De todo el ciclo de reuniones sobre los temas de la agenda, la de

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Intervención del Embajador de España
D. Javier Gil Catalina,
Jefe de la Delegación ante la Conferencia de Desarme
Plenario de la Conferencia de Desarme
Ginebra, 4 de junio de 2013
Señor Presidente,
España suscribe plenamente la declaración leída por Irlanda en nombre de la Unión
Europea.
Señor Presidente,
Muchas gracias por darnos la oportunidad de intercambiar puntos de vista en un
Plenario formal (quizás por primera vez) sobre el programa de trabajo. Mi delegación le da la
bienvenida a este foro.
Quienes redactaron el Reglamento de Regulación Interno (RRI) (reglas de
procedimiento) de la CD lo concibieron maquiavélicamente como una especie de carrera de
obstáculos que cada año toma la salida en el mes de enero. Una carrera sui generis en la
que, en aplicación de la regla del consenso, todos debemos saltar las vallas al mismo tiempo.
Todos los años salvamos la primera valla –la aprobación de la “agenda”- sin dificultad
alguna. Pero nuestra baja forma física colectiva nos hace tropezar inmediatamente. Somos
incapaces de saltar la segunda valla: la aprobación del Programa de Trabajo. Sólo una vez lo
hemos logrado, Señor Presidente, una sola vez en diecisiete años: el 29 de mayo de 2009 en
que la Conferencia aprobó la ya mítica Decisión CD/1864. ¡Cinco meses tardó la Conferencia
en saltar la segunda valla! Y ¿qué sucedió después? Pues que, tal vez agotados por el
esfuerzo los delegados fueron incapaces de superar la tercera valla: la aplicación del
Programa de Trabajo. De manera que hubo que agruparse otra vez en la línea de salida en
enero de 2010. Y desde entonces seguimos atascados, a vueltas con el Programa de
Trabajo.
Con programa de trabajo este foro se sitúa en la posición de cumplir su función:
negociar instrumentos multilaterales de desarme y no proliferación. Sin programa de trabajo,
este foro se limita a hablar, una y otra vez, sobre los temas incluidos en la Agenda. Siempre
diciendo las mismas cosas.
Tal vez hay quien piense que la Conferencia cumple con su objetivo consagrándose a
una mera labor de discusión. Yo no lo creo así. En los años 80 y 90, cuando la Conferencia
aún tenía un contenido del que hoy carece, se abordaban una pluralidad de asuntos de
manera simultánea. Uno de esos asuntos –el tema central de cada momento, ya fueran las
armas químicas, las biológicas, las convencionales o los ensayos nucleares- era el objeto de
negociación, y desembocaba, más tarde o más temprano, en la conclusión de un tratado. Los
demás asuntos se discutían.
Es evidente, por tanto, que en la CD puede, dentro de su mandato, discutir asuntos de
desarme. Lo que la CD no debe hacer –aunque, lamentablemente, viene haciéndolo desde
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hace dieciséis años- es limitarse a esta labor de discusión, pues su tarea primordial no es
discutir, sino negociar. Para la mera discusión existen ya otros foros, de naturaleza
multilateral y lo que es más importante, abiertos a la participación de todos los miembros de
NNUU. Si nos remitimos de nuevo a la historia, veremos que la lógica de que éste sea un foro
limitado en su número de miembros es, precisamente, la de crear un contexto restringido pero
suficientemente representativo, y, por ello, propicio para las negociaciones. Todo esto, me
apresuro a aclarar, no quiere decir que España no apoye la ampliación de la CD a nuevos
miembros.
Por las razones citadas, esta delegación da prioridad absoluta al logro de un programa
de trabajo que nos permita sentarnos a negociar.
Dicho lo anterior, consideramos que un programa de trabajo debería servir, en primer
lugar, para lanzar las negociaciones sobre un FMCT. Son demasiados los esfuerzos puestos
en ese objetivo, han corrido ríos de tinta al respecto y las expectativas de la comunidad
internacional son demasiado grandes, como para permitir que el camino recorrido no
conduzca a ninguna parte.
Hay que recordarlo: La negociación –toda negociación- es un proceso abierto, y el
resultado de ese proceso se llama consenso. Este foro, por la vía de una inercia de
frustraciones y fracasos, ha logrado transformar el consenso en punto de partida y la
negociación en una especie de línea del horizonte.
De seguir por esta vía, la CD corre un serio riesgo de perder, por completo, su
centralidad en la maquinaria de desarme. Posiblemente no desaparezca, habida cuenta de la
extraordinaria capacidad que tienen los organismos multilaterales de sobrevivir a su propio
objetivo fundacional. Es posible, no obstante, que otros foros acaben asumiendo –por la vía
de los hechos- el liderazgo que le corresponde en la negociación de instrumentos de desarme
y la no proliferación. La progresiva degradación de los debates, desde el punto de vista del
contenido, que tienen esta sala por escenario, es un síntoma preocupante.
Ante esta realidad precaria y esta perspectiva sombría, quisiera insistir: no podemos
darnos por satisfechos con la mera discusión ni resignarnos a la falta de consenso.
Felicitamos a las Presidencias que, en el curso de este año, han tratado de elaborar un
proyecto de programa de trabajo, aun a sabiendas de que iban a fracasar, pues han cumplido
el deber de toda Presidencia, que consiste –cuando menos- en intentarlo. Con cada uno de
esos intentos, nos han obligado a todos a desplazarnos de lo que alguien calificó –a mi juicio
acertadamente- como nuestra propia “zona de confort”.
Muchas gracias
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