DMF introduccion - Sociedad Valenciana de Medicina Física y

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Introdución al
síndrome de Dolor y
disfunción miofascial
Dr. José Mª Climent
Servicio de Rehabilitación y Medicina
Física
Hospital General Universitario de Alicante
|
}
Dolor Miofascial. José M. Climent
1
El dolor de origen muscular ha suscitado un interés creciente en las últimas
décadas. Hasta ese momento, la investigación biomédica no había prestado demasiada
atención a este fenómeno y había optado por un enfoque superficial y subsidiario bajo
un epígrafe general de “contractura” o “tensión”, sin mayor esfuerzo diagnóstico o
terapéutico. El trabajo de Janett Travell y David Simons cambió radicalmente esta
perspectiva, al definir una nueva entidad nosológica denominada “síndrome de dolor
miofascial” (SDM)
desde una perspectiva racional y científica, con un profundo
contenido clínico, diagnóstico y terapéutico que le ha conducido a un lugar destacado en
el conjunto de la patología dolorosa del sistema musculoesquelético1.
El SDM se conceptúa como un cuadro de dolor regional de origen muscular,
caracterizado por la existencia de puntos gatillo en el espesor del músculo. El punto
gatillo miofascial (PGM) se define, a su vez, como un nódulo palpable e hiperirritable
situado en una banda tensa del músculo. Cuando se estimula este punto se producen dos
fenómenos característicos: la aparición de dolor referido (DR) y la producción de una
actividad motora brusca en la banda tensa, denominada respuesta local espasmódica
(RLE) (Figura 1).
Figura 1
Se han
definido diversos tipos de PGM, en función de su actividad y
localización. Los PGM que producen síntomas dolorosos se denominan activos. Sin
Dolor Miofascial. José M. Climent
2
embargo, pueden palparse algunos puntos que no producen dolor espontáneamente,
pero sí cuando se estimulan por palpación, por lo que se denominan inactivos o latentes.
El DR constituye el otro punto clave del SDM. De modo característico este dolor a
distancia sigue un patrón específico para cada músculo. Esta vinculación entre patrón de
dolor referido y musculatura efectora permite predecir el músculo que está funcionando
de modo anómalo.
Epidemiología
Se estima que el SDM es un problema muy común. Se ha encontrado PGM
latentes en la región posterior de los hombros en el 45 % de los varones y el 54 % de las
mujeres. Por este motivo suele decirse que una de cada dos personas tiene PGM, aunque
esté asintomáticas. Las series descritas para pacientes sintomáticos muestran cierta
variabilidad según el tipo de centro en el que se ha realizado el estudio. En atención
primaria se ha descrito que el 30 % de los pacientes que consultaban por dolor tenían
SDM. En consultas especializadas en dolor crónico se han establecidos frecuencias
mucho más altas, entre el 76 % y el 85%. Corrigiendo estos datos se ha estimado que el
9 % de los pacientes que acuden a una consulta de atención primaria tienen un SDM2.
La epidemiología clásica del dolor musculoesquelético no suele incluir el DMF como
causa.
Fisiopatología
En la actualidad se considera que el trastorno básico del SDM es una anomalía
de la placa motora, caracterizada por un exceso de liberación de acetilcolina (ACh) que
produce una contracción sostenida de la fibra muscular o sarcómero. Esta actividad
supone un aumento de la demanda de energía local o crisis energética3. En estas
Dolor Miofascial. José M. Climent
3
condiciones puede producirse la liberación de aminas sensibilizantes (sustancia P,
especialmente) que estimularían los nociceptores generando dolor. Aunque se supone
que la anomalía principal es el exceso de libración de ACh, no se descarta la disfunción
de los receptores postsinápticos de tipo nicotínico. Ésta hipótesis respondería mejor al
concepto de “hiperirritabilidad”, esencialmente vinculado al PGM.
Hong ha llamado la atención acerca de la transmisión sensitiva en el PGM. Su
aportación más relevante es la definición de un núcleo motor y otro sensitivo en el
punto. Hasta ahora se había destacado como específicos los aspectos motores del PGM:
liberación de acetilcolina, contracción sostenida del sarcómero y banda tensa. Lo cierto
es que el síntoma principal del PGM es el dolor, y no el exceso de actividad motriz. En
definitiva, el PGM tendría un locus activo, residente en las placas motoras
disfuncionantes, y un locus sensitivo responsable del dolor local, del dolor referido y,
por vía refleja medular, de la RLE4 (Figura 2).
Figura 2
Anatomía Patológica
Se considera que el PGM, desde el punto de vista estructural, está constituido
por la suma de un número variable de sarcómeros en estado de contracción permanente
Dolor Miofascial. José M. Climent
4
por una actividad excesiva en la placa motora. Cada uno de estos sarcómeros anómalos,
constituye un nodo de contracción. En este nodo, las bandas típicas de la fibra están más
próximas y forman el abultamiento nodular, mientras que las bandas más alejadas del
nodo están más separadas. La aglomeración de estos nodos de contracción en sitios
específicos del músculo, constituiría el PGM morfológico (Figura 2).
Mense ha encontrado en animal de experimentación anomalías estructurales en
el sarcómero sometido a exceso de acetilcolina. Estas anomalías incluyen
abombamientos del sarcolema que han sido denominados “discos de contracción”, y
también desgarros de fibras, y líneas longitudinales. Los discos de contracción se
hallan en la vecindad de las placas motoras y no subyacentes, como se esperaba, pero se
ha postulado que estos discos podrían estar relacionados con el nodo de contracción5.
Clínica
La anamnesis típica de un paciente con SDM se desarrolla alrededor de una
queja de dolor regional. En la búsqueda de antecedentes es muy frecuente el hallazgo de
una sobrecarga muscular aguda, en forma de movimiento brusco incontrolado, de
traumatismo o de manejo de un peso inadecuado. En el caso de un SDM crónico, el
paciente puede tardar en reconocer este antecedente, pero casi siempre es posible
encontrar un momento de sobrecarga o esfuerzo, a partir del cual aparece el dolor. Suele
describirse una contracción fuerte sostenida,
un movimiento excéntrico o bien un
contexto de movimiento repetitivo, especialmente en el ámbito laboral.
Las características del dolor son mixtas. Es descrito casi siempre como un dolor
profundo y difuso, con agravación mecánica y un fondo de molestia o desazón difícil de
verbalizar. Más raramente se describe como un dolor punzante. La distribución no es
metamérica. Se han descrito patrones de irradiación específicos para cada músculo que
Dolor Miofascial. José M. Climent
5
se han hecho muy populares y que pueden servir de guía para la localización posterior
de los PGM1.
El examen clínico es determinante ya que, por el momento, los criterios
diagnósticos son fundamentalmente clínicos. Con una idea de los músculos candidatos
orientada por el patrón de dolor referido, el explorador debe aplicarse en la tarea más
importante en el SDM: identificar los PGM por palpación. La exploración permite
determinar la existencia de los PGM en el músculo o músculos afectos. Se palpan como
nódulos de tamaño variable (entre el volumen de un grano de arroz y el de una
avellana), inmersos en una banda tensa que se dirige hacia las dos inserciones, proximal
y distal. Esta banda se distingue como una zona lineal, que se extiende de un extremo a
otro del músculo, y que muestra más tensión que el resto de la masa muscular. El
explorador percibe como una cuerda tirante en el espesor del músculo. Este hallazgo es
específico del SDM pero requiere un aprendizaje exploratorio para su identificación.
Además, es muy difícil de encontrar en pacientes con panículo adiposo grueso y es
imposible de identificar en músculos profundos. La palpación que permite identificar el
PGM y la banda tensa puede realizarse mediante palpación plana (con el pulpejo del
dedo oprimiendo contra planos profundos) o rodada (con el pulpejo del dedo
comprimiendo contra el propio pulgar del explorador).
Una vez se ha identificado uno o varios PGM se debe proceder a su estimulación
por compresión en orden a obtener una respuesta. El explorador puede encontrar varias
reacciones, todas ellas con valor diagnóstico. La primera de ellas es la RLE que consiste
en una respuesta de latencia rápida a la estimulación del PGM, en forma de contracción
brusca de la banda tensa (Figura 1). Puede verse en pacientes delgados y en músculos
superficiales como una oscilación muscular única que no es, pero que recuerda, a una
fasciculación aislada. Si el paciente sufre dolor intenso durante la estimulación del PG
Dolor Miofascial. José M. Climent
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puede mostrar una huida refleja que es conocida como signo del salto, que no es
específico del SDM. La tercera respuesta es el reconocimiento del dolor que motiva la
consulta durante la estimulación del PGM. Esta respuesta puede parecer una obviedad,
pero se está convirtiendo en uno de los criterios diagnósticos más sólidos del SDM. La
confirmación de que el dolor producido es familiar para el paciente, o signo de
reconocimiento, implica un vínculo entre el PGM, la neurotransmisión nociceptiva y su
transformación central en conciencia de dolor. Por este motivo se considera un signo
crucial a la hora del diagnóstico y de la selección de las dianas terapéuticas
miofasciales.
Existen otros signos clínicos de menor relevancia, todos ellos vinculados a la
disfunción y al acortamiento del músculo. Destacan la debilidad relativa y la restricción
sutil del movimiento articular en la dirección del músculo estirado. Todos estos signos
clínicos producen una rica y variada semiología que depende del músculo o músculos
afectos.
Exploración complementaria
Se han hecho muchos esfuerzos para objetivar los PGM, con un éxito relativo.
Hasta ahora se ha podido detectar instrumentalmente la RLE, tanto por ecografía de alta
resolución como por electromiografía (EMG). Si se instrumenta el músculo mientras se
estimula el PGM con una aguja, puede documentarse la RLE mediante cualquiera de los
dos procedimientos.
Dolor Miofascial. José M. Climent
7
Otro hallazgo importante se ha realizado
con la EMG del propio PGM, en la que se
ha
descritos
anomalías
de
la
señal
vinculadas al exceso de trasiego de ACh en
las placas motoras disfuncionantes. Simons
y Hong refirieron alteraciones de la línea
isoeléctrica y potenciales en espiga al
estudiar con electromiografía de aguja los
Figura 3
PGM (Figura 3).
Estas anomalías fueron descritas como actividad eléctrica espontánea (AEE) y se
consideraron como un reflejo de la liberación excesiva de ACh. Se definió el locus
activo como un agrupamiento de placas motoras disfuncionantes en el seno del PGM.
Se observó también que la frecuencia con la que se encontraba AEE en los PG era muy
superior a la encontrada en áreas normales del músculo. Se concluyó que la AEE era
característica pero no específica de los PG6. Los electromiografistas conocen esta
actividad como “ruido de placa” (RP) o “ruido de acetilcolina”. Hasta ahora se había
considerado este RP como un fenómeno normal, expresión del trasiego de Ach en la
placa motora. La teoría miofascial actual sugiere que el RP puede ser anormal y es la
expresión del exceso de acetilcolina en los PGM. Son necesarios estudios
epidemiológicos para determinar la existencia de puntos gatillo en los lugares del
músculo en que se encuentra rutinariamente el ruido de placa. En este momento se
habla indistintamente de AEE y de RP, para referirse a la actividad eléctrica de los PG3.
Dolor Miofascial. José M. Climent
8
Criterios diagnósticos
No existe un consenso unánime sobre los criterios necesarios para realizar el
diagnóstico de SDM. Se requiere
una historia clínica típica y una exploración
miofascial que confirme la existencia de los PGM.
Se ha criticado la falta de reproducibilidad de la exploración física. Sin embargo,
se ha mostrado un acuerdo aceptable entre observadores expertos, con respecto a la
palpación del PGM (coeficiente kappa: 0,64-0,89, según el músculo), de la obtención de
dolor referido (coeficiente kappa: 0,57-0,84) y del signo de reconocimiento (0,79-1). La
reproducibilidad del hallazgo de la banda tensa es baja (desde no detectable a kappa:
0,40) y la de la RLE también (kappa: 0,17-0,57). Por este motivo se tiende a ser menos
restrictivo en los criterios diagnósticos y en clasificar como caso de SDM al paciente
que presente dolor regional, punto gatillo palpable y reproducción del dolor al estimular
el PGM. Se aconseja que, además cumpla algunos criterios complementarios (Tabla 1).
Tabla 1.- Manifestaciones clínicas más relevantes en el Síndrome de Dolor. Los criterios
diagnósticos esenciales se destacan en negrita. El diagnóstico puede establecerse cuando
existen todos los criterios esenciales y, al menos, dos características más, exploratorias o
complementarias
Historia
Exploración
Complementrarias
Características clínicas
Dolor regional iniciado tras:
Sobrecarga aguda, o
Contracción mantenida concéntrica, o
Contracción repetida excéntrica, o
Contexto de actividad repetitiva
Nódulo palpable en un punto del músculo
Banda tensa que se extiende por todo el músculo
Dolor referido a la presión
Signo de reconocimiento
Respuesta local espasmódica (RLE)
Debilidad regional sin atrofia
Restricción sutil de la movilidad
Confirmación ecográfica o EMG de la RLE
Actividad eléctrica espontánea EMG
Desaparición de la banda tensa tras terapia miofascial
Dolor Miofascial. José M. Climent
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Presentaciones clínicas frecuentes
El clínico acostumbra a afrontar el dolor regional desde la perspectiva clásica,
buscando un origen en las partes blandas del fenómeno álgico (entesitis, tendinopatía,
discopatía). Es interesante ampliar la perspectiva clínica con un enfoque miofascial,
buscando PGM típicos y muy frecuentes en la clínica diaria. En el clásico manual de
Travell y Simons, se ha optado por presentar el SDM desde un punto de vista analítico,
músculo por músculo, con sus correspondientes patrones de dolor referido, que se han
hecho muy populares y pueden consultarse por doquier7. Este sistema es muy útil para
facilitar el aprendizaje del SDM pero, en realidad, el síndrome no suele presentarse de
forma pura en la consulta, afectando a un solo músculo. Con frecuencia los pacientes
refieren varios patones de dolor irradiado imbricados, debido a la participación
simultánea de varios músculos en la génesis del dolor regional (Figura 4)2.
Muchos pacientes con dolor crónico en los
que no se encuentra una causa lesional
pueden
padecer
SDM.
Las
cefaleas
tensionales pueden relacionarse con PG en
la
musculatura
facio-mandibular.
Recientemente se ha descrito una forma de
cefalea atribuida a PG en del Oblicuo
Menor8.
Figura 4
Es muy difícil encontrar un paciente con
cervicalgia que no tenga PGM en los
músculos trapecio o angular. En caso de cérvico-braquialgia en la que se haya
descartado radiculopatía, es muy posible encontrar anomalías en escalenos, pectorales y
en el espesor de los músculos rotadores del hombro.
Dolor Miofascial. José M. Climent
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El dolor interescapular sugiere PGM en romboides o multífidos segmentarios . El dolor
dorsal bajo puede asociarse a tensión en musculatura segmentaria y en iliocostales.
La lumbalgia puede enriquecer su semiología buscando PGM en multífidos y
paraespinales superficiales. La lumbalgia irradiada a la nalga debe hacer pensar en la
participación del músculo cuadrado lumbar. Si el dolor irradia hacia el muslo, el psoas
es un candidato firme para filiar el síndrome.
El dolor en la nalga también debe guiarnos hacia el músculo piramidal. Bajo su
vientre se desliza el nervio ciático. Síndrome muy controvertido, nuevos hallazgos de
neurografía por resonancia (atrofia muscular, aumento de la señal del nervio ciático)9 y
EMG
(enlentencimiento de la velocidad de conducción con la cadera en flexión,
aducción y rotación interna)10 han abierto nuevos caminos en su definición sindrómica.
Finalmente, es posible encontrar un componente miofascial o SDM secundario, en el
contexto de entidades clínicas reconocidas, como la disfunción témporo-mandibular, el
síndrome de latigazo cervical o el síndrome postlaminectomía, entre muchos otros.
Tratamiento
El objetivo del tratamiento en el síndrome miofascial es la inactivación del PGM
y la elongación del músculo hasta su longitud normal. El PGM es la base del edificio
teórico del síndrome: es el que produce los signos motores exploratorios y el
responsable de la neurotransmisión nociceptiva. Por este motivo cualquier tratamiento
específico dirigido hacia el punto gatillo debe denominarse tratamiento miofascial
(TM).
El TM puede coexistir con la farmacoterapia del dolor crónico, basada en el uso de
analgésicos y psicofármacos. Los TM más clásicos son el estiramiento con frío
intermitente y el estiramiento postisométrico (Tabla 2). Se han descrito otros muchos
procedimientos rehabilitadores útiles en el tratamiento del SDM (Tabla 3).
Dolor Miofascial. José M. Climent
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Tabla 2. Procedimiento de los estiramientos miofasciales clásicos
Estiramiento postisométrico facilitado
- Movilizar el segmento corporal en la dirección
adecuada, hasta alcanzar la limitación o barrera,
por a la puesta en tensión del músculo afecto.
- Fijar el segmento en la posición de llegada a la
barrera.
- Se pide al paciente que realice una contracción
suave, isométrica, de un 25 % de su fuerza,
durante 10”.
- El paciente debe acompasar su ritmo respiratorio.
- Se pide al paciente que realice una inspiración
máxima profunda y se pide un momento de
retención.
- Se anima al paciente a que exhale el aire retenido
con los labios fruncidos- Mientras se produce la exhalación se estira el
músculo hasta conseguir alcanzar una nueva
barrera.
- Se repite el procedimiento entre 3 y 5 veces,
hasta conseguir inactivar el PG, disminuir la tensión
del músculo y mejorar el recorrido articular.
Estiramiento con frío intermitente
- Anclar o fijar una de las inserciones del
músculo a estirar.
- Iniciar el enfriamiento cutáneo sobre el
músculo
- Estirar suave y progresivamente el
músculo a tratar durante unos pocos
segundos.
- Continuar el enfriamiento de la zona de
dolor referido.
- Aumentar el estiramiento
progresivamente.
- Regresar a la posición neutra.
- Contraer suavemente el músculo afecto
movilizando el segmento.
- Repetir el estiramiento hasta conseguir
alcanzar una elongación mayor que la
anterior. Debe existir un objetivo de
estiramiento fijado para la sesión.
- Al finalizar las repeticiones previstas
(normalmente entre 3 y 5), se debe
aplicar calor sobre la zona durante unos
minutos.
Tabla 3.- Procedimientos terapéuticos recomendados en síndrome miofascial
Técnica general
Procedimiento
Masaje
Masaje de deslizamiento profundo
Fricción
Compresión plana
Compresión rodada
Compresión con manipulación
Compresión con estiramiento directo
Estiramiento con frío intermitente
Estiramiento pasivo
Contracción isométrica con inhibición recíproca
Contracción isométrica con relajación
postisométrica sin estiramiento
Contracción isométrica con relajación
postisométrica con estiramiento
Contracciones isotónicas concéntricas
Contracciones isotónicas excéntricas
Compresión
Estiramiento
Técnicas de Energía
Muscular
Técnica específica
Técnicas de liberación
miofascial
Relajación Muscular postisométrica (RPI)
Deslizamiento fascial
Pinzado rodado y despegamiento de tejidos
Electroterapia
Ultrasonido
TENS
Corrientes interferenciales
Estimulación magnética repetitiva
Galvanización
Láser
Iontoforesis
Autor que hace la
recomendación
1
Simons, 2002-2004
Chaytow, 2003
16
Simons,2002- 2004
Chaytow, 2003
17
Lewit, 1999
17
16
Lewit, 1999
18
Plaja, 2003
19
Ardic, 2002
18
Plaja, 2003
20
Smania, 2003
21
Tanrikut, 2003
22
Hakguder, 2003
23
Evans, 2001
1
Dolor Miofascial. José M. Climent
12
La eficacia de los tratamientos se mide mediante la escala analógica visual o
cuestionarios de dolor crónico, tal y como se describe en la primera sección del manual.
También se mide el umbral doloroso con un dispositivo o algesímetro que se sitúa sobre
el PGM. Se presiona progresivamente sobre el punto y el paciente identifica el
momento en que la presión se transforma en dolor. El algesímetro registra esta presión
en Kg/cm 2 y se registran sus variaciones con el tratamiento.
Infiltraciones
En los SDM en que hayan fracasado los pasos previos debe proponerse un
tratamiento mediante infiltraciones en el PGM. Estas pueden realizarse con anestésico
local. Se ha recomendado especialmente la lidocaína al 0,5 %, y también suele usarse la
mepivacaína al 1 %. Se inyecta una cantidad de 0,5 a 1 cc por PGM.
También ha mostrado su utilidad la punción seca. El procedimiento básico
consiste en insertar la aguja en el PGM e intentar provocar la RLE, hasta obtener un
agotamiento en la respuesta, momento en el que se extrae la aguja y se aborda otro
punto. Otro modo de realizar la punción seca, consiste en introducir la aguja en los
PGM seleccionados y realizar estímulos de pistoneo o rotatorios hasta obtener una
sensación subjetiva de calor local referida por el paciente. Un modo alternativo de este
enfoque consiste en una punción superficial, justo hasta la fascia situada sobre el
PGM11. El tiempo de implantación de la aguja varía ostensiblemente, pero existe una
tendencia a recomendar la inserción durante 4 o 5 minutos. En cuanto al mecanismo de
acción de la punción seca, se ha destacado su capacidad de inhibición de la actividad
eléctrica basal del PGM. En un estudio realizado en animales de experimentación, se ha
confirmado que la estimulación del punto, hasta obtener repetidamente la RLE conduce
Dolor Miofascial. José M. Climent
13
a una disminución de esta actividad espontánea, detectable por electromiografía de
aguja12.
La toxina botulínica A (TBA) es un neuropétido que bloquea la liberación de
acetilcolina. Inicialmente utilizada para el tratamiento de la distonía y de la espasticidad,
ha expandido sus indicaciones y se ha recomendado su uso en el SDM. Todavía no
existe un consenso definido acerca de la dosis más idóneas, ya que se han utilizado
diversas orientaciones en su uso terapéutico. Si se utiliza un enfoque de inyección
dentro del PGM o cerca del PGM en músculos pequeños o superficiales, dosis pequeñas
deberían ser suficientes. Como mínimo deberían utilizarse 10 MU de TBA (Botox).13 Se
han recomendado también entre 25 y 100 MU de TBA (Dysport) por PGM.14 Si se
utiliza un protocolo de inyección compartimental (en todo el músculo, generalmente
aplicado en músculos profundos como el psoas), la dosis debe ser mayor. Todavía no
existe un consenso definido sobre las dosis.
Se han utilizado otras sustancias en la inyección de PGM, como AINE,
tropiseron o suero fisiológico. En una revisión sistemática se encontró que todas las
modalidades terapéuticas infiltrativas eran eficaces, sin que una demostrase un mayor
efecto que las demás15.
Un ejemplo de síndrome miofascial: dolor regional en el codo
A continuación se desarrolla de forma breve una sinopsis del enfoque miofascial
en un problema clínico frecuente, como es el dolor en la región epicondílea. Si la clínica
no se resuelve desde la perspectiva clásica de la epicondilitis, es interesante abordar el
problema desde el paradigma miofascial, siempre que se haya descartado previamente
una radiculopatía C6. Este modelo que aquí se presenta puede extenderse a otros tipos
de dolor regional.
Dolor Miofascial. José M. Climent
Clínica: El paciente refiere dolor regional
14
en el aspecto externo del codo, con
irradiación por el antebrazo hasta la muñeca. Suele reconocerse un inicio abrupto del
cuadro (traumatismo o manejo brusco de peso), subagudo (inicio de una tarea nueva,
uso de una nueva raqueta) o crónico (trabajo con movimiento repetitivo con contracción
sostenida de extensores).
Músculos incriminados y dolor referido: Extensor común de los dedos: Mediante
palpación plana se accede al PGM, situado 2-3 traveses de dedo por debajo de la
cabeza del radio. Irradia hacia epicóndilo y dedos. Este es un punto muy frecuente. Los
radiales y el supinador largo intervienen también habitualmente. Puede usarse palpación
rodada para localizar el PGM, que produce dolor referido en muñeca y primer pliegue
interdigital.
Diagnóstico: Si encontramos el PGM y la banda tensa, es fácil en estos músculos
reproducir la RLE, ya que al estimular el punto suele obtenerse un movimiento extensor
brusco del 3 dedo (ECD) o de la muñeca (radiales). Al estimular el punto debe
producirse dolor referido según el patrón esperado y el paciente debe reconocer el dolor
como familiar (signo de reconocimiento).
Tratamiento: Las técnicas manuales más útiles son la compresión, que se realiza sobre
el PGM hasta el umbral doloroso durante 8-12 segundos, el estiramiento con frío
intermitente o el estiramiento postisométrico. En caso de cronicidad o de fracaso puede
proponerse en tratamiento infiltrativo de los PGM activos.
Dolor Miofascial. José M. Climent
15
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