canónico medieval a la colación y toma de posesión de

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RELACIONES ENTRE LA IGLESIA Y EL PODER TEMPORAL
EN LA INGLATERRA MEDIEVAL. BECKET
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canónico medieval a la colación y toma de posesión de un beneficio
eclesiástico; tenían un carácter sagrado y por ello el nombramiento de
un nuevo obispo y la entrega de los símbolos que le atribuían su
nuevo poder (el báculo y el anillo), sólo podía hacerlos la Iglesia; pero
también había una investidura laica, en la medida en que el cargo
eclesiástico llevase aparejado también un señorío, dominio o
administración de bienes o territorios bajo la jurisdicción del Rey o del
Emperador: de ahí que estos interviniesen a menudo no sólo
entregando el cetro representativo del poder temporal, sino decidiendo
en cuanto al propio nombramiento del obispo, que era de exclusiva
competencia eclesiástica.
El argumento de la Iglesia para salir triunfante en este debate era
una doctrina que defendía la superioridad de quien se ocupaba de las
almas (la Iglesia), frente a quien sólo se ocupaba de los cuerpos (el
Imperio). Como nos cuenta Luis Suárez (Diccionario de los Papas y
Concilios), si el emperador o el príncipe no acataban esta autoridad, se
convertía en tirano o en servidor del diablo, y debía ser convertido o,
en caso extremo, suprimido. De ahí que la Iglesia recurriese a la
fórmula de la excomunión para imponer su autoridad sobre aquellos
gobernantes que se rebelaban contra ella; con este instrumento, el
príncipe perdía el favor de Dios (por cuya gracia había accedido al
puesto) y también la obediencia de sus súbditos. Era un formidable
recurso para ejercer presión, que se empleó en el caso de Enrique IV
y que en la película Becket utiliza también contra el noble que había
asesinado a un clérigo.
El caso de Inglaterra era peculiar, pues allí el cesaropapismo, esa
voluntad del poder real de entrometerse en los asuntos eclesiásticos y
hasta de lograr la sumisión de la Iglesia (que siglos después daría lugar
al anglicanismo), estaba más arraigado. Allí los reyes intervendrían
tanto en la investidura del candidato como en su elección. En 1107
Enrique I había renunciado ante el Papa a intervenir en la investidura
con el báculo y el anillo, pero a cambio había logrado que se
reconociera su presencia en el momento de las elecciones (que hacía
el clero) y que el electo le prestase juramento de fidelidad antes de ser
consagrado. Es lo que ocurre con Thomas Becket, un universitario
formado en París y Bolonia cuyo nombramiento es inicialmente mal
recibido, pues se considera que va a ser una marioneta del Rey. Sin
embargo, el nuevo Arzobispo de Canterbury afirmará desde el principio
la superioridad del Derecho Canónico, sobre todo a la hora de juzgar a
los clérigos. Cuando, en una escalada de los acontecimientos, el Rey
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