trepanomatosis en cráneos aborígenes de puerto rico

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TREPONEMATOSIS EN CRÁNEOS ABORÍGENES DE PUERTO RICO
Núñez, M(1); Garcia-Guixé, E(2); Liebe-Harkort, C.(3); Llorenz-Liboy, M(4); Stora, J(3)
(1)
(2)
(3)
(4)
Department of Archaeology, PB 1000 Oulu University, 90014 Finland
Laboratori de Paleoantropologia i Paleopatologia, Museu Arqueològic de Catalunya, Barcelona, España
Osteoarchaeology Laboratory, Stockholm University, Sweden
Departamento de Arqueología, Universidad de Granada, España
Resumen
Se presenta un grupo de 10 cráneos de aborígenes antillanos (taínos) de Puerto Rico de diferentes edades y sexos,
que han tenido una historia bastante especial y han pasado por las manos de algunos antropólogos famosos. Los
cráneos proceden originalmente de una cueva funeraria y fueron trasladados a Suecia en 1857 y donados a la
colección de cráneos del profesor Gustaf Retzius. Posteriormente, se incorporaron a la colección del Laboratorio
de Osteoarqueología de la Universidad de Estocolmo. Por lo menos 8 de los cráneos presentan, en mayor o menor
grado, lesiones similares a las dejadas por treponematosis. Aparentemente, estas lesiones ya habían sido notadas
por Retzius, quien en 1894 cedió uno de los cráneos más afectados a Rudolph Virchow. Éste, por su parte, hizo
una breve nota del cráneo en Alemania en 1896. En 1971, el antropólogo Nils-Gustav Gejval y el patólogo Folke
Henschen publicaron una descripción de los cráneos que permanecían en Suecia. Durante unos 35 años, los cráneos borinqueños permanecieron olvidados hasta su reciente redescubrimiento en el 2003. Dos dataciones convencionales de radiocarbono sitúan a dos de los cráneos dentro de las fechas calibradas de 1390-1520 y 1456-1654, lo
que no permite confirmar si son precolombinos o no. Por otra parte, la posible presencia de treponematosis en una
población taína de esa época es de gran interés y requiere un estudio más detallado. En este trabajo se describen
los resultados obtenidos hasta hoy.
Palabras clave
Cráneos amerindios, cultura taína, Puerto Rico, trepanomatosis
Abstract
We present a group of 10 crania of Antillean aborigines (Tainos) from Puerto Rico with different sex and ages,
which have had fairly unusual history and have been examined by some famous anthropologists. The crania
originally come from a burial cave and were transferred to Sweden in 1857, to be donated to the cranium collection of Professor Gustaf Retzius. Subsequently, they were incorporated to the collection of the Osteoarchaeology
Laboratory of Stockholm University. At least 8 of the crania present lesions similar to those left by treponematosis
to greater or lesser degree. Apparently these lesions already had been noticed by Retzius, who gave one of the
most affected crania to Rudolph Virchow in 1894. This wrote a brief paper on the cranium in 1896 in Germany,
and in 1971 the anthropologist Nils-Gustav Gejval and the pathologist Folke Henschen published a description of
the crania that were in Sweden. For the next 35 years the Puerto Rican crania remained forgotten until they were
rediscovered in 2006. Two conventional radiocarbon dates place two of the crania within the calibrated ranges of
1390-1520 and 1456-1654 cal AD, which do not allow confirming whether the crania are pre-Columbian or not.
Nevertheless, the possible presence of treponematosis in a Tainan population of that time is of great interest and
calls for a detailed study. The results obtained so far are presented.
Keywords
Amerindian crania, Puerto Rico, Tainan culture, treponematosis
501
TREPONEMATOSIS EN CRÁNEOS ABORÍGENES DE PUERTO RICO
Fig. 1. Cráneos 35, 36, 38, 39, 41, 42, 43 y 44. La ausencia de los cráneos 37 y 40 se debe a que el primero no se ha encontrado después de la
mudanza y el último se lo llevó Virchow a Alemania en 1894. Es posible que el cráneo 37 haya sido destruido o extraviado en conexión con la
datación radiocarbónica. Afortunadamente fue descrito en 1971 por Gejval y Henschen.
Introducción
Cuando Colón llegó a Borinquen (Puerto Rico) en
1493 encontró la isla habitada por indígenas de habla
aruaca, conocidos en arqueología antillana como la
cultura Taína. Los Taínos de Puerto Rico eran agroalfareros que se hallaban en un nivel bastante avanzado
de jefatura. Vivían en poblados de diferente tamaño e
importancia, que consistían en casas situadas alrededor
de una estructura o plataforma central llamada batey.
Enterraban a sus muertos en diferentes tipos de cementerios, incluyendo cuevas. Tanto documentos históricos
como fuentes arqueológicas mencionan que los rituales
502
funerarios de algunas zonas incluían una segunda fase
de exhumación y utilización de restos óseos como reliquias (Las Casas 1951; Fewkes, 1907; Lovén, 1935;
Rouse, 1992; Santos et al. 2002).
Los cráneos de este estudio (Fig. 1) provienen de una
cueva funeraria, pero carecemos de información sobre
la localidad y circunstancias en que se habían depositado en la cueva. Sin embargo, la pronunciada degradación de la base de los cráneos sugiere que éstos habían
sido exhumados y colocados sobre el húmedo suelo de
una cueva, lo que quizás formaba parte de un culto a
los antepasados.
Núñez, M; Garcia-Guixé, E; Liebe-Harkort, C; Llorenz-Liboy, M; Stora, J
Conocemos muy poco sobre la historia de los cráneos
después de su descubrimiento. Se sabe que fueron adquiridos en Puerto Rico por el farmacéutico sueco J.
A. Hajalmarson a mediados del siglo XIX, y que éste
los donó en 1857 a la colección antropológica de Estocolmo. Aparentemente, el profesor Gustaf Retzius
identificó las lesiones en algunos de los cráneos como
posible sífilis, y por esta razón le cedió uno de los más
afectados (cráneo 40) al profesor Rudolph Virchow durante la visita de éste a Estocolmo en 1894, que estudió
y publicó en 1896 (Virchow, 1896). Seis décadas más
tarde, los cráneos que permanecían en la Universidad
de Estocolmo fueron descritos por el professor NilsGustav Gejval, quien también identificó las lesiones
que presentaban como posible sífilis (Gejvall y Henschen, 1971). Los cráneos y las publicaciones que surgieron entorno al diagnostico de sífilis fueron otra vez
olvidados hasta el 2003, cuando Milton Núñez observó
un cráneo con lesiones peculiares expuesto en una vitrina del Archaeosteology Institute of Stockholm University. El cráneo estaba siglado como “Puerto Rico, de
una cueva funeraria” y presentaba lesiones que recordaban a las dejadas por treponematosis. Entusiasmado
por un posible caso de sífilis en un cráneo Amerindio,
Núñez contactó unas semanas después con Jan Storå,
responsable de la colección. Desafortunadamente, el
instituto se encontraba en un proceso de mudanza en
aquel momento y el cráneo ya había sido empaquetado.
Por fin se reencontró unos 3 años después, pero entonces apareció junto con otros 6 cráneos aborígenes de
Puerto Rico, que fueron examinados en la primavera
del año 2006. Además de 7 de los 8 cráneos descritos
por Gejval y Henschen en 1971, se encontraron otros
dos cráneos de la misma colección, el 43 y 44. El cráneo 37, previamente descrito en 1971, no se ha podido
encontrar.
Descripción de los cráneos y sus lesiones
Todos los cráneos habían sido siglados originalmente con los números XIV.A.35-44 en la colección de
Retzius y los últimos dígitos (35-44) han sido mantenidos aquí. Están bastante bien conservados, aunque su
permanencia en una cueva durante siglos ha originado
el deterioro de la superficie cortical de los cráneos que
presentan las lesiones más avanzadas.
El examen de los 9 cráneos mostró que 8 de ellos pertenecen a adultos de ambos sexos (Tabla 1) y uno de
ellos (44) pertenece a un individuo adolescente, posiblemente femenino. Poco se conoce acerca del cráneo
40, que fue descrito como uno de los más afectados
por la enfermedad, ya que fue llevado a Alemania por
Virchow hace más de un siglo. Los cráneos 35 y 38, y
posiblemente también el 42, muestran señales de deformación artificial, una práctica común entre los indígenas agroalfareros antillanos.
Para una descripción detallada de los caracteres morfológicos y los datos antropológicos de los cráneos 3539, 41 y 42 puede consultarse a Gejvall y Henschen
(1971:146-151). Estos autores también describieron
las lesiones, que van desde una periostitis superficial
y tenue en el cráneo 36 hasta una osteítis severa con
necrosis en el cráneo 43. Las lesiones de los cráneos 36
y 37 son tan débiles que no hubieran sido detectadas
y descritas si no fuera por su asociación con los otros
cráneos más afectados. La descripción de los huesos
craneales con la distribución de las posibles lesiones
trepanomatosas está resumida en la Tabla 1.
CRÁNEOS:
35
36
37
38
39
40
41
42
43
44
SEXO
F
M
M
F
F
?
F
M
F
F?
EDAD
A
A
A
A
A
A
A
A
A
J
FRONTAL
X
X
X
?
X
X
X
X
PARIETAL
ID
D
?
ID
D
ID
I
MALAR
I
D
ID
?
ID
ID
ESFENOIDES
D
D
?
D
D
ID
TEMPORAL
D
I
?
ID
OCCIPITAL
?
X
X
X
Tabla 1. Los cráneos estudiados con su edad, sexo y los huesos y lados afectados por treponematosis: (F) femenino; (M) masculino; (A)
adulto; (J) juvenil; (X) hueso impar afectado; (D) hueso par derecho
afectado; (I) hueso par izquierdo afectado; (ID) hueso par afectado
en ambos lados; (?) desconocido. La edad y el sexo se determinaron
según los métodos estándares (Bass, 1995; White y Folkens, 2005).
Cronología
La falta de materiales asociados a los cráneos no
permite una datación arqueológica de los restos humanos. No obstante, la baja incidencia y grado de
503
TREPONEMATOSIS EN CRÁNEOS ABORÍGENES DE PUERTO RICO
las deformaciones craneales podrían reflejar el deterioramiento de la cultura taína por el contacto europeo. Esto estaría en consonancia con las dataciones
radiocarbónicas obtenidas del colágeno del cráneo
35, 320±100 BP, y del 37, 470±100 BP (Gejvall y
Henschen, 1971), que corresponden a 1456-1654 y
1390-1520 cal dC, respectivamente (Stuiver y Reimer, 1993; Reimer et al.; 2004).
Rothschild et al.; 2000; Santos et al.; 2002; Vento Canosa, 2005; Sandford et al.; 2005; Wilson, 2005; Rodríguez Cuenca, 2006) y del mismo Puerto Rico (Crespo-Torres, 2005), y por eso no nos sorprende que los
cráneos presentados aquí muestren lesiones similares a
las dejadas por treponematosis.
Discusión
Los nueve cráneos aborígenes de Puerto Rico muestran lesiones similares a las dejadas por la treponematosis en los huesos. El hecho que sólo contemos con
cráneos y no los esqueletos completos complica aun
más el diagnóstico paleopatológico. No obstante, las
lesiones en los cráneos de 2 individuos del siglo XIX
que padecieron sífilis son muy similares a las descritas aquí. Las pequeñas diferencias morfológicas pueden ser fácilmente explicadas teniendo en cuenta las
divergencias geográficas, cronológicas, poblacionales
y de resistencia a la enfermedad, y/o a los diferentes
tipos de cepas del microorganismo. Es difícil de valorar la falta de signos de osteoblastia/osteoclastia. La
única explicación que podemos ofrecer es que el tejido
óseo con dichas evidencias puede haber sido perdido
postmortem, ya que se trata de un hueso muy débil y
se puede haber desconchado durante el tiempo que los
cráneos estuvieron en la cueva.
El origen de la sífilis ha sido desde antaño un tema de
debate (e.g. Holcomb, 1934; Harrison, 1959; Crosby,
1969; Brothwell, 1970; Baker y Armelagos, 1988;
Powell y Cook, 2005). Aunque las dataciones radiocarbónicas de los cráneos 35 y 37 están muy cercanas a la
fecha del contacto con los Europeos como para aportar
nuevas evidencias a la hipótesis del origen de la sífilis
en el Nuevo Mundo, hay numerosas evidencias que sugieren la presencia de una forma de treponematosis en
las Américas antes de la llegada de los Europeos (e.g.
Powell y Cook, 2005; Ostendorf Smith, 2006). Por otro
lado, sólo dos de los cráneos aquí presentados han sido
datados por radiocarbono, los otros pueden dar fechas
anteriores. Por este motivo, nuestro propósito es realizar nuevas dataciones radiocarbónicas.
Aunque en diferentes grados de intensidad, todos los
cráneos examinados muestran lesiones similares a las
dejadas en los huesos por la treponematosis (Figs 2-3).
Una comparación de las lesiones más severas de los cráneos con casos clínicos de sífilis muestra un alto grado
de parecido (Figs. 4-5). No obstante, debe mencionarse
que en el examen histológico de una fina sección de
hueso del frontal afectado por las lesiones del cráneo
42, no se apreciaron signos de actividad osteoblástica/
osteoclástica (Michael Schultz, comunicación personal). Esto podría indicar que las lesiones descritas sean
debidas a procesos tafonómicos. Por otro lado, también
es posible que el hueso afectado por el microorganismo
se haya desprendido del cráneo debido a su fragilidad,
como es el caso del cráneo en la Figura 5.
En cualquier caso, lesiones de tipo treponematoso han
sido descritas anteriormente en cráneos y huesos postcraniales de aborígenes de la región del Caribe (e.g.
Luna Calderón, 1977; Rodríguez y Etxeberría, 1999;
504
Conclusiones
Núñez, M; Garcia-Guixé, E; Liebe-Harkort, C; Llorenz-Liboy, M; Stora, J
Fig. 2. Lesiones del cráneo 43, el más afectado de todos.
Fig. 3. Lesiones en occipital y parietales del cráneo 41 (véase también Gejval y Henschen, 1971).
505
TREPONEMATOSIS EN CRÁNEOS ABORÍGENES DE PUERTO RICO
Fig. 4. Detalles del frontal del cráneo 43 (a) y del parietal de un caso clínico de sífilis en un individuo sueco del
siglo XIX (b).
< Fig. 5. Detalles del parietal del cráneo 43 (a) y el de un
caso clínico de un granadino del siglo XIX (b).
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Núñez, M; Garcia-Guixé, E; Liebe-Harkort, C; Llorenz-Liboy, M; Stora, J
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