El golpe bufo - ccoo

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El golpe bufo
El golpe bufo
En los últimos meses, Rafael Simancas no sólo ha mostrado que su perfil ideológico nada tiene que ver con la
izquierda moderada que trata de implantar Rodríguez Zapatero en el PSOE, sino que su manera de aplicar el
guerrismo adolece de una sobresaliente torpeza. Lo que ha ocurrido en Caja Madrid es la mejor prueba de ello.
Simancas está convencido que Madrid puede ser un laboratorio excepcional para ensayar políticas socialistas al estilo
clásico. Y piensa que, tras su victoria, la comunidad madrileña se convertirá en una especie de república
socialdemócrata desde la que el PSOE reconquistará España.
Pero, para llevar a cabo esa idílica revolución, necesita hacerse con todos los resortes de poder que estén a su alcance.
En plena precampaña, antes de las elecciones del 25 de mayo, el candidato socialista firmó un convenio con las
cooperativas agrupadas en Agecovi (la mayoría de las cuales está bajo control de camaradas bien probados) para que,
tras su triunfo, la Comunidad pusiera suelo publico a su disposición para construir 50.000 viviendas sociales.
Sin embargo, para que este castillo de naipes no se viniera abajo hacía falta dinero, mucho dinero. ¿Y qué mejor forma
de llenar el depósito de las políticas sociales que recurriendo a la mayor entidad que opera en la Comunidad?
Seguramente a Simancas nunca se le hubiera ocurrido la maquiavélica operación de dar un golpe de mano en Caja
Madrid de no haber sido por Ramón Espinar, vicepresidente de la entidad y auténtico cerebro de esta asonada de
pandereta.
El ex consejero de Hacienda con Joaquín Leguina, ahora abogado en ejercicio y socio de José María Mohedano, puso a
disposición del candidato socialista un descabellado plan.
¿En que consistía? Tras la aprobación de la Ley Financiera, el número de consejeros de Caja Madrid pasa de 20 a 21.
Según el actual equilibrio de poder, los consejeros afines al PP sumarían 11, mientras que los alineados con la izquierda
serían 10. El 29 de septiembre, debían renovarse 12 de los 21 consejeros. Siete de ellos, en representación de los
ayuntamientos, otros dos por entidades representativas y tres más por la Asamblea de Madrid.
Los primeros siete, dado el peso electoral de cada partido, no alteraban el equilibrio actual, como tampoco los
correspondientes a las entidades culturales y sociales (uno de ellos es el representante de CEIM, lo que quiere decir
próximo al centro derecha; y el otro es propuesto por el CES, lo que significa cercano a las posiciones de la izquierda).
Donde sí podía lograrse el desequilibrio en el consejo era a través de los tres representantes de la Asamblea de Madrid.
Para llevar a cabo sus planes, Simancas necesitaba el control de Caja Madrid.
El alambicado sistema por el que se eligen los consejeros en Caja Madrid permite esa maniobra. Los consejeros se
eligen por votación entre los 320 vocales que componen la asamblea (cuya composición es proporcional: 35%
impositores; 31,25% ayuntamientos; 12,5% Asamblea de Madrid; 11,25% empleados; 10% entidades representativas).
Como son tres los miembros del consejo de la Caja que van en representación de la Asamblea de Madrid, se necesitan
106 votos por cada uno de ellos. La composición ideológica de la Asamblea es la siguiente: 164 afines al PP; 156
próximos a la izquierda.
El PP presenta una lista en la que el número uno es el actual presidente de Caja Madrid, Miguel Blesa, y el número dos
el secretario regional del PP, Ricardo Romero de Tejada. Con sus votos tiene asegurado el primer puesto y le sobran
otros 58 votos para lograr el segundo consejero.
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La estrategia diseñada por Espinar era la siguiente. Si el PSOE en lugar de presentar una lista, presentaba dos, lograría
dividir sus votos en partes iguales: 78 votos por cada lista. Con ello podría arrebatar el segundo y tercer consejero al PP.
Es decir, el resultado que le permitiría invertir el equilibrio de la Caja y conseguir que la izquierda tuviera 11 consejeros
por 10 de la derecha.
La actual Ley sólo contempla la sustitución del presidente de la entidad con el voto de dos tercios del consejo. Pero la
Asamblea de Madrid puede cambiar por mayoría absoluta la ley. Así que la jugada estaba clara. Si la coalición
PSOE-IU ganaba las elecciones autonómicas, cambiaría la ley utilizando su mayoría en la Asamblea y, posteriormente,
el consejo echaría a Blesa para poner en su lugar a? ¡Ramón Espinar!
Sin embargo, para llevar a cabo esta complicada estrategia hacía falta una cierta habilidad. Y lo primero que hizo
Simancas en la campaña para las elecciones del 25 de mayo fue anunciar la jugada: había que quitar a Blesa de la Caja
porque ?no era progresista?. ¿Se puede ser más torpe?
Lo que fallaba en la operación planificada por Espinar era que, para llevarla a cabo, había que convencer primero a IU y
a CCOO, grupos que tienen la llave para que, tanto en la Asamblea como en el consejo, pudiera darse el vuelco deseado
por Simancas.
¿Cómo se puso en marcha la negociación? En primer lugar pactando a espaldas de IU la sustitución de uno de sus
hombres en el consejo, por uno de la UGT. Después, llegando a un acuerdo con CCOO de Madrid (enfrentada a la
dirección confederal y a CCOO de Banca) para proponer por el CES a Rodolfo Benito, que se ha mostrado dispuesto a
presentar candidatura alternativa a la de Fidalgo en el próximo Congreso. Es decir, en lugar de aproximar posturas,
moviéndoles la silla a los que podían darle el triunfo al PSOE.
Ramón Espinar negoció hasta el final para conservar su vicepresidencia
¿Por qué tal ineptitud? Porque Simancas no sólo quería hacerse con el control de la Caja, sino, además asestar un golpe
mortal a la dirección de CCOO, que, según la opinión de Benito y de Antonio Gutiérrez (que ya se ha mostrado
dispuesto a entrar en las listas del PSOE), juega a favor del PP.
Pero, para coronar con éxito esa jugada a dos bandas, hacía falta la colaboración de un gran grupo de comunicación. Un
grupo referente para la izquierda: el que marca el camino.
Y el grupo estaba dispuesto a colaborar en esa batalla para que la izquierda tuviera el control de Caja Madrid (que posee
el 5,02% de Sogecable) y Benito / Gutiérrez dieran la estocada definitiva a Fidalgo / Paredes en CCOO.
Así se fraguó esa portada histórica de El País a nueve días de la Asamblea de la Caja: ?El PP firmó un pacto secreto con
CCOO para controlar Caja Madrid?. El mensaje, a cuatro columnas, estaba claro. CCOO quedaba ante su militancia
como un sindicato traidor. No menos que IU, que también, según el citado diario, se sumó al acuerdo felón con el PP.
La única forma de lavar la afrenta era votar con el PSOE en la Asamblea y evitar así el escándalo de que Romero de
Tejada se sentara en el consejo de la Caja. Pero el truco era demasiado burdo, como toda la estrategia diseñada hasta
ahora por Simancas.
El diabólico pacto no sólo no era secreto, sino que había sido publicado por el propio periódico que denunciaba su
ocultismo.
IU y CCOO no sólo no rompieron su acuerdo con la dirección de la Caja, sino que pusieron sus votos a disposición de
Blesa, lo que inutilizó la operación del PSOE de presentar dos listas al consejo por la Asamblea de Madrid.
Al final, Miguel Blesa ha logrado renovar su mayoría en el consejo, lo que le permite continuar en la Presidencia por
otros seis años y Espinar, el ideólogo de la trama, ha perdido su puesto como vicepresidente de la entidad.
Lo peor de todo es que Simancas ha vendido lo ocurrido como un gesto de honradez: ?Nosotros no nos sentamos con
delincuentes?, ha afirmado.
Lo que no ha dicho Simancas es que Espinar estuvo negociando con Francisco Mouré (consejero del PP) el domingo 28
(un día antes de la Asamblea) para conservar su asiento en la Vicepresidencia a cambio de votar a favor de Blesa.
Si el PP hubiera cedido, Simancas y Espinar no hubieran tenido inconveniente en sentarse ?con delincuentes?. ¡Y aún
así sigue siendo candidato!
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