Pintura latinoamericana del siglo XX

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EL EXPRESIONISMO.
Corriente expresionista que buscaba la expresión de los sentimientos y las emociones del autor, más que la
representación de la realidad objetiva. El movimiento expresionista apareció en los últimos años del siglo XIX
y primeros del XX como reacción frente a los modelos que habían prevalecido en Europa desde el
Renacimiento, particularmente en las anquilosadas academias de Bellas Artes. El artista expresionista trató de
representar la experiencia emocional en su forma más completa, sin preocuparse de la realidad externa sino de
su naturaleza interna y de las emociones que despierta el observador. Para lograrlo, los temas se exageran y se
distorsionan con el fin de intensificar la comunicación artística.
Aunque el termino expresionismo no se aplicó a la pintura hasta 1911, sus características se encuentran en el
arte de casi todos los países y periodos. Parte del arte chino y japonés resalta las cualidades esenciales del
sujeto por encima de su apariencia física. Los artistas de la Europa medieval exageraban sus figuras en las
catedrales románicas y góticas para intensificar la expresividad espiritual. La intensidad expresiva creada
mediante la distorsión aparece también en el siglo XVI en las obras de los artistas manieristas. Los auténticos
precursores del expresionismo vanguardistas aparecieron sin embargo a finales del siglo XIX y principios del
XX, encontrando las figuras del pintor holandés Vincent van Gogh, el francés Paul Gauguin y el noruego
Edvard Munch , que utilizaron colores violentos y exageraron las líneas para conseguir una expresión más
intensa.
El arte es en esencia una representación ficticia de aquello que el hombre es capaz de ver, de sentir o de soñar
.Un lienzo en blanco es una obra de arte en potencia en cuya realización van a intervenir dos factores
esenciales : el artista, con su sensibilidad y mente creadora, y la forma, que se manifiesta como estilo o
convención, de modo parecido a como utilizamos una lengua. Los movimientos que conocemos como
Vanguardia lograron establecer el principio de libertad del artista frente al dogmatismo de la Academia y del
arte oficial. Pero en el uso de su libertad los artistas se bifurcan en dos grandes corrientes que representan dos
maneras de enfrentarse a la creación artística. Una trata de analizar la materialidad de la obra de arte como
respuesta a una pregunta fundamental : ¿ qué es la pintura ? Es decir, un planteamiento formal. La otra se
preocupa de cómo el artista pueda expresar lo que anida en su mente, sus sentimientos, sus angustias.
Responde más bien a la pregunta del artista : ¿ quién soy yo ? Es decir, un planteamiento psicológico en el que
prima la expresión individual del artista que podrá utilizar una o varias de las formas que la otra corriente
ofrezca. En cualquier caso tenderá a exagerar la forma, como un actor enfatiza su personaje, para que
distingamos más crudamente cuales son los rasgos de su carácter o el orden de sus preocupaciones. A la
primera línea corresponden el Cubismo y sus derivados ; a la segunda, las distintas variantes del
Expresionismo.
La obra de arte según Wilhelm Worringuer (1881−1965) surge como fruto de una necesidad interior del
artista y su resultado depende de la identificación del espectador con ella, o sea, de la empatía. Los colores y
las líneas, por sí mismos, ya configuran una forma natural o abstracta, ejercen sobre el espectador una
influencia, y esta realidad psicológica será aprovechada por los expresionistas para enviar su mensaje al
espectador.
Los expresionistas intentan transmitir al lienzo, al papel o madera sus vivencias personales, sus sensaciones,
sus sentimientos e incluso aquello que no podían controlar conscientemente. Los expresionistas rechazaron
todo lo que tuviera que ver con la belleza, con la armonía, con lo idea. Intentan por el contrario reflejar la
pasión, el sufrimiento, la injusticia, la angustia y la violencia a través de una expresión personal que cambiaba
los colores tradicionales, la perspectiva y la composición por colores discordantes y formas distorsionadas.
Por este termino tan ambiguo se entienden cosas muy diferentes : desde una tendencia general y
supuestamente innata en los países germánicos hacia la exacerbación de las manifestaciones desgarradas de
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los sentimientos, especialmente en los momentos de crisis, hasta un istmo que abarca desde 1905 hasta finales
de los años treinta. Acerca de él podemos decir con seguridad que no tiene un jefe de fila, ni un manifiesto
común, que surge en diferentes ciudades de Alemania extendiéndose a otros países pasando por diversos
momentos que en ocasiones tienen que ver muy poco unos con otros. No se trata de un estilo artístico, ni de
una escuela, sino de una postura ante la creación artística en todas sus manifestaciones : literatura, cine,
música, pintura y en muchos casos también ante la vida.
ARTE LATINOAMERICANO A PRINCIPIOS DEL SIGLO XX. NACIONALISMO E INDIGENISMO.
El nacionalismo ha sido, una de las problemáticas centrales del arte latinoamericano del siglo XX.
A principios de siglo, el internacionalismo producido por los adelantos en los medios de comunicación, así
como el espectro del creciente poderío económico de los Estados unidos, produjo una reacción nacionalista.
Se introduce la idea de la raza como elemento constitutivo de la nación. En el libro del argentino Ricardo
Rojas, Eurindia un ideario nacionalista que resume los principales tópicos y tendencias que dieron la forma al
pensamiento nacionalista latinoamericano. Para comprender este ideario que tan marcadamente definió las
artes plásticas tenemos que entender el contexto social de la actividad artística al iniciarse el siglo. En
América Latina apenas se empezaban a construir espacios institucionales para la práctica artística. La
institucionalización del arte a través de las academias regentadas por el estado le otorgó a la plástica una
función pública, de proyección oficial, que ayudó a impulsar el sentido nacionalista del arte en la región. Los
artistas servirán de intermediarios entre el estado y la colectividad.
Frente a las exigencias nacionalistas, las tradiciones artísticas locales se convirtieron en cantera para los
artistas. Del pasado precolombino y colonial podían extraerse las más variadas lecciones y distintas versiones
de lo que podría constituir una nueva tradición artística.
A este historicismo se vino a enfrentar el indigenismo, un movimiento que buscó la reivindicación social de
las comunidades indígenas y la revalorización de sus tradiciones culturales, alimentándose de los programas
políticos y los movimientos sociales que por entonces surgieron en defensa de las comunidades nativas. el
problema del indio que sólo puede ser definido como tal bajo la concepción moderna de una nación étnica y
culturalmente homogénea. La angustia mestiza y criolla frente al concepto de autenticidad cultural
determinará en gran parte el desarrollo del indigenismo.
La autenticidad cultural se constituye entonces como el núcleo central de la problemática indigenista en la
plástica. El indigenismo no es más que una serie de estrategias diseñadas para satisfacer la demanda de una
identidad basada en una cultura nacional autentica y orgánica.
Los artistas indigenistas procedían de una clase media urbana muy alejada social y culturalmente de los
grupos que intentaban representar. Los propios indigenistas fueron conscientes de esta disyuntiva :
presentaron al indio como paradigma de la nacionalidad auténtica, como origen y fuente primordial de una
cultura nacional, mientras admitían al mismo tiempo que ellos formaban parte de esa colectividad.. En la
figura del indio singular e indiviso que los indigenistas llevaron a la pintura, se esfumarían las etnias y los
individuos específicos que las componen.
Si la presencia física de la raza indígena sirvió para definir un arte auténtico, los productos culturales de ese
grupo étnico fueron otro de los soportes de la plástica indigenista.
El indigenismo no representó tan sólo un redescubrimiento de las creaciones populares y prehispánicas ;
significó su definitiva incorporación a la categoría misma de arte.
Cada país desarrolló su propia versión del indigenismo. En el caso mexicano, la Revolución fue
particularmente importante en la definición de las funciones de y las formas de la pintura indigenista. A partir
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de la Revolución, el indigenismo se promovió en gran medida desde el muralismo. Son entonces, los espacios
y las funciones de la pintura mural los que definieron los aspectos distintivos del indigenismo mexicano.
El éxito internacional alcanzado por el muralismo mexicano, a partir de la década de 1930, hizo que México
se convirtiera en el prisma a través del cual la crítica internacional evaluaba el arte latinoamericano. El
ejemplo de México tuvo particular importancia en Ecuador, donde el indigenismo se desarrolló más tarde que
en Perú, y donde pintores como Eduardo Kingman ( 1913 ), Leonardo Tejada (1908) y Oswaldo Guayasamín
(1919) desarrollaron dentro del realismo social, una pintura de reivindicación de las poblaciones indígenas
ecuatorianas.
La crisis paralela del nacionalismo y las demandas del arte moderno llevaron al indigenismo a su crisis
definitiva y a la perdida de su hegemonía.
OSWALDO GUAYASAMÍN.
Nace en Quito el 6 de julio de 1919 muriendo en el año 1999. De padre indio y madre mestiza. Su padre era
carpintero y más tarde taxista y camionero, lo que le hace ausentarse durante largas temporadas de su casa. La
familia vive en una gran miseria, algo que repercute en nuestro autor, primero de diez hermanos. Su
temperamento artístico despertará muy pronto, no es muy aplicado en el tema de los estudios, siendo
despedido incluso de varios colegios por hacer caricaturas de sus profesores y compañeros de clase. También
comienza a vender algunos pequeños cuadros de paisajes o retratos de estrellas de cine.
A pesar de la completa oposición de su padre, entra en la escuela de Bellas Artes de Quito en 1832, mismo
año en el que en un levantamiento obrero la guerra de los cuatro días estalla un artefacto y mueren varias
personas entre ellas su amigo y compañero de escapadas a la sierra para admirar la naturaleza, su amigo
Manjarrés. Este suceso en el que él estuvo presente inspirará su obra Los niños muertos. Suceso que marcará
su vida y que marcará de manera decisiva su visión de la gente y de la sociedad. Al día siguiente lo echan de
la escuela sin razón aparente, algo que lo hace recapacitar sobre las injusticias e desigualdades que amenazan
al hombre. A todo esto se unen las charlas de un amigo mayor sobre las ideas socialistas a la vez que lo
introduce en los movimientos de reivindicación. Además los ecos de la guerra civil española aumentan su
confusión. Colofón de esta joven pero intensísima vida es la boda con una joven de Guayaquil con la que se
casa en secreto topándose con la oposición de los padres de la muchacha, algo que le lleva a un intento de
suicidio como antes había hecho un amigo suyo, pero este suicidio resulta fallido, escapando de la muerte de
milagro.
Tras estos fatídicos sucesos continuará sus estudios en la Escuela de Bellas Artes obteniendo en 1941 el
diploma de escultor y pintor y obteniendo un segundo premio en el concurso Mariano Aguilera.
Su visión sobre la existencia evoluciona positivamente, comprendiendo mejor el valor de la vida, la
extraordinaria belleza de la creación y los infinitos recursos del hombre.
Su primera exposición en Quito provoca un escándalo, considerándose un enfrentamiento con la exposición
oficial de la Escuela de Bellas Artes, donde había sido proclamado mejor alumno.
Acontecimiento que da la vuelta a su situación y al resto de su vida es la visita del magnate estadounidense
Nelson Rockefeller que de visita a Ecuador, acude a la sala del joven pintor y compra varios cuadros que le
entusiasman lo que permite a Guayasamín pagar algunas deudas y hacer proyectos de futuro. Más tarde en
otra exposición en Guayaquil de gran éxito consiguiendo por fin el premio Mariano Aguilera por su cuadro
Retrato de mi Hermano.
En 1943 visita Nueva York durante seis meses donde es acogido generosamente , visitando los museos, y
conociendo y estudiando a los grandes maestros como El Greco y Cézanne. Aquí monta exposiciones y con el
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dinero que saca se traslada a México, donde conoce al gran maestro muralista José Clemente Orozco quien
acepta tener a Guayasamín a su lado, algo extraño pues él estaba acostumbrado a realizar sus trabajos con la
única ayuda de un asistente sordomudo.
En esta época conoce también, y entabla amistad con Pablo Neruda.
En 1945 junto a dos amigos emprende un recorrido por los países de América del Sur, Perú, Bolivia,
Argentina, Uruguay y Brasil donde pretende conocer las vidas de los personajes de estos países, en particular
el drama de los indios, los negros y todos los pobres. Así nace su gran serie Huacayñán.
La idea básica del artista es Latinoamérica ha llegado al final de un ciclo de dominación por un cristianismo
que no tomaba en cuenta el mundo sobrenatural y sacrificaba la condición del hombre vivo, sometiéndole a
penitencias y humillaciones que facilitan su rendición a los opresores. De sus obras más horribles se
desprende un verdadero amor hacia la creación y un sentimiento casi religioso de los verdaderos valores
humanos.
En 1959 viaja a Cuba invitado por Fidel Castro, donde le hace un retrato. Aquí en Cuba los relatos del drama
provocados por la revolución cubana le proporcionan la idea de una nueva serie de cuadros Los Mártires
además de arañar un poco más si cabe su corazón algo que se reflejará en esta serie y en el resto de su obra.
En 1963 comienza la realización de la serie La edad de la ira que será su testimonio fundamental contra la
crueldad y la injusticia .
En 1971 es elegido presidente de la Casa de Cultura de Ecuador, tomando la iniciativa para un importante
programa de difusión de la cultura para el pueblo
Es uno de los artistas más importantes del continente americano y, sin duda, el más acérrimo defensor del
indigenismo. Esta apuesta por las raíces del sustrato común de los pueblos latinos del continente ha inspirado
su obra desde el inicio de su trayectoria. Su formación artística comienza en su ciudad natal, a la sombra de
una pintura de corte tradicional, que pronto abandonará para abrazar la estela del expresionismo y el
compromiso social que encuentra en la obra de los tres grandes muralistas : Rivera, Orozco y Siqueiros. Autor
de una extensa y monumental obra, ha gozado de un gran reconocimiento, tanto en su país, donde en 1981 se
creó una Fundación que lleva su nombre, como internacionalmente. Recibió en vida diversos premios, entre
ellos, el Gran premio de Pintura de la III Bienal Hispanoamericana de Arte ( 1955 ) donde expuso su primera
serie de envergadura, Huacayñán ( el camino del llanto ) integrada por mas de cien telas de temática
indigenista, y el premio Mejor Pintor de Sudamérica ( Bienal de Sao Paulo, 1957 ). Su obra, de gran fuerza
expresiva, mantiene siempre un carácter de denuncia social, y plasma los grandes dramas del hombre de
nuestro tiempo, de forma especialmente relevante en su segundo gran trabajo, La edad de la ira 1968,
compuesto por unas 260 obras.
Con sólo 20 años, es uno de los artistas que abandera en su país la defensa del movimiento indigenista. Fue
Guayasamín representante destacado del expresionismo en Latinoamérica. Influido por los muralistas
mexicanos entre otras muchos utilizó una técnica expresionista al tratar temas indigenistas de su país. Su
expresividad, colorido y fuerza son un testimonio de la fuerza vital de este autor, un pintor de fuerza, un pintor
de las raíces de su pueblo y de la gente que sufre, que sufre el dolor con la esperanza vista en el amor. Una
pintura que representa aquello que le obsesionaba denunciar : la miseria y el dolor de su pueblo Mi pintura es
para herir, para arañar y golpear en el corazón de la gente. Para mostrar lo que el Hombre hace contra el
Hombre. Al denunciar la pobreza, el hambre la infamia, la violencia y la tortura, el arte de Guayasamín no se
limita a transmitir el mensaje de cual quiere ser interprete y vocero. Los hombres y mujeres sufridos, dolidos,
pero no resignados, de sus cuadros y murales, sofocan sus gritos gracias al pudor con que se envuelven su
profunda tristeza. En la expresión de sus rostros se adivinan tragedias milenarias, un sufrimiento reflejado en
los rasgos lívidos y demacrados, aunque el silencio hierático tras el que se esconden pretenda disimularlos.
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Los corazones de estos hombres están quemándose en las gargantas, en las bocas abiertas apunto de estallar,
en las voces del Miedo, del Lamento, el Llanto o la Ira, los que justamente son títulos de sus cuadros. Es a
través de estos repetidos temas como Guayasamín expresa el ferviente deseo del hombre que busca atientas su
libertad en un mundo que se la escamotea. El deseo de la libertad no sólo del hombre que aspira reencontrarse
en la unidad solidaria con otros hombres, sino del hombre que se integra armoniosamente con el resto de la
creación. Pinceladas de una pintura que , como la vida misma, oscila entre la desesperación y la esperanza
entre la realidad y la utopía.
Durante la década de los 40 comienza a mostrar su pintura en Quito y de aquí pasa a exhibir su pintura en
distintos puntos del país. Gracias al apoyo de algunos mecenas como el estadounidense Nelson Rockefeller,
Guayasamín se introduce en las mejores colecciones de arte latinoamericano de EEUU. Su figura y su obra
comienzan a adquirir un considerable prestigio en el medio artístico.
Es un hombre que no se nutre sólo del pasado, las tradiciones y la cultura de Ecuador. Su pintura es expresión
y símbolo de una condición de americano universal que ha hecho del arte una herramienta de la solidaridad
entre los hombres.
En su pintura no hay medias tintas ; se apuesta claramente por la figuración y, en consecuencia se rechaza
todo atisbo de abstracción.
Pocos artistas ha habido en la historia del arte que hayan sido más fieles a sus orígenes, convicciones y
compromisos sociales y espirituales.
INFLUENCIAS EN EL PINTOR.
Como todos los artistas este autor percibirá durante su vida la obra de otros pintores, que poco a poco
configuraran su manera de pensar crear y plasmar.
Las principales influencias que recibe el artista son nueve, y son las siguientes :
• El muralismo mexicano.
• Diego Rivera.
• José Clemente Orozco.
• Cándido Portinari.
• El Greco.
• Paul Cézanne.
• Pablo Picasso y el Guernica
• Goya y las pinturas negras.
• Paul Klee.
EL MURALISMO MEXICANO.
Movimiento artístico de carácter indigenista que surge tras la Revolución Mexicana de acuerdo con un
programa destinado a socializar el arte, y que rechaza la pintura tradicional de caballete, así como cualquier
otra obra procedente de los círculos intelectuales. Propone la producción de obras monumentales para el
pueblo en las que se retrata la realidad mexicana, las luchas sociales y otros aspectos de su historia. El
muralismo mexicano fue uno de los fenómenos más decisivos de la plástica contemporánea iberoamericana y
sus principales protagonistas fueron Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros. A partir
de 1930 se internacionalizó y se extendió a otros países de América.
El impulsor de este movimiento fue José Vasconcelos, filósofo y primer secretario de Educación Pública de
México quien, tras la revolución pidió a un grupo de artistas jóvenes y revolucionarios que plasmaran en los
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muros de la Escuela Nacional Preparatoria de la ciudad de México la imagen de la voluntad nacional. Los
artistas tenían total libertad para elegir los temas y mostrar un mundo nuevo sobre las ruinas, la enfermedad y
la crisis política surgida tras la Revolución. Influenciados por el rico pasado precolombino y colonial, los
muralistas desarrollaron un arte monumental y público, de inspiración tradicional y popular, que ponía fin al
academicismo reinante, exaltando su cultura y origen precortesiano
En el manifiesto a favor del indigenismo se hacen públicos los principios del movimiento que fue dedicado a
la raza indígena, humillada durante siglos, a los soldados que lucharon en favor de las reivindicaciones
populares, a los obreros y campesinos, y a los intelectuales no pertenecientes a la burguesía. Exaltando
además las manifestaciones de arte monumental por ser de utilidad pública. Se proclama que los creadores de
belleza deben esforzarse porque su labor presente un aspecto claro de propaganda ideológica en bien del
pueblo, haciendo del arte una finalidad de belleza para todos, de educación y combate. Reivindican el arte
indígena como arte en sí mismo y como modelo social.
El muralismo se desarrolló e integró fundamentalmente en los edificios públicos y en la arquitectura virreinal.
Los muralistas se convirtieron en cronistas de la historia mexicana y del sentimiento nacionalista, desde la
antigüedad hasta el momento actual. La figura humana y el color se convierten en los verdaderos
protagonistas de la pintura. En cuanto a la técnica, redescubrieron el empleo del fresco y de la encáustica, y
utilizaron nuevos materiales y procedimientos que aseguraban larga vida a las obras realizadas al exterior. El
introductor de nuevas técnicas y materiales fue Sequeiros, que empleo como pigmento piroxilina y cemento
coloreado con pistola de aire ; Rivera y Orozco emplearon también mosaicos en losas precoladas. Las
investigaciones técnicas llevaron también al empleo de bastidores de acero revestidos de alambre y metal
desplegado, cal y arena o polvo de mármol de unos tres centímetros de espesor.
El color y la figura humana como protagonistas de la pintura, los temas de protesta social, la utilización del
polvo de mármol son algunas de las cosas que influyen en el pintor ecuatoriano.
DIEGO RIVERA.(1886−1957).
Pintor mexicano que realizó murales con temas sociales, considerado como uno de los grandes artistas de este
siglo. Nació en Guanajuato y fue educado en la Academia de Bellas artes de San Carlos, en la ciudad de
México. Entre 1907 y 1921 estudió pintura en Europa, principalmente en España y Francia, familiarizándose
con las innovadoras formas cubistas de Pablo Picasso, el impresionismo de Renoir, la composición de
Cézanne y otros artistas de la época. En 1921, Rivera regresó a México, donde representó un papel
determinante en el renacimiento de la pintura mural iniciado por otros artistas y patrocinado por el gobierno.
Se dedicó a pintar grandes frescos, sobre la historia y los problemas sociales de su país, en los techos y
paredes de edificios públicos, ya que consideraba que el arte debía servir a la clase trabajadora y estar
fácilmente disponible o a su alcance. Entre 1923 y 1926 realizó los murales al fresco de la Secretaria de
Educación en la ciudad de México, pero su obra maestra es La tierra fecunda (1927) para la Escuela Nacional
de Agricultura de Chapingo, donde representa el desarrollo biológico del hombre y su conquista de la
naturaleza.
Rivera fue el adelantado del renacimiento del arte mejicano. Su estilo debe mucho a los experimentos del
moderno arte europeo, que Rivera conoció en sus años de estudio en París, donde se hizo amigo de Picasso,
Bracque, Gris y apreció la de éstos ; pero todas estas innovaciones europeas las reelaboró y refundió en un
grandioso estilo nacional enraizado en formas aztecas y mayas. Al servicio de la revolución mejicana, creó un
estilo monumental con la intención de que pudiera registrar dignamente los grandes acontecimientos
históricos y fuera al mismo tiempo, gracias a sus amplias simplificaciones, inteligible a las masas. El realismo
monumental de Rivera es un himno a la realidad que él y su generación tuvieron que empezar por crear con
sus propias fuerzas.
JOSÉ CLEMENTE OROZCO.(1883−1949).
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Pintor muralista mejicano, contribuyó a recuperar la técnica, el diseño y los temas de la pintura al fresco. Está
considerado como uno de los más destacados muralistas desde los tiempos del renacimiento.
Estudió en la Escuela Nacional Preparatoria y en la Escuela Nacional de Bellas Artes. Conoció en Méjico el
taller del grabador José Guadalupe Posada que lo impresionó y cuya influencia marcaría toda su obra. En
1922 se unió a Diego rivera y David Alfaro Siqueiros en el sindicato de pintores y escultores, que buscaba
recuperar el arte de la pintura mural bajo el patrocinio del gobierno mejicano.
Sufrió en menor grado que Rivera la influencia de las tendencias europeas y se creó en un estilo dramático y
efectista de colorido audaz y formas abruptas. El arte de Orozco, lo mismo que el de sus des colegas ha dado
sus mejores resultados en el campo de la pintura mural. Sobre las espaciosas paredes de los edificios públicos,
el fuerte y tajante lenguaje de sus formas encuentra en su escenario más adecuado. Su arte grandioso sirve
para formar la conciencia del pueblo mejicano poniendo ante sus ojos, en las amplias imágenes de la pintura
mural, su propia historia y su destino.
En la década de 1940 pintó algunos lienzos caracterizados por las líneas diagonales y el color gris que ya
venía utilizando para sus pinturas murales. En los últimos años su estilo se fue simplificando, buscando sobre
todo un carácter más dramático y violento que le aproximara más al expresionismo.
Trabajó Guayasamín con Orozco en 1943 cuando lo conoce en un viaje a Méjico. Le enseña la técnica del
fresco y le permite trabajar durante tres meses con él en una de sus pinturas murales.
CÁNDIDO PORTINARI.(1903−1962).
Es el introductor del muralismo en Brasil. Pintor de formación europea que de regreso a su país descubriría el
trabajador multirracial brasileño, que se volvió en tema de su pintura, encontrando así el publo brasileño quién
lo pintara, de la misma forma monumental con que los pintores mejicanos exponían sus problemáticas .
El pasaje del mural al temple indica su versatilidad, que lo llevó a la utilización también de la cerámica en
ciertas ocasiones. Portinari, pues, tuvo un respiro internacional que no fue debido slamente al hecho de pintar
con cierto realismo expresionista, ni al hecho de que su contenido social y político tuvo siempre particular
espesor ; él supo ofrecer mensaje y sapiente orquestación del conjunto y en eso manifiesta claramente su
apego al gran muralismo mejicano, aunque manteniendo su propia personalidad.
La importancia de Portinari como modelo, al lado de los pintores mejicanos, en Sudamérica se evidenció muy
pronto, al igual que en Argentina y en Venezuela, donde hubo una consistente producción muralista.
El GRECO.(1541−1614).
Su primera formación la recibe en la isla de Creta, especializándose en iconos religiosos sobre fondos
dorados, de acuerdo con la tradición bizantina tardomedieval imperante en los talleres griegos. En 1568, se
traslada a Venecia donde admira el vibrante colorido de Tiziano y el alargado canon manierista de Tintoretto.
Su estancia en Italia la completa en Roma, asimilando el apretado dibujo de Miguel Angel. Sintetizar varias
escuelas, el color veneciano y el diseño romano será la máxima aspiración de su estilo. En torno a 1576 debió
de trasladarse a España con la intención de servir a Felipe II en la decoración del monasterio de El Escorial.
A la espera de una respuesta favorable de Felipe II, el Greco pasará a Toledo para pintar algunos retablos.
Mas tarde se instala en Madrid donde tiene algunos problemas con Felipe II y el círculo cortesano , fijando de
esta forma su domicilio definitivo en Toledo en 1582.
Al final de su vida el color se va apagando, reduciéndose a una gama fría de tonos verdosos, grises, amarillos
y carmines. Las figuras acentúan su expresivismo al dislocar el pintor las proporciones y deformar las
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anatomías. Las obras que pinta abarcan tres frentes : retablos y series devotas para establecimientos religiosos,
retratos psicológicos de la aristocracia local y paisajes de ciudad del Tajo.
Frente al modelo de artista místico y arrebatado, ha surgido la figura del pintor esteticista e intelectual,
filósofo, que se tuvo por genio, ajeno a las preocupaciones de los devotos y eruditos contemporáneos, bien al
servicio voluntario de la España de Felipe II y Felipe III, de la que se habría convertido en perspicaz
interprete, o bien alejado de este tipo de problemas, y por tanto dedicado en exclusiva y a contracorriente al
desarrollo de una pintura personal y formalista, de acuerdo con sus propios postulados teóricos relativos al
arte, que dejó en forma de anotaciones personales en algunos libros de su biblioteca. Este abanico de
posibilidades constituye una respuesta lógica a este personaje tan singular y paradójico y demuestra el interés
que sus realizaciones han despertado entre críticos e historiadores del arte, como en cualquier espectador que
se aproxime a sus obras y experimente la atracción y el desconcertante efecto de sus lienzos.
En 1942 Guayasamín es invitado por el Departamento de Estado para seis meses en Estados Unidos, en Nueva
York, donde visita los museos y realiza numerosos estudios sobre los grandes maestros en particular del
Greco y Cézanne. Podemos ver en el pintor quiteño las manos tan expresivas y alargadas que veíamos en el
Greco y esa expresividad corporal que mantienen a un pintor y a otro en el mismo canal. La temática religiosa
del Greco, aunque Guayasamín se declare ateo desde la muerte de su amigo, también le interesa.
PAUL CÉZANNE.(1839 − 1906).
Alcanza la madurez pictórica a los 50 años ; hasta entonces había sido un artista fracasado. Hijo de un
sombrerero enriquecido que moriría en 1886, fecha en la que Cézanne crea un estilo original.
Aunque la pintura de Cézanne hunde sus raíces en el impresionismo, es uno de los pintores que superaron este
arte tan sometido a la tiranía del ojo, tan obsesionado por el vuelo del momento. Su concepción pictórica no
descansa exclusivamente en la mirada, como ocurre en el Impresionismo, sino en la vista y el cerebro : las dos
− opinaba el pintor − tienen que ayudarse entre sí. Este desarrollo mutuo de los sentidos y la reflexión en el
cuadro lo llevan a forjar su credo artístico : En la naturaleza todo se modela según la esfera, el cono y el
cilindro. Hay que aprender a pintar sobre las bases de estas formas simples y entonces podrá hacer uno todo lo
que desea.
Quería que sus pinturas tuvieran un aire de intemporalidad, una significación universal comparable a la de las
obras maestras del pasado. Los medios empleados para este fin consistían en la construcción formal ;
firmemente articuladas, sus composiciones.
La simplificación de la naturaleza en líneas perpendiculares y diagonales, donde la pincelada de color tiene
volumen y peso es algo propio del autor. Novedoso también en el autor son las formas geométricas
construidas con grandes pinceladas de colores, intenta reducir las formas naturales a prototipos geométricos
de esfera prisma y cono.
El mero parecido con lo que hasta entonces se había hecho ya no le satisfacía ; allende los límites de lo que el
ojo puede observar, se afanó por descifrar la verdadera esencia de la realidad.
Descubrió que también el color podía emplearse con arreglo a principios, como los tonos de una escala
musical. El método severamente intelectual de su pintura se revela en cada una de sus pinceladas : los cuadros
son entramados de color, apretadamente tejidos, en los que cada pincelada es concebida en una relación
contrapuntística con las demás.
Con Cézanne, restableciose el orden en la pintura, y esto es lo que hace de él, el precursor y santo patrono de
gran parte del arte moderno.
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PABLO PICASSO. EL GUERNICA.(1937)
Contemplando la gigantesca exposición de La edad de la Ira, se recuerda en principio el Guernica de Pablo
Picasso, como figuras matrices de dolor y de rabia frente a la violencia totalitaria que sufriera la patria de
Picasso. Pareciera el prólogo o preámbulo de otra Divina comedia, de un Juicio final que será más amplio. El
cuadro parece entonces abrirse para dejar ver un fondo aún más tremendo. El fondo que antecediera y siguiera
a esta guerra fratricida. Antes y después de Guernica estará y sigue estando el sufrimiento de hombres siempre
violentados, los que ahora la imaginación de Guayasamín pone en su pintura, extraídos de la misma realidad
que Picasso y Guayasamín han vivido y viven. ¿Las Mujeres llorando de Guayasamín, no lloran acaso por
aquellas mujeres que en vano levantaron sus manos al cielo para detener las bombas aniquiladoras del
fascismo ? Hay otras muchas figuras que lo mismo recuerdan a Picasso que a Tamayo, con colores que
evocan la tierra por la que luchan, por la que son ultimados. Pero hombres en los huesos, acongojados, en
desesperante espera, pero también hieráticos, hieratismo propio de la raza humana.
Además de la técnica y disposición, la universalidad del Guernica es lo que cala profundamente en la pintura
de Guayasamín.
GOYA Y LAS PINTURAS NEGRAS.
Viendo la obra de Guayasamín no puede uno menos que rememorar : l os desastres de la guerra y la pinturas
negras de Goya. Antecedentes que hacen patentes el anacronismo de una sociedad que no ha podido rebasar la
brutalidad del mundo que pintó Goya para horrorizar a sus contemporáneos ; ni el horro de la masacre
nazifascista en España, repetida luego en otras regiones del mundo ; ni la violencia que todavía se hace sobre
el indígena en muchas zonas de la tierra. Porque todo este anacrónico mundo vuelve a surgir en El camino del
llanto y en La edad de la ira. Una vez más la violencia, la represión, la represión, la muerte, el sadismo
institucionalizado y, como respuesta, el odio, la ira que vemos emerger de los ojos de las impasibles y
martirizadas figuras de la obra del pintor latinoamericano.
PAUL KLEE.(1879−1949).
Miembro del movimiento Blaue Reiter, junto a Feininger, Kandinsky y Schlemmer, compartiendo sus
aspiraciones de cerrar la abierta herida que separa al hombre de su entorno, soldar de nuevo nuestra unidad
escindida. Consiguió este fin por el procedimiento de impregnar por igual de energía espiritual todos los
elementos de sus pinturas. Su punto de partida era esos mismos elementos : punto línea, plano, forma, color,
textura. Todo quedaba sujeto a la misma pesquisa inquisidora, hasta que una vez purificado, cada elemento
pudiera ser incorporado en sus diminutos cuadros. Klee hizo grandes esfuerzos por clarificar sus propias
maneras y procedimientos para guiar a sus alumnos hacia una inteligencia más profunda de su obra. Klee saca
a la luz el milagro de la fantasía creadora del hombre, y su fuerza de expresión penetrante y concentrada hace
que esas imágenes sean inteligibles y verosímiles a pesar de su arbitrariedad.
Hacia el final de su vida sus colores se vuelven más terrosos y atenuados, sus líneas más duras y pesadas. En
la sombra de la muerte, cayó también sobre su obra la sombra de una profunda gravedad.
Su máxima El arte no imita lo visible, sino que lo hace visible quedó ampliamente ejemplificada en su propia
pintura.
EL GUERRILLERO. EL ROSTRO DEL HOMBRE. LA EDAD DE LA IRA. (1965−1967)
La obra del artista podemos dividirla en tres partes o tres grandes ciclos.
1 Camino de lagrimas que transcurre desde 1945 a 1952 aproximadamente y donde se tratan temas
indigenistas, con indios, negros y mestizos, inspirándose en el viaje que realiza con sus amigos por
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Sudamérica.
2 La edad de la ira que aproximadamente se extenderá desde 1957 hasta 1982. Un ciclo que consta de unas
nueve series que se reparten por ciclos temáticos. Una serie donde encontramos la mayor característica en el
expresionismo que a veces roza la abstracción.
3 Retrospectiva con temas muy naturales, donde la pintura empieza a llenarse de colorido y donde vemos
clara influencia de Paul Klee.
El Guerrillero. Óleo sobre tela − 135 x 95 cm. Col. fundación Guayasamín. Quito ( Ecuador) obra de
1965−1967 pertenece al segundo de sus grandes ciclos : La edad de la ira
LA EDAD DE LA IRA.
En 1963 comienza la realización de la serie La edad de la ira que será su testimonio fundamental contra la
crueldad y la injusticia. Más de 5000 dibujos preparatorios forman la base de este ciclo que tendrá que
comprender 250 cuadros, y que será destinado por el artista, tras exposiciones en varios países, al museo que
pensaba abrir en su pueblo natal.
No es la obra artística como tal lo que interesa, sino el mensaje, como voz de un hombre. Guayasamín toma el
arte y la cultura llamadas universales el instrumental para expresarse y expresar al hombre de que son parte.
Parte de lo que hace del hombre un hombre, sus anhelos, sus frustraciones, su vida, su muerte, ya que son
estas limitaciones las que hacen de un hombre un hombre, y semejante también a otro hombre.
Circunstancialmente distinto pero semejante en este su ser, múltiple y diverso. El arte se convierte, más allá de
lo estético, más allá de su modo de expresión, en mensaje, dialogo, comunicación. Lo importante, no es la
forma − decía − sino el para qué, a quien se quiere llegar, que es lo que se quiere decir o expresar. Mensaje a
Los condenados de la tierra que es como Guayasamín llama a los hombres a quienes va dirigido el mensaje
artístico. Mensaje artístico que se nutre, a su vez, de la ruidosa y sorda rebeldía, de la agonía, el martirio y la
muerte de esos mismos hombres. Esto es lo que parece importar más a Guayasamín que el sentido estético de
su obra.
Es un arte que quiere romper la enajenación, la presión sistemática de los otros, hablando a la soledad de los
mismos. Esperando que éstos, en esa su soledad, reciban el mensaje que los identifique, también
paradójicamente , con el artista, el cual como en el antiguo oráculo de Delfos, solo hará señales. Señales sin
sentido, porque el sentido habrán de dárselo los receptores del mismo.
Podemos calificar la obra de Oswaldo Guayasamín de anacrónica porque el contenido de la misma se refiere a
un mundo que es anacrónico,. Anacrónico es el subdesarrollo, la miseria, la represión y la muerte anónima y
violenta, en un mundo que ha alcanzado las más altas cimas de en la ciencia y la técnica. Pero que un mundo
que pese a estos logros, no es capaz de renunciar a la avaricia y a todas las formas en que la misma pueda no
solo prevalecer, sino permanecer alimentada. Es este anacronismo el que sigue siendo denunciado en la obra
del artista ecuatoriano. porque no es un mundo que se pueda eludir abstrayendo el arte de una supuesta
contaminación política. Todo lo contrario, este mundo debe ser, no simplemente eludido, sino transformado,
partiendo de la conciencia crítica que se tenga de su existencia. Y es en esta conciencia que se apoya la obra
del artista.
Oswaldo Guayasamín concilia rebeldía abierta, externa, del que fuera expresión el muralismo mexicano con la
rebeldía interna, solitaria, del expresionismo, y realismo europeo. Combina la dura protesta del hombre de
América , con la conciencia el hombre que se sabe parte del instrumental de represión y explotación.
La pintura de Guayasamín enraíza en el arte universal. No niega sus antecedentes en influencias. Es un pintor
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realista, realista en cuanto que la realidad a que se enfrenta para salvar al hombre que la sufre es también
anacrónica. Es realista porque su pintura nace de la necesidad de captar una realidad enajenante para
convertirla en un instrumento de liberación.
Oswaldo Guayasamín hijo de América, hijo de esa tierra, la tierra de la que su pincel toma el color de sus
figuras, conoce, el realismo de la violencia que una y otra vez han sufrido sus pueblos, de la sangre y dolor de
sus hombres. Siendo niño, vio caer víctima de la violencia a otro niño. De aquí nacerá toda la protesta que
expresa su pintura. Protesta por el niño, por su amigo, muerto por la represión. Protesta, después, contra la
violencia que sufren todos los de su raza. Raza negra, amarilla, cobriza, aceitunada, acrisolada en la
humillación. Pero también raza blanca, la que pintó Picasso en su Guernica, raza masacrada, aniquilada en los
campos de concentración germanos. Guayasamín sale así de su tierra, del hermoso cielo de Quito,
denunciando otras violencias, protestando por otros perseguidos : por los asesinados en los crematorios
totalitarios ; en los campos secos de España Cada español llora un muerto de la guerra civil. Y lleva en si
mismo, cada día, algo de su propia muerte; en las arrasadas selvas vietnamitas y en las calientes tierras del
África donadora de esclavos. En La edad de la ira se concentra la humanidad del llanto, el miedo, la miseria,
la protesta y la desesperanza, a la que, a pesar de todo, no faltará la ternura, como un rayo de luz en esta
oscura selva. Hombres de todas las razas unidos en un infierno que empieza en la imagen de un niño muerto
por la represión y culmina en un homenaje a Los condenados de la tierra.
Al lado de ellos los verdugos, los encargados de este infierno. Figuras también hieráticas. Pero con un
hieratismo al que falta un toque humano que tienen los condenados. Un hieratismo fuera de todo toque
humano, que hace recordar las maquinas . maquinas de dominio, de represión y violencia en todas las formas,
y de muerte. Violencia de la que estos verdugos son solo instrumento. Instrumento movido por intereses que
acaban por no tener rostro, como sus ejecutores. Instrumento de un sistema. El sistema como resumen
descarnado, deshumanizado, de intereses.
La edad de la ira es el resumen del apocalíptico Juicio final de este renacimiento de nuestros pueblos, muestra
el horror de nuestro tiempo. El horror expresado a nivel planetario como lo habían hecho Goya, Picasso, y el
propio Orozco. En Guayasamín vemos su toque personal en los ojos, de esas serenas pero sufrientes criaturas.
El rictus del dolor, la desesperación y la muerte queda contrastado por los ojos de esas dolientes figuras. En
esos ojos está lo que hace de esas figuras hieráticas, figuras humanas. Ojos que miran. ojos, ya no de dolor, ni
miedo, ni terror, ni de desesperanza, pese a que sus manos y cuerpos parezcan implorar una esperanza. Son
ojos de ira, rebeldía, casi ajenos a los sufrimientos de sus cuerpos.
Ojos de medusa que se enfrentan a sus verdugos y los petrifica. Ojos que parecen anunciar algo, el momento y
hora del hombre. De ahí el titulo de esta amplia obra : La edad de la ira. La edad de la rebeldía y de la
esperanza. La esperanza para los condenados de que terminará su condena, de los martirizados de que no será
vano su martirio, de los muertos porque resucitarán como los adelantados de un mundo mejor. La edad de
hombres que al mirar rechazan con la mirada que los convertía en cosas para humanizar así a sus mismos
verdugos. Ojos más allá de todo ese martirio. Ventanas por las que este nuestro mundo salen a recuperar sus
derechos y a defender lo que es esencial. La edad de la ira como antesala de la edad del hombre. Porque es el
hombre el que no ha podido ser plenamente a lo largo de una historia que es su historia. En esta pintura
coincide Guayasamín con las metas que se han propuesto los condenados de la tierra, guerrilleros,
combatientes y revolucionarios que aparecen en su obra : los del nuevo hombre. La obra de Guayasamín es
una expresión más de esta afirmación.
Ante el insistente regateo de humanidad de los conquistadores, colonizadores y neocolonizadores, la
afirmación de humanidad de nuestros hombres. Es la ira que ahora se expresa en los ojos, por lo que van
tomando cuerpo en los cuerpos, manos, rostro y carne sufriente del hombre como tal. La ira que pondrá fin al
subdesarrollo, la miseria y todo el anacronismo en que aún seguimos viviendo.
Podemos ver en esta obra que su principal característica junto a la expresividad del artista, es la universalidad,
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pues aún tratando un tema concreto como es el de un Guerrillero muerto, no se representa el dolor de una
persona, ni siquiera el de un pueblo, sino el horror de la injusticia, el horror de la represión, las secuelas de
todo esto que podemos apreciar en rostro de este guerrillero como en la de cualquier otra persona de este tan
injusto mundo que le tocó vivir al pintor y que refleja en su obra, denunciando así lo que consideraba
inhumano e injusto. El artista no tiene modo alguno de evadirse de su época, ya que es su única oportunidad.
Ningún creador es espectador, si no es parte del drama, no es creador.
En la obra podemos ver unos rasgos muy marcados : ese ceño fruncido por el horrible dolor, esas largas
pestañas que parecen pequeñas incisiones de guerra, la boca o lo que se nos representa de ella desencajada.
Unos enormes trazos verticales en pequeños y grandes pinceladas que marcan aún más el dolor del guerrillero
y de la raza que representa, todo acentuado por su sangriento rostro debido a las heridas de las cuatro balas
que ha recibido entre la sien y la frente.
Encontramos siempre en la pintura del artista unas figuras muy expresivas y siempre únicas resaltadas
normalmente sobre un fondo negro que nos enmarca y enfoca a la figura , haciendo que ésta llegue más
directamente al que la contempla. Colores amarillos, oscuros, y trazos negros son los que utiliza el autor
además de unos azules inmensamente cargados y algunos colores extraños como puede ser algún verde
aceituna o amarillo terroso, también aparece el rojo que resalta la injusticia. Una escasa gama cromática que
se verá ampliada al final de su vida, pero que el artista combina a la perfección, resaltando siempre lo que al
artista interesa.
Al pintor le encantaba innovar con todo, así desde las técnicas donde combinará el óleo y acrílico sobre lienzo
o madera con el polvo de mármol para dar textura a la obra consiguiendo vida espacial, hasta en sus
personajes que muchas veces son asexuados.
BIBLIOGRAFIA.
AA.VV. : Guayasamín la obra. Córdoba. 2000.
AA.VV. : Oswaldo Guayasamín. Grandes maestros.
AA.VV. : 20.000 años de pintura. Editorial Vergara.
VILLAR MOVELLÁN, Alberto : Arte Contemporáneo I. Madrid, Historia 16, 1996.
DIEGO, Estrella de : Arte Contemporáneo II. Madrid, Historia 16, 1996.
SANTOS GARCIA FELGUERA, María : Las vanguardias históricas 2 . Historia 16.
ARNALDO, Javier : Las vanguardias históricas 1. Historia 16.
PALOMERO PÁLAMO, Jesús : Historia del Arte. Ediciones Algaida.
Pintura, escultura, y fotografía en Iberoamérica. Cátedra.
Encarta 98.
ÍNDICE
EL EXPRESIONISMO ............................................................................................................................. 1
ARTE LATINOAMERICANO A PRINCIPIOS DEL SIGLO XX. NACIONALISMO E INDIGENISMO. 2
12
OSWALDO GUAYASAMÍN ................................................................................................................... 3
INFLUENCIAS EN EL PINTOR .............................................................................................................. 6
EL GUERRILLERO. EL ROSTRO DEL HOMBRE. LA EDAD DE LA IRA ............................................ 11
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