Conclusión

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CONCLUSIÓN DE LA SEGUNDA PARTE
CONCLUSIÓN DE LA SEGUNDA PARTE
En esta parte se ha examinado la adaptación de México a las tendencias
marcadas por la transnacionalización de la industria petrolera respecto, en
particular, a la apertura de los países productores-exportadores. Transformaciones
efectivas han sido realizadas, en relación con los contenidos del Modelo Mexicano
de Organización Petrolera (MMOP), de la organización interna de la empresa
pública y de sus campos de intervención directa. Se puede hablar de una reforma
de las industrias de los hidrocarburos en México, al mismo tiempo que se precisa
que no se trata de una renovación integral. Se trata de una reforma sui generis
que combina el mantenimiento de ciertos elementos institucionales fuertes
respecto, en particular, a la propiedad pública de los recursos y a los derechos
exclusivos del Estado sobre la gestión y la explotación del patrimonio minero, con
una reorganización de Pemex y aperturas limitadas al sector privado, nacional y
extranjero, en el downstream del gas natural y en la petroquímica.
El análisis de la adaptación de México a los nuevos entornos pone en
evidencia:
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Factores históricos e institucionales que tienen cierta permanencia en
el sistema económico y político mexicano. Tomando en cuenta esta
herencia, la reforma de la industria de los hidrocarburos mantiene un
papel importante del Estado mexicano, el cual considera aún a la
industria petrolera como un sector estratégico y mantiene sus
derechos exclusivos relacionados con la propiedad y la explotación
de los recursos;
Una apertura progresiva al sector privado, nacional y extranjero, de
las cadenas del petróleo y del gas, exceptuando la gestión y
explotación del “patrimonio minero”;
Estrategias y lógicas económicas en el ámbito de la empresa pública
petrolera, las cuales tienen tendencia a alinearla sobre los criterios
definidos internacionalmente, aunque no de manera integral;
De esta manera, aun si Pemex no ha sido privatizado, ni la industria
petrolera plenamente abierta, en México se desarrolla efectivamente una
reforma de su industria petrolera que se hace evidente:
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En relación con el marco jurídico del “Modelo Mexicano de
Organización Petrolera”, el cual, como se ha visto, además de la
propiedad de los hidrocarburos y su carácter estratégico, extendía el
monopolio del Estado al conjunto de la industria petrolera;
En relación con el papel de la industria petrolera en el modo de
desarrollo centrado en la industrialización por sustitución de
importaciones;
Conclusión de la Segunda Parte
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En la medida en la que se instalan dispositivos institucionales,
normativos y reglamentarios que introducen nuevos actores y
mecanismos en ciertos aspectos de la valorización de los
hidrocarburos. En ese sentido, nuevos elementos y comportamientos
intervienen en el logro de los objetivos del sector energético;
En la medida en que nuevos criterios son introducidos en la
organización y gestión de la empresa pública petrolera misma, los
cuales incitan a pasar de una gestión que perseguía objetivos físicos
para alcanzar la autosuficiencia energética a una gestión en la cual
son los criterios económicos de rentabilidad y de competitividad los
que en adelante deberán predominar.
La reforma que se realiza en México, al confirmar el carácter central del
papel y del lugar de Pemex, plantea desafíos particulares. El éxito de la reforma
descansa de hecho en el comportamiento de Pemex, una empresa pública que
se encuentra en una situación particular tanto a causa de las restricciones
económicas que pesan sobre ella como de contradicciones en su
comportamiento y estrategia. Ese éxito no depende solamente del
mantenimiento de ciertos aspectos fuertes de la herencia del pasado. Es
preciso todavía que esto no cierre el cauce de nuevos comportamientos
económicos y a nuevas opciones estratégicas de parte de los actores que
invertirán en las industrias de los hidrocarburos y de la misma EPP.
En el caso de México, no es realista pensar en un retiro completo del
Estado de un sector que continúa siendo considerado como estratégico y como
instrumento privilegiado de intervención económica. Las preguntas correctas
se plantean más bien desde el punto de vista de la viabilidad de una reforma
que mantiene en el centro del dispositivo sectorial a la empresa pública
petrolera (EPP). Pemex, en efecto, continúa teniendo posiciones de monopolio,
o netamente preponderantes, en la exploración, la producción, la
transformación, el transporte y la comercialización de hidrocarburos y de
productos petroleros.
Del estudio efectuado se puede concluir que si la industria petrolera
mexicana no se ha ajustado completamente a las normas de la
transnacionalización, es tanto por razones institucionales como económicas:
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Ciertos aspectos institucionales que parecen disfuncionales en
relación con esas normas, continúan desempeñando un papel
determinante en la cohesión social, económica y política de México.
Un país que atraviesa una crisis económica y política severa, al
mismo tiempo que trata de reconstruir su contrato social e
institucional, debe identificar de manera precisa los elementos que
deben ser cambiados de manera radical y aquellos que deben
permanecer, puesto que forman parte de los elementos básicos para
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Evolución del Componente Petrolero en el Desarrollo y la Transición de México
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la viabilidad de la nación. Sin embargo, tal como se ha puesto en
evidencia en la primera parte, la propiedad de la nación sobre los
recursos naturales forma parte de esos elementos básicos, pero no el
monopolio de Estado;
La exclusividad de la empresa pública en el corazón mismo de la
industria petrolera se explica por lógicas históricas e institucionales,
pero también por razones económicas específicas (no compartir la
renta, consolidación de los recursos y capacidades propias de gestión
y administración, etcétera).
Es decir, a un lado de los aspectos políticos e institucionales, existen
otros elementos que corresponden al campo de la política petrolera o de la
estrategia de la empresa pública y de sus opciones económicas. En efecto, con
relación a estas últimas, la reafirmación de los derechos exclusivos del Estado
ha provocado:
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Un esfuerzo por centrar a Pemex en sus actividades petroleras
básicas (en particular las actividades de exploración y producción);
Una «apuesta rentista» que ha conducido a Pemex a orientar sus
recursos financieros hacia el upstream petrolero y del gas y a
incrementar sus exportaciones de petróleo crudo.
Esas decisiones plantean preguntas respecto a la viabilidad de la
empresa pública petrolera. En el caso de Pemex, esta viabilidad parece
asegurada si se toma en cuenta únicamente la importancia del patrimonio
minero sobre el cual tiene la exclusividad de la explotación. Sin embargo, otros
aspectos se han revelado indispensables para asegurar esa viabilidad en el
marco de la actual industria petrolera internacional y de una economía que se
orienta hacia la apertura y la liberalización.
En este contexto, la viabilidad de una EPP no puede ser asegurada
simplemente porque dispone de un monopolio legal en una actividad dotada de
un elevado potencial de acumulación. Tomando en cuenta las opciones
efectuadas en este estudio han aparecido problemas que es conveniente poner
de relieve:
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El esfuerzo por centrar a Pemex en las actividades petroleras básicas
no ha traído consigo una definición clara de sus campos de actividad.
A su posición monopólica en el upstream petrolero y gasero, se
agrega una lógica de integración vertical en el resto de la cadena
petrolera, salvo en el downstream del gas y de la petroquímica.
Indefiniciones subsisten respecto a las fronteras de la intervención
exclusiva de Pemex y de los campos en los cuales afrontará la
competencia. A esa indefinición se agrega la cuestión de la
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credibilidad de las reformas en relación con la participación de
agentes nacionales y extranjeros, tomando en cuenta el
posicionamiento de Pemex en el centro del dispositivo sectorial;
La "apuesta rentista" ha traído como consecuencia el abandono de la
búsqueda de una cierta autonomía tecnológica. Esta opción es
particularmente importante cuando se constata una bifurcación en la
industria petrolera internacional hacia comportamientos rentistas, por
un lado, o hacia la vía del progreso técnico, de la productividad y de
la ganancia industrial, por el otro. Lo menos que puede decirse es
que Pemex no ha optado con claridad en ese dilema;
Las dificultades para que Pemex sea tratado como una empresa
pública cualquiera, desde el punto de vista fiscal, como su dirección
lo desea, mientras que la mayor parte de su "ganancia bruta", antes
de impuestos, proviene de actividades que Pemex realiza en las
actividades upstream y a través de las exportaciones de crudo;
La plena claridad del marco reglamentario y de los nuevos órganos de
regulación capaces de vigilar el comportamiento de la EPP y la
concurrencia de los nuevos actores nacionales y extranjeros. Las
insuficiencias de ese marco han provocado reacciones de
escepticismo, en el caso de la apertura del gas natural, o de
prudencia o rechazo en el caso de la privatización de las instalaciones
petroquímicas;
Ambigüedades en lo que respecta a los espacios que corresponden a
la responsabilidad gubernamental, a la gestión relativamente
autónoma de Pemex y a la participación de nuevos actores.
La viabilidad de una empresa pública en una economía que se orienta
hacia la apertura y la liberalización es perfectamente factible, pero bajo ciertas
condiciones que no parecen todas reunidas por Pemex: renovación de
comportamientos y de estrategias; de sus relaciones con la economía y sus
actores, incluido el gobierno; de los marcos sectoriales y macroeconómicos; de
las formas de relación con la industria petrolera internacional que, al mismo
tiempo que asegura un nuevo flujo de capitales y tecnología, salvaguarda la
soberanía y los recursos nacionales.
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