Cómo se fué de Asturias la Virgen de Covadonga Por Alfonso

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winiiiiiiiiiiillllitlinilillltiiliniiriliiiilill
Cristianos
Y moros
Cómo se fué de Asturias
la Virgen de Covadonga
Por Alfonso
C A M íN
La Virgen no hará milagros—remató Ouintanilla.
—Entonces, hagan lo que quieran con ella.
—No pareces asturiano.
—Soilo como el que más. Pero los dichosos milargos ya están
costando demasiada sangre en España.
La Comisión acordó guardar la Virgen de Covadonga en una
casa de íomilia. Hechas las reflexiones naturales, se le dio albergue
en el domicilio del diputado Laredo. La mujer cuidaría la Virgen
¡La Virgen de Covadonga
y el niño. En la puerta se la puso a la Santina una guardia roja, no
ye pequeñina y galana...!
fuera a suceder que se le ocurriera a la Virgen algún milagro. Esto
de la guardia roja se le ocurrió al abanderado del Llano. Los eneLos asturianos, mineros y labradores, gentes de villa y de aldea,
migos agazapados en la retaguardia asturiana, buscaban, de aldel Instituto de Jovellanos o de tenada y boina, saben historia
gún modo, que hubiera gresca por la Santina. No lo pudieron loYa nacen sabiendo historia. Tienen presente en la mollera y en la
grar y, en vez de dedicarle sus oraciones, pasaba la consigna de
turbina del corazón las granujadas del obispo Oppas, convertido
monago a monago:
piedra y su monte de brezo a las puertas de Covadonga, por su tre—La Virgen de Covadonga también es roja. Hay que boicotearla.
menda traición, según pregona la leyenda, las ferocidades del Moro
Ni una oración, manín, ni una oración. Como la agarre Franco, ¡meMuza y la epopeya del Rey Pelayo, guerrillero de Cristo, paladín
nuda multa le v a a poner por desafecta al «movimiento nacional»!
de la independencia cántabra contra la Media Luna de azufre.
No va a pagar con todas las joyas que le dimos los creyentes de AsCorre el tiempo, se abaten siglos y, cuando la Independencia y
turias, para que ahora se nos pase al enemigo. ¡Nada menos que al
el Santuario del Auseba y a se creían seguros de la extranjera raenemigo!
pacería, aparece en Covadonga un alemán que se lleva las joyas
La Virgen vivía en paz en el devoto domicilio del diputado repuy la corona de la Virgen. Era la avanzadilla de la Legión Cóndor y
blicano, un maragato arisco, doctor en medicina, evacuado de su paladel Estado Mayor alemán que hogaño hacen su presencia en nuescete, burgués de las afueras de Oviedo.
tras ciudades y villas, sin atreverse a poner el pie en la montaña.
Pero llegó la hora de los grandes combates. Bombardeos aéreos. CaNaturalmente, ni la Virgen, ni los asturianos estaban dispuestos
sas hechas astillas. Familias convertidas en piltrafas. Por la Esa tratar de nuevo con la morisma y a permitir que la llevaran,
tación de Langreo, casi en el corazón de la villa, salen trenes replepor segunda vez, los alemanes las joyas de su corona.
tos de mujeres. Los aviones alemanes bajan a ametrallar los convoyes. Cae una bomba. Desenreda sus peines la ame'ralladora:
— ¡Ay, mis hijos del alma, que están en Llanes!
Cuarenta y nueve mujeres asturianas, madres, sobrinas, sangre
Desde el principio de la guerra, los aviones rebeldes de la base
de la sangre de muchos que en América aplauden a los invasores,
de León volaban sobre Asturias. En Gijón, en las cuencas mineras,
quedan destripadas en los andenes. Agonizando en los convoyes,
en el Valle de Gangas, a pocos kilómetros de Covadonga, dejaban
que destilan sangre de madres españolas.
caer metralla. En las praderías ribereñas del Nalón y del Sella moLuego, los pajarracos se van rápidamente hacia el mar. Las baterían mujeres y pastores. Si los paisanos lograban refugiarse entre
rías del Musel abaten varios aviones. Sus pilotos son italianos y alelos castaños y robledales, les mataban a las vacas:
manes. Unos caen prisioneros y otros se suicidan. Por el crimen
— ¡Ya me alcanzaron a la «Careta»!
que han hecho en el nombre de Franco, comprenden el castigo que
— I Adiós, mi xalina roxa!
les espera en el nombre de España.
Los aviadores, después de dejar panza arriba a las vacas por
Más tarde, los invasores —Flechas Negras— de Italia, alemanes
las praderas y a los labradores por los sembrados, volvían a León
hambrones, moros atizonados y toda la escoria del Tercio Extranjero
pregonando victorias.
condecorado de tatuajes, a la cabeza de doscientos carlistas, otros tanPara evitar los bombardeos fascistas sobre la Basílica y el Santos «falangistas» y veinticinco caballistas andaluces en calidad de
tuario y que las joyas, al caer en sus manos, sirvieran para traer
cuadro decorativo que completen la farsoj penetran a sangre y fuego
balas alemanas contra la patria, los asturianos llevaren hasta Gijón
por el oriente asturiano. Los patriotas son menos. No obstante la
el patrimonio artístico de la Basílica y la risueña V.rgen del Auseba.
tremenda batalla de la posición de El Mozuco, que pasará a la
Después de la contienda de Pelayo contra los moros y del alemán
Historia como otra Covadonga republicana, los invasores avanzan.
que más tarde se lleva las joyas, que las tenían enterradas junto al
En la posición de El Mozuco encuentran doscientos cadáveres. Torio para transportarlas a Alemania, no era cosa de caer, por segundos los defensores. No lo creían. Porque para tomar El Mozuco, el
da vez, en la trampa.
ejército mercenario entreverado de «nacionalista», ha tenido cinco
mil bajas.
La Virgen, con todo cuidado, fué transportada a Gijón. En el
Ateneo de la villa, durante el tiempo de resistencia contra los inLas fuerzas, después de numerosos combates, reculan más acá de!
vasores, se celebró una exposición de las joyas de arte de Asturias
Sella. Ya están los invasores sobre Gijón. Los asturionos evocuan
salvadas a la escombrera de la guerra. El acto fué presidido por
por donde pueden. Saben que si se quedan allí, todas las paredes
una comisión de intelectuales de tan singular valía como son los de lo villa amanecerán rojas de sangre. Los guerrilleros no se dan
ilustres pintores asturianos Evaristo Valle y Pinole, y el joven vasco
todos por vencidos. Se echan con lo escopeta al monte. Entre los
Faustino Goicochea y Aguirre, escultor y hermano del gobernador de
jefes, resuena la voz de mando de un militar de alto prestigio:
Vizcaya.
—Yo no me muevo de aquí. Muero en mi puesto de gobernador
Pero, entonces vino lo gordo. En la Comisión hubo quien dijo:
militar de lo plaza.
—La Virgen no está bien ahí. El enemigo sabe la posición del
Es el coionel Franco, director de lo Fábrica de Cañones. El héroe
Ateneo. Son los mismos que lo bombardearon el 34. En cuanto caiga
de Trubia.
una bomba en el Ateneo de Gijón, si le toca a la Virgen, dirán que
No se va, no quiere irse:
ha sido por llevarla a un lugar profano. Y que Dios se ha vengado.
—Yo no mancho mi historia militar. Soy español y católico. Leal
Si no la alcanza la metralla, entonces proclamarán que ha hecho
o lo Constitución de España.
un nuevo milagro la Virgen de Covadonga. Como quiera que sea,
Pocos días después, lo fusila Arando en Oviedo, después de enharán política del suceso. Con todo hacen política. ¡Hasta con la
tregar la plazo osturiona.
Virgen y los EvangellosI
El puerto del Musel está lleno de uno muchedumbre ongusfioaa.
El ilustre pintor Evaristo Valle, comprendiendo indignado aqueSe requisan todos los barcos pesqueros bajo la ronda de los aviones
llas razones, tartamudeando más de lo que tiene por costumbre,
y de la artillería enemigo. Soldados vencidos. Madres con los nidijo;
ños en brazos. Representantes políticos y militares de la región as—En... en... enton... ton... toncas, ¿qué... qué... qué... hacemos?
turiano. La Virgen d e Covadonga no puede quedor allí. La mujer
—Sacarla de ahí.
de Laredo, lo guordio rojo, preguntan a unos y a otros:
Uno de los abanderados del Llano opinó de distinto rrlodo:
—¿Quién se hace cargo de la Virgen?
— Lo mejor es quemarla y así no hace un milagro más.
Y aquí, lo extraordinorio. Ayudado por otros hombres de fajo y
El profesor QuIntaniUa, anarquista intelectual, protestó airado:
boina, se presenta el profesor Ouintanilla:
—Si sigues hablando de esa manera, pártete el alma.
—Yo me hago cargo. Hoy que evacuarlo en seguida.
—Es que quieren que haga un milagro los enemigos de cetaguar--En la Dársena yo no hay barcos.
dia y, ¡eso no! Antes están la libertad del pueblo y la independen—Pues, al Musel con ella.
cia de España que las once mil Vírgenes y que todos los Santos,
El hombre más radical de Gijón es Eleuterio Ouintanilla. Un anar¡me valga San Pedrol
quista romántico de los tiem.pos de Nakens y de Angiolillo.
Llorando al dejar la ermita, pidiendo, contra los moros, cartuchos
de dinamita.
La Virgen de Covadonga no está en Asturias. ¿Cómo? Así como
lo oís, chachos. Se fué huyendo de los moros y de los alemanes.
A los asturianos suele engañárseles una vez. Dos, no. Y la Virgen
de Covadonga, por encima de todo, es asturiana. Ya lo dice el cantar por entre laureles y estrellas:
riiiiiMiitiiiiiiiitiiHiiiiiitiitiniiitmiiiiiiMtini
iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiimiiiiiiiii
iriiriiiiiiii
iiiiiiii
i
iliiuiii
iiiiililiimiliililiiiliiiiKllluilliiimmiiiiii.iuiiuiiuiiiiiiuiiuniimiiiiiimmiifiiii
iiiiiiiMiiiiiiiiiuiiiiiiiiiiiiiiicniíimiiiiiiiliiiiiiiiuuiiiuiiiiiimiiiiiiiiiiimiiimuiliiiiiil?
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llMllMM>ninilillliHinnitlllliniiuilliniitlMliiiiiiitiiiulliui(HllniiliinilllllIliiiillinillilllltliniiiiiiiiliillliilluill(iiirMlllliiuiiilltll(liHi¡rfiti[ii(itiilinitiiniiniHMiiín
La Virgen de Covadonga, con el tesoro a modo de equipaje, emigra
de Asturias. Llega al Musel y ocupa la cubierta de un barco entre
muchos niños y madres llorosas, desterradas también de sus hogares, como la Virgen del Santuario, que también marcha con el niño
en brazos.
— ¡Probiquinal —dicen las mujeres de Asturias—. Tú no te quedas
aquí con esos bárbaros. Ya volveremos juntas a Asturias, cuando
exista justicia en la tierra. Además, te van a poner por ahí de Santa
milagrera, decir que aplaudes la invasión, y eso no te lo perdona
ni el Rey Pelayo.
Y así, evacuada, como las madres de Asturias, desterrada de su
propio suelo, huyendo de los lobos que ya arañaban el Santuario, fué
la Virgen de Covadonga por el mar rumbo a Francia, buscando el
otro pedazo de tierra española.
Lo que decía un rapaz con la boina terciada, que se quedó en
Gijón con la escopeta al brazo, dispuesto a vender su vida cara a
los invasores:
—Aquí evacúa hasta la Virgen, Rosina.
—¿Non ves que vienen los moros? ¿Tú non evacúas?
—Yo me voy a los montes, como Pelayo.
—Lo mismo haré yo—contestó Rosina la de Tremañes.
Y dicho y hecho, el mo^o, antes que entraran los itahanos y los
moros, se fué al monte y allá está con los guerrilleros de Asturias,
luchando con el enemigo, con el oso y la nieve, con la zorra y el
lobo, sin otros buenos amigs que el viento libre, el águila solitaria
y la neblina del picacho. Le acompaña Rosina la de Tremañes,
descalza por las montañas, símbolo de la Patria desgarrada.
•
Mientras tanto, los milicianos de Asturias, cantan en la noche del
mar, en las barcazas al garete:
jLa Virgen de Covadonga
ye pequeñina y galana...!
Zozobran algunas barcas. El mar bravo y galernoso traga mujeres
y niños como en los cuentos bárbaros de fantasmas y dragones. Sobre
la barca de la Virgen, que se levanta y se hunde barrida de oleajes,
rotas, desgañitadas las velas, se agrupan, cara a los vientos malos,
en revoltijo de sexo y edades, los desterrados de Asturias. Trenzan
tonadas, poemas y villancicos a la Virgen de Covadonga, que parece
sonreír orgulloso porque va hacia el destierro con su raza. La voz de
Asturias llena la noche del mar:
¡La Virgen de Covadonga
quería ser guerrillera
de las montañas d» I^onga!
—A mí los mineros,
a mí labradores;
¡que mueran los míos
matando invasores!
¡Llorando dejó la ermita
pidiendo, contra los moros.
'.iiliiHiiiitillniliiiiiiiiiliiiiiiiiiiiiiliiniiiiiiiiiiiiiilfilllilMllllliniiillllimilliiliiniililiMliiiiiiiiliiiiin'iitHtiiii
iuiinMiiriti
iiiiiiiitiiuMniniitiitiiiiiitiiiilitiiHMiiiMiiiiiiiliirm
cartuchos de dinamita!
—Llevadme mi niño,
ponedlo en la cuna;
decid que le traigo
sonajas de luna.
¡Vuelve la gente teutona!
—Guardadme—dijo la Virgen—
¡tesoro, manto y corona!
Recuerdo la noche
de aquel bandolero:
cabellos pajizos
y garras de acero.
¡Como odia a los italianos,
la Virgen de Covadonga
se fué con los asfuricmosl
El niño lloraba;
pero ella le vino
cortándole flores
por todo el cam'no.
I Descalcina, el pie sangrando,
con un pañuelo a la cara,
llegó hasta el puerto llorandol
Diciéndole al niño
la Virgen galana:
—Duérmete en mis brazos,
cachín de avellana.
Volverá libre a la cueva;
¡que por la Virgen galana
quedó llorando el Auseba!
¡Por esos mismos senderos,
con ronda de labradores
y en hombros de los mineros!
La Virgen de Covadonga llegó sin novedad al puerto de Francia,
Siguiendo la suerte de los milicianos de Asturias, atravesó la tierra
francesa, cruzó la frontera francoespañola e hizo su aparición en
Barcelona, siendo recibida con todo honor, en la nueva capital del
Gobierno de la República. Es de suponer que la presentaran armas
a la Virgen de las Batallas, Señora de la Reconquista, los asturianos
que luchan en otros frentes de la Península. Quien se vio en grave
apuro, fué el magnífico Ouintaniila, abanderado de la estrella roja,
al saberse que venía a su costodia nada menos que la Virgen de
Covadonga.
Se disculpó como pudo, escudándose en el humorismo vernáculo.
Y en su puesto oficial.
—Vengo cuidando al niño. Soy el director de la Infancia Evacuada. Y soy maestro de escuela.
—¿Y la Virgen de Covadonga?
—^Ésa, viene por sus pasos. No pacta con la morisma.
..:nilinntliiiiiHiininfiiiuiHiii[iniHiiiMimiittnuiiiHniMlllMiuiiniiiiiiinini)UiiiiiiMluuuiMiniHuiuiuiuiHHfiitiuinHiiMtuniHUHUUi)iiii.iÉUhijiiiMiiiii<iiHiiliiiiiiuiiiiiiiMiiuiniiii¡t
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