Se trata de un editorial, ... El País

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Se trata de un editorial, texto periodístico de opinión en el que la
redacción del periódico El País expresa su particular punto de vista
ante una noticia de plena actualidad y de máxima relevancia, cual es
la Cumbre de Copenhague.
Estamos ante un texto de modalidad expositivo- argumentativa en el
que se combina información (relativa a fechas y datos relacionados
con la Cumbre de Copenhague) y la opinión expresada especialmente
a través de los diversos argumentos y en las valoraciones. Por tanto,
predomina la función expresiva que se explicita en elementos que
expresan subjetividad como el empleo de la 1ª persona de plural o
plural asociativo (esperamos que no ocurra, podemos estar seguros,
nuestras sociedades,…), el léxico valorativo a través de adjetivos de
significado subjetivo (compromisos precisos vinculantes, cambios
drásticos, industria pesada, intensiva en energía y poco eficiente,…),
expresiones lingüísticas de modalización como es probable para
expresar posibilidad, en efecto para expresar evidencia o certeza;
perífrasis verbales de posibilidad (podemos estar seguros) o de
obligación (debía ser, debía suponer). Los recursos expresivos
también ponen de manifiesto la función poética o estética, aunque de
forma poco relevante: la metáfora (baile de cifras, los actores por los
países) la metonimia (Europa por los países europeos), la
enumeración (Ha habido directivas, la puesta en marcha del comercio
de emisiones y otras acciones). Son recursos propios del lenguaje
periodístico que no tienen finalidad estética sino expresiva.
También está presente la función apelativa en cuanto que la finalidad
del texto es convencer a los lectores y transmitir unos contenidos
coherentes con la tendencia ideológica del periódico. No se alude
explícitamente al lector pero sí se le implica a través del plural
asociativo frecuente en el texto.
Por otra parte, existen una serie de elementos referenciales objetivos
y rasgos lingüísticos en los que se manifiesta la función
representativa: empleo de la 3ª persona de singular en las formas
verbales (es probable), oraciones enunciativas (Los objetivos de la
estrategia 20-20-20 (…) suponen cambios drásticos), oraciones
pasivas reflejas (el grueso de la reducción de emisiones se debe),
ocultación del sujeto en impersonales reflejas (se ha hecho muy
poco),
impersonales
formales
(ha
habido
directivas),
nominalizaciones frecuentes (una reducción, una participación, …),
empleo del presente atemporal o gnómico (los objetivos (…) suponen
cambios drásticos, España parte, Lo que muestra la dificultad, …).
Se aportan datos y cifras exactas
como argumentos
para
fundamentar
la tesis defendida por el periódico: la actitud de
liderazgo de Europa con la estrategia 20-20-20, el protagonismo en la
cumbre de Kioto, datos relativos respecto al incumplimiento español
de los acuerdos de dicha cumbre, sus emisiones per cápita, su
posición de vanguardia en las energías renovables, etc.
Y finalmente hemos de destacar la función metalingüística en la
explicación del neologismo (compuesto sintagmático) estrategia 2020-20.
El tema tratado es de absoluta actualidad y de interés general, no
solo a nivel nacional sino mundial. Se trata de uno de los problemas
más relevantes de la sociedad tecnológica y del conocimiento en que
nos ha tocado vivir. El hombre ha deteriorado en poco tiempo el
medio en el que vive, especialmente a lo largo del siglo XX, desde el
desarrollo de la Revolución Industrial. Y los gobiernos, impulsados en
gran parte por la sensibilidad ciudadana, se han visto obligados a
sumir una serie de acuerdos, más o menos vinculantes, para frenar
este deterioro.
La cuestión es que se han celebrado ya muchas convenciones
internacionales sobre el cambio climático –Protocolo de Kioto,
Cumbre de Lisboa, ahora la Cumbre de C.- y los resultados obtenidos
aún son insuficientes. Los gobiernos no se implican de una forma
efectiva y eficaz, prometen mucho y cumplen poco, especialmente las
grandes potencias como China o EEUU, así como otros países
emergentes como India, Brasil, etc.
La naturaleza no entiende de fronteras, de manera que el daño
producido en la Amazonia repercute en el resto del mundo, en la
fauna, en la flora, en el desarrollo de enfermedades, etc.
En el texto se plantea de una forma bastante ecléctica y realista la
posición de Europa y E, en particular, respecto a los acuerdos y
cumplimientos sobre el clima. Se destaca la posición relevante y de
liderazgo de Europa hasta el momento, así como la posición
destacada de España en el desarrollo de las energías renovables;
pero no se pasa por alto la larga serie de incumplimientos y la
dificultad de los cambios estructurales que ahora se deberán asumir
y llevar a cabo. Plantea una duda muy razonable, puesto que se basa
en la experiencia, de lo que ya ha ocurrido y en la dificultad evidente
de lo que está por venir: subida de precios de la energía, cambios en
el sistema productivo, en la mentalidad ciudadana, en investigación y
desarrollo, etc.
El texto presenta un carácter esencialmente dialógico, ya que se
aporta una afirmación positiva como argumento a favor que se
contrapone directamente a otros argumentos en contra u objeciones.
De esta forma, el tratamiento del problema es mucho más claro para
los lectores. Por ejemplo, en el tercer párrafo se nos presentan una
serie de afirmaciones relativas a la estrategia 20-20-20 y a los
cambios relevante de esta en cuanto al uso de energía, basados en la
rentabilidad económica pero no en la preocupación por el medio. En
contraste, se nos presenta la dificultad y las implicaciones de los
cambios que ahora son necesarios. Finalmente plantea la duda sobre
la realización de estas medidas en el futuro.
En un desarrollo argumental perfectamente lógico se concluye en el
último párrafo con los incumplimientos de Europa respecto a la
Cumbre de Lisboa, celebrada hace 10 años, y la esperanza de que no
se vuelvan a producir en el futuro.
Una vez celebrada la C. de C., hemos de decir que no se ha llegado a
unas mínimas decisiones vinculantes, solo se ha producido una mera
declaración de intenciones sobre el papel, que han deleitado a los
altos dignatarios allí convocados y a las amplias delegaciones –muy
costosas para los ciudadanos- de cada país, pero nada más. Mucho
ruido y pocas nueces.
Sin duda, debemos ser los ciudadanos con nuestra implicación en los
problemas medioambientales, con nuestra exigencia política y acción
solidaria, con nuestras propuestas, los que movamos el pesado
engranaje de los gobiernos, movidos más por el éxito electoral que
por los problemas reales.
Es positivo sentirnos esperanzados, pero es mucho más eficaz
implicarnos en el cambio de mentalidad respecto al cuidado de
nuestra casa que es la tierra que habitamos, la naturaleza que nos
mantiene vivos, el legado que dejamos a los que vienen detrás.
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