Dosis óptimas de antibióticos: nueva línea de investigación en el Centro de Ciencias Genómicas de la UNAM Diego Rodríguez Terrones Recientemente, el Centro de Ciencias Genómicas de la UNAM —ubicado dentro del campus Morelos de la máxima casa de estudios del país— concursó diversas plazas de investigación con el fin de renovar su plantilla académica e introducir nuevas líneas de investigación. Uno de los seleccionados de este proceso —que involucró a XX candidatos entre los que fueron seleccionados solo dos —fue el Dr. Rafael Peña Miller. Rafael Peña Miller es un científico joven originario del sur de la Ciudad de México — a unas cuadras de distancia del estadio universitario donde juega el mejor equipo del mundo, según precisa— con un particular interés por los enfoques multidisciplinarios. Después de realizar una licenciatura en Matemáticas en la Facultad de Ciencias de la UNAM, ingresó al Colegio Imperial de Londres para realizar estudios de doctorado. Peña Miller cuenta que desde sus estudios tempranos en matemáticas comenzó a darse cuenta que lo que verdaderamente le interesaba era la aplicación de herramientas matemáticas y computacionales para la formación de modelos. Probablemente es por eso que, tras concluir sus estudios de posgrado, se enlistó para un postdoctorado en el Centro de Biociencias de la Universidad de Exeter. Fue allí donde desarrollaría la línea de investigación que actualmente lo trae de vuelta a la UNAM: el modelado computacional del proceso de adaptación de las bacterias a los antibióticos. La historia de la humanidad está estrechamente ligada con la aparición de enfermedades infecciosas, por decir lo menos. Epidemias como las de la Plaga Bubónica —la cual mató a alrededor de la mitad de la población Europea en el siglo XIV— o el Cólera fueron ocasionadas por bacterias que, desafortunadamente, la humanidad no podía combatir. No sería sino hasta la primera mitad del siglo XX, cuando Alexander Fleming y otros científicos ingleses identificaron y purificaron el primer antibiótico en un hongo del género Penicillium, que la humanidad contaría con herramientas capaces de hacerles frente. Una de las primeras observaciones que realizó Fleming tras aislar la Penicilina fue que las bacterias desarrollaban resistencia al antibiótico fácilmente si este se aplicaba en dosis demasiado pequeñas o durante periodos demasiado cortos. Afortunadamente, la ciencia descubriría nuevos antibióticos en los años por venir ya que para los años 80’s, el uso intensivo de la Penicilina había ocasionado que el 70% de las bacterias patógenas al humano fueran resistentes a sus efectos. Recientemente el problema se ha acrecentado ya que han aparecido bacterias resistentes a todos los antibióticos de uso clínico conocidos y corremos el riesgo de volver a la era pre-antibiótico si no descubrimos rápidamente nuevos compuestos con esta actividad. En este contexto, identificar las dosis y periodos de tratamiento óptimos para minimizar la aparición de resistencias es fundamental para la seguridad sanitaria global. Peña Miller utiliza métodos experimentales y computacionales para determinar cómo impacta la aplicación de antibióticos al crecimiento de las bacterias en condiciones de laboratorio. La utilización de combinaciones de antibióticos es una práctica clínica común ya que se piensa que reduce al máximo la población de bacterias y minimiza el riesgo de aparición de resistencias. Empleando modelos computacionales y experimentales, Peña Miller y colaboradores recientemente demostraron que, si bien las combinaciones de antibióticos son las más eficientes en un inicio reduciendo el número de bacterias, más tarde en el tratamiento tienen justamente el efecto contrario: promueven el crecimiento de las bacterias resistentes. Este fenómeno lo atribuye a que, al haber mayor presión por ser resistente a los antibióticos aplicados, la mayoría de las bacterias mueren y dejan a las pocas resistentes sin competencia. Para empeorar las cosas, al volverse las bacterias resistentes predominantes en la población, les es más fácil construir sobre su resistencia para volverse más resistentes. Las bacterias pueden adquirir resistencias por alguno de tres mecanismos: alterando la forma del blanco que es afectado por el antibiótico, adquiriendo una enzima de destruya al antibiótico y adquiriendo una bomba que saque al antibiótico de la bacteria. Los últimos dos mecanismo son particularmente problemáticos ya que las bacterias pueden fácilmente ajustar su resistencia al antibiótico produciendo más de las bombas o enzimas. Cuando Miller y colaboradores intentaron determinar la causa del aumento en la resistencia de sus cultivos de bacterias descubrieron que esto se debía a que estas ahora tenían ¡el doble! de bombas extractoras de antibiótico que las poblaciones originales. Los hallazgos del Dr. Peña Miller han abierto numerosas nuevas interrogantes que seguramente lo mantendrán ocupado en su nueva sede. La figura 2.A del articulo “When the Most Potent Combination of Antibiotics Selects for the Greatest Bacterial Load: The Smile-Frown Transition” sería una buena ilustración.