La quimera del oro Uno de los efectos que está teniendo la crisis económica es que el oro aumenta su cotización a máximos históricos, hasta el punto de que ya ronda los 2000 dólares la onza y hay analistas financieros que pronostican que su cotización alcanzará los 5000 dólares e incluso que podría llegar a los 8000. Es curioso constatar que este metal amarillento, cuya máxima virtud es la escasez, ya que salvo en joyería tiene pocas aplicaciones prácticas en la industria, ha ejercido, a lo largo de la historia, una atracción extraordinaria entre las personas que querían enriquecerse rápidamente. La búsqueda de la piedra filosofal por los alquimistas, que tendría la extraordinaria propiedad de transformar cualquier metal en oro; las expediciones de los conquistadores españoles para encontrar El Dorado, lugar mítico cuyas ciudades tenían las calles empedradas en oro, o las más recientes invasiones de territorios por mineros, que acudían en masa en cuanto se corría la voz de que había alguna remota posibilidad de encontrarlo, son ejemplos de los enormes esfuerzos que han realizado, generalmente personas con escaso recursos, para hacerse ricos en el menor tiempo posible. Sin embargo, la crisis económica actual ha cambiado el perfil de los que pretenden atesorar oro. Ahora no son los que pretenden salir de la pobreza los que buscan este preciado metal, sino los inversores que poseen enormes recursos financieros e incluso los propios gobiernos de los países. Además, lo sorprendente de este fenómeno, es que, desde el 15 de agosto de 1971, ha desaparecido el "patrón oro" y los billetes que emiten los estados no tiene ninguna relación con el oro. Actualmente, lo que está pasando con la crisis económica es que las personas que tienen o manejan enormes cantidades de dinero, en lugar de financiar a las empresas o a los estados para que inviertan y favorezcan el crecimiento económico, con lo que disminuiría el paro al tiempo que se satisfacen las necesidades prácticas de los ciudadanos, compran lingotes de oro para tenerlos simplemente almacenados esperando que suban de valor. 1/2 La quimera del oro Por otra parte, otro efecto de la crisis económica es que las personas que más duramente la están sufriendo están vendiendo sus joyas en las numerosas tiendas de compra de oro que han proliferado, con lo que se podría decir que mientras los pobres se desprenden del oro, los ricos lo atesoran. Esta situación no parece que tenga mucho sentido económico y está perjudicando gravemente la salida de la crisis ya que, todos estos recursos financieros que hoy se materializan en lingotes de oro que no tienen ninguna utilidad práctica, deberían estar financiando a las empresas y a los estados para que pudieran invertir, crear empleo y salir de la crisis. Ante esta situación, los líderes europeo no están haciendo nada para evitar que el dinero quede congelado en lingotes de oro sin ninguna utilidad práctica, incluso hay algunos, como la ministra de trabajo de Alemania, Úrsula Von der Leyen, que reclama que los países rescatados garanticen los préstamos que reciben con sus reservas de oro o las participaciones industriales. Podría entenderse que pidiera la garantía de las participaciones industriales; pero, respecto al oro, puede que su propuesta fuese más adecuada si hubiera pedido que todos los países se desprendieran de sus reservas de oro, con lo que además de obtener recursos con los que financiar su crecimiento, obligarían a bajar su precio, y los especuladores, que ahora tiene su dinero inútilmente materializado en lingotes de metal, se verían obligados a emplearlos financiando empresas y gobiernos para que invirtieran y así poder crear empleo y salir de la crisis económica. Luis Felipe Paradela 2/2