que la flor abierta, porque en aquel se observa más fácilmente la

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que la flor abierta, porque en aquel se observa más fácilmente la
disposición relativa de los diversos verticilos.
U n a vez que los alumnos h a y a n recogido suficiente n ú m e r o
de ejemplares, n a d a más práctico que, en el campo mismo, destinar un rato á su revisión, p a r a escoger los mejores individuos,
completar, por cambios mutuos, la colección de cada uno y sacar
de este t r a b a j o todas las observaciones y enseñanzas á que,
como se comprende b i e n , debe prestarse.
De vuelta á la escuela, ó en la casa, el arreglo de los ejemplares tampoco exige manipulaciones complicadas. Es, hasta un excelente trabajo m a n u a l , el de disponer cada ejemplar entre dos
hojas de papel sin cola, p r o c u r a n d o que todas sus partes queden
bien extendidas, sin que hojas y r a m a s , flores y f r u t o s , se
aprieten unos sobre otros, y colocar después esas hojas dobles
entre dos almohadillas de papel de e s t r a z a ; colócase después
todo ello entre dos t a b l a s , y sobre la de encima u n gran peso,
que oprima por igual. Con esto, y con cambiar frecuentemente
los papeles, hasta que los ejemplares estén secos, se consigue
tenerlos en disposición de aplicarlos sobre hojas de papel blanco,
á las que se los sujeta con tiras engomadas; y es la ocasión d e
poner la etiqueta, indicando el nombre científico, el nombre vulgar, la fecha y la localidad en que se ha recogido la planta.
Las herborizaciones p a r a la criptogamia se hacen de un modo
análogo, en cuanto á las pteridofitas y briofitas. P a r a las algas
se necesita llevar un frasco con boca ancha, en el cual puedan
venir con la misma a g u a en que viven; su preparación
para
conservarlas se reduce á colocarlas en u n a vasija grande con
a g u a y, dentro de ella, extenderlas sobre u n a hoja de papel con
cola y secarlas como las anteriores. En ouanto á los hongos, hay
especies que se pueden secar, para herbario, por el mismo procedimiento, aunque con m u c h a m á s lentitud y mayor delicadeza, n o
sometiéndolas á la p r e n s a , sino cuando les quede poca humed a d , y aun así, comenzando por presiones muy suaves; o t r a s
especies solo pueden conservarse en alcohol.
Claro está que estas ligeras indicaciones sirven ú n i c a m e n t e
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