A un olmo seco. Esteban: Seguramente usted habrá visto a lo largo de su vida un árbol seco. Le pregunto: ¿Escribiría un poema en base a ese árbol seco? Bueno, porque ese es el tema que toma nuestro poeta el día de hoy, y nos va describir y nos va a dedicar “A un olmo seco”, Ezequiel, específicamente. Ezequiel: Seguro. Estamos hablando del poema de Antonio Machado. Antonio Machado, ¡qué gran poeta! No deja de asombrarme. Para mí, dentro de todos los mejores poetas españoles, pensando que España ha dado muchísimos grandes poetas, que probablemente los mejores poetas de la lengua castellana sean de origen español. Y Antonio Machado para mí, en mi opinión, merece un sitio fundamental dentro de la poesía en lengua castellana. Es una poesía muy vital vinculada con la naturaleza. Yo creo que la percepción que tiene machado de la naturaleza la tienen pocas personas; es casi ecologista en su poesía. Pero retrata de manera tan bella, tan vital, la naturaleza y la relación, la vinculación de la naturaleza con el hombre; una característica muy propia de la literatura española, de la lírica española, pero que Machado obtiene su punto mayor. Machado tiene también un hermano, Manuel Machado, que también es un muy buen poeta sin llegar a lo que es Antonio Machado (siempre desde mi punto de vista). Tenemos que tener en cuenta que Machado nació en Sevilla, vivió en Madrid, pasó un tiempo en París y estuvo en contacto con la bohemia de la época de la generación del '98. Es probablemente uno de los más importantes poetas, es decir, es palabras mayores. A mí me encanta además la precisión que tiene en su rima, en su métrica, en la elección de las palabras, es decir, es hermoso todo lo que escribe. Realmente la literatura no siempre debe buscar la belleza, no es el fin de la literatura la búsqueda de la belleza. Pero hay escritores que sí. Esteban: Y que tiene esa capacidad estética de encontrar las palabras. Ezequiel: Exactamente. Tan emparentado lo que hace Machado para mí con la pintura, con esto de retratar una imagen, traducir la palabra. No sé, es realmente un superdotado de las letras. Esteban: Porque con palabras que tampoco son tan complejas logra hacer una pintura mental, para que después que terminamos de leer la mitad del poema podamos visualizar en nuestra mente a qué clase de árbol se está refiriendo. Ezequiel: Así como tiene amor por la naturaleza tiene amor por las palabras (y eso se nota cuando escribe); ama las palabras como debe amarlas un poeta. Los novelistas, los cuentistas, se enamoran más de la frase, pero el poeta está enamorado de la palabra. Y los poemas de Machado son un romance con la palabra, un hermoso romance que él tiene a lo largo de toda su vida con la palabra. Él pasó por distintos períodos (como pasan generalmente todos los poetas a lo largo de su vida) pero creo que los poemas más representativos de él siguen siendo los que están enraizados profundamente con la naturaleza. Que además es una naturaleza que, yo no soy español pero me imagino que para los españoles debe ser hermoso también leerlo, porque es la naturaleza de su tierra y él siempre lo hace, lo marca y lo hace notar, y me gusta también que Machado sea así tan profundamente español. Esteban: Romántico. Ezequiel: Exactamente. Sí, sí. Con ese Romanticismo tan profundo y tan literario. No un Romanticismo vinculado con lo amoroso sino con el concepto romántico de sensibilidad. Esteban: ¿Te parece que presentamos entonces el poema de hoy? Ezequiel: Sí. Sería buenísimo que leamos la primera parte. Vamos a dividirlo en dos, Esteban: Vamos a arrancar con la primera parte de “A un olmo seco”. Esteban: “Al olmo viejo, hendido por el rayo Y en su mitad podrido, Con las lluvias de abril y el sol de mayo algunas hojas verdes le han salido. ¡El olmo centenario en la colina que lame el Duero! Un musgo amarillento le mancha la corteza blanquecina al tronco carcomido y polvoriento. No será, cual los álamos cantores que guardan el camino y la ribera, habitado de pardos ruiseñores. Ejército de hormigas en hilera va trepando por él, y en sus entrañas urden sus telas grises las arañas.” Ezequiel: Esta descripción es muy Machado, es muy propia de él esa descripción dinámica. Yo recién mencionaba Machado y la pintura, son dos cosas que desde mi punto de vista tienen mucho en común. Pero él suma el movimiento, porque la palabra le permite sumar el movimiento, el concepto de tiempo. Esteban: Y lo que va pasando. En esa escena es como que más que una pintura, parece un pequeño corto que va ilustrando lo que está sucediendo. Ezequiel: Exactamente. Algo como de alguna manera cinematográfico, como si uno viera como va pintando el cuadro. Esto de qué cosa hace aparecer primero, qué cosa después. Primero planta, ya en el primer verso "al olmo viejo". En primer lugar, la preposición, una contracción en realidad que utiliza al comienzo del poema: “Al olmo viejo”. “Esto se lo estoy escribiendo a ese olmo que vi y que me inspiró, que me hizo pensar en todo esto”. ¿Cuántos arboles viejos uno se cruza todos los días? Pero la mente de Machado ve un árbol y ve otra cosa. Y esa es la mente del poeta, ver las cosas de otra manera, ver las cosas de otro lugar. Él dice “ese olmo esta hendido por el rayo”, como que un rayo ha caído sobre ese árbol y lo ha abierto, está como claramente dividido. Esteban: Fracturado. Ezequiel: Exactamente. Dividido en dos mitades y dice "y en su mitad podrido por las lluvias de abril y el sol de mayo". Es decir, el tiempo ha ido pasando. Esteban: La primavera ha llegado. Ezequiel: Llega la primavera y a ese árbol aparentemente muerto le salen, dice él, hojas. Esa fuerza que tiene la naturaleza de imponerse a lo que parece que ya ha sucedido y que es irreversible. Yo leo esto y me acuerdo de la casa de mi madre; en la puerta hay un ginkgo, un árbol que plantó cuando nosotros éramos pequeños con mi hermano y que fue creciendo y un día el árbol se secó. Entonces mi madre hasta se contactó con una persona especialista en arboles para que le explicara por qué, y le dijo que la situación era irreversible. Y lo cortaron al árbol y quedo el tocón, es decir la raíz. Y el árbol volvió a crecer. Esteban: ¡Qué interesante! Ezequiel: Porque la naturaleza siempre se impone. La naturaleza no puede ser encausada. Es una fuerza absolutamente fuera de la posibilidad de ser dominada completamente por el ser humano. Esteban: Y para mí, lo que motiva a Machado a escribir es justamente eso que dice en el último verso de la primera estrofa: “Algunas hojas verdes le han salido”. Ezequiel: Exactamente. Eso vamos a ver, que sobre el final del poema él retoma eso, esa vida que está ahí contenida en medio de la muerte (por decirlo de alguna manera), esa flor que crece en medio del asfalto, podríamos decir nosotros con una versión mas urbana del asunto. Esteban: Porque de otra manera el olmo seguiría allí y no hubiera inspirado el poema seguramente. Ezequiel: Exactamente. Dice “el musgo amarillento”. Cómo va metiendo los colores: “Le mancha la corteza blanquecina”. Es decir, está jugando con los contrastes el amarillo, el blanco. Dice: “al tronco carcomido y polvoriento”. Sitúa también el Duero. El Duero es un río de la zona norte de España muy famoso, muy presente en la literatura española. Dice "no será cual los álamos cantores que guardan el camino y la ribera, habitado de pardos ruiseñores”. Es decir, el recurso de la comparación: Ya no tiene la posibilidad de ser como los álamos que cuidan los caminos o donde anidan los pájaros. Ya no es lo que debería ser, es otra cosa. Dice: "rodeado por un ejército de hormigas en hilera que van trepando por él, y en sus entrañas” (esta imagen notable), “y en sus entrañas” (en ese tronco hueco o dividido), dice “urden sus telas grises las arañas”. De nuevo otra vez el color, el color gris, el color blanco para el árbol, colores que asociamos naturalmente con la muerte; es decir, el árbol está muerto a pesar de esas hojas verdes que representan la vida del árbol. Definitivamente en la descripción de Machado está muerto, está abandonado de toda vida, ya no hay más pájaros, hay insectos. El insecto, que también es un ser que generalmente relacionamos con este tipo de situaciones. Están todos los elementos: El paso del tiempo, la comparación los colores, y esto es solamente la mitad del poema. Y ¿con cuántas palabras lo hizo? Con muy pocas palabras. Uno realmente imagina ese árbol, y si uno hace un esfuerzo de imaginación un poquito mayor imagina también a Machado mirando ese árbol... Esteban: Parado a distancia muy cercana observando los detalles. Ezequiel: Exactamente. Porque es una descripción bien bien detallada. Esteban: Hacemos una pausa en la conversación con Ezequiel Dellutri. Estamos observando el poema de Antonio Machado. PAUSA Esteban: “A un olmo seco” es el poema de Antonio Machado. En la primera mitad, Ezequiel, me da la impresión de que el poeta deliberadamente se dedica a describir y crear esta imagen tan vívida de este árbol a la costa del río Duero. Y ahora como que cambia el enfoque. Ezequiel: Exactamente. Hasta ahora era una descripción lo que estábamos leyendo, una descripción hermosa, pero solo una descripción. Esteban: Porque quería crear esa imagen en nosotros. Ezequiel: Exactamente. Ahora que tiene la imagen va a pasar a la siguiente etapa, es decir, va a pasar a hacernos reflexionar sobre lo que esa imagen puede significar metafóricamente. La metáfora es utilizar una especie de imagen para representar o para decir otra cosa; es llevarnos a pensar en algo por un camino diferente. A mí me gusta definir la metáfora como eso, pensar en las cosas de todos los días pero llegar a ese pensamiento y esa reflexión por otro camino. Lo interesante es el otro camino que traza porque el objeto de reflexión o sobre lo que voy a pensar, es siempre el mismo y sin embargo ese camino va a ser que sea distinta la forma en la que yo lo vea. En lírica (lo hemos dicho varias veces) esto se llama “visión adánica”, es decir, el ver las cosas como las ve el poeta. Así como Adán veía las cosas como por primera vez y las vería a su modo, el poeta trata de hacernos ver las cosas de otra manera, enfocándonos desde otro lugar. Por eso la poesía es tan importante a pesar de que la vamos descartando y que realmente cada vez va ocupando un lugar más secundario tanto en la educación como en el consumo de la gente en general. Sin embargo, la poesía es importantísima porque genera empatía en nosotros. Es decir, la capacidad de ver las cosas como las ve el otro y sentir como siente el otro, y además sacarnos de un universo reduccionista y llevarnos a un universo mucho más amplio donde cada persona tiene una visión particular de las cosas que suceden. Esteban: Dice así Antonio Machado en la segunda parte: "Antes que te derribe, olmo del Duero, Con su hacha el leñador, y el carpintero te convierta en melena de campana, lanza de carro o yugo de carreta; antes que rojo en el hogar, mañana, ardas en alguna mísera caseta, al borde de un camino; antes que te descuaje un torbellino y tronche el soplo de las sierras blancas; antes que el río hasta la mar te empuje por valles y barrancas, olmo, quiero anotar en mi cartera la gracia de tu rama verdecida. Mi corazón espera también, hacia la luz y hacia la vida, otro milagro de la primavera.” Ezequiel: ¡Qué notable como nos llevó de un lugar a otro casi sin que nos demos cuenta! ¿Cómo empieza este segundo gran bloque? El primer bloque del poema es la descripción de ese olmo muerto; el segundo gran bloque es esto. Esteban: La reflexión. Ezequiel: La reflexión. En primer lugar él va a volar un poco con su imaginación y va a decir "antes que te derriben”, va a empezar a enumerar... Esteban: Porque está imaginando las posibilidades de futuro. Ezequiel: Exactamente. Todo lo que podría sucederle a ese olmo muerto en un futuro. Nosotros pensamos de alguna manera que la vida de ese olmo termina ahí, sin embargo, él inventa otros caminos posibles para la continuidad de la existencia de ese olmo. Dice: "El leñador va a venir a buscarlo”, dice: “El carpintero lo va a convertir en melena de campana”. Melena de campana es eso que acompaña la campana, como una especie de arco donde se cuelga la campana. Dice: "Lanza de carro o yugo de carreta”, es decir, el implemento que une la carreta con los caballos. “Antes de que rojo en el hogar”, dice, “mañana ardas en alguna mísera caseta”. Es decir, antes de que seas usado como leña, dice: “Antes que te descuaje un torbellino y te tronche el soplo de las sierras blancas”. Es decir, todas las cosas que pueden pasarle. Puede pasar también que nadie lo tome, y que quede ahí y que sea desgastado por la misma naturaleza o que sea arrastrado hasta el mar. Es decir, todas las posibilidades que hay. Dice: “Antes de que te pase todo eso”. Claramente ese olmo cerró una etapa dentro de su existencia, es decir, ahora se va a convertir en otra cosa. Entonces dice “antes que te conviertas en otra cosa, antes de que te conviertas en leña, antes de que te use un carpintero para hacer algo, antes de que la naturaleza desgaste totalmente, antes de eso” dice, “quiero anotar en mi cartera la gracia de tu rama verdecida”, es decir “quiero registrar”, dice, “la gracia...” Esteban: … “De tu rama verdecida.” Ezequiel: Esa rama verde. Esteban: Que da esperanza. Ezequiel: Exactamente. Que representa la posibilidad de una vida aun en medio de esa muerte que tiene el olmo. Y el termina en una frase, casi una confesión personal. Dice: “Mi corazón espera también hacia la luz y hacia la vida otro milagro de la primavera”. Es decir, cómo arrancamos hablando de un olmo y él terminó hablando de una realidad interior. Terminó hablando de si este árbol muerto tiene capacidad de dar algunas hojas verdes, yo que me siento muerto espero tener también la posibilidad de todavía dar algo a la vida. ¡Ojo! Lo que está diciendo es un juego tan sencillo. ¿Por qué? Porque presenta primero esa imagen. La presenta primero casi “de manera objetiva”, nos cuenta lo que ve, por supuesto con la magia de la poesía. Después nos cuenta las posibilidades; entra de lleno el trabajo de la imaginación. Y al final, después de dedicar el grueso del poema a eso, hace un giro en tres versos, es decir en tres líneas hace un giro total hacia su interioridad. Es toda esa presentación para llegar a esas tres líneas, para decir: “Me considero muerto por dentro pero todavía quisiera tener la esperanza de sentirme reflejado en ese olmo, que aun así muerto y seco y todo, puede dar esa muestra de vida”. Cuando uno lo piensa es terrible lo que está diciendo; no sabemos si el se sentía así o no, tal vez se haya sentido así en algún momento de su vida, pero está diciendo “hay gente que se siente así, que vive así, que siente muerta por dentro”. Esteban: Sí, sí. Por los avatares de la vida, por lo que le ha sucedido, por el contexto que le ha tocado vivir como a este árbol. Tantas cosas que nos pasan y que nos pueden dejar en situaciones muy tristes e incómodas. Sin embargo allí, Antonio Machado busca aun en medio de esas circunstancias la esperanza. Ezequiel: ¿Cuántas veces el rayo también parte en nuestras vidas? La tragedia, las cosas malas, las cosas negativas, y a veces repentinamente sentimos que perdimos todo lo que teníamos, y a veces es progresivo y un día miramos para dentro y nos damos cuenta que no tenemos nada. Esteban: Hay un desgaste seguro. Ezequiel: Hay un desgaste que estamos frustrados, que no hemos logrado hacer en nuestras vidas lo que queríamos, que no hemos llegado al lugar donde queríamos llegar, que estamos solos tal vez, que estamos sufriendo, desde que estamos en un trabajo que no nos gusta o en una relación que no nos satisface, hasta no haber encontrado la realización en nuestras vidas. Son tantas cosas que pueden hacer que nos sintamos así como se siente Machado, sentir que se nos acabó el tiempo para intentar hacer lo que queríamos hacer con nuestra vida, sentir que no estamos dando nada al otro, que no estamos dejando nada en el que tenemos al lado... Es decir, ¡hay tantas razones, Esteban, por las que nos podamos sentir así! Ahora, el olmo pudo dar sus hojas verdes. Esteban: Sacó algo que había dentro. Ezequiel: Algo sacó. Sabemos que el olmo lo puede hacer; Machado pide él también poder hacerlo. Pero la pregunta es: ¿Cómo lo hacemos? Está el deseo. Primero, la capacidad de ver que tengo una vida muerta, tengo una interioridad muerta o vacía. La pregunta, la siguiente cosa es “bueno, pero tengo el deseo que no sea así también”. Y la pregunta intermedia es: ¿Cómo lo hacemos? Es decir, tengo un reconocimiento del estado en que estoy, tengo un lugar al que me gustaría llegar (es un lugar muy modesto, sacar algunas hojas verdes), es eso lo que pide Machado nada más, pero ¿cómo hacemos esa transición? ¿A qué nos aferramos? ¿De qué nos tomamos para dejar atrás el vacío que fuimos sembrando a lo largo de toda una vida o que nos llegaron repentinamente y no sabemos cómo quitar de nuestras espaldas? ¿A dónde nos aferramos? ¿De qué nos agarramos para poder seguir creciendo? Yo creo que ahí tenemos que explorar, ahí tenemos que pensar, sentarnos a pensar en primer lugar que solos no podemos, haciendo fuerza sacar nuestras hojas. Que se tienen que dar determinadas circunstancias, que tenemos que animarnos a pedir ayuda, que tenemos que animarnos a acercarnos tal vez al otro, a la persona que tenemos al lado, que nos puede orientar, que nos puede guiar. Pero sobre todo, tenemos que acercarnos a un ser superior, a un Dios de amor que nos quiere, que nos ama, que desea que esa vida de vacío se transforme en otra cosa. Yo creo que con la ayuda de Dios podemos cambiar nuestras vidas, podemos hacer que nuestras vidas sean vidas distintas, podemos hacer que nuestras vidas sean vidas diferentes. Creo que no es tampoco tan difícil lograrlo. Pero vamos contrayendo también prejuicios en torno a Dios: “No porque Dios es esto”, “si Dios existe ¿por qué permite que pasen tales cosas?”... Y malentendidos que se van tejiendo en nuestras vidas en torno a Dios. Qué necesario es, Esteban, dejar de lado los malentendidos en todos los aspectos de la vida y sobre todo los malentendidos que a veces vamos acumulando y que tenemos con Dios. Hay que intentar superar esa instancia para poder acercarse de corazón a un mensaje que puede cambiar nuestras vidas. A mí no me gusta ni me siento un vendedor de la verdad de Dios, pero sí una persona que sugiere, en este caso a nuestros oyentes sugiero que se acerquen sin ningún tipo de prejuicio a la Biblia, que lean la Biblia, los Evangelios sobre todo y que empiecen a ver cuál era verdaderamente el mensaje de Jesús, que no es el que a veces interpretamos los hombres; pero esta ahí escrito, para que cada uno pueda acercarse libremente y pueda experimentarlo de primera mano. Si queremos que nuestra vida sea una vida distinta tenemos que probar cosas que no hemos hecho hasta ahora. Hay un dicho que se repite constantemente y que se atribuye muchas veces a Einstein que es: “Si queremos lograr distintos resultados no hagamos las mismas cosas”. Esteban: Claro. Ezequiel: Y creo que eso lo tenemos que aplicar a nuestras vidas. Si hemos obtenido una vida de vacío y hemos estado alejados de Dios, ¿por qué no probar acercarnos a Dios para ver si podemos revertir esa situación? A veces hay que animarse a probar, hay que superar el prejuicio, hay que superar la historia personal, hay que de alguna manera liberarse de todo para poder dar esas hojas verdes que tanto necesitamos nosotros y que tanto necesitan los que están al lado nuestro. Ese es el desafío: Acerquémonos a Dios sin prejuicios, de corazón a la Biblia, de primera mano, para ver si Dios puede revertir la situación en la que estamos. Yo estoy seguro de que probando no perdemos nada y podemos ganar mucho. Esteban: Es que en la esperanza en Dios está eso, el milagro de esa primavera que puede ocasionar en nosotros cuando nos abrevamos de esas corrientes de agua de vida que Dios promete y allí, bueno, aparecerá esa rama verdecida en nuestra vida que nos permitirá retomar la existencia de otra manera, Ezequiel. Ezequiel: ¿Por qué no pensar que en Dios puede estar nuestra primavera? Si hemos pasado tantos inviernos en nuestra vida podemos todavía encontrar una primavera en Dios. Hay que acercarse, hay que animarse, Esteban. Hay que dar hojas verdes porque las necesitamos nosotros y las necesitan los demás. Hay que acercarnos a Dios de todo corazón a ver si ahí encontramos la primavera que tanto estamos necesitando.