que tener mucho cuidado cuando hablamos de
laicidad y cuando la construimos, porque no es algo sencillo. Nuestra tendencia natural
como individuos sociales -y aquí viene mi parte más pesimista- es que tendemos a querer
derechos y libertades para nosotros pero acostumbramos negárselos a otros.
Pensamos que todo el mundo debe defender nuestros derechos pero
a la hora que nos piden defender los derechos de otros, ya no nos
parece tan bien, o no nos persuade tan fácilmente, porque no
estamos convencidos de que todos merecen tener todos los derechos.
Hacia esa meta también queremos ir.
Estado e Iglesia por separado
La separación Estado-Iglesia es muy parecida a la laicidad. Para la mayoría de los franceses
-por ejemplo- la laicidad es la separación de Iglesia-Estado, aunque no sea exactamente
lo mismo.
15
Conferencias Magistrales
En realidad entre
1850 y 1950, casi
todos los países
latinoamericanos
establecieron esta
separación. Y sin
embargo,
observamos que a
pesar de esa
separación hay
todavía demasiada
interferencia de lo
religioso y sus
organizaciones en la
cuestión de lo
público.
Hay países que no han desarrollado este instrumento en pro de mayores libertades de los
ciudadanos a pesar de que en sus Constituciones hay una separación formal de ambas
instituciones.
Muchos países latinoamericanos establecieron una separación formal entre Estado-Iglesia.
Algunos como México desde el siglo XIX y otros como Chile y Cuba, en el siglo XX. En
realidad entre 1850 y 1950, casi todos los países latinoamericanos establecieron esta
separación. Y sin embargo, observamos que a pesar de esa separación hay todavía demasiada
interferencia de lo religioso y sus organizaciones en la cuestión de lo público. Lo que
quiero resaltar es que por eso nuestra definición de laicidad tiene que ver más con los
procesos de legitimación de las autoridades políticas, con los procesos de legitimidad del
poder político. Nuestra definición de régimen social de convivencia se asienta en instituciones
políticas legitimadas por la soberanía popular y no por lo sagrado o por inscripciones
religiosas. En realidad, centra la cuestión en algo más importante que la separación EstadoIglesia, que es la legitimidad de las instituciones políticas.
En algún momento de la historia de la civilización occidental, se sintió la necesidad de
transformar el tipo de Estado básicamente confesional donde las autoridades políticas y
el poder político venían prácticamente de la autoridad de instituciones religiosas o de lo
sagrado en general. Las monarquías basaban su autoridad en el hecho de ser establecidas
por voluntad divina. Se sacralizaba ese poder político. Pero hay un momento, por
muchísimas razones históricas y políticas en que ese poder se transforma y la soberanía
del monarca pasa a ser una soberanía del pueblo. Esta soberanía popular la tenemos en
los congresos, en las asambleas constituyentes, es decir, en el poder que emana del pueblo
y que pasa a través de esas formas de representación popular. Vemos la creación más
formal y surgimiento del Estado laico en el cambio de regímenes en los que la autoridad
política procede del poder religioso y sagrado, a aquéllos que sostienen autoridades que
provienen del pueblo.
Lo central del Estado laico es que garantiza esa nueva pluralidad de derechos y libertades.
Se deslinda de toda autoridad proveniente de la institución religiosa, aceptando como
única autoridad posible y válida la que el pueblo elige, sea directamente o a través de sus
representantes. El acento va en la legitimidad de las instituciones políticas. Por eso los
Estados modernos cuando son fundados y se los va estableciendo, tienen que deslindarse
de las normas doctrinales específicas de cualquier religión para poder garantizar que sus
políticas públicas respondan a los intereses de todos, al bien común, al interés público.
Las instituciones religiosas buscan obligar a los ciudadanos a que se inscriban a sus normas
doctrinales específicas y el Estado no puede obligarlos a que lo hagan. Por ello, se tiene
que establecer mecanismos adecuados para que las leyes y las políticas públicas sean
16
construidas por lo que representa y supone ese bien común y el interés de todos, y no por
lo que dice una o varias asociaciones u organizaciones religiosas, iglesias o una determinada
asociación filosófica.
Conciencia intocable
En resumen, el Estado laico se inventó como un mecanismo de convivencia pacífica que
posibilita la libertad de conciencia y sus principios fundamentales residen en la legitimidad
de sus instituciones políticas.
Todo surgió cuando alguien comenzó a pensar distinto, políticamente hablando, sin ser
quemado en la hoguera. En ese sentido, la libertad de conciencia comenzó a ser protegida
y el Estado admitió la necesidad de que las personas sean libres. Por eso es que la religión
comenzó a ser para muchos un asunto privado, una cuestión personal, puesto que se
pensaba que la conciencia era intocable.
Uno no puede entrar al nivel de la conciencia porque esa libertad debe permanecer hasta
el final. La mejor manera que se le ocurrió al mundo para que esta libertad sea una cuestión
personal fue creer que lo religioso es un asunto privado, y no entra a la esfera pública.
Después nos dimos cuenta que lo religioso también tiene un papel social y que no es
solamente una cuestión individual, pero quedó la idea de que había que respetar esa
conciencia, y para ello, el Estado tenía que hacer todo lo posible para garantizar que las
personas puedan creer en lo que quisieran y actuar bajo esa creencia.
En función de esto, se comienza a gestar el Estado laico con las libertades de creencia,
de culto, de expresión, de comercio, de circulación... Tomó en cuenta muchas libertades
de las cuales no gozábamos, y de las cuales, la primera es la libertad conciencial. Espero
que haya quedado claro que aquí no hay ninguna medida anticlerical o antirreligiosa, se
trata simplemente de un Estado que poco a poco va generando su autonomía para poder
elaborar leyes y políticas orientadas al interés del conjunto de ciudadanos, al bien común,
con libertades y derechos que no afecten los derechos de terceros.
Otro elemento importante es el de la igualdad y la no discriminación. La idea de un Estado
laico es que todos sean tratados igual, independientemente de sus creencias; de su origen
social, étnico; de sus preferencias políticas, religiosas y sexuales. El Estado laico posibilita
que las personas piensen distinto, permite que ejerzan su libertad a ser diferentes, sin
afectar los derechos de terceros. Se dice fácil pero no lo es, garantizar la igualdad para
todos es muy difícil en sociedades como las nuestras en las que estamos acostumbrados
a que unos tengamos derechos y privilegios que otros no tienen. La discriminación
Por ello, se tiene
que establecer
mecanismos
adecuados para que
las leyes y las
políticas públicas
sean construidas por
lo que representa y
supone ese bien
común y el interés de
todos, y no por lo que
dice una o varias
asociaciones u
organizaciones
religiosas, iglesias o
una determinada
asociación filosófica.
17
Conferencias Magistrales
desafortunadamente es moneda corriente en nuestras sociedades, en las que estamos
demasiado acostumbrados a no respetar el derecho a la diferencia. No está imbuido en
nuestras culturas el derecho a ser diferentes.
La discriminación
desafortunadamente
es moneda corriente
en nuestras
sociedades, en las
que estamos
demasiado
acostumbrados a no
respetar el derecho a
la diferencia. No está
imbuido en nuestras
culturas el derecho
a ser diferentes.
Un primer peligro que enfrenta el Estado laico es la tentación de las iglesias católicas o
religiones políticas. Durante muchos años en los sistemas políticos y sociales latinoamericanos,
las iglesias han estado tentadas -en combinación con las autoridades políticas- a utilizar
el brazo político del Estado para sus propios fines. Es decir, imponer una norma doctrinal
al conjunto de ciudadanos, como el caso del divorcio en Chile. De la tentación de una
iglesia politizada, que abusa de su relación con el poder político, nace la imposición de
una norma para todos cuando ésta sólo debería ser respetada por quienes están de acuerdo
con ella. Lo mismo puede suceder al revés, es decir, que el Estado religioso tenga la
tentación de asumir funciones e inmiscuirse en la vida de las iglesias,
lo que no le compete. No busca solamente una esfera de autonomías sino que además,
busca legitimarse, sacralizarse, a través de lo religioso.
Dos extremos
Un ejemplo que ocurrió en marzo de 2007: el Código Penal fue reformado en México
para penalizar duramente a todos aquéllos que abusan a menores de edad. En la búsqueda
de proteger a los menores, se decidió dar penas todavía más severas a quienes están cerca
de ellos, como los maestros y directores de escuela, y los sacerdotes. A éstos, se les
implanta castigos mucho más duros, el doble de lo que se le daría a cualquier otra persona.
Hasta ahí no hay problema porque el Estado puede decidir penalizar y esto incluso es
aplaudido por muchísima gente para evitar los abusos a menores.
Sin embargo, en México se decidió que el Estado puede inhabilitar a los sacerdotes que
incurran en estos delitos. Con ello, se estaría metiendo en un terreno que no le corresponde
porque los sacerdotes no son funcionarios públicos. Por lo tanto, se debe respetar la
autonomía de la esfera de lo religioso para poder preservar la autonomía de lo político.
De esta manera, quienes pensamos en que el Estado de México debe ser verdaderamente
laico hicimos una crítica, porque así como que hay que impedir que las iglesias se politicen
y usen el poder del Estado para hacer iglesias políticas, también hay que impedir que el
Estado se convierta en un Estado religioso o en un Estado sacralizado.
Hay que tener mucho cuidado con estos dos extremos. Una verdadera concepción de
laicidad supone que exista respeto a la libertad de conciencia, autonomía de lo político
frente a lo religioso e igualdad de trato a todos; para que todos tengamos más libertades,
respetemos las de los demás y que los demás defiendan nuestras propias libertades.
18
Creo yo que el Estado laico, se llame así o no en las Constituciones, tiende a consolidarse
en el mundo contemporáneo y particularmente en América Latina. Después de la Segunda
Guerra Mundial, es decir de cincuenta años para acá, nos encontramos con que la sociedad
en América Latina es cada vez más democrática. Es decir, que ese principio de la soberanía
popular es cada vez más válido. Otro hecho importante es que cada vez hay más conciencia
de la necesidad de respetar los derechos humanos. Esto supone un Estado más laico,
porque no está condicionado a una norma doctrinal. Muchas veces, las normas doctrinales
por más buenas intenciones que tengan, limitan los derechos humanos.
Doy un ejemplo de cómo el respeto a los derechos humanos implica un Estado laico: en
Canadá, la norma que permite el matrimonio entre homosexuales no fue aprobada por
mayoría en el Congreso canadiense, fue aprobada por la Suprema Corte de la Nación
porque ésta entendió que todos los canadienses deben tener los mismos derechos, sean
homosexuales o heterosexuales. Esta norma se aprobó con la lógica de respeto a la
diferencia, del derecho a la diferencia, del respeto a los derechos humanos de los
homosexuales. Esto quiere decir que un Estado es laico cuando se respeta, promueve y
establece los derechos que la mayoría decide, siempre y cuando éstos no vayan en contra
de los de las minorías.
Otra razón por la que creo que se fortalecerá cada vez más la necesidad de un Estado
laico es que algunos países en América Latina establecimos la libertad de culto y la
posibilidad de pluralidad religiosa desde mediados del siglo XIX. Esta medida hasta 1950
afectaba al uno por ciento de la población o cuando mucho, al dos por ciento que no
eran católicos. Sin embargo ahora América Latina es realmente plural -el promedio de no
católicos es de 20 a 25 %- lo cual obliga a cualquier Estado a responder a la necesidad
de que las leyes y políticas públicas no sean elaboradas en función de un grupo, aunque
éste sea mayoritario, sino que respondan a los derechos y libertades de mayorías y minorías.
Sin embargo ahora
América Latina es
realmente plural -el
promedio de no
católicos es de 20 a
25 %- lo cual obliga
a cualquier Estado a
responder a la
necesidad de que las
leyes y políticas
públicas no sean
elaboradas en función
de un grupo, aunque
éste sea mayoritario,
sino que respondan
a los derechos y
libertades de
mayorías y minorías.
Por la creciente democratización de nuestros países y la mayor conciencia y respeto a los
derechos humanos y a la pluralidad, no nos queda otra más que establecer el mecanismo
que durante muchos siglos hemos estado construyendo y que llamamos Estado laico. Éste
nos permite vivir en convivencia y armonía pacífica, respetando los derechos y libertades
de todos. Por supuesto esto puede suceder o no. Yo soy optimista por naturaleza y a lo
mejor no sucede, pero en términos de tendencias históricas, todo indica que a mediano
plazo, tendrá que irse imponiendo en nuestras vidas cotidianas.
19
Conferencias Magistrales
Laicidad, un Principio
Constitucional
Marco Antonio Huaco Palomino
Cuando hablamos
de laicidad, no
estamos hablando de
la relación entre el
Estado y un
fenómeno religioso
institucional:
iglesia, comunidad
religiosa o confesión;
estamos hablando de
la relación entre lo
político y lo
religioso, entre lo
estatal y lo religioso
como un aspecto
más amplio que lo
eclesiástico.
20
Laicidad no se reduce a la separación entre Estado e iglesia, aunque ésta haya sido una
de las primeras formas que asume para constituirse. Es quizás paradójico para nuestro
tiempo relacionar -a veces de manera mecánica- religiones versus Estado laico. Hay
confesiones religiosas con postulados de moral muy conservadora, que al mismo tiempo
son partidarias de una separación entre Estado e iglesia. Es decir, no todas las tendencias
religiosas son partidarias del Estado confesional, ni todas tampoco son partidarias del
Estado laico.
Lo que muestra la historia norteamericana es que un sustrato cultural político-cristiano es
el que origina la separación entre el Estado y la iglesia con la finalidad de proteger la
pureza de la iglesia, porque se entiende que la alianza con el poder la corrompe. Por su
lado, la experiencia francesa tiene un énfasis diferente, alrededor de la tradición iluminista,
donde se plasma una ley de separación entre iglesia y Estado. Se trata de una experiencia
más anticlerical y de tono más antirreligioso. Podemos ver así que de distintas vertientes,
se llega a un mismo tipo de Estado.
Entre lo estatal y lo religioso
El surgimiento de las libertades fundamentales -de expresión, de imprenta, de pensamiento
tiene su origen en la lucha por la libertad religiosa y la libertad de conciencia, que termina
proponiendo garantías institucionales y luego, se valora ya como la idea más amplia de
laicidad. Cuando hablamos de laicidad, no estamos hablando de la relación entre el Estado
y un fenómeno religioso institucional: iglesia, comunidad religiosa o confesión; estamos
hablando de la relación entre lo político y lo religioso, entre lo estatal y lo religioso como
un aspecto más amplio que lo eclesiástico. La laicidad actualmente puede ser entendida
en Derecho como un principio jurídico y constitucional. Las Constituciones tienen diversas
normas que nos dan cuenta del núcleo o el bloque de constitucionalidad, las cuales
traducen las opciones fundamentales y más generales de un determinado orden jurídico.
El orden jurídico es algo fundamental para la existencia pacífica de un Estado, de una
nación.
Podemos citar algunos principios constitucionales: el principio de la dignidad humana,
de igualdad, de libertad, el principio democrático o el principio de la soberanía popular
como fuente de poder. La laicidad viene a ser establecida como un principio constitucional
porque constituye el Estado democrático, le da razón y forma, en la medida en que la
separación entre lo religioso y lo político es un elemento esencial de surgimiento del
Estado moderno. Éste nace precisamente en un proceso de separación orgánica, política
y funcional de la iglesia. Tenemos el papado medieval, con sus normas jurídicas muy bien
establecidas, sus procedimientos judiciales y su influencia sobre la sociedad; que asiste
a la desmembración del Imperio Medieval, y experimenta una dificultad frente al surgimiento
del pluralismo religioso.
Imperio y papado en su colapso histórico, ven el surgimiento del Estado moderno. Es un
proceso constitutivo, un proceso esencial. Por esto, el principio de laicidad -ya sea
enunciado de manera clara y directa en los textos constitucionales o no- se expresa a lo
largo y ancho del ordenamiento jurídico, desde las normas más altas de la pirámide que
nos habla del rango valorativo de las formas legales. Desde la Constitución, la norma
suprema de todo Estado, pasando por leyes, decretos presidenciales, dirigiéndose a las
leyes ordinarias y así, en un degradé legislativo, el principio de laicidad atraviesa todo el
ordenamiento jurídico aunque no esté expresado en la Constitución. Sin embargo, no deja
de ser importante que se enuncie de manera expresa, que un Estado se posicione como
Estado laico.
El que un Estado sea
laico, no significa
que sea "ateo".
Ateo entre comillas
porque es difícil que
un Estado pueda
tener creencias
personales las
cuales sólo atañen a
personas de carne
y hueso.
El que un Estado sea laico, no significa que sea "ateo". Ateo entre comillas porque es difícil
que un Estado pueda tener creencias personales las cuales sólo atañen a personas de carne
y hueso. Está muy claro que no es capaz de tener creencias personales y cuando decimos
Estado ateo, quizás estamos haciendo eco de cierto discurso religioso que está dirigido a
deslegitimar el curso del Estado laico, que simplemente no promueve ninguna posición
religiosa o no religiosa.
Principio Constitucional
El principio de laicidad es un principio constitucional, formador del Derecho de un Estado,
pero además es un principio formador muy típico de una rama del Derecho, que pertenece
al conjunto del sistema jurídico, que es el derecho de la religión, o lo que se conoce en
otros países particularmente europeos y anglosajones como el derecho eclesiástico del
21
Conferencias Magistrales
Se ha señalado que la
laicidad consiste en
la autonomía de lo
político y lo
religioso, en la
vigencia de las
libertades de
conciencia y de
religión y también
en la vigencia del
principio del derecho
de igualdad
Estado. Este sector de las normas jurídicas es el que posee como finalidad normar el hecho
religioso en lo que tiene de relevancia pública y social. No tiene como finalidad que el
Estado intervenga en los asuntos religiosos, por ejemplo decir cuál doctrina es verdadera,
pero sí tiene que ver con una regulación externa de lo religioso como fenómeno social.
Entonces, el principio de laicidad es un principio que tiende a tener influencia en este
aspecto, en este tramo, en este sector del Derecho. Tienen, en tanto principio jurídico,
estos contenidos teóricos.
Se ha señalado que la laicidad consiste en la autonomía de lo político y lo religioso, en
la vigencia de las libertades de conciencia y de religión y también en la vigencia del
principio del derecho de igualdad. Ahora bien, estos tres aspectos tienen formas concretas
de manifestarse en el plano jurídico. Por ejemplo hablando de autonomía entre lo político
y lo religioso, tenemos un primer aspecto que es la separación orgánica y de funciones,
así como la autonomía administrativa es recíproca entre agrupaciones religiosas y Estado.
Esto significa que el Estado y las agrupaciones religiosas -no vamos a decir Estado-Iglesia,
porque formas orgánicas religiosas existen muchas y la forma de la iglesia no es la única,
existen confesiones, comunidades, movimientos religiosos tienen que caracterizarse por
que no exista una yuxtaposición, una superposición orgánica, que un órgano eclesiástico
no desempeñe al mismo tiempo funciones estatales y que un órgano estatal no desempeñe
al mismo tiempo funciones religiosas. Esto podemos verlo por ejemplo, en algunas
experiencias de países que tienen acuerdos firmados con la Santa Sede, cuando a un
determinado ministro de culto se le reconoce grados militares. Por ejemplo en el Perú, a
los capellanes castrenses se les puede reconocer el grado de general de brigada. También
podemos ver el caso de ministros que brindan asistencia religiosa y que son asimilados
al servicio civil del Estado, con lo cual ya participan de un rango de funcionario público
y se produce en cierta manera esta yuxtaposición de funciones.
Hay casos donde también se superponen orgánicamente las iglesias y el Estado. Por
ejemplo, cuando en cierto tipo de causas mayormente patrimoniales, se dice que hay una
suerte de sucesión de estancia entre los tribunales canónicos y estatales, como cuando
se dice que es cierto que el tipo de personal público que son los ministros religiosos serán
juzgados en primer lugar por sus tribunales canónicos y luego en segunda instancia pasarán
a ser juzgados por los tribunales civiles y estatales. Ahí hay una integración que no está
permitida por el principio de laicidad.
Principio de Legitimidad secular versus legitimidad religiosa
En segundo lugar, tenemos el fundamento secular de la legitimidad y de los fines y valores
últimos del Estado y del gobierno. Una legitimidad secular y no una legitimidad religiosa.
Estamos hablando del Estado democrático que no se funda en una cosmovisión religiosa
para construir el edificio social y el edificio jurídico de una sociedad determinada. Más
22
bien basa la legitimidad, la fuente de autoridad reconocida, justa y legítima, no en doctrinas
religiosas particulares, sino en consensos mínimos comunes compartidos por la sociedad.
Cierto es que estos valores laicos, esta aspiración secular de la legitimidad de leyes y
valores del Estado, no necesariamente son totalmente indiferentes a los valores religiosos.
Hay valores religiosos que terminan secularizándose y con los cuales el conjunto de la
sociedad participa y terminan siendo finalmente valores laicos. Lo que queremos decir
es que el Estado no puede referirse a un fundamento religioso para poder fundamentar
la legitimad del ejercicio de poder político.
Tenemos como un tercer contenido de principio jurídico de laicidad a normas legales y
políticas públicas del Estado que están inspiradas y motivadas secularmente. Hemos dicho
también que los fundamentos valorativos de un Estado democrático deben ser laicos. No
estamos hablando de los fundamentos finales o últimos del Estado, sino de las normas
jurídicas específicas y concretas, de las políticas públicas que implementan los órganos
del Poder Ejecutivo de los diferentes Estados democráticos donde hay separación de
poderes. Estas normas y políticas públicas también están inspiradas en fundamentos
filosóficos laicos.
Por ejemplo, en Perú en 1979 -inclusive hasta 1993- consta en las actas del debate
constituyente -que redacta la nueva constitución que reemplaza a la anterior- que se está
definiendo cuál es el régimen económico del Estado peruano. Se habla de la economía
social de mercado o de la economía de mercado. Representantes de un partido político
levantan la mano y comienzan a explicar al parlamento cuál es la doctrina social de la
Iglesia Católica: el principio de subsidiariedad, solidaridad, etc., y que como los Papas
dicen que la sociedad debería ordenarse de esta manera según la doctrina social de la
Iglesia, el Estado debería formular su régimen económico en concordancia con esa doctrina
religiosa. Ésa es una inspiración religiosa de la definición de un Estado que finalmente se
plasma en una norma jurídica de la Constitución. Esto viola el principio de laicidad.
Hay valores
religiosos que
terminan
secularizándose y con
los cuales el conjunto
de la sociedad
participa y terminan
siendo finalmente
valores laicos.
Podemos también ver, cuando se trata de política educativa, o de
derechos sexuales y derechos reproductivos, cómo las políticas
públicas son condicionadas por creencias religiosas y se limita las
libertades de religión, de conciencia, de pensamiento.
Tenemos en cuarto lugar la imparcialidad valorativa ante diferentes cosmovisiones
ideológicas, filosóficas y religiosas. Cuando decimos neutralidad no estamos diciendo que
el Estado laico es un Estado sin valores. No estamos diciendo que es un Estado amoral,
23
Conferencias Magistrales
sin ética. Estamos diciendo que es un Estado imparcial en términos valorativos, lo que
quiere decir que no hace juicios de valor sobre las creencias religiosas, ni las convicciones
de los individuos, ni su ética, práctica y/o filosofía, como ampliaciones de la libertad de
pensamiento de los ciudadanos.
Cuando decimos
neutralidad no
estamos diciendo que
el Estado laico es un
Estado sin valores.
No estamos diciendo
que es un Estado
amoral, sin ética.
Estamos diciendo
que es un Estado
imparcial en
términos valorativos...
24
Lo que se quiere decir con neutralidad es que no prefiere ninguna creencia religiosa o
filosófica por encima de otras, que no promueve unas creencias sobre otras, porque esto
viola el principio del derecho de igualdad. Ahora bien, cuando un Estado procede a
financiar económicamente a una sola confesión religiosa, a un grupo de confesiones
religiosas o a un grupo de expresiones ideológicas de la sociedad, está expresando ya una
preferencia. Si ese financiamiento a determinada agrupación religiosa o ideológica estuviera
desempeñando una labor de interés público que contribuye al bien común, pues entonces
un financiamiento indirecto de parte del Estado traducido en designaciones o en beneficios
tributarios, sería comprensible y hasta exigible. Pero, si es que ese apoyo a determinada
organización se produce en medio de creencias religiosas o filosóficas, entonces el Estado
está perdiendo la imparcialidad valorativa que lo debe caracterizar, está discriminando,
está prefiriendo a unos en desmedro de otros. Pasa lo mismo cuando dice cuál es la mejor
religión, o cuál es la religión verdadera. Éste también es un aspecto que vulnera el principio
de laicidad. Tenemos también el último elemento que es la inconcurrencia o no participación
del Estado en manifestaciones de fe, religiosas, o de posición ideológica junto con las
ciudadanas y ciudadanos. Esto implica que no debiera existir una confusión de creencias
personales y privadas como tomas de posición de los representantes del Estado. Por
ejemplo, cuando un funcionario público, en tanto es funcionario público, asiste a un
servicio religioso, está transmitiendo a la nación el mensaje de que el Estado está
considerando esa opción religiosa como la superior, o la mejor, porque no está yendo a
otras. No es el Estado el que tiene fe, o no la tiene, son las personas de carne y hueso.
Entonces cuando una persona participa de eventos religiosos en su calidad de funcionario
público, está confundiendo la esfera de lo privado con la esfera de lo público. No queremos
decir con esto que los funcionarios públicos, desde el presidente que es representante del
Estado hasta los funcionarios orgánicos, no puedan tener creencias y prácticas religiosas,
las pueden tener, es parte de su derecho de libertad religiosa. Lo que no pueden hacer
es endosar al Estado una determinada afiliación o simpatía religiosa.
Laicidad...laicismo... aconfesionalidad
Vamos a pasar ahora a algunas expresiones específicas que en la legislación comparada
tienen que ver con la aplicación del principio de laicidad. Previamente vamos a hacer
unas aclaraciones o puntualizaciones terminológicas muy importantes.
El Dr. Blancarte precisaba que el tema del Estado laico se presta también a algunos
prejuicios o a gestaciones de miedo contra esta noción. Se dice que si se consagra un
Estado laico, la sociedad va a tener una suerte de Apocalipsis moral, va a sufrir una, un
desbande de libertinaje, una corrupción moral generalizada; o los que son partidarios de
este tipo de Estado estamos buscando que la gente sea atea. Particularmente soy abogado
y soy miembro activo de una confesión religiosa protestante, que precisamente tiene como
punto de entendimiento doctrinal, la convivencia social como la mejor forma de garantizar
la igualdad, la libertad y la autonomía entre la política y religión. Por tanto, no necesariamente
los partidarios de un Estado laico piensan que lo mejor sea una sociedad atea.
La laicidad se refiere al Estado frente a lo religioso. Sin embargo, la secularización se
refiere a la posición que tiene una sociedad frente a lo religioso. Podemos constatar que
existen sociedades muy seculares que tienen algunos elementos de Estados confesionales
de orden jurídico, y por el contrario, podemos constatar que existen sociedades muy
religiosas, con una religiosidad muy viva, dinámica, vibrante, como la mexicana por
ejemplo, en la que sin embargo, hay un Estado bastante laico con una estricta separación
entre lo político y lo religioso. Entonces, no es que se busque ateísar la sociedad, la
sociedad tiene su propia dinámica de existencia. Si la sociedad decide secularizarse como
producto de opciones individuales pues así se da, si decide seguir conservando su
religiosidad específica -católica, indígena, protestante, en algunos casos ninguna- ése es
un asunto de la sociedad y tiene que ver con la secularización. La laicidad del Estado está
referida a la posición de éste, no a la de la sociedad.
Se ha dicho que laicidad es esa posición de imparcialidad, de régimen de libertad, de
convivencia respetuosa hacia opciones religiosas y no religiosas. Por otra parte, laicismo
es una posición militante antirreligiosa, por la cual se exagera el principio de laicidad y
se lo termina negando. Por ejemplo, cuando se niega la libertad de expresión a los
personajes religiosos en esfera pública, éstos pueden opinar y expresarse libremente
siempre y cuando no busquen imponerse ni condicionar al Estado en su formulación de
leyes y de políticas públicas. Sin embargo, los Estados laicistas llegan al extremo de negar
la libertad de expresión a funcionarios religiosos diciendo que son laicos. En Francia por
ejemplo hay un caso interesante: se niega a los alumnos de escuelas públicas que porten
signos religiosos evidentes u ostensibles, lo que termina negando la expresión religiosa
de estos estudiantes, porque el Estado dice que cuando un estudiante porta un elemento
religioso, está violando la neutralidad de una escuela pública, lo cual es cuestionable.
También tenemos el término de aconfesionalidad. Mucho ojo con esto porque hay
Constituciones que consagran precisamente este término y su contenido es distinto a lo
laico. La aconfesionalidad es un término que proviene, por implicación, de la Constitución
25
Conferencias Magistrales
española, cuando dice que ninguna confesión religiosa tendrá carácter estatal (Artículo
16.3 Constitución de España). De ahí se deduce que el Estado español es aconfesional,
ya que ninguna religión será estatal, entonces por implicancia, dicen que el Estado tampoco
debe ser confesional. La aconfesionalidad se concibe como un Estado que no tiene religión
oficial pero que no necesariamente niega que los valores, leyes y políticas, estén inspirados
en doctrinas religiosas. No hay una alianza orgánica entre Estado e iglesia, pero el Estado
sí se funda en valores religiosos. Esto puede ser la aconfesionalidad, sin embargo la laicidad
va mucho más allá que esto. No sólo busca la autonomía entre iglesia y Estado, busca la
autonomía entre el Estado y lo religioso.
La aconfesionalidad
se concibe como
un Estado que no
tiene religión
oficial pero que
no necesariamente
niega que los
valores, leyes y
políticas, estén
inspirados en
doctrinas religiosas.
Existe también una diferencia de acepción entre laicidad y neutralidad. Decíamos que
neutralidad se entiende como una variedad de valores, o como una indiferencia u hostilidad
frente a lo religioso, el cual se considera como un elemento de atraso social, de superstición,
ignorancia, de no permitir el progreso científico e ideológico de la sociedad. Entonces
entendemos neutralidad como ignorar las expresiones religiosas presentes en una sociedad
y su importancia pública, estamos derivando en un concepto equivocado que no tiene
que ver nada con la laicidad.
Preámbulos constitucionales marcan línea
Ahora bien, estamos hablando de algunas expresiones donde el principio de laicidad se
manifiesta en el constitucionalismo iberoamericano. En primer lugar vamos a considerar
que hay Constituciones en Latinoamérica que comienzan con un preámbulo, con una
introducción. El preámbulo es una sección de la Constitución donde se enumera los
valores, principios y aquellos leitmotivs inspiracionales con los que se funda una nación,
un Estado. No es un aspecto meramente lírico. Los jueces pueden basarse en los valores
invocados en el preámbulo de la Constitución para poder decidir casos que tengan que
ver con derechos humanos muy concretos de las y los ciudadanos.
En los preámbulos se invoca, por ejemplo, el principio de soberanía popular como principio
fundacional de un Estado determinado. Si hablamos del principio del bien popular, nosotros
diríamos en Perú que es el caso de mi país: "invocando a Dios todopoderoso y basándonos
en el principio de la soberanía popular...". Los defensores de Dios, de las invocaciones
religiosas, dicen que esto es algo meramente literario, retórico, que refleja la tradición
histórica de una nación que siempre ha sido creyente. A esto se puede responder que la
nación actualmente no es 100% creyente, y los derechos humanos no dependen de
mayorías y minorías. Si hubiera un solo ciudadano o ciudadana atea, se justifica que ya
no exista una invocación de esta naturaleza en el preámbulo, sin dejar de mencionar que
algunos creyentes pensamos que utilizar el nombre de Dios en una carta secular es quizás
tomar el nombre de Dios en vano, pero ese es un tema ya teológico confesional.
26
Se pierde de vista que la soberanía popular no es un elemento poético y que también está
considerada en los preámbulos constitucionales. Cuando se hace invocaciones religiosas
en los preámbulos constitucionales, lo que se hace es instituir el acto mismo de origen y
fundación de una nación, de un Estado, que se formaliza bajo la Constitución, en una
legitimidad sagrada, justamente esto vulnera la posición laica. Hace que el Estado profese
una religión. Cuando dice "invocando a Dios", significa que este Estado es un promotor
de una religiosidad monoteísta y con esto estaría discriminando a todos los que no profesan
esta confesionalidad monoteísta. Más grave es el caso cuando estos preámbulos invocan
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, y no es una broma, hay Constituciones que así lo
hacen.
Estados Unidos de América no tiene una invocación a Dios en su Constitución y no se
fue a la ruina social ni moral. La tiene en la Declaración de Derechos y éste no es un
documento más que histórico, no es un documento de índole político. La Constitución
de 1776 sí es un documento jurídico, allí no hay posición confesional. ¡Qué interesante
que los legisladores norteamericanos en ese tiempo tan lejano hayan sabido distinguir lo
social y lo civil, de lo estatal! Sostienen: "nosotros somos un pueblo religioso y lo
consagramos en este documento que va a tener repercusiones públicas (la Declaración
de Derechos), pero en la Constitución no, la Constitución es secular, nosotros somos muy
religiosos pero la Constitución es secular, no invocamos a Dios". Tampoco México, Chile,
Uruguay, Guatemala, Barbados, Canadá, Cuba, Nicaragua, Guyana, Haití y Jamaica tienen
posiciones confesionales en sus Constituciones.
Una siguiente cuestión es la definición de carácter del Estado en cuanto se refiere al
término de laicidad. Ésta es justamente la parte constitucional en la cual el principio de
laicidad se puede establecer con mucha facilidad, porque al decir que el Estado de una
nación determinada es democrático, no hay redundancia en decir laico, representativo,
republicano. No es una redundancia, porque el principio de laicidad es un principio que
está en la génesis, en el mismo origen del surgimiento del Estado democrático de derecho.
Por tanto, decir Estado laico es nada más formalizar algo que de antemano ya está en la
historia y está expresado en diferentes niveles del orden jurídico. No siempre se hace con
coherencia porque hay dos principios que coexisten en los elementos jurídicos: el principio
de confesionalidad por el cual el Estado favorece a una religión y el principio de laicidad
por el cual el Estado busca ser imparcial. Estos principios a veces pugnan en un ordenamiento
jurídico y cuestionan la armonía interna del edificio legislativo de una nación.
Si hubiera un solo
ciudadano o
ciudadana atea, se
justifica que ya no
exista una invocación
de esta naturaleza en
el preámbulo, sin
dejar de mencionar
que algunos
creyentes pensamos
que utilizar el
nombre de Dios en
una carta secular es
quizás tomar el
nombre de Dios en
vano, pero ese es un
tema ya teológico
confesional.
En cuanto a la libertad de conciencia, ninguna concepción laica puede dejar de mencionarla
Un país tampoco puede dejar de emitir normas especiales para regular el fenómeno
religioso en su totalidad. Va en contra de la legitimidad del Estado que existan normas
legales especiales para una iglesia y otras normas jurídicas para el resto de las iglesias, eso
27
Conferencias Magistrales
es discriminatorio. No puede haber una diferencia de trato respecto a las confesiones
religiosas, o a la no confesionalidad, porque eso sería vulnerar el principio de igualdad,
de laicidad.
Finalmente tenemos el tema de laicidad y el principio de cooperación con las confesiones
que a veces se tergiversa. Este principio obliga al Estado a no ser indiferente frente a las
opciones religiosas existentes en una sociedad. Pero este principio a veces se distorsiona
y se lo quiere conducir a esquemas de financiamientos directos o indirectos de las religiones.
En la gran mayoría de países existe una forma de financiamiento a las religiones. Puede
ser el financiamiento indirecto a través de la exoneración de tributos sobre actividades,
bienes y personas de las iglesias, o puede ser el financiamiento directo -que a mi juicio es
mucho más inconstitucional- por el cual el Estado desembolsa recursos públicos o financia
actividades religiosas. Esto es evidentemente una vulneración del principio de laicidad.
La escuela laica y la
educación religiosa
son también
aspectos a considerar
dentro de las
Constituciones
desde una reflexión
jurídica y desde todo
punto de vista
discutible.
La escuela laica y la educación religiosa son también aspectos a considerar dentro de las
Constituciones desde una reflexión jurídica y desde todo punto de vista discutible.
Un modelo recomendado debiera ser que la religión como factor cultural podría ser objeto
de estudio en una escuela pública en el contexto de historia de la religión, o de un estudio
científico, antropológico o sociológico, pero no darle el carácter de adoctrinamiento religioso
que actualmente tiene en la mayoría de los países.
Finalmente tenemos el tema de los juramentos religiosos, que tienen que ver con la
supervivencia de un rito de consagración del poder civil. Mayormente los países ya permiten
que los funcionarios públicos asuman sus cargos no por el juramento religioso, sino mediante
simples promesas éticas. Éstos son algunos aspectos en los cuales el principio de laicidad
se expresa en las Constituciones.
No tiene mayor sentido que una Constitución nacional sea consecuente en la enunciación
del principio de laicidad si al mismo tiempo tiene relaciones con una religión en particular,
relaciones de tipo concordatario. Esto vulnera todos los aspectos del principio de laicidad
que hemos enumerado. Si las relaciones entre una iglesia que tiene personalidad de sujeto
de derecho internacional público y el Estado existen mediante concordatos o acuerdos,
cuyo contenido va a regular aspectos de política religiosa que solamente le corresponden
a éste último, es ya una relativización del principio de laicidad. En el continente latinoamericano
existen países que son concordatarios y países que no lo son. Nuestro punto de vista es
que desde el momento que se tiene un instrumento concordatario, esto ya relativiza y
disminuye mucho el alcance de principio de laicidad que una Constitución bien redactada
pueda consagrar.
28
Entrelazando participaciones
¿Hasta dónde se puede tener acciones positivas sin significar una protección de una u
otra religión personal, y cuáles serían esas acciones para producir la igualdad y libertad
de culto? (Dr. Jaime Hurtado, Presidente de la Comisión Deberes, Derechos y Garantías
de la Asamblea Constituyente)
Una acción positiva del Estado tiene que ser razonable y proporcional al fin que busca.
No por eliminar una discriminación existente, se puede tomar una decisión exageradamente
promotora que termine siendo favorecedora de una expresión religiosa. Por ejemplo,
estamos hablando de una acción concreta, un país en el que no existe una ley sobre
asuntos religiosos. A mí no me gusta hablar de leyes de libertad religiosa porque la materia
de los Estados que tiene que ver con lo religioso excede mucho la regulación específica
del derecho de esa libertad.
Tiene que ver más con temas de libertad religiosa, por eso prefiero mencionar la ley de
asuntos religiosos. En Perú, por ejemplo, no existe una ley de asuntos religiosos. Allí el
Estado tiene el deber de tomar una acción positiva. La Constitución en el Artículo 2º,
inciso 3º está bien: dice que todos tenemos derecho a la libertad religiosa, pero hay que
recodar que eso también lo decían las Constituciones soviéticas, que perseguían las
expresiones de religiosidad.
Entonces no basta una declaración formal cuando se ve que hay minorías que no están
gozando efectivamente de su libertad religiosa. Una acción positiva del Estado es preocuparse
por discutir y promulgar una ley de asuntos religiosos ahí donde no la hay. Tiene que ser
una medida proporcional a los fines que se busca, no exagerada sino razonable, y finalmente
que no viole el principio de laicidad, que es el marco general dentro del cual la acción
positiva sobre asuntos religiosos se tiene que desenvolver.
Una acción positiva
del Estado es
preocuparse por
discutir y promulgar
una ley de asuntos
religiosos ahí
donde no la hay.
La reivindicación de los pueblos indígenas está planteando que se extienda la reflexión
de lo religioso a sus creencias de pueblos originarios. Se está queriendo incluir como
rituales de Estado, por ejemplo, a la ”milluchada” (ceremonia de origen aymara para
alejar a los malos espíritus). Ésta no tiene porque sustituir a la bendición religiosa, porque
no deja de ser la imposición de una determinada cultura, un rito que no representa a las
treinta y cuatro etnias que existen en el país. (Participante)
Es cierto que el Estado laico desde una posición de imparcialidad no podría reemplazar
una religiosidad cristiana occidental por una nueva religiosidad de tipo originario, porque
se estaría incurriendo en una contradicción. No se trata de reemplazar un ritual por otro,
la solución es desconfesionalizar los ritos cívicos.
29
Conferencias Magistrales
Igualdad para todos,
más allá de la Fe
Roberto Arriada Lorea
Las personas no eran
todas iguales frente
a la ley, frente a la
Carta Magna, sino
que los católicos
eran ciudadanos y
los demás eran
súbditos de
segunda clase.
La política establecida en Brasil podría haber sido igualitaria, como los principios que
fueron establecidos en Estados Unidos, pero no fue así. En este país, se instituyó una
política monárquica, que tiene que ver con la religión, y es a partir de este dispositivo que
se crea la jerarquización, de tal manera que los creyentes no eran todos iguales. Las
personas no eran todas iguales frente a la ley, frente a la Carta Magna, sino que los católicos
eran ciudadanos y los demás eran súbditos de segunda clase.
¿De qué igualdad hablamos?
Al Estado le interesaba crear clases que pudieran ocupar las posiciones administrativas.
El Imperio estaba empezando una cosa nueva y se quería independizar, por lo tanto tenía
que tener varios cuadros políticos. Estos cuadros, jurídicamente hablando, estaban pensando
las cuestiones de ciudadanía, de derechos humanos, con mucha desigualdad. Esta misma
disposición, después de un tiempo, establece que sí se puede tolerar los otros cultos, pero
los tolera desde sus edificios. Sus predios no tenían una apariencia exterior de iglesias,
es decir, afirmaba al mismo tiempo una "tolerancia" entre comillas y a la vez decían que
los otros cultos eran inferiores, no tenían los mismos derechos.
Por ejemplo, en este periodo en Brasil el casamiento válido era solamente el religioso.
No se hablaba de casamiento civil, sólo se podían casar los que profesaban la fe del Estado,
la fe católica. Esto ocurre en esta época, pero antes la discusión se centraba en que los
no católicos no podían formalizar sus uniones. Tanto es así que recién en 1863 se aprobó
la ley del Imperio para permitir que los no católicos puedan casarse religiosamente según
sus cultos.
Les hablo de lo que pasa hoy día. Muchas personas en Brasil, hasta los juristas, podrían
afirmar que en este país no hay un conflicto religioso, que solamente hay una religión que
es la católica, justo ahora que ha ido el Papa Benedicto XVI, y que todo parece estar muy
bien. Los jueces están enfrentados a esta situación. Por ello, un punto importante es definir
30
sobre qué perspectiva serán tratadas las políticas públicas. ¿Desde una perspectiva laica?
como nos expuso Marco Huaco, ¿desde una perspectiva religiosa?, ¿desde una jurídica
monárquica?, ¿desde una cultura jurídica igualitaria? Es decir, hay que definir cómo tratar
al otro, ¿las mismas leyes son hechas para el otro o no?
Las Fuerzas Armadas Brasileñas tienen asistencia religiosa, así como los hospitales. Entonces
hay un proceso en el que se concursa para entrar a estas funciones, y lo único que se
necesita para poder ingresar es ser católico, entonces ¿qué igualdad es ésta? Y a los que
en las Fuerzas Armadas profesan cultos afros, ¿qué les sucede? Ésta es una flagrante
violación de la libertad e igualdad de todos. Por eso les digo, no basta que todos sean
iguales ante la ley. Es necesario que seamos iguales mediante una formación jurídica que
sea laica, que valorice la igualdad, y que no diga "eso está bien, pero lo oficial es lo
católico, yo estoy bien, los católicos están asegurados y los demás no importan". A mí,
personalmente, esto no me parece lo mejor.
Con el pretexto de proteger algunos animales, se dice que está prohibido su sacrificio en
cultos religiosos. Algunas iglesias preponderantes no hacen sacrificios, ¿a dónde llega esta
distinción? Esta limitación del ejercicio de la religión recae especialmente sobre los cultos
afros. Tras una demanda, se declaró que esa ley era inconstitucional porque violaba la
libertad religiosa. En el Estado Río Grande do Sul, en pequeñas ciudades, se aprobó la ley
que dicta que es imprescindible enseñar la Biblia en las escuelas públicas porque tenía
valores que se debería inculcar a los hijos, valores fraternos. Por esta razón, todos los
niños están obligados a leerla. Luego, esta ley se declaró inconstitucional, porque violaba
una serie de principios, desde la libertad religiosa hasta la separación de Iglesia-Estado.
Lo mismo pasó con la visita del Papa a Brasil a principios de 2007. El gobierno prefectural
de Sao Paulo gastó muchos recursos, mucha plata. Marco Huaco decía que el gobierno
del Estado puede garantizar la libertad religiosa, pero no puede patrocinar un culto o una
religiosidad, esto está especificado en la Constitución brasileña. Dice que el Estado está
prohibido de subvencionar cultos religiosos. En este caso justifican diciendo "no, pero el
Papa no va a llegar como figura religiosa sino como jefe de Estado". Yo digo que al
desembarcar no va a pasar revista a las tropas, no es una visita oficial. Este acto subvencionado
por gastos estatales es un culto religioso, no más que eso. Puede ser un líder de Estado,
pero en el momento que está haciendo culto, no hay duda alguna de que sea un líder
religioso.
Es necesario que
seamos iguales
mediante una
formación jurídica
que sea laica, que
valorice la igualdad,
y que no diga "eso
está bien, pero lo
oficial es lo católico,
yo estoy bien, los
católicos están
asegurados y los
demás no importan".
Hay un sólo libro sagrado en la justicia
En algunas partes de Brasil, como en el Estado de Rio Grande do Sul, es legítima la unión
civil entre personas del mismo sexo. Con relación a los que nos hablaban de cuestiones
religiosas, hay que diferenciar si estamos hablando de matrimonio como un sacramento
31
Conferencias Magistrales
El católico también
puede ser laico, decir
"es mi fe, mi
religión, pero a mí
no me gusta
imponerla a todos.
Me gusta que crean
en lo que yo creo,
pero no estoy para
imponerla".
religioso o de matrimonio como un contrato civil. Por eso hay que tomar una decisión
laica, que sea totalmente igualitaria.
El Ministerio de Salud en Brasil garantizó los anticonceptivos de emergencia, y eso está
en la ley. Sin embargo, algunos municipios decidieron su prohibición. Estos municipios
decidieron violar la Constitución, violar la igualdad, violar los derechos de las mujeres,
con relación a sus derechos reproductivos.
En Brasil hay casos de aborto legal. Desde 1940, se habla del embarazo por violencia
sexual o de embarazo riesgoso, aunque algunos hablan en nombre del feto.
Desafortunadamente, algunos juristas dicen que esto se puede alegar a pesar de estar en
contra de la ley. La ley autoriza los abortos, sin tratar el tema de que Dios da la vida. No
se trata de que no se respeta esta fe, esto hay que distinguir; procede en el ámbito privado,
dentro de la familia, en su casa, todos estamos en libertad. Lo que no se puede hacer es
que en un ámbito político del Estado, yo quiera imponer a otro mi convicción religiosa.
Es decir, yo dentro de mi vida personal puedo creer en muchos libros sagrados o en
ninguno; pero en cuanto a la justicia sólo hay un libro sagrado: la Constitución Política
del Estado. Sus funciones tienen que estar muy claras en el ámbito jurídico.
La obligación de leer la Biblia en los colegios públicos es una violación constitucional,
lo mismo que la presencia de los crucifijos en el Tribunal. Los juristas no se dan cuenta
que esto está violando las libertades religiosas. Cuando uno va a la Corte, tiene que estar
frente a un símbolo religioso que tal vez no representa su religión, incluso aunque sí la
represente, en ese lugar se está confundiendo las cosas entre religión y Estado.
Una encuesta en Brasil muestra que el 65% de los católicos está a favor de la separación
entre iglesia y Estado. No hay que confundir las cosas. El debate está un poco distorsionado
cuando se dice que ser católico es que los niños lean la Biblia en la escuela pública o se
cuelgue crucifijos en el Tribunal. No es que tenga que ver con ser o no católico, ser o no
laico. El católico también puede ser laico, decir "es mi fe, mi religión, pero a mí no me
gusta imponerla a todos. Me gusta que crean en lo que yo creo, pero no estoy para
imponerla". Lo que vemos es que el Estado está imponiendo símbolos religiosos. Está
mostrando su adhesión a una religión específica, cuando debería mostrar los valores de
la pluralidad y diversidad de su población.
Religión, política y derechos
No sé que pasará acá en Bolivia, pero en Brasil se dio una participación importante de
miembros activos de ciertos cultos en las elecciones, católicos y especialmente evangélicos.
32
Ahora hay diputados y senadores que son pastores a la vez. En la Ley Electoral de Brasil
está muy claro: no se puede hacer propaganda electoral en el culto. En una oportunidad
en Minas Gerais, dos pastores evangélicos fueron descubiertos haciendo propaganda
secretamente. Los encarcelaron y luego los liberaron. Eso está bien porque la ley es para
todos.
El problema es que en todo Brasil no sólo los pastores evangélicos han sido cuestionados
por este tipo de acciones. Algunos padres de la Iglesia Católica a veces hacen antipropaganda
expresa por algún diputado o senador que tiene un discurso favorable a los derechos
sexuales y reproductivos. La Iglesia insta a no votar por estos candidatos.
La cuestión es que la ley es para todos o para ninguno. La justicia tiene que tener
independencia. En las cortes de justicia en Brasil están los símbolos de la patria y arriba
de ellos, está el crucifijo. La presencia de este símbolo en la Corte viola las garantías
individuales. Todo lo que estoy diciendo no son casos hipotéticos, son casos concretos
de los cuales ya se ha tomado decisiones o muchos están por decidir. Es una realidad que
está pasando en Brasil actualmente.
Imaginen que fuera por ejemplo musulmán o ateo, y mis hijos están en una escuela pública
donde se les obliga a leer la Biblia, o que en la entrada del edificio de la escuela pública
haya un crucifijo. Eso va en contra de mi fe religiosa o de mi falta de ella. Tal vez en casa
nosotros tenemos otro libro sagrado y no la Biblia. Hay personas que me dicen: "usted
está en contra de la religión". Yo les contesto que no se trata de creer o no creer, se trata
de que ese crucifijo específicamente está fuera de lugar. Tiene su lugar donde se profesa
la religión católica, puede estar en una Iglesia. Pero cuando pensemos en la República,
pensemos en valores laicos, pensemos en una igualdad.
Entrelazando participaciones
Para empezar, me hubiera gustado mucho que también invitaran a algunos católicos que
puedan tener la palabra aquí. En Bolivia, vivimos un sincretismo desde hace muchísimo
tiempo. El sincretismo es la unión de la religión católica y de las costumbres ancestrales
de nuestros pueblos aborígenes. Cambiar totalmente la estructura del Estado a laico no
conviene. La religión católica está unida indisolublemente a la cultura boliviana, querer
cambiar esto es provocar disturbios como los que han habido en Chuquisaca, donde hubo
hasta pelea entre religiones, entre protestantes, evangelistas y católicos. Entonces secularizar
y laicizar no le conviene al derecho público, porque se va a relajar los valores para el
cumplimiento de las leyes. Mi pregunta ahora es ¿Por qué no han hecho participar a la
otra parte? (Participante)
Algunos padres de la
Iglesia Católica a
veces hacen
antipropaganda
expresa por algún
diputado o senador
que tiene un discurso
favorable a los
derechos sexuales y
reproductivos. La
Iglesia insta a no
votar por estos
candidatos.
33
Conferencias Magistrales
Roberto Blancarte Pimentel:
Lo laico no es contrario a lo religioso, por lo tanto eso de que deberían haber invitado a
los del otro campo, no condice porque precisamente lo que quisimos fue ser incluyentes,
no excluyentes. Al hablar de laicidad, uno no dice "oye tú eres católico, sí puedes hablar
de laicidad, oye tú eres adventista sí puedes o no puedes".
Aquí no importa la creencia religiosa de cada quien, aquí estamos tratando de hablar de
cuáles son los instrumentos políticos y jurídicos que nos permiten vivir en convivencia,
y ahí lo religioso en última instancia no es importante.
Marco Huaco Palomino:
Yo creo que éste no es un debate religioso, teológico. Estamos hablando que nos ubicamos
en la esfera pública, en la esfera de lo laico estatal, no en la esfera de lo civil privado
religioso, que es donde sí podría ser competente una invitación en términos de adherencia
religiosa. Estoy seguro que no me han invitado por ser adventista del 7mo día sino por
ser abogado, porque hay una visión desarrollada respecto al tema laico.
¿Qué implica formular una inquietud de este tema? Es precisamente ver qué se propone
un Estado confesional y no un Estado laico por razones doctrinales religiosas, antes que
por razones culturales. La pregunta "¿Por qué no se invita a un católico?" asume que éste
es un debate religioso cuando no lo es, es un debate de naturaleza neutral que no tiene
una implicancia respecto a cuestiones de fe. Hay que entender que la laicidad es un
método de la liberación democrática. Por ejemplo, en relación al tema del aborto, desde
el punto de vista religioso podemos tener diferentes posiciones; sin embargo, como política
pública laica tenemos una posición bastante clara, inspirada no con base en cuestiones
religiosas sino a postulados de interés común.
En Perú también existe sincretismo. La discusión teórica sobre sincretismo que asume que
hay religiones puras y religiones sincréticas tiene una proclividad colonialista, ya que las
religiones interactúan entre sí y es difícil hablar de religiones químicamente puras y religiones
mezcladas o sincréticas. Pero viendo lo que el catolicismo practicante entiende sobre
sincretismo o la unión de elementos religiosos no católicos con católicos, esto se llama
oficialmente en el Vaticano enculturación del evangelio, o enculturación del catolicismo,
no se le llama sincretismo. Ahora bien, si una cultura nacional es sincrética, esto no quiere
decir que el Estado tenga que ser un Estado sincretista. ¿Qué hay de aquellos ciudadanos
que no son sincretistas, siempre cuestionando el concepto desde la sociología de la religión
de sincretismo, que es bastante cuestionable?
Respecto a los disturbios sociales por promover la laicidad del Estado, cuando se discutió
la libertad religiosa como un derecho humano en un tiempo en el cual existía intolerancia
34
religiosa de las iglesias dominantes, se decía que al ingresar a la libertad religiosa, la libertad
iba a ser autodestruida, iba a haber un cataclismo social, el fin del mundo, porque se estaba
reconociendo la libertad de religión.
Y es interesante que se recurra siempre a la descomposición moral de las sociedades cuando
se trata de extender la libertad más allá del ámbito religioso, hacia otras minorías que
también son discriminadas, por ejemplo las minorías sexuales, o las minorías étnicas.
Entonces, los argumentos en torno a una eventual autodestrucción de la sociedad por
conceder mayores niveles de libertad es una estrategia política de estigmatización, de miedo,
bastante conocida en la historia. Ahora bien, si hay disturbios en torno a la discusión sobre
relaciones entre Estado-Iglesia o Estado-religión, es precisamente porque existe un Estado
confesional que provoca que los grupos religiosos desaten una competencia política por
apoderarse del aparato del Estado e imponer desde su propio campo visual religioso, es
decir los disturbios político-religiosos no ocurren por la laicidad del Estado, sino por querer
mantener una posición excluyente frente a la sociedad que no sostiene una posición unánime.
Roberto Arriada Lorea :
A mí no me toca su creencia o no creencia religiosa, a mí me toca su discurso. A ese discurso
lo identifico, lo conozco, como un discurso del opresor sobre el oprimido. Es decir, "para
mí está bien, yo estoy por arriba", además de eso es un discurso de opresor porque amenaza,
"si intentas cambiar, va a pasar disturbios, va a pasar convulsiones sociales" y amenaza. Yo
conozco este discurso en Brasil. Colegas y jueces de Brasil me dicen que estoy hablando
de sacar crucifijos de la Corte, qué coraje, qué valiente, y yo digo ¿por qué valiente?, si me
dices amí que yo soy valiente por plantear una cuestión, estás diciendo que para usted
también hay una opresión religiosa. Podemos hablar de sacar crucifijos de las Cortes, de
los Tribunales, porque las cortes no son iglesias, ni lugares de culto. Entonces cuando uno
habla de eso y le dicen que es valiente por hacerlo yo digo "ah sí, concuerdas entonces
que hay una presión religiosa".
Entonces, el compañero tiene que reflexionar un poco sobre su discurso, y no decir "para
mí está bien", como si hablara por todos los bolivianos. No conozco a todos, pero me
parece que la cosa no está bien para otras personas de Bolivia.
35
Conferencias Magistrales
El Estado Laico Favorece a
la Iglesia Católica
José Luís Baptista
El término laico fue
utilizado
inicialmente casi
exclusivamente por
la propia Iglesia
Católica, haciendo
referencia a aquellos
católicos que no
tenían órdenes
sagradas. Es decir,
define laico como el
católico que no es
sacerdote, ni
hermano de ninguna
congregación
religiosa, ni monje.
El momento que se anunció el inicio de sesiones de la Asamblea Constituyente, una
cantidad enorme de temas entraron en polémica. Uno de ellos es el Artículo 3º de la
Constitución Política del Estado que dice que el Estado boliviano reconoce y sostiene a
la Iglesia Católica Apostólica y Romana aunque declara, reconoce y acepta el libre ejercicio
de todo culto. La polémica se ha desatado en torno al concepto de Estado laico.
Laico y laicización, dos miradas diferentes
El término laico fue utilizado inicialmente casi exclusivamente por la propia Iglesia Católica,
haciendo referencia a aquellos católicos que no tenían órdenes sagradas. Es decir, define
laico como el católico que no es sacerdote, ni hermano de ninguna congregación religiosa,
ni monje. Este término para la Iglesia Católica, tomado del griego que significa “pueblo”,
se empleó para significar que aquellos que comulgan doctrinalmente con la Iglesia Católica
pueden ejercer su apostolado, pueden llegar a la santidad, como laicos. Ésta es una
acepción, hay otras.
El término laico -a partir de las doctrinas positivistas- aparece como una confrontación a
la religión, como algo opuesto. En la primera definición que vimos, laico es religioso en
el sentido en que profesa una religión, en este caso la católica. En cambio, la otra acepción
sostiene que de ninguna manera el Estado debe identificarse con una religión. Ésta llegó
a extremos un poco radicales de rechazo absoluto, de ataque, de persecución. Por ello,
el término "Estado laico" crea una sensación de miedo o de inseguridad a muchos católicos.
Consideran que, si bien no habrá una persecución religiosa como en algunos Estados,
temen que gran parte de los derechos que tienen como creyentes irán desapareciendo.
Se teme sobretodo el tema de perder la educación religiosa en los colegios.
¿Cómo perciben este tema quienes tienen una confesión religiosa, tanto católica como
de otras confesiones religiosas cristianas? Podemos afirmar que en el momento actual hay
dos líneas dentro de estas posiciones religiosas. Una que calificaremos de tradicionalista
o conservadora, que dice que no hay que quitar el Artículo 3º de nuestra Constitución
36
Política del Estado. Entre los cristianos no católicos, hay un grupo que si bien no es
partidario de que la religión católica sea la privilegiada, aceptan esto a tener un Estado
laico. Dentro de este grupo, hay una corriente que sugiere que se ponga en la Constitución
que el Estado boliviano tiene raíces cristianas, que tiene una posición, una moral, una
doctrina de orden y de origen religioso.
La otra corriente es partidaria del Estado laico. Entre católicos y personas de otras confesiones
cristianas, incluyendo a las jerarquías -en el caso católico, obispos; en el caso de otras
confesiones cristianas, pastores- hay quienes son partidarios de un Estado laico, marcando
diferencias de conceptualización entre laicismo y laicización. Al parecer esos términos
son demasiado semejantes como para pretender separarlos, sin embargo, para poder
entenderse, conviene hacerlo.
La palabra laicismo ha sido identificada como una expresión de ataque, de persecución
y de rechazo, algo que podía hacer daño a quienes tienen una convicción religiosa íntima.
Por ello se buscó otro término que se está imponiendo: laicización. Éste se debe entender
como un Estado que respeta, permite, acepta, ayuda a las religiones, acatando los derechos
humanos. Laicización señala que el Estado no es confesional, que no está identificado con
ninguna religión, ni va a apoyar de manera expresa, definida y clara a ninguna religión.
Un Estado moderno, laico, pero bajo el rubro de laicización y no de laicismo, respetará
profundamente a todas las religiones y actuará con ellas de manera participativa por el
servicio común. Ninguna de estas entidades de orden religioso se ocupan únicamente del
aspecto del apostolado de su propia religión, de catequesis, de formación; sino que a la
par, desarrollan una gran cantidad de servicios en educación, en salud, etc.
Laicización señala
que el Estado no es
confesional, que no
está identificado con
ninguna religión, ni
va a apoyar de
manera expresa,
definida y clara a
ninguna religión.
Por lo tanto, hoy existen dentro de la Iglesia Católica y dentro de otras instituciones
religiosas esa posición dual, polémica. Este prólogo me sirve para explicar que llegar a
un Estado laico bajo la laicización, que no sea confesional, para el cual no se mencionaría
a ninguna religión en ningún artículo, es lo que más le conviene a la Iglesia Católica. La
Iglesia Católica debería estar agradecida, reconocida y aceptar sin discusión una declaración
de esta naturaleza en la Constitución Política del Estado. Y no se trata de un artículo
determinado, sino de un artículo que sea análogo, cuyo contenido sea semejante al del
actual Artículo 7º: entre los derechos fundamentales de la persona humana está el de
practicar o no la religión que conciencialmente vea conveniente.
Desde 1967, muchas cosas han cambiado
¿Por qué? ¿Con qué criterios se sostiene que la separación absoluta entre iglesia y Estado
sería lo que más le conviene a la Iglesia Católica? Hasta el año 1967 hemos vivido en
Bolivia una situación de anacronismo. El Estado era el patrón de la Iglesia Católica, en el
sentido de dueño, en el sentido de señor. Hasta el año 1967, eran las cámaras, el Congreso,
quienes designaban a los obispos.
37
Conferencias Magistrales
Si hacemos un análisis de nuestra historia, veremos que desde el principio, los gobiernos
- con acuerdo de la Iglesia Católica- se apoderaron de manera abusiva del patronato que
ni siquiera tenían los reyes de España. Antes de la creación de la República, un decreto
del Mariscal Sucre en el año 1825 señala que el Estado se hará cargo del patronato1. Esto
significaba cambiar las congregaciones religiosas y ocuparse de aspectos absolutamente
propios de la Iglesia. De esta manera, el pueblo boliviano tuvo gobernantes no católicos,
inclusive perseguidores de la posición católica, que a pesar de ello fueron recibidos en
la Iglesia en Semana Santa y otras ocasiones especiales. Hubo un sacerdote que al ser
designado obispo, nombró al Presidente de la República su padrino episcopal. Los obispos
tenían que jurarle lealtad al gobierno. En muchas oportunidades, la jerarquía eclesiástica
se hizo cómplice de gobiernos dictatoriales, de regímenes que atentaron contra los derechos
humanos.
Aparentemente esto ha desaparecido, porque a partir de 1967 ya no es el Congreso el que
dice que hay que creer en tales o cuales dioses, que indica quiénes serían o no obispos.
Lo que queda del patronato son algunos artículos, como el 45º de la Constitución Política
del Estado, que dice que los funcionarios civiles, militares y eclesiásticos están obligados
a rendir cuentas de sus ingresos cuando ocupan un cargo. Los obispos son funcionarios
del Estado en condición eclesiástica.
Subsecretaría de Culto
El Ministerio de Relaciones Exteriores se ocupa de las relaciones del Estado boliviano con
otros Estados, es así que se relaciona con el Estado Vaticano. Es por esta razón que se ha
creado la Subsecretaría de Culto y el Ministerio se llama de Relaciones Exteriores y Culto.
¿De qué culto? del católico y aparecen en planillas de pago de salarios del Ministerio de
Relaciones Exteriores, sueldos de los obispos. Por eso son considerados funcionarios del
Estado. Muchas cosas han cambiado, ahora ya no tiene la fuerza que tuvieron en épocas
anteriores, en las que los gobiernos se ocupaban de regular cuánto deberían ser los ingresos
de los párrocos, quienes debían pedir permiso a los prefectos de los departamentos si
querían ir de un lugar a otro, inclusive los obispos. Si bien esto ha desaparecido, de alguna
manera continúa la situación de subordinación.
El artículo 50º de la Constitución Política del Estado dicta cuáles son los requisitos para
ser diputado o senador. Uno de los requisitos que está en este artículo dice que los
funcionarios eclesiásticos deben renunciar previamente a sus cargos si quieren ser diputados
o senadores. Si un sacerdote, un canónigo o un obispo quiere ser candidato a diputado
o senador, ¿por qué la Constitución Política del Estado se va a oponer? Aceptamos el
hecho de que es mejor que un sacerdote u obispo no sea diputado o senador. Sin embargo,
nos parece que si a cierta confesión religiosa le interesa que su pastor no se identifique
con la política, tiene todo el derecho de rechazarlo; pero el hecho de que el Estado obligue
38
1 El Patronato era la facultad que poseía un rey para proponer - dentro de sus territorios - obispos,
prelados, dignidades
a un sacerdote u obispo a renunciar a su cargo eclesiástico para presentarse a candidato
como diputado o senador, es una intromisión en asuntos que no le competen.
Una situación parecida es la del Artículo 81º que se refiere a requisitos para ser presidente
o vicepresidente, donde el candidato debe renunciar a sus cargos eclesiásticos. Así vemos
que subsiste de alguna manera esa suerte de dominio del Estado y de subordinación de
la propia jerarquía eclesiástica. Los sacerdotes pueden practicar su apostolado en los
distintos entornos de la población, pero si alguno lo hace con los militares, le dan el grado
de capellán y es parte del ejército. En el siglo XIX, se llegó al extremo de nombrarla General
de la República a la Virgen del Carmen, y hasta ahora la hacen desfilar en procesiones
con la bandera boliviana y espada, como si tuviera algo que ver en esos escenarios. Hay
una serie de otras situaciones similares.
La identificación de la Iglesia Católica con el Estado ha significado esa suerte de dependencia
que subsiste, porque si bien el año 1967 ya no figuró en la Constitución explícitamente,
¿no hemos visto acaso a las autoridades eclesiásticas supeditadas a gobiernos totalmente
dictatoriales como el de García Meza? Entonces hay muchos otros puntos, entre ellos, el
hecho de que todavía, como si fuera época de patronato, para los cargos civiles hay que
jurar con la señal de la cruz. Eso que lo haga voluntariamente el que es católico, pero no
puede ser que sea una regla. Nosotros hemos visto en épocas no muy lejanas, a ateos
librepensadores críticos de la Iglesia que a la hora de ocupar un cargo público alto son
obligados a hacer la señal de la cruz para posesionarse.
En resumen, debería haber una concientización entre los católicos, para que no se asusten
ante la posibilidad de un Estado laico. Una serie de aspectos relacionados con el temor,
temas como el aborto y otros, son los que están causando este recelo no sólo entre los
católicos sino en las distintas confesiones cristianas. Otro temor infundado es que la
laicización signifique la prohibición de la enseñanza religiosa en los colegios que no son
católicos, en los colegios del Estado. Temas de esa naturaleza pueden tranquilamente
analizarse y discutirse como parte de posiciones y de criterios, pero de ninguna manera
el miedo a esos dos temas debería dar lugar a que existan actitudes de rechazo a un Estado
laico.
Además hay un punto económico. Los sueldos de los obispos viene a ser algo insignificante.
Pero el Estado en el campo de la educación está aportando con ítems en determinados
colegios. También hay una serie de ventajas sobre todo en el orden impositivo que tiene
la Iglesia Católica, pero no por ser católica, sino por los servicios de salud y otros que
presta. Entonces el Estado laico puede perfectamente llegar a acuerdos con las distintas
confesiones religiosas respecto al tema de educación y otros. Otros puntos en un Estado
moderno pueden ser discutibles. Es probable que en cuanto se promulgue una Constitución
donde el Estado no reconozca a ninguna religión, haya algunos problemas. Por lo tanto,
habría que realizar este tipo de reuniones y de seminarios para poder conscientizar a la
población en general.
Nosotros hemos
visto en épocas no
muy lejanas, a ateos
librepensadores
críticos de la Iglesia
que a la hora de
ocupar un cargo
público alto son
obligados a hacer la
señal de la cruz para
posesionarse.
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Conferencias Magistrales
Libertad de Conciencia:
un Derecho Humano
Rosario Baptista
Una vez que se declara la independencia de la República, simplemente se adoptan, se
heredan todas las prerrogativas que tenía la Iglesia en esa época, y todo el carácter protector
que tenía el Estado hacia la Iglesia. Por lo tanto, la actual relación del Estado boliviano
con la Iglesia Católica se explica a partir de esta herencia del Estado colonial, de la corona
española.
Cuando se define la elaboración de una nueva Constitución, Simón Bolívar manda un
texto constitucional omitiendo un artículo referido a la religión que causó molestia a los
bolivianos, quienes consideraron que no era posible excluir este artículo porque la mayoría
eran católicos. Esto tenía además un fundamento político: la unidad del territorio boliviano
en el momento de declararse república tenía una fuerte base en lo religioso.
Simón Bolívar, precursor del Estado laico
Increparon a Bolívar por su omisión y le solicitaron que incluya en su propuesta el artículo,
pero él se opuso, explicando porqué de manera voluntaria y expresa lo había omitido:
"En una Constitución Política no debe prescribirse una profesión
religiosa, puesto que la religión es la ley de la conciencia. Toda ley
sobre ella, la anula, porque imponiendo la necesidad al deber, quita el
mérito a la fe que es la base de la religión. Me parece, a primera vista,
sacrílego y profano mezclar nuestras ordenanzas con los mandamientos
del Señor. Prescribir pues la religión no toca al legislador".
Este fue el argumento que Simón Bolívar dio para no incorporar en nuestra Constitución
un artículo referido a la religión católica. De todas maneras se lo incluyó por el fuerte
vínculo que había en ese momento con la Iglesia. Existía entonces lo que se llamaba
40
patronato, y se consideró que era sumamente peligroso quitar ese precepto ante el esfuerzo
que se había hecho para evangelizar a una población tan masivamente indígena.
Fueron finalmente tres siglos de una intensa campaña religiosa que había logrado un cierto
margen de unidad nacional, por lo que se incluyó un artículo que reconocía a la religión
católica, apostólica y romana como religión de la República, con exclusión de todo otro
culto público. Además, aseguraba que "el gobierno la defenderá y la hará respetar
reconociendo que no hay poder humano sobre las conciencias". Es de hacer notar la
contradicción entre el precepto de que no existe poder humano sobre las conciencias con
el reconocimiento de una religión oficial.
Así nace la Constitución teniendo en germen una contradicción importante que establecía
que no puede existir ningún poder humano sobre la conciencia. Toda la evolución posterior
de la legislación nos lleva hasta 1906, primera vez que por una ley y no por mandato
constitucional, se instaura la libertad de cultos. Es una ley que determina la tolerancia con
otros cultos, determinación que fue cuestionada por la Iglesia de una manera sistemática.
Cualquier iniciativa del poder civil que surgió para promover una separación del Estado
y la Iglesia Católica siempre fue coartada y cuestionada por el poder eclesiástico, pese a
la posición del Vaticano que sí reconoce la libertad de conciencia y asume como saludable
su separación del Estado. Es el propio clero en Bolivia, la propia jerarquía eclesiástica,
quien se opone a esa separación. Al principio el Estado subyugaba a la Iglesia, pero ahora
parece que es al revés.
Así nace la
Constitución
teniendo en germen
una contradicción
importante que
establecía que no
puede existir ningún
poder humano sobre
la conciencia.
En un rápido recuento de la legislación actual que tiene estrecha relación con el tema de
la Iglesia a partir de la Constitución, anotamos que recién en 1967, por primera vez la
Constitución reconoce la libertad de cultos. Es un proceso muy breve históricamente, en
el que nuestro Estado además de reconocer a la Iglesia Católica como oficial, reconoce
la libertad de culto. Hasta entonces regía la Ley de 1906 que no tenía rango constitucional,
la que daba un margen de tolerancia respecto a otros cultos. Ninguna de las reformas
posteriores logró modificar el artículo de 1967. Este artículo dice que el Estado reconoce
y sostiene la religión católica, apostólica y romana, garantiza el ejercicio público de otros
cultos, y señala que las relaciones con la Iglesia Católica se rigen mediante concordatos
y acuerdos entre el Estado boliviano y la Santa Sede. Esta disposición, así breve, da lugar
a muchas consecuencias jurídicas que iremos describiendo.
Diezmos y Tributos
En primer lugar, una de las consecuencias es la dependencia económica que la Iglesia
Católica tiene con el Estado. Hay un argumento fuerte que sostiene la Iglesia para
fundamentar y justificar esta dependencia: ellos aducen que cuando se crea la República,
41
Conferencias Magistrales
En ese entonces el
diezmo que recibía
la Iglesia de los fieles
se convierte en un
impuesto, en un
tributo estatal. Por
eso, la Iglesia
considera que el
Estado tiene una
deuda económica con
ella al haberle
quitado ese ingreso,
y se ata
económicamente de
manera voluntaria al
Estado.
se abolieron una serie de diezmos y tributos. En ese entonces el diezmo que recibía la
Iglesia de los fieles se convierte en un impuesto, en un tributo estatal. Por eso, la Iglesia
considera que el Estado tiene una deuda económica con ella al haberle quitado ese ingreso,
y se ata económicamente de manera voluntaria al Estado. A partir de esta situación, el
Estado determina por disposición constitucional que no sólo reconoce a la Iglesia Católica
como la oficial, sino que la sostiene. Eso dio lugar a una injerencia muy alta por la cual
hasta 1961, el gobierno elevaba ternas para la elección de arzobispos y obispos. Inclusive
los decretos conciliares, bulas y prescritos del sumo pontífice tenían que recibir una
aprobación del Senado. A partir de 1961, se abolió en la Constitución la mención del
patronato, sin embargo, aunque se quitó la palabra, en los hechos se mantiene a través
de diferentes disposiciones.
El tema de la dependencia económica tiene dos consecuencias centrales. Primero, que
los miembros del clero son considerados funcionarios públicos, forman parte de la planilla
de la función pública y tienen obligaciones como cualquier funcionario que recibe ingresos
del Estado. Segundo, tienen limitaciones que en mi criterio vulneran los derechos humanos.
En el artículo 45º de la Constitución, se establece que todo funcionario público civil,
militar o religioso debe declarar los bienes y rentas que tenga antes de tomar posesión de
un cargo. El hecho de que mencione el carácter de funcionario público de acuerdo a la
actividad que desempeña es una arbitrariedad. Si una persona está ejerciendo un cargo
público no es en función de su condición de militar o eclesiástica. Si hay una persona que
pertenece al clero y tiene un cargo público, es por ser funcionario público que está obligado
a prestar una declaración de bienes y no en función de la obligación religiosa que cumple.
La esquizofrenia del Estado
En Semana Santa, nuestras autoridades asisten en un sitial de honor a los actos oficiales
de culto, creando ciudadanos de primera y segunda clase, católicos de primera y segunda
clase. Había una disposición antigua que determinaba que el Presidente de la República
ocupe el lugar central en el templo, con sitial y dosel, asistido por un canónigo y el Vicario
de ejército cuya falta sería suplida por otro canónigo. O sea, era una disposición legal de
1909 que determinaba un sitial de honor para el Presidente de la República, con escolta
eclesiástica además. Actualmente esto se mantiene.
Como anécdota, les cuento que en la Semana Santa del 2007, el Ministro de Trabajo fue
consultado por la prensa sobre si se declararía tolerancia el jueves por la tarde para
establecer un horario continuo. El Ministro dijo que no, que el viernes ya era feriado y
que quienes querían asistir a los actos religiosos, lo hagan después de su trabajo, y que
las oficinas particulares que querían podrían ser más tolerantes con sus funcionarios. Fue
42
curioso porque recibió llamadas del Cardenal Terrazas, Monseñor Juárez fue personalmente
al Ministerio de Trabajo y en menos de una hora, esta disposición cambió y se declaró
horario continuo.
Eso nos muestra que la Iglesia -lejos de ser sojuzgada- tiene un poder político muy
importante. Cuando el Ministro de Educación Patzy declaró que se iba a establecer la
educación laica, se armó un lío. Tenemos una serie de muestras y ejemplos del poder
muy firme de la Iglesia en su relación con el Estado. Si en algún momento, se consideró
que la Iglesia estaba subyugada al Estado, creo que el poder que adquirió ésta revirtió la
situación. Tenemos el ejemplo de la Ley Marco de Derechos Sexuales y Reproductivos
que el presidente Carlos Mesa no se atrevió a promulgar por presiones de la jerarquía de
la Iglesia Católica. Esta ley quedó en el limbo, puesto que fue aprobada por el Congreso,
remitida al Poder Ejecutivo para su promulgación y devuelta al Congreso sin ninguna
explicación legal, lo que hace que su condición jurídica actual sea totalmente incierta.
No ha sido vetada por el Presidente pero sí devuelta, por lo que el Congreso no sabe qué
hacer.
Tenemos un Estado esquizofrénico. Por un lado, reconoce a la Iglesia y por otro, declara
el divorcio como legal, reconoce medidas de salud pública con relación al aborto, hace
campañas públicas sobre métodos de prevención de embarazos, de prevención de
infecciones de transmisión sexual. En este sentido, no es libre de cumplir este tipo de
obligaciones por su relación con la Iglesia, ya que ésta juega un papel importante de
injerencia, de presión y de impedimento para que no cumpla con las mismas.
Es por esto que se considera saludable y prioritario que la reforma de la Constitución
modifique la situación. Desde la óptica de los derechos humanos, la idea era promover
que la Constitución simplemente reconozca -en la parte de derechos y garantías de las
personas- el derecho de profesar cualquier religión, practicar cualquier culto y en general,
reconocer y garantizar la libertad de conciencia. Definir en algún artículo que el Estado
es laico es mantener una relación, una posición con respecto a una creencia religiosa. El
Estado no tiene porqué definir una posición con respecto a ninguna religión. Autodefinirse
en la Constitución como laico obligaría a mantener una relación con la Iglesia Católica.
No hacerlo, le dará mayor libertad para actuar conforme a sus obligaciones con relación
a políticas públicas con las cuales la Iglesia Católica no está de acuerdo.
43
Conferencias Magistrales
Laicidad y Secularización en
Clave Intercultural y de Género
Josef Estermann
El 98% de la población boliviana se declaró religiosa o perteneciente a una iglesia o
religión en Bolivia en una encuesta el 2001 después del censo nacional. Sólo 2% se
declaró no creyente. Cuando hablamos de laicidad, Estado laico, libertades laicas y de la
nueva Constitución hay un dato importante a tomar en cuenta: el porcentaje de la población
que se declara católica ha disminuido considerablemente en los últimos 30 años, de un
92 % en los años setenta a un 77% en esta encuesta del 2001. Es probable que haya
bajado a 75% el 2007. Esto significa que uno de cada cuatro bolivianos no es católico.
Es necesario reflexionar sobre el concepto de laicidad y secularización tomando en cuenta
estos datos y que la figura constitucional hasta 2007 contaba con el Artículo 3º, en la que
el Estado boliviano reconoce y sostiene la religión católica apostólica y romana; y que
sólo a partir de 1906, reconoce la libertad de culto, tolerando otros cultos que no son el
católico.
Tenemos que entender bien lo que es y quiere ser un Estado laico. Quiero hacer un breve
recorrido por el concepto de laicidad y el enfoque intercultural sobre este tema ya que
en el mismo censo del 2001, un 64% de la población boliviana se declaró indígena,
ciudadanos pertenecientes a una u otra etnia o pueblo originario de occidente u oriente.
Hay muchos cruces entre identidad religiosa e identidad étnica y no podemos identificar
una denominación religiosa con una etnia.
Un debate entre dos instituciones
El término laico, o laicidad, proviene del griego laikós: "alguien del pueblo", que viene
de la raíz laós, "pueblo". Aparece como tal por primera vez en un contexto cristiano. El
trasfondo religioso se remonta a la Biblia hebrea que hace una distinción entre la "clase
sacerdotal" (los 'Hijos de Levi' o los levitas) que saben leer e interpretar el Torah, y la gran
masa de las y los "ignorantes" (fieles) que no saben ni leer ni escribir y participan de
manera pasiva en los cultos religiosos.
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El concepto 'laico/laica' rápidamente se convirtió -bajo las teologías patrísticas- en una
categoría polémica y peyorativa. Se lo contraponía al "clero", término que se deriva de
la palabra griega kléros: "fortuna", o metafóricamente, "herencia". En esta misma terminología,
ya se vislumbra la lucha posterior por la "secularización" de los bienes eclesiásticos y por
la implementación del celibato obligatorio en la Iglesia Católica. Había que limitar la
herencia de bienes eclesiásticos a la estirpe de los clérigos. Hasta el siglo IV, no se planteó
restringir la sexualidad de los clérigos; luego se lo hizo sólo para cortar los excesos y
abusos que cometían clérigos con mujeres y concubinas, con numerosos hijos, que en
algunos casos, derivó en malgasto del patrimonio eclesiástico. La "fortuna" o el "clero"
se imponen en oposición a las y los representantes del "pueblo" que no poseen ni bienes
ni conocimiento, que son ignorantes, analfabetos y que además, son súbditos de los
"afortunados".
En la Iglesia Católica, el término "laico" se usa como contra-concepto a la vida "sagrada"
de los clérigos y de las y los religiosos. Como la formación y educación teológica fue
monopolizada hasta hace poco por la clase sacerdotal, el término "laico" se usó y aún se
usa en el sentido de "noprofesional", "ignorante", "no-entendido"; lo que repercute en
ciertos idiomas inclusive en el ámbito no-religioso. Una persona "laica" es una persona
El concepto
'laico/laica'
rápidamente se
convirtió -bajo las
teologías
patrísticas- en una
categoría polémica
y peyorativa. Se lo
contraponía al
"clero", término que
se deriva de la
palabra griega
kléros: "fortuna", o
metafóricamente,
"herencia".
que no domina el oficio, una amateur en oposición al profesional. Una teóloga o teólogo
"laico" viene siendo un profesional de segunda clase, a pesar de haber pasado por una
formación teológica de igual o mayor nivel que los teólogos "consagrados".
Ahora, para complicar un poco las cosas, en las lenguas anglosajonas y germanos no se
habla de laico, se habla de Estado secular. Para explicar a un británico o alemán el concepto
de Estado laico, con este término, no sabrán de qué se está hablando. Es preciso tener
mucho cuidado al traducir estos términos a otros contextos. En los idiomas romanos, se
hizo costumbre hablar de laicidad fuera de lo que originalmente era. Antes era un término
exclusivamente intraeclesiástico que competía a la Iglesia Católica. Luego salió de ese
ámbito y ahora, tiene una acepción política.
Hacia allá vamos cuando hablamos de Estado laico, hacia la neutralidad confesional de
las instituciones estatales. Esto quiere decir que el Estado no se declara religioso ni se
adhiere a ningún grupo; sea cristiano, musulmán, protestante, católico, etc. La neutralidad
no significa que el Estado no tenga nada que ver con la religión. Un Estado no puede
negar la religiosidad de sus ciudadanos pero como tal, tiene que abstenerse de identificarse
con una cierta postura religiosa, porque sino estaría yendo en contra de la declaración de
los derechos humanos que garantiza el derecho a la libertad de culto, tanto a los individuos
como a los grupos.
45
Conferencias Magistrales
Muchos plantean que el Estado laico va a abolir la religión, promover una sociedad
irreligiosa, secular, en la que la religión no jugaría ningún papel. Existen estos temores.
Cuando un ministro de educación en 2007 planteó la enseñanza de varias creencias en
la materia de Religión, además de la católica, en Santa Cruz mucha gente salió a la calle
protestando contra el peligro de un Estado ateo. Ahí hay mucha confusión: laicidad no
es secularización, laicidad no es laicismo.
El proceso de secularización significa un proceso lento en que la sociedad, no el Estado,
se distancia de la vida religiosa. Podemos observar este proceso en muchos países europeos
en la segunda mitad del Siglo XX. A partir de la Ilustración europea, el proceso de
"secularización" (no tanto de "laicización" que se usa normalmente para referirse a la
transición de la educación confesional a la educación pública estatal o fiscal) adquiere
un carácter polémico, militante e ideológico, sobre todo en articulación con las
reivindicaciones de la Revolución Francesa y su lucha contra todo tipo de poder monárquico,
incluyendo el eclesiástico o "sagrado" (clericalismo). Desde un punto de vista teológico,
la "secularización" es un fenómeno que tiene sus raíces en la misma tradición semita
bíblica y tiene que ver con la "desmitologización" del mundo, del cosmos y de todo lo
creado considerado "divino" y "sagrado".
México ha sido uno de los primeros países en establecer un Estado laico, hace 150 años.
Sin embargo, México sigue siendo un país mayoritariamente católico, por encima del
90%. Es decir, puede haber un Estado laico con una fuerte presencia de la Iglesia Católica
y de la religión católica, esto no es contradictorio.
La secularización, en el sentido más político e institucional, es el proceso que experimentan
las sociedades cuando la religión y sus instituciones pierden influencia sobre las mismas,
de modo que otras esferas del saber van ocupando su lugar. Con la secularización, lo
sagrado cede paso a lo profano, y lo religioso se convierte en secular. La secularización
implica una mundanización (sin querer dar a esta palabra ningún sentido peyorativo) de
la religión y de la sociedad, y es un tema de interés filosófico, sobre todo a la hora de
plantear las relaciones que debe haber entre religión, política y ética. No es un proceso
político, es un proceso social. La secularización se vuelve ideología cuando se la declara
como un aspecto trascendental de la sociedad y en cuanto un Estado se declare secular
en el sentido de no religioso. Irreligioso es diferente de arreligioso. Irreligioso significa en
contra de la religión, la arreligiosidad es la neutralidad frente a lo religioso.
La diferencia entre laicidad y laicismo es que la primera existe cuando los Estados se
abstienen de asumir una posición confesional en sus Constituciones, en sus organizaciones
e instituciones. No declaran ni a favor ni en contra de ningún credo religioso, ni a favor
46
ni en contra de creer o no en nada. En el caso boliviano, tuvimos hasta el 2007 una
Constitución que tiene este carácter confesional, el Artículo 3º se pronuncia a favor de
sostener y reconocer a la Iglesia Católica.
Otra cosa es reconocer en la herencia histórica una cierta religiosidad en el caso boliviano.
Sería justo y necesario reconocer en los últimos 500 años, el impacto de la Iglesia Católica
al igual que de religiones ancestrales que contribuyeron a lo que es Bolivia hoy en día,
y que siguen contribuyendo. El reconocimiento a la Iglesia Católica puede ser históricamente
justificable a la vez que debemos reconocer muchas otras creencias religiosas.
Por su parte, el laicismo es un concepto muy polémico y combativo, que busca prácticamente
instalar una sociedad irreligiosa. Es decir, una sociedad en la que la religión no tenga
ninguna cabida. Cómo somos 98% de la población que nos declaramos religiosos, en
política esto influye sí o sí, tengamos un Artículo 3º o no. Influye a través de los individuos,
de nuestros representantes en el parlamento, de nuestros gobernantes, pero ya no como
una posición oficial y constitucional; lo va a hacer por otros medios, como la sociedad
civil, las ONGs, otras organizaciones, etc. No se trata de que la religión y sobre todo la
Iglesia Católica, pierda toda influencia en el quehacer político. Siempre la va a tener
porque somos un pueblo evidentemente religioso y consideramos que la religión tiene
algún lugar en nuestras vidas, por lo tanto también en el ámbito político. Vamos a tratar
de que haya una influencia, pero ya no constitucionalmente declarada y en calidad de
Estado confesional, sino como un credo que vamos a sostener.
Toda esta discusión sobre el Estado laico es un debate entre dos instituciones: Estado e
Iglesia Católica, y tal vez otras Iglesias. Es decir, hablamos de un debate interinstitucional.
Desde un punto de vista intercultural, hay que cuestionarlo porque cuando hablamos de
la relación entre Estado y religión en general, o entre política y religión; es preciso entender
que la idea y concepto de Estado y la idea y concepto de religión que manejamos, tiene
un fuerte tono occidental, herencia de la Ilustración europea y tal vez más allá de ésta.
Es decir, hablando de religión en un contexto pluricultural, en el cual vivimos, tenemos
que deshacernos de esta concepción monocultural occidental y tratar de reconstruir lo
que significa religión para el 65% de los bolivianos que se declaró indígena.
Reconocimiento a la multirreligiosidad
Las instituciones religiosas que están negociando con el Estado, sobre todo la Iglesia
Católica, son organizaciones bien establecidas, con su jerarquía, sus instituciones, sus
ministerios, etc. La religión aymara, la quechua, la tupiguaraní o las religiones amazónicas;
no tienen institucionalidad, no hay iglesias aymaras o chiquitanas. Tampoco tienen líderes
ni jerarquía. No tienen textos sagrados escritos y por lo tanto, no tienen la misma posibilidad
Creo que para la
concepción indígena
de la religión, esto
no es muy acertado,
no es correcto. Para
un aymara, quechua
o tupiguaraní, de
una u otra manera,
todo es religioso,
inclusive cosechar su
chacra.
47
Conferencias Magistrales
ni en el mismo nivel para entrar en un diálogo de igual a igual con lo que es el Estado.
De hecho, en el debate sobre el Estado laico, muchas veces se olvida de esas religiones.
Muchos dicen "bueno, todos son católicos o casi todos son católicos", lo que puede no
ser cierto. Cuando se hace encuestas, es verdad que muchos se declaran cristianos o
pentecostales, adventistas, metodistas, católicos. Sin embargo existe una fuerte
religiosidad debajo o detrás de lo que se llama religión popular, ya sea católica o protestante.
Desde el mundo
indígena originario,
creo que no hay
reparos a un Estado
laico, siempre y
cuando se reconozca
la multirreligiosidad
que existe en este
país. La laicidad del
Estado es un signo
de reconocimiento a
las libertades libertad de
conciencia en todo,
conciencia religiosa
y ética- y
reconocimiento a la
vez, de la
multiplicidad de
expresiones religiosas
sin favorecer a
ninguna de ellas.
Tenemos que reconocer, en primer lugar, la multirreligiosidad. Bolivia es multireligiosa.
Además de la disminución de católicos en Bolivia, aunque siguen siendo por harto una
mayoría, hay un surgimiento de las religiones ancestrales. Esto tiene que ver con la historia.
Estas religiones fueron clandestinas mucho tiempo, por el peligro de la persecución. Ahora,
con la visibilización de los pueblos originales reivindicando sus derechos y su reconocimiento,
la religiosidad ancestral -que es sincrética- está reivindicando su dignidad y su reconocimiento
también. De una u otra manera, tenemos que tomar esto en cuenta con relación al Estado
laico. Que no sea solamente la división de Estado e Iglesia Católica. Multirreligiosidad
significa que hay diversas religiones institucionalizadas como la católica, metodista,
luterana, pentecostés; pero que a la vez hay religiosidades no institucionalizadas. Muchos
prefieren hablar de espiritualidades. Podemos decir que hay una multiespiritualidad en
Bolivia, pero "espiritualidades" puede caer fácilmente en un discurso postmoderno o new
age. Entonces, para evitar esto, yo prefiero hablar de religiosidades y religiones.
¿Qué es religión para la gran mayoría de los bolivianos que se declaran indígenas o
pertenecientes a los pueblos originarios? La Ilustración europea y la secularización hicieron
una división tajante entre lo sagrado y lo profano, lo divino y lo humano. Creo que para
la concepción indígena de la religión, esto no es muy acertado, no es correcto. Para un
aymara, quechua o tupiguaraní, de una u otra manera, todo es religioso, inclusive cosechar
su chacra. Religioso en el sentido amplio que incluye el ritual, el trabajo y muchos otros
aspectos. Entonces, tenemos que dejar esta concepción occidental de la religión como
institución, como dogma, por una doctrina con ministerios, jerarquía. Religión es -podemos
decir- un sentimiento común, un reracionamiento con la naturaleza, con el cosmos, con
los demás. Esto no compete al Estado definirlo, pero al momento de hablar de su relación
con la religión, tenemos que tomarlo en cuenta para no caer en el discurso donde se habla
solamente de su relación con la Iglesia Católica.
Desde el mundo indígena originario, creo que no hay reparos a un Estado laico, siempre
y cuando se reconozca la multirreligiosidad que existe en este país. La laicidad del Estado
es un signo de reconocimiento a las libertades -libertad de conciencia en todo, conciencia
religiosa y ética- y reconocimiento a la vez, de la multiplicidad de expresiones religiosas
sin favorecer a ninguna de ellas. El Estado no elige un credo, por lo tanto, no es la instancia
que se pronuncia sobre la verdad religiosa. No puede decir que la religión católica es la
48
más verdadera porque eso es discriminar a las religiones no católicas. El Estado no tiene
que tomar una posición confesional porque no es una instancia ética ni religiosa. Es una
representación del pueblo y como tal, tiene que tener una neutralidad confesional. Esto
no significa perder los valores, el Estado se pronuncia sobre éstos, por ejemplo: libertad,
derechos, solidaridad, soberanía, etc. Tiene valores, pero se abstiene de una confesionalidad.
La laicidad puede ser entendida en la igualdad de género, porque si laico significa pueblo,
todos y todas somos el pueblo, con igual derecho a pronunciarnos, a celebrar nuestra
religiosidad, etc. Estado laico sí, con reconocimiento expreso a la multirreligiosidad de
este país, su pluriculturalidad, plurilingüisticidad, y también su plurinacionalidad. Promover
el diálogo interreligioso dentro de esta multirreligiosidad le compete al Estado.
Uno es el diálogo ecuménico entre las iglesias cristianas, además
debería existir un diálogo con las religiones ancestrales. Éste es un
deber histórico, después de 500 años, reconocer no solamente la
riqueza cultural de este pueblo, sino su riqueza religiosa. Entrar
en un diálogo de igual a igual. Este proceso se puede hacer a través
de varios canales, no necesariamente tiene que estar así en la
Constitución. Lo que debe plantearse es el reconocimiento a la
multirreligiosidad.
49
Conferencias Magistrales
En Defensa de los Derechos
Sexuales y Reproductivos
Yuri Puello Orozco
Cuando hablamos de
derechos sexuales,
ellos representan el
ejercicio de la
sexualidad de todas
las personas. Esta
vivencia expresa
cómo identifica cada
persona su identidad
sexual a partir de
modelos masculinos
o femeninos y
socialmente
establecidos.
Partir de una perspectiva de derechos humanos para entrar a la discusión sobre derechos
sexuales, derechos reproductivos y Estado laico, plantea como eje central garantizar la
dignidad humana y nos obliga a utilizar y potencializar los instrumentos legales y políticos
internacionales existentes. Los derechos sexuales y reproductivos implican tener en cuenta
a hombres y mujeres en diferentes etapas de su vida sexual y reproductiva: infancia,
adolescencia, adultez y tercera edad. Por otro lado, involucra también luchar y garantizar
informaciones, servicios y acceso a estos derechos.
Produciendo y reproduciendo desigualdades de género
Cuando hablamos de derechos reproductivos, nos referimos a la autonomía de las personas
para ejercer su capacidad reproductiva. Se relaciona específicamente con la decisión sobre
si se quiere o no tener hijos o hijas, la cantidad de hijos o hijas que se quiere tener, el
momento en que se quiere tenerlos y la forma en que esa reproducción se tiene que dar.
Cuando hablamos de derechos sexuales, ellos representan el ejercicio de la sexualidad
de todas las personas. Esta vivencia expresa cómo identifica cada persona su identidad
sexual a partir de modelos masculinos o femeninos y socialmente establecidos. Cómo vive
su sexualidad y quién es el objeto o sujeto de su deseo sexual que puede ser alguien del
sexo opuesto o de su mismo sexo.
Esta discusión o propuesta para hablar y discutir los derechos sexuales deja abierta varias
posibilidades. Una de las nuevas posibilidades es la creación de la categoría de "sexualidades"
en vez de sexualidad en singular. Esto nos ayuda a entender las diferentes formas a través
de las cuales los seres corporificados, o sea nosotros como seres humanos, interactuamos
de modo físico no siempre genital, como medio de comunicación y de expresión del
deseo de nuestros cuerpos, sin privilegiar la heterosexualidad. Esta manera de entender
la sexualidad se contrapone al modelo único propuesto por la Iglesia Católica que se
refiere solamente a las relaciones heterosexuales como norma dentro del matrimonio,
teniendo como fin la procreación. Esta conexión del acto sexual y la procreación desvirtúa
50
u oscurece la potencialidad que el placer tiene en nuestras vidas como también diluye
la importancia de cada acto como campos separados de realización humana.
Mary Hunt, teóloga católica, contribuye de manera valiosa a esta discusión a través de
su libro "Sexo bueno, sexo justo". Sostiene que el sexo debe ser seguro, saludable,
agradable, constructor de comunidad y conducente a la justicia, libre de abusos, de
enfermedades y sin cohesión. A la luz de esta posición, las relaciones sexuales deben ser
vividas en reciprocidad, entre personas que tengan igualdad de condiciones para decidir
sobre lo que quieren y no quieren hacer. Las prácticas sexuales no establecidas a partir
de relaciones igualitarias, deben ser sancionadas. Por ejemplo, no es lícito causar daños
morales, psicológicos o físicos a ninguna persona bajo pretexto de disfrutar del propio
placer sexual.
Los derechos sexuales y derechos reproductivos son derechos humanos fundamentales
amparados en leyes internacionales reconocidas como presupuestos e instrumentos
reguladores de nuestras sociedades democráticas. Estos presupuestos están legitimados
en la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948) y fueron reafirmados en
nuevas formulaciones por el Plan de Acción de la Conferencia Internacional sobre Población
y Desarrollo realizada en El Cairo en 1994, por la Convención de Eliminación de Todas
las Formas de Discriminación a las Mujeres y por la Cuarta Conferencia Mundial de la
Mujer realizada en Beijing en 1995.
A pesar de estos amparos legales, históricamente las leyes con relación a la sexualidad y
a la reproducción humana han producido y reproducido desigualdades de género e
impuesto concepciones morales y conservadoras, especialmente religiosas, que establecen
el control de la capacidad reproductiva y de la sexualidad femenina. ¿Qué ha sobrado
para las mujeres? Sólo los deberes. Podemos decir que las mujeres son las que más tienen
esos derechos sin ser respetados, siendo sus cuerpos el lugar privilegiado de expresión
de esa desigualdad en el ámbito de los derechos humanos.
En este sentido las
discusiones en torno
a los derechos
sexuales y derechos
reproductivos
contribuyeron
significativamente
a explicitar y
renombrar dominios
restringidos a
pensarlos
únicamente en
relación a la
naturaleza, al
pecado, a la
voluntad divina, al
poder de los
médicos o al poder
de los hombres.
En este sentido las discusiones en torno a los derechos sexuales y derechos reproductivos
contribuyeron significativamente a explicitar y renombrar dominios restringidos a pensarlos
únicamente en relación a la naturaleza, al pecado, a la voluntad divina, al poder de los
médicos o al poder de los hombres. Estas discusiones favorecen los procesos dirigidos a
alterar leyes, representaciones simbólico-religiosas, prácticas y relaciones de poderes en
todos estos actos. Con frecuencia en nuestros países encontramos aún leyes que necesitan
ser mejor especificadas, en atención a que cuando los derechos no están claramente
formulados, las decisiones pueden quedar en mano de personas que no siempre están
preparadas para interpretarlas de una manera justa. A menudo, ocurren arbitrariedades y
abusos a la autonomía de las personas, especialmente a la de mujeres.
51
Conferencias Magistrales
Los funcionarios
gubernamentales, y
casi todos los
miembros de las
instituciones del
Estado, son hombres
educados en las
tradiciones religiosas
patriarcales, por lo
que están más
propensos a aceptar
las propuestas de los
fundamentalistas
pensando que son
representativas de su
tradición religiosa y
cultural.
Por ejemplo, los fundamentalismos religiosos. Los esfuerzos de éstos para controlar la vida
reproductiva de las mujeres tienen su origen en las estructuras de dominación que
encontramos en la mayoría de las religiones monoteístas del mundo. Esto devela un
problema muy grande para las mujeres, porque los fundamentalistas desarrollan acciones
políticas para obstaculizar el acceso a los servicios de salud reproductiva. Los funcionarios
gubernamentales, y casi todos los miembros de las instituciones del Estado, son hombres
educados en las tradiciones religiosas patriarcales, por lo que están más propensos a
aceptar las propuestas de los fundamentalistas pensando que son representativas de su
tradición religiosa y cultural. Frecuentemente, los responsables de la elaboración de
políticas públicas se manifiestan dispuestos a aceptar la agenda fundamentalista en contra
de las mujeres porque les parece familiar y porque contribuye a mantener sus privilegios
masculinos.
En ese sentido, las discusiones en torno a derechos sexuales y derechos reproductivos
revelaron varios conflictos de las religiones, especialmente los de la Iglesia Católica.
Hablamos de esta iglesia por el fuerte impacto que tiene en nuestra cultura. Institucionalmente
entra en conflicto cuando se discute valores de la sociedad y de un Estado moderno, en
especial cuando se trata de asuntos relacionados a la sexualidad, dimensión relacionada
con libertades individuales y autonomías de las personas. Esto puede ser evidenciado
particularmente en intervenciones que van contra la elaboración de políticas públicas o
proyectos de ley que favorecen los derechos sexuales y derechos reproductivos. En la
mayoría de los países, vemos cómo las religiones se rearticulan en el Congreso Nacional
cada vez que entran en pauta proyectos de ley sobre matrimonio civil entre personas del
mismo sexo, legalización del aborto o el debate de la liberación de células tronco. Sobre
estos temas, la Iglesia -en sus documentos- dice que tiene que defender la vida porque
está siendo amenazada. Estas reivindicaciones plantean a las religiones patriarcales el
desafío de enfrentar, cada vez más, el distanciamiento de sus fieles con relación a las
normas propuestas.
Deuda histórica
Una práctica individual sólo se convierte en un derecho cuando el Estado hace que el
respeto a esas prácticas sea obligatorio. Todas las veces que una persona homosexual es
discriminada o cuando se ejerce control sobre prácticas sexuales de las mujeres a la luz
de principios religiosos de base moral, se está vulnerando este derecho. Por eso la afirmación
y defensa de un Estado laico de derecho, que es uno de los fundamentos básicos de
sociedades democráticas y resultado de la lucha política por su construcción.
Tenemos que tener en cuenta que la Iglesia Católica tuvo una fuerte influencia en la
formación de nuestras sociedades organizadas de manera jerárquica, autoritaria e intolerante
52
con todo lo relacionado a la diversidad y la pluralidad. Uno de los pilares fundamentales
del proceso de colonización de nuestro continente fue la represión de las otras divinidades
y la conversión impuesta al cristianismo. Por lo tanto, la lucha propuesta por el Estado
laico es una deuda histórica de defensa y consolidación de los derechos que tenemos y
de los que están por venir.
La neutralidad del Estado en relación a las religiones es saludable y esencial para la
convivencia y fortalecimiento de la democracia. La democracia es un referencial importante
de las sociedades modernas porque posibilita las condiciones para que las religiones
puedan actuar en ellas en un clima de respeto y tolerancia. La preocupación del Estado
debe estar en el campo de las cuestiones públicas, por encima de intereses religiosos, de
acuerdo con los intereses de todos los ciudadanos y ciudadanas.
Un Estado laico -libre de religión- es condición necesaria para la afirmación personal y
pública de personas y grupos con o sin religión. No hiere en nada a quienes tienen algún
tipo de adhesión religiosa. La promoción de la tolerancia, el respeto a la pluralidad religiosa,
la separación de Iglesia-Estado, la libertad de conciencia y la misma libertad religiosa
indican la neutralidad del Estado en esta dimensión. Entonces, el Estado neutro reconoce
las religiones pero no pauta sus decisiones oficiales para ninguna de ellas. No es posible
respetar y promover el respeto a las creencias religiosas si se toma partido por cualquier
moralidad religiosa en particular.
El desafío del Estado laico se presenta cuando las instituciones políticas que lo componen
consideran cada una de las religiones como un factor de legitimación e integración social.
Esto nos demuestra que la amenaza no viene de las religiones, sino del propio Estado que
busca legitimidad en esas religiones. La legitimidad de la intervención de cualquier
institución en la esfera pública es garantizada cuando existe respeto a los principios
constitucionales. Entonces, en el caso de una propuesta del Estado laico es legítimo que
la Iglesia Católica, como cualquier otra institución, participe de las discusiones públicas,
siempre y cuando se guíe por principios constitucionales, que son las normas y las guías
de todos nuestros países.
Las mujeres denunciaron y conquistaron sus derechos a partir del sufrimiento, a partir de
la violación y negación de sus cuerpos. Es en nombre de esta situación de injusticia sentida
en sus cuerpos y en sus palabras que la vida de las mujeres se hace presente, se hace
lucha, se hace conquista y se hace derecho. Por todo esto, es imperativo defender la
laicidad del Estado, porque es una forma de liberalizar la interferencia religiosa para que
la ciudadanía de todas las personas, mujeres y hombres, se pueda ejercer. Un Estado laico,
autónomo frente a las religiones, es condición necesaria para la libertad y la diversidad
religiosa, y también condición necesaria para la afirmación personal y pública de las
personas.
Uno de los pilares
fundamentales del
proceso de
colonización de
nuestro continente
fue la represión de
las otras divinidades
y la conversión
impuesta al
cristianismo. Por lo
tanto, la lucha
propuesta por el
Estado laico es una
deuda histórica de
defensa y
consolidación de los
derechos que
tenemos y de los que
están por venir.
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Conferencias Magistrales
Laicidad, Más Allá de la
Democracia y la Politización
Gloria Ardaya
Les hablo a las y los
jóvenes de la
democracia, porque
muchos y muchas de
ustedes no saben lo
que es vivir en
dictadura y andar
con el testamento
bajo el brazo.
Actualmente
gozamos de
libertades, sabiendo
que no existe en el
mundo un modelo
único de democracia,
éste es un proceso en
permanente
construcción.
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El 2007 tiene para las bolivianas y bolivianos una doble significación. Por un lado,
cumplimos veinticinco años de vigencia de la democracia representativa en Bolivia de
manera ininterrumpida, el periodo más largo de democracia que hemos tenido en toda
nuestra historia. El Presidente Evo Morales es fruto de esa democracia que muchas veces
queremos olvidar. Por otro lado, este año vamos a tener una nueva Constitución Política
del Estado. Son dos hechos muy relevantes.
Democracia, proceso en permanente construcción
No soy teóloga. Soy socióloga, abogada, feminista, demócrata; por lo tanto voy a abocarme
a esos temas. Les hablo a las y los jóvenes de la democracia, porque muchos y muchas
de ustedes no saben lo que es vivir en dictadura y andar con el testamento bajo el brazo.
Actualmente gozamos de libertades, sabiendo que no existe en el mundo un modelo único
de democracia, éste es un proceso en permanente construcción.
La democracia boliviana del siglo XIX no es igual a la del siglo XX y tampoco a la del siglo
XXI. No hay un ideal democrático. Lo que hemos tenido hasta ahora han sido periodos
de democracia complejos y paradójicos. En estos veinticinco años hemos tenido varios
modelos de democracia, por suerte siempre avanzando. En este periodo, especialmente
las mujeres, hemos logrado muchos avances. Así como el concepto de democracia es
muy complejo, la democracia no está consolidada, no es un acto sino un proceso.
Si hiciera una encuesta, no nos pondríamos de acuerdo en una definición de este concepto.
Es muy difícil consensuar, porque además, sobre todo en nuestro país, hay una permanente
tensión entre lo que se llama democracia representativa y democracia participativa. Para
mí son la misma cosa, con grados diferentes de realización. Por ejemplo, la Ley de
Participación Popular fue un acto de democracia participativa absoluta. Es difícil vivir en
democracia porque siempre tenemos que estar construyéndola, no debe limitarse solamente
a la elección de los representantes y gobernantes, sino que debe profundizarse
permanentemente e ir más allá, dentro de la norma y dentro de una vigencia universal
de la ley, donde todos la cumplamos.
Una condición esencial para considerar un gobierno democrático es que emerja de
elecciones libres y competitivas, no amañadas como en el pasado nuestro. Para que exista
democracia, tenemos que tener certezas en las reglas de juego. Uno tiene que saber que
si hace algo, le pasará también algo, que la ley se va a cumplir. Lamentablemente, la
democracia contemporánea difícilmente es ejercida directamente por el pueblo, tenemos
delegados porque no podemos reunirnos los nueve millones de hablantes a tomar desiciones.
Pero esta democracia proviene del pueblo, elegimos y tenemos que acatar esa elección.
La democracia es un sistema de derechos. Sin embargo, no genera automáticamente las
condiciones requeridas para el ejercicio efectivo de esos derechos. Tanto ciudadanos
como Estado debemos definir qué derechos, qué obligaciones y qué garantías tiene cada
uno, la democracia es una forma de vida política que otorga libertad al mayor número
de personas, que protege y reconoce la mayor diversidad entre sus ciudadanos. Las
dimensiones de la democracia son el respeto a los derechos fundamentales, al ejercicio
de la ciudadanía y a la representatividad de las y los dirigentes.
Hablo del respeto a la diversidad porque como todos y todas sabemos, la sociedad boliviana
es muy compleja. René Zavaleta -pensador boliviano- hablaba de una sociedad abigarrada,
la superposición de varias visiones, varias sociedades, varias formas de ver el mundo. Por
lo tanto, es obvio que nuestra democracia tiene que ser lo más pluralista posible. Tenemos
que respetar y ser tolerantes con los diferentes; los collas con los cambas, los hombres
con las mujeres, los k'aras con los indígenas, los viejos con los jóvenes, las personas con
opciones sexuales distintas con los heterosexuales, los que tienen capacidades diferentes
con los que son "normales", y viceversa.
Pluralismo e inclusión
Una democracia no puede ser representativa si no es pluralista e inclusiva. No porque tú
tengas mayoría te vas a olvidar de las minorías. Mayoría no quiere decir hegemonía, y
nosotros tenemos que trabajar en democracia para todos los bolivianos y bolivianas. Es
así que yo quisiera rescatar tres de las muchísimas características que tiene la democracia.
Una es el pluralismo, es decir, reconocer esa diversidad que tenemos. La segunda es el
disenso, yo no tengo porqué pensar y sentir igual que usted; soy igual a usted pero diferente.
Y la más importante y requerida en este momento en el país: el consenso, "está bien, usted
piensa así y yo así, nos acercaremos y veremos la mejor solución para el país".
En Bolivia, seguimos viviendo una crisis que nos tiene que llevar a redefinir las relaciones
entre Estado y sociedad. Se han roto muchos pactos de convivencia, la del Estado laico
55
Conferencias Magistrales
por ejemplo, el pacto territorial, muchos pactos que estaban en esa comunidad política
que habíamos conformado antes. Ahora tenemos que redefinir esas relaciones y recomponer
la comunidad política, y nuestro sentido de pertenencia con relación a la nación. Yo ante
todo soy boliviana, pero además soy camba, mujer, docente universitaria. Tengo muchas
identidades, y la comunidad política tiene que rescatar e incluir a todas éstas para que yo
me sienta perteneciente a esta nación. Las encuestas dicen que los bolivianos nos sentimos
en primer lugar bolivianos y esto es muy bueno porque nos da la idea de que algo queda
de ligazón a la nación. Pero esta comunidad política todavía no está recompuesta, porque
en el último tiempo sólo pensamos en nuestros intereses personales y no en el bien común.
Estamos en un permanente forcejeo.
Vivimos un momento de mucha informalidad económica, política y social. Cuando
podemos, estafamos; cuando podemos, no pagamos impuestos. El Estado perdió su rol
de cohesión social. Hay una indiferencia que no es de ahora, que arrastramos desde hace
mucho tiempo: hay cocaleros que invaden el edificio de la prefectura, ciudadanos en
Santa Cruz que golpean a los representantes de la Asamblea, y yo no creo que unos sean
mejores o que otros sean peores; no creo en la supremacía cultural ni de los aymaras, de
los quechuas o de los guaranis, los considero iguales. Éste es el principal atributo de la
democracia.
Estamos viviendo un proceso de mucho antagonismo -"estás conmigo o estás contra mí"porque no hay comunidad política, no existe el bien común, no tenemos conciencia del
espacio publico, nos apropiamos de éste, lo destruimos, y por supuesto desconfiamos
unos de otros. Ahora como nunca en el país tenemos que desterrar las clasificaciones
binarias porque creo que nada es blanco ni negro, todo es gris.
De todos estos elementos de la crisis, quisiera rescatar uno: el destierro de la política. La
política es una construcción deliberada de futuro, esto que estamos haciendo en este
debate: ¿qué queremos con un Estado laico? Esto es política. El dogma y la descalificación
en torno a este tema han predominado en el último tiempo, sin debate, sin haber trabajado
en propuestas. También perdimos lo que era común, es difícil consensuar lo que es común
porque lo que predomina en Bolivia es el cooperativismo, los intereses de grupo y no la
ciudadanía en general. Si a los choferes se les antoja, no salen; y es un servicio público,
si faltó la luz algún día en Patacamaya, no les importa a los de la compañía eléctrica.
Entonces, yo creo que tenemos que diseñar este interés general, este bien común, basados
en valores públicos y democráticos. Como decía Josef Estermann, la religión no es una
cosa privada, también es pública, porque a partir de ella, el Estado tiene que elaborar
políticas publicas.
56
Para democratizar más la sociedad
Veamos los siguientes datos. Según el censo de 1992, en Bolivia los católicos eran el
87.7% de la población. En 2001, eran el 77.8% y los de otra religión, el 19%. El '92 eran
11% los ciudadanos adheridos a otras religiones. Los que no tienen ninguna religión eran
el 2.2%. Entonces, si la mayoría de este país es religiosa hay que pensar en el tema dentro
de la agenda de la política pública, que es difícil de definir. Para un vendedor ambulante,
la calle es su propiedad; para nosotros que la caminamos es un espacio público. Es
importantísimo reposicionar la política con lo que estamos haciendo: debatir propuestas,
no intercambiar insultos. Creo que es de fundamental importancia hacer este debate
político porque en nuestro país no tenemos institucionalidad y la política nos va a ayudar
a integrarnos, a deliberar y a construir esta comunidad política.
Se trata es hacer un Estado intercultural, no multicultural. Estas diferenciaciones son muy
importantes. Multi es: "tú eres aymara y yo soy guaraní, tu allá y yo acá". Inter es: "tú eres
aymara, qué bien, enséñame sobre tu cultura, y yo te enseño sobre la mía, y juntos
convivimos en esas diferencias y juntos nos enriquecemos". Todo esto a partir del ejercicio
de la tolerancia y de lo diferente.
La política surge del reconocimiento de que somos diversos. Si no lo fuéramos, y si no
reconociéramos esta diversidad, estaríamos en estado de guerra y más bien, estamos
aprendiendo a convivir. Hacer política desde esa base, desde ese reconocimiento de la
diversidad, es aceptar y conservar la unidad de Bolivia. Es aceptar que somos diferentes
y que debemos conciliar esos intereses diferentes. Hacer política es ejercer un gobierno
pacífico a través de actos de conciliación. Tenemos que rescatar la política para reconstruir
el Estado que queremos.
La política surge del
reconocimiento de
que somos diversos.
Si no lo fuéramos, y
si no reconociéramos
esta diversidad,
estaríamos en estado
de guerra y más
bien, estamos
aprendiendo a
convivir. Hacer
política desde esa
base, desde ese
reconocimiento de
la diversidad, es
aceptar y conservar
la unidad de Bolivia.
En la actualidad tenemos un Estado pequeño, o como diría el Informe de Desarrollo
Humano, un Estado con huecos, con muchas perforaciones. Tenemos que reconstituirlo
y reconformar la nación, una tarea muy complicada porque todavía no acabamos de
reconformar la comunidad política y todavía no sabemos dónde vamos. Creo que todos
sabemos que la elección presidencial de diciembre del 2005 en Bolivia y la subida del
gobierno de Evo Morales, cambió la historia, puso aguas divisorias, pero no sabemos a
dónde vamos. Para esta reconformación de la comunidad política, tenemos que saber qué
tipo de Estado queremos. Creo que acá todos queremos que sea un Estado laico. Pero éste
no es un fin es un medio para democratizar más la sociedad.
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Conferencias Magistrales
Cosmovisión Andina Frente
a Estados Monoculturales
Fernando Huanacuni Mamani
...aunque podamos
tener una legislación
que nos permita el
respeto a las
creencias, esto que es
muy propio e íntimo
de cada uno, la
consecuencia, más
allá de lo jurídico,
seguirá siendo de
intolerancia
El momento histórico que estamos viviendo es un espacio que nos permite debatir. Hacerlo
con el corazón abierto es importante; si sólo vamos a debatir en función de la razón, nos
vamos a encontrar limitados. Hasta ahora los grandes debates han sido intelectuales,
racionales, disgregando la vida misma del ser. Cuando emerge un pensamiento, cuando
se visibiliza una forma de vida desde los pueblos originarios, no sólo se habla con la razón,
sino también con el corazón. En ese sentido, quienes tal vez no han seguido el proceso
histórico que hoy estamos viviendo, no han visto lo que nuestros ancestros, nuestras
abuelas y abuelos, han ido caminando y diseñando hasta este tiempo.
Monoculturales, homogeneizadores, depredadores, intolerantes
Hoy, como generación nos toca asumir una responsabilidad seria sobre varios aspectos
que traemos a este tiempo. Tenemos que comprender el momento que estamos viviendo.
Los pueblos originarios -sin haber sustentado el poder- fueron quienes generaron este
espacio de debate que se da a nivel continental, no solamente a nivel nacional. Para los
que se aferraron al poder, los pueblos originarios podrían seguir relegados. Éste es un
punto de partida para la reflexión.
Ahora, no se trata únicamente de proyectar las leyes ya que en su parte enunciativa
encontramos algunas que tienen una perfección interesante en su secuencia jurídica. Lo
que tenemos que revisar es lo que generó el Estado monocultural: una forma de pensar
y de concebir el mundo; una estructura social, política y económica. Las repúblicas y
Estados del continente americano tienen un pensamiento homogeneizador, universal; es
decir una sola verdad. Por lo tanto, aunque podamos tener una legislación que nos permita
el respeto a las creencias, esto que es muy propio e íntimo de cada uno, la consecuencia,
más allá de lo jurídico, seguirá siendo de intolerancia. Si queremos de verdad encontrarnos
desde lo más profundo de la vida, tenemos que revisar los principios que generaron los
Estados monoculturales, homogeneizadores, depredadores, intolerantes.
58
Es así que nosotros decimos que para poder reestructurar una nueva sociedad con equilibrio
y con armonía, hay que revisar los principios más sagrados, revisar la forma de vida, la
cosmovisión. Por eso los pueblos andinos, amazónicos y chaqueños de estas tierras,
insistimos en que para analizar cualquier estructura social, económica, jurídica, política
y social; se debe partir por revisar los principios más grandes. En este sentido, lo que hoy
se denomina cosmovisión andina, no sólo se limita a una región. El común denominador
tiene un solo sentido: somos hijos de la Madre Tierra. No somos reyes de la creación.
Todo tiene vida y por lo tanto, hay una relación de igualdad, equilibrio y de armonía.
Equilibrio en el sentido de relacionamiento con toda forma de existencia, con la montaña,
con el árbol, los insectos y animales; y armonía porque comprendemos que la Madre
Tierra tiene sus ciclos y nosotros tenemos que vivir según éstos.
Estos principios hoy están en debate para poder solucionar la situación por la que
seguramente, en otras circunstancias, nuestros abuelos se conmovieron. A veces, cuando
dialogamos sobre lo que es la fe, la creencia, la cosmovisión o cualquier cuestionamiento
con respecto al Estado, o al statu quo, se estremece el corazón de los que se dejaron estar
en los diferentes tiempos históricos cerca del poder. Esto me hace preguntar cómo se
sintieron nuestros abuelos en 1492 cuando los españoles no cuestionaron ni les preguntaron
cuál era la forma de elección y qué era el respeto. Ni siquiera accionaron la posibilidad
de escuchar a nuestros sabios abuelos y abuelas.
Me pregunto cómo se habrán sentido nuestros antepasados cuando en esta región empezó
una etapa muy dura que se prolonga hasta ahora. Sus nietos, sus hijos, todavía siguen
invitando a conversar, a releer y a proyectar un Estado más allá de lo monocultural,
dirigiéndose hacia lo pluricultural. Esto que no solamente se revele en términos jurídicos,
porque el accionar, la conducta y el respeto son una consecuencia de cómo concibe uno
el mundo. Por lo tanto, no se puede enseñar el respeto en términos enunciativos ni
regularlo. Éste debe ser la consecuencia de una actitud relacionada a la manera en que
se concibe el mundo, por esto insistimos en la cosmovisión andina. Si no vemos los
principios de la estructura de la vida, seguiremos en la parte enunciativa-legal y el accionar
de las personas seguirá siendo la intolerancia.
Esto me hace
preguntar cómo se
sintieron nuestros
abuelos en 1492
cuando los españoles
no cuestionaron ni
les preguntaron cuál
era la forma de
elección y qué era el
respeto. Ni siquiera
accionaron la
posibilidad de
escuchar a nuestros
sabios abuelos y
abuelas.
Voy a compartirles brevemente, con el respeto de las abuelas y los abuelos, lo que hemos
llamado la espiritualidad desde la cosmovisión andina aymara. Dentro de lo que es la
ubicuidad, el tener la orientación en el espacio en la Madre Tierra, la orientación en
función a la Línea del Ecuador; los pueblos del norte tienen un referente cósmico que es
la Estrella Polar Norte, y el referente en el hemisferio sur es la constelación de la Cruz del
Sur. Este referente cósmico nos da el parámetro de la conformación de nuestra estructura
social-política y de vida, además de la concepción del encuentro entre todos nosotros.
59
Conferencias Magistrales
Estamos ya muy cerca de vivir la fiesta de la constelación de la Cruz del Sur, la fiesta que
nos va a reconectar a nuestras fuerzas cósmicas, a la energía cósmica, porque nuestra
espiritualidad es cósmica-telúrica. Estamos abriéndonos a la reflexión a través de la
observación del cielo abierto hacia el horizonte y éste brilla con mayor intensidad. En
mayo, se pone de pie la constelación de la Cruz del Sur, se reconstituye, se reafirma la
fuerza cósmica y después en agosto, comienzan las fuerzas telúricas. Esta relación de
equilibrio entre las dos fuerzas para nosotros es muy importante.
Somos originarios y herederos de la cultura milenaria Tiwanaku. A pesar de la segmentación
y de no darle la continuidad que ha tenido el proceso de la civilización andina, chaqueña
y amazónica, se ve que hay algo muy grande detrás. Recién se empieza a escribir las más
grandes páginas de la historia, recién habrán algunos aspectos que refutarán la historia
lineal ascendente de occidente, mostrando que hubo grandes civilizaciones, y que hubo
seres que alcanzaron el equilibrio, armonía y una concepción que hoy puede ser y va a
ser respuesta, no solamente para este lugar, sino para la humanidad.
Al planteamiento de universo de occidente que implica una sola verdad, oponer el
multiverso: muchas verdades, muchas culturas, muchas identidades. A pesar de eso,
podemos conseguir la unión en la multidiversidad, y la whipala2 sigue expresando el
espíritu que va forjando este presente intenso.
2 La Wiphala es el símbolo de identificación nacional y cultural de los andes; es una bandera aymara cuadrada de
siete colores, con 49 cuadros unidos, que representan a la diversidad geográfica de los Andes.
60
Hacer de los Derechos
Humanos una Realidad
Cierre
Al cerrar el encuentro, Tania Nava del Capítulo Boliviano de Derechos Humanos, manifestó:
Fue muy importante compartir un tema central del debate del proceso constituyente con expositores nacionales
e internacionales y todas aquellas personas que participaron en este seminario. Hemos escuchado diferentes
opiniones y eso es parte de la democracia, del ejercicio de la libertad de expresión y, sobre todo, de un
ejercicio que tiene que practicarse con información. Ése fue la intención y el aporte de las instituciones
organizadoras: abordar este tema con criterios más claros, más definidos, más concretos, con conceptos que
muchas veces son manejados de manera equivocada o con desconocimiento. En ese sentido, esperamos que
las ponencias que presentamos contribuyan a ello.
Para cerrar, quizá recalcar un elemento destacado por la mayoría de los expositores y es que el Estado laico
no promueve en ningún sentido el ateísmo ni es contrario a ninguna religión. Más bien, es una garantía de
la libertad religiosa y un reconocimiento a la diferencia que se funda en el principio de la no discriminación.
Es un deber de todos los ciudadanos y ciudadanas, ser parte de este proceso de discusión con opiniones,
aportes, críticas, acompañamientos, seguimiento desde donde estamos pero también naturalmente, es un
derecho de todos y cada uno de nosotros, el ser parte de este proceso y acompañar esta iniciativa de las
diferentes instituciones de derechos humanos. Este seminario independientemente de las posiciones, argumentos
y propuestas presentadas, ha tratado ante todo de visualizar los derechos humanos como eje central en la
agenda de la Asamblea Constituyente, como un elemento articulador precisamente de la diversidad de
opiniones que existen con relación a la cantidad de temas que se ha tratado dentro de la elaboración del
texto constitucional.
Ojalá hayamos logrado incidir no solamente en la Comisión de Deberes, Derechos y Garantías de la Asamblea
Constituyente, sino en todos los y las asambleístas para hacer del tema de los derechos humanos un tema
central para la Constitución de un nuevo Estado. Con ello, buscamos aportar a la construcción de un Estado
más justo, más equitativo, más inclusivo, que permita ante todo mejorar la protección legal que quedará
plasmada en la Carta Magna, y que permita además, hacer de los derechos humanos una realidad cada día
más concreta, más tangible, más objetiva para todos y todas los bolivianos.
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Apuntes Biográficos de
las y los Expositores
Roberto Blancarte Pimentel
Profesor-Investigador y Director del Centro de
Estudios Sociológicos de El Colegio de México
Investigador Asociado del Grupo de Sociología
de Religiones y de Laicidad (GSRL) de la
Escuela Práctica de Altos Estudios (EPHE) de La
Sorbona (París)
Fundador y asesor del Programa Interdisciplinario
de Estudios sobre Religión (PIER) de El Colegio
Mexiquense.
Autor de varios libros, entre los cuáles destacan:
- Historia de la Iglesia Católica en México
- Cultura e identidad nacional y el pensamiento
social de los católicos mexicanos (Fondo de
Cultura Económica)
- Laicidad y valores en un Estado democrático
(Coordinador, El Colegio de México/Segob)
- Afganistán: La revolución islámica frente al
mundo occidental (El Colegio de México,
2001)
- El sucesor de Juan Pablo II; escenarios y
candidatos del próximo cónclave (Grijalbo,
2002)
- Entre la fe y el poder, religión y política en
México (Grijalbo, 2004).
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Miembro del:
- Sistema Nacional de Investigadores (nivel II)
y de la Asamblea Consultiva del Consejo
Nacional para Prevenir la Discriminación
(CONAPRED)
- Consejo de la Comisión Nacional de Bioética.
Marco Antonio Huaco Palomino
Título de abogado por la Universidad Nacional
Mayor de San Marcos.
Candidato a Magíster en Ciencias de la Religión
por la misma universidad.
Autor de:
- Derecho de la Religión. El derecho y principio
de libertad religiosa en el ordenamiento
jurídico peruano" (Lima 2005, 398 p.)
- Diversos ensayos y artículos sobre libertad
religiosa y relaciones iglesia-Estado.
Miembro del:
- Seminario Interdisciplinario de Estudios de la
Religión de la Pontificia Universidad Católica
del Perú,
- Consejo Latinoamericano para la Promoción
de las Libertades de Conciencia, Creencia y
Religión y de Libertades Laicas-Perú, Red
Iberoamericana.
Roberto Arriada Lorea
Juez de la Corte de Familia en Porto Alegre
Licenciado en Antropología
Investigador sobre temáticas de la salud en la
Universidad Federal de Rio Grande do Sul, Brasil
José Luís Baptista
Boliviano, abogado.
Magistrado de la Corte Suprema de Justicia de
Bolivia
Catedrático de Criminología, Derecho Penal y
Derecho Procesal de la Universidad de San
Simón de Cochabamba, de la Universidad
Católica de La Paz y de la Universidad del Valle
en Sucre.
Rosario Baptista
Boliviana, abogada, especialista en derechos
humanos.
Participó en:
- Propuestas legislativas de derechos humanos
y constitucionales Ratificación y aplicación
de convenios internacionales sobre derechos
humanos Actualmente, Coordinadora Nacional
de Trabajo Forzoso de la OIT
Docente - Universidad Católica Boliviana "San
Pablo".
Autor de varios libros, entre ellos:
- Filosofía Andina: Sabiduría indígena para un
nuevo mundo
- Teología andina: Tejido diverso de la fe
indígena (coordinador).
Yuri Puello Orozco
Teóloga y filósofa colombiana.
Doctora en Ciencias de la Religión.
Actualmente integra el equipo de Católicas pelo
Direito de Decidir / Brasil
Gloria Ardaya
Socióloga y abogada boliviana.
Militante feminista y demócrata.
CIDES-UMSA Bolivia.
Fernando Huanacuni Mamani
Investigador aymara, de la comunidad Sariri.
Realizó investigaciones sobre los ayllus, la
siembra y la cosecha, y estudios sobre la sagrada
hoja de coca, y la cosmovisión andina.
Josef Estermann
Teólogo y filósofo suizo-holandés.
Profesor de filosofía - Seminario Arquidiocesano
del Cusco.
Promotor del Colegio Estatal Técnico Mixto "Luís
Vallejos Santoni" - villa marginal
"Independencia", Cusco.
Investigador y docente en el Instituto Superior
Ecuménico Andino de Teología (ISEAT), Bolivia.
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