Liceo Max Salas Marchán Lengua Castellana y Comunicación Karina Guajardo Carreño Guía de Contenidos 8º Básico Aprendizajes esperados Distinguir los diferentes tipos de narrador que puede presentar un cuento. Distinguir diferentes tipos de cuentos, según el mundo que presentan: realista, fantástico o maravilloso. Distinguir diferentes formas de narrar una historia Comprender cuentos según un modelo de análisis literario. Reconocer los distintos mensajes que comunica una imagen. Reescribir y crear cuentos. Contexto Histórico y Literatura Las obras literarias no son objetos aislados del momento histórico en que se producen. Estas son influidas por hechos y circunstancias de la vida de los autores, así como por las condiciones políticas, sociales y económicas imperantes, además de las tendencias culturales, artísticas y filosóficas de su época. Todos estos elementos conforman el contexto de producción de una obra. El contexto de producción de una obra se puede notar en muchas dimensiones de una obra literaria: el lenguaje utilizado, las ideas expresadas, las descripciones de personajes, objetos o ambientes, etc. Sin embargo, la literatura no es un mero reflejo de su contexto de producción. Por el contrario, en la creación literaria suele plantearse una relación de ruptura, de trasgresión, de transformación o de innovación respecto de su momento histórico. Dentro de los géneros literarios podemos encontrar formas específicas de abordar la época en que son creadas. Son los llamados “géneros literarios históricos”. Por ejemplo: En la Edad Media aparece una forma específica de relato “enxiemplo” o “cuento moral”, que da cuenta de la importancia de lo religioso propio de dicha época. Un representante de dicho género es Don Juan Manuel con su obra “El libro de los ejemplos del Conde Lucanor” en 1335. Se trata de una colección de cuentos que un criado le relata a su señor para ejemplificar las actitudes morales que se deben adoptar frente a los problemas y las condiciones de la vida en las que hay que tomar decisiones. Género Narrativo Los tres grandes géneros literarios: Narrativo, lírico y dramático son las formas fundamentales y permanentes en la literatura que es posible encontrar a lo largo de la historia. Las obras pertenecientes al género narrativo se caracterizan porque su finalidad es narrar, es decir, contar o referirse a sucesos Ficticios. En ese sentido, el género narrativo muestra un predominio de la función referencial del lenguaje. El mundo de una obra narrativa es ficticio, en la medida en que es creado por el lenguaje y existe solo a partir del texto que lo presenta Elementos constitutivos de las obras narrativas 1. Narrador: es aquel que cuenta o relata la historia. Existen diversos tipos de narrador, dependiendo del grado de acercamiento con el relato. Es importante NO confundir al NARRADOR con su AUTOR. El autor es la persona real –un escritor o una escritora-que crea la obra. El narrador, en cambio, es un ser ficticio, inventado por el autor para contar la historia. Los distintos tipos de narrador El narrador de un cuento puede mostrar distintos grados de acercamiento o participación en la historia contada. Esto se puede apreciar a través de la persona gramatical que este adopta para narrar (primera, segunda o tercera) Según el grado de conocimiento de la historia el narrador puede ser: Narrador Homodiegético: Es aquel que forma parte de la historia e interviene en los sucesos narrados. Puede ser protagonista, testigo o personaje. Narrador Protagonista: Corresponde al personaje central, quien nos relata su propia historia, lo que le ocurre, lo que hace y lo que siente. Narrador Testigo: es un personaje espectador, que solo cuenta la historia en la que participa o interviene desde su punto de vista. Narrador Heterodiegético: Es aquel que no forma parte del acontecer, por lo general, utiliza la tercera persona gramatical. Se caracteriza por poseer mayor objetividad y distancia respecto de los hechos narrados. Narrador Omnisciente: Conoce toda la historia y nos cuenta lo que ocurre a los personajes, tanto en su exterior (Qué hacen y dicen), como en su interior (qué piensan, sienten o desean). Puede incluso conocer el futuro, es decir, saber cómo termina el relato y lo que sucederá. Narrador de conocimiento relativo: Conoce la historia solamente desde su punto de vista. En ese sentido puede contar solo lo que ocurre exteriormente a los personajes, pero no su interior. Tampoco sabe lo que pasará más adelante. 2. Personajes: Son seres ficticios, creador por el autor, que intervienen en la historia contada, viviendo los sucesos que ocurren en ella. Dependiendo del grado de participación que tienen en la narración, encontramos personajes principales y secundarios. 3. Lugar: Es el o los entornos donde transcurren los sucesos narrados y se desarrolla la historia (por ejemplo: una habitación, una ciudad, un bosque, etc.) 4. Tiempo: Es la duración de la historia contada: unas horas, un día, varios meses o años. También se refiere a la época o momento histórico en el que ocurren los sucesos. 5. Argumento: Es el asunto o materia del que trata una obra. Todos estos elementos conforman el “Mundo Narrativo” que la obra literaria presenta al lector u oyente. Hay narraciones que crean un mundo muy parecido al de nuestra existencia cotidiana, refiriéndose a personajes, acciones y ambientes que podrían ocurrir en realidad. En otros casos, lo narrado adquiere un carácter fantástico, maravilloso o sobrenatural, presentando situaciones que solo podemos imaginar. Los distintos tipos de mundo narrativos. El mundo narrativo de los cuentos difiere según su mayor o menor semejanza con el mundo cotidiano real. Así, podemos distinguir narraciones “realistas”, cuando estas buscan que el lector reconozca en el mundo ficticio condiciones muy similares a las que se dan en el mundo real. Por otro lado, existen narraciones “fantásticas”, en las cuales, aunque funcionan en general condiciones similares a los del mundo real, se introducen en forma repentina e inexplicable elementos de orden sobrenatural, o bien ocurren sucesos que no se ajustan a la lógica del sentido común. Finalmente, podemos reconocer narraciones “maravillosas”, que presentan mundo en los cuales aparecen como normales elementos totalmente ajenos a la realidad, como la magia, divinidades, personificaciones de elementos del mundo inanimado, poderes sobrenaturales, etc. Las distintas formas de contar una historia Aunque un relato siempre tiene un principio, un desarrollo y un fin, existen diversas maneras de ordenar estas partes y construir la narración. Puede ocurrir en forma lineal o cronológica, es decir, de principio a fin, siguiendo el orden lógico y natural de los sucesos. Sin embargo, una narración también puede tener un comienzo in media res, o sea, partir en un punto intermedio de la historia, para luego retroceder en el tiempo hasta la situación inicial. Se habla de un comienzo in extrema res, cuando el relato se inicia con la situación final y después retrocede hasta el inicio, de modo de conocer su desarrollo. Una narración puede presentar también pequeños retrocesos temporales que interrumpen el orden cronológico. Estos se denominan flash back cuando son breves (por ejemplo: cuando un personaje recuerda algo). Si los retrocesos son más extensos, abarcando una serie de sucesos pasados, estos se llaman racconto. El cuento El cuento es un tipo de texto que pertenece al género literario narrativo. Otros textos propios de este género son la novela, la leyenda y la fábula. El cuento se caracteriza, en términos generales, por ser un relato de extensión breve, en el cual se narra una historia ficticia, que presenta un número reducido de personajes y un argumento poco desarrollado, que se encamina rápidamente desde la situación inicial al clímax, y luego al desenlace final. Los cuentos constituyen una de las formas más antiguas de expresión literaria y aparecen muy tempranamente en casi todas las culturas conocidas. Inicialmente fueron transmitidos oralmente, vinculados así estrechamente a los mitos y leyendas. Muchas de estas historias, conocidas como cuentos populares, fueron recogidas en otros textos literarios escritos, a manera de narraciones intercaladas. Guía de Aplicación I.- De los siguientes cuentos: Describe con minuciosidad el mundo que lo rodea, y el elemento predilecto es la descripción de la naturaleza o de los personajes, valiéndose de la observación directa de la realidad. Cuento Realista Del Libro "Los Cuentos de mis hijos" de Horacio Quiroga El Tigre Nunca vimos en los animales de casa orgullo mayor que el que sintió nuestra gata cuando le dimos a amamantar una tigrecita recién nacida. La olfateó largos minutos por todas partes hasta volverla de vientre; y por más largo rato aún, la lamió, la alisó y la peinó sin parar mientes en el ronquido de la fierecilla, que, comparado con la queja maullante de los otros gatitos, semejaba un trueno. Desde ese instante y durante los nueve días en que la gata amamantó a la fiera, no tuvo ojos más que para aquella espléndida y robusta hija llovida del cielo. Todo el campo mamario pertenecía de hecho y derecho a la roncante princesa. A uno y otro lado de sus tensas patas, opuestas como vallas infranqueables, los gatitos legítimos aullaban de hambre. La tigre Abrió, por fin. Los ojos y, desde ese momento, entró a nuestro cuidado. Pero, qué cuidado! Mamaderas entiabas, dosificadas y vigiladas con atención extrema; imposibilidad para incorporarnos libremente, pues la tigrecilla estaba siempre entre nuestros pies. Noches en vela, más tarde, para atender los dolores de vientre de nuestra pupila, que se revolcaba con atroces calambres y sacudía las patas con una violencia que parecía iba a romperlas. Y, al final, sus largos quejidos de extenuación, absolutamente humanos. Y los paños calientes, y aquellos minutos de mirada atónita y velada por el aplastamiento, durante los cuales no nos reconocía. No es de extrañar, así, que la salvaje criatura sintiera por nosotros toda la predilección que un animal siente por lo único que desde nacer se vio a su lado. Nos seguía por los caminos, ente los perros y un coatí, ocupando siempre el centro de la calle. Caminaba con la cabeza Baja, sin parecer ver a nadie, y menos todavía a los peones, estupefactos ante su presencia bien insólita en una carretera pública. Y mientras los perros y el coatí se revolvían por las profundas cunetas del camino, ella, la real fiera de dos meses, seguía gravemente a tres metros detrás de nosotros, con su gran lazo celeste al cuello y sus ojos del mismo color. Con los animalitos de presa se suscita, tarde o temprano, el problema de la alimentación con carne viva. Nuestro problema, retardado por una constante vigilancia, estalló un día, llevándose la vida de nuestra predilecta con él. La joven tigre no comía sino carne cocida. Jamás había probado otra cosa. Aún más; desdeñaba la carne cruda, según lo verificamos una y otra vez. Nunca le notamos interés alguno por las ratas del campo que de noche cruzaban el patio y, menos aún, por las gallinas, rodeadas entonces de pollos. Una gallina nuestra, gran preferida de la casa, criada al lado de las tazas de café con leche, sacó en esos días pollitos. Como madre, era aquella gallina única; no perdía jamás un pollo. La casa, pues, estaba de parabienes. Un mediodía de ésos, oímos en el patio los estertores de agonía de nuestra gallina, exactamente como si la estrangularan. Salté afuera y vi a nuestra tigre, erizada y espumando sangre por la boca, prendida con garras y dientes del cuello de la gallina. Más nervioso de lo que yo hubiera querido estar, cogí a la fierecilla por el cuello y la arrojé rodando por el piso de arena del patio y sin intención de hacerle daño. Pero no tuve suerte. En un costado del mismo patio, entre dos palmeras, había ese día una piedra. Jamás había estado allí. Era en casa un rígido dogma el que no hubiera nunca piedras en el patio. Girando sobre sí misma, nuestra tigre alcanzó hasta la piedra y golpeó contra ella la cabeza. La fatalidad procede a veces así. Dos horas después nuestra pupila moría. No fue esa tarde un día feliz para nosotros. Cuatro años más tarde, hallé entre los bambúes de casa, pero no en el suelo, sino a varios metros de altura, mi cuchillo de monte con que mis chicos habían cavado la fosa para la tigresita y que ellos habían olvidado de recoger después del entierro. Había quedado, sin duda, sujeto entre los gajos nacientes de algún pequeño bambú. Y, con su crecimiento de cuatro años, la caña había arrastrado mi cuchillo hasta allá Cuento Fantástico Continuidad de los parques (Julio Cortázar) Había empezado a leer la novela unos días antes. La abandonó por negocios urgentes, volvió a abrirla cuando regresaba en tren a la finca; se dejaba interesar lentamente por la trama, por el dibujo de los personajes. Esa tarde, después de escribir una carta a su apoderado y discutir con el mayordomo una cuestión de aparcerías, volvió al libro en la tranquilidad del estudio que miraba hacia el parque de los robles. Arrellanado en su sillón favorito, de espaldas a la puerta que lo hubiera molestado como una irritante posibilidad de intrusiones, dejó que su mano izquierda acariciara una y otra vez el terciopelo verde y se puso a leer los últimos capítulos. Su memoria retenía sin esfuerzo los nombres y las imágenes de los protagonistas; la ilusión novelesca lo ganó casi en seguida. Gozaba del placer casi perverso de irse desgajando línea a línea de lo que lo rodeaba, y sentir a la vez que su cabeza descansaba cómodamente en el terciopelo del alto respaldo, que los cigarrillos seguían al alcance de la mano, que más allá de los ventanales danzaba el aire del atardecer bajo los robles. Palabra a palabra, absorbido por la sórdida disyuntiva de los héroes, dejándose ir hacia las imágenes que se concertaban y adquirían color y movimiento, fue testigo del último encuentro en la cabaña del monte. Primero entraba la mujer, recelosa; ahora llegaba el amante, lastimada la cara por el chicotazo de una rama. Admirablemente restañaba ella la sangre con sus besos, pero él rechazaba las caricias, no había venido para repetir las ceremonias de una pasión secreta, protegida por un mundo de hojas secas y senderos furtivos. El puñal se entibiaba contra su pecho, y debajo latía la libertad agazapada. Un diálogo anhelante corría por las páginas como un arroyo de serpientes, y se sentía que todo estaba decidido desde siempre. Hasta esas caricias que enredaban el cuerpo del amante como queriendo retenerlo y disuadirlo, dibujaban abominablemente la figura de otro cuerpo que era necesario destruir. Nada había sido olvidado: coartadas, azares, posibles errores. A partir de esa hora cada instante tenía su empleo minuciosamente atribuido. El doble repaso despiadado se interrumpía apenas para que una mano acariciara una mejilla. Empezaba a anochecer. Sin mirarse ya, atados rígidamente a la tarea que los esperaba, se separaron en la puerta de la cabaña. Ella debía seguir por la senda que iba al norte. Desde la senda opuesta él se volvió un instante para verla correr con el pelo suelto. Corrió a su vez, parapetándose en los árboles y los setos, hasta distinguir en la bruma malva del crepúsculo la alameda que llevaba a la casa. Los perros no debían ladrar, y no ladraron. El mayordomo no estaría a esa hora, y no estaba. Subió los tres peldaños del porche y entró. Desde la sangre galopando en sus oídos le llegaban las palabras de la mujer: primero una sala azul, después una galería, una escalera alfombrada. En lo alto, dos puertas. Nadie en la primera habitación, nadie en la segunda. La puerta del salón, y entonces el puñal en la mano, la luz de los ventanales, el alto respaldo de un sillón de terciopelo verde, la cabeza del hombre en el sillón leyendo una novela II. Describe los elementos fantásticos presentes en el cuento “continuidad de los Parques” III. De ambos cuentos identifica el narrador. Fundamenta tu respuesta.